Promethea

Promethea, de Barbie Superstar. La vida y el sexo no son fáciles en un mundo devastado y amenazado por mutantes.

Año 2030. La Gran Guerra terminó hace ocho años, pero sólo hace dos que por fin nos hemos podido reorganizar en sociedad. Las potentes armas nucleares que usamos, todos contra todos, han causado un grave daño al planeta, pero sobre todo, han modificado, sustancialmente, la geografía, física y política, del mundo. Las armas bacteriológicas, usadas, si bien estaban prohibidas, han provocado un ejército, por llamarlo de alguna manera, de mutantes. Seres salvajes con características físicas diferentes, producto de las radiaciones. Afortunadamente no se atreven a cruzar el océano.

Estados Unidos perdió la mitad de su territorio, que ahora se encuentra bajo el mar. La otra mitad está habitada por los mutantes. Canadá también perdió parte de su territorio para contener a sus propios mutantes. En el resto del territorio, el más frío, sobreviven los habitantes normales, quienes se han tenido que refugiar tras grandes paredes fortificadas a lo largo de toda su frontera. Cada día se lucha por mantener a raya a los mutantes, quienes aprovechan cualquier descuido para robarse niños y mujeres. Los niños, se dice, sirven de alimento, mientras que las mujeres son usadas para fines reproductivos, a fin de que engendren seres como ellos, ya que las mutantes hembras no logran la reproducción.

Los habitantes de México y Centro América fueron desplazados hacia Sudamérica por nuestra gente. Ahora estos territorios están ocupados por los norteamericanos que lograron salvarse. La fuerza latina logró unirse en el hemisferio sur, y ahora es una fuerza, que si bien por el momento es aliada, creemos que no debemos de molestar, ya que podrían pretender recuperar sus territorios.

Europa es el continente menos afectado por los mutantes. Muy pocos de sus habitantes sufrieron estas transformaciones, por lo que fueron fácilmente replegados hacia el continente Asiático, el cual quedó totalmente diezmado e invadido por terribles mutantes sanguinarios. Es por esto que toda Europa se unificó para construir una fortaleza, rodeada de altas murallas y torres de vigilancia, para evitar la entrada de mutantes e inmigrantes. Japón, bastión económico a principios de siglo ha sido tragado por el mar. El resto de Asia, como ya dijimos, se encuentra poblado por hordas de mutantes salvajes, muy parecidas a las de Atila.

Tanto África como Oceanía se mantuvieron neutrales, y gracias a la fobia que tienen los mutantes de embarcarse se suponen libres de todo mal. Y digo se supone ya que no disponemos datos fidedignos de que no existan mutantes en esas zonas.

Yo soy Amanda Walsh, subteniente de la fuerza aérea norteamericana. En estos momentos estoy haciendo un trabajo para, vaya término más irónico, la inteligencia militar. Mi misión consiste en ubicar los pueblos de mutantes en América, para así estudiarlos y destruirlos. Si esta primera fase del plan tiene éxito, muy pronto podremos hacer lo mismo con el resto del mundo, y de este modo, volver a ser la potencia militar y comercial que fuimos antes de la Gran Guerra.

-Amanda Walsh, reportándose – digo a mi reloj de pulsera mientras aprieto el botón que enviará mi ubicación al Centro de Control Gubernamental. Cuando se está fuera de casa debemos reportarnos cada hora para que nuestros gobernantes sepan dónde estamos en cada momento. Esta es una rutina que sólo conocemos en nuestra civilización y ayuda a que ningún mutante se infiltre en nuestra sociedad. En nuestra casa no hay que hacer esto, ya que los sensores, ubicados en todas las ventanas y puertas de las casas, son los encargados de informar si nos encontramos dentro o fuera del inmueble. Este sistema también sirve para detectar posibles intentos de motines. Cuando el Centro detecta que hay más de tres personas reunidas en un lugar, se aparece, casualmente, un Inspector de Seguridad, para verificar que todo se encuentre en orden.

Hemos perdido algunas, por no decir casi todas, las libertades de antaño, pero es el precio que tenemos que pagar por la seguridad en que vivimos. Sería inimaginable que un mutante se infiltrara en nuestra civilización y sembrara el caos y la inestabilidad. Nuestros líderes políticos dictaminan lo que es bueno para nosotros y lo que no. A nosotros sólo nos queda obedecer si no queremos sufrir una invasión de bárbaros mutantes. Cuando alguien quebranta alguna norma inmediatamente es aprehendido y juzgado. Si los Supremos Jueces determinan que el infractor puede reincorporarse a la sociedad, vuelve a su vida normal después de una semana de re-educación. En caso contrario se le lanza al mar en una balsa a un fin incierto. Puede que muera en el mar, ya sea por las inclemencias del tiempo o devorado por un animal, o bien, puede que llegue a costas mutantes donde, seguramente será devorado o puesto en cautiverio y usado como bestia de carga. Cuando una persona es lanzada al mar no sabemos, y de hecho no nos importa, su destino. A partir de su expulsión deja de existir y todos sus datos son dados de baja del sistema, borrando cualquier indicio siquiera de que existió. Familiares, amigos y cualquier persona que hayan tenido trato con el desaparecido es llevada a una sesión de modificación de memoria para borrarles hasta el último recuerdo de dicha persona. Este procedimiento es muy delicado, ya que luego las personas sufren lagunas mentales y algunas confusiones, como le sucede a un amigo, cuyos padres fueron desaparecidos y ahora no sabe si alguna vez tuvo padres o nació por un experimento genético.

En la cuestión sexual nos mantienen felices pero restringidos. Un hombre y una mujer sólo pueden tener sexo con fines reproductivos. Se debe avisar al Instituto de Salud para que manden algún médico a examinar a la chica, su ciclo menstrual, su ovulación y todo lo demás. Después de comprobar que la mujer es fértil se le hace el estudio a su pareja, para descartar cualquier infertilidad masculina. Una vez aprobado ambos exámenes se determina la fecha idónea para la cópula, la cual se lleva a cabo dentro de un salón del propio Instituto, junto a varias parejas, separadas sólo por unas delgadas cortinas. Cada cubículo está vigilado por una cámara para comprobar que sólo haya penetración vaginal. Cuando una pareja termina, el hombre se retira, y la mujer queda acostada para ser monitoreda . Después de una hora se retira ella, teniendo que regresar una semana después para comprobar si está o no embarazada. Debido a la alta tecnología que se utiliza, en muy pocos casos la pareja debe de volver al otro mes para repetir la cópula. Este es el único momento en que una pareja tiene contacto sexual. El resto de nuestras vidas nos tenemos que conformar, una vez a la semana, con una pastilla de Orgmax, que a los cinco minutos de ingerida provoca un delicioso orgasmo. Este control es para evitar que algún mutante se logre apoderar de semen humano.

Ya me encuentro sobrevolando el territorio mutante de Norteamérica. Bajo mi nave a una altitud donde pueda tomar fotografías de las aldeas mutantes. Mi mente comienza a divagar otra vez al reconocer el terreno donde transcurrió mi niñez. Miles de recuerdos se agolpan en mi mente, recordando las dichosas tardes que pasaba en mi bicicleta y con Foxy, mi perrito. Todos estos recuerdos desaparecen de golpe cuando cuando me doy cuenta de que estoy a punto de chocar con una vieja estructura. Intento maniobrar el avión para evitar la colisión, pero es demasiado tarde. El ala derecha golpea la estructura y hace que mi nave gire noventa grados y se estrelle contra la estructura. Apenas y reacciono para apretar el botón de expulsión y salgo volando por los aires. Mientras voy bajando veo cómo mi nave ha caído en picada y se estrella contra el suelo, explotando en mil pedazos. La fuerza del estallido me arroja varios metros hacia atrás y empiezo a caer con mayor velocidad. Por fortuna caigo encima de un árbol que va amortiguando mi descenso. Poco antes de llegar al suelo la vista se me nubla y me desmayo.

Cuando recobro el sentido me encuentro atada a una vieja cama. Abro los ojos intentando recordar lo último que vi y tratando de entender cómo llegué hasta este lugar. Mis ojos recorren la habitación y se detienen asustados en un hombre.

-Veo que ya has despertado – me dice con una sonrisa burlona.

Yo lo miro fijamente. Me asusta que no vista los higiénicos uniformes de la civilización, sino unos viejos harapos, pero me tranquilizo porque tiene una apariencia normal.

-¿Quién..eres..tú? – atino a preguntar- ¿Y dónde estoy?

-Estás en la aldea número 27 de Chicago y yo soy Peter Falcon – responde viéndome a los ojos.

Mi corazón late con fuerza. Estoy asustada. Me encuentro dentro de una de las aldeas de los mutantes. Gruesas gotas de sudor frío recorren mi espalda.

-Tranquila – continúa Peter- no creo que te vayan a hacer daño. La razón por la que estás amarrada es porque estabas muy agitada y temimos que te pudieras hacer daño...además de que primero tienen que averiguar tus intenciones.

-Calma, Amanda – pienso- conserva la calma y no actúes como estúpida. Ellos no deben de saber el motivo de tu misión.

-¿Acaso temes que los mutantes te coman o te usen con fines reproductivos? – pregunta Peter con otra de sus sonrisas burlonas

-Pues...no – contesto con aplomo

-Mentirosa. Sé muy bien lo que estás pensando, y tranquila – añade al ver mi cara de espanto- que no es porque yo sepa leer la mente, sino porque conozco muy bien la civilización.

Yo me le quedo mirando sin comprender, por lo que él añade

-Yo viví en la civilización, pero fui deportado por oponerme al sistema.

Mi cara adquiere una expresión de asombro. Por fin estaba conociendo a un deportado. Peter era la prueba de que la vida no termina con la deportación.

-Pero – exclamo confundida- ¿cómo pudiste sobrevivir...a los mutantes?

Peter sonrie y me mira antes de contestar

-Muy sencillo. Todas las historias que has oído hasta ahora son falsas. Sólo sirven para asustar a los civilizados y que ninguno se rebele contra la autoridad, esa misma que, por no querer perder el poder, no le importó destrozar el planeta y separar familias, esos mismos que condenan a la muerte a todo aquél que no piense igual que ellos.

Mi rostro refleja a la perfección el estupor que estoy viviendo.

-No te voy a negar – continúa Peter- que no les seamos útiles para fines reproductivos, ya que nuestros cuerpos, al no estar contaminados, son más aptos para la procreación, además de que les resultamos más atractivos, por llamarlo de una manera. Pero déjame aclararte – sigue diciendo Peter riendo al ver mi cara de miedo- que no lo hacen sin nuestro consentimiento.

-¿Ah, no, y entonces porqué sigo atada? – le digo con un tono de rabia

-Porque...-Peter duda unos momentos- la civilización ha hecho estragos en ti.

Ante mi mirada de asombro Peter vuelve a sonreir antes de seguir hablando.

-Mira, ellos necesitan que tú vuelvas a experimentar todas tus sensaciones, sobretodo las sexuales. Porque no me irás a decir que tomarte una estúpida pastilla Orgmax es lo más placentero que se puede experimentar.

-Pues sí – le contesto contundente- Aun no me he presentado a esas pruebas con fines reproductivos, pero una amiga que ya lo hizo me comentó que es algo bastante frío e impersonal, que incluso llega a ser vergonzoso.

-Eso es debido a la forma en que se practica. Aquí vas a conocer lo que es el sexo verdadero. No te voy a engañar diciéndote que vas a experimentar el amor, quizás ese llegue más tarde, pero aprenderás a vivir cada sensación que produce un pene cuando entra en alguna de tus cavidades.

-¿En alguna de mis cavidades? – exclamo atónita- Discúlpame, pero yo no soy mutante, sólo tengo una vagina

-Y un ano y una boca, con lo que nos da tres agujeritos para rellenar – añade Peter

Me quedo helada. Estos tipos deben de estar locos si pretender introducirme un pene por orificios cuya función no es esa. Si no fuera porque me encuentro atada ya hubiera salido corriendo de este asqueroso y depravado lugar. Volteo hacia la puerta al oír que ésta se abre y veo con horror que tres mutantes han entrado.

-Buenas tardes – dice el que parece el líder. Su cara seria pero amistosa no provoca repulsión alguna. Lo sigo examinando y veo que cualquiera podría decir que no es un mutante si no fuera por ese tercer brazo en su costado izquierdo. Los otros dos se acercan a mi. Uno de ellos es el prototipo del mutante. Deforme, tanto del cuerpo como de la cara y con más extremidades de las que debería tener. La tercera figura es una chica, rubia y delgada a la cual no le noto nada extraño, por lo que supongo que también es una prisionera.

-Hola – contesto tímidamente sin salir aun de mi asombro por tan peculiar comitiva de recepción.

-Bien, subteniente Walsh, seguramente nuestro amigo Peter ya la habrá puesto al tanto de la situación – dice el líder.

-Nnoo...estoy segura a...qué se refiere...exactamente- contesto dudosa

-No importa, le explicaré. Usted ha sido adiestrada por la civilización para ser sólo un engrane en la maquinaria de trabajo, privándola de toda sensación descontrolada, así como de su libertad de pensamiento. Nosotros pretendemos que vuelva a sus orígenes, que vuelva a tener todos los placeres que la ideología ha pretendido que desaparezcan de usted. Pero han fracasado. Esas sensaciones y esa libertad no han sido eliminadas, sólo se encuentran, digamos que dormidas. Usted permanecerá un tiempo aquí con nosotros, y si después de haber vuelto a descubrir sus sentidos y su cerebro cree que estamos equivocados, podrá marcharse de vuelta a la civilización e informarles de nuestra posición al Centro de Control Gubernamental para que nos destruya – yo abro los ojos desmesuradamente ante la sorpresa de saber que conocen mi misión- Sí, sabemos el por qué está usted aquí – dice tranquilamente con una sonrisa en los labios- y créanos que aun así no pretendemos hacerle daño. Como le decía, si no le convencemos de que vivir en la civilización es un error, usted podrá volver sin ningún problema. No hay trampas. Por el contrario, y espero que así sea, si usted se da cuenta que en realidad los bárbaros peligrosos son los de la civilización, entonces le pediremos su ayuda para armar una ofensiva contra esos regímenes autoritarios.

Yo me quedo muda ante tales palabras. Mi mirada va recorriendo uno a uno de las cuatro personas que estaban ante mi. No sé qué hacer. Durante meses nos han adoctrinado sobre los peligros de los mutantes y ahora me encuentro ante dos de ellos y me dicen que no pretenden hacerme daño, sino al contrario, que me enseñarán el verdadero placer. Una señal de alarma se enciende en mi cerebro los mutantes no son de fiar, pero algo en el fondo de mi corazón me invita a confiar en ellos.

-No lo sé – contesto-, tengo miedo.

-Es normal – intervino la chica- has pasado algunos años adoctrinada en el miedo a los mutantes, pero créeme que son patrañas inventadas para mantener el poder que perdieron durante la Gran Guerra.

Me quedo impactada. De modo que esa hermosa chica es mutante. Su lengua, como la de una serpiente, y un pequeño rabo juguetón son la prueba de que ella no es una prisionera.

-¿Cómo sabré que no me van a hacer daño o que pretenden utilizarme con fines reproductivos? – pregunto desafiante

-Confía en nosotros. Pronto te desataremos y podrás estar en libertad. En cuanto a los fines reproductivos, sólo los haremos si tú lo deseas, no violamos ni abusamos de nadie – dice el líder en un tono más amistoso.

-Y si quieres más pruebas de que el peligro está en la civilización – dice el mutante deforme- te las daré. Seguramente observaste a James y a Cindy y hubieras jurado que no eran mutantes, salvo por ciertos detalles algo raros – yo asiento- en cambio, al verme a mi vinieron a tu mente las horrorosas figuras con que espantan a los niños, y por qué no decirlo, a los adultos de la civilización-Yo me sonrojo al admitir que era verdad-.Pues bien, creo que te vas a sorprender, y mucho, Amanda.

Un fuerte shock sacude mi cerebro. El oír mi nombre pronunciado por ese horrendo ser me deja como fuera de mi.

-Vas a sorprenderte que somos pocos los tan terriblemente anormales –continúa-Casi todos los mutantes tienen alguna extremidad de más o de menos, y alguna que otra característica peculiar, pero todos, ocultando sus defectos, podrían pasar desapercibidos en la civilización, pero yo, al igual que unos cuántos más, no, Amanda querida.

Una nueva descarga sacude mi cerebro. Yo me le quedo viendo fijamente a los ojos y empiezo a estremecerme. Me le quedo viendo a los ojos y esa mirada me hace retroceder varios años atrás. Me encuentro en un viejo coche con un atractivo chico, que en ese entonces era mi novio, y le digo mientras nos besamos, te quiero...

-¿Tony? – pregunto incrédula

-Así es, Amanda – contesta él

-Pero...pero...-no logro articular palabra alguna. Mi mente está bloqueada por el impacto que me causa recordarlo. Hago un esfuerzo y varias imágenes aparecen en mi mente, pasando como bólidos a través de mis ojos.

-Un momento – grito aturdida- tú no moriste en la Gran Guerra...

-Por supuesto que no – contesta

-No...me refiero a que...-dudo en hablar. Mi cerebro me exige que no piense más porque no hay lógica en lo que estoy recordando.

-Sé a lo que te refieres – contesta Tony- que tú y yo vivimos un tiempo juntos en la civilización.

-Pero...entonces, ¿cómo es que..cómo es que tú..? – exclamo confusa

-¿Soy mutante? – pregunta. Yo asiento-. Es muy fácil. Descubrí ciertas verdades sobre nuestros líderes, cosas que pondrían en peligro la estabilidad de su tiranía, así es que me llevaron detenido a sus más oscuras y clandestinas mazmorras, donde fui torturado hasta que me convirtieron en lo que ahora soy.

Mis ojos quedan abiertos, al igual que mi boca. No puedo creer lo que estoy escuchando.

-¿Sorprendida? – pregunta Tony- Después de tomarme video y algunas fotografías para tener evidencias de que los peligrosos mutantes se encontraban al acecho de la civilización, me lanzaron al mar.

Mis ojos se llenan de lágrimas. Me duele el sentirme engañada, pero más me duele lo que le hicieron a Tony. Poco a poco sus recuerdos reaparecen en mi mente.

-¿Pueden desatarme...por favor? – pregunto cuando me repongo.

James y Peter cortan las cuerdas que me tenían atada. Me quedo un rato pensativa y luego levanto la cabeza y les miro. Recorro uno a uno a los cuatro personajes, hasta que al fin me detengo en Tony.

-Está bien – digo pensando mis palabras- creo que es bueno que experimente lo que ustedes han planeado para mi. Sólo quiero advertirles que mañana vuelvo a la civilización. Si en el tiempo que queda de la tarde y la noche ustedes consiguen convencerme, les prometo que vuelvo con refuerzos, de lo contrario, nunca volverán a verme.

-De acuerdo – contestan los cuatro a distinto tiempo.

Cindy, James y Tony salen de la habitación, dejándome a solas con Peter. Él se acerca a mi y se sienta a mi lado en la cama.

-Err.¿qué vamos a hacer? – le pregunto nerviosa

-Te voy a enseñar los placeres del sexo – me contesta con una sonrisa.- Sólo déjate llevar por tus sensaciones.

Peter acerca su boca a la mía y nuestros labios se rozan. Sus dientes aprisionan mis labios mientras sus manos recorren mis hombros. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Abro mi boca y su lengua penetra en ella, jugueteando con la mía. Una de sus manos me recorre la espalda mientras la otra se va acercando tímidamente hacia mis pechos. Mis manos ya no están estáticas y empiezo a sobar su pecho. La mano que está en mi espalda me alza la blusa y siento sus dedos recorrer mi piel. El contacto, una vez más, me hace estremecer.

Sin dejar de besarme, sus manos empiezan a desabrochar mi blusa. Cada botón que cede es un impacto para mi mente. Al fin termina y muy lentamente me quita la blusa. Sus manos atrapan mis pechos y los amasan un poco. La tela de mi sujetador aun me protege del suave tacto de sus dedos, pero sospecho que no por mucho tiempo. Yo también le desabotono su camisa. Mi cerebro está embotado pero ya no lo necesito. Sigo el instinto que me dictan mis sentidos, los cuales agradecen este despertar después de tanto tiempo sometidos. Siento que el broche del sujetador ha cedido y éste empieza a resbalar por entre mis brazos. Sus manos se apoderan de mis pechos y los aprieta y estruja. Mis pezones responden y se ponen duros. Peter se separa un poco de mi y admira mis senos mientras se quita la camisa. Sus zapatos ya han volado más allá de la cama y procede a quitarme las botas. Mientras él lo hace yo restrego mis pechos contra su espalda. Mis pezones se endurecen con el roce y siento como si mil descargas eléctricas recorrieran mi piel.

En cuanto caen mis botas al suelo siento que mis pantalones se deslizan por mis piernas. Peter me ha desnudado completamente y procede a hacer lo mismo con él. Yo admiro su pene, el cual se encuentra totalmente duro. Trato de recordar cuándo fue la última vez que ví a un hombre desnudo pero no consigo acordarme. Él no pierde el tiempo y ha colocado su cabeza entre mis piernas abiertas. No recuerdo a qué hora las abrí, pero antes de que siga pensando Peter acerca su boca a mi sexo y lo lame. Doy un respingo por la sensación. Peter emite una pequeña risa y sigue lamiendo mi vagina. Su lengua recorre muy despacio cada parte de mi cuevita. Mi espalda se arquea de placer. Mis sentidos están cada vez más despiertos y ansiosos de revivir viejas experiencias. Sus manos juguetean con mis pechos. Le tomo de la cabeza y lo incrusto en mi entrepierna. No deseo, por nada del mundo, que pare. Peter no tiene esa intención, ya que sigue masajeando mis pechos y mi vagina. Sus dedos acarician mis pezones y los estiran con suavidad. Mis caderas parecen cobrar vida y se empiezan a bambolear al ritmo que le marca él con su lengua. Siento que la respiración me hace falta y empiezo a jadear. Unos ahogados gemidos escapan del fondo de mi garganta.

Peter empieza a moverse y acerca su pene a mi cara. Siento su miembro junto a mis labios, cómo los roza.

-Abre la boca y chúpalo – me dice él.

En otra circunstancia me hubiera hecho la ofendida, lo hubiera abofeteado y me hubiera marchado. Pero no ahora. Mis labios se abren y mi boca recibe su pene caliente. Mi lengua trata de imitar los movimientos de la suya, y empieza a recorrer cada pedazo de aquél trozo de carne. Él se mueve, metiendo y sacando su miembro de mi boca. Mi respiración se vuelve cada vez más agitada y él mueve más rápido, tanto su lenga como sus arremetidas contra mi boca. Siento cosquilleos que nacen en mi vagina y que me recorren todo el vientre. Quisiera gritar pero el tesoro que estoy devorando me lo impide. Mi cuerpo se convulsiona y, después de unos cuantos segundos, todo vuelve a la normalidad. Mi respiración sigue siendo agitada, en parte por la dificultad de respirar por tener a Peter dentro de mi boca. Por fin él empieza a convulsionarse y su miembro escupe un líquido cremoso y caliente dentro de mi cavidad bucal. Se me empieza a llenar la boca de leche y yo empujo a Peter para que se salga de mi. Un segundo después escupo asqueada aquella cosa.

-Me hubiera sorprendido que te lo tragaras encantada de la vida – me comenta Peter con cara de frustración- pero ya te irás acostumbrando.

El hecho de que no eyaculara dentro de mí no significa que no lo hiciera sobre mi. En cuanto salió de mi boca, su pene lanzó un chorro que cayó sobre mi cara, y después varios más que cayeron sobre mi pelo y mi cuerpo. Peter me ayuda a limpierme. Se acerca a mi boca y me da un suave beso.

-Has despertado tus sentidos ¿cómo te sientes? – me pregunta tiernamente mientras su mano se posa sobre uno de mis senos.

-Aturdida – alcanzo a contestar. Realmente no sé como me siento. Un orgasmo natural es tan diferente al producido por las malditas pastillas.

-No pienses, siente – me aconseja Peter mientras sale. Aun no me repongo y ya está James adentro. Intento cubrir mi desnudez.

-Es mi turno – sonríe James.

James se acerca a mi y me da un beso en la boca. Es un beso tierno, cálido, que provoca que sienta que mi sangre corre más rápido de lo habitual. Este primer contacto rompe con la barrera de mi recelo, de mi miedo ante tener sexo con un mutante. Sus labios se separan de los míos y nos miramos a los ojos. Los suyos me transmiten una paz, una invitación a confiar en él. Con mi mirada le confirmo que estoy dispuesta a creer en él. James entonces baja sus manos hasta mis pechos y los acaricia lentamente. Sus dedos recorren mis pezones, provocando su erección. Mis manos no pueden quedar inactivas y recorren su torso desnudo. Ambos nos acariciamos lentamente, sin prisas. Una de sus manos va bajando por mi vientre hasta llegar a mi pubis. Acaricia la mata de pelo, jugando con sus dedos a tirarme del vello. Mis manos acarician su espalda.

Se acomoda a mi lado y sus dedos empiezan a bajar por mi entrepierna. Yo separo mis piernas para facilitarle el camino y empieza a sobar mi sexo. Introduce un dedo para comprobar qué tan mojada estoy y comprueba que escurro. Abre más mis piernas y se coloca en medio de ellas. Siento cómo su pene se va deslizando dentro de mi vagina. Nuestras pieles se rozan y la sensación me enloquece. Con movimientos suaves James entra y sale dentro de mi. Parece no tener mucha prisa, y conforme mi cuevita se traga cada centímetro de su falo mi excitación aumenta. Poco a poco aumenta el vaivén de sus movimientos. Yo me entrego totalmente a él. De pronto siento que algo roza mi ano. No hago caso, pensando que, quizás, sea alguno de sus dedos. Pronto el roce deja de serlo y siento como algo muy delgado trata de abrirse paso a través de mi agujerito. Siento sus manos, las tres, acariciar mis pechos y mi espalda.

-¿Algún problema? – pregunta James con una sonrisa al ver mi cara de asombro

-Eerr... no – miento para no ofenderlo.

-Mentirosa – me responde sin dejar de sonreir-. Eso que sientes en tu culo es mi otro pene.

Olvidaba que estaba con un mutante. Además ambos penes estaban desempeñando magníficamente su papel. El de mi culo ya se encontraba totalmente dentro de mi, y entraba y salía en perfecta sincronía con el que llenaba mi vagina. Poco a poco fue engrosándose más hasta adquirir el volumen del otro. Ya para entonces mi culo se había acostumbrado al objeto extraño que lo atravesaba. James empieza a acelerar la velocidad, y cada embestida la hace a profundidad. Yo respiro ya con dificultad y presiento que pronto voy a llegar a un delicioso orgasmo. Mis dos cavidades inferiores son estimuladas y el placer se apodera de mi cuerpo. Ya no me importa nada de lo que me rodea, sólo el sentir ese par de vergas entrar y salir dentro de mi. Todo acaba para James, y siento como explota en mi interior. Sus miembros estallan lanzando abundantes chorros calientes que inundan mis hoyitos. Yo no tardo mucho y vuelvo a experimentar un grandioso orgasmo, uno verdadero. James sigue entrando y saliendo de mi, hasta que poco a poco sus penes se van desinflando. Se retira dándome un nuevo beso.

James sale y entra Cindy. Se acerca sensualmente a mi y su boca y la mía se funden en un apasionado beso. Siento recorrer su lengua viperina por toda mi boca, y la sensación, aunque extraña, es agradable. Su mano aprisiona uno de mis senos y los aprieta ligeramente. Nuestras bocas se separan.

-Es mi turno – me mira seductora- pero creo que por hoy has tenido suficiente. Duerme y piensa en lo que has vivido y en lo que harás. Mañana nos vemos.

Me da un beso corto y sale contoneando las caderas. Me pongo un camisón que hay sobre una silla y me meto a la cama. Me tardo un poco en dormir, pensando en los últimos años de la civilización y los últimos momentos que he vivido en la barbarie, con los tan temidos mutantes. Aunque me cuesta trabajo tomar una decisión reconozco que algo no está bien. Poco a poco me voy quedando dormida. Mañana determinaré qué es lo que voy a hacer, y aunque mi mente se encuentra confusa, mi cuerpo ya sabe qué camino debo de tomar. Al fin me duermo con la esperanza de que esto no haya sido un sueño.