Promesa 2

La historia sigue.

Promesa 2

Me quede mirando a Alba totalmente asombrado, lleve mis dedos a mis labios y me los toque. Alba sonreía levanto su brazo, posando su mano sobre mi rostro y lo acaricio.

• ¿Alba y este beso?

• ¿No te ha gustado Víctor?

• Claro, como no me va a gustar.

• Esto lo tendría que haber hecho el último día que nos vimos, delante de la tumba de nuestros padres.

• Yo también tuve parte de culpa, quería hacerlo y no lo hice.

• Fuimos unos cobardes Víctor, yo temía que si empezábamos a salir, corría peligro de perder tu amistad.

• Yo temía que no sintieras lo mismo que yo, no me atreví, perdóname.

• En aquel entonces pensé que novios podía tener, pero una amistad como la nuestra era casi imposible volver a encontrarla.

• ¿Entonces ahora?

• Hicimos la promesa hace diez años, cuando te he necesitado ahí estabas.

• Siempre estaré para ayudarte, aunque tenga que volver del infierno.

Alba y yo nos fuimos acercando poco a poco el uno al otro, en cuanto nuestros labios hicieron contacto, nos besamos con una intensidad que jamás había sentido en la vida.

El beso lo paramos cuando Alba grito del dolor que le proporcionaban los puntos de su labio.

Nos separamos y los ojos de Alba brillaban, como la luna llena en plena noche. Me imagino que los míos brillarían igual, ayude a tumbarse a Alba y me senté en su cama cociéndole la mano, entonces me dijo.

• Pensé que tú habrías tenido algo con Alizee o Colette.

Sonreí y cogí mi móvil, les puse lo que me había dicho Alba y si me daban permiso para contárselo, Alizee me contesto que adelante.

• Alba, Alizee y Colette son pareja desde hace cinco años.

• ¡En serio?

• ¿Si, te parece mal?

• Al contrario, me alegro muchísimo por ellas.

• Yo también me alegré hasta que empezamos a vivir juntos.

• Cuenta, cuenta.

Empecé a contarle que cuando empezamos a vivir juntos, hacia poco que habían empezado su relación. Eran insaciables, todas las noches escuchaba ponte aquí, pon esa pierna al otro lado, vaya chochito tan rico que tienes y todo eso aderezado con gemidos de distintas frecuencias.

Alba no podía parar de reírse, me gustaba mucho verla así. Se le forma una sonrisa que la hacía muy atractiva, me levante metí mano a un maletín que traje y extraje un portátil de él. Se lo di a Alba y le dije destrúyelo.

Mientras Alba encendía el portátil, llame a Alizee y Colette.

• ¡Chicas cuando llegáis?

• Acabamos de llegar a la estación, ¿por qué?

• Alizee podrías hacerme un favor y conseguirme los originales de estos documentos.

• Ese es el tío que pego a Alba, ¡no es así?, dalo por hecho.

• Gracias os pasó con Alba.

Le pasé el móvil a Alba y estuvieron un largo rato hablando y riendo, jamás volvería dejar que Alba perdiera la sonrisa otra vez. Cuando colgaron, Alba me comento que después de conseguir lo que les pedí, vendrían directas a darle un achuchón de oso.

Alba se puso manos a la obra, toda información digital de esa lombriz desapareció de todos los bancos de datos del mundo. Así de buena era Alba con un ordenador en la mano, no sé cuanto tiempo había pasado, pero tocaron la puerta y me puse en guardia.

Eran Alizee y Colette, se echaron encima de Alba abrazándola y besándola (en la mejilla, mal pensados).

Alizee se separó de Alba, mientras que esta se ponía al día con Colette, Alizee me entrego una carpeta con todos los documentos que le había pedido. Me maravillaba la facilidad que tenía para hacer su trabajo, según me contó que una vez entrando en los edificios oficiales, fue fácil hacerse con los documentos.

Bien, la lombriz yo no existía, si quería podía matarlo y no iría a la cárcel porque no puedes matar a nadie que no existe. Esa no era mi verdadera idea lo que yo quería es dejarle claro al mafioso, Alba era intocable si quería volver a conseguir que su hijo volviera a existir.

Tener a Alizee y Colette aquí me tranquilizaba, no me fiaba de ese mafioso. Tenía que encararle desde un punto de poder que le hiciera pensarse dos veces volver a intentar ir contra Alba.

Hablando y riendo llego la noche, Colette pidió quedarse esa noche con Alba, Alizee estaba de acuerdo, me despedí de Alba con un beso en los labios. Las dos chicas nos miraron con una sonrisa en el rostro, Colette me abrazo y me dijo al oído, ya era hora zoquete.

Salimos de la habitación, Alizee me miraba, pero no decía nada. Una vez fuera del hospital.

• ¿Desde cuándo?

• Ayer a la noche, me amaba tanto como yo a ella, fuimos unos cobardes los dos.

• Bueno, a Colette y a mí, también nos costó, ¡te acuerdas?

• Como para no acordarme, empezasteis a salir y a ser felices, en ese momento empezó mi infierno.

Alizee me dio un golpecito en el hombro, se reía a mandíbula partida. Cuando llegamos a mi casa, la limpiamos a conciencia entre los dos y dejamos preparadas, la habitación que compartirían las chicas y la que compartiríamos Alba y yo.

Cambiamos las sabanas, las puestas estaban limpias, pero tenían olor ha cerrado después de que la casa estuvo inhabitada durante diez años. Alizee se duchó mientras yo empecé a preparar la cena, a mí se me daba bien cocinar, pero lo de Alizee era arte culinario.

Cocinaba increíblemente bien, yo solía dejarle todo bien picadito, cuando se ponía el delantal sabías que ese día ibas a comer muy bien. Alizee llego a la cocina con un pantalón de chándal y la eterna camiseta que siempre llevaba en casa, desteñida de tanto lavar.

Se puso el delantal y empezó a preparar la cena, pensó en hacer más así sobraría y podríamos comerlo mañana. El móvil empezó a sonar, no me sonaba el teléfono, pero descolgué.

• Tenemos que hablar - el mafioso.

• Muy bien tú dirás donde.

• Hoy a la noche un coche pasará a recogerte.

• Bien.

Colgó el teléfono, yo me quede mirando el mío mientras pensaba, Alizee dejo de hacer la cena y me miro.

• ¿Quién era?

• ¡El mafioso!

• ¿Qué quería?

• Hablar conmigo, un coche pasará a la noche para llevarme ante él.

Alizee no dijo nada, no hizo falta. Su expresión me lo decía todo, estaba muy preocupada. Me acerque a ella y le dije que estuviera tranquila, cenamos con tranquilidad y espere a que vinieran a recogerme.

Prepare mi Beretta 92, no pensaba ir con las manos vacías. Si empezaban un tiroteo, podría defenderme. Sobre las diez de la noche tocaron el timbre, al abrir la puerta aparecieron dos armarios empotrados con caras de pocos amigos. Me dijeron que los acompañara y así lo hice.

Durante el trayecto ninguno hablamos, a mí me pusieron una capucha para que no supiera donde estaba la guarida del mafioso, tardamos unos tres cuartos de hora en llegar, gracias a nuestro adiestramiento, podía saber más o menos en que parte de la ciudad quedaba su escondite.

Cuando entre, me dijeron que tenía que entregar mi arma, me negué.

• ¡No pensarás que voy a permitir que entres armado verdad?

• ¿Ellos van a estar armados?

• Sí.

• Pues entonces olvídate de que te voy a entregar el arma.

• Tendremos que confiar el uno en el otro, ¿no es así?

• ¡Así es!

El mafioso estaba sentado detrás de una mesa elegante en un asiento de cuero, me invito a sentarme y empezamos la conversación.

• Que le habéis hecho a mi hijo, tiene las cuentas congeladas y dicen que no está registrado en ningún sitio.

• Digamos que es un seguro, por si se te ocurre ir a por Alba.

• ¿Qué quieres decir?

• Que tu hijo ahora mismo no existe para el mundo, podría tener un accidente y a nadie le importaría.

• ¿Tenéis intención de devolverle su identidad?

• Si, cuando el asunto por el que estoy aquí quede zanjado.

Me sorprendía que se mantuviera tan calmado y no intentara atacarme por haberme atrevido a hacerle eso a su hijo. Según me contó, se había asociado con otras familias mafiosas. Estas le habían pedido que recuperara ciertos objetos que la policía de distintos países les había confiscado.

En toda ellas había un denominador común, lo que teníamos que recuperar eran los libros de cuentas de las distintas familias que se habían asociado con el mafioso, uno de los libros estaba en Venecia, otro en Berlín, otro en Moscú y el último en París.

• ¡Puedes hacerme estos trabajos?

• En principio no habría problemas.

• Bien se te ingresará el dinero en la cuenta que tus nos digas.

• No quiero dinero, con esto Alba sale libre.

• Me temo que no va a poder ser, la necesito.

Se me hincharon las pelotas, él me dijo que con estos trabajos Alba quedaba libre, no me lo pensé ni un segundo. Saque mi Beretta tan rápido que pille a los gorilas mirando a las musarañas. Apunte al mafioso a la cabeza, el mafioso fue cambiando el color de su cara. Vio en mis ojos que estaba dispuesto a hacerle un agujero nuevo en el cuerpo.

Los gorilas sacaron sus armas y me apuntaron a mí, yo les miré y les dije.

• Bien chicos, más vale que tengáis buena puntería, si erráis el tiro, yo pintare esa pared con los sexos de vuestro jefe.

• ¡No te atreverás, no saldrías con vida!

• Bueno, tu seguro que no saldrías con vida, todo depende del aprecio que tengas por tu vida.

• ¿Qué quieres?

• Lo primero di a tus hombres que tiren las armas y den varios pasos atrás, su cercanía me está poniendo nervioso.

• ¿Haced lo que dice?

Los gorilas dieron dos pasos hacia atrás, yo puse mi pistola en su frente y le dije.

• No se me olvida que fuiste tú el que traiciono a mis padres y los de Alba, algún día pagaras.

Sonreí y apreté el gatillo, el mafioso sudaba copiosamente y cuando escucho el sonido del gatillo siendo presionado, creo que se meó encima. La recámara estaba vacía, esta vez solo era una advertencia.

• Dejaras a Alba en paz, o la siguiente vez la recamara no estará vacía.

Guarde mi pistola en la cartuchera y me di media vuelta, me pare en seco mirando a los gorilas que no me dejaban pasar, gire mi cabeza y mire al mafioso que hizo un gesto para que me dejaran pasar.

• ¿Cómo sabré que los trabajos están hechos?

• Yo me pondré en contacto contigo, tengo tu número.

• ¿Tengo que fiarme?

• No te queda otra.

Salí de ese sitio y me monte en el coche que me volvió a llevar a casa, cuando llegue Alizee me estaba esperando muy nerviosa. Más que se puso cuando le conté como había ido la reunión, me dijo que si estaba loco por amenazarle de esa manera.

Le dije que con nosotros no se juega, le demostré que no le tenemos miedo. Además nos necesitaba, si no conseguía esos cuatro libros de cuentas seria hombre muerto. Las cuatro familias eran las más poderosas de Europa, nuestro mafioso era un pez chiquitín en un estanque lleno de tiburones blancos.

Nos metimos pronto a la cama, quería subir pronto al hospital para poder darle el relevo a Colette, de esa forma ella podría bajar a descansar. Desayunamos copiosamente y nos montamos en el coche en dirección al hospital, cuando llegamos aparque. Nos metimos en el edificio y cogiendo el ascensor, llegamos a la planta donde Alba estaba ingresada.

Cuando entramos en la habitación Alba estaba dormida, yo me acerque a ella y le di un beso en la frente, Alizee beso a su novia y yo le di un abrazo. Colette nos contó que a Alba le darían el alta al medio día, según parecía las últimas dos pruebas que le hicieron por la noche habían salido bien.

Según el médico lo único que tenía que hacer era guardar reposo y eso lo podía hacer en casa, Colette me miro como diciendo si no tenía nada que contarle. Me imaginé que una vez salí por la puerta Alizee le habría llamado para contarle lo de mi reunión con el mafioso.

Le conté como me llevaron a un edificio que parecía una empresa abandonada y la conversación que tuve con el mafioso, lo de los cuatro libros de cuentas y que le apunte con un arma en la cabeza.

• Tú estás loco o que te pasa - dijo Colette.

• Tenía que demostrarle que no le teníamos miedo, además de esa forma he conseguido que deje en paz a Alba.

Colette me miro como si me quisiera asesinar, se levantó y cogiendo su chaqueta del armario, me dijo que bajarían las dos para dejarlo todo preparado para cuando bajáramos Alba y yo.

Les dije que si querían podían llevarse el coche, Colette me dijo que no, ellas cogerían un taxi. Preferían que llevara a Alba a casa en coche, así no tendríamos que esperar al taxi.

Alba despertó poco después de que Alizee y Colette se hubieran marchado, me miro muy sonriente y yo me agache para besar sus labios, le conté todo lo acontecido la noche anterior. Menuda bronca me echo por haber apuntado con mi pistola al mafioso.

Le comenté lo de los cuatro trabajos y los sitios donde tendríamos que robar los cuatro libros de cuentas. Llego el mediodía y le trajeron la comida, paso una enfermera para decirnos que después de comer pasaría la doctora para traerle el alta.

Una vez con el alta llegamos a casa, Alizee y Colette habían dejado todo preparado y tenían preparada la comida que nos sobró a la noche por si teníamos hambre. Yo les dije que no tenía hambre, pero que me daría una ducha. Mientras me duchaba estaba absorto pensando en los cuatro golpes que teníamos que dar y no me percate que alguien había entrado en la ducha.

Note unos pechos que se aplastaban contra mi espalda, era Alba una mujer de un metro setenta de altura, cabello castaño rizado hasta media espalda y unos ojos color miel que te perdías en ellos. Sus pechos no eran muy grandes, pero lo compensaba con unos bonitos pezones, tenía un coñito peludito, pero con el vello arreglado y un culo que era lo mejor de su cuerpo.

Me echo los brazos al cuello y me empezó a besar, después empezó a descender hasta que llego a mi polla que estaba más dura que una barra de acero. Me la despapucho y se la metió en la boca, llevaba mucho tiempo sin sentir el placer que me estaba proporcionando Alba.

La mamada de Alba me tenía a punto de correrme, la detuve y esta vez fui yo el que bajo hasta su coño. Empecé a lamérselo, enseguida empecé a escuchar los gemidos de Alba y como esta hacia fuerza con sus manos empujándome más hacia su coñito. No pudo aguantarse y se corrió en mi boca.

Como me pillo de improviso me atragante, me puse de pies y compartí su propio sabor con ella, Alba me echo los brazos por el cuello y de un saltito enrollo sus piernas en mi cintura, yo apoyé su espalda contra la pared de la ducha con mucho cuidado. Empecé a meterle mi polla, puso los ojos en blanco y su respiración se aceleró.

Cuando la tuvo toda dentro, empezamos un mete saca acompasado. Los dos jadeábamos mientras nos mirábamos a los ojos. Alba me pedía que le diera más rápido y más fuerte.

Al final nos corrimos los dos a la vez, después de recuperar el aliento nos duchamos el uno al otro y conseguí que alcanzara otro orgasmo con tres de mis dedos dentro de su coño. Ella como recompensa me hizo una mamada que llegue a pensar que me sacaría hasta el cerebro.

Cuando regresamos al salón, Alizee y Colette estaban viendo una película, nos miraron con una sonrisa y nos empezaron a vacilar. Después de cenar estuvimos mirando las cuatro ciudades donde teníamos que robar y decidimos que la primera seria Venecia.

Como Alba necesitaba reposo, decidimos que lo haríamos en dos semanas, durante ese tiempo organizamos el golpe y tranzamos un plan de huida. Durante esas semanas mi relación con Alba se fue consolidando.

Aviamos aterrizado en el aeropuerto de Marco Polo que se encontraba cerca de Venecia, mire a Alba y pensé que me hubiera gustado venir con ella en otras circunstancias. Ya estábamos aquí, preparados para dar el primer golpe.

Continuará.