Pronto regresaremos a la normalidad
Dos chicas colegas descubren su inclinación y se dan cuenta que ser lesbianas o bisexuales les proporciona placer
PRONTO REGRESAREMOS A LA NORMALIDAD
En poco tiempo regresaremos a la normalidad en nuestras actividades en la oficina. Yo iniciaré diferente, Pilar ya se había marchado y yo ocuparé totalmente su puesto auxiliada por Paty, que ya desde hacía tiempo fugía como tal, pero ahora, al nosotras haber roto con la regla de no intimidar, tendría que ser algo diferente, muy cuidadosa, pero que las dos siempre estemos conscientes.
Llegué a la oficina, debería de estar con mejor cara, pero no me siento contenta. Paty aún no llega, es más temprano de lo que habíamos acordado. Ordené la cubierta de mi escritorio y resolví pendientes. Sentí que me había vestido muy bien, muy provocativo, un vestido de una pieza, muy escotado, pegado a mi pecho y a mis caderas, siento se me ve hermoso, pero para qué, si Paty no llega. ¿Tan caliente estaré? Ya no es normal en mí, soy muy ecuánime y, generalmente tengo paciencia, pero ahora me desespero porque Paty aún no llega.
Ví pasar a uno de los chicos de sistemas y salir rápidamente hacia los elevadores.
Esperé ocupándome en otra cosa pero de repente del elevador salió Paty cargada con cafés y algunos panecillos, seguida del chico de sistemas, también cargado de lo que Paty le encargó. Repartieron cafés, galletas y sándwiches a todo mundo, a mí me trajo el café que siempre pido junto con las galletas que en aquel día pedimos.
“¡Que linda eres, gracias, muchas gracias! Ya tenía miedo de que no vinieras.” Le dije y besándome la punta de mi índice, le envié un beso que ella me regresó.
“¿Me extrañabas, me deseabas?” me preguntó “¡Que bueno, yo también ya quería verte! Y hasta estar contigo.” completó.
“Hay que hacer bastante, nos damos prisa y ya veremos, ¿no te parece?” me dijo.
Mi humor cambió, yo ya estaba feliz de tenerla cerca y de poderla observar sentada frente a su escritorio desde yo puedo gozar desde sus muslos hasta donde la luz alcance. Ella se da cuenta, me voltea a ver discretamente y abre un poco más sus piernas para que yo la vea mejor, y sonríe pensando: ¿Así te gusto?
Trabajamos juntas, ella tuvo que ponerse de pie y desde mis hombros miraba dentro de mi escote que estaba bastante abierto.
“¡Que linda vienes, que rico brasier y que lindas pechuguitas que me ansío comer!” Me dijo al oído. Seguimos trabajando, terminamos y decidimos salir separadas, nos encontraríamos en el bar de la vez pasada.
Ayer le compré un prendedor pequeño, dos palomitas revoloteando, se lo prendí en la blusa, eso bastó para que se me abalanzara y me besara, me mordisqueaba y me lamia toda la cara. Nuestras bocas chocaban, nuestras lenguas no encontraban su lugarcito dentro de la boca de la otra.
“¡Manita, no me puedo aguantar, estoy desesperada por besarte todo el cuerpo, tus pechitos me llaman desesperadamente! ¿Nos vamos rápido a donde la vez pasada?” me preguntó. Pagamos, dejamos esta vez mi coche y partimos. Al llegar a la Quinta ella hizo los trámites y pidió el folleto de juguetes sexuales y además, algo que me llenó de excitación y curiosidad, pidió información de cómo se le llamaba a aquella persona para que nos acompañara a participar en nuestro dúo.
“¡No me hagas caso, solo una locura y ya veremos! ¿Cómo la vez, te gustaría?”
“Como dices, ya veremos, no creo que me vaya a disgustar, solo que no había pensado en eso y a lo mejor ni la necesitaremos y sí me llama la atención y me excita la idea. ¿tienes alguna amiguita que le gustara venir y estar contigo y conmigo a la vez?” Le pregunté.
“Tengo un par de amiguitas de la onda, esto que hacemos tú y yo a cualquiera le gustaría para formar un buen trio, pero déjame ver cuál es suficientemente discreta y esté rete buena, como a ti te gusta.” Me dijo. Nos dieron la información que solicitamos y nos guiaron a nuestra habitación. Nos la mostró la chica y al salir nos dijo que si la necesitábamos que la llamaramos, por la ventanita y en la pantalla podíamos hacer los pedidos.
Paty, ya estaba muy trastornada y desesperada. Entramos a la habitación y se me abalanzo, me abrazó y tuvimos la oportunidad e besarnos mil veces, ya no se sabía de quien era la saliva dentro de nuestras bocas. Le lamí dentro del oído y eso la enloqueció todavía más y la hizo me mordiera en el cuello.
“¡Voy al baño corriendo!” dejé nuestros bolsos en el buró y me senté en la butaca frente al espejo del aparadorcito que estaba lleno de muestras promocionales de diversos productos para las mujeres. Ella regresó, me abrazó por la espalda y metió sus dos manos, por delante dentro de mi brasier, amasándome los senos. Me gusta mucho que me lo haga y sentí delicioso.
“¿Te gusta, mi reina?” me preguntaba,
“¡Sí, si me lo haces tú!” me voltee frente a ella, me abrió las piernas y metió su cabeza debajo de mi falda, subiéndola para mejorar su libertad hasta llegar a mis pantis, que como siempre en esos momentos, estaban empapados. Me los fue bajando, ya descubierto mi pubis su lengua se encargó de continuar las caricias.
“¡TE TENGO UNA SORPRESA!” dijo repentinamente.
“¡Ven, terminemos de desnudarnos las dos y verás!” nos quitamos lo que llevábamos puesto y a la hora de bajarle los pantis, en esta ocasión llevaba unos muy eróticos, encantadores, me dijo
“¡Es tu turno, ahora bájamelos tú a mí!” y se los fui bajando lentamente, pero al descubrir su pubis me dí cuenta.
“¡QUE LINDO, ESTA DEPILADO! ¿Lo hiciste por mí? Le pregunté, yo toda emocionada.
“¡CLARO! ¿POR QUIÉN MÁS LO PODRÍA HABER HECHO? No tengo, ni deseo tener a nadie más que a ti, condenada jefa!” me lo dijo claramente.
Mis mejillas y mis labios, así como mi lengua, se regocijaban frotando y acariciando esa belleza, lisita, linda, ese pubis tan hermoso. Mi lengua y mi nariz no lograban introducírsele más y más, buscaban ese hoyito hermoso que ella posee abajito de esa ricura de pubis.
La recosté en la cama y le abrí las piernas lo más que se pudo. Sus piernas me las eché a los hombros dándome el espacio que necesitaba para que mi lengua tuviera acceso a su cuquita, a acariciar esa perlita que al rozarla le daba un pequeño escalofrío. Mi lengua trabajó, mi saliva la empapó y le escurría por ese culito lindo lubricándoselo para que mis dedos le entraran fácilmente, sin lastimarla.
Ella se dejaba pero prefirió yo me recostara en la cama y ella hacerme lo que yo a ella. Me abrió las piernas y metió su cabeza entre mis piernas. Su lengua la sentía que se me incrustaba dentro de mi vagina, también me depositaba saliva, las dos estábamos muy bien lubricadas, sus dedos, creo que solo dos, se me metieron en mi ano, yo los sentía moverse girando dentro de mí. Su lengua me lamia mi perlita y mis labios de la vagina.
Su hermoso monte de Venus, ¡QUE RICO! Lo tenía frente de mis ojos, de mi nariz, mi lengua también le alcanzaba a entrar. Le metí dos dedos en su culito y el pulgar en su hoyito vaginal. Las yemas de los dedos alcanzaban a sentirse juntos dentro de ella, solo un poco de su piel los separaba, pero mis dedos no la sentían, solamente nos dábamos cuenta que al tratar de frotarlos o apretarlos uno contra el otro, dentro de ella, ella daba unos brincos y gritaba de placer, ya antes la había oído gritar como loca.
“¡VIDITA MIA, MÁS, HAZME MÁS! YO Nunca había sentido tanto, ¡YA ME VENGO, NO PUEDO MÁS!” Le seguí haciendo, mi lengua le ayudaba en su orgasmo y mi otra mano la jalaba de su nalga, apretándosela contra mi cara.
Ella se abrazaba de mis piernas que le quedaban a los lados de su cara. A ratos me las mordía suavemente, me las lamia y me las jalaba con mucha fuerza para que le apretara su cara entre ellas. Como mi pubis quedaba frente a su cara, sus dientes buscaban la suavidad de mi carnita y, después de succionar fuerte, me mordía, me la dejó bien marcada. Recordé a otra mordelona más.
Yo no me podía aguantar más, me deslicé quedando a su lado, le tomé una mano e hice que me introdujera sus dedos en mi cosita.
¡AH, que satisfacción, que placer! Ella me tenía apresada. Me acariciaba mis pechos y mis pezones ya eran suyos de tanto que me succionó cada vez causándome mucho placer, como solo otra mujer te lo puede proporcionar.
Quedamos exhaustas. Nos relajamos y medio dormitamos. Pero a esta mujer caliente se le ocurrió, primero, pedir algo de comida y bebida y luego pediría algún juguetito del catálogo.
Llegó la comida y unos tragos ligeros, además de vasos de agua e incluyeron dos tarritos de lubricante. Creímos que por equivocación, pero nos dijeron que eran por si se nos olvidaban pedirlos junto con los juguetes.
Terminando la comida rápida nos dedicamos a seleccionar algún juguete. “¡Hay muchos que se antojan!”
“Pero no podríamos disfrutarlos todos, vamos a escoger uno y después otro, son muy caros y a lo mejor ni aguantamos de cansancio nosotras.” Dijo Paty, con razón, así que escogimos, como primero el que yo ya había conocido, el forma de U para satisfacer a las dos a la vez.
Nos entregaron el juguetito, lo desenvolvimos y lo ensalivamos cada una en uno de sus extremos.
“¿Le pondrás lubricante?” le pregunté a Paty.
“No creo sea necesario, yo estoy totalmente lubricada con tus babas, en caso necesario ya sé que me darás más.”
Nos recostamos, pero no fue fácil que estuviéramos las dos insertadas a la vez. Después de una serie de acrobacias, lo logramos. El tiempo que tardamos en intentarlo fallidamente lo gozamos con mucho gusto, reíamos y nos introducíamos el extremo que nos correspondía, hasta que
¡QUEDAMOS LAS DOS CONECTADAS PERFECTAMENTE!
“¡apriétate más contra mí, fuerte, sin que te lastimes!” me pedía Paty. Yo la comprendía, también yo quería más adentro, las dos estábamos unidas por el mismo dildo. No formábamos una tijera completa, mis piernas muy abiertas y ella, como sentada, entre mis piernas, nuestras cositas sí pegadas una contra la otra. El masajeador del clítoris ni lo aplicamos, nos olvidamos de él.
Estando las dos unidas sentíamos una enorme satisfacción, nos movíamos para todos los lados y la otra lo sentía dentro de su vulva. Los extremos del dildo doble, ambos un poco más largos y más gordos que un pene real, pero no lo pensamos y ninguna de las dos tuvo objeción al dejarlo entrar. Lo teníamos dentro y seguíamos moviéndonos en muchas direcciones, principalmente como si estuviéramos copulando con nuestra pareja bien dotada. Seguimos por un buen rato, las dos llegamos a sentir orgasmos. Era emocionante, cada vez que una llegaba a llegar a su orgasmo, le comunicaba a la otra y hacía que las dos explotáramos al unísono.
“¡QUE HERMOSURA! ¿TE GUSTÓ MUCHO?” Me preguntó Paty.
“¡Todavía no me recupero, sigo sintiendo muy rico, algo me falta!” le dije
“¡Yo se lo que te falta, verás, nunca lo he hecho pero me imagino que ha de ser bien rico!” me dijo y nos sacamos el dildo, pero ella lo tomó, me dijo que me volteara y me empezó a meter el dildo por el ano. Lentamente, sin dolor y bien lubricado, a veces ella agregaba un poco más de su saliva y seguía incrustándomelo. Me bombeaba, como mi Dino lo hace y, a pesar de que yo ya estaba tan cansada, sentí mi venida enormemente.
Yo no podía dejar a Paty sin ese paso, también la volteé, le abrí las piernas, le agregué más saliva y, lentamente le introduje el extremo del dildo que le correspondía. Muy lentamente, ella volvió a gritar y decir cosas que yo no le entendía, pero quería más y más rápido.
“¡Nunca me he metido nada por la cola, que lindo se siente! ¡Que rico le haces! ¡DALE MÁS!” Y en eso estalló con más chillidos y gritos.
Nos recostamos para recuperarnos y comentar lo que habíamos logrado.
“La próxima vez pedimos dos dildos dobles y los probamos! ¿Te gustaría?” le pregunté.
“¡SSSIIII! De los largos y más gorditos me gustaría!” afirmó.
“¿Hay muchos hombres con un pene tan largo?” me preguntó
“Hay de muchos tamaños, los más grandes son muy escasos, ¿recordarás a Jak, él no era de los más largos, hay más largos, él la tiene algo más grande que el estándar. Pero ¿no se la viste a Jak? Le dije.
“Con Jak todo fue tan rápido y sorpresivo para mí. Yo nunca había estado con un hombre, solo conocía a chiquillos y muchas niñas, pero no a un hombre como tal.”
“Ese día llegué a su habitación, sin saber lo que en realidad estaba haciendo. Sentía que tú me estabas guiando. Desde el entrar sentí como que todo mundo me volteaba a ver. El elevador no sabía cómo se operaba. Llegué a su puerta y todavía tarde en decidirme a tocarle, pero lo hice. Abrió y él no sabía porqué estaba yo ahí.
Me preguntó si alguien me había enviado, pero al poco tiempo se recordó de la oficina.
“¿Te envió Silvia?” me preguntó. Sonrió y me pidió pasara.
“¿Tu eres Paty, su ayudante?”
“¡Sí, ella no me envió, pero me dijo en donde lo podría encontrar, que es lo mismo si me hubiera mandado, ¿verdad?” Se me acercó y yo lo abracé, el devolvió mi abrazo y me levantó deteniéndome del trasero. Como estaba en unos shorts solo se me ocurrió bajar una mano y acariciarle su bola. Él me deslizó a que mi pubis le llegara encima, me sacó la blusa, la falda y el brasier y después los pantis. Me levantaba y me volvía a deslizar al bajarme, cada vez pasando rozando su bola. Yo no sabía qué hacer, lo dejaba, pero cada vez estaba yo menos controlable, perdía el razonamiento y se me ocurrió, cuando él me bajó hasta sus pies, de acariciarle su pene.
“¡Puedes besármelo, si quieres!” me lo metí a la boca, aunque no me cupo creí que así era normal. Me acostó en la cama, por un rato me lamió mi cosita y me introdujo algún dedo, no recuerdo bien. Puso sus rodillas a mis lados y en eso
“¡Zas, que me la mete bien rico, sentí como ahora con los juguetes! Estuvo un buen rato dándome y dándome, yo feliz, aguantando mis gritos que hubo momentos en que se me salieron. Nunca me imaginé que así fuera el coger con alguien. Yo siento mucho, con Jak no lo olvidaré, pero con las chicas me da mucho gusto, pero contigo es como 100 Jaks a la vez.
Contigo es como cuando hay un olor bonito y una trata de seguirlo oliendo mucho tiempo y busca de donde viene. Llego a mi casa, vivo sola, y tú estas en mi pensamiento, en todo lo que voy haciendo. Soy muy feliz porque eres mi jefa en la oficina, pero en mi espíritu, a todas partes que voy, ahí sigues siendo parte mía. Te sueño, me excito como si estuvieras a mi lado.
Seguíamos en la cama, nos abrazamos y yo la besaba y le agradecía lo que ella decía de mí, pero le pedí que me terminara de platicar de Jak.
“Me levantó las piernas sobre sus hombros, me dejaba su pene dentro, todo el tiempo, pero se vino, de repente. Sentí que se trataba de salir, yo estaba también viniéndome en ese segundo y lo que hice fue apretarlo con mis piernas e impedir que se me fuera a escapar. Se vino dentro de mí, después se lo lamí y él también me lamió. Paso algo de tiempo, yo ya sabía que ibas a pasar por él a las 8, así que solo una hora nos quedaba, o menos, nos teníamos que arreglar, así que le acaricié el pene y éste se puso derechito. Me le monté y cabalgué sobre de él, me dí muchos sentones y él volvió a venirse.
“Solamente me preguntó si estaba protegida, no entendí bien a que se refería y le contesté que sí. Días después, no sé por qué me enteré lo que él me decía era de que si yo estaba protegida se refería a quedar embarazada y ¡OH SORPRESÓN! NOOOO HABÍA ESTADO NUNCA PROTEGIDA!, ni sabía cómo se debería de hacer. Días después, la naturaleza me dio la respuesta y ya tú me viste un día toda quitada de la pena, aunque sí me hubiera gustado quedar embarazada por ese cogelón, vivir por un prietito lindo.
“Fue todo lo que pasó, después de la montada se bañó, lo dejé en paz y nos despedimos con mucho cariño y nos dijimos cosas hermosas. Me vestí a la carrera y salí antes que él para dejarlo en libertad, además porque tenía miedo de alguna ofensa de parte de los del hotel. Ya fue cuando tú me encontraste, me calmaste, yo iba totalmente fuera de mí. Había llamado a mi hermano para que me recogiera, afortunadamente salieron ustedes y así ya mi hermanito no tuvo que indagar. Nunca olvidaré a Jak aunque pasen muchos años y yo tenga una vida aparte. Espero nunca perderte a ti, tú me comprenderás.”