Profesor y Julia la del molino
Luego tomada por el moño la obligo a pararse y camina hacia el dormitorio, no la dejo pensar, rápidamente desabrocho su vestido, el cual resbala hasta el suelo.
Profesor y Julia la del molino Luego tomada por el moño la obligo a pararse y
camina hacia el dormitorio, no la dejo pensar,
rápidamente desabrocho su vestido, el cual resbala
hasta el suelo,
Llevo seis meses y en la escuela me avisan los profesores antiguos que ellos jubilan a fines de año y quien se queda a cargo de la escuela seré yo. Por lo tanto de aquí a tres meses tengo que aprender todo el rodaje de estar a cargo de la escuela.
Me acerco, ya que estoy solo a Julia, la molinera que cojea, y como era amiga de Ximena, sospechaba lo que entre nosotros pasaba entre Ximena y yo, pronto ella empieza a reemplazar a esta en las visitas a la escuela, más aun cuando su marido es bastante mayor 51 años contra 29 de ella.
No pasan más de tres visitas y la tengo en el despacho-dormitorio y una media hora después ambos estamos sobre mi cama refocilándonos uno sobre el otro. Al principio no me dejaba hacer nada por temor, trataba de meter mis manos bajo su camisa y me lo impedía, luego se fue soltando, al cabo de la hora estaba sobando sus pezones y masturbándola con un dedo en su vagina, se revolvía de enajenación de saber que pronto otro miembro, y no el de su molinero, el que la estaría recompensando de sus apetitos de culminación carnal, como lo deseaba, quería sentirse penetrada por un pene fogoso y duro, no como el de su marido medio lacio. Besé y lamí su clítoris y luego suavemente la fui penetrando con mi miembro, lloraba, no sabía si era de goce o de malestar, pero me tenía apretado a ella con sus brazos y piernas, casi sin permitirme moverme, pero igual le ingresaba y ensanchaba mi miembro sus genitales. Sentía ella, que la estaban partiendo, pues mi pene según me contó después, era más gordo y más largo que el de su marido además este estaba durísimo al desgarrar sus entrañas cuando se abría camino en su penetración. Transcurrido un tiempo unos lamentos y suspiros empezaron a salir de su boca al aproximarse su culminación del trance amatorio, con un aullador orgasmo, que tuve que callar con mis labios a través de un beso, por que creo se escuchó hasta en el camino, al tiempo que regaba su sexo con mis cascadas de secreción de espermatozoos.
Rico, dijo nunca me habían deleitado así de rico, si hasta llore de felicidad, ahora sé por que te visitaban tan seguido, dijo, pero ahora eres solo para mí, solo yo te visitaré y nadie mas.
Por supuesto me visitaba dos y tres veces por semana, cuando su marido salía a buscar o dejar mercaderías era después del horario de clases, llegaba hasta mi dormitorio sediento de sexo. Allí estaba ella, al segundo mes tenia, en su barriga, un ser fecundado en esos perturbadores instante de embriaguez carnal.
Finaliza el año escolar y vuelvo a casa de mis padres en la capital por unos dos meses, claro que vuelvo con poco dinero, pero ellos felices de verme. Transcurrido estos días me entra el bichito y comienzo a pensar en Julia, en la primera semana la encuentro, se sorprende, pero está feliz de verme , me presenta a la bebé, quedamos de acuerdo para vernos dos días después , al encontrarnos tuvo que traer a la beba para que no sospechara su molinero, la invito a mi dormitorio, se resiste al comienzo, luego cede, me acompaña y mientras nuestra beba duerme en un sillón, nosotros llegamos al olimpo, después de casi dos meses sin vernos, a la cama donde duermo le salieron varice, en esos días. Nos juntamos por tres días seguidos en donde la recorrí desde la punta de los dedos de sus pies hasta su cabeza; el primer día la tomo del pelo la obligo a mirarme y al abrir su boca para decir algo, apoyo mis labios sobre los de ella e ingreso mi lengua buscando la suya , ni se queja , luego tomada por el moño la obligo a pararse y camina hacia el dormitorio, no la dejo pensar, rápidamente desabrocho su vestido, el cual resbala hasta el suelo, saco con una mano sus pechos del sostén, comienzo a comérmelos chupándole sus pezones, brama con un ataque de nervios, que no sé si es de pasión o de furor, cae sobre la cama mientras sigo sujetándola del moño con la otra mano saco sus prendas interiores al tiempo que saco de mis ropas a mi vigoroso órgano que está como una tranca duro y tieso, además de ansioso de probar a la fémina en cuestión que se desmorona, rompiendo en llanto, pataleando me dice descárgame, hazme tuya, entiérramelo, desgárrame, hazme tu hembra, apretándome contra su cuerpo, con sus desiguales piernas enterrándose ella sola el pene hasta las profundidades de su entraña sexual y gemía pidiendo mas , mas., al tiempo que lanza un fuerte y ronco gruñido de complacencia; no me quedo orificio sin profanar, con mi miembro , útero, ano, boca y sus senos recibieron la pasión de mi pene, llenándolos de semen. Los otros días sin ninguna prisa disfrutamos alternando caricias, besos; chupo sus pezones hasta endurecerlos, etc. la hago sentir mía y a su vez soy seducido por su cuerpo.
Al volver a la escuela soy ahora el que la dirige y me mandan tres profesoras, dos jóvenes de 19 y 20 años y una mayor de 34 castigada, las jóvenes inexperta y a todo dicen si y respetuosas, la otra media alborotadora, la tomo y la llevo a conversar, le digo porque esta molesta, y responde que es así por que su marido la boto por otra mas joven y ella no pudo darle hijos, cuando ella lo que mas desea es tener uno el desgraciado tiene 40 años y se cree un gigoló atractivo , quedo sorprendido de su sinceridad. Le propongo un trato, tú Mónica no alborotas y yo te apoyo en todo. Mirándola con detenimiento no esta mal, veremos que pasa con el transcurso de los meses.
Lo que temía ocurrió no pasaron ni dos meses cuando estaba enredada con Mónica esta era pequeñita, pero su cuerpo tenía fisonomías proporcionadas, quizás no tenía mucho culo, pero eso importaba poco. Sus tetas eran estupendas, no tan grandes pero sí proporcionadas.
Cogí sus senos desde abajo, como si quisiese ser un soporte para ellos, y se entretuvo elevándolos y dejando que se deslizasen entre sus manos. Acerque mi pene hasta su boca. Notaba como mi miembro resbalaba por su pecho, Mónica se apretaba mientras mi pene mientras pasaba por entre sus tetas para terminar en su sexo que la recibió con ansias. Me incorporé ligeramente para poder ensartar mejor a este manjar, mientras notaba la boca de mi compañera rozándome alternativamente mis labios y mi cuello. ¡Como lo disfrutábamos! Cuando pensé que por fin se rendiría y podría penetrarla mientras la besaba alternativamente cuello boca. Mónica me decía de que llegue había soñado con esto. Mis dedos entraban y salían de su cueva sexual acompañando a mi miembro, que notaba ardiente y deseoso de una profunda penetración. La muy puta de Mónica no paraba de gemir. Yo alucinado en la oscuridad le quité las tapas que la cubrían y comencé a acariciarla. Tampoco tardó demasiado en ponerse a tono. Era evidente que estaba esperando el momento de que apareciera un nuevo dueño para poder entregarse con placer y ánimo al coito. Cuando noté que estaba a punto de correrse, mi boca busco su boca, no deseaba todavía que su leche se mezclaba con mi leche en sus entrañas. Ella se acercó a mi oído diciéndome, no me imaginaba que un hombre joven copulara de maravilla. Tenía 34 yo pisaba los 24 años.
Desesperado por satisfacerla besaba su cuello, su boca, sentía sus labios carnosos y suaves, pero lo mejor eran nuestras lenguas, las metíamos en la boca buscando la otra lengua, cuando se encontraban, jugaban de manera excitante nuestros cuerpos se electrificaban, sus senos estaban libres listos para que yo los acariciara y me los succionara, eran suaves y con su pezón duro, duro por la excitación, los tiraba por sus pezones, bajaba perezosamente por su pecho hasta llegar a aquel par de tetas, que delicia, empezaba a mamarlos suavemente, que senos mas deliciosos.
La tome de la cadera y la empecé a penetrar con mi pene duro. tirándola hacia mi se lo metí en la vagina, sentí como sus nalgas golpeaban mis caderas, comenzamos el juego de la entrega, en ocasiones abría sus ojos y me dejaba ver en ellos como estaba gozando, yo aprovechaba esto y acariciándola de su pelo mientras azotaba con fuerza su monte de Venus contra mi verga, no podía creer como gozaba esa mujer con mi miembro, entraba poco a poco mientras ella gemía entre un poco de dolor y mucho de placer, cuando por fin entro toda y sus entrañas se acostumbraron a mi miembro pude meterlo sin compasión, entraba, salía mientras ella gemía y gemía adolorida de placer. Empujaba sin demasiado ímpetu tumbado encima de su cuerpo, cabalgándola a mis impulsos, disfrutando cada una de mis embestidas como si esta fuese la última. Deseaba satisfacerla por largos minutos.
La habitación era una pieza llena de olores, susurros y ayees de placer, mientras realizábamos el acto amatorio por mas de veinte minutos de cogida, no parábamos, no se cuantas veces ella acabó, pero dos veces mojé sus entrañas dándole con todo , después nos duchamos. Ese año tuve dos amantes que recompensaban a mi pene.