Proyecto

Cuando he estado en las entrevistas, siempre procuro estar parada al costado izquierdo del asiento de mi jefe, y a veces he permitido que entre movimiento y movimiento, los roces de sus manos o de su cuerpo hacia el mío sean más constantes.

Hola queridos(as) amigos(as):

Estoy profundamente satisfecha por el trabajo que he realizado en mi página Web personal y recibir tantos correos de ustedes me indica que también ustedes están complacidos con mi trabajo, mis fotografías y mis experiencias. Espero que sigamos en contacto durante mucho tiempo, ya que si estoy aquí es por ustedes y para ustedes y con lo único que alimento mi trabajo es con sus correos; sus comentarios y sugerencias harán, dentro de lo posible, que siga estando presente en la Web y en ustedes. Muchas gracias.

Hoy día quiero platicarles cual es la situación en mi actual trabajo. Este trabajo lo acepté y es de manera temporal, pero lo estoy disfrutando mucho y me gustaría compartirlo con ustedes.

Tengo una semana en este trabajo y lo acepté por muchas razones, aunque en lo económico no es muy redituable, sí lo es en lo personal.

Hace algunos días salimos de compras con mi esposo al centro de la ciudad; aquí, en el Distrito Federal. Saliendo de la estación del metro zócalo encontramos a unos muchachitos, muy jóvenes ellos y con trajes baratos y mal combinados. Estaban dando propaganda en donde ofrecían algún trabajo administrativo por medio tiempo y ganando un dineral, a comparación de otros empleos; inclusive, aceptando a gente joven y sin experiencia. Me imagino que muchos de los que me están leyendo saben a que tipo de trabajo y de gente me refiero, ¿verdad?

Al aceptarles la propaganda, guardé una en el bolsillo de mi pantalón, la otra, Pepe lo tiró en un bote de basura.

Al regresar a casa y durante la cena, platicamos mi esposo y yo acerca de los acontecimientos de ese día al mismo tiempo que hacíamos cuentas de los gastos que habíamos erogado. Entonces al buscar en mis bolsillos del pantalón y blusa todas las notas de pago salió el papelito de la propaganda que nos habían dado y sin dudar comenté a mi esposo que solo por ver que sucedía me gustaría ir a preguntar. Él solo rió y me dijo que no gastara mi tiempo en presentarme en ese tipo de lugares, que lo único que hacían era sacar dinero y envolver a la gente para vender, seguramente algún tipo de producto de belleza o de alimentos; en pocas palabras que eran una bola de mentirosos.

No quise discutir con Pepe y aunque sabía que tenía razón al día siguiente, mientras mi esposo se había ido a trabajar, me presenté a ese lugar. La dirección la recuerdo perfectamente pero no me gustaría decirlo; solo diré que es a dos cuadras del metro Pino Suárez, en un edificio bastante viejo pero remodelado, despacho 202 y tenía que presentarme con la Lic. Sofía.

Al entrar al edificio vi mucha gente parada afuera del elevador, vestidos con los mismos trajes que los muchachitos del día anterior, tanto hombres como señoritas, solo que ellas con faldas hasta las rodillas, nada sexys. Una vez más me dieron otra papeleta, pero ahora traía el nombre del Lic. Caballero, entonces preferí ir con él.

Subí al tal despacho y encontré a gente que estaba ahí por la misma situación que yo, bueno eso quiero pensar. Había muchas sillas desocupadas, pero muchas otras estaban ocupadas por gente que esperaban ser llamadas por quienes les harían la entrevista. Dejé mis datos con una chica, mejor vestida en la recepción y rodeado de varios chicos, tanto hombres como mujeres con el mismo uniforme.

Le di mis datos y después tuve que sentarme a esperar mi turno de ser llamada. Tardaron 20 minutos en atenderme y fui llamada junto con 3 chicos y una chica, en total éramos 5 personas. El Lic. Caballero tenía más bien pinta de cobrador de pesero, pero definitivamente su traje se veía más limpio y de mejor categoría que el de los muchachos que volanteaba.

Nos explicó a grandes rasgos de que se trataba el trabajo y en efecto, teníamos que estar ahí en "la oficina" por un rato muy corto, después teníamos que salir a entregar papeletas a la gente que transita por la calle o traer conocidos a esa empresa para encaminarlos en el negocio de las ventas y nuestro ingreso dependería de cada persona que invirtiera en cosméticos, $100.00 por cada integrantes a esa empresa.

Al salir de la reunión o entrevista de trabajo (si es que le podemos llamar así), me pidió que me quedara un segundo. Me quedé parada junto a una silla que quedaba frente a su escritorio hasta que él regresara; una vez que regresó a la oficina me pidió que me sentara y me propuso una actividad diferente. Hizo gala de su galantería tratando de buscar por muchos lados y palabras hasta que llegó al punto. Me pidió que sustituyera a su secretaria actual. Que sentía que era una chica incompetente a sus necesidades y que probablemente yo sería más eficiente, que hiciera la prueba una semana y si me gustaba el trabajo, él me tendría con él.

La chica de la cual hablo probablemente tendría la misma estatura que yo pero es un poco robusta o gordita, no muy agraciada de la cara, pero buena onda.

La situación sería que mi trabajo radicaría en llevar el control de la gente que lo visitaba a él en especial, hacerlos pasar a su despacho, recoger sus llamadas telefónicas y estar presente en las entrevistas, exactamente lo mismo que hacía la chica anterior. Mi uniforme sería el mismo que todas ellas y el monto que él me pagaría sería $300 a la semana, de lunes a sábado, de la 8 de la mañana a las 2 de la tarde y por cada gente que se lograra integrar al negocio, por llevar sus datos y su control me daría $50; todo lo que se juntara en la semana y que los días de pago serían cada sábado. Por eso dije al principio del relato, en lo económico, éste trabajo no es redituable, pero solo por saber que atendería a mucha gente, mi gusto por el exhibicionismo lo explotaría al máximo, entonces acepté.

Platiqué con Pepe para explicarle la situación, que comenzaría a trabajar durante un tiempo y lógicamente las condiciones, y en lugar de encontrar algún rechazo de su parte lo único que me pidió es que le explicara a detalle que era lo que hacía para que me vieran y que si alguien se pasaba de la raya, que tratara de disfrutarlo, pero que le avisara para que él estuviera enterado. ¡¡¡¡Lo amo!!!!!

Me presenté el día lunes como me había indicado el Lic., solo que no me puse el uniforme, no porque me diera pena, sino porque la falda era tan pequeña que sentía que solo de estar parada, con un poquito de aire que hiciera o con el aire que avienta el metro me alzaría toda la falda.

El uniforme consta de una blusa blanca y chaleco de color rojo, la falda también era de color roja y en corte "A", pero yo la substituí por una falda del mismo color, pero con vuelo y que me llega a medio muslo (o un poquito más arriba). Unas pantimedias de color natural y lykra, un calzoncito tipo bikini de color blanco, zapatillas no muy altas, pero aún así era de 6 cm de alto y de color rojo. Pero al salir de la casa me llevé un jeans. Al llegar al trabajo me fui directamente al baño a cambiarme y al salir más de dos se quedaron con la boca abierta y sin decir palabra alguna.

Ustedes se imaginan como me vieron los hombres, pues con cara de " Me la quiero comer ", pero si hubieran visto ustedes las caras de las chicas, como que tenían ganas de sacarme a patadas de ahí. Y no es por nada, pero yo era la mejor vestida y por supuesto la más guapa de ahí, por no decir la más buena de todas (modestia aparte je, je).

Cuando llegó el Lic., casi eran las 9 de la mañana me vio de pies a cabeza, y al igual que los demás se quedó atónito, lo único que vi en su rostro fue un gesto de picardía y satisfacción. Me pidió que fuera a su oficina y entonces me explicó que era lo que tenía que comenzar a hacer. Nada difícil.

Así agarré mi ritmo de trabajo y comenzaos un buen día. Era lógico, él me había invitado a desayunar, y desde que salimos de la oficina hasta el regreso, nunca perdió de vista el movimiento que yo hiciera, tanto con mis pies como con mis piernas.

El escritorio que me habían asignado en la sala de espera, era un escritorio como de escuela, es decir que solo tenía la madera en donde uno se apoya para escribir o trabajar en él, la parte de abajo está completamente al descubierto, eso permitía que todas las personas que se sientan frente a mí, tengan la posibilidad de verme a placer.

Por ello, cada vez que me paro o me siento, o simplemente cruzo las piernas dejo al descubierto un poco de mí, eso me encanta y creo que también a todos los que me ven, ya que hay gente que disimuladamente al momento de acercarme a dejarme sus datos o al despedirme, me dejan entre papeles sus tarjetas personales o hasta teléfonos invitándome a un sin fin de propuestas. Es indescriptible decirles lo que sucede dentro de mí en muchas ocasiones; son sentimientos tan distintos que me encanta la idea de estar siendo observada por muchos tipos y chicas también, por supuesto. Trato de ser lo más sexy que pueda al momento de sentarme o de pararme, para no ser tan vulgar al mostrarme. Se que me están viendo y siempre trato de mostrar todo de mí, pero muy a mi manera.

Cuando he estado en las entrevistas, siempre procuro estar parada al costado izquierdo del asiento de mi jefe, y a veces he permitido que entre movimiento y movimiento, los roces de sus manos o de su cuerpo hacia el mío sean más constantes. Le he visto el miembro erecto sobre el pantalón cada vez que se me acerca o que platicamos muy cerquita, y como era de suponerse, ya me ha invitado a salir, pero fuera del trabajo.

Una vez que llegó mi primer fin de semana, el Lic. Cumplió su palabra, él me pagó lo que correspondía por ser su secretaria, y por la gente que se llegó a integrar al negocio, solo fue una persona, es decir que el primer fin de semana en el trabajo saqué $400.

Creo que me duraron solo para comprar pantimedias, pero mi sentimiento de exhibicionista está más a flor de piel que nunca.

Si a alguien le interesa que le siga platicando acerca de mi nuevo empleo, puedo darles más detalles, les aseguro que les va a gustar como me divierto con los chicos.

Mis páginas y correos

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