Prostituidos por Roberto

Roberto continúa dominando y humillando a la pareja formada por Juan y María, esta vez da un paso más allá.

Roberto, como había prometido, vino esa tarde- noche a casa, cuando María le abrió, vestida únicamente con unas medias con liguero y unos zapatos de tacón de aguja altísimos,  pasaba un vecino por la puerta que se la quedó mirando con cara de deseo, Roberto le preguntó “¿te gusta mi puta?” y el vecino simplemente babeó, María no sabía dónde meterse.

Cuando entró, yo estaba desnudo, como me había ordenado, y me puse de rodillas y con la boca abierta, como tenía ordenado, él me pegó un empujón y me dijo que las mariconadas vendrían luego.

Después me dijo que les trajera una botella de cava bien frío y dos copas heladas y me apartara a un rincón del salón.

Cuando les serví sendas copas, me fui al rincón y me senté en el suelo, allí Roberto me ató de pies y manos y me vendó los ojos, ellos se bebieron la botella entera, dándole él bastante a María para que se achispara un poco.

Escuché cómo le ordenaba a María que se tumbara sobre una mesa con las piernas colgando, ella lo hizo y Roberto la ató de pies y manos a las patas de la mesa, dejando su coño expuesto, después también le vendó los ojos y empezó a lamer su coño, consiguiendo que yo escuchara sus gemidos de placer.

En mitad del cunnilingus, se escuchó el timbre, los pasos de Roberto en dirección a la puerta del piso y cómo éste saludaba a, al menos, tres hombres que entraron tras él hasta el salón.

Roberto liberó a María y le ordenó ponerse de pie con las manos detrás de la nuca y las piernas bien abiertas, los desconocidos, según me contó ella, comenzaron a sopesar sus pechos, acariciar sus nalgas y, primero uno y luego otro, le introdujeron dedos en la vagina, el primero la obligó a contar en voz alta los dedos que le metía, eso sí lo escuché, después… UNO, DOS, TRES, CUATRO, cuatro dedos hurgaban su intimidad y acariciaban su gruta del placer.

Escuché cómo Roberto les preguntaba: “¿cuánto ofrecéis por la puta?”, María estaba tremendamente nerviosa y yo preguntándome por dónde saldría aquello.

Ella sintió que hurgaban nuevamente en su coño, toca, toca…, decía Roberto, está muy cerrado, esta zorra nunca ha parido y tampoco ha recibido grandes pollas, María sintió cómo abrían sus piernas aún más y varios dedos invadían su intimidad.

Uno de los desconocidos dijo a Roberto: “tenemos que verla bien”, inmediatamente al menos dos manos distintas comenzaron a acariciar y azotar el espectacular trasero de María, después la llevaron junto a la mesa y le ordenaron que se apoyara en ella, nada más hacerlo, dos manos le abrieron las nalgas mientras otra exploraba su esfínter, parecía que iban a comprar un ganado y querían estudiarlo a fondo, también la obligaron a abrir la boca y le introdujeron dedos en ella, supongo que para aumentar la humillación.

María, muy nerviosa, dijo que necesitaba orinar e, inmediatamente, sin quitarle la venda de los ojos, la llevaron hacia el baño, donde la sentaron y se quedaron mirando mientras lo hacía, cuando terminó dijeron “que el cabrón le limpie el coño” y la volvieron a llevar al salón, poniéndola delante de mí, me soltaron los pies y, de rodillas ante ella, me obligaron a lamerla hasta que su coño quedó bien limpio, ella estuvo a punto de correrse.

Entonces comenzó la puja, uno de los visitantes ofreció 100€ por su boca, inmediatamente, otro de ellos ofreció 300€, mientras que el tercero se quedaba observando hasta que hizo su oferta: “500€ por el culo”, en ese momento llamaron de nuevo y, según escuché, entraron al menos dos personas más en la casa.

Roberto se vino hacia mí, me soltó las ligaduras de los brazos y me quitó la venda de los ojos y dijo ¡Cabrón, sirve champán a mis amigos!, por lo que acudí a la cocina a buscar seis copas y una nueva botella de champán que llevé al salón con una cubitera con bastante hielo, abriéndola y sirviendo, Roberto afirmó que aquello sólo había hecho empezar.

Entonces uno de los nuevos visitantes, alto, grueso y peludo, preguntó “¿Roberto, el maricón entra en el juego?”, a lo que le contestó que según pujara, entonces el visitante me ordenó poner los codos sobre la mesa y abrir las piernas, empezando a palpar mis nalgas, por cierto bastante musculosas ya que práctico a diario spinning.

Roberto dijo: “reanudamos las pujas, a ver quién se lleva algo, existe un mínimo que sólo se yo, quien no lo alcance quedará fuera del juego”.

El tipo grueso ofreció inmediatamente su puja: “300€ por el culo del maricón!”, puja que fue rechazada por Roberto “el culo del maricón es virgen y eso tiene un precio”, a lo que el tipo contestó “500€ pero sin lubricante”, inmediatamente, el otro visitante nuevo ofreció su puja: “600€ si me follo al maricón con la puta participando”, el tipo grueso ofreció 1.000€ por el mismo juego y su oponente se retiró, pasando a ofrecer 500€ por el culo de María, puja que no fue superada, “que quede claro que los dos follamos a pelo, a ver si dejamos embarazado al maricón”, dijo el más delgado de los dos.

En cambio, los tres primeros en llegar, después de hablar un rato entre ellos, ofrecieron 600€ por hacer, los tres juntos, lo que quisieran con María durante una tarde, por supuesto delante de mí, puja que fue inmediatamente aceptada.

El tipo grueso quería ya empezar y los tres primeros visitantes se marcharon quedando al día siguiente para su juego.

Tras ordenar a María que se retirara a un rincón y se pusiera de rodillas, me cogió y, con la ayuda de Roberto, me ató echado sobre la mesa, de pies y manos y con los ojos vendados, tras ello, ordenó a María que me comiera el culo, pero que llegara hasta donde estaba yo caminando a cuatro patas.

Ella lo hizo así y, tras situarse detrás de mí, abrió mis nalgas, comenzando a lamer todo mi trasero, pasando su lengua lentamente e introduciéndola en el esfínter, el placer reconozco que era bastante grande y mi pene había reaccionado de forma brutal.

Entonces el que había pujado por el culo de María le dijo que ya estaba bien y la ató igual que lo estaba yo al otro extremo de la mesa, vendándole los ojos, yo mientras escuchaba cómo los pantalones del tipo grueso caían y sentí unos golpes en las nalgas mientras decía “maricona te van a doler tanto las nalgas que no sentirás mi polla en tu culo”, a la vez empecé a escuchar fustazos en el otro lado de la mesa, María estaba siendo azotada y gemía de dolor.

Pronto, un dedo grueso, supongo que un pulgar, se introdujo entre mis nalgas sin miramiento alguno, el tipo peludo, que resultó ser un gay de los que llaman “osos”, comenzó a moverlo aprovechando los restos de saliva de mi mujer, inmediatamente fueron dos dedos, la cosa empezaba a resultar dolorosa, los fustazos en el trasero de María no paraban y ella gemía y lloriqueaba.

Al poco, noté cómo algo caliente y palpitante se introducía entre mis nalgas, “que culito más estrecho, creo que follármelo ha sido la mejor inversión de mi vida”, decía el oso que, con un brusco movimiento de caderas me metió su pene entero hasta los huevos en el culo, afortunadamente la tenía pequeña pero mi aullido se tuvo que escuchar bastante lejos, él la sacó y dijo “tranquilo maricón que te he roto el virgo y ni siquiera has sangrado”, mientras escuché un grito similar de María, ella había sido penetrada varias veces pero, según me contó después, su follador a pesar de ser más bien escuchimizado la tenía muy gruesa y sintió auténtico dolor al ser penetrada de forma tan brusca.

El que me estaba sodomizando continuó su labor mientras apretaba mi cuello con su mano contra la mesa, se notaba que estaba disfrutando y que, además de gay era dominante, en ese momento escuché cómo su respiración comenzaba a agitarse y empezaba a suspirar, simultáneamente su polla se agrandaba en mi interior y palpitaba, al poco sentí como mis intestinos se inundaban con su leche que, al sacarla, goteó entre mis piernas.

El sodomizador de María continuaba mientras su labor, golpeándola simultáneamente con su mano derecha en las nalgas, el oso se retiró y escuché a Roberto decir “no lo sueltes, ahora que está lubricado lo probaré yo”, después, sentí unos fustazos sobre mi dolorido trasero y la parte trasera de mis muslos, al parecer Roberto quería darme caña antes de metérmela.

Mientras, el tipo escuchimizado comenzó a gemir y noté cómo María era sodomizada aún más violentamente por los movimientos de la mesa a la que ambos estábamos atados, no tardó mucho en eyacular en las entrañas de María, que soltó un fuerte suspiro al salir de su interior.

Tras retirarse el penetrador de María, Roberto la soltó y le dijo “ponte debajo de la mesa, cuando yo te diga se la chupas al maricón”, ella se agachó y se puso de rodillas como le habían indicado, Roberto, tras darme unos fustazos más, los suficientes para dejarme bien colorado y dolorido el trasero, se puso tras de mí, me agarró por las caderas y me penetró de una sola vez, aprovechando la lubricación y abertura de la anterior follada, cuando ya estaba dentro y mi esfínter palpitaba de nuevo dijo “ya puedes puta” y María se introdujo mi pene en su boca empezando a chupar, con lo que mi eyaculación fue casi instantánea y muy abundante, tragándosela María entera.

Mientras Roberto empujaba su miembro en mi interior pero, afortunadamente, estaba muy caliente y no duró mucho, unos minutos después de correrme, él eyaculó en mi interior, echando una abundante lefada que se unió a la del oso goteando entre mis piernas, Roberto entonces ordenó a María que limpiara mi trasero, piernas y lo que había caído al suelo con su lengua, cosa que ella hizo inmediatamente aliviando con sus caricias orales el dolor de mi esfínter.

“Mañana por la tarde tendréis visita, estad preparados, tú Juan completamente desnudo y tú María, cuando llamen a la puerta, llevarás un pijama corto sin nada debajo”, después, tiró un billete de 10€ al suelo y diciendo “esto es lo que valéis para mí”, y ordenó a María que fuera a cuatro patas hasta donde lo había tirado y lo cogiera con la boca.