Prostituta (11)

Riesgos del Oficio, sigue la saga.

PROSTITUTA 11

Este relato es continuación de la saga iniciada con Prostituta 1, 2,3,4,5,6,7, 8 ,9 y 10, es recomendable su lectura para comprender la trama y circunstancias que llevaron a la actual situación narrativa.

I

(Martes a dos días del final)

Maria José mientras se preparaba durante la mañana del martes, para ir a su "trabajo", recibió en su teléfono celular un mensaje escrito, que le daba instrucciones que ese día debía ir vestida con ropa deportiva elegante, se le darían instrucciones al llegar.

Sabía, desde el comienzo, que su trabajo podía no limitarse a "Pecado", por comentarios de otras jóvenes compañeras, era que frecuentemente eran contratadas para fiestas que organizaban poderosos empresarios, incluso algunas veces llevadas como damas de compañía de algún hombre de fortuna, porque las mujeres que lo integraban, eran todas muy bellas y seleccionadas, Maria José era una de las mas hermosas.

Extrañaba y añoraba estar con Federico, cada vez amaba más a ese hombre, serían los últimos días que debía sacrificarse, realmente le costaban, pero era su obligación, ya que lo que había comenzado por un acto de venganza, ahora era un imperativo; de ello dependía mucha gente, pero no quitaba que sintiera esa enorme pesadez de tener que hacer lo que ya no quería hacer.

Se vistió con un conjunto deportivo; la ropa interior elegida, muy sugestiva, con trasparencias, de encajes negros, una camisola traslucida negra, antes había cuidado el detalle de la higiene vaginal, inclusive después de la ducha.

Dio las instrucciones al servicio domestico, fue con su automóvil, no consideró ese día conveniente tomar el taxi de costumbre, estacionó en el parking a unas cuadras, como siempre lo hacia, para que su vehículo no fuera reconocido en un lugar tan conspicuo.

II

La pesadilla

Ya la estaba esperando Eva, iría con ella. Una gran limusina las acercó al lugar de destino, un lujoso puerto deportivo de un country náutico al norte de la ciudad, fueron conducidas por el chofer a un impresionante crucero de súper lujo, que abordaron, cruzándose miradas ante tanto lujo y magnificencia.

Era una embarcación de cerca de 50 metros de eslora, un palacio flotante. En un amplio salón estaba esperándolas, servida una mesa con un desayuno americano, con exquisiteces, frutas, café, te, fiambres, tortas en una abundancia magnificente.

Se les indicó que esperaran, que se sirvieran lo que quisieran, estaba todo a su disposición.

Sintieron movimientos en la cubierta y un suave ronroneo de poderosos motores se escuchó, a través de los amplios ventanales, vieron como la embarcación se apartaba del muelle, con una tasa de café en mano vio como se alejaba primero las farolas que indicaban la entrada en el puerto, la embarcación adquirió velocidad a un rumbo desconocido, en poco tiempo la costa era solo una línea continua que confundía con el horizonte.

El mar estaba calmo y el día soleado, cálido, un tripulante vestido con correcto uniforme, les informó que la cubierta de popa, estaba a su disposición, que se sacaran la ropa y salieran.

Maria José y Eva se intercambiaron miradas interrogativas, de sorpresa, pero acataron la orden, después de todo eran prostitutas.....

Se desnudaron en el gran salón, era un espectáculo aquellas dos hermosas mujeres, ya sin ropa se miraron, volviendo a la memoria, lo que había pasado ayer, tanta dulzura habían recibido.

Salieron a la cubierta, estaba despejada, nadie que las mirara, salvo la discreta y escondida cámara de video que registraba todos y cada uno de sus movimientos, gemela de la que también las había filmado en el salón donde habían comido y desnudado.....

Había dispuestas dos reposeras, grandes, con mullidas colchonetas, se acostaron en ellas, tomando el sol esplendido a su disposición, allí quedaron expuestas a los calidos rayos, conversando apaciblemente, hasta que un camarero con impecable uniforme blanco, con una bandeja les sirvió refrescos, con mirada que pretendía ser inmutable, pero encandilado ante esas dos bellezas desnudas, que acostumbradas a estar en ese estado ante los hombres, cualquier hombre, no les llamó la atención en lo absoluto.

Con el gran vaso a su lado, puesto en una abertura en el lateral de la reposera, puesto ex profeso a tal fin, cayeron en un dulce sueño, amodorradas por el calor, la suave brisa marina, el imperceptible balanceo del barco y por sobre todas las cosas la poderosa droga puesta en la bebida.

Cuando abrió los ojos, vio que estaba en el interior del barco, en un lugar fresco, trato de llevar las manos a sus ojos, para disipar los efectos del sueño y no pudo, estaba amarrada, puesta en "X", con las espaldas hacia arriba, con los brazos extendidos y las piernas bien abiertas, sobre una especie de mesa extraña con una abertura donde comenzaba su entrepierna , fijada unos grilletes acolchados que inmovilizaban todas sus extremidades, podía mover la cabeza, mirando de costado vio a Eva, que estaba recostada también de frente, pero en una especie de red, que colgaba del techo, con sus piernas abiertas y amarradas al piso con grilletes en el mismo fijados, estaba aún dormida.

Mareada aún, vio que una puerta se abría, e ingresaban tres hombres vestidos de vinilo negro muy ajustados, con una abertura en la entrepierna que dejaba al aire sus penes, que estaban muy erectos, con una capucha de igual material, que cubría sus cabezas y rostros, de los cuales solo se veían sus ojos.

Sintió movimiento de los hombres, que se movían fuera de su radio de visión, escuchó ruidos metálicos, luego unas palabras que le decían, - quedate tranquila no te haremos ningún daño permanente - volvió su cabeza a donde estaba Eva, que ya abría sus ojos, pudo ver la expresión de terror en su rostro.

María José, estaba alarmada, asustada, pero interiormente se decía que el dueño de "Pecado", jamás la enviaría a un lugar peligroso, ¿pero si lo hubieran engañado?, o peor aún ¿tentado con mucho dinero?, sintió los latidos fuertes de su corazón, comenzó a temblar, no hacia frío, pero no podía contenerlo, trato de hablar, pero no podía decir palabra.

Pensó en sus hijos, en Federico, en sus proyectos cuando terminara la pesadilla, lágrimas resbalaron por sus mejillas.

Sintió que la mesa, en el extremo donde se encontraba su entrepierna, se quebraba en dos, elevando su grupa, dejando aún más expuestos su esfínter y vagina, trató de no mirar, dirigiendo su vista hacia abajo, tenia miedo, no quería ver esos preparativos.

Sintió que le colocaban algo cremoso en su esfínter, frío, como gel, luego un dedo, introduciéndose, llevando ese algo a su interior, al principio tuvo algo de dolor, pero calmó inmediatamente, como si se adormeciera el lugar, después ese mismo dedo adentrándose aún más y más en su recto.

Se sintió algo mareada, trataba de no vomitar, porque increíblemente tenia vergüenza, trató de ser fuerte que esa situación no le llegara, de irse, de evadirse.

Sintió luego que retiraban el dedo que exploraba su recto y que le volvían a introducir algo frío, metálico, suave, y notó como ese algo se le introducía profundamente. Hasta llegar a un tope en su base, era una cosa larga y fina, luego ya no hubo otra acción en ese lugar.

Sintió luego, que le pasaban algo a la altura de sus dos hombros, por debajo de la axila, algo suave acolchado, miró y vio que eran una especie de almohadillas, para sostenerla, mientras unas sogas elevaban su torso, dejando sus tetas colgando, a una altura de unos centímetros de la tabla a la cual estaba aprisionada.

Desvió su vista a donde estaba Eva, que permanecía con sus ojos abiertos, totalmente aterrorizada, también sin decir palabra, sin quejarse, solo su rostro denotaba el inmenso miedo que sentía, aún no la habían tocado, estaba a la espera.. Solo mirando a lo que estaba siendo sometida ella.

Unas manos le aseguraron cuerdas elásticas a sus pechos, acolchadas, con un nudo deslizable, para oprimir, y luego comenzó la presión en las mismas, sintió al principio dolor a medida que aumentaba la presión, hasta dejarlas ambas fuertemente apretadas, formaban como un globo después de la base del tórax, y comenzaron a cambiar de color.

Le pasaron una especie de vincha en su frente. Luego le elevaron la cabeza hacia atrás, hasta hacerla mirar para el frente, trató de protestar, de suplicar, pero no podía musitar palabra, estaba totalmente aterrada, molesta con el dolor en sus pechos y por ese artefacto que tenía insertado en el recto.

Con dos dedos le hicieron abrir su boca, le pusieron en la misma algo que la obligaba a estar con la boca abierta, asegurándolo con una correa a su nuca.

Ahora aunque pudiera no podía hablar, ya era imposible, ni siquiera mover la cabeza, su mirada era solo para una pared a su frente, que duro poco, porque una venda cubrió sus ojos.

Era un horror indecible, inmovilizada, ciega, expuesta a esos tres hombres, que hacían todo en un absoluto silencio.

Sintió como lo que tenia introducido en el recto, comenzaba poco a poco a incrementar su grosor, de mayor en el esfínter a un poco menor en el interior, notaba acabadamente y en todos los detalles el proceso de dilatación, como su estrecho orificio, incrementaba el tamaño de apertura, muy lentamente pero en forma incesante, ya no sentía dolor en sus tetas, las notaba dormidas sin sensibilidad.

Mientras sucedía esto Eva miraba horrorizada el proceso a que era sometida María José, los hombres la ignoraban totalmente, vio como su amiga era empalada con un instrumento de acero brillante, y como sometían a estrangulamiento a las adorables tetas, vio con terror, como en determinado momento prendían a los pezones de su amiga, broches metálicos, unidos a un cabo con polea, que estiraron alargando los pezones, mientras los pechos cambiaban de color del rosa pálido al púrpura, producto del estrangulamiento de los mismos, como accionaban el instrumento insertado en el recto, muy lentamente, con un tornillo sin fin.

Eva, cuando pudo, gritó, atrayendo la atención de los torturadores, uno de los cuales se dirigió a ella y le puso una ancha banda autoadhesiva en la boca.

Maria José ya no sentía dolor, porque en determinado momento se aprende a sentir como de afuera, como si el cuerpo se adaptara, las sensaciones pasaran a no ser desagradables, (sin ella saberlo las endorfinas estaban actuando, una sustancia que libera el organismo como defensa, que hasta torna placentero el dolor.)

El proceso de ensanchamiento de su recto continuaba hasta llegar a límites que le parecían increíbles, hasta que en determinado momento, se detuvo el instrumento al llegar a su máxima capacidad, fue cuando le insertaron otro en la vagina mucho mas ancho, comenzando igual proceso.

Eva, trataba de debatirse en sus amarras, hasta que uno de los hombres, le propinó una fuerte palmada en su nalga, con la mano abierta, para no lastimarla, al ver que no daba efecto, otra y otra, cada vez mas fuerte, hasta conseguir su propósito, ya no se debatió, solo se quedo quieta mirando aterrorizada.

María José ya tenía completamente dilatada la vagina, que se había convertido en una gran gruta, entonces sus torturadores, pararon el proceso y sacaron los artefactos previa reducción de los mismos, fotografiando los resultados obtenidos.

Las sensaciones, eran muy contradictorias, la tortura a que era sometida comenzaba a ser sensual, se sentía ancha abierta, totalmente expuesta, nunca había sentido esto, era inédito. Toda ella una gran gruta receptiva; era algo distinto, una mezcla de dolor/placer/terror, indefinible.

Los hombres culminaron el proceso, introduciendo en el recto terriblemente abierto, un liquido cremoso, tibio, blanco, hasta colmarlo, igual cosa hicieron en la vagina, ella sintió como se llenaban sus orificios abiertos, un tibio calor la invadió interiormente, se sentía pesada, llena, ocupada, hasta en rincones que nunca había percibido, antes.

Aflojaron las cuerdas que estrangulaban los pechos, que ya estaban de un color púrpura intenso, y de los broches metálicos que torturaban sus pezones, liberaron a Maria José de sus amarras, solo dejándole el artefacto en la boca y la venda en sus ojos.

La incorporaron, la trasladaron hasta una cama que estaba en un costado del gran camarote, debieron ayudarla a caminar, porque ella era incapaz de hacerlo, la sentaron en las caderas de uno de los torturadotes, que fácilmente penetró su dilatada vagina con su pene, la hicieron recostar sobre el pecho del mismo, mientras otro insertaba su miembro en el ancho orificio anal, comenzaron a bombearla con el ritmo marcado por el que estaba arriba, mientras el restante inserta su pene en la boca forzadamente abierta.

María José, sentía extrañas sensaciones en sus pechos, que comenzaban a hormiguear al recobrar la circulación sanguínea, insólitas ráfagas desde sus pezones muy estirados, ocupada en todos sus orificios, increíblemente y contra toda razón, gozaba, calores que nunca había sentido. Ráfagas de energía y rayos de placer inundan su cuerpo, partiendo de su vagina, su culo y las tetas, vendavales sensitivos la inundan, orgasma y orgasma, sin perder continuidad, en una sucesión sin frontera que delimitara uno y otro, con increíbles y arrolladoras sensaciones, en todo su cuerpo torturado, martirizado y violado, placer, dolor, placer, dolor, hasta que después de recibir el semen de los tres ocupantes y totalmente agotada de tanto exceso, cae en un estado de semi- inconciencia, entregada , estremeciéndose aún su cuerpo de la increíble experiencia a que fue sometida, palpitante su hiper abierto sexo.

Sintió que la incorporaban y nuevamente llevada al mueble donde había sido objeto de tortura, allí con las piernas abiertas, mostrando su vagina dilatada y rebosante de crema y esperma, quedó.

Liberaron a Eva de sus amarras, que al sentirse libre comenzó a debatirse en los brazos de los torturadotes, hasta que una fusta le pegó en las nalgas y en los senos, dejando entonces de moverse y permitiendo la conduzcan, acatando la voluntad de ellos.

La condujeron hasta donde estaba Maria José, la obligaron con fuerza a inclinarse sobre la vagina de esta, nuevamente trato de resistirse, pero unos fuertes fustazos en sus nalgas y tetas, la disuadieron nuevamente, aplicó entonces su cara sobre la vagina terriblemente abierta y llena.

Mientras lo hacia, uno de los hombres le oprimía su espalda, dos fuertes golpes la obligaron a separar sus piernas, fue cuando le insertaron en su ano el mismo aparato que había sufrido Maria José.

La obligaron a chupar la mezcla de la vagina, fuertes latigazo en sus nalgas caían cuando no aplicaba voluntad de hacerlo, mientras sentía su culo dilatarse a un nivel impresionante, cuando llegó al máximo de dilatación permitido por el aparato, allí lo dejaron y comenzaron con la vagina idéntico procedimiento, mientras ella inclinada y sus piernas temblando de miedo continuaba con su obligación.

Maria José en su estado de semi conciencia, sentía la actividad en su vagina, recomenzó su orgasmar continuo, temblores recorrían su cuerpo, hasta que agotado por tanta necesidad de energía, se desmayó.

Cuando despertó, vestida y en el lujoso automóvil rumbo a "Pecado", en sus bolsillos un abultado sobre con una cantidad de dinero, que superaba todo lo ganado desde que era prostituta, al llegar con su celular avisó.

Dos fuertes guardaespaldas, las estaban esperando y las ayudaron, Eva se encontraba en una especie de estado de shock. Fueron conducidas en brazos hasta la habitación, allí quedaron tendidas en la gran cama, hasta que recobraron la lucidez y algo de fuerza. Cuando la gran bañera estuvo llena de agua, se sumergieron en ella tratando de lograr su recuperación.

Eva, quedó a su lado todo el tiempo, contándole que a ella posteriormente la habían penetrado entre los tres luego de quedar desvanecida María José, con una violencia increíble y dolorosa, sometiéndola a toda clase de golpes y humillaciones.

Cuando por fin pudo incorporarse y salir de la bañera, pudo observar en el gran espejo del baño, vio el estado de sus pechos, aún con un tinte violáceo, los pezones estirados y puntiagudos, el estado de su vagina y ano, aún en terrible estado de dilatación y de un color rojo apagado, se horrorizó, pensando en lo que se tenia planeado para dentro de menos de 48 horas, desaparecerían en tan corto lapso los efectos de tal brutalidad?

Cuando salía del baño aún desnuda, para vestirse, ingresó en la habitación, el rufián dueño del burdel, que la miró con ojos de horror ante el estado de ellas, diciéndoles, que él no sabia que pasaría, esa barbaridad, pero que eso no quedaría impune, que a ninguna de sus mujeres le volvería a ocurrir, que serían las dos debidamente compensadas, que se tomaran 24 horas para recuperarse, para la reunión planeada el jueves

Salió y al cabo de corto tiempo volvió con el medico, quien revisó minuciosamente a las dos, diciéndoles que no quedarían secuela alguna en corto tiempo, dándoles unas cremas anti inflamatorias para ponerse en los lugares afectados.

Con la compañía de uno de los guarda espaldas, que la ayudaba, llegó hasta el automóvil, con enorme dificultad para caminar, pudo llegar a su casa, antes que llegaran los niños, a los que recibió sentada en el living.

Cenó con ellos, sin esperar a su esposo, luego de acostarlos, pudo por fin llegar a su cama, en donde de inmediato quedó dormida, noqueada por la terrible experiencia a la que había sido sometida.

Sin escuchar que desde el televisor que quedó prendido en la cocina, el noticiero informaba, que con la aprobación de la Cámara de Senadores, descontando la que se produciría en la de Disputados, el proyecto de reforma constitucional tenia casi vía libre para la convocatoria a Asamblea Constituyente, incluso ya se mencionaban nombres para el nuevo Gabinete de Ministros, entre los cuales figuraba un conocido y joven abogado vinculado al Instituto, el mismo que hacia muy poco había recibido una condecoración del Vaticano, ceremonia a la cual había concurrido el Presidente de la Nación. En las noticias policiales daban la noticia de un sangriento hecho en que tres poderosos empresarios habían sido secuestrados por delincuentes en un puerto deportivo de la zona norte de la ciudad y sus cuerpos hallados al poco tiempo presentando huellas de terribles torturas a las que fueron sometidos antes de fallecer.

Navegante/

Del grupo de autores de TR.