Profe sustituto y alumna traviesa

Me he dejado llevar por los encantos de una adolescente y a ella le ha complacido mi reacción.

EL SUSTITUTO.

En época de exámenes, como estamos ahora, no se pueden perder días de clase. Mi mujer, profesora de mates, se ha torcido el tobillo y me ha pedido que la sustituya durante un par de días en su clase del instituto.

Aunque hace tiempo que perdí el contacto directo con los alumnos de este nivel, he accedido pues siento nostalgia.

Durante la mañana todo se ha desenvuelto con normalidad, a excepción de la sorpresa que ha causado mi presencia en la clase 3A. Es un colegio privado y en ésta clase estaba lleno de adolescentes.

Me ha costado ganar su aprobación, pero al final todo ha salido bien. Aunque soy un hombre equilibrado me ha llamado mucho la atención como a las chicas les encanta la provocación. Seguras del atractivo de sus jóvenes cuerpos, llenos de vida y rebosantes de sensualidad, han disfrutado de lo lindo tratándome de poner en aprietos.

Aunque he tratado de disimular, en el fondo lo han conseguido. La sabia naturaleza les otorga a esta edad el máximo de encanto sensual. Con el tiempo este se traduce en sofisticación, pero ahora todo es instinto primario.

Dejándose llevar por las modas y sin pensárselo mucho visten de manera  que sus encantos naturales quedan muy resaltados,  y potenciando mucho la voluptuosidad de sus curvas. Me ha gustado mucho sus pantalones ceñidos, sus camisetas que dejan ver el vientre o el detalle de enseñar el borde superior de sus braguitas por encima de la cintura del pantalón.

Todavía no lo saben, pero todas tienen un potencial erótico enorme. En fin, me he sentido figuradamente rodeado por mujercitas muy atractivas.

Una de ellas me ha cautivado especialmente, por su mirada cálida, su sonrisa franca y ligeramente tímida. Su caminar me ha convencido sobre lo adecuado de mi elección.

Sus formas redondeadas y tremendamente femeninas, se mueven muy sensualmente. Adivino que le debe encantar el baile y seguro que bajo el influjo de la música debe tornarse en musa del encanto y la seducción.

Ha pasado la mañana y lo he pasado francamente bien.

Después del almuerzo me he pasado por la sala de profesores a descansar un poco mientras el resto de mis compañeros siguen en la cafetería.

Sin darme cuenta, estando a solas en el despacho, me ha venido a la mente la visión de mis alumnas. Me he dejado llevar y enseguida en notado como un buen bulto crecía bajo mi pantalón. Debo ser un poco viejo verde, pues antes nunca sentí una sensación parecida, pero no me desagrada.

Cierro con llave el despacho. Me quedan más de 45 minutos de descanso hasta que vuelvan los demás. Me siento en una butaca grande y me acomodo. Me siento adormecer y sin pretenderlo se inicia un desfile ante mí de todos los detalles que antes os contaba, sus bonitas curvas, su desenfado, sus gestos provocativos, sus movimientos de labios, sus lindos culitos…

El bulto sigue creciendo y mi mano va a su encuentro. Por encima del pantalón marco su contorno. Realmente tengo una respetable erección. Me siento un tanto culpable, esto no se debe hacer,…pero me da tanto gusto.

Desabrocho el botón del pantalón y bajo lentamente la cremallera. La mano se coloca por encima del slip sobre mi polla. El calor de esta ya traspasa la tela. Me la acaricio levemente.

Si no paro ahora, terminare masturbándome como un chaval…Como un destello, la imagen de la cara y el cuerpo de la dulce chica que os describía antes, pasa por mi mente. Esto me acaba de decidir.

Me bajo el pantalón y el slip por debajo de las rodillas, quedándome prácticamente tumbado en la butaca. Enfrente solo hay un armario grande con la puerta entreabierta, pero a mí me parece que estoy delante de una visión fantástica con mi dulce chica.

Me cojo la punta muy hinchada y caliente con toda la mano, la acaricio lentamente y me siento estremecer. Bajo la piel, poco a poco, hasta el fondo, haciendo mostrar toda su largura. La subo nuevamente y la mano me tropieza con el borde del capullo. Me lamo la palma de la mano y la restriego por la punta.

Repito la operación varias veces hasta que queda bien llena de saliva. Ahora los movimientos, se hacen acompasados y alegres. Arriba y abajo…unas cuantos movimientos….pausa…y una nueva serie.

No tengo ninguna prisa y me recreo con mi masturbación secreta igual como si fuese un chaval de la edad de mis alumnas. Estoy seguro que no se lo contare ni a mi mujer.

Me recojo los testículos, los aprieto levemente, uhmmm que gustito…vuelvo a mis masajes y disfruto como si fuese la primera vez.

Mi mano se va animando, y cada vez con más determinación e ímpetu sube y baja. Coloco la mano en forma de canal y con mucha parsimonia inicio unos suaves movimientos desde la base del tronco hasta la punta. Restriego la palma de la mano por la punta y vuelvo a empezar.

Me la cojo rodeándola bien con la mano. La desplazo hasta abajo del todo, haciendo golpear el borde de la mano con los huevos. Luego la subo lentamente….hasta que mi mano pasa por encima del borde del capullo y lo tapa parcialmente.

La vuelvo a bajar y a subir varias veces, cada vez más animado .Los movimientos se aceleran, mi respiración se entrecorta y yo mismo me animo gimiendo y suspirando de gusto.

En la soledad del despacho me abandono un poco, retorciéndome exageradamente en la butaca y resoplando cuando me acerco al límite. Es tan grande la excitación, que me la froto casi con violencia y tan rápidamente como puedo.

Irremediablemente llega mi orgasmo, intenso, salvaje y arrollador. A duras penas logro contener con la mano el largo chorro de leche que sale, mientras me deshago en gemidos. Apresuradamente busco un pañuelo con el que limpiarme.

La puerta del armario chirría y se mueve un poco. A continuación un sordo ruido viene del interior. Sorprendido y atemorizado me pongo los pantalones y me acerco con cuidado hasta el armario.

Alargo la mano y abro la puerta de un tirón. Una de las chicas, medio agachada y escondida en un rincón del armario me mira con cara de susto. No sabe que yo estoy mucho más asustado que ella.

La hago salir. Precisamente es la dulce chica dulce que tan buena impresión me causo esta mañana, con su expresión agradable y atractiva. Casi al mismo tiempo, ambos empezamos a balbucear nuestras explicaciones.

Ella me explica que ha entrado al despacho de profesores a coger la copia del examen de Lengua para copiar, y yo que todo ha sido un arrebato, que lo siento mucho, y que no esperaba encontrar a nadie.

Unos instantes después, nos serenamos un poco, casi al unísono nos perdonamos nuestra falta, nos sonreímos y tratamos de recobrar la normalidad.

Esto no será posible, puesto que ambos mantenemos un altísimo grado de excitación. Ella me mira suplicante tratando de conseguir algún remedio para el fuego que la consume. Yo no me puedo negar ante una petición tan convincente…además “algún precio tendrá que pagar por el espectáculo vivido…y por aprobar Lengua”.

Nunca antes tuve la sensación tan fuerte de tomar el fruto prohibido, ...pero es tan apetitoso. Apoyo mi mano sobre su bajo vientre y la deslizo por encima de la ropa buscando su entrepierna.

Mª José, que así se llama mi mujercita, temblorosa se deja acariciar y se muerde los labios para evitar un gemido de placer, al sentir mi mano sobre su chochito.

La obligo a darse la vuelta. Queda de pie, de espaldas a mí, con las manos apoyadas sobre la mesa y las piernas entreabiertas. Me pongo detrás, la cojo por la cintura y aprieto mi cuerpo contra el suyo, haciéndole notar sobre su culito el bulto de mi pene.

Lentamente mis manos recorren hacia abajo sus caderas hasta llegar a la tibia piel de sus muslos al terminar la faldilla. Vuelven hacia arriba pero esta vez en contacto de su piel.

Llegan a los glúteos y a la braguita. Meto mis dedos entre la piel y la tela y las bajo despacio. Un culo redondeado, grandecito y muy bien dibujado aparece ante mí. Me encanta…acerco mis labios y lo beso. Luego deslizo el dorso de la mano desde las curvas inferiores hasta recorrerlo por completo.

La piel es de una suavidad exquisita y se merece las más delicada de mis caricias. Con ambas manos, con mucho cariño, le separo un poco los glúteos y aparece ante mí su rosada vagina. Al final se ven los pelitos oscuros y rizados que la adornan.

Paso el dedo medio por encima de la rajita y se me humedece, ¡ qué ricura!. Con una mano, hago girar a Mª José, para que me enseñe mejor su chochito.

Ahora el pudor y las precauciones ya no sirven de nada, estamos lanzados. Ella se sujeta la faldilla y yo le separo aún más las piernas para disfrutar de tan linda visión.

Apoya su culo desnudo sobre la mesa y deja este rico manjar para que lo disfrute. Pongo mi cara entre sus piernas, aspiro su aroma encantador y saco la lengua. La paso plana y blanda por encima de la rajita.

Se estremece y gime de placer. Me separo un poco y vuelvo a lamer de nuevo. Me lo voy a comer enterito!.

Saco de nuevo la lengua, esta vez dura y puntiaguda. Esta se abre paso entre los labios mayores de su vagina y se entretiene frotando sobre la piel que protege el clítoris de Mª José.

Mientras se retuerce, una bocanada de su flujo me moja los labios y me lo trago relamiéndome. Vuelvo a la tarea, jugando a descubrir con la lengua todos los rincones. Para recobrar el ritmo de respiración, me entretengo en besar las ingles o tirar de los pelitos cogiéndolos entre mis labios.

También mis dedos índice y pulgar me ayudan a recuperar el aliento mientras ellos hacen diabluras. Igual frotan, que dan pequeños golpecitos sobre el clítoris; ó entran y salen retorciéndose. Los condenados saben hacerse querer!.

Al acercar de nuevo mis labios a tan jugosa almejita, Mª José no puede evitar que un sonoro gemido se escape de su boca.

-       “Cómeme toda….así…asiiii…como me gustaaaaaa!”.

Yo cumplo obediente chupando y lamiendo alegre todo su chochito, por dentro y por fuera. Mientras mis dedos ahora se entretienen en extender la mezcla de mi saliva y de su flujo por las curvas del extremo del culo y la parte alta del muslo.

El dedo medio unta bien el ano y aprieta levemente con un poco de vicio. Detengo esta caricia pensando  que no es el momento adecuado para esta nueva caricia.

Con mis labios aprieto y tiro suavemente del clítoris, o lo succiono para luego pasar a darle unas cuantas sonoras lamidas. Separo con los dedos sus labios menores y paso la lengua repetidamente sobre ellos. Luego la meto y saco muchas veces tan rápido como me es posible.

Ella me sujeta la cabeza tratando de impedir que nunca más me separe de ella. Mª José ya está próxima a su orgasmo, coloco la yema de mis dedos índice y medio encima de su clítoris y froto de un lado a otro.

Primero despacio, como el colgante de un reloj de pie. Luego, cada vez más deprisa, más deprisa…hasta que su cuerpo se contorsiona, aprieta las piernas y me sujeta la cabeza agarrándome del pelo.

Entre espasmo y espasmo, gime con fuerza. Pasan unos instantes, dulces y gozosos, tratamos de recobrar mínimamente la normalidad de nuestra apariencia, ambos satisfechos de nuestra experiencia.

Toc, Toc Llaman a la puerta. “Tomás, ¿estás ahí?”

-       “Si…si ahora abro”, respondo a la profesora de Lengua, “estaba echando una pequeña siestecita y estaba medio dormido”.

Abro la puerta y la conduzco de forma que Mª José pueda salir sin ser vista.

Intercambiamos un guiño de complicidad. Deseo que tengamos muchos más secretos durante estos días de sustitución.

Deverano.