Provocada por Vane
Provocada por mi amiga, me dejo llevar por el deseo que jamás pensé podía sentir por ella. Y de cómo se hizo realidad casi sin darme cuenta.
Hola a todos/as, soy Maru y vengo a contarles algo que me pasó hace apenas unos días con Vane, una amiga de la facu, con quien viví algo que realmente jamás pensé que podía vivir. Vane es amiga mía desde hace cuatro años casi. La conocí en la facu, cursamos juntas algunas materias de primer año, y además de eso, al vivir cerca la una de la otra, viajábamos juntas en cole para ir y volver de la facultad, lo que hizo que nos hiciéramos bastante unidas. Nos juntábamos mucho al principio de la carrera a estudiar. Vane es realmente muy bonita. Es castaña, con un pelo largo lacio increíble, muy linda de cara, ojos color miel, y verdaderamente un cuerpo para la envidia de todas. Además de eso, es muy fina y femenina. Siempre me llamó la atención de ella que no había día que no estuviera espléndida. El pelo impecable, las uñas siempre bien pintadas y siempre con tacos. Desde siempre me fijé en como los hombres la miraban, tanto en el curso como en la calle, con una expresión de lascivia llamativa, porque si bien, reconozco que me siento muy observada por los chicos, además de halagada, ella tiene algo especial para conseguir provocar a cualquiera. Yo sin embargo soy mucho más tímida. Antes que nada confieso que siempre me atrajeron los chicos, y nunca se me había cruzado por la cabeza ni la más remota idea de verla a ella como otra cosa que no fuera mi compañera de facu o mi amiga. Nunca tuve segundas intenciones con ella, mas allá de que siempre reconocí que su belleza era algo que no pasaba desapercibido. Siempre fue así, hasta el verano que pasó. Viajamos juntas de vacaciones, con la suerte que de su hermano que vive en Mar del Plata, desocupaba su departamento unos días, para irse de viaje con su familia a un crucero. Ella me invitó a la que la acompañara una semana, ya que teníamos que rendir finales en febrero y había que volver pronto para estudiar. Realmente la pasamos muy lindo, aprovechamos mucho la playa, el mar y el sol, y sobretodo descansamos, salvo una noche que salimos a bailar y volvimos temprano al departamento porque Vane se sentía mal. Por supuesto, todo el tiempo se nos acercaban chicos con la idea de conocernos, y nos invitaban a comer, a hacer previas en casas y demás, a los que rechazábamos seguro, entre otros motivos, porque Vane estaba de novia y siempre fue una chica muy fiel en eso, o al menos así lo creía yo. Dos días antes de volvernos, Conocimos a unos chicos de Mendoza, muy lindos y muy divertidos, con quienes compartimos mates y cartas en la playa. Por suerte estaban parando muy cerquita de nuestro depto, y el último día de nuestro viaje, nos invitaron a comer sushi a su departamento con motivo de nuestra despedida. No había motivos para no ir, así que entre tragos y charlas pasamos nuestra última noche en el depto de los chicos. Se había hecho algo tarde, y Seba, uno de los chicos se ofreció a llevarnos a nuestro depto, a lo que accedimos porque no nos gustaba la idea de volvernos solas a esa hora. Seba realmente era un chico muy lindo, y era obvio que Vane le gustaba. Y si bien ella jamás me había hecho algún comentario, lo miraba de una forma en que nunca había visto a ella mirar a alguien. Seba nos acompañó y hasta la puerta, en donde le pedimos que nos ayudara a cambiar uno de los focos del living que se nos había quemado, ya que queríamos dejar el depto en las mismas condiciones que lo habíamos recibido. Y así fue, y después de eso nos quedamos los tres charlando un rato en el living, mientras mirábamos algo en la tele. En ese momento pensé que para mi sorpresa, algo podía pasar entre el y Vane. Así que saludé a los dos, y me fui al cuarto que ocupábamos a dormir, ya que al otro día teníamos que levantarnos temprano para emprender el regreso. Ya acostada, me parecía un tanto raro todo lo que estaba pasando, y por eso mismo se me hacía dificil conciliar el sueño. Para colmo, se escuchaban el tele y la risa de los chicos desde el living. Al poco tiempo me entredormí, por lo que me imaginé que Seba ya se había ido, pero me resultó extraño que la cama de Vane estaba vacía y todavía tendida. En ese momento pensé que quizás se habían ido a otro lado, o a tomar algo a algún bar para no molestarme, pero cuando estaba por volver a dormirme, esuché susurros en el living que indudablemente eran de los dos. Me asomé en silencio a la puerta entreabierta, y asomando mi cabeza pude ver en el sillón a Vane y a Seba besándose con todo. Jamás pensé que una cosa así iba a pasar con Vane, porque la conocía y nada me hacía pensar que podía engañar a su novio en un viaje de vacaciones con una amiga. Volví a mi cama a tratar de dormir, pero seguía conmovida por todo lo que estaba pasando. Di mil vueltas en la cama, pero dormir era imposible para mí con la intriga de lo que podía estar pasando al lado. Y para colmo escuché enseguida un gemido contenido de voz masculina que me hizo sobresaltar. Me asomé a la puerta para calmar mi ansiedad, y la ví a Vane semidesnuda chupándosela a Seba, que estaba semiacostado en el sillón con una cara de placer que no me la olvido más. Me puse muy nerviosa, obviamente, me resultaba muy incómodo estar en esa situación. Volví a la cama, planteándome si lo que había visto era cierto. Mi cabeza daba mil vueltas y vueltas, y para colmo de males, empecé a sentir la voz de placer de Vane que me indicaba que le estaban devolviendo el favor que ella acababa de hacer. Me enojé mucho, me parecía que mi intimidad estaba siendo violada, que ninguno de los dos se había preocupado por mí que estaba tratando de dormir a pocos metros de ahí, y que no tenía por qué escuchar las manifestaciones de placer de ellos. Al ratito, a los gemidos de ella se agregaron el ruido del sillón contra el piso, y la voz de él que le decía cosas fuertes, y que ella contestaba con otras que jamás pensé podían salir de su boca. Muy nerviosa por lo que estaba pasando, me quise abstraer de eso y me puse los auriculares para protegerme un poco. Pero los gritos de Vane eran cada vez mas fuertes, y confieso que a esa altura, lo que estaba pasando me causaba algo de morbo, por lo que con la idea de prestar toda la atención que pudiera, apagué la musica. Fueron increíbles las cosas que escuché en ese rato, al punto de llegar a pensar que no sólo que a los dos no les importaba que yo los pudiera escuchar, sino que les calentaba la idea de que yo supiera lo que estaba pasando ahí. Escuché todo, hasta el final, la despedida, Seba yéndose, Vane en la ducha, y luego acostándose, fingiendo yo que estaba durmiendo cuando en verdad no había pegado un ojo en toda la noche. Al otro día, nos levantamos, como si nada, sólo algún comentario al pasar, tomamos el micro y volvimos, sabiendo en el fondo que las dos sabíamos muy bien todo pero no queríamos poner a la otra en la incomodidad de hablar acerca de ello. Realmente fue muy difícil ver a Vane de la misma forma a partir de lo que había pasado, me mostró una faceta de ella que yo no conocía y no esperaba conocer de esa forma. Las imágenes que había visto, lo que había escuchado, y todo lo que pasó aquella noche volvían una y otra vez a mi cabeza, provocándome no sólo desconcierto sino también cierta inquietud. Inevitablemente, después de esas vacaciones, mi relación con Vane cambió, y sumado a que las dos comenzamos a trabajar, dejamos de frecuentarnos como antes y nos distanciamos un poco. Supe que al tiempo de volver de Mar del Plata se peleó con su novio, y sólo nos veíamos de vez en cuando en alguna clase de la facu, pero ya no era como antes. Sin embargo, lo que había pasado esa noche seguía en mi mente como el primer día, no dejaba de darle vueltas, y me llevó un tiempo darme cuenta que lo que realmente me pasaba es que toda esa situación me había excitado mucho. Empecé a dejarme llevar por esos pensamientos, y cuando eso pasó, Vane empezó a ocupar un lugar central en ellos. Ella, toda su sensualidad, su provocación, su belleza, estaban en mi cabeza para desafiarme, para estremecerme, para hacerme transpirar las manos y volar mi imaginación. Y ahí empecé a rememorar todo lo que había escuchado esa noche, poniéndole escenas a los sonidos que venían de ese living, siendo imposible para mi borrar de mi cabeza la imagen de mi amiga casi inmaculada, con la pija de un desconocido en su boca. Me desconocía, todo lo que me estaba pasando era nuevo para mí, me daba rabia, impotencia, y a la vez excitación porque en el fondo me gustaba sentirme así, totalmente afectada por mis fantasías, sacada, caliente. A partir de mediados de año, y con motivo de los parciales, mis contactos con Vane se repitieron un poco más, nos intercambiábamos apuntes, ayudándonos en lo que podíamos para preparar mejor los exámenes. Sin embargo, jamás la volví a ver de la misma forma, y detrás de nuestras miradas había algo no se decía pero que estaba, y me carcomía mal la pregunta de por qué esa noche se había cogido a un tipo en mis narices sin ningún tipo de tapujo. Así pasaron los meses, hasta que hace unas semanas atrás, una de las compañeras de la facu festejaba su cumple. La idea era ir a su casa, tomar algo y después como siempre, ir a algún boliche o bar para bailar. Todo eso me puso algo ansiosa, porque sabía que entre los invitados iba a estar Vane, y eso era motivo suficiente para estarlo. Para mi sorpresa, llegué a la casa de mi compañera algo tarde y Vane no estaba. Tomamos, comimos algo y escuchamos algo de música. Ya pasada la medianoche yo estaba algo alegre por el alcohol, cuando se escuchó el timbre y mi corazón se paralizó pensando que podía ser ella. Y así fue. Bajaron a abrirle y mis ojos no pudieron más cuando entró. Estaba espléndida, una princesa como siempre, un vestidito corto muy ceñido color blanco y negro, esos ojos hermosos, un escote para llamar la atención de cualqueira, y unos tacos divinos negros que dejaban casi al descubierto sus hermosos pies. Era imposible que no haya visto mi expresión, la minimizó con una sonrisa y me saludó con un abrazo y un beso. El ratito que estuvimos en la casa, no hice otra cosa que disimular lo que me estaba pasando. Me sentía muy atraída por ella, mi respiración me resultaba incontenible ya, y no hacía otra cosa más que acomodarme el reloj y morderme las uñas. Me alegró mucho saber que ella vendría con nosotras al boliche, así que siendo casi las tres de la mañana nos fuimos en dos taxis a bailar. Llegamos y el lugar explotaba de gente, la noche era muy calurosa, y todo ese combo y los nervios que traía me secaron la boca como si estuviera en el desierto. Bailamos toda la noche, en grupo, y tomamos mucho. Yo tomé mucho sobretodo, y con el correr de las horas mis miradas con Vane se hacían mas seguidas y profundas. Me sacaba verla moverse, bailando como nadie, transpirando del calor y seguramente del morbo de sentirse desnudada por todo el boliche. Ahí fue cuando me propuse pasar esa noche lo mas cerca de ella, como fuera, dejarme llevar por mi piel en ese momento, no pensar en nada y dejar que pase lo que tenía que pasar. A partir de ahí, no hice otra cosa que bailar casi pegada a ella, mirándola a los ojos como pidiéndole que haga algo con lo que me estaba corriendo por las venas. Ella, por supuesto, me correspondía, y bailaba todavía mas sensual y mas cerca, acercando su cara a la mía con el propósito de desafiarme y llevar al límite mi calentura que a esa altura era ya indisimulable. Las miradas de todos se posaron sobre nosotras, estábamos calentando a todo el mundo y eso me encantaba. Cuando nos separamos un segundo para buscar el último trago en la barra, me sorprendió ella agarrándome fuerte de mi muñeca, diciéndome que por favor la acompañe a su casa que se sentía mal. Un segundo dudé, nada más, porque sabía qué había detrás de esa proposición, que me causaba nervios y a la vez una excitación inexplicable. Muy rápido nos fuimos las dos por una de las puertas, para que nadie nos vea, sin premeditarlo pero plenamente conscientes de lo por qué lo estábamos haciendo. Sin decir nada, nos subimos al primer taxi que encontramos, ella dio su dirección, y nos dirigimos a su casa. Nada nos dijimos en el viaje, lo único que se escuchaba era mi respiración, más fuerte cada vez. Entramos a su casa, me preguntó si quería tomar agua, porque hacía un calor insoportable, y agarrando una botella caminó hasta su cuarto, invitándome con la mirada para que la siguiera. Había algo en la atmósfera difícil de describir, pero me gustaba y tenía la certeza de que algo iba a pasar ahí. En su cuarto, puso la música apenas y muy despacio, se sentó en su sillón y mirándome a los ojos se sacó sus zapatos con los que había bailado toda la noche. No nos dijimos mucho más, yo estaba petrificada, ella se paró y acercó su cara a la mía como nunca, oliendo mi cuello, para decirme que le encantaba mi perfume, lo que me hizo temblar. Dándose cuenta que la iniciativa le correspondía a ella, me besó con todo, agarrándome fuerte de la cintura primero, y la cola después, sin ningún tipo de pudor. Aproveché para acariciarla, para probarla, para sentir su piel como nunca, su sensualidad, estaba realmente extasiada. Me recostó sobre su cama, sin dejar de besarme la boca, rodeando con sus manos ahora mis pechos, que luchaban por salir y sentir el roce directo de sus manos. Mirándome fijo a los ojos, me sacó la remera y luego el jean, para quedar únicamente en ropa interior frente a sus ojos. Por primera vez en la noche la veía así, sacada, nerviosa, ansiosa, y eso me gustaba muchísimo. Desabrochó mi corpiño, para hacerlo volar después y sumergirse directamente en mis tetas, para tocarlas sin pudor, y recorrerlas todas con sus labios primero y con su lengua húmeda después. Por esa altura estaba realmente muy excitada, y con mi cuerpo trataba de hacer todo lo posible para pedirle sin palabras que baje por mi vientre hasta ahí, donde ya necesitaba sentirla. Así lo hizo, no tan rápido como hubiera querido, pero si con mucho detenimiento, acompañando el descenso de su boca con la yema de sus dedos, salteando mi tanga para depositar su boca experta en mis muslos que por esa altura temblaban. Para mi desesperación, apenas besó mi entrepierna por encima de mi tanga, y solo un ratito, para pedirme, para suplicarme que me diera vuelta para quedar en cuatro en frente suyo. Con mucha intriga lo hice, como hubiera hecho cualquier cosa que esa noche me pidiera, entregándome a sus manos y a su boca que ya por esa altura me habían conquistado. Dejando de lado el cuidado que hasta ahí había tenido, me bajó la tanga casi con violencia, lo que me calentó muchísimo, quedando por ende todo el reverso de mi desnudez a su merced. Su boca y sus manos fueron directamente a mi espalda, como paso obligado para llegar adonde realmente querían ir. Sentí como su cara se alejó para verme en perspectiva, mientras sus manos derivaron en mi cola, la que acariciaba desesperada desde afuera hacia adentro, como queriendo anunciarme cuáles eran sus intenciones. Apoyé mi cabeza contra la almohada, arqueando aún más mi cuerpo, dí mi respuesta afirmativa tácita a lo que me estaba pidiendo. Su calentura era ya indisimulable, a su agitación le sumaba pequeños Uy o Uff, que indicaban que no podía creer lo que estaba pasando ahí. Sus manos en mi cola separaron mis glúteos a pedido de sus ojos, que querían ver esa imagen mas que cualquier cosa en el mundo. Sentí entonces su respiración ahí, casi pegada, como oliéndome, como queriendo llenarse para siempre de eso, sin tocarme todavía, ni con los labios, ni con la lengua, lo que me desesperaba. Finalmente su deseo contenido rebalsó con una lamida desesperada por mi culo, una vez que estuvo saciada de su deseo de impregnarse de mi. Me lamió con devoción, metiéndome lo más que podía su lengua, diciéndome casi con bronca y para mi locura que yo era una puta. Enseguida se desprendió de toda su ropa, como si le quemara, dándome vuelta para quedar otra vez frente a sus ojos, pero esta vez absolutamente desnuda. Como sedienta fue directo ahí, sin dejar de mirarme fijo a los ojos, para chupar por primera vez mi concha que estaba más húmeda y mas dispuesta que nunca. Mientras lo hacía, pequeños círculos con sus dedos recorrían mis muslos y cuando interpretó qué era lo que necesitaba sentir, posó su lengua en mi clítoris para devorármelo, penetrándome enseguida con dos dedos primero, y con tres después, al comienzo despacio y cada vez con más violencia, sacando a relucir su costado más animal de todos. Me retorcí así en un orgasmo primero, y en otro después, y en otro, registrando ella con su mirada mis caras de placer, mis ojos penetrantes, mis labios mordidos por mis dientes y mis gemidos incontenidos. Nos dimos un fuerte beso en la boca, se recostó al lado mío y así nos quedamos, dormidas, dándole yo la espalda a ella, hasta que la luz del sol nos despertó la mañana siguiente.