Propuesta indecente: la madre de mi novia Berenice
La madre de mi novia me formula una propuesta que me pone en un aprieto.
"PROPUESTA INDECENTE: LA MAMA DE MI NOVIA BERENICE"
El nuestro fue un romance de los llamados "a primera vista". La conocí en la fiesta que daban unos amigos y su impresionante belleza me dejó ano-nadado. Pese a que Berenice estaba acompañada por un joven de mi edad, que parecía su novio, la complicidad de una prima de ella fue artífice de nuestro primer encuentro.
A esa primera noche se sucedieron muchas más, a punto tal que an-tes del año nos encontrábamos conversando sobre nuestro próximo casa-miento.
Berenice provenía de una familia acomodada de mi ciudad, de rancio abolengo, extremadamente conservadora. Su padre, un reconocido y afama-do escribano, con fama de recto y severo. Su madre, Roxana, era una en-cantadora dama de aproximadamente cuarenta años, que al no representar-los se asemejaba más a una hermana de Berenice. Poseía unas largas y torneadas piernas, un culo paradito, estrecha cintura, apetecibles senos y u-na larga y ondulada cabellera negro oscuro, que enmarcaba un rostro her-moso y aniñado. Además de sus encantos físicos, desde que la conocí exis-tió entre nosotros un trato excesivamente cordial.
Faltando tres semanas para nuestra boda, había quedado en pasar por la casa de mi futura esposa, para ultimar detalles. Llegué al caer la tarde y sólo se encontraba Roxana, quien vestía unos ajustados pantalones y una diminuta remera que apenas cubría sus hermosas tetas.
Berenice y su padre han viajado a La Plata, para agilizar los trámites pen-dientes del casamiento de Uds.- me informó, luego de darme un cariñoso beso en la mejilla.
En tal caso regresaré más tarde- musité.
Tardarán más de tres horas, tomemos un café y yo te ayudaré con la tarea que viniste a realizar- me dijo sonriéndome.
Luego de una media hora terminamos de revisar ciertos aspectos de cómo se realizaría la ceremonia. Me encontraba a punto de marcharme cuando Roxana me invitó a tomar un trago con ella.
- Será como un brindis anticipado-, expresó y levantó su copa.
Quedé estupefacto cuando continuó, acercándose peligrosamente a mi persona:
- Siempre me pareciste un joven en extremo apuesto ... que en pocos días más me transformará en un hombre casado, y antes que ello ocurra quisiera tener sexo contigo. Sé que no te resulto indiferente ... quiero que me hagas tuya.
Terminadas sus palabras, felinamente se encamino hacia su dormito-rio, antes de ingresar, esbozó una media sonrisa y me espetó:
- Si quieres marcharte, ya sabes donde está la puerta de salida.
El vaso con la bebida seguía en mi mano, me encontraba como cla-vado al piso, sin saber qué hacer. Después de dos minutos, que se me hi-cieron eternos, sabía cuál era el camino que debía tomar. Me dirigí corriendo a la puerta, salí a la calle y raudamente me encamine a mi auto, que estaba allí estacionado.
Cuando estaba por abrir la puerta del vehículo, detrás de un arbusto surgió mi futuro suegro quien, sonriéndome de oreja a oreja, me pasó su brazo sobre el hombro, como si fuera mi padre.
Me parece recordar que me dijo que querían asegurarse de que su apreciable tesoro, su hija Berenice, se iba a casar con el hombre apropiado, con una persona íntegra, cabal. Que no lo tomara a mal, pero con su esposa habían ideado esta estratagema, esta pequeña trampa, que yo había supe-rado exitosamente.
Me fundió en un fuerte abrazo y continuó diciéndome no sé que otras cosas sobre los valores, la moral, los principios, etc. Mientras, yo permanecía demudado, macilento, sin poder articular palabra. Lo único que recuerdo es que ... sólo iba hasta el auto a buscar un preservativo...
MARCELO.
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