Prostitución (final)
La entrega de mi marido salvo la economia familiar y disfrute de un paseo inolvidable pleno de lujuria y placer. De alli en mas desaparecieron nuestras penurias economicas.
Después de todo que mujer no fantaseo con ser una prostituta aunque sea por una vez y entregar su cuerpo poniéndole precio a sus fantasías sexuales. Al salir del baño, encontré sobre la cama ropa interior de color rojo y un portaligas negro, como las que uno ve que usan las protagonistas de películas eróticas, y un sobre con una carta y 100 dólares adentro, que decía eran en retribución al hermoso día que habíamos pasado. Me coloqué la lencería, y me miré al espejo. Me quedaba perfecta y me hacía más joven y sensual. En ese instante apareció J.C. que elogió mi cuerpo maduro y apetecible. Me cubrí azorada con el deshabillé aunque en mi fuero íntimo me agradó su comentario y disfruté de la involuntaria exhibición a la que me había expuesto. Nos sentamos a la mesa y descorchó una botella de champán, que entre comentarios sobre las penurias económicas y las posibilidades de volver a mi nivel de vida, terminamos de escanciar. Yo estaba cada vez estaba más mareada y desinhibida, y a la segunda botella, mientras hablaba como repercutían los problemas económicos en las relaciones sexuales, le conté la desazón por mi matrimonio y la ausencia del placer que ya casi había olvidado. Él, en tren de confidencia a su vez, me comentó el escaso estímulo que lograba con su mujer, y pese a las consultas con distintos profesionales no le habían encontrado explicación ni solución a su problema. Sin embargo me manifestó, que desde que me reencontró sentía que algo había cambiado.
No sé porque instintivamente me arrodillé, le bajé la malla, le tomé el pene con mis manos y lo llevé a mi boca, comencé a lamerlo y succionarlo como lo hacía con Antonio en los últimos tiempos. Rápidamente se endureció y estuvo en condiciones de penetrarme de continuar con el estímulo. Me incorporó y desprendió el deshabillé que cayó a mis pies. Quedé con la tanga, el corpiño y las medias negras con el portaligas, entonces me tomó en sus brazos y me besó. Le respondí, mi boca se fundió con la suya. Nos besamos casi con desesperación, Entre caricias y promesas nos tiramos en la cama, donde luego de correr la bombacha trató de penetrarme. La ansiedad y la torpeza le impidieron concretarlo en un primer momento, pero luego lo ayudé y entonces sí, pudo gozar y eyacular. Sentí chorrear entre mis piernas el semen derramado. Estaba excitadísimo y me prometía no dejarme jamás, pues se había dado cuenta lo que me deseaba repitiendo que no se opondría a mi felicidad, dándome libertad para disfrutar del sexo con su beneplácito y sin egoísmo. Todo estaba dado para que no sufriese ya que él se ocuparía de que no me faltase nada. Nos dormimos abrazados y casi no me di cuenta cuando Gloria y Adrián volvieron, solo recuerdo vagamente verlos en la puerta del dormitorio que cerraron tras de sí, para acostarse en la cabina contigua. Me desperté temprano con el sonido de la sirena de un barco que partía, y me asomé a cubierta, ya estaban todos levantados y Gloria había preparado el desayuno. Tenía aún dolor de cabeza como resaca del día anterior, y me zambullí con ellos al río para despejarme. Luego nos sentamos y la charla derivó en las experiencias del día anterior. Con desparpajo Adrián contó que habían estado en un boliche donde hacían striptease, donde invitaron a Gloria a participar y ella ni corta ni perezosa, se había enganchado y se había ganado su buena plata con los parroquianos. Me preguntó si yo lo haría y entre carcajadas le dije que nadie daría un peso por verme. J.C. se prendió al juego y dijo que todo tenía precio, y me pidió el mío. Le respondí que el interesado debía ponerlo. 500 pesos sugirió, lo mío se cotiza en dólares le retruqué. 500 dólares entonces, pero con sexo incluido. Es poco para eso. Cuál es tu precio para una orgía filmada, preguntó: 1000, 2000. Casi sin pensarlo, le espeté 5000 dólares para eso, aunque creo que nunca lo haría, y nadie pagaría semejante suma para que lo hiciese. Toma en cuenta dijo, que los 5000 están a tu disposición. Terminamos riéndonos todos y nos dispusimos a disfrutar del magnífico día, Fuimos con J.C. al puerto y recorrimos la feria artesanal de la rambla, donde compré regalos para mis hijos los nietos e inclusive para mi marido. Estaba contenta, todo me parecía hermoso. Almorzamos en un boliche con vista al río, acariciados por la brisa del río. Cordero asado con ensaladas, abundante vino tinto, frutillas con crema y café. Me entró modorra y le pedí de volver al barco para dormir la siesta y recuperarme del cansancio acumulado. De la mano caminando, retornamos al crucero donde Adrián y Gloria disfrutaban tomando sol en cubierta. Nos saludaron y nos desearon felices sueños. Me recosté y me dormí profundamente. Ni me enteré cuando J.C. se levantó Al despertarme oí las voces de los tres que conversaban animadamente y me despabilé, mientras me ponía la malla reflexioné sobre las palabras de la mañana. No estaría mal, si fuera cierto, 5000 dólares por participar de una noche intensa donde la sensualidad aflorara en toda su magnitud. Jamás había estado con otra pareja al mismo tiempo, y ese cuerpo joven y atlético me atraía de solo verlo. Salí a cubierta y fui recibida con piropos por todos, haciendo hincapié en lo hermosa que me veían a pesar de estar recién levantada, Me convidaron con champán, y saladitos, y con la segunda copa me desinhibí totalmente Yo saqué el tema sexual lo que motivó el comentario de J.C. diciendo que estaba en pié la oferta de la mañana. Le expliqué que nunca había hecho algo semejante y no creía estar a la altura de Gloria. Sin embargo Adrián puso música y Gloria empezó a moverse. Se despojó sensualmente de sus ropas, mientras Adrián la imitaba hasta quedar totalmente desnudos. Inconscientemente me acaricié la vulva que se endureció al contacto con mis dedos, y más cuando con movimientos sensuales y colocándose a la espalda de Gloria observé la verga enorme y rígida de Adrián que jugaba entre abriendo la vulva de la marinera, que como única indumentaria tenía puesta la gorra del capitán. J.C. se separó y comenzó a filmarlos. Estaba absorta y excitada, mi mano aceleró sus movimientos masturbándome, y comencé a jadear y a gemir de placer ante esa visión. Deseé ser yo la protagonista. Me levanté algo mareada y me dirigí a la cabina. Me siguieron y allí me despojaron de la ropa J.C. me tomó en sus brazos y se acostó de espaldas yo traté de que me introdujera el miembro pero no tenía la dureza suficiente. Fue entonces que lo llamó a Adrián para que me satisfaga, Él nos iba a filmar. Ahora fui yo la que de espaldas y con las piernas abiertas lo esperé. Encima, de rodillas entre mis muslos tuve la visión que ese joven al que casi doblaba en edad me iba a poseer con ese miembro grueso y palpitante. Comenzó con un juego controlado acariciando el clítoris con su glande rojo y húmedo. Lo insinuaba y lo retiraba con presteza de la vagina. Yo me empecé a desesperar, Hacía tanto que no sentía algo así. Le pedí por favor que me cogiera, la quería sentir toda dentro de mi ser.
Era gruesa y cálida, y a medida que profundizaba la verga, aumentaban mis gemidos. Mi orgasmo llegó junto con un chorro intermitente de semen que inundó mis entrañas. El seguía bombeando y yo gozando como nunca. En medio de la lujuria me pidió que me voltease, que iba a ser penetrada por ambos al mismo tiempo, mientras Gloria nos filmaba. No me negué. Efectivamente J.C. de espaldas sobre la cama, me pidió que lo montase a horcajadas y me penetró por la vagina y Adrián por detrás con su miembro enfundado en un condón comenzó a presionar sobre el orificio anal, mientras con sus manos separaba mis nalgas. Cuando atravesó el esfínter proferí un grito de dolor pero rápidamente cedió al profundizarlo en el recto, luego el movimiento acompasado de ambos miembros me produjo un placer inenarrable. Gloria filmaba todo inclusive mi rostro arrebolado por la excitación y el esfuerzo. Yo les pedía más, me sentía en plenitud. Finalmente tuve un orgasmo fantástico y recibí dentro de mis entrañas cataratas de semen. Estaba exhausta, y cuando me dejaron, llegó el turno de Gloria que se situó entre mis muslos y comenzó a besar el clítoris y sorber los jugos que fluían de mis entrañas. Finalmente me besó y me acompaño al baño donde tomé una ducha reparadora. Todo había sido filmado y al retornar sobre la cama había un cheque con los 5000 dólares, J.C. había cumplido su palabra.