Promesa 6

Final de la Historia

Promesa 6

El trabajo de Moscú me tenía muy preocupado, después de recopilar toda la información. Nos dimos cuenta de que esa comisaría no era un edificio normal y corriente, era inexpugnable. Los cuatro nos quedamos mirando la diapositiva que había conseguido Alizee.

En la entrada delantera y en la trasera había dos vigilantes en cada una, por su aspecto seguro que eran Spetsnaz. Coincidí con ellos en mis tiempos en las fuerzas especiales, hombres realmente duros y muy diestros con un cuchillo en la mano, eran los enemigos que nadie quería tener.

Seguramente que todos los policías de esa comisaría serian Spetsnaz, si nos pillaban podríamos darnos por muertos. Ese edificio casi no tenía puntos débiles y los que tenía eran bien cubiertos por hombres muy bien preparados. Era imposible ingresar por los túneles, los habían forrado de minas. No se podía entrar por el techo, las cámaras no tenían punto ciego, te descubrirían a la primera.

Solo había una opción, desempolvaría mi ruso. Lo aprendí trabajando con los Spetsnaz, esperaba que fuera lo suficiente bueno para dar el pego. Después llamé a Sergey, un compañero de las fuerzas especiales conjuntas y buen amigo.

• ¿Sergey como lo llevas amigo?

• Bien, ¿y tú?

• Liado con un trabajo, necesito tu ayuda.

• Tú dirás.

• Necesito que me consigas uniformes como estos de la foto que te voy a mandar y la documentación que te especifico.

• ¿En qué lío te has metido Víctor?

• Es largo de contar, ¿puedes conseguírmelo?

• Pues claro.

• Gracias, amigo.

• Cuídate.

Bueno parte del plan ya estaba cubierto, mi idea era entrar haciéndome pasar por un militar, entrar en la comisaría y coger el libro. Estos tenían todos los objetos de pruebas en un almacén en estantes. No había mucha seguridad dentro, pero viendo la de fuera no hacia falta.

Saldría de esa comisaría y después de deshacerme de la ropa, me haría pasar por un turista, saliendo del país sin hacer ruido. Según la información que pudo obtener Alizee, no solían revisar las pruebas nunca. Podría salir de Rusia antes de que se dieran cuenta del robo.

Esta vez las chicas se quedarán en casa, no voy a arriesgar sus vidas, no hacen falta los explosivos de Colette, Alizee ya ha hecho su trabajo y no hay nada que jaquear porque usan ordenadores de la edad de piedra para evitar eso precisamente.

Había pasado una semana y mi viaje hacia Moscú seria al día siguiente, el bueno de Sergey tenía todo preparado, ese día lo pasé con las chicas. Salimos a pasear, bueno eso es lo que me dijeron. Las carbonas me engañaron, su intención era ir de compras. Yo odiaba las compras, pero ese día era especial y les concedí el capricho.

Me llenaron de bolsas, se compraron media ciudad, después de meterlo todo en el maletero las invité a comer a un buen restaurante. La comida fue exquisita y mientras comíamos salió el tema.

• ¿Estás seguro de que no quieres que te acompañemos? - pregunto Alba.

• Sí, lo difícil será entrar y después salir con él.

• ¿Estás seguro de que podrás hacerlo solo? – pregunto Colette

• Si, una persona llama menos la atención.

Alba no decía nada, pero se le notaba que tenía mucho miedo de que me ocurriera algo, cogí su mano y la lleve a mis labios para besarla. Después de comer, me dijeron que querían visitar el museo. Nos gustaba visitar el museo, otros miraban las obras de arte, nosotros las mejoras en seguridad que habían instalado.

Después solíamos comentar como robaríamos uno de los cuadros que estaban expuestos en el museo, cuando entramos mientras Colette, Alizee y yo mirábamos las cámaras, las nuevas puertas reforzadas y demás seguridad. Alba se quedó mirando uno de los cuadros que estaban expuestos.

En él aparecían un matrimonio cogido de la mano en un pueblo costero, la verdad que era uno de los cuadros más hermosos que tenían expuestos allí.

• ¿Crees que algún día podremos ser nosotros?

• Claro, deseo una vida tranquila y formar una familia contigo.

Alba me miro con los ojos muy abiertos y brillantes, se me echo encima y me beso, desde que volvió a mi vida no había tenido otro pensamiento. Una vez este golpe saliera bien, había pensado dejar el mundo delictivo. Se ganaba mucho dinero, pero el riesgo era muy grande.

Llegamos anocheciendo a casa, después de cenar algo ligero, Alizee y Colette subieron a su cuarto, querrían ver una peli tumbada en la cama. Yo me quede sentado en el sofá, Alba estaba tumbada con la cabeza apoyada en mis piernas, estábamos viendo una película.

Empecé a mirar de reojo como Alba se metía una mano en su pantalón corto hasta llegar a su coñito. Cuando vio que la estaba mirando, se mordió el labio y se puso de pies delante de la televisión.

Empezó a moverse de forma sugerente mientras se quitaba la ropa, no podía evitar tocarme mi polla encima de los pantalones. Poco tarde en meter mi mano y sacarla para deleite de Alba.

Una vez desnuda se pasó la mano por el coño y me la dio a oler, quería que supiera lo caliente que estaba y lo caliente que me puse yo, me beso y fue bajando hasta que su boca beso la punta de mi polla. Me tenía tan caliente que ese simple beso estuvo a punto de hacer que me corriera.

Aguante y me dispuse a ver como se metía mi polla en la boca, al mirar sus ojos vi fuego en ellos. Estuvo mamándome durante un rato, después se subió sobre mí y se fue empalando ella solita. Hicimos el amor con dulzura y mucho amor, aquella noche queríamos disfrutar uno del otro.

Ninguno de los dos lo decíamos, pero por nuestros adentros sabíamos que podía ser nuestra última noche juntos y queríamos que fuera un buen recuerdo. Apoyo su cabeza sobre mi hombro y me decía entre jadeos lo mucho que me deseaba y lo mucho que me quería.

Nos corrimos los dos a la vez, decidimos no subir a la habitación, nos tumbamos en el sofá uno pegado al otro, tapándonos con una manta. Se hizo de día y yo tenía que prepararme para coger un avión. Cogí un taxi que me llevo al aeropuerto y embarque con destino a Moscú.

Durante el trayecto tuve tiempo suficiente para repasar el plan, fue un vuelo muy largo, echaba de menos a Alba, pero también a Alizee y Colette, las tres llenaban de alegría cualquier sitio donde entraban, cuando aterrice, Sergey me estaba esperando en el aeropuerto.

• ¿Qué tal el viaje Víctor?

• Muy largo.

• Ya tengo todo lo que me pediste.

• Gracias, amigo.

Cogimos la maleta y la metimos en el maletero de su coche, después fuimos al piso franco que Sergey había conseguido para esconderme en caso de que las cosas salieran mal. Bajamos al garaje y había aparcado un mini, yo le miré y al levantar el capo tenía un motor de bastantes caballos.

• ¿Y esto?

• Si tenemos que escapar, con este coche nos podemos meter en calles más estrechas que nos ayudaran a despistarlos.

• ¿Tenemos?

• Si, Pierre también esta de camino.

• ¿Pierre?, hay el rumor que se casó, no me lo creí, era demasiado mujeriego.

• Pues su mujer es la que ha confeccionado el uniforme y no solo eso.

• ¿Qué es lo que no me estás contando?

• Es un secreto, luego te enteraras.

Estuvimos hablando de Alba y de las chicas, Sergey se acordaba bien de Alizee y Colette, enterarse de que eran pareja le rompió el corazón. De repente sonó el timbre, al abrir apareció ese francés loco de la mano de una mujer más joven y hermosa que él.

La saludé dándole dos besos, Pierre me abrazo con su delicadeza habitual, como podía tener tanta fuerza ese hombre. Su mujer se llamaba Annette, traía el uniforme en un porta trajes. Lo saco y me fijé en un detalle, el forro del uniforme parecía una cazadora.

• ¿Y esto?

• Cuando salgas le das la vuelta, si te fijas las franjas rojas del pantalón también se pueden quitar, de esa forma pueden pasar por pantalones normales.

• ¿Y esto que traes aquí?

• Es una peluca, una barba y bigote postizos.

Me quede mirándolas y los otros dos cabrones empezaron a reírse.

• ¿No pensarías que entrarías con tu propio rostro no? – dijo Annette.

Me probé el uniforme y me quedaba perfecto, tal como estaba hecho la parte de dentro ni se notaba, cuando me coloco la peluca para hacer la prueba parecía que era mi propio pelo, era una peluca canosa que me hacía un aspecto atractivo.

Después de terminar con las pruebas cenamos algo y estuvimos recordando anécdotas del pasado, Annette se reía muchísimo, me alegraba muchísimo del bueno de Pierre. Siempre había sido un picaflor, pero nunca sonreía. Ahora daba gusto verle sonreír y feliz al lado de su mujer.

Nos fuimos pronto a la cama, al día siguiente era el gran día y quería estar lo más descansado posible, mientras desayunábamos llamo Pierre, él se había levantado pronto para ir a buscar el coche que me llevaría hasta la comisaría. Me vestí y Annette me puso la peluca, el bigote y la barba postizos, la verdad es que ni siquiera mis chicas me hubieran reconocido.

Al bajar Pierre también de uniforme estaba a dentro de un coche oficial, según me contó este lo subastaron y lo compro en su momento, era de los antiguos, pero todavía se veían y no seria extraño que llegara en uno. Lo había arreglado y pintado para que no sospecharan.

Me monté en él y nos dirigimos a la comisaría, por el camino Pierre me dio la identificación, aunque una falsificación, se había hecho en un sitio oficial por alguien que le debía un favor. Llegamos me puse serio y fui a entrar, en la entrada me pidieron la identificación. La pasaron por un escáner y la primera vez fallo, me cagué en los muertos de Pierre. La segunda también, ya me veía esposado, a la tercera fue la vencida. Pase a dentro, según el plano que consiguió Alizee y memorice tenía que bajar al sótano.

Por suerte se podía bajar por unas escaleras de servicio que no estaban vigiladas, el problema vino cuando llegue al cuarto de las pruebas. Vigilándola había dos armarios empotrados, me acerqué a ellos. Al ver que mi rango era mayor me dejaron entrar sin chistar, me costó encontrar algo en ese cuarto, menudo desorden. Cuando lo encontré, sentí una presencia a mi espalda.

Era uno de los gorilas, según me dijo mientras me apuntaba a la nuca con su pistola. No tenía permiso para hurgar en esa estantería, lo que el gorila no sabía era que las armas de fuego pierden eficacia si las acercas demasiado a la persona que quieres disparar.

Me di la vuelta de un rápido movimiento, sujete su pistola de tal forma que le estaba rompiendo el dedo, con la otra mano le di un puñetazo que le rompió la nariz. Solté el arma y estampe su cara contra la estantería dejándolo inconsciente.

El otro armario empotrado se acercó al oír ruidos, me escondí entre los pasillos de la habitación y cogí un viejo extintor, esperaba que todavía funcionara. Cuando lo tuve a tiro accione el extintor y lo apunte a su cara, eso lo cegó, después de un golpe en la nuca lo deje inconsciente.

Encontré unas bridas y cinta de embalar, los ate bien y amordace para que no gritaran. Como no sabía si alguien había escuchado algo, cogí unas viejas bombas de humo y las metí en el circuito de aire acondicionado, después toque la alarma de incendios.

Aproveche el tumulto que se formó para mimetizarme entre la gente y salir sin llamar la atención, seguí andando unas calles y me metí en una de ellas, me quite la peluca, barba y bigote postizo y los eche a un container. Después le di la vuelta a la chaqueta del uniforme y quite las franjas rojos del pantalón.

Seguí caminando hasta llegar a donde Sergey me esperaba con el mini, tenía el libro en un bolsillo oculto de la chaqueta que me había hecho Annette. Me monté en el coche y fuimos directos al piso franco.

• ¿Qué tal ha ido? – pregunto Sergey.

• He tenido que noquear a dos tíos.

• ¿Te han viso hacerlo?

• No.

• Bien, he conseguido un billete de avión para mañana a primera hora.

Pasamos el resto del día en el piso franco, llegué temblando, tuve suerte de que esos dos armarios empotrados no fueran dos Spetsnaz. Si no, no habría salido bien parado de allí.

Sergey me levanto muy pronto para desayunar y llevarme al aeropuerto, Pierre y Annette estaban levantados para despedirse de mí.

Una vez en el aeropuerto y a punto de embarcar, Sergey me dijo.

• Si necesitas algo cualquier cosa, ya sabes.

• Si, lo sé.

• Cuídate mucho y cuida de las chicas.

• Así lo aré.

El viaje también fue muy largo, pero esta vez venía con el libro y pude descansar un tramo del viaje, cuando aterrizamos, las chicas me esperaba en el aeropuerto. Alba y las chicas se abrazaron a mi muy contentas, tenían miedo de que el golpe saliera mal y terminara encerrado en una de esas horribles cárceles.

• ¿Cómo ha sido? – pregunto Alba.

• No os preocupéis de que me sacaron fotos para que vierais como me quedaba el uniforme.

Las chicas decidieron que comeríamos fuera, Colette eligió restaurante. Primero pase por casa para pegarme una ducha y meter el libro en la caja fuerte. Mientras me secaba sonó el móvil. Era Carlo para preguntarme que tal había ido todo, le conté lo acontecido y me cito para el día siguiente en el mismo sitio y la misma hora.

La comida fue estupenda, les conté como entre en la comisaría y como me fallo la identificación por dos veces, aunque en ese momento no lo demostré, casi me da un infarto. Cuando terminamos de comer, volvimos a casa. Nos pasamos la tarde viendo películas y yo me metí pronto a la cama, habían sido muchas emociones y una ida y vuelta muy largas.

Estaba agotado y se me cerraban los ojos, cenamos algo ligero y nos metimos a la cama. Mi cabeza tocó la almohada y me quede dormido al instante, dormí toda la noche del tirón. Al despertar tenía a Alba agarrada a mí y tenía una carita de felicidad que se me pusieron los ojos vidriosos.

Nos despertamos y bajamos, las chicas aún no se habían levantado, mire a Alba. Me devolvió la mirada con una sonrisa.

• ¿Sigues teniendo la casa que tus padres tenían en la montaña?

• Si, ¿por qué?

• Podríamos ir, así desconectaríamos de todo durante unos días, ¿qué te parece?

• Se lo diré a las chicas.

• ¿Vas a despertarlas?

• Si, el desayuno se va a enfriar.

Cuando Alizee y Colette bajaron, parecía que venían de la guerra. Habrían tenido un combate sexual de los grandes. Alba y yo nos reímos, mientras desayunábamos les contamos el plan y ellas aceptaron encantadas.

Llego la hora de ir al cementerio, cogí los libros de cuentas y me presenté en la tumba de mis padres, Carlo ya estaba allí, cuando vio los libros en mi mano se alegró muchísimo.

• Buen trabajo.

• Gracias, te aviso que nos vamos unos días a una casa en la montaña.

• Llévate esto.

• ¿Qué es?

• Digamos que es un botón del pánico.

• No creo…

• Llévatelo por si acaso.

Nos despedimos como siempre, desde que llegue al cementerio tenía la sensación que nos estaban vigilando, mire y no vi nada sospechoso. Pensé que me estaba convirtiendo en un paranoico, al llegar a casa comimos algo e hicimos las maletas.

Montamos en el coche y marchamos sin prisas escuchando música, mientras Alba les explicaba como era la casa y los veranos que pasamos allí, entre risas y las tres desafinando las canciones llegamos a nuestro destino. La casa estaba como siempre, cuando dejamos las maletas en las habitaciones empezamos a limpiar la casa, quitando el polvo y haciendo las camas.

Alizee y Colette se encargaron de hacer la comida, yo salí a comprar un poco de pan en una panadería que vimos en un pueblecito que pasamos de camino. Cuando llegue a la panadería me di cuenta de que un coche me estaba siguiendo, pero pensé que estarían perdidos.

Compre el pan y ala vuelta a casa me confié, no puse atención y se complicó todo. Cuando llegue y aparque. Empecé a andar en dirección a casa, ese mismo coche paro en frente de nuestra casa y empezaron a disparar. Yo noté un golpe en el pecho que me tumbo.

Antes de perder el conocimiento pude apretar el botón del pánico, mis ojos empezaron a cerrarse y lo último que recuerdo es una oscuridad insoldable. No sé cuanto tiempo había pasado, mis ojos se abrieron. Me encontraba en una habitación que no reconocía, me dolía todo el cuerpo. Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, pude ver que había gente en esa habitación.

Eran Alizee y Carlo, Al no ver a Colette y sobre todo a Alba me empecé a preocupar, mis constantes se disparan Alizee intento tranquilizarme. Su semblante serio no auguraba nada bueno.

• ¿Qué a pasado?, ¿dónde están Alba y Colette?

• Nos emboscaron, hombres del mafioso – Dijo Alizee.

• ¡Donde están Alba y Colette!

• Colette está bien pero Alba…

• ¡Joder decírmelo ya ostias!

Carlo empezó a hablar, contó que cuando uno de los disparos me alcanzo, Alba les dijo que creía que en el sótano había armas, mientras Alizee y Colette bajaban a por ellas, Alba se desesperó al ver que estabas fuera y herido. No se lo pensó dos veces y salió corriendo para meterte dentro.

Alizee y Colette aparecieron armadas, Alba había conseguido meterte dentro de la casa, pero había sido herida de gravedad, tenían que llevarnos a un hospital, pero nos tenían sitiados. Entonces fue cuando llegaron Carlo y sus hombres, mientras unos se dedicaban a contener a los hombres del mafioso, Carlo nos metió en su todoterreno y nos llevó al hospital.

• Alba no habrá… - con lágrimas en los ojos.

• No, pero está en coma y su estado es muy grabé – dijo Carlo.

• ¡Voy a matar al mafioso!

• Tú de momento cúrate, el mafioso ha escapado – dijo Carlo.

Yo tuve suerte si la bala hubiera entrado unos milímetros más a la izquierda, no lo habría contado, poco a poco me fui recuperando, pero Alba no despertaba y eso me tenía sumido en una gran tristeza. Pasaba días enteros con sus noches al lado de la mujer que amaba y que había estado a punto de dar su vida por mí, yo llame a Sergey y Pierre, si había alguien que pudiera dar con el mafioso eran estos dos. Las semanas fueron pasando y se convirtieron en meses.

El mafioso se había ocultado bien, les estaba costando dar con él, sé que Carlo también lo estaba buscando. Dieron con él a los dos meses en los que Alba seguía en coma y con pocas esperanzas de despertar.

Pedí a Alizee y Colette que se quedaran con Alba, yo me prepare para dar caza al cabrón que había dejado en ese estado a Alba, Conduje hasta mi casa, allí cogí mis dos pistolas Beretta 92, un fusil de asalto M16, chaleco antibalas y un juego de cuchillos.

Me monté en el coche, la ira guiaba mis movimientos, el mafioso se encontraba en una fábrica abandonada a unos doscientos kilómetros de la ciudad. Nadie se percató de ello porque había fabricado un refugio debajo de esta, a simple vista estaba abandonada.

Jamás había conducido tan rápido en toda mi vida, tarde unas tres horas, pare unos cien metros antes. Pude ver que el sitio estaba vigilado por un par de hombres, decidí acercarme a pie.

Los dos hombres estaban hablando y fumando unos cigarrillos ajenos a lo que les estaba a punto de suceder. Me acerque a ellos por la espalda, les toque en el hombro, cuando se dieron la vuelta de un golpe en el cuello les deje inconscientes, después los ate y amordace.

No había más guardias debajo, me percaté que había forma de bajar al piso de abajo en una rampa, la puerta parecía maciza. Subí a mi coche y acelere a tope, o tiraba la puerta o me moría del golpe, por suerte la puerta cedió y entre con el coche llevándome todo por delante.

Fui disparando uno por uno a los gorilas del mafioso aprovechando que estaban aturdidos gracias a mi entrada hiriéndolos lo suficiente para que no me molestaran, solo quedaban dos gorilas y el mafioso que temblaba como una hoja ante el viento.

• ¡Si queréis morir por esta lombriz quedaros, si no ahí tenéis la puerta!

Los gorilas soltaron las armas y salieron corriendo, a mí solo me interesaba el mafioso, cogió un arma, pero le temblaba tanto la mano que era incapaz de apuntar bien y erró todos los disparos, mientras me acercaba a él.

El tío intentó levantarse apoyando sus manos en la mesa, le clavé dos cuchillos en ellas y cuando grito de dolor le metí el caños de mi Beretta 92 hasta la garganta.

• Te voy a llenar el estómago de plomo, ¡maldito cabrón!

Todo mi cuerpo temblaba de la ira y el odio que sentía por ese hombre, mis padres, los padres de Alba y ahora la propia Alba. No volvería a ocurrir, iba a acabar con esto de una vez.

Cuando estaba dispuesto a apretar el gatillo, mi móvil sonó, lo cogí era Alizee. Temía que serian malas noticias.

• ¿Qué ocurre Alizee?

• No lo hagas Víctor, si lo matas acabaras en la cárcel y no estarás aquí para cuando Alba despierte.

Entonces note como una mano cogía mi hombro, era Carlo. Como demonios me habría encontrado ese hombre, después me explico que puso un rastreador en mi móvil.

• No merece la pena Víctor.

• Desde cuando un mafioso dice de no matar a nadie.

• Bueno, en realidad no soy un mafioso, trabajo para la INTERPOL.

• ¿Cómo?

• Sí, llevaba más de dos años infiltrado y gracias a vosotros toda la cúpula ha caído.

Con Carlo entraron unos hombres que habían arrestado a los dos gorilas que habían huido, me enseño un pendrive que habían conseguido de uno de sus ordenadores donde se veía como mataban a mis padres y los de Alba.

También me contó que esas comisarías que habíamos robado eran corruptas y trababan para las bandas mafiosas. Ellos tenían a buen resguardo los libros de cuentas que demostraba su culpabilidad.

Mire al mafioso mientras se lo llevaban, entonces mire a Carlo y le dije.

• ¡Se va de rositas!

• No te creas.

• ¿Qué quieres decir?

• Hemos soltado el rumor de que ha sido el quien ha dado el soplo para que las más poderosas familias mafiosas fueran arrestadas.

Una vez toda arrestados, Carlo confisco mis armas y me llevo al lado de mi amada.

Ha pasado más de un año, he venido al cementerio poner unas flores en una tumba que no era la de mis padres, entonces Carlo apareció a mi espalda.

• Pensé que quedaríamos en la tumba de tus padres, siento su fallecimiento - señalando la tumba en la que había dejado las flores.

• Yo también.

Estuvimos un rato en silencio delante de la tumba del abuelo de Alba, hacia más de seis meses que había muerto, era como un abuelo para mí, según me contó Carlo había venido a hacernos una oferta de trabajo. Yo le dije que no me haría policía, él se rio.

La oferta consistía en trabajar para la INTERPOL poniendo a prueba los sistemas de seguridad de bancos y museos, de esa forma encontraríamos los puntos ciegos. También me dijo que no podría resistirme a entrar a un banco a robar y no salir esposado si me pillaban.

• ¿Te interesa?

• A mí si, pero espera que vengan las chicas.

No tardaron mucho en llegar, Alba se había recuperado bien, tardo siete meses en despertar y allí me tuvo a su lado. No he llorado tanto en mi vida, me la empece a comer a besos y no la deje ni respirar, venía escoltada por Alizee y Colette.

• Bien chicas tenemos trabajo y esta vez legal y con contrato.

Les conté que iba el trabajo y a todas les intereso, la que más Alba. De esta forma podría hackear los sistemas informáticos mientras buscaba vulnerabilidades, mi prometida estaba preciosa.

Todos aceptamos y así comenzamos nuestra nueva vida.

EPILOGO

Alba y yo nos casamos a los seis meses de empezar a trabajar en la INTERPOL, con la ayuda de Carlo pudimos adoptar a una niña preciosa, por culpa de los disparos no podría ser madre. Eso la entristeció hasta que le comente de adoptar y nos concedieron la custodia, eso nos hizo muy felices.

Alizee y Colette se compraron una casa cerca de la nuestra, como no se quedaban de acuerdo quien de las dos se quedaría embarazada primero, decidieron embarazarse las dos, la familia crece y eso nos hace muy felices.

Carlo se convirtió en nuestro enlace con la INTERPOL, cada vez que íbamos a probar un banco me apostaba a que no lo conseguíamos, se va a arruinar de todas las cenas que nos debe.

Al mafioso le metieron en la misma cárcel donde acabaron los jefes de las familias mafiosas más importantes de Europa, se rumorea que le hacen visitas todas las noches, vive aterrado pensando que cada día puede ser el último.

Perdí mi familia siendo muy joven, pero ahora tengo otra que me hace sumamente feliz.

FIN.