Prostituta para todo. 2ª Parte

Después de los sucedido en la primera parte del relato, la situación en mi casa se fue complicando todavía más, lo que me hizo tomar nuevas decisiones impensables, en este callejón sin salidad en el que me había metido.

Después de la situación tan embarazosa en la que me había puesto mi hijo, al ser descubierta prostituyéndome con hombres, como contaba en el anterior relato https://www.todorelatos.com/relato/150252/ , me quedé en sus manos, aceptando sus chantajes para no provocar un escándalo familiar, uno todavía mayor con mi marido, que no me lo perdonaría nunca, el haberme metido a puta y el haber follado con nuestro hijo.

Ahora, el riesgo de ser descubierta por mi marido se había multiplicado, porque incluso estando él en casa, mi hijo seguía pidiéndome mis favores sexuales, sin importarle su presencia y como si eso le diera más morbo todavía.

Mi hijo se había vuelto insaciable, algo lógico a su edad también, pero lo que más dolía era que me había perdido todo respeto como madre, considerándome poco más que una puta para satisfacer sus caprichos. Así, en cualquier momento, se ponía a sobarme, a meterme mano por todos lados, mientras yo le pedía que me dejara, que nos podían ver su padre o su hermana, pero a la vez, sus toqueteos provocaban mis gemidos y mi excitación aumentaba sin poder evitarlo, lo que él notaba enseguida al ver cómo me mojaba el coño, poniendo esa cara de vicioso que nunca le había visto hasta ese momento en el que me descubrió abierta de piernas para otro hombre.

A veces me llevaba al baño para que le masturbara y se la chupara, mientras él me dejaba medio desnuda para poder tocarme a su antojo y yo lo único que deseaba era que se corriera lo antes posible para que se quedara satisfecho y correr el menor riesgo posible a que nos descubrieran. Aunque las situaciones más arriesgadas eran cuando me decía que a media noche, cuando su padre estuviera dormido, me levantara de la cama y me fuera a su habitación para follar con él.

En esos momentos de máxima calentura, temía que mis gemidos o los gritos suyos de placer pudieran oírlos mi marido o mi hija y nos  pillaran en plena faena, por lo que aunque gozaba mucho de su polla dentro de mí, no acababa de disfrutar de una forma relajada de ese sexo tan maravilloso y morboso, pero finalmente a pesar de esa tensión nerviosa, él seguía sacándome esos orgasmos tan intensos, no sé muy bien por qué razón, quizás porque en mi mente era una sensación demasiado fuerte que mi propio hijo estuviera metiéndome la polla tratándome como la puta en la que en realidad me había convertido.

Y yo, como seguía dándole vueltas a todo esto que me estaba pasando, necesitaba a alguien para contárselo y tuve que recurrir de nuevo a mi amiga, que era al fin y al cabo, la que me había metido en esto, así que tuvimos la siguiente conversación:

.- ¿Qué tal? ¿Cómo te va el “negocio”?, jaja. (Me preguntó ella)

.- Pues en lo económico bien, pero mi casa y mi vida es un caos, ya no sé ni lo que voy a hacer.

.- ¿Qué te pasa, te ha descubierto tu marido?

.- No, pero yo creo que es peor todavía, el que me ha descubierto ha sido mi hijo.

.- Ah, ya, pobre, la impresión que se habrá llevado al ver a su madre follando con otros hombres.

.- Sí, de pobre nada, menudo sinvergüenza está hecho.

.- ¿Cómo dices eso?

.- Pues porque me está chantajeando, para no decírselo a su padre, ahora tengo que dejarme follar por él también.

.- ¿Qué me estás diciendo?, jaja, perdona que me ría, pero nunca me había imaginado que eso pudiera pasar.

.- Ya ves, yo tampoco, ¿cómo una madre puede pensar que su hijo la va a pedir eso?

.- Bueno, tu hijo está en una edad que están todos los días salidos y yo sé de casos que si pueden meterles mano a su madre, tocarles las tetas o algo así, lo van a buscar, pero claro, esto que me dices, me deja sin palabras. No me imaginaba que tu hijo te fuera a pedirte follar contigo, aunque por otra parte, tampoco me extraña, porque con tanto porno que ven ahora, les da igual todo, con su madre, su hermana, hija o quien sea…… Creo que es tremendo lo que está pasando ahora en muchas casas.

.- Pues ya me dirás como salgo yo ahora de esta. Si no me dejo follar, mi hijo se lo dice a su padre e imagínate el escándalo y el disgusto que se lleva mi marido; se divorcia de mí.  Y si sigo follando con mi hijo, me siento como la peor madre del mundo, porque como imaginarás, ahora me ve más como a una puta que como su madre, y eso es muy duro.

.- Sí, te entiendo, menudo panorama tienes en casa. No sé qué decirte,  la verdad. Te diría que hablaras con tu hijo para que te comprendiera, pero claro, él no se va a privar de follarte siempre que quiera ahora, menudo chollo le ha salido contigo, ni en sus mejores sueños imaginaría follarse a su madre todos los días.

.- Yo también te reconozco que es una gozada. La verdad es que me derrito con él y la situación, a pesar de la que es, también me da un morbo que no puedo con ello, es superior a mí y no te creas que pongo mucha resistencia cuando  él me busca, porque a mí me apetece todavía más.

.- Está claro. Si lo miras por ese lado, es algo tremendo y todas las que tenemos hijos, creo que hemos fantaseado más de una vez con eso cuando nos metemos los dedos o follamos con nuestros maridos. A mí misma me han venido al piso chavalitos jóvenes que me llamaban mamá, mientras follábamos.

.- ¿Y tú hijo no ha intentado nada contigo?

.- Sí, también, claro, pero intento pararle, porque si no acabaría como tú. Aunque si él pudiera chantajearme también, ya me veía como tú, abierta de piernas para él.

Mientras todo esto sucedía, yo tenía que seguir recibiendo clientes, porque nuestra situación económica lo requería, pero seguía tratando de que no se enterara nadie de mi familia, y guardando el dinero que ganaba en otra cuenta para que mi marido no sospechara. Aunque mi vida volvió a dar otro giro radical cuando se dio otro hecho a la vez inesperado y previsible, dada mi situación.

Una tarde que no estaban mi marido ni mi hija en casa, mi hijo se empeñó en follarme y me llevó a mi propia habitación, empezando como siempre, pidiéndome que se la chupara hasta que se acababa corriendo en mi boca en muchas ocasiones. Luego se dedicaba a comerme el coño en esa postura tan vergonzosa para mí al exponer mi intimidad de este modo a mi hijo, pero a la vez el placer que me proporcionaba me hacía sujeta y apretar su cabeza hacia mí para que no dejara de lamerme.

La verdad es que a pesar de todo este tiempo que llevaba follando con mi hijo, todavía no se me había quitado esa sensación de pudor a adoptar determinadas posturas ante él, ya que si siempre me había considerado una mujer conservadora y hasta con mi marido me había costado hacer determinadas cosas, imaginaros con mi hijo como me sentía expuesta a él tan obscenamente, aunque a la vez fuera incapaz de resistirme al goce que me proporcionaba.

Pues bien, en el momento en el que yo estaba montada encima de mi hijo follándole, como estaba de espaldas a la puerta, solo sentí la voz de mi hija:

.- ¡¡Mamaaaaá!! ¿Qué hacéis?

La cara de mi hija era de total incredulidad por lo que estaba viendo. Su madre follando con su hermano en la cama matrimonial. Algo difícilmente de asumir para alguien de su edad.

Mi hija se dio la vuelta y se fue corriendo a su habitación, por lo que fui tras ella para intentar explicarle lo que había visto. Me la encontré muy confundida, mirándome como trataba de hablar con ella, todavía desnuda y con el aspecto de una mujer que acaba de tener sexo, lo que quizás no hiciera muy creíbles mis palabras.

La expliqué  todo lo que había sucedido desde el principio, como tuve que empezar a prostituirme por la situación económica que había en casa, como su hermano me había descubierto y me había empezado a hacer chantaje para que follara también con él, como me sentía yo al tener que hacer todo lo que estuviera en mi mano para que a ellos no les faltara de nada.

Finalmente, ella pareció que empezaba a comprenderlo todo y ya no me culpabilizaba por lo que había visto, aunque salieran de su boca palabras de desprecio para su hermano.

Mi hija, dándose cuenta de la gravedad de la situación,  me dijo que no le iba a decir nada a su padre y que si ella podría colaborar también para conseguir dinero:

.- ¿Acostándote con hombres?

.- Sí.

.- Ay, no, hija, no podría permitirlo. No tienes edad para eso, aunque muchos si querrían hacerlo contigo.

.- Ya lo sé, mamá, no soy tonta, ya se lo que es el sexo y no soy virgen.

.- ¿No me digas? Ay, madre, tenía que haberme dado cuenta. ¿Tomarás medidas, no?

.- Que sí, mamá, no te preocupes. Además sé que alguna amiga se ha sacado un dinero follando con mayores. Hasta la han regalado un móvil de los caros.

.- No sé qué decirte, hija. Yo ahora, ya no puedo darte lecciones de nada. Estás aprendiendo muy rápido lo que es la vida y lo que tenemos que hacer las mujeres para sobrevivir y buscar lo mejor para nosotras y nuestras familias.

De pronto ella me sorprendió con la pregunta:

.- ¿Te gusta cómo te folla mi hermano?

Me quedé dudando por un momento qué contestarle, pero era obvio que no podía ocultarle la verdad. Estaba demostrando una madurez impropia de su edad y tuve que decirla:

.- Sí, hija, mucho. Me avergüenzo de ello, pero no puedo evitarlo. No sé qué pensarás de mí.

.- No te preocupes, lo entiendo. Yo también tengo que decirte una cosa, pero no te enfades.

.- Sí, dime, hija.

.- Que papá también me está follando a mí.

.- ¿Qué me estás diciendo?

.- Empezó a meterme mano, me mandaba chupársela, hacíamos de todo, hasta que acabó follándome.

.- Claro, ahora lo entiendo, que tu padre lleve tiempo sin apenas tocarme y mira tú donde lo conseguía.

.- Lo siento, mamá. No podía decirte nada.

.- No te preocupes. Si tendría que habérmelo imaginado yo. Muchas amigas me lo advirtieron, que pasaron ellas por lo mismo, pero bastantes problemas tenía yo ya, como para pensar en eso.

Esa confesión de mi hija, a la vez que me había molestado, como cualquier madre que se entera de una cosa así, me tranquilizó también en cierto modo, porque en el caso de que mi marido acabara descubriendo finalmente lo que estaba pasando en nuestra casa, ya no podría reprochármelo a mí todo y yo también tendría que decirle muchas cosas a él, así que quizás nos conviniera callarnos a los dos y hacer como si no pasara nada.

Después de esa conversación, a pesar de todas las cosas tan fuertes que habían pasado en mi familia, yo me sentía más relajada, liberada en parte de esa presión que cada vez se hacía más grande, y ahora quizás estaba empezando a disfrutar más de cada relación, sintiéndome más segura de lo que hacía.

Uno de mis clientes habituales, siempre me preguntaba por mi hija, no sé si por morbo, o porque tuviera la esperanza de que algún día le dijera que Lorena había empezado a dedicarse también a esto. La verdad es que me ofrecía mucho dinero por ella y después de la conversación que había tenido con mi hija, ya empezaba a dudar si aceptar o no su proposición, por lo que se lo comenté a Lorena y al escuchar la cantidad de la que estábamos hablando, se le abrieron los ojos como platos, muy sorprendida:

.- Bueno, mamá, es mucho dinero. Y total, es solo por follar. Si ya lo hago gratis siempre.

.- Pero no es lo mismo, hija. Ahora vas a tener que hacerlo con alguien que a lo mejor no te gusta y eso es más duro. Bueno, que te voy a decir yo, que he pasado por eso, aunque también es verdad que ya me he acostumbrado y no me importa tanto.

.- Por eso, mamá. ¿Cómo es ese señor que quiere follar conmigo?

.- Se llama Esteban, tiene 58 años y es muy agradable. No está mal de cuerpo, aunque a ti no sé qué te parecerá.

.- Nunca he follado con un señor tan mayor, pero mis amigas me dicen que lo hacen muy bien y que son muy cariñosos con ellas.

.- Sí, de eso estoy segura, de que te va a tratar genial. Si no supiera que iba a ser así, no te lo diría.

.- Pues nada, le dices que venga y ya está. No hay problema, así pruebo yo también a alguien mayor que papá.

.- Que cosas dices, hija. Todavía no me acostumbro a tener estas conversaciones contigo.

Llegó el día acordado y cuando le presenté a mi hija a Esteban, se le iluminaron los ojos, quizás todavía no acababa de creerse que yo hubiera cedido y le permitiera disfrutar de mi hija. La miraba con ojos de deseo, mientras la desvestía e iba acariciando cada parte de su piel que iba quedando al descubierto, hasta que se quedó sin el sujetador y él se quedó admirando sus preciosos pechos, palpando su dureza y pasando su lengua por los pezones que  se la iban poniendo duros al sentir el contacto. Finalmente le quitó el tanga, no pudiendo evitar pasar el dedo por la rajita depilada de mi hija que quedaba al descubierto, notando ya su humedad, excitada también por la situación.

Una vez desnuda Lorena completamente, Esteban se quitó la ropa también, mostrando su pene en erección, que en cuanto lo vio mi hija, alargó la mano para acariciarlo y agarrarlo bien, mirándome a mí, como diciendo: (.- Menuda polla….), asintiendo yo en voz alta:

.- Sí, hija, disfrútala.

Rápidamente se la metió en la boca, provocando en nuestro cliente las primeras exclamaciones de placer ante la experta lengua de mi hija, a la que notaba que estaba disfrutando especialmente de esa polla, más gruesa que la de su padre.

Tumbándose sobre la cama, dio la vuelta a mi hija para que sin dejar de mamarla, poder él lamer el coñito de Lorena, que se abría jugoso al paso de sus dedos, viciándose con sus jugos que salían a chorros en ocasiones, en pequeñas convulsiones.

Esteban no quiso privarse tampoco del placer de correrse en la boca de mi hija, al tener tiempo de sobra para estar con ella, después de todo el dinero que había pagado, por lo que una vez recuperado de esa primera eyaculación, la puso sobre la cama con las piernas abiertas, para pasar su polla por su coño abierto una y otra vez, primero sin el preservativo,  jugando con la ansiedad de Lorena que deseaba tenerla dentro de una vez, para sentir completamente, pero él sabía que haciéndola esperar, iría aumentando su lubricación y el placer sería mayor para los dos, hasta que vi que se colocaba el condón decidiéndose a dar un empujón y meter al menos la mitad, que ya fue suficiente para que mi hija gritara al sentirlo y después de un ligero mete-saca, la introdujo hasta el final, empezando a follarla sin compasión ya, acelerándose los gemidos de los dos hasta el orgasmo final de Lorena y la corrida de Esteban que la sacó para que mi hija le lamiera las últimas gotas de semen que todavía le seguían saliendo.

Como él me confesaría después, antes de venir se había tomado una pastilla para la erección para poder aguantar lo más posible con mi hija, sabiendo la gran excitación que le produciría y que tenía que rentabilizar al máximo posible su dinero.

De modo, que nuevamente cambió de posición a Lorena, poniéndola a 4 patas, para por detrás ir metiéndosela al ritmo que él iba marcando, manejando a mi hija como un juguete a su capricho, provocándola otro nuevo orgasmo.

Terminada la sesión, con el cliente satisfecho y mi hija igualmente complacida con la experiencia, se despide de mí diciéndome:

.- Menuda ricura que tienes en casa. Me pasaría horas con ella. Lástima que no viva con vosotras.

.- Puedes volver cuando quieras.

.- Ya me gustaría, pero es mucho dinero para mí y no sé cuándo podré volver.

A través de contactos discretas, mi hija fue recibiendo a más clientes, que sabían apreciar lo que ofrecía, no como los niñatos con los que estaba acostumbrada a follar, que iban a lo suyo y que no sabían valorar realmente la fortuna que tenían de disfrutar de algo tan poco accesible para otros hombres.