Prueba descripción Eva [MDMC]
Pequeña prueba para una personaje de mi novela Memorias De Mis Colmillos. Simple descripción de la chica. Espero comentarios ^.^
Yo estaba sentado en la terraza, tranquilamente, apoyado en el alfeizar de espaldas a la brillante luna que bañaba mis hombros y mi cabello castaño de una oscura tonalidad que ahora se movía salvaje ante la brisa nocturna. Eché la cabeza hacia atrás, pasando la vista por el arco gótico que daba a la habitación sabiendo que era una gran obra arquitectónica, aunque ahora algunas hiedras lo rodearan magníficamente alzando sus verdes tallos entre las grietas.
Volví mi mirada hacía la luna, disfrutando como la plateada luz del astro se reflejaba en mis pupilas alrededor del verde iris que contemplaba maravillado la aureola que envolvía el bosque que se abría tras la balaustrada bajo el alfeizar.
Sin poder evitarlo bajé la vista, al sentir la presencia de alguien, no humano. Y era curioso pues aun estando en mi estado de vampiro me quede sin aliento aun careciendo de él.
Una joven muchacha me sonreía desde detrás del arco, con una picara mirada acompañada de dos prominentes caninos que le sobresalían de unos perfilados labios algo carnosos y sin duda jugosos desde mi vista que tenían varias minúsculas gotas de sangre en su final, algo que me provocaba algo de excitación y atracción al mismo tiempo sobre aquella muchacha.
La contemplé de arriba abajo, sabiendo sin dudarlo que ella me estaba analizando a su vez de la misma forma intentando encontrar el punto débil para atacarme, sin saber que aquella noche podría ser yo el que tomara el control. Pero por esos errores que tiene la vida me quedé cautivado con esos ojos marrones que parecían iluminados y no por la luz de la luna, con algunas grietas en el iris que dejaban entrever los millones y millones de tesoros que se abrían ante mi espíritu de aventurero al rededor de aquellas negras pupilas brillantes que me pedían que me internara en aquel laberinto de color de Gaia que tanto me atraía. Y era algo raro que al ser yo un hombre que me fijara en sus ojos tan hermosos sin ser capaz de mirar hacia abajo a algunos otros encantos que sin duda me encantarían mucho más aunque dudándolo levemente, quizás más tarde. Me dediqué, con una insospechada fuerza de voluntad a levantar unos centímetros mi mirada, embelesándome con su largo cabello negro que le caía como una mágica cascada sobre los hombros replegándose hacia atrás por la parte trasera con un bello color nacarado que quedaba hermosamente contrastado con aquella tez argentada tan blanca como la luna cuya luz bañaba solo sus pies, puesto que era la única luz si no se contaba el brillo de sus ojos y esos dos excitantes caninos.
Bajé de sus ojos y de su pequeña nariz con forma y esos labios que tanto estaba deseando probar, recorrí su cuello con la mirada encontrando un blanco cegador que me cautivaba como la mayor luz de la estancia en aquella fina textura.
Parecía un mítico ser totalmente diferente a los vampiros con una exótica sensualidad un tanto distinta pero no lo era todo y pronto me di cuenta. Se movió un poco hacía mí, decidiendo que ya me había analizado bastante y que era mejor pasar al ataque decisivamente desenfrenada pero cautelosamente preparada. Avanzó despacio con una gracilidad innata en una humana al andar, mientras la luz de la luna que brillaba tras mi cabeza empezaba a dibujar su silueta con color y claridad
Empezó por sus pies, delicados y sin protección, sin calzado alguno mostrando unas pequeñas extremidades muy lindas con las uñas pintadas de un negro que volvía a contrastar con la tez de la chica. Me pregunté porque no podía apartar la vista de la muchacha pero seguí levantando la vista mientras ella avanzaba. Gozando de sus maravillosas piernas finas y perfiladas que daban nacimiento a sus muslos por encima de sus rodillas que parecían dos rayas de una droga tan pura que parecía imposible resistirse a ella y pasar quizás algo más que la nariz por ellas.
Más arriba de estas logré ver una minifalda algo corta, sin ganas de ocultar un estilo muy marcado que denotaba su confianza en sí misma, de un color negro y otra vez volvía ese color que contrastaba con su piel y tanto me maravillaba.
Logre avanzar de nuevo por su abdomen, no era excesivamente delgada pero tenía una pequeña forma en su abdomen que me encantó con una curva de sus caderas que me acabó de convencer de que era una vampira de fábula y la primera que en mi especie que había logrado embaucarme en un hechizo semejante. Seguí por su torso para llegar a un delicado corsé que aprisionaba una turgente forma que denotaba algunos de mis pensamientos que no lograreis escuchar aquí por el momento.
Pero subí mientras la luz seguía recorriéndola por todo su cuerpo y ella avanzaba hacía mí, moviendo con elegancia los brazos con una finura y delicadeza casi extremas, dado que sus estilizados y delgados brazos que le daban una forma realmente encantadora se movían acompasadamente ajustados al del vaivén de sus formadas caderas que se movían con un movimiento simple pero sencillamente atractivo que habría logrado cautivar la mirada y la entrepierna de más de un vampiro y la de muchísimos humanos. Cuando por fin se encontró ante mí, me fije en que esa sonrisa de superioridad seguía en su mirada y pensé que me tenía pero me di cuenta de que si yo estaba embaucado con ella, yo tenía que agradarle en algún sentido para que se atreviera a desafiarme a mí, puesto que los dos sabíamos que no era más que un juego.
Avanzó un poco más y me olvidé de lo sexy que resultaba, de lo bien que se movía y me volví a consumir mirando esos ojos que tantas emociones transmitían a pesar de estar muerta. Se juntó y noté el contacto de sus marcadas caderas en mis muslos, pues ella era más baja que yo, dado que su altura que debería llegar al metro sesenta que no se comparaba al metro ochenta que yo poseía. Aprovechando la situación me dediqué a mirarla y por fin me decidí a dar el paso para empezar aquel juego con ella que estaba deseando. La cogí levemente por la barbilla y empecé a beber de sus labios mordisqueando con delicadeza su labio inferior estirándolo hacía mí con una macabra sonrisa típica en mi especie que no la sorprendió, siguiendo juntando los labios mientras las manos recorrían parcialmente nuestros cuerpos entre suspiros y gemidos de adoración y contemplación como si no hubiera nada más en este mundo que me pudiera separar de los labios de aquella tremenda fémina que se había encariñado conmigo.