Prohibido
Quién controla esto?
Con la mirada perdida en la imagen que ofrecía Madrid en un caluroso día de verano, recordaba los dulces momentos que había estado viviendo minutos antes Ella, dormida de lado en la cama, dejaba ver las largas pestañas que posaban en sus ojos su pelo negro y ondulado caía por las sábanas blancas impolutas, típicas de hoteles. Ahora yacía tranquila, relajada hace unos instantes estaba gimiendo de placer, gritando mi nombre jadeando que siguiera dentro de ella su cuerpo se estremecía, temblaba, mis manos no daban abasto para tocar todo lo que quería tocarle
Siempre le hacía el amor como si fuera a terminar el mundo mañana
Mis sensaciones se mezclaban con cada centímetro de su piel. Por un lado me sentía mal, muy mal por lo que estaba haciendo pero por otro lado el placer que me proporcionaba era tal que nublaba mis sentidos. No podía pensar cuando tenía su aliento en mi cuello cuando sentía su humedad en mis labios. Quién se podía negar a eso? Yo no podía
Cómo empezó esto? Pues no lo sé. No podría poner en orden los momentos, o ese momento de decir, ahora es el momento. No lo sé. Perdí la cabeza quizás. O perdí más que eso. Pero gané mucho, la gané a ella. Ella me quería, me amaba y yo me aseguraba de que fuera mía nada más.
Recuerdo cuando la tuve la primera vez en mis brazos como mujer. Su cuerpo tiritaba. La desnudé tan despacio como pude aguantar lo que tenía dentro de mis pantalones sus ojos me miraban acusándome de algo que habíamos planeado los dos. Toqué sus pechos, redondos, pequeños cabían perfectamente en mis manos. Bajé por sus labios, pasando por cada rincón que me ofrecía, que me entregaba a mí tal y como hizo con su virginidad me la dio, me la regaló para que yo la disfrutara sus piernas se abrieron dándome una visión perfecta de su entera perfección su sexo era de un color rosado, desprendía un olor nuevo, a piel excitada brillaban unas gotas de flujo era una cueva oscura, cerrada lista para que yo entrara por primera vez.
Clavó sus uñas en mis brazos cuando posé mi miembro en su entrada. No puedo describir ese sentimiento. Sencillamente increíble. Sencillamente genial.
Desde entonces hacer el amor con ella es cada vez única. Ella es única. Ella es preciosa, una flor, es mía, es perfecta pero
- Papá, qué haces ahí?
- Nada cariño, mirando por la ventana. Madrid está sola en verano. Las avenidas tan grandes y no hay nadie.
- Anda ven aquí. Aun nos queda un rato para irnos.
- Sí
Me volví a colar entre sus largas piernas, rozando la gran suavidad de sus glúteos, de su firme trasero besé sus labios, mi lengua atravesaba sin piedad su boca mientras mis manos atinaban a apuntar al lugar que me desbordaba la embestí con tanta fuerza que un grito llenó la habitación ya estaba dentro de ella, ya era de nuevo mía. Adoro su vientre cuando su respiración se agita moriría amándola
Es nuestra historia, no está bien, no es una relación perfecta, pero es la nuestra y es la que nos hace feliz. No puedo concebir un día sin amarla. Lo siento, siento que esto sea un delito, yo no elegí enamorarme de la única persona de la que lo tenía prohibido. Ella no quiso fijarse en el hombre que le había dado la vida. Pero ¿quién controla eso?