Profesora castiga a alumna

Una joven tiene harto a todo el profesorado y una profesora decide ponerle fin

La joven alumna de nombre Raquel no había parado de dar problemas en la escuela, desde pequeñas bromas hasta alguna que otra agresión. Pero su padre era un hombre de negocios importante y con gran influencia. Su cabello largo y castaño, sus curvas y su escote que sobrepasaba lo permitido por el reglamento de la escuela agotó la paciencia de una de sus profesoras. Después de clase se quedó a solas con ella, nadie más había en el instituto superior donde se daban cursos hasta para mayores de 25 años.

Alba, la profesora de matemáticas era rubia, pelo corto y un cuerpo bien cuidado y ejercitado que captaba todas las miradas por los pasillos.

—¿Qué coño quiere vieja?—le preguntó sin mirarla y con los ojos en su teléfono.

—Tu comportamiento requiere...de un trato...''especial''—dijo agarrando su móvil.

—¡Oiga, devuélvame eso!.

La mujer evitó las manos de ella y le dio un fuerte bofetón que la tiró al suelo. Luego, tranquilamente guardó el aparato en el cajón.

—Vas a aprender por las malas—su sonrisa asustó un poco a la joven.

—Mi...¡mi padre se enterará de esto!—dijo ahora confiada. Todos los profesores se asustaban ante esa frase, pero ella no.

De un gesto rápido la levantó del suelo y le dio un fuerte rodillazo en su coño haciendo que soltase un gemido de dolor. Raquel intentó llevarse las manos a su vagina golpeada pero no pudo ya que con gran rapidez, la profesora la ató a la mesa. Ahora, amarrada y tumbada encima de la madera y boca abajo, trataba inútilmente de soltarse.

—Puta...zorra...—el dolor de su entrepierna seguía ahí.

—Todo el departamento del profesorado está hasta los huevos de ti—le bajo las bragas hasta las rodillas y levantó su falda dejando sus preciosas nalgas al descubierto.

Ella acarició, apretó y manoseo bien aquellas blandas nalgas.

—¿Qué cree que está haciendo?, le digo que me suelte—un azote cayó—¡auch!.

Alba continuó azotando suavemente aquel culo aunque a medida que pasaban los minutos, fue aumentando la intensidad. Pronto, el color se tornó rojizo. La mujer besó aquellas nalgas y luego introdujo sus dedos en el coño de la joven que sintió cómo ella jugueteaba agusto con vagina.

—¿Te sientes mal?—preguntó con tono erótico.

—Mi...mi...mi padre...—ella la agarró del pelo y la tiró hacia arriba.

—Tú padre no se enterará, no creo que le cuentes lo que va a pasar hoy—dijo sonriente.

De pronto la puerta de la solitaria clase se abrió. Era Fernando, el conserje.

—¡Conserje!—dijo alegre—¡está mujer quiere abusar de mí!—el verle allí era una forma de salvarse.

—¿Es eso cierto?—preguntó en un tono serio.

—Si...—pero Raquel vio que estaba sonriente.

Fernando se acercó hasta la mesa y se bajó los pantalones y a continuación sus calzoncillos dejando sus testículos y morcillona polla al aire. Enseguida la restregó por su culo mientras comenzaba a gemir.

—Me has dado muchos quebraderos putita, es hora de pagar y que indemnices con tu cuerpo—dijo—gracias Alba.

—Él y yo somos amigos de la infancia.

Fernando al tener su polla erecta por completo no dudo un instante en meterla por su vagina haciendo que diera un grito de dolor.

—¡Basta!—gritaba ella.

—¡Oh sí, vamos joder!—decía esté teniendo sexo con ella.

Alba le quitó el resto de la ropa a Raquel dejándola desnuda por completo. Luego agarró la regla que usaba para dar clase y comenzó a golpear los pezones de la joven que pedía entre lágrimas que aquello cesará.

—¡Toma esto...y esto!—la mujer también le daba en la cara haciendo que sus mejillas se pusieran rojas mientras Fernando empotraba aquel coño.

—Me...me...¡me corrooooooo!—dio un gran empujón y soltó toda su leche en su interior dejando a la joven llena por completo.

Raquel estaba ida, con la mente en blanco cuando fue llevada al gimansio y sujetada en una barra quedando completamente abierta de piernas y expuesta. Cuando recuperó el sentido, suplicó que la liberasen pero Fernando y Alba no estaban dispuesto a ello.

El hombre tomó aire e impulso y le propinó una fuerte patada en su coño que hizo gritar con intensidad a la chica. El quejido resonó por todo el vacío gimnasio. Alba le dio otra, luego él y luego ella. Así hasta que vieron que estaba morado.

—¿Ya no te parece tan gracioso eh?—preguntó esté—cuando me diste aquella patada y te burlabas...—quiso darle otra pero la mujer le detuvo.

—Ya ha aprendido.

Alba llevaba un dildo atado a su cintura, listo para empotrar. Si el hombre introdujo la suya en la vagina, ella penetró su culo. Pero Raquel ya no tenía fuerzas mientras la mujer penetraba su culo y azotaba sus nalgas.

—¿Te gusta?—la estiró del pelo mientras la cabalgaba—espero que esto te sirva de lección.

Fernando desnudo de cintura para abajo volvió a tener una erección mientras veía aquella escena. Además, aquel traje de profesora, escotado y con esas piernas a la par de que estaba desnudo, le excitaba y no dudó en meter su polla a la joven.

Raquel solamente se dejó llevar para que aquello terminase cuanto antes. Fernando apenas aguantó unos pocos minutos mientras que el castigo por parte de la mujer continuó hasta pasado dos horas y cuando vio que su culo ya no admitía más.

A la última hora del día siguiente y cuando ya no había nadie en el instituto...

—Venga que aún te queda un tramo—dijo la mujer.

Alba caminaba por los pasillos de aquel lugar con una correa y Raquel en el suelo yendo a cuatro patas como un perro. La cadena le tiraba del cuello pero en su cara solo quedaba resignación. Estaba quebrada por dentro y solo obedecía todo lo que le mandaban. Además de que podían sacar a la luz sus fotos desnuda y era algo que no quería.

Fernando no tardó en aparecer con una erección visiblemente en sus pantalones.

—¿Me la prestas?—preguntó.

—Claro—le pasó la correa.

—Vamos...tengo un trabajo para ti—dijo agarrando su paquete.

Alba por su parte regresó a clase a corregir unos exámenes. No sin antes masturbarse pensando en lo que estará haciendo su amigo a su alumna.

—A veces hay que usar métodos...especiales—pensó con una sonrisa.

A partir de ese día, la rebelde de Raquel mejoró su comportamiento. Y no fue la única...o el único aunque eso...es otra historia.

Espero que les haya gustado este pequeño e intenso relato. No duden en mandarme sus opiniones jejeje. Ya sé que es diferente ya que siempre castigo chicos pero a menudo esta bien cambiar, ¿no creen?.