Protección de Testigos

La profesión de Mina es la más antigua de la humanidad. Eso no la deprime, le resulta mejor que otras opciones. Está pasando la noche con un cliente. No sabe que, para ella, comienza una aventura ( o desventura), realmente incierta.

Servicio de noche completa:

¡¡¡Ahhh!!! ¡¡¡Me gusta!!! Me encanta que me chupen las tetas… ¡¡¡Qué hace este tío!!! Ha pagado el servicio de noche completa. Es el cliente… no tiene que darme placer… pero lo está haciendo… No, no voy a decirle que pare.

¡¡¡Ahhh!!! Su boca ha bajado al ombligo… Baja más. ¿Vas a llegar ahí? ¡¡¡Ahhh!! Su lengua es húmeda… la siento ahí… me chupa toda… Estoy mojada, muy mojada. ¡¡¡Dios!!! Llevaba siglos sin que un cliente hombre me hiciera correrme. Sí, también atiendo mujeres. Casi siempre mujeres. Las prefiero… No son brutas, me tratan como a su hermana pequeña.

Bueno, quien me llama hermanita es Valerie. Llevo un año con ella de clienta casi exclusiva. Es adorable… Y es mandona, irritable, a veces irracional… Se sabe rica, importante, poderosa… Hoy está de viaje. Si sabe que he tenido otro cliente se enfadará. Si sabe que estoy disfrutando, montará en cólera.

¡¡¡Ahhh!!! Ha dejado de chupar, estoy caliente, muy caliente… Se ha arrodillado en la cama, veo su polla levantada, señalando hacia mí. Creo que me toca trabajar… Lentamente, con cariño, comienzo a besar el glande.

Poco a poco voy empapando el miembro con mi saliva. Lo voy metiendo en la boca, cada vez más adentro. Lo acaricio con los labios y la lengua. Veo de reojo su cara… Está ido, ojos cerrados, disfrutando del momento…

Veo su expresión… lo sé… está a punto. Suavemente me toca la frente. Me retira un poco hacia atrás. No, no me importa que te corras en mi boca. Faltaría más que soy una puta.

Me besa… No… Su lengua… ¡¡¡Me gusta!!! Pero no debería dejar que un cliente haga esto… Me tumba de nuevo sobre la cama. Se coloca encima… usa la mano para guiar su miembro…

¡¡¡Ahhh!!! Me penetra… primero despacio… explorando… Estoy lubricada, mucho… Lo hace más fuerte. Cada vez más fuerte… cada vez más adentro… dentro/fuera… delante/detrás… ¡¡¡Ahhh!!! Me corro sin remedio… Lo noto, noto su líquido caliente…

Se retira… Me tumba de lado. Me rodea con un brazo… siento sus dedos en un pezón… Me pone la carne de gallina… parezco una adolescente follando por primera vez con su novio.

Noto como se relaja… se duerme abrazado a mí… con su mano en mi teta. Descanso…. duermo.

……………………………………………………………………………………………………….

Por la mañana

Nueve de la mañana… Cafetería del hotelucho de carretera. Uno de esos anexo a una gasolinera, pensado para parar en viajes largos.

Me despertó de madrugada, penetrándome desde atrás… ¡¡¡Qué gusto!!!

No cruzamos palabra en toda la noche. Pero dormimos abrazados…

He roto todas las reglas. Al salir de la habitación le he propuesto desayunar… Ahora sí hablamos. Una conversación intrascendente… Querría preguntarle por qué paga una puta… y por qué la trata como a su novia. A lo mejor lo han dejado recientemente. Eso sería muy indiscreto… la discreción es obligatoria en mi profesión. Seguimos hablando del tiempo, del tráfico…

Acabamos. Voy al baño.

  • ¿Me esperarás?
  • Claro, te traje en mi coche, debes volver al centro.
  • Puedo pedir un taxi….
  • ¡Qué tontería! También tengo que volver yo...

Salgo del baño… estamos en un pasillo que da a la puerta principal. Cafetería a un lado, recepción al otro, los baños al fondo. Lo veo apoyado en la pared, hablando con teléfono móvil. Oigo la última frase: “De acuerdo, procedo”. Él cuelga y guarda el aparato.

  • ¿Algún problema, puedes llevarme? -le pregunto.
  • Era del trabajo.
  • ¿A qué te dedicas? -le pregunto instintivamente… inmediatamente, pienso que he sido indiscreta.

¿Qué? Saca una placa de policía. La engancha en el cinturón… Viste vaqueros, camisa y cazadora. Un tipo muy normal. Hay compañeras que aprovechan momentos de descuido para registrar al cliente… yo no le ví nada raro pero no lo hice. Esa chaqueta tiene muchos bolsillos, no sé qué más puede guardar ahí.

  • ¿Es broma? -le pregunto temblando.
  • No, ¿Tengo cara de broma?... Creo que sabes distinguir una placa falsa de una buena.

Sí, sí que sabía… Y un encuentro con la policía siempre era malo para nosotras. Con voz firme empieza a hablar.

  • Deja la mochila en el suelo y ponte contra la pared.

A regañadientes obedezco. Veo de reojo como se pone guantes de látex.

  • No mires, manos en la nuca.

También obedezco… resistirme va a ser peor. Oigo como hurga en mi mochila… Sé lo que va a encontrar… y me va a traer problemas.

  • Parece cocaína, señora -dice.
  • La analizarán y pesarán -añade.

Sí… las putas siempre llevamos dosis. Algunos clientes las piden… Yo llevo mucha. Valerie tiene mucha adicción. Desde la ley anti-vicio, la posesión es un delito grave. Estoy en un lío…

  • ¡¡¡Un arma!!! -dice.

¡¡Dios!! Valerie me obliga a llevar esa pistolita siempre. Un arma de pequeño calibre… ¡¡Un arma ilegal!!

¡¡¡Ahh!!! Me sujeta la muñeca derecha con fuerza. Siento un golpe en la izquierda… Noto algo rodeándola. Me está esposando. Noto un ruido metálico, como una cremallera. Noto el brazalete, duro, frío sujetando mi muñeca. ¡¡¡Ahhh!!! Lleva mi mano izquierda a mi espalda, tirando del grillete, duele. Tira de la otra con su mano derecha. Junta ambas muñecas sobre la región lumbar. Noto el segundo grillete… ¡¡¡Ay!!! Aprieta, duele si intento moverme… Tengo las muñecas muy juntas y las palmas hacia afuera. Están apretadas, no puedo girar las muñecas. Conozco las esposas… las hay rígidas, de cadena y de bisagra. Nosotras, a veces, usamos las de cadena. Estas deben ser de bisagra. Las más comunes en la policía actualmente… Me temo que esto no va de juego sexual.

Me da la vuelta, me arrastra agarrada de un codo. Veo a todo el mundo mirando… Las paredes que nos separan de la cafetería y la recepción son de cristal. Todos han visto el espectáculo… El guardia de seguridad se dirige hacia nosotros. Debe comprobar qué pasa… Él le señala la placa. El guardia se detiene y se cuadra como un militar.

Me lleva a su coche, pero no como esperaba… Me sienta atrás. Me pone el cinturón de seguridad. Así, esposada, no creo que pueda soltarlo… Deja la puerta abierta y abre el maletero. Oigo como deja caer mi mochila dentro. Coge algo, lo oigo volver… oigo una cadena tintinear.

¿Qué? Trae una especie de esposas gigantes… los grilletes son enormes y la cadena como de medio metro. Se agacha… me pone los grilletes en los tobillos. Cierra la puerta de un portazo.

Él se pone al volante y arranca… conduce despacio, prudente. No intercambiamos palabra. Llega a la ciudad… Vamos al centro… pasa por delante de la comisaría central. Se mete en un callejón…

Llegamos a la rampa de un garaje. Baja por ella… Para delante de una cámara. Enseña la placa… La puerta se abre. El coche entra lentamente…

Yo me retuerzo en mi asiento… Intento no moverme mucho. Creo que es la situación más incómoda que haya vivido…

……………………………………………………………………………………………………….

Aparca, me baja del coche y me obliga a bajar. Entonces noto el efecto de los grilletes en los pies. A cada paso me acompaña el ruido de la cadena. Deben ser pasos cortos… si intento apurar noto un doloroso tirón. Cuesta andar, desde luego no podría correr. Me gustaría darle una patada en sus partes a este cabrón… No, así no puedo.

Me lleva a una sala con un mostrador. Parece la recepción de un hotel muy austero. Me coloca de pie junto al mostrador. Las cuatro baldosas bajo mis pies son de otro color, no sé señaliza un lugar donde colocar a los prisioneros.

Dos policías, mujeres, están con otra detenida. Una tras el mostrador, la otra de nuestro lado. La del mostrador viene un momento. Le da un papel a mi captor (o mi “cliente”)... Él deja mi mochila sobre la mesa, cubre el papel sin decir nada. Finalmente avisa a la agente. Ella guarda la mochila detrás, revisa el papel y lo guarda.

  • Ingreso aceptado -dice.

Él manipula las esposas… Bien, me las va a quitar. Siento alivio al sentir una muñeca libre. Mi gozo desaparece al ver como la mujer pone un par de grilletes de cadena sobre el mostrador.

En cuanto tuve las manos libres la mujer me esposa las manos delante. Afortunadamente, no apretó mucho. En cuanto estuve, de nuevo, apresada me señala un banco en la pared del fondo. Entiendo… camino lentamente y me siento.

Él se va, guardando sus esposas de bisagra. La mujer del mostrador le pregunta:

  • Nos quedamos los grilletes de tobillo.
  • Sí claro, ya cojo otros del almacén.

La otra policía viene un momento conmigo. Me quita las sandalias y me obliga a quitar los pendientes. La única bisutería que llevaba.

……………………………………………………………………………………………………….

Cuando acaban con la otra mujer, una de las agentes se la lleva. Se van por la puerta del fondo, diferente a la de entrada. Supongo que la llevan a un calabozo. La que quedó tras el mostrador, coge mi mochila. Con guantes, extrae la droga y la pistola. Las guarda cuidadosamente en bolsas. Busca mi documentación… Al encontrarla, copia los datos en una hoja. Después extrae todo y apunta… De lejos veo mis sandalias, también apunta algo. Guarda todo en una caja de cartón.

Cuando acaba, vuelve la otra mujer. Viene hacia mí. Me coge por las esposas y me lleva a mostrador. Me hacen firmar la hoja con mis datos… y el inventario de objetos personales… me toman las huellas… me hacen fotos.

Finalmente, me llevan por la misma puerta.

……………………………………………………………………………………………………….

Encerrada

Sí… detrás hay calabozos. Llevo un par de horas en un cubículo de dos por dos metros. A un lado hay un colchón… En el lado opuesto un retrete y una pileta, ambos con fuerte olor a lejía. Al menos, todo parece limpio. Detrás de mí hay una ventana pequeña y alta, enrejada. De puntillas alcanzo a ver el callejón por donde me trajeron. Frente a mí la puerta metálica. El giro de la cerradura aún suena en mi cabeza. La puerta tiene un ventanuco con rejilla metálica y una portezuela rectangular. Ambas pueden abrirlas y cerrarlas desde fuera. Cuando me encerraron, utilizaron la portezuela para quitarme las esposas. Los grilletes en los pies los sigo llevando. Intento no moverme mucho para olvidar que están ahí.

……………………………………………………………………………………………………….

De repente abren el ventanuco.

  • Levántate, contra la pared del fondo -grita una voz masculina y autoritaria.

Obedezco, oigo como abren la puerta, miro de reojo…

  • Mirando a la pared -vuelve a gritar la voz.

Allí, contra la pared me colocan una cadena alrededor de la cintura, asegurada con un candado. Enganchan las esposas a la cadena y mis manos a las esposas. Sólo entonces me dejan volverme. Dos agentes: hombre y mujer.

Mientras me sacan de la celda, me atrevo a preguntar:

  • ¿A dónde me lleváis?
  • Vamos a registrar tu apartamento, debes estar presente.
  • ¿Tengo que ir descalza? -me atrevo a preguntar.

La mujer me mira enfadada pero se va un momento, dejándome al cuidado de su compañero. Trae unas chanclas muy básicas de goma negra. Me quedan un par de números grandes pero es mejor que ir descalza.

Me llevan en el asiento de atrás de un coche policial. Con una reja separando los asientos traseros, rejas en las ventanas, puertas sin manilla dentro… Un calabozo con ruedas.

MI apartamento es pequeño… Apenas cuarenta metros cuadrados. Básicamente, Valerie lo paga. Entran con las llaves que tenía en el bolso. Me llevan al fondo del salón y me obligan a quedarme de pie en una esquina. Comienzan a registrarlo todo. Vacían cajones enteros volcándolos en el suelo. Lo mismo en la cocina, que realmente es un rincón del salón. Allí encuentran una caja de munición. Me la dio Valerie con la pistola… defensa personal… está sin abrir.

En mi dormitorio deshacen la cama, tiran ropa y zapatos por todas partes… No encuentran nada más… La mujer, con cara de contrariada, llama por teléfono. Me obligan a sentarme en un taburete, allí, en una esquina de mi cuarto, viendo todo tirado por el suelo.

  • Esto aún no acabó, espera -me dice la mujer, su tono es pausado pero malicioso, hiriente...

Pasa casi una hora, yo sentada y encadenada. Ellos charlando sin más en la puerta de la habitación. Suena el timbre… Sube una agente con un perro. Un animal mediano, parecido a un pastor alemán pero más pequeño. Me gustan los perros, querría acariciarlo…

Este animal viene para ser mi perdición… El chucho comienza a olisquear todo. Inevitablemente, lo encuentra… En una de las cajoneras, pero no en un cajón… en el espacio sobrante al que sólo se accede quitando los cajones, estaba la reserva de coca… la que Valerie me obligaba a tener, siempre disponible para sus vicios.

……………………………………………………………………………………………………….

De vuelta en el calabozo… Comida sin sabor, toda una tarde cálida, para desesperarse y sudar como un pollo. Al atardecer entran dos agentes… Me sorprenden quitándome los grilletes. Me piden que me desnude… todo fuera: falda vaquera, camiseta, medias, ropa interior. Voy de chica normal… enseñando un poco pero no me gusta ir de puta.

¡¡¡Ahh!!! Me obligan a poner unas bragas que parecen de esparto. Y encima un mono a rayas. Me vuelven a poner grilletes. Al menos traen chanclas de mi número, antes de irse las dejan tiradas en medio de la celda. Me las pongo lentamente mientras oigo la puerta cerrarse una vez más.

……………………………………………………………………………………………………….

La pesadilla

Duermo mal… duermo un poco, despierto, doy mil vueltas… Bebo agua del grifo… muchas veces. Tengo que quitarme el mono para orinar… varias veces por la noche. Realmente, sólo puedo quitar la parte de arriba y bajar un poco los pantalones, hasta que los grilletes me impiden seguir. No tengo sujetador… Mis generosos senos se desparraman como flanes, se mueven a lo loco por debajo del mono.

Tengo calor… me toco la cabeza y parece que tenga fiebre. Sudo, sudo mucho… Extrañamente tengo los pies helados. Intento frotarlos a ver si se me pasa, no hay manera.

Por la mañana me sacan de la celda. Me obligan a sacar las manos por la portezuela y me ponen las esposas. Al menos sin la cadena a la cintura. Me llevan a un despacho…

No hay nadie tras la mesa. Me sientan y debo esperar. La guardiana está a mi espalda, casi no me atrevo a mirar.

Al fin viene una mujer, elegante, guapa, traje de chaqueta. Un poco mayor que yo… Me recuerda a Valerie.

  • Soy la fiscal encargada de tu caso, buenos días -dice.
  • Buenos días -contesto, no muy convencida.
  • Debo informarte de las pruebas. En tu caso son contundentes. Se te encontraron dos gramos de cocaína de gran pureza en el momento de tu detención. A eso se suma que en tu vivienda encontraron trece gramos más.

Me quedo callada y miro hacia abajo…

  • Eso no es lo peor. Se te ha encontrado un arma ilegal. Una pistola de pequeño calibre: Smith and Wesson M&P22 compact.
  • No sé ni qué modelo es…
  • ¿Y sabe que hace quince meses se utilizó para matar a un hombre?

Eso último me deja helada. La mujer sigue hablando. No hay duda, la prueba de balística la reconoce como el arma homicida utilizada en el conocido asesinato de un sindicalista. La mujer termina diciendo que ante esas pruebas, pedirá cadena perpetua…

Sabía que era ilegal tener la droga y el arma pero no sé ni de qué crimen me hablan. Hace quince meses fue cuando me trasladé a esta ciudad. Perdí el trabajo en la capital, busqué un destino barato… Sólo me ofrecían trabajos duros mal pagados. Cogí uno de cajera, una noche salí de copas con una compañera del súper. Ganaba lo mismo que yo, ví como vestía, como invitaba a copas… “¿Cómo lo haces?” le pregunté… Y me lo contó… recibía a hombres en su apartamento… y, a veces, mujeres. Yo hice lo mismo… Conocí a Valerie y empecé a ganar suficiente para dejar el súper.

……………………………………………………………………………………………………….

Para terminar la entrevista me hace leer una hoja con mis derechos. Debo firmarla.

Al terminar me llevan a un teléfono. Me dejan llamar a un número… Marco el móvil de Valerie… Nada… Me dejan marcar otra vez… no responde. Suplico que cojan mi móvil de entre mis cosas y me dejen llamar desde ahí… al conocer el número cogerá. No hay piedad. Me dejan llamar una tercera vez… Dejo un mensaje en el buzón.

……………………………………………………………………………………………………….

Entre la espada y la pared

Pasa el día entero. De vuelta en mi celda, encerrada y tumbada sobre el colchón. Me traen sandwichs insípidos para comer y para cenar. A mediodía no me atrevo… pero por la noche pregunto. ¿Qué podría perder?

  • ¿Qué va a pasar conmigo ahora?
  • En cualquier momento ordenarán tu traslado a prisión -me dice la celadora desde el otro lado de la puerta-. Estarás allí hasta el juicio… y, seguramente, después también.

Ha pasado otro día y nada… Desayuno una especie de bizcocho duro con un vaso de leche. Por mala que sea la comida debo ganar fuerzas.

Al devolver el plato y el vaso oigo una voz desagradable:

  • Contra la pared.

La puerta se abre y entran dos agentes… de nuevo chica y chico. Ella lleva la cadena de cintura con esposas que ya conozco. Yo sigo llevando grilletes en los tobillos.

Allí contra la pared, con las manos en la nuca, comienzo a temblar… Cuando siento que empieza a rodearme con la cadena, me atrevo a preguntar:

  • ¿Voy a la cárcel?
  • No, a un internado de señoritas...

Encima, se burla de mí. Querría darle un bofetón, es pequeña más pequeña que yo pero seguro que no sale bien.

  • Alto -oigo una voz serena y firme que viene de la puerta abierta.

Los agentes miran sorprendidos, pero se retiran y oigo como se cuadran.

  • ¿Qué desea señor?
  • Voy a proceder a interrogar a la detenida antes de su traslado.
  • ¿La conducimos a la sala de interrogatorios?
  • No, aquí mismo… Retírense y cierren la puerta.

Lo reconozco… reconozco la voz… Es el cabrón que me arrestó. ¿Qué quiere? ¿No tienen bastante? Me va a interrogar aquí, sin cámaras, sin grabaciones…

  • Dejen eso -dice antes de que se vayan.

Oigo como cierran la puerta…

  • Date la vuelta, Mina -dice.
  • Ahora me llamas por mi nombre… ¿Qué te hice?, Los dos pasamos una gran noche, ¿Por qué tenías que registrarme?
  • Era mi misión… Me gustaría haberte conocido en otra situación pero mi misión era pasarme por cliente y arrestarte por la mañana.
  • ¿Y si no hubiera llevado nada?
  • Las prostitutas siempre lleváis drogas… el arma ya no es tan común.
  • Yo no maté a nadie… El arma me la dieron.
  • De eso vamos a hablar… siéntate.

En la celda había un minúsculo taburete que nunca había usado. Me lo puso delante y yo me senté. Sobre el colchón había quedado la cadena y las esposas, eso fue lo que les pidió que no se llevaran.

  • No voy a hablar de nada… Que me lleven a prisión, que me condenen a perpetua.
  • No sé si sabes que soy del grupo especial de información. Por eso te puedo interrogar aquí. También puedo ser más persuasivo que en un interrogatorio normal.
  • ¿Persuasivo?
  • No quieras saber lo que es… Sabemos de tu relación con la alcaldesa Valerie Pérez. Llamaste a su número, no contestó porque está detenida. Su número de delitos es innumerable. Lleva años dirigiendo su propia banda…. Sé que te dio el arma, que es ella la destinataria de la cocaína. Ella mató o mandó matar al jefe del sindicato industrial, justo cuando estaba organizando una candidatura a la alcaldía.
  • Si sabes todo eso, para qué me quieres…
  • Para declarar…
  • No…
  • Se retirarían los cargos.
  • Un día alguien me mataría, me pegarían un tiro en el momento menos esperado…
  • Luego sabes que ella es cabeza de una banda mafiosa.

Claro que lo sabía… no quería saber pero sabía. A mí siempre me había tratado bien. No quería traicionarla aparte del miedo que me producía su venganza… Cuando se sentía traicionada, no conocía el perdón.

  • Al menos dime lo que sabes de ella.
  • No… tendrás que ponerte persuasivo.

No sé por qué dije eso… Él me tomó la palabra inmediatamente:

  • En pie, manos en la nuca...

Obedezco… de nuevo tiemblo sin saber muy bien qué pasará. Veo como coge la cadena, la cuelga de su hombro. Abre la cremallera de mi mono. Me lo baja hasta la cintura.

  • Manos en la nuca -insiste… había tenido que bajarlas, el mono cae hasta mis pies, no llevo sujetador, la braga es un trozo de tela áspera y muy poco atractiva.

Conmigo totalmente sumisa me coloca la cadena en la cintura. No entiendo por qué pero los temblores se convierten en un calor fuerte, interno… Creo que mis pechos se han endurecido… mirando hacia abajo, veo los pezones excitados. Debajo veo como coloca el candado a la altura de mi ombligo… Eso iba atrás cuando me lo pusieron los guardias. ¿Dónde están las esposas?

¡¡Ayy!! Están a mi espalda, me ha engrilletado una mano… ahora la otra. Ya está… desnuda e indefensa.

No ha acabado… Él está detrás de mí. Se agacha. El mono está enganchado en los grilletes. Me los quita… me acaba de quitar el mono. Quería masajear un poco mis maltratados tobillos, no puedo. Estoy inmóvil en el centro de la celda.

Él deja el mono sobre el colchón… ¡¡¡Ehhh!!! Abre una pequeña mochila que trajo consigo. Saca unas esposas extrañas… Los grilletes son enormes, desproporcionados. Están unidos por una cadena corta. Sólo dos pequeños eslabones.

Se arrodilla delante de mí… ¡¡¡Ehhh!!! Me baja las bragas… me las quita por los pies. ¡¡¡Ahhh!!! Me pone esos grilletes enormes, me obliga a tener los tobillos pegados. Así no puedo ni dar un paso, tendría que moverme a saltitos, como en una carrera de sacos.

Coloca el taburete detrás de mí, me sienta…

  • ¿Ahora me dirás lo que sabes?

No puedo decir nada… Por respuesta, me echo a llorar. Él viene hacia mí… Por qué te acercas tanto… ¡¡¡Ahhh!!! Me está besando… me está metiendo la lengua hasta el fondo. ¡¡¡Ahhh!!! ME gusta… No lo quiero reconocer pero mientras me encadenaba me he puesto cachonda… mucho… Me manosea las tetas mientras sigue comiéndome la boca. ¡¡¡Ahhh!!! Se arrodilla, me chupa los pezones… Para un momento.

  • Sigue, sigue....

Él sigue… vuelve a parar, habla suave en mi oreja:

  • Entrarías en protección de testigos… No irías a la cárcel. Estaríamos en un piso franco hasta el juicio. Después otra ciudad, otro nombre, te conseguirían un trabajo...

No suena mal… ¡¡¡Ahhh!!! Me la está chupando. ¿Dónde aprendiste a hacerlo tan bien, cabrón? No puedo separar mucho los muslos pero sí lo suficiente para que entre su lengua… larga, húmeda… Me sube el calor desde los pies. Tiemblo, me retuerzo… ¡¡¡Ahhh!!! Si me muevo bruscamente, me duelen las esposas. ¡¡¡Ahh!!! El taburete no es muy estable, me caigo de costado… estaba el colchón debajo, no me hago daño.

Él me libera las manos… Lo acaricio, lo beso… La cadena sigue rodeando mi cintura. Los enormes grilletes siguen en mis tobillos. Intento abrir las piernas, no puedo…

Él me coloca de lado… ¡¡¡Ahhh!!! Me penetra de lado… ¡¡¡Ahhh!!! Con una mano toquetea mis pezones. Con la otra, acaricia mi clítoris...

¡¡¡Ahhh!!! Me penetra cada vez más fuerte. Me hace temblar como un junco, como una cama elástica con un niño juguetón saltando sobre ella. No puedo separar los pies… ¡¡¡Ahhh!!!, ¡¡¡Ahhh!!!

Cuando termina me libera los pies.

  • No sabía que existían grilletes así…
  • Son alemanas, las usan en las cárceles para castigar a presos rebeldes.

No tengo otra salida… Le cuento todo. Acepto la protección de testigos… firmo un papel que tenía en la mochila.

……………………………………………………………………………………………………….

Ha pasado como una hora… Una hora encerrada en la celda, sola. Al menos sin grilletes.

Una guardiana me viene a buscar. Me lleva a una ducha, me puedo duchar con agua tibia.

Al salir me devuelve mi ropa… La han lavado. Me visto, igual que llegué detenida.

Aparece él… No sé ni su nombre. Le acompaña la fiscal:

  • Quedas bajo custodia del agente Márquez -dice ella-. Hasta el día del juicio no se retiran los cargos, sigues detenida.

Veo cómo él saca las esposas, de bisagra, seguramente las mismas que usó para detenerme. Lo hace suavemente pero me las pone a la espalda. No aprieta mucho…

Me lleva a su coche, veo que tiene mi mochila.

  • ¿Están todas mis cosas ahí?
  • Menos la droga y la pistola…
  • Podemos ir a mi piso a buscar ropa.
  • Ni hablar… eso esas son las cosas que nos descubrirían… No vas a necesitar ropa. ¿Recuerdas el confinamiento de la epidemia de COVID?
  • Era muy niña, pasé dos meses en pijama.
  • Pues ahora lo mismo pero con treinta años...

Me subió en el puesto de copiloto y me puso el cinturón…

  • Si te llevo atrás despertamos sospechas… Así pareces mi novia.
  • ¿Y llevas a tu novia esposada en el coche?
  • Eso no es tan raro…

Graciosillo…

  • Nadie verá las esposas -añade.

Llegamos a un edificio, entramos en el garaje. Al bajar del coche me pone una cazadora vaquera a modo de capa, abrocha uno de los botones de arriba, imagino que para ocultar las esposas.

……………………………………………………………………………………………………….

Confinada

Así llegamos al apartamento… Parecido al mío… apenas cuarenta metros cuadrados. Una habitación, un baño y un salón cocina.

Al llegar, por fin, me libera las manos. Veo como guarda arma, esposas, llaves, todo… en una caja fuerte empotrada al fondo de un armario, en el salón. Funciona con huella dactilar. Ha cerrado la puerta por dentro y las llaves están ahí… está claro que no voy a salir mucho.

¡¡¡Ehhh!!! Hay algo que no ha guardado, tiene en sus manos un par de grilletes de tobillo.

  • ¿Me vas a poner eso? -le pregunto.
  • Sí, se lo prometí a la fiscal.
  • ¿Es necesario?
  • Ve a la habitación, han dejado ropa sobre la cama, ponte cómoda.

Voy… camisetas, ropa interior, dos pijamas, dos chandals… Ningún lujo. Sin cadenas, sería una fiesta, pero está visto que no me libraré tan fácil. Creo que ya sé lo que voy a hacer...

La verdad es que odio no poder quitarme los pantalones o las bragas… Por eso me pongo solamente la camiseta de un pijama como si fuera un camisón… Apenas me tapa el coño… Entro así en el salón… Me siento y le pido los grilletes. He decidido ser sumisa… Me los da con cara de sorpresa. Yo misma me los coloco en los tobillos, me aseguro de no apretar mucho.

  • Falta algo que no sé hacer… -le digo.
  • Sí, hay que accionar el doble cierre para que no se aprieten por accidente.

Sabía que para eso se usaba la llave, normalmente… Él lo hace con un pequeño destornillador, presionando una pequeña pieza en el lateral.

Él hace la cena… Hay provisiones en la cocina… Hemos cenado sin mirarnos. Yo veo la televisión y el teclea en su portátil… Sé que quiere que me vaya a la cama. Así podrá dormir en el sofá… Lo hago feliz… me voy, dormir en una cama blanda será un logro.

Despierto como una hora después… hay luz en el salón… sigilosamente, camino hacia la luz. Ahí sigue… es tarde, debe estar cansado.

  • Ven a la habitación… sólo para dormir. Podemos compartir la cama, no me importa -le digo, la verdad no me apetece dormir sola.

Dice que tardará cinco minutos… tarda quince pero viene. He dejado la luz de la mesita encendida… Veo su cara al descubrirme el pelota picada sobre la cama.

Ocurre lo que suponía… en menos de un minuto tengo su lengua en mi boca. Sus labios en mis pezones… Sus dedos en mi sexo… Él detrás y su polla dentro de mí.

……………………………………………………………………………………………………….

Así seguimos los dos meses que tardó en salir el juicio. Confinados en el apartamento. Puerta cerrada todo el día. Llaves en la caja fuerte. Con cierta frecuencia nos traían provisiones: agentes de paisano, cambiando las personas, nunca a la misma hora. Llamaban y él me encerraba en la habitación, cogía las llaves y el arma y realizaban el intercambio. Se llevaban los desperdicios y dejaban la comida. El agente se quedaba un rato para intentar despistar…

Yo ni le vi la cara a ninguno de los “recaderos”... Disfruté la situación: encerrada con un hombre que me gustaba y me protegía. Él hacía todo: limpiar, cocinar… Películas hasta muy tarde, levantarse muy tarde… sexo a diario.

El peaje: reuniones online con la fiscal para preparar la declaración… y sobre todo: vivir llevando grilletes todo el día. Sólo alguna noche me liberó un tobillo para follarme por delante… Además, cuando lo hacía sujetaba el grillete libre a la cama. Lo asumí… era su prisionera y su amante. No me habían gustado mucho las aventuras de Anastasia Grey pero no era lo mismo. Él me dejó claro que iba a llevar los grilletes siempre y yo lo acepté, si me rebelaba lo iba a pasar mal. Desde la “Nueva ley de Seguridad” las condenas judiciales eran peores y los presos eran tratados más severamente. Si estuviera en la prisión también viviría encadenada…

Ayer le pedí follar encima de él… aceptó, me soltó un tobillo. Yo misma me lo volví a poner y accioné el doble cierre con el destornillador.

Hoy es el juicio… Me han traído un vestido. Algo es algo… me ha dejado duchar y vestir sin cadenas. Él me llevará al juzgado, me pone sus esposas de bisagra delante…

Al llegar me entrega a los alguaciles. Me suelta las manos pero ya veo que me van a poner una cadena a la cintura, unida a unas esposas rígidas. No se contentan con eso, también me engrilletan los tobillos.

……………………………………………………………………………………………………….

El juicio

Así debo esperar a declarar, sentada en un banco al fondo de la sala. Veo a Valerie… bien vestida, guapa como siempre, pero con idénticas cadenas.

El abogado defensor es duro, rastrero… la fiscal más… La declaración es desagradable… Ninguno de los dos está de mi parte, o eso parece. La droga y el arma son presentadas como prueba… Creo que Valerie será condenada… pero hoy no lo vamos a saber.

Me han encerrado en una celda del sótano. Otra vez con mono de presa… otra vez con grilletes. Las paredes son finas. Valerie está en la celda contigua… La oigo pasear nerviosa a toda velocidad. Las cadenas suenan con cierto estruendo. Ella está convencida de que yo la oigo cuando grita. Yo no quiero confirmarlo… Me insulta, me maldice, me amenaza de muerte.

Pasan cuatro interminables días… Intento ni moverme para que ella no me oiga. Si la liberan, me temo que la fiscal se ensañará y no firmará la retirada de cargos, pagaré yo los platos rotos…

……………………………………………………………………………………………………….

Epílogo

Madrugada, oscuridad… oigo un tremendo escándalo en la celda de al lado… Oigo a Valerie maldecir… Oigo a la fiscal hablarle pausadamente.

  • Lo que dice en el papel, señora, ha sido condenada a trabajos forzados de por vida. Será trasladada de inmediato a la colonia penal de Isla Maldita.

Oigo los cierres de los grilletes, le están sujetando las manos. Chilla, protesta porque han apretado mucho… se la llevan a rastras. Lo han hecho con nocturnidad, por sorpresa…

Me dejan dos días más encerrada. Por fin una agente viene a buscarme. Me trae ropa nueva pero sencilla. Quieren que no llame la atención… Me saca de la celda, sin esposas ni grilletes. Me hacen cortar y teñir el pelo, me sacan fotos… en una hora tengo nueva documentación con mi nuevo look, nuevo nombre.

La agente me acompaña en tren hasta la otra punta del país… Me han alquilado una pequeña habitación… tengo dos meses pagados. Debo presentarme el lunes en una oficina, voy a ser administrativa de nuevo.

Antes de que la agente se fuera le pregunté por el hombre que me detuvo y me custodió…

  • ¿El agente Márquez? -dice-. No es su verdadero apellido. Ni siquiera él sabe donde estás ni cómo te llamas ahora… No lo verás más.

FIN