Prologo: La Mexicana

Inicia la obra “Los viajes del erudito nocturno” con esta serie. Relato de cómo una hermosa mujer del D.F. y yo, nos lo montamos en la parte trasera de un taxi. Con taxista y todo. Estrella invitada: Sweetkitty.

NOTA: Puesto que es intención del autor ilustrar con suficientes detalles la historia antes de abordar las escenas eróticas, este relato ha sido dividido en 3 capítulos. Recomiendo la lectura del relato completo a quienes deseen seguir la obra, pero para los calenturientos que deseen saltarse los detalles y llegar directo al grano (por decirlo de alguna manera) se les sugiere empezar la lectura por el tercer y ultimo capítulo.

PRÓLOGO: LA MEXICANA.

Capitulo 1: Chat

Mi nombre es José Molina Clemente, hijo de José Molina Parra y Claudia Clemente Grillo, dos adinerados empresarios capitalinos. Mi padre es médico cirujano y director de la Clínica de Occidente, el negocio familiar. Mi madre es la dueña de la clínica, la cual heredó de su padre, mi abuelo, el señor Carlos Clemente Alvarado. Puesto que la clínica le ha traído prosperidad a la familia, mi padre siempre quiso tener un hijo al cual heredar su emporio.

Tengo 19 años. Cumplo 20 dentro de un mes. Mi cabello es negro al igual que mis ojos, lo que contrasta con mi piel blanca cual escupitajo. Dispongo de un cuerpo normal pues afortunadamente no hay gente obesa en mi familia, y si se preguntan por mi verga, mide 20cm tanto en exteriores como en cuartos fríos.

Existe una chica que me vuelve loco desde hace un mes. Su nombre de pila es un misterio aun. Se hace llamar Sweetkitty en foros y chats. Desde hace una hora estamos conectados a MSN. Ella quiere venir a Colombia a conocer Cartagena, Barranquilla y Aracataca, tierra natal de García Márquez.

Ella dice que tiene 19 también. Es morena de piel trigueña. Ojos grandes color café oscuro. Cuerpo menudo. Nunca la he visto, no se deja ver. Ni por webcam, ni foto. Solo un dibujo que alguien le hizo a lápiz 2B.

Hemos hablado sobre un posible viaje que ella haría este año, pero nunca me esperaba la sorpresa:

DefeñaporfavordeDios dice:

Nene te cuento que al fin me voy el otro mes para Colombia!!

Costeño19 dice:

No te creo!!! De verdad? Bueno, y donde te vas a quedar? A que parte vienes?

DefeñaporfavordeDios dice:

Pues como habíamos hablado ya. Me voy para Barranquilla y de ahí a Cartagena y después a Aracataca. Y de quedarme, pues no se. Talvez en algún hostalcito.

No se si creerlo. Mi tan deseada mexicana viene. No puedo dejarla quedarse en cualquier motelucho de mala muerte. No. Sobretodo pudiéndola recibir en mi casa. Pero MOMENTO: Proponerle algo así sería insultarla. De antemano establecería que su hospedaje en Barranquilla debía pagarlo con el coño. Es de mal gusto. Aun así ya lo habíamos hablado. Ella quiere conocerme y esta dispuesta a todo, o eso dice.

Poco a poco me armo de valor:

Costeño19 dice:

Por qué no te quedas en mi casa? Puedo prepararte mi alcoba y yo me voy a la de huéspedes.

DefeñaporfavordeDios dice:

Pues por mi esta bien. Gracias.

Capitulo 2: La Terminal

Ahora mismo estoy en el aeropuerto. Espero sentado en una banca junto al portón por donde saldrán los pasajeros del vuelo C. de México-Bogota-Barranquilla. Con gran expectación fumo un cigarrillo y miro la hora. Son las 4pm. Como no es de extrañar por parte de la aerolínea local, el vuelo esta retrasado.

Pasan exactamente 45 minutos 23 segundos y 2 décimas, hasta que cinco cigarrillos y tres miradas al reloj después siento el vuelco en el hígado cuando el vigilante de la Terminal, un tipo gordo untado en un traje azul como sacado de los 4 fantásticos, abre el portón. Eso suele significar que ya llegó el vuelo.

Me levanto y veo un raudal de gente amotinándose contra la valla de seguridad. Tras la valla, un muro de vidrio templado negro separa a los expectantes familiares de los viajeros y sus trámites legales. No soy bueno para esperar. De hecho aborrezco esperar. Así que me voy hasta 10 metros después del muro de vidrio, la valla y la exasperada multitud.

Mi mirada escudriña el dichoso portón. MI garganta está seca. Por fortuna, hay una cafetería a unos veinte pasos de mi actual sitio. Me acerco y compro una botella de agua y una goma de mascar con sabor a menta. Mastico la goma y bebo el agua. Nuevamente miro hacia la valla y me maravillo con lo que veo.

Una chica de escasos metro con sesenta, trigueña de pelo negro y ojos expresivos esta saliendo por la puerta de la terminal. Me tomo mi tiempo para examinarla:

Contextura delgada. Senos medianos. Una cintura de avispa reina que desemboca en una amplia cadera y una cola paradita. Delgadas pero largas piernas, como tallos de amapola.

Su vestimenta concuerda con la descrita ayer en nuestra última charla. Una blusa sencilla de tirantes delgados, un short pequeño de mezclilla y tenis. Yo tengo una camisa azul manga corta, jeans y tenis. Llevo también un cartelito en la mano diciendo: "Sweetkitty"

Al parecer me reconoce. Si, creo que si. Camina hacia mi. Me saluda:

-Hola, José, soy yo

-Por supuesto que eres tu, te ves preciosa.- Y en verdad lucia divina. Como una Lara Croft latina.

Nos fundimos en un abrazo de oso. Dos cibernautas conociéndose por primera vez. Me tiemblan las manos y los labios. Me da un beso en la mejilla. Me hubiese gustado que ese beso hubiese sido en la boca, pero me cobija la esperanza que mas tarde lleguemos a eso.

Ahora tomamos un taxi y pongo su maleta en el maletero. Le abro la puerta y ella lo aborda.

-Gracias

-No hay de queso, no más de papa.

Luego me lamento por haber dicho algo tan tonto. Entonces me subo al taxi junto a ella. Le digo al chofer:

-Viejo, a la calle 70 numero 68-55.

Ella ríe del chiste con una risita jiji. Yo pongo mi brazo alrededor de su cuello, subiéndolo sobre el espaldar del asiento. Ella nota mi nerviosismo y me dice:

-Tranquilo, que no te voy a morder.

-Ojalá muerdas. Finalizo.

Dicho esto, nos miramos el uno al otro. No pensamos llegarnos a conocer tanto por Internet, y vernos en persona es intimidante, pero parecemos conocernos de toda la vida, o hasta antes.

Sin decir más, tomo su cuello con mi mano y la halo hacia mi, besándola lentamente. Un beso lento y cálido como la temperatura de esta ciudad. Nuestras bocas se juntan, nuestras lenguas juegan en un beso solemne. Deseo que nunca se acabe y el tiempo simplemente se detenga en este instante perfecto bajo el sol de las 12m en la carretera Soledad-Barranquilla.

-¿Cuanto falta para llegar a tu casa?- Pregunta ella.

  • 45 minutos a esta hora, es hora pico.

-Significa que tenemos 45 minutos para besarnos.

Y dicho esto me hala hacia ella con su mano en mi oreja derecha. Sin importarnos el taxista seguimos besándonos como si fuese el ultimo minuto en que los besos fueran gratis y legales en el mundo.

Mientras nos besamos en el taxi en movimiento, involuntariamente dicho movimiento nos frota el uno contra el otro. Ella se recuesta al asiento y me hala, de manera que quedo encima suyo. Tiene las piernas abiertas y puedo sentir el calor que llena tu cuerpo concentrándose en su entrepierna. El taxista solo mira de reojo y no hace ningún comentario mientras nos comemos a besos en el asiento trasero.

Debido a la excitación los besos son cada vez mas rápidos y salvajes. Mientras con una mano agarro su cabello y con la otra sus senos por encima del top, Rápido, meto mi mano por debajo del mismo y juego a entrar o no entrar en su sujetador. ¿Digo sujetador? Vaya sorpresa, no trae sujetador. A ausencia de este, toco sus senos y juego con sus pezones como si estuviera sintonizando estaciones de radio. Su respiración se acelera. La mía también. Sigo apretujando sus senos y besándola como un convicto a su novia en día de visitas. Y el pobre taxista solo conduce mientras nos ve calentarnos.

Ella me responde con sus manos debajo de mi camisa, acariciando toda mi espalda mientras besa mis labios y cuello. Yo muerdo su oreja se ríe con la respiración entrecortada. Suelto su cabello y con la mano libre toco sus piernas voy subiendo gradualmente por ellas. Escalando desde su pantorrilla hasta la parte interior de su muslo derecho. Tiembla.

-¿Por que tiemblas?- Le pregunto.

No contesta.

No tiene caso buscar respuesta con palabras cuando ya me lo dice su cuerpo.

Sigo acariciándola y meto mi mano por el hueco del short en su pierna. Resopla y me muerde los labios mientras nos besamos y yo acaricio su coño por encima de sus braguitas, las cuales están calientes y húmedas por lo que me es fácil acariciar tu chocha y sentir su fuego interno.

Entonces le pregunto:

-Mi dedo está esperando recibimiento en la entrada del cielo, ¿lo dejas entrar?

No responde. Solo guía mi mano mientras me planta un beso que me quita la respiración.

Entonces mi dedo retoza en los labios de su vagina mientras devoro su boca. Gime y se descontrola mientras continuo acariciándola. Sus labios recorren el camino de mi oreja a mi cuello otra vez, mientras una de sus manos sigue arañándome la espalda y la otra trata de abrirse paso dentro de mis jeans.

Estamos en ese juego y sin darnos cuenta, ya hemos llegado a mi casa. El taxista solo nos estaba mirando por encima de su asiento. Con un hilo de voz nos avisa:

-Chicos, ya llegaron.

-No, aun no llegamos, pero gracias por su preocupación.- Responde ella.

Riéndonos, pago la tarifa, nos bajamos del taxi y tomo su maleta del maletero. Ella dice:

-No puedo creer que esos fueron 45 minutos.

-El tiempo pasa volando cuando haces lo que te gusta.- Explico yo.

-Y con quien te gusta.- Finaliza ella.

Música Incidental: Andrés Cabas-Tu boca.

Capitulo 3: El polvo

-¡Que calor! - Suspira ella.

-Es como si viviéramos en el infierno.-Exclamo yo.- ¿Quieres algo de tomar?-propongo

-¿Qué tienes?- Pregunta casi jadeando.

-Tengo Sprite, Coca-Cola, Agua, jugo de guayaba, mango

-Coca-Cola esta bien.-Me silencia.

Le sirvo un vaso de gaseosa con hielo y me sirvo uno yo también y nos sentamos bajo el abanico de techo en la sala. Rápidamente nos refrescamos al acabar el precioso líquido negro.

Nos besamos nuevamente, y nos juntamos esperando apagar ahora la calentura que nos arrebató en el taxi. Le levanto por la cintura y la beso mientras la llevo al sofá, donde la dejo caer y me monto encima suyo.

Nos trillamos a picos mientras retiro su top por encima de su cuello. Me quita la camisa botón por botón. Hecho esto le quito la correa y desabrocho su short. Lo deslizo hacia abajo. Veo sus braguitas color blanco. Están mojadas en el fondo, al parecer está tan cachonda como yo.

Dejo su short a la altura de sus rodillas, que quedan juntas. Pongo el pecho en ellas, y me quito la correa. Desabrocho el Jean y la corredera baja hasta el pegue. El Jean cae al suelo y me quedo en boxers. Ella me los baja y descubre mi verga, dura y erecta.

Nos miramos a los ojos y la pongo a la entrada de su coño.

Acaricio su clítoris y divido sus labios con mi verga mientras la froto hacia adelante y hacia atrás en su chocho.

-¡Olvida la brocha, métela ya!- Reclama ella.

Entonces con un empujón suave me abro paso a través de sus labios e introduzco la punta de mi pinga. Sus facciones revelan extrema excitación y alcanzo a ver que le empieza a gustar.

Me hago hacia atrás y con un empujón mas profundo introduzco la cabeza de mi verga en su vagina húmeda y caliente, que aprisiona mi pija como una flor carnívora a una mariposa merodeadora.

Nuevamente me muevo hacia atrás y empujo hacia adelante introduciendo media verga, mientras acaricio sus senos juntándolos. Ella recorre mi espalda de arriba a abajo mientras me mira a los ojos.

Vuelvo a irme hacia atrás y veo sus ojos blanquearse y sus piernas tiemblan. Sus uñas se clavan en mi espalda al ritmo que introduzco tres cuartos de verga en su apretado y ardiente coño. Ella da un saltito hacia delante.

Gime y me clava las uñas nuevamente, acaricio su barriga con una mano, y la otra la sitúo en su trasero. Dejándome caer encima suyo, introduzco el resto de mi pija. Entonces siento sus espasmos en mi trola.

Como una antena en una tina,

Dura como el metal,

Húmeda como el café,

Electricidad en la punta de mi verga,

Me siento en el cielo. Retiro medio pistilo y vuelvo al ataque. Sus vellitos depilados cepillan los míos como cañones perforando el casco de mi barco. Me gana. Yo la penetro pero sus puntiagudos e infinitos pelos se clavan en mí, lo que me excita más aun. Entonces le quito el short que tenia en las rodillas, abro sus piernas y en un ritmo bestial le penetro mientras la beso, devorando sus labios como si de una fruta se tratasen.

Continúo penetrándole y comiéndome su boca mientras acaricio sus senos y su barriga. Siento la proximidad de su orgasmo por su agitada respiración y el sonrojo que se pinta en su rostro y piel.

Estamos sudando y el calor es intenso. El ambiente huele a sexo. A cachondez.

La penetro rápido y furioso, profundo y duro. Su hueco caliente y apretado se ajusta a mi verga. Entonces grita y su espalda se arquea, dejando sus hombros y su culo en el sofá y el resto de su columna en el aire.

Coger con ella es como meterle la verga a un tornado. Agitado, húmedo y salvaje.

No lo resisto mucho más y acabo copiosamente llenando su vagina con mi semen. Su coño palpita. Mi verga me hace como teléfono ocupado mientras continuo eyaculando como los cochinos. Al peor estilo de los bukakes japoneses.

Mientras estoy sentado en el sofá recuperándome, ella se limpia el coño con las braguitas. Son las 7pm y el hambre hace que nuestras entrañas crujan. Esta noche cenaremos fuera.

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Agradecimientos especiales a Sweetkitty: Tuyos el personaje, la historia y la inspiración. Mío el placer de conocerte.