Prostituta de verdad

Prostituirse no es algo tan fácil.

Prostituta de Verdad

Cuando una concreta la fantasía de prostituirse, solo llega a una mínima parte de lo que esa profesión significa. Porque lo hace meramente por una desenfrenada necesidad de sexo, de lujuria, cuanto más audaz, más loco, más degenerado, mejor. Más placer, más goce. Toda vez que salí de puta - y ha sido infinidad de veces, en los más variados lugares, desde el hotel cinco estrellas más elegante hasta en los suburbios más oscuros, marginales, a veces hasta peligrosos, lo hice cuando tenía una imperiosa necesidad de tener sexo con hombres de todas las calañas. Y lo tuve, por supuesto. Los tipos (de todas las especies) que he tenido en estos últimos tiempos me han hecho gozar como a una verdadera puta perra que soy. He logrado, al fin, sentirme mujer, sentirme bien puta, que en definitiva es lo que busco.

En una oportunidad, charlando en una ocasional esquina con otro puta, ésta me comentó lo harta que estaba del trabajo, lo cansada que se sentía de sentir a los asquerosos que la besaban y la penetraban sin ningún miramiento y sin importarles un bledo de como ella se sentía, solo por unos miserables pesos. Las palabras y, sobre todo, la imagen de esa mujer se me quedó grabado. Pensé para mis adentros... ¿Cómo me sentiría yo misma, si en lugar de tener ganas, calentura, etc., etc., tuviera que hacerlo por obligación, sin ganas, forzada por alguna circunstancia que yo misma no hubiera decidido o admitido? Durante meses esta idea revoloteó sobre mi cabeza, hasta que, por fin, pude conocer en carne propia su significado.

Un jueves, pasada la medianoche de un día horriblemente ya que lloviznaba, me vestí con botas bucaneras negras de charol, un portaligas con medias de latex rojo y vivos azules y un pequeño vestido muy ajustado de latex de color cobre, había ido en mi auto, de puta. De esta manera tuve éxito y más o menos a las cinco de la madrugada, había podido hacerme los dos últimos tipos de esa noche, uno de ellos en su propio auto. Queda claro que dos hombres en una horas pueden dejarla a una bastante satisfecha. Después de regresar a la parada, encaminé mis pasos hacia el auto para regresar. Lo había dejado a más de cuatro cuadras, en una calle lateral que estaba oscura como boca de lobo. Juro que no vi de donde salieron, pero de repente tenía a mi lado a dos muchachos jóvenes que me propusieron negocio. Como dije, ya no tenía ganas, pero inmediatamente mi cerebro pensó, bueno, vamos a ver que tal, hay que hacerlo como la mejor.

Les pedí que me pagaran y los seguí hasta su propio auto. Era grande y tenía los asientos reclinables de manera de quedar casi como cama. Apenas estuve adentro, uno de ellos sacó su verga y me pidió que se la mamara. Sin ganas, y como resignada la tomé entre mis manos, la acaricié y comencé la tarea. El otro mientras tanto se había bajado los pantalones y comenzó a penetrarme sin demasiadas contemplaciones por mi culo. Bah... me la metió de un saque, de manera que casi me hace gritar. Es cierto, yo no sentía el más mínimo placer, todo lo contrario. Estaba harta de mamar y el culo lo tenia echo horrores. Tampoco me quedaban fuerzas como para moverme mucho. Todo el trabajo lo hacían ellos, que eran jóvenes, fuertes (parecían deportistas) y super calentones. Ya me parecía que tardaban demasiado tiempo en terminar cuando por fin me acabaron. Los dos casi al mismo tiempo. Pensé... ya está, listo, pero me equivoqué. Hicieron que se las levantara nuevamente. Lo logré con cierto esfuerzo mamando y lamiendo las dos hasta que por fin estuvieron al palo otra vez. Entonces cambiaron de posición, al que me había penetrado se la seguí mamando y el otro me la metió hasta el fondo de mi concha, ya después de todos los hombres que habían pasado por mi cuerpo en esa noche. ! No daba más ! Quería terminar de una buena vez e irme a mi casa.

Pero al ser el segundo polvo, fue bastante más largo que el primero. ¡Qué estado atlético el de esos chicos! ¿No se cansarían nunca? Por fin acabaron, en mi boca y en mi concha, y se quedaron tirados en el auto mientras yo me bajé del mismo, hecha una piltrafa, sin maquillaje, y ni hablar de la ropa, que quedó algo manchada con semen. Era una verdadera porquería de puta. Caminando hacia mi auto oí como se reían y me decían de mí un montón de guarangadas y obscenidades. ¿Cómo puedo explicar como me sentía? Es difícil. Por un lado estaba asqueada, del gusto a semen en mi boca y la sensación de picazón que tenía en el culo no se me pasaba. Cuando arranqué y tomé Libertador nuevamente, sentí como que me había liberado, pero al mismo tiempo estaba más que fascinada conmigo misma porque había sido capaz de una verdadera experiencia de puta barata. Ahora tengo idea de lo que se siente. Tener sexo sin elegir al cliente y hacerles creer que una se vuelve loca de placer con ellos. El hacerles sentir que son unos super machos con la pija más grande o mejor que una haya tenido, es un placer distinto que antes nunca había experimentado. La conclusión es soy muy pero muy puta. Ahora salgo a trabajar con el propósito de hacerme de un dinero extra, por pocos que sea y tenga ganas o no. Por eso soy feliz.

Loli 19