Provocándote... con un relato erótico
Se me antojó sorprenderte, quería regalarte mi erotismo, abrirme para que penetraras mucho más que mi cuerpo, y provocarte un orgasmo con uno de mis relatos
Se me antojó sorprenderte, quería regalarte mi erotismo, abrirme para que penetraras mucho más que mi cuerpo, y provocarte un orgasmo con uno de mis relatos…
_Me gustaría leerte un texto erótico… musité insinuosa y picaramente confesé: yo lo escribí…
Un tanto incrédulo apagaste la tv prestándome atención. Abrí mi perfil y escogí uno al azar, ni remotamente sospechabas que desde hace tres meses ya había publicado 9.
Algo inquieta, me recosté a los pies de la cama, pretendiendo no perderme tus reacciones, quería ponerte a punto como quizá… quizá… a algún lector en algún momento.
Con voz suave leí el titulo de mi último relato: Jugando con mi alumno de nocturna , abriste los ojos desmesuradamente, quizá recordando aquella etapa en que fui una joven maestra que laboraba en la noche, la duda de saber cuánto de aquello era real se clavó en tus ojos y sonriendo inocentemente continué la lectura. Pese a que procuraba leer sensualmente, me volví algo torpe, las palabras se atrancaban en mis dientes; estabas descubriendo a través de un escrito, una putica que expresaba sus sensaciones y deseos eroticamente, mas bien vulgarmente, según tu criterio algo anticuado.
Tu reacción me empezó a preocupar, lejos de excitarte como esperaba, estabas totalmente callado, turbado…Ohh cielos pensé, fue una mala idea; titubeaba, pero aún así continue leyendo, estaba en aquella parte que dice:
Maestra, mientras lee la nota, mis ojos suben por sus muslos, me gusta su olor y sus caminos estrechos, que ganas de arrodillarme frente a usted, y hacer a un lado esa tanguita…No se imagina lo que voy a hacer cuando se ponga de espaldas, pasaré mi mano por mi…por mi… sí, maestra por mi regleta aquella con la que un día le castigaré…. pero sí que es una chica mala maestra, tan rápido se moja?
Me detuve y alcé la vista con gestos de una niña asustada, pero tu mirada fría me castigó despiadadamente…sigue dijiste y continué con mi pausada lectura, no sin antes demorarme un poquito curioseando en tu bóxer, pero permanecías indifentente… mas adelante pensé, de seguro mas adelante su cuerpo reacciona…
Pretendiendo incentivar tu morbo, acomodé la portátil en la cama y me ubiqué de lado dejando que tus ojos tuvieran acceso a mis muslos desnudos e incitante de rato en rato los desplazaba sensualmente, dejándolos semiabiertos para tu deleite; siempre piropeas mis muslos así que había que sacarles provecho. Vestía una batica corta de seda, color verde botella, con tirantes que dejaban descubierta la espalda, los pechos por ser de buen tamaño rebosaban, y en su parte baja cubría apenas mis cachetes traseros.
Acababa de tomar una ducha así que tan solo la frescura de mi piel hubiera sido un buen incentivo para que me miraras libidinoso…te daba un espectáculo de mujer fatal ansiando que te convirtieras en mi voyeur y mucho mas si así se te antojaba…quería ser tu perrita, tu putita y todo lo que quisieras, pero por lo visto no te apetecía…
¡Cuánto hubiera dado por sentir tus manos pervirtiéndose en mi trasero, buscando mi humedad como prueba irrefutable de mis ganas.
¡Cuánto hubiera querido que actuaras como el protagonista de mi relato, pero no, tristemente tus brazos permanecían cruzados sobre tu pecho dejando en claro tu distanciamiento.
Involuntariamente cruzó por mi mente, algun sensual comentario que un hombre anónimo dejara en aquel relato, al igual que mensajes de algún lector en mi correo y sentí rabia contigo, rabia por aquella malsana frialdad que no merezco, por que estoy hecha de sangre, de carne, de lujuria…pero tú, pareces no notarlo.
Que pasa dije? Estas molesto…
No, respondiste…simplemente asustado
Asustado? Reclamé, explícame porqué.
Simple, no sabía que esas frases anidaban en esa cabecita
Fastidiada te dije, ok, no sigo, dejémoslo, y abrí un libro de meditaciones, que tenía a medio leer.
Por favor continúa dijiste friamente, ya me dio curiosidad el final.
Te ignoré, qué hipócrita me pareciste, de seguro si fuera tu amante, estarías revolcándote conmigo
Insististe, así que secamente continué con la lectura, llegando a la parte cercana al desenlace...
Ven chiquita te daré tu primera lección…
… Toma nota mi niña...para un buen sexo oral, reclínate y ábrete al máximo, esooo asiii coreaba mientras acercaba una silla al escritorio quedando ubicado en medio de mis muslos, sus dedos jugaban entre mis labios subían bajaba con total calma, se detenían en mi clítoris y volvían a bajar, de vez en cuando un par de ellos se hundían en mi conchita, besaba desde mi pubis, hacia la comisura de mis labios, lactaba mis labios internos, y toda porción de piel que encontrara, su lengua se amistaba con mi sexo y le regalaba afecto…
Seguí unos minutos más con la lectura llegando al final. Esperaba que dijeras algo, pero nada, ni siquiera me miraste, simplemente encendiste la tv….
Que?? dije para mis adentros… al menos un estuvo bien, hubiera sido suficiente…te proferí mentalmente un par de palabrotas de esas que ni siquiera me atrevo a pronunciar pero que en esta ocasión tan merecidas las tenías, afortunadamente para ti, timbró el teléfono, mi mejor amiga sonó al otro lado de la línea.
Tienes tiempo para mi? …Necesito contarte algo…
Me levanté y me dirijí a la sala, alla charlaría lejos de tu oído indiscreto y de tu indiferencia. Me recosté en el sofá y a medida que mi amiga nostálgicamente hablaba de su ex, te vi salir nuevamente de la ducha.
Apagaste las luces y para sorpresa mía te arrodillaste en la alfombra, besaste mis pies como tanto me gusta, ohh el pulgar, amo sentir la saliva y tus labios succionándolo, tus manos rápidamente levantaron la pequeña batica, y con furia separaste mis muslos casi gruñendo:
Maestra, ésta noche sabrá lo que es una buena lección…
Me arrebataste la tanguita y mis muslos se desparramaron dejando que mi clavel exhiba hasta su pistilo, lengüeteaste sus pétalos, robaste su aroma y bebiste su miel, produciendo un gemido que se me escapó a través del teléfono. De un tirón me acomodaste a orillas del sillón, y subiste mis muslos por encima de tus hombros, quería gritar por la deliciosa sensación que me provocabas, pero la voz de Elisa del otro lado de la línea me reprimía. Sé que pude despedirme y gozar plenamente de ti, pero no quise hacerlo, quería despertar nuestra morbosidad, así que con frases entrecortadas continuaba con la llamada. Sonrieste malignamente buscando mi clítoris, como diciendo veamos cuanto puedes mantener una charla sin gemir…tu lengua resbalaba por mis labios absorviendo su sabor, chupando su savia, incluso dejando que tu rostro se llenara de mi aroma.
Un par de tus dedos, arremetiendo en mi fosa me arrancaron suspiros que tuvieron que ser disimulados por continuos carraspeos, volviste a mis ingles, subiste a mi pubis, y ya en total ansiedad aplasté tu rostro sobre mi entrada, para que sintieras el palpitar de mi sexo, cuando logra un orgasmo.
Te sentaste sobre el sillón dejando al descubierto tu falo, no necesitaste invitarme pues moría de hambre, lamí tu pene, desde la base hasta su abertura, chupaba, succionaba, y creo que se descontrolaban mis sonidos pues al otro lado de la línea mi amiga preguntó:
Qué ruidos son esos? Detuve un segundo la succión para responder:
Ahhh estoy comiendo fruta…fruta prohibida, reí cínicamente mientras me zampaba sobre tu pene a continuar chupándolo.
Te pusiste de pie, y me llenaste la boca con toda tu fruta, acaricaba tus bolas mientras con la otra mano sostenía el teléfono y de cuando en cuando respondia a la conversación con breves palabras. Tu pene encajaba en mis maxilares abiertos, y mis labios ofrecían un orificio a tu medida para que goces; casi a punto de venirte, te retiraste. Abriste la ventana, dejando que el aire refrescara nuestro calentón y me hiciste señas de subirme sobre ti.
Separando mis muslos dejé que mi vagina receptara tu armamento, y suave me penetraba a mi gusto, mi túnel se extendía brindándote espacio, hasta que los movimientos de tu pelvis entrando y saliendo acompasados con los míos me regalaron infinidad de pulsaciones de gozo. Continué brincando sobre ti con mi oído pendiente al auricular y mi mirada perdida en las sombras de nuestros cuerpos dibujadas en los cortinales transparentes, nos amábamos libremente sin importar que el ventanal diera a la calle principal y quizá uno que otro transeúnte nos viera.
Me olvidé de mi amiga, me olvidé del mundo, cuando quedándote quieto me apretaste contra ti llenándome de la tibia marea de tu leche; mi orgasmo era tan intenso que mi gemido de gloria se escuchó hasta el otro lado de la ciudad a través de una línea telefónica, dejándome tan solo con el tono de una llamada cortada…..y merecidamente con el enojo de mi mejor amiga...
Quedé abrazada a ti con mis brazos y mis piernas, mientras suavemente acariciabas mi espalda…
_Algún día me leerás otro relato?
Sonreí complacida
_Quizá…quizá…por cierto, se acaba de cruzar por mi cabeza un título que pudiera ser bueno: niña perversa…
Me miraste achinando tus ojos, y sin resistir preguntaste:
_Relato real?
Arqueé una ceja enigmáticamente, iba a responderte pero me interrumpiste diciendo:
_Ok, ok, me parece un título perfecto…
Volví a sonreír, creo que al fin empezabas a entender las ventajas de tener una putica en casa.