Prostituta por necesidad. Inicios.
La vida en ocasiones te coloca en situaciones extremas, situaciones que nunca creíste tener que vivir, pero que al final has de afrontar para seguir adelante.
La vida en ocasiones te coloca en situaciones extremas, situaciones que nunca creíste tener que vivir, pero que al final has de afrontar para seguir adelante. La forma en que te enfrentas a ello puede hacerte más fuerte o puede dejarte una huella dolorosa.
Yo, con veintitrés años acabé la carrera. Mi situación en casa de mis padres no era buena, tenía que alejarme de aquello, así que con mi primer trabajo precario me fui de casa y cuando bajaba las escaleras con mi maleta mi decisión fue que nunca volvería.
Pero como dije, la vida es una cabrona y te pone a prueba. Fui de trabajo precario en trabajo precario. Mis pequeños ingresos y mis ahorros no daban para mucho. De todas formas, sobrevivía. Pero siempre hay etapas. Los trabajos precarios dejaron de salir así que, sin ingresos, mis ahorros empezaron a bajar de forma continua hasta que se acabaron.
El alquiler lo tenía pagado pero el mes estaba avanzado así que solo me quedaba un par de semanas de techo. El agua y la luz iban en la renta, así que también quedaba el par de semanas. Con mis últimos ahorros tenía para comer a base de bocadillos unos días, pero nada más. Mi situación era límite. Si pasada una semana no encontraba una fuente de ingresos me quedaría en la calle o tendría que volver a la casa familiar. La verdad es que no sabía que era peor, si la calle o admitir la derrota ante mis padres.
Empecé a parar por la biblioteca de la ciudad donde podía leer la prensa gratuitamente. Buceaba por los periódicos a la busca de un trabajo, cualquier cosa, limpiar, cocinar, lo que fuera con tal de evitar la humillación de la vuelta al redil.
Una mañana mi vista se posó en un anuncio de los clasificados del diario: “Señora discreta busca chicas para contactos privados. Clientela educada y solvente. Altos ingresos. No es un club. Tfno. Xxxxxxxxx”. ¿Puta? Estaba loca, ¿por qué me había parado a leer aquel anuncio? Seguí buscando, pero mi mirada volvía una y otra vez a aquel anuncio. Altos ingresos. A mí me bastaban unos ingresos bajos para resistir. Altos ingresos.
Todavía no sé qué pasó por mi cabeza, lo único que recuerdo es que estaba marcando el número de teléfono que indicaba el anuncio. La voz de una mujer madura sonó al otro lado.
- ¿Diga?
- Llamo por el anuncio
- Ah, sí. ¿Es solo curiosidad o te interesa?
- Me interesa
- Antes de nada, ¿tienes alguna enfermedad?, ¿tomas drogas?, ¿estás casada, hijos?
- No, nada de todo eso, simplemente necesito el dinero para vivir.
- ¿Edad?
- Veinticinco recién cumplidos.
- Bien. ¿Puedes estar dentro de media hora en el bar X para hablar?
- Sí, claro
- Bien. Soy Daniela, estoy en la mesa del final, llevo una americana azul marino.
- Vale, voy para allá.
Cuando colgué mi corazón estaba desbocado, ¿estaba loca? ¿Por qué había hecho eso? Ni en broma iba a ir a la cita, faltaría más. Todo esto era lo que pensaba mientras me dirigía a buen paso al lugar del encuentro.
Cuando llegué estuve un rato pasando por delante, mirando disimuladamente por el ventanal. No se veía el interior. Entré, la piernas me temblaban, quería huir pero me quedé allí parada, buscando. Como me había dicho, allí estaba, la mesa del fondo, la americana azul marino. Era una mujer de unos cincuenta, no tenía nada llamativo pero aún así me resultaba atractiva. Se me quedó mirando y sonrió. La sonrisa era bonita y le daba un aura de confianza. Me acerqué y me presenté.
- Soy Eva -dije
- Daniela- y me tendió la mano
Me miró de arriba abajo, como examinando una mercancía. Bueno, a fin de cuentas eso iba a ser si seguía adelante.
- Eres muy guapa y pareces más joven pero por tu forma de vestir no resultas llamativa, pareces una estudiante inocente, eso gusta mucho.
- Ya, gracias -respondí-.
Estaba bloqueada, no podía ni preguntar, ni irme. Me miró sonriendo.
- Estás asustada, es normal, ¿por qué quieres hacer esto?
- Necesito el dinero.
- ¿Para qué?
Empecé a contarle mi historia. Prestaba atención, parecía interesarle. Cuando terminé me volvió a sonreír.
- ¿Y cuanto tiempo piensas dedicarte a esto?
Me sorprendió la pregunta.
- Tengo varios currículos echados, he hecho varias entrevistas, estoy a la espera de que alguien me llame, pero ahora mismo no tengo ni para comer. Si me sale algo de lo mío, lo dejaría inmediatamente.
En ese momento creí que todo estaba perdido, que me diría que no, alguien que puede irse en cualquier momento no da estabilidad al negocio.
- Me parece correcto, esto no es algo para prolongar mucho tiempo, el dinero es “fácil” pero la novedad pasa pronto, empiezan a no reclamarte y la salida se complica. Me gustas.
Sonreí. Mis nervios se iban calmando,la mujer era tranquila y contagiaba la tranquilidad.
- Te voy a contar cómo funciono. Soy como una agencia, tengo una lista de personas que buscan compañía cuando vienen a la ciudad, la mayoría son forasteros y vienen por trabajo o vacaciones. Son personas de alto poder adquisitivo y exigen total discreción. Yo le envío a cada persona de mi lista una ficha con las chicas disponibles. En esa ficha van algunas fotos, las características físicas, la formación, idiomas y esas cosas, y un catálogo de los servicios que la chica ofrece. ¿Qué ofreces tú?
- Bueno, hablo inglés, chapurreo francés y soy licenciada.
- ¿Y en sexo?
Mis nervios aparecieron de nuevo. La miré, su sonrisa seguía en su rostro, una sonrisa tranquilizadora.
- Buenos, no sé, lo normal.
- ¿Y qué es lo normal? ¿Haces mamadas, sexo anal, lésbico, BDSM?
- Sí, claro -respondí mientras a la vez pensaba que estaba loca
- ¿Tienes experiencia en esas prácticas?
- En alguna más que en otras.
- Bien, si estás de acuerdo, subimos a mi casa, te hago las fotos para tu ficha y terminamos de charlar, ¿te parece?
- Sí, claro, pero la ropa que llevo -zapatillas, vaquero y jersey- no es muy elegante ni sexy.
- No te preocupes, vamos.
Se levantó, pagó y salió delante de mí. Por primera vez la vi completa. Como dije, no tenía nada especial pero era atractiva, llevaba un traje sastre con falda que le sentaba muy bien, era elegante sin ser demasiado formal, era sexy sin ser provocativa.
Se dirigió a un portal cercano mientras yo la seguía de cerca, caminando detrás de ella, dejando que mi mente luchara entre seguirla o huir. La seguí.
Su casa era como ella, no especialmente bonita pero acogedora, limpia, cálida.
- Tengo que hacerte varias fotos para la ficha, entra en esa habitación, encontrarás ropa de varios estilos, disfraces, elige lo que prefieras, póntelo y vuelve.
En la habitación había un burro con disfraces de todo tipo. Estuve un rato mirando, vestidos de cuero, látex, policía, …. El problema es que casi ninguno me servía así que la elección final fue por el uniforme de colegiala, una camisa blanca entallada, una falda muy corta de cuadros escoceses, unas medias de hilo hasta la rodilla y unas playeras. Me veía ridícula. De todas formas decidí que era mejorable. Me puse mis gafas de miope y sujeté mi pelo en una cola. Aparte de mi aspecto nerd , aquella ropa me hacía parecer más joven.
Cuando salí Daniela se sorprendió, noté un brillo en sus ojos.
- Vaya, estás muy guapa, vas a tener éxito seguro. Ponte ahí.
Me sacó una foto con una polaroid. A continuación empezó a pedirme posturas para las siguientes fotos, modosas, picantes, abiertamente sexuales. Yo lo hacía lo mejor que podía mientras ella solo sonreía.
Tras agotar un par de paquetes de fotografías dio por finalizada la sesión.
- Me va a ser difícil seleccionar, resultas muy morbosa – me dijo mientras me invitaba a ver el resultado de la sesión.
Yo nunca me había visto así, nunca me había hecho ese tipo de fotos, y lo que vi me resultó extraño, me gustó, me pareció excitante ser la protagonista.
- Ahora vamos a redactar tu catálogo de servicios.
Aquello fue fácil. Yo no era virgen ni mucho menos, al contrario, follaba mucho, hombres, mujeres, sin distinción. Me lancé a contarle todo lo que sabía hacer mientras ella anotaba en la ficha.
- Tu catálogo es muy amplio, eso te facilitará la labor. Pero queda lo más difícil
- ¿Qué es? - le pregunté.
- Saber si eres capaz de follar por dinero con cualquiera que pague, de hacer lo que te pidan, de satisfacer al cliente.
Volví a la realidad, no estaba allí con una amiga jugando a hacernos fotos sensuales, estaba con mi posible jefa preparando mi currículo para trabajar como puta. Me quedé muda sin saber contestar.
- Siempre os pasa lo mismo, empezáis muy fuerte pero os vais achicando y cuando llega el momento de la verdad algunas salís corriendo -dijo mientras me miraba y miraba mis fotos-. Contigo puedo ganar mucho dinero y eso significa que tú también lo ganarías y no quiero arriesgarme, tengo que comprobar hasta dónde estás dispuesta a llegar.
Fue a un cajón y sacó algo de él, se acercó a mí, cogió mi mano y depositó algo en ella. Allí había el dinero suficiente para pagar el alquiler un mes. La miré interrogante.
- Mastúrbate para mí
Me quedé paralizada, mirándola.
- Tienes el dinero y el deseo de un cliente, cumple.
Tras unos segundos eternos me di cuenta que ese era el punto crítico, el límite que debería de cruzar si quería mantener mi vida independiente, el motivo por el que estaba allí. Seguía adelante o me volvía a casa, era mi Rubicón personal y, como Julio César, lo cruzaría.
Me fui hacia el sofá, me senté en una esquina del mismo y desabroché mi camisa. Suavemente comencé a acariciar mi vientre con la yema de los dedos. Rápida e inesperadamente mi cuerpo reacciono, la piel se me erizo y una placentera sensación me cubrió de pies a cabeza. Respire profundamente aliviada, el primer paso estaba dado. Comencé a pasear la mano de mi vientre a mi cuello. En una de las pasadas mi mano se detuvo en mi pecho. La piel de mi pecho también estaba de gallina, no fui muy consciente de lo que estaba haciendo hasta que al girar la cara pude ver a Daniela sentada en un sillón frente a mí, con la falda subida, las piernas separadas y una mano perdida bajos sus bragas. Vela masturbarse mirándome me resultó muy excitante. Solté la falda. Mis ojos saltaban entre mis caderas y mis pechos y la imagen de Daniela sonriéndome. Mis pezones se erizaron. Mis dedos bailaron curiosos por mis pechos notándolos duros. Presione suavemente el pezón como si lo quisiera introducir de nuevo en su pequeña cavidad rosada y un nuevo cosquilleo surgió en mi, esta vez no en mi garganta, si no en mis piernas. Entreabrí la boca para tomar aire mientras mi lengua los humedecía los labios y mis dedos seguían jugando con mi pezón, tirando de el suavemente, masajeando y acariciándolo con la palma, sintiendo en esta como algo duro me producía cosquillas. El cosquilleo de mi entrepierna aumento considerablemente.
Lleve mis dedos a mis labios. Bese mi dedo indice suavemente y luego lo mordí sin dejar de mirara Daniela. Me resultó muy excitante ver en ella una mirada lasciva y un deseo contenido. Introduje el dedo en mi boca y lo lamí suavemente para luego seguir acariciando mi pezón. Era muy agradable acariciarlo mientras la humedad de mi saliva lo hacía despertar aún mas.
Ya lo he dicho, mi vida sexual había sido intensa hasta ese momento, pero nunca lo había hecho mientras me miraban. Sentirme la protagonista del espectáculo removió algo en mi cuerpo que me hizo mojarme. Subí una pierna flexionada al sofá y dejé mi coño expuesto a la mirada de Daniela. Abrí las piernas y los labios de mi sexo se separaron provocándome una oleada de placer al notar como se tensaba mi clítoris.
En ese momento pensé en cuántos pagarían por ver esto y sonreí, era morboso pensar que alguien podía pagar verme.
Mi dedo índice se deslizó por el contorno de mis labios inferiores, estaban cálidos y húmedos y algo entre ambos labios palpitaba con fuerza
Coloque mi mano sobre mi sexo y con el dedo índice acaricié suavemente el espacio que había justamente entre mi ano y la entrada de mi cuerpo, mis piernas hicieron un pequeño ademan inconsciente por cerrarse pero no se movieron del sitio. Mi clítoris palpitó con más fuerza aún, un pálpito que me hizo estremecerme de placer.
Introduje un poco mi dedo un suspiró surgió inconsciente de mi garganta. A continuación mi dedo se posó sobre mi clítoris, tan hinchado, tan húmedo y, como ocurriera antes, mis piernas quisieron cerrarse nuevamente, no por que desease hacerlo, si no porque mis músculos se tensaban tanto que era la reacción que mi cuerpo tenia.
Me giré y quedé frente a frente con Daniela, cara a cara, deseaba verla excitada, verla jugar.
Mi dedo seguía jugando, de arriba a abajo, con mi clítoris, mi respiración era muy rápida y podía oír como pequeños gemidos se escapaban de mi boca, mi lengua seguía humedeciendo mis labios y mis dientes atrapaban mi labio inferior de vez en cuando para evitar así que un gemido demasiado sonoro saliera de mis labios.
Mi ora mano dejo descansar a mis pechos para bajar también a mi entrepierna. Ahora, mientras un dedo acariciaba mi clítoris otro masajeaba la entrada de mi cuerpo. Encorvé mi espalda contra el respaldo del sofá pegando los hombros y despegando la columna.
Introduje un dedo en mi interior y todo mi sexo se contrajo, mi clítoris palpito y esta vez no pude reprimir un gemido. Los colores se me subieron al ver el deseo y la excitación de Daniela que también había empezado a gemir
Introduje otro dedo y acaricié mis paredes interiores y otro gemido se me escapó. Cada vez que gemía,mi clítoris palpitaba y cada vez que palpitaba mi sexo se contraía.
A partir de ahí mis dedos empezaron a entrar y a salir muy lentamente de mi cuerpo mientras mi otro dedo aumentaba la velocidad en mi clítoris.
Abrí todo lo que pude mis piernas, forzando lo máximo que podía para sentir tirante mi sexo, y mis dedos se movían cada vez un poquito mas rápido y mas fuerte.
En ese momento me di cuenta que Daniela se había puesto en pie y venía hacia mí con la mirada llena de lujuria. Mi mente estaba como en un sueño sólo pendiente de mi placer. Ella se arrodilló y acarició mis piernas, un leve cosquilleo me recorrió, luego, lamió el interior de mis muslos y acercó su boca a mi sexo. Su lengua sustituyó a mi dedo sobre mi clítoris y su boca comenzó a succionarlo y morderlo. Mientras su boca continuaba, sus dedos empezaron a entrar y salir de forma frenética de mi sexo.
Hacia tiempo que había dejado de preocuparme de por qué estaba allí, de por qué estaba haciendo lo que estaba haciendo. Gemía con fuerza, entre mis gemidos se escapaban pequeños monosílabos
- Oh si - susurraba mordiendo mi labio inferior.
- Mas - gemía mientras deseaba que los dientes de aquella mujer destrozasen de forma placentera mi clítoris.
- Mas fuerte - rogaba al sentir como algo en mi interior estaba apunto de escapar.
Y, como de la nada, un calambre empezó a recorrer mi cuerpo, primero se concentró en mi sexo, la respiración se esfumó, mis pulmones se quedaron vacíos y mis ojos se cerraron con fuerza. Mi sexo empezó a palpitar con mucha fuerza mientras apretaba mis piernas en torno a la cabeza de Daniela. Cuando me di cuenta estaba gritando de placer, gimiendo y rogando que aquello no parase, mi sexo estaba tan contraído que parecía que aquellos dedos no podrían salir de él, mi clítoris estaba tan sensible que a cada pasada de la lengua mis caderas se movían de adelante y atrás, pidiendo más, una y otra vez ...
El orgasmo fue fuerte, salvaje. Mi boca estaba seca, mi garganta dolorida de gritar y mis piernas tensas.
Poco a poco la respiración volvió a mis pulmones y fui consciente de la situación. La cara de Daniela me miraba desde mi entrepierna, sonriente, satisfecha, con su boca húmeda de mis jugos.
Se levantó, acercó su cara a la mía y depositó un beso en mis labios.
- Vístete.
Volví a la realidad, estaba confundida, no sé si avergonzada, excitada. Me levanté y fui hacia la habitación en la que había dejado mi ropa. Me vestí aturdida.
Cuando salí Daniela estaba esperándome sonriente pero con aspecto de que en aquella habitación no hubiera pasado nada en los minutos anteriores.
Se acercó y depositó en mi mano dos billetes más.
- Lo que te dí antes era por verte masturbar, esto es por el extra.
Miré los billetes y no pude evitar sonreír también.
- Desde esta tarde ofreceré tu perfil a mis clientes, vas a tener mucho éxito, eres una buena puta.
Sonreí de nuevo.
Soy una buena puta.
Un halago extraño.
Me encanta.