Provocativo (II).

¿Dejarse llevar por el placer o... algo más? Una historia de amor homosexual entre el Caballero del Fénix y el Caballero del Cines (Ikki x Hyoga) Segunda y, última, entrega.

GIVE ME EVERYTHING

La canción cambió pero siguió siendo el mismo cantante. Ikki se detuvo a la entrada del plato de ducha sin poder evitar sonreír ante el título de lo que sonaba ahora.

  • ¿Es una maratón dedicada a ese tipo? - Hyoga le devolvió la sonrisa.
  • Puede... ¿vas a hacer lo que él proclama en la letra?
  • Puede... - entró bajo el chorro de agua.
  • Llevas más ropa de la que debieras...
  • Quítamela tú... - Si el ruso estaba jugando él también sabía hacerlo. Iba a hacer que se quemase en las llamas de lo que estaba provocando. El rubio le cogió de la camisa tirando de él con fuerza. Con un solo movimiento la abrió regando el suelo que les rodeaba de botones. - Muy bonito... me tendrás que comprar otra. Que sepas que me gustaba...
  • A mi, en estos momentos, me gustas tu.
  • ¿En estos momentos? - el fénix le miró. - ¿Se te ha puesto dura solo por un momento...?
  • Piensas demasiado, Ikki... - la mano de su acompañante había desabrochado el cinturón de su pantalón e iba camino de hacer una inmersión hacia su entrepierna. Cuando se cerró con firmeza entorno a la poderosa erección del moreno este no pudo evitar exhalar un gemido de placer. - … actúa, cabronazo. - el insulto murió en la boca del tipo que se iba a follar. El beso húmedo hasta límites insospechados, no solo mojado por el agua que les bañaba... los fluidos de sus lenguas se mezclaron. Calientes.

Rápidamente se encontró tan desnudo como el nórdico. Se sorprendió al comprobar lo asombrosamente bien que se amoldaba el cuerpo de su compañero contra el suyo. A su mente llegó una absurda imagen del Tetris con las piezas encajando en los huecos de forma tan increíble como natural. Una sensación extraña le recorrió. Hyoga estaba hecho para formar parte de él. Y, sinceramente, era difícil que aquello no fuera cosa del destino. Así que porqué seguir pensando. Como el ruso le había exigido... actuó.

  • ¿Querías comerme? Pues empieza... tienes mucho que tragar. - el rubio emitió una suave carcajada mientras asentía y se arrodillaba. Empujó el cuerpo de Ikki contra la pared de la ducha al mismo tiempo que sus manos se aferraban a la cadera del otro. Sus labios bebían el agua que les empapaba mientras se deslizaban por la enfrebecida piel morena haciendo que el propietario de la misma empezase a respirar de forma cada vez más agitada.

Sintió como la pequeña pero fuerte mano del caballero del cisne se ceñía de nuevo entorno a su falo. Como lo recorría, como lo medía, comprobando la extraordinaria dureza que había adquirido. Le oyó murmurar algo en un idioma que no entendía, bajó la cabeza para mirarle y sus ojos se encontraron. Quiso hacer caso omiso a lo que leyó en ellos. Y antes de verle tragarse su polla le volvió a oír.

  • Si en el pasado has visto las estrellas, hoy te voy a hacer ver el universo. - la desfachatez del ruso le hacía hervir la sangre... de deseo. ¡¡Por los Dioses!! Una pregunta pasó fugaz por su cerebro, ¿dónde, por Hades, había aprendido a hacer cosas como esas con la lengua? ¿Cómo podía nadie que apenas hacía un par de años no era más que un mocoso tener tan extraordinaria habilidad? Le notó usar una pequeña porción de su poder como señor de los hielos para irradiar una fina capa de hielo sobre su pene, la sensación le envió descargas de electricidad por todas las terminaciones nerviosas del cuerpo. Luego el propio aliento, de nuevo cálido, lo derretía. Ikki podría jurar que estaba a un tris de tocar el cielo con las manos... tan solo tenía que alargar los dedos para conseguirlo... y al hacerlo, el edén tomó la forma del mojado cabello de Hyoga, la forma de su piel curtida por el frío de la estepa siberiana. Tomo la imagen de unos ojos profundamente azules en los que de nuevo vio lo que momentos antes no quiso creer. Una promesa. Era suyo. Y a partir de ese momento, él era del ruso.

Le hizo levantarse bruscamente para intentar atraparle, esta vez a él contra la pared mientras sus propios dedos se perdían entre las nalgas del rubio para adentrarse en él. Había tanta humedad que sabía que no necesitaría demasiada preparación. Desconocía si para el otro sería igual que para él. La primera vez que tomaría el cuerpo de un hombre. Por extraño que pareciera sabía perfectamente lo que tenía que hacer.

  • No... - Hyoga se revolvió empujándole para separarle de él.
  • ¿No...? Vamos, no creo que ahora... - Ikki estaba estupefacto, ¿ahora se negaba? Menudo pedazo de hijo de @#~ ...
  • De frente. Quiero verte cuando vayas entrando. Quiero que veas mis ojos a medida que voy sintiendo como cada centímetro de esa polla tan magnífica se adueña de mis entrañas. Quiero comerte la boca mientras me la clavas y arañarte la espalda mientras me follas. Quiero marcarte.
  • No soy una maldita res, ruso.
  • No, yo tampoco. Pero vas a dejar imperecedero el recuerdo mi primera vez. Y quiero verlo, disfrutarlo, sentirlo...
  • ¡¿Tu primera vez?! - Ikki se quedó mudo de asombro. Hyoga se volvió a acercar a él. Le cogió el rostro con las manos y depositó un suave beso en él. No como los que anteriormente se habían dado, besos en los que practicamente se habían devorado... cuando separó sus labios de los del fénix, apenas unos milímetros le sintió moverlos de nuevo en una sentencia que fue directo a lo más profundo del corazón de su amante.
  • Sí... mi primera vez contigo. Y quiero que sea perfecta... - Hyoga se quedó en silencio unos momentos abrazando el cuello de su compañero de armas. - Y ahora, te lo repito, actúa...hazme tuyo... para siempre.
  • Tu primera vez conmigo... - murmuró Ikki mientras le elevaba un poco y notaba como las piernas del rubio le rodeaban de tal forma que su miembro se acomodó entre las nalgas de él. - … bien... no será la última, tenlo por seguro.
  • De acuerdo... - jadeó Hyoga mientras como había prometido ahogaba su voz en los labios del que hasta hacia unas horas era su más oscuro objeto de deseo. Su espalda se arqueó en un movimiento imposible al notarle entrar en él como un cuchillo cortando mantequilla. Ardiendo, arañando, llenándolo de una forma que casi era irreal... Los inauditos ojos azules del norteño se clavaron, también cumpliendo con su palabra, en los grises de Ikki. No perdiendo detalle tampoco del inmenso placer que el moreno estaba experimentando al sentirle tan estrecho, tan ardiente... tan suyo. - Fóllame, Ikki... fóllame. - Las caderas del otro hicieron un último y enérgico movimiento enterrándose totalmente en su cuerpo. Un grito mezcla de dolor y placer extremos retumbó en las paredes de la estancia. El mayor de los Kido abrazó su tembloroso cuerpo.
  • Shhhh... relájate, no quiero hacerte daño. No quiero que lo que sea inolvidable de esta primera vez sea el dolor. Relájate... siénteme. Cada parte de mi es tuya, maldito ruso. Soy tuyo. - Hyoga echó para atrás la cabeza mordiéndose los labios.
  • No estaba seguro... - murmuró, mientras empezaba el mismo a mover las caderas sobre el pedazo de carne que le ensartaba.
  • ¿De qué? - una conversación en aquellos momentos era lo último que Ikki pensaba que tendría. Era incapaz casi de juntar palabra alguna. Sus fuertes brazos sostenían el delgado pero fibroso y elástico cuerpo de su amante.
  • De que mereciera apostar en esto lo más valioso que tengo...
  • ¿Qué has apostado, ruso? ¿Qué podías perder? - Le besó de nuevo con fiereza. Cuando separaron sus bocas y entre jadeos Hyoga le respondió.
  • Aposté mi alma y mi corazón a una sola y arriesgada jugada. Lo aposté todo a ti. - Volvieron a besarse. Sus cuerpos no habían dejado de moverse, Ikki adentrándose en él con fuertes movimientos unas veces, otras con suavidad. De repente, lo sintió, aproximándose... cada átomo de su ser, cada molécula de lo que era concentrándose en un placer que jamás había sentido antes... Y con el último pensamiento coherente que le quedaba le respondió.
  • Pues, ruso imbécil, has ganado. - Y clavó sus dientes en el cuello del otro ocultando su rostro en esa parte de él, mientras eyaculaba parte de lo que estaba seguro que era su cosmos en él. Le sintió estremecerse ahogando el grito que pugnaba por escapar de sus labios, el también le marcó con sus dientes. El también se derramó sobre él.

El agua caliente seguía cayendo sobre ellos. Limpiándoles suavemente. Casi acunándolos. Seguían enganchados. Hyoga no sentía deseo alguno de que Ikki saliera de él. Se sentía tan extraordinariamente bien con el moreno siendo parte de él, siendo uno con él. Movió un poco la cabeza para mirarle sonriendo. Cerró los ojos abrumado ante tanta hermosura. Como decía esa canción de moda; you are so sexy...

Inundó su rostro de suaves besos. Ikki le abrazó de nuevo contra él y sintió como su corazón, como su alma... aquello que había apostado a la jugada más arriesgada de su vida vibraban de felicidad ante el murmullo que fue susurrado en su oído.

  • Te quiero.