Promesa 3

La historia sigue.

Promesa 3

Lo primero que hicimos al llegar a Venecia fue alquilar un par de habitaciones, las pagamos al contado. Luego salimos a visitar la ciudad, buscábamos canales poco transitados para poder poner las distracciones.

La idea era poner barcas en distintos canales y hacerlos explotar, durante unos días estuvimos visitando esos canales y encontramos cuatro válidos. Los vigilamos e hicimos un itinerario de las horas en las que los canales prácticamente estaban vacíos.

No queríamos provocar heridos y mucho menos muertos, las cargas serian pequeñas. Los canales estaban cerca de la comisaría, pero lo suficientemente apartados para vaciarla.

Alizee con su gran eficacia se hizo con dos uniformes de Carabinieri, uno seria para mí y el otro para Alba. Necesitábamos las cámaras de la comisaría así que Colette con una pequeñísima carga, provoco una pequeña avería en los circuitos de las cámaras.

Alba consiguió el nombre de la empresa que se encargaba de las averías y desvió todas las llamadas a nuestro teléfono.

• Sí, dígame en que puedo ayudarle?

• Les llamamos de la comisaría de policía, hemos tenido una avería en las cámaras de toda la comisaría.

• No se preocupe, enseguida les enviamos a dos operarios que se encargaran de todo.

Los operarios seriamos Alba y yo, como los dos hablábamos italiano, no tendríamos problemas. Por suerte los uniformes eran sencillos, un mono azul con el distintivo de la empresa bordado en el bolsillo izquierdo.

Alizee se encargó de conseguirlas, una amiga suya experta en falsificaciones nos hizo los monos a mano. Cuando los termino eran exactamente igualitos al los de la empresa.

Alizee era una artista, la madre de Alba le enseño bien. Colette se dedicó a construir los explosivos, tuvo cuidado de que la onda expansiva saliera hacia el agua. De esa manera se minimizaban los riesgos.

Alba estuvo practicando, hacia mucho que no hacia esto y quería parecer lo más natural posible, teniendo en cuenta que estaríamos en una comisaría, yo limpie todas mis herramientas para evitar que me dieran problemas o peor que se atascaran.

Cuando Colette termino de hacer los explosivos, los metió en cajas herméticas, de esa manera evitábamos que la humedad dificultara al detonador hacer su trabajo. Esperaríamos a la noche para colocar los explosivos en cuatro lanchas viejas que estaban fondeadas en los canales y nadie les prestaba atención.

Alba ya estaba lista, nos colocamos los monos y fuimos a reparar la avería, le temblaban las manos, yo se la cogí y le dije que estaría tranquila. Llegamos al cuadro y Alba empezó a repararlo, de esta manera pudo pinchar todas las cámaras.

La idea era que después de que Colette hiciera estallas las bombas, ellas nos avisarían de los movimientos de los agentes que se quedarían en la comisaría. Una vez terminada la reparación y después de comprobar que las cámaras volvían a funcionar, decidimos volver con las chicas.

Salimos los cuatro a cenar fuera, teníamos que calcular cuando se quedaban las calles vacías para no ser descubiertos, comimos en un restaurante que tenía terraza. Cenamos muy bien y mientras observábamos con disimulo hablábamos.

Para las doce de la noche casi no había gente por la calle, esperamos hasta la una. Alizee y Alba se fueron para las habitaciones, mientras yo vigilaba, Colette se metió en el agua y uno a uno fue colocando los explosivos. La oscuridad de los canales ayudaría a pasar desapercibidos los explosivos.

Tuvimos suerte, no encontramos a nadie en ninguno de los canales, Colette se secó y cambio de ropa echando la que llevaba a un basurero, yo tenía curiosidad y le pregunte como pensaba detonarlos.

• He colocado un móvil en cada uno, con una simple llamada explotarán, los accionaré a intervalos. Así estallarán uno a uno.

• Muy bien, esperemos que todo salga bien.

• ¡Alguna vez hemos fallado?

• No nunca, volvamos con nuestras chicas.

Colette se agarró a mi brazo como si fuéramos pareja para no despertar sospechas, volvimos dando un paseo. Venecia me gustaba, si todo salía bien vendríamos otra vez, pero esta vez seria para pasar unos días de vacaciones.

Cuando llegamos Alizee y Alba nos esperaban viendo la tele, todos estábamos agotados. Habían sido días de mucho trabajo y bastante estrés, nos metimos en la cama. Alba no podía conciliar el sueño, era la única de los cuatro que jamás había dado un golpe.

Me escabullí entre las sabanas y me metí entre sus piernas, pensé que gritaría pero no. Abrió sus piernas para facilitarme el llegar a su coñito, aparte la braguita y empecé a lamerle el clítoris, después baje hasta su vagina y después de degustarla, le metí mi lengua y le folle con ella.

Alba no hacia más que gemir, se puso la mano para no despertar a Alizee y Colette. Menuda ilusa, como que las otras dos no estarían haciendo lo mismo. Alba no tardó en correrse, fui subiendo hasta que mis labios hicieron contacto con los suyos.

• ¿Y esto que me has hecho?

• Para relajarte Alba, estás muy nerviosas y tienes que descansar.

• Pues ha funcionado, me está entrando el sueño.

Apoyo su cabeza en mi pecho y al poco rato se quedó dormida, yo tardé más en dormirme. Cada vez que daba un golpe, revisaba el plan en mi cabeza una y otra vez, siempre se podían encontrar puntos débiles en un plan.

El despertador sonó pronto, nos duchamos uno a uno y desayunamos copiosamente, necesitaríamos energías para llevar a cabo el robo. Alba y yo nos colocamos el uniforme de Carabinieri, sobre él nos pusimos ropa más holgada para deshacernos de ella después.

Alizee y Colette, llevarían ropa para cambiarnos después de dar el golpe. Hicimos las maletas, Alizee y Colette las llevarían y nos esperarían en una de la terraza cerca de la comisaría.

Legamos a la terraza y las dos mujeres se sentaron y pidieron un café, nosotros nos metimos en un callejón donde había basureros y nos quitamos la ropa holgada tirándola en ellos, vestidos con los uniformes, hicimos una señal a Colette y empezó el espectáculo.

Las cuatro embarcaciones hicieron explosión, los policías salían de la comisaría en tromba. Alba y yo entramos saludando a todos y nos dirigimos al sótano donde estaba el cuarto de pruebas.

Alizee nos avisó desde el pinganillo que teníamos luz verde, pero que no sabía de cuanto tiempo disponíamos, Cuando llegamos el vigilante del cuarto de pruebas estaba allí, nos preguntó lo que había pasado y le contamos que había habido cuatro explosiones.

El tío mostró duda si dejar su puesto de trabajo para ver lo que ocurría, fueron momentos muy tensos, no me apetecía tener que noquear a ese policía, por suerte decidió subir. Nos pidió que le vigiláramos la garita mientras él iba a ver lo que ocurría y aprovecharía para fumar un cigarrillo.

Nosotros le dijimos que fuera tranquilo, una vez que desapareció. Me puse manos a la obra para abrir la puerta, tenía más años que yo. La cerradura estaba oxidada, pero fui capaz de abrirla.

Al entrar, nos dimos cuenta de que el libro se encontraba metido en una especie de caja fuerte. Me cagué en todo, esto era un contratiempo. Por suerte mi madre me enseño a abrir cajas fuertes y esta no era de máxima seguridad.

Alba vigilaba y cuando Alizee le informo que el policía bajaba. Alba desabrochándose dos botones de la camisa subió las escaleras e insinuándose al policía le pidió si podía acompañarle a fumar un cigarrillo. Yo me quedaría guardando la garita.

Gracias a eso me dio tiempo de abrir la caja fuerte y sacar el libro, cuando subí vi al policía insinuándose a Alba. Esta me miro y se despidió de poli.

• ¿Te ha gustado el poli Alba?

• No me jodas Víctor, era un baboso que no ha parado de mirarme las tetas.

Yo me reí, las chicas se levantaron, nosotros les esperaríamos dos callejones más adelante, nos cambiamos de ropa y salimos paseando como dos parejas normales que habían venido de vacaciones.

Nos fuimos directo al aeropuerto Marco Polo y dejamos la ciudad de Venecia, no se enteraron del robo del libro de cuentas hasta semanas después, como ya sabíamos donde estaban las cámaras, ocultamos nuestros rostros agachando la cabeza o moviéndola.

El guardia de la garita no pudo identificarnos porque en el sótano no había mucha luz y porque en ningún momento miro a Alba a la cara. Aterrizamos en nuestra ciudad y fuimos directos a mi casa a descansar.

Alizee y Colette decidieron ir de compras, a Alba le pareció buena idea y decidió acompañarlas, yo me di una ducha y fui a visitar la tumba de mis padres. Compre flores bonitas y cambie las que puse la última vez por las nuevas, hacia un poco de frió y no había mucha gente. Eso me permitió hablar un poco con ellos.

• Papa, mama al final he terminado siendo lo que no queríais.

Un hombre se me acerco por detrás, me toco el hombro y al girarme me di cuenta de que era mi conocido el policía.

• Últimamente vienes bastante a visitar las tumbas de tus padres.

• Normal, llevaba más de diez años sin hacerlo.

• Se rumorea que habéis hecho negocios con el mafioso.

• Tal vez si, o tal vez no.

• No me jodas Víctor, esto es serio.

• No me quedo otro remedio, amenazo a Alba.

• Hemos intentado arrestarlo y siempre se escaquea.

• Tal vez lo estáis enfocando mal.

• ¿Qué quieres decir?

• Nada hombre nada.

Estuvimos hablando un rato más, se ofreció a llevarme, pero le dije que prefería caminar un rato, en eso estaba cuando empezó a sonar mi móvil.

• ¿Lo habéis conseguido?

• Este teléfono no es seguro, yo te llamaré.

• Mejor quedamos.

• Bien, tú dirás cuando.

• Mañana, como el otro día pasaran a recogerte a la misma hora.

Colgó la llamada, mira que era impaciente este mafioso, si pretendía que le entregara el libro de cuentas estaba listo. Hasta no tener los cuatro no pensaba entregarle nada, además me temía que tenía intención de jugárnosla.

Cuando volví a casa, las tres tenían montado un cirio de cojones, zapatos por aquí, vestidos por allá. Yo me subí a mi cuarto a ponerme algo cómodo y bajé para empezar a preparar la cena.

Se empezaron a probar la ropa que se habían comprado y tengo que decir que les quedaba muy bien, subieron a los cuartos para ponerse algo más cómodas y bajaron a cenar.

• Me ha llamado el mafioso.

• ¿Qué quiere? - pregunto Alizee.

• No me lo ha dicho, pero me temo que querrá el libro.

• ¡Ni de coña!- dijo Colette.

• Tranquilas, no me fió de él, el libro se quedará a buen recaudo en esta casa.

• ¿Dónde lo esconderemos? - pregunto Alba.

Me levanté y moviendo un cuadro apareció una pequeña caja fuerte pero muy resistente y segura. Mis padres se encargaron que así fuera, la abrí y lo metí dentro. Después de cenar, salí a fumar un cigarro y al rato me acompaño Alba.

Alizee y Colette subieron corriendo a su habitación, yo me reí Alba me miro con mucha intriga.

• ¿De qué te ríes?

• Hoy tendremos serenata.

• ¡No jodas!, ¿cómo lo sabes?

• Demasiados años viviendo con estas dos.

Pase mi brazo por el hombro de Alba y la atraje hacia mí, nos besamos y mirando al cielo donde aparecía una brillante y bonita luna, seguimos fumando. Cuando Alba termino el suyo decidió subir.

Yo me quede un rato más, estaba a gusto sentado mirando a la luna y las estrellas. Me encendí otro cigarro y me abronqué a mi mismo, últimamente estaba fumando demasiado. Cuando lo termine decidí subir, entonces fue cuando la vi.

Alba estaba mirando a dentro del cuarto de las chicas.

• ¿Se puede saber que haces Alba?

• Calla habla más bajo que nos van a oír.

• Espiar no está bien.

Alba me puso un dedo en la boca y me hizo mirar, entonces entendí lo que estaba mirando, no solo era por excitación. Los movimientos y caricias que Alizee y Colette se daban la una a la otra destilaban un amor y cariño tan grande, que dejabas de ver solo sexo y se convertía en un acto de lo más hermoso.

Las chicas se encontraban haciendo una tijera, verlas en esa postura con un rostro que denotaba el máximo placer que estaban sintiendo, se me saltaron las lagrimas, ver a las dos me hizo muy feliz. La ternura acabó ahí, Alizee se levantó y abriendo un armario saco un arnés que terminaba en una polla de plástico.

Esta se lo coloco, Colette se puso a cuatro patas y se agarró al cabecero de la cama, Alizee apunto la polla hacia el coño de Colette y se la metió de un empujón. Pego un alarido que de estar dormidos abríamos salido corriendo del susto, Alizee empezó a penetrar a Colette con tal fuerza que pensé que esta última arrancaría el cabecero de cuajo.

Los golpes que daba el cabecero de la cama contra la pared eran tan fuertes que pensé que terminarían tirando el tabique, Colette estaba en éxtasis, creo que se le pusieron los ojos en blanco del placer que estaba sintiendo.

Nosotros no pudimos aguantarnos y empezamos a masturbarnos el uno al otro, Alba cogió mi mano y la llevo hacia su coñito. Yo le clavé tres dedos que hicieron que tuviera que morderse la mano para no gritar y fuéramos descubiertos.

Yo hice lo propio con ella y llevé su mano hacia mi polla, nos masturbamos mutuamente hasta que llegamos a un orgasmo que nos tembló hasta las piernas. Después de esto salimos corriendo hacia nuestra habitación.

No pudimos dormir durante parte de la noche, menudo concierto montaron aquí las muchachas. En un momento dado a Alba le entro la risa y durante un momento pararon, pero solo un momentito.

Al día siguiente cuando bajamos a desayunar, yo llevaba unas ojeras que iba arrastrando por el suelo, la cara de Alba no era mejor que la mía. El acabose fue ver a Alizee y Colette la mar de frescas preguntándonos si queríamos algún desayuno especial.

Lo que queríamos era estrangularlas por no dejarnos dormir, nos dimos cuenta de que Colette andaba raro, no nos extrañaba con el ajetreo de anoche.

• ¿Noche movida verdad?

• Si bueno…

• Las olimpiadas del sexo, ¿cuántas medallas de oro ganasteis?

Alba y yo estallamos en carcajadas y las pobres Colette y Alizee agacharon la cabeza roja como un tomate, nos levantamos y les dimos sendos besos en la mejilla. Después de desayunar fuimos al la parte de atrás de la casa y nos sentamos para hablar mientras nos daba el sol.

El día paso tranquilo entre bromas y risas, pero en cuanto la noche se acercaba. Alba se mostraba cada vez más intranquila, escuche como Alizee le decía que estuviera tranquila, que yo sabía cuidar muy bien de mí. Hicimos la cena y cuando terminamos de cenar, me vestí y baje a coger mi Beretta 92 y esta vez también llevaría una Beretta Pico. Una pistola pequeña y fácil de esconder.

A las diez en punto tocaron la puerta, era uno de los gorilas, yo estaba subiendo del sótano y fue Alizee la que abrió, el gorila empezó a reírse y le empezó a tocar uno de los pechos a Alizee. Esta agarro uno de sus dedos y se lo empezó a estrujar.

El gorila acabó de rodillas en el suelo suplicando que lo soltara, Colette apareció detrás de Alizee y le soltó un puñetazo al gorila que lo dejo tumbado en el suelo medio grogui. El otro salió del coche corriendo sacando su arma, cuando estaba cerca de las chicas. Mi Beretta 92 se coló entre las cabezas de Colette y Alizee y se la coloqué sobre la nariz al gorila.

• Tu amigo ha tocado lo que no debía y se ha llevado un par de ostias.

• ¡Esto no quedara así, este par de zorras lo pagara!

Apreté un poco más el arma contra su cara y mi mirada le dejo claro que lo mejor que podía hacer es callarse, no lo hizo.

• Porque estas tú, ¡si no! – dijo el gorila.

• Tú no te enteras de nada, Alizee y Colette, tienen un adiestramiento igual al mío, vosotros no podríais hacer nada contra ellas.

El gorila decidió que no quería probar si eso era cierto o no, recogió a su compañero y me dijo que el mafioso me esperaba. Abrace a las chicas y me despedí con un beso en los labios de Alba.

Me dirigía a la guarida de la persona que menos me apetecía ver de este mundo.

Continuará.