Prueba de lenceria.
1era Parte
Camila se excitaba viendo el cuerpo de las mujeres, pero no se consideraba lesbiana o bisexual, tenía novio, vivían juntos, pronto cumplirían 2 años en pareja, y a pesar de que el sexo en sí no le dejaba mucho que desear, a veces se sorprendía a sí misma husmeando las revistas Playboy de su chico, deteniendose en las fotos de topless y desnudos de modelos y actrices. Las recorría con sus dedos como si las acariciara, sola, en la intimidad de su cuarto mientras Dario, su novio, trabajaba en el taller mecánico de su padre. Varias veces su excitación llegaba a tal grado que sus bragas se mojaban pero no se atrevía a masturbarse pensando en otra mujer, o más bien en su físico, le daba vergúenza y la hacía sentir sucia e infiel.
Era temporada de liquidaciones y re-bajas en los locales de todo tipo de prendas femeninas, y Camila trabajaba en uno de lenceria, no hace mucho, 7 meses atrás había dejado su curriculum al ver en la vidriera el cartel de "se busaca empleada, presentar de 9 am a 18 pm" y la dueña del local la puso a prueba y a la semana la llamó para contratarla definitivamente. Las clientas aprovechaban las ofertas de lenceria pero no tenán tanta convocatoria como los locales de las marcas de moda, mejor así, porque Camila había ido a uno de esos locales y casi explota de impaciencia por la cantidad de prenas que se probaba cada clienta.
Se acercaba la fecha de su segundo aniversario, y de tan atareada que había estado esa semana se iba olvidado de cómo y con qué sorprendería a Dario. Beatriz, su jefa, se lo hizo recordar. Apenas ingresó esa mañana a trabajar, le pidió que le hiciera el favor de quedarse después de hora para que se probara un nuevo modelo de lencería erótica que había traído de un viaje a Estados Unidos, y Camila no la hizo rogar. Entonces se le ocurrío que podría sorprender a Dario con una linda lenceria, pero no creía que Beatriz fuera a prestarle o regalarle la lenceria extranjera, ni siquiera como empleada tenía descuentos. Pasó una tarde de viernes no muy ajetreada de clientas, se hicieron las 18:15, Camila bajó las persianas mecánicas y cuando volvió a entrar Beatriz la llamó desde los probadores. Tenía en sus manos una caja negra con un moño rojo.
-Me lo dieron así, iba a usarlo pero...no tengo con quién.
-¿Cómo? ¿Y su marido?
-Me divorcié hace un mes. No te preocupes, ya lo superé. No quise decirselo a nadie, tengo montones de amigas divorciadas que odian que les pregunten del tema- dijo ante la mirada sorpresiva y un poco triste de Camila. - Pensé que...vos podrías usarlo.
Puso la caja en manos de Camila, quien no podía creer su suerte.
-¿De...de...de verdad, Beatriz?
-Sí, linda. Se te verá bien, sos joven, se te viene el aniversario con tu novio...
-¿Cómo sabe?
-Querida, me lo contaste hace una semana.
-¡Ah sí! Se me había olvidado.
-Por suerte a mí no. Probatelo.
-Bueno, gracias- dijo Camila sin esforzarse por contener su emoción.
-No hay de qué, linda.
Camila entró en uno de los probadores, se quitó la ropa a las apuradas, abrío la caja negra y al ver ese conjunto de encaje rojo con listones negros en medio del escote y a los lados de las caderas, se enamoró de él. Se puso primero la tanga de encaje, suave al tacto, pero tuvo dificultades con el sostén; no podía abrocharlo.
- ¿Beatriz, me ayudas?
Beatriz abrío las cortinas de par en par.
¿Qué pasa, no te entra?
Sí, pero no lo puedo abrochar.
Tranquila, yo te doy una mano.
Beatriz logró abrochar el sostén, y vio el reflejo de Camila en el cristal del probador. Le quedaba pintado, marcaba su juvenil y voluptuosa figura, se veía muy sensual con las manos en las caderas y el pecho ajustado y firme en las tazas del sostén.
Te vez...divina.
Gracias. No creí que me quedaría tan bien. Por poco me desilusiono cuando no pude abrocharme el sostén.
Por suerte me tienes a mí.
Sí...
Beatriz recogió la melena castaña de su empleada sobre su hombro izquierdo.
Así te vez más sensual.
Ajá...
Camila tembló al sentir una para nada disimulada caricia de Beatriz sobre su hombro derecho. No de miedo o vergüenza. Era excitación erótica lo que estaba experimentando, como cuando veía las fotos de las chicas de Playboy. Le temblaban las piernas, se le había puesto la piel de gallina.
- Sos hermosa, Camila - le susurró Beatriz al oído. - Que suerte tiene tu novio de tenerte.
Beatriz le besó el cuello, y Camila se retorció como quien siente una ola de frío. Estaba asustada, pero era más la excitacion que el temor lo que la invadía. Veía a Beatriz por medio de su reflejo en el cristal y ella la miraba con una luz especial en sus ojos y una sonrisa sutil. Camila no se atrevía a darse la vuelta, no sabía qué esperar de una situación como esa. Beatriz le apoyó sus manos en las caderas y con delicadeza, la hizo voltearse hasta tenerla cara a cara, tan cerca que se frotaban sus narices.
- No tengas miedo, no te voy a lastimar.
Camila no opuso resistencia cuando Beatriz la abrazó contra su cuerpo. Le besó una mejilla, una vez más, y otra, hasta llegar a la hendidura de sus labios. Camila cerró los ojos, y Beatriz la besó. De golpe, Camila ya no tuvo más miedo ni tembló. Aquel beso, dulce y suave, la hizo sentir en las nubes. Beatriz se apartó, esperando su respuesta u rechazo, y ella puso sus brazos alrededor de su cuello y le devolvió el beso. Fue una sensación maravillosa, se dejaron llevar, entregadas la una a la otra, abrazadas, extasiadas de un placer hasta entonces desconocido para Camila.
Pasaron varios minutos hasta que se separaron, ahogadas en el aliento de la otra, se miraron a los ojos sin decirse nada. Beatriz rompió aquel romántico silencio.
- ¿Querés venir a mi casa?
Camila asintió con la cabeza, se vistió dejándose la lenceria bajo las prendas. Se subió al auto de Beatriz, y a partir de ese instante no hubo vuelta atrás.
Hola! Volví! Jeje...hace como 2 meses que no escribía, se me habían acabado las ideas pero bueno, por fin se me ocurrió una buena. Espero que les guste y mañana prometo la 2da y ultima parte.
Bsos.
- Brasa