Profe particular hetero es esclavo de su alumno[2]

Estábamos cegados con la polla del otro. Tan cegados, que tardamos en percatarnos que la puerta estaba abierta y ahí se encontraba el padre de Rubén, mirando atónito todo aquello.

Segunda parte y continuación del anterior relato:

"Profesor particular hetero es esclavo de su alumno":

https://www.todorelatos.com/relato/171705/

[ANTERIORMENTE]

Estuvimos un buen rato en esa posición, cambiábamos rabo por huevos, besos por lametones...

Estábamos

cegados con la polla del otro. Tan cegados, que tardamos en percatarnos que la puerta estaba abierta y ahí se encontraba el padre de Rubén, mirando atónito todo aquello.

[AHORA]

Juan, era como se llamaba el padre de Rubén. Este era grande, corpulento... Vamos, un portero de discoteca el cual imponía. Pese a ser un cincuentón, estaba musculado y no tenía barriga, se machacaba en el gimnasio. Su cara era cuadrada con una imponente mandíbula. Tenía el pelo muy corto y una frondosa barba que no se podía considerar alargada. Era un hombre que imponía respeto.

Nada mas verlo, Rubén y yo nos incorporamos rápidamente y nos sentamos en el borde de la cama esperando la inminente bronca. Yo estaba temblando como un flan y no sabía como reaccionar.

Al instante en el que nos sentamos este se acercó velozmente a nuestra posición y se posó en medio de ambos, de pie.

JUAN: ¿Pero tu estás tonto o que te pasa? ¿Se puede saber que coño estáis haciendo? -dijo tras darle una colleja a su hijo.

RUBÉN: Lo siento papa, me ha presionado él y no sabía que hacer.

Pequeño gran embustero... Se notaba que le tenía miedo a su padre y no era para menos.

JUAN: ¿Es eso cierto? -dijo mirándome.

Rubén me soltó una mirada amenazante. Yo también temía a su padre pero me daba más miedo la fama que me podría labrar si Rubén publicaba el vídeo que estaba grabando desde vete a saber donde...

YO: Sí... Juan.

JUAN: ¿Estás seguro de que no te ha engatusado? Este desgraciado es muy espabilado cuando quiere. -parecía conocer bien a su hijo.

YO: No... Me gustan las pollas y no me he podido resistir. Me he aprovechado de mi rol, lo siento mucho, no volverá a ocurrir.

JUAN: Vas a tener que demostrármelo. Necesito pruebas.

Con una mano se apartó el

pantalón

y con la otra se sacó un gran cipote. Pese a estar flácido, era gordo y grande como su escroto el cual tenía depilado.

Estaba en una encrucijada pero la decisión me pareció muy sencilla. Si no accedía, corría el riesgo de perder mucho: mi novia, mis alumnos, el respeto de mi familia... Y si accedía, estaba seguro que la cosa no iba a ir a más. Juan era un hombre varonil que tenía clara su orientación sexual y sabía que acercar mi boca a su polla sería gesto suficiente como para saber que su hijo era "inocente". Pensé: "acerco la cara, la lamo como mucho y cuando él me frene se acabó".

Es lo que hice. Con las dos manos apoyadas en mis rodillas, acerqué mi boca, levanté su polla con mi lengua y sólo había silencio. Parecía que necesitaba más pruebas. Con un hábil movimiento de lengua me metí su capullo en mi boca y jugué con mi lengua en el interior.

"¿Todavía nada? Está bien...", pensé. Me la metí entera en la boca y empecé a mover la cabeza de alante a atrás. Chupar una polla flácida era una sensación totalmente diferente y fue poco duradera. Aquel miembro empezó a crecer dentro de mi boca, sin parar. Llegó un punto en el que me la saqué por miedo, era demasiado gorda.

Al apartar mi cara pude admirar el pollón que tenía enfrente. Era más venosa que la de Rubén, algo mas larga pero

sobre todo

muchísimo mas gorda.

Resumiéndolo

en una palabra: grandiosa.

RUBÉN: Papá, yo creo que ya está bien.

JUAN: Tú calla... ¿Sabes cuanto tiempo hace que tu madre no me la chupa? Y tú, venga, sigue. Todavía no me has convencido.

Seguí como pude, propinándole una buena mamada pero esta vez ayudándome con mis manos. Iba a tener que aplicarme con algo más que mi boca si quería que aquel falo descargara la leche que almacenaba sus enormes huevos.

Se la chupaba hasta donde llegaba y el resto de su polla era atendida por mi mano. Mi boca y mi mano llevaban siempre movimientos opuestos para encontrarse en el centro y con la otra le acariciaba los huevos, algo que me encantaba que me hiciera mi novia y creí que a todos los tíos. Al tocárselos, noté que los tenía suaves y duros... tan suaves que se me hizo la boca agua y no pude reprimir ir a por ellos con mi lengua y labios.

JUAN: ¡Oh! Que bien... Estoy empezando a creerte.

Me levantó y se sentó dónde yo estaba. Sin que me dijera nada me puse de rodillas y él se recostó ligeramente hacia atrás. Cómo había cambiado mi vida en una hora... Pasé de no haber estado nunca con un tío a llevarme dos pollas a la boca habiendo chupado ambas en vertical y horizontal...

Juan puso su mano en mi nuca y llevó mi boca hasta su polla de nuevo.

JUAN: Joder, que gusto... -dijo con los ojos cerrados.

Rubén presenciaba la escena, y parecía que le gustaba verme chupar otra polla porque este estaba erecto. Estuve un buen rato mamando con ganas aquel rabo enorme y lo único que se escuchaba en la habitación era el sonido de mi boca, mis labios y mi lengua contra su polla.

JUAN: Ahora que lo pienso... Te has aprovechado de mi hijo y vas a tener que compensárselo... Estará cachondo por tu culpa, así que haz que se desahogue.

Saqué la polla de Juan de mi boca y me quedé mirando hacia abajo pensativo, era incapaz de mirarle a la cara. Llegado a ese punto, no había vuelta atrás y no me estaba pidiendo nada nuevo para mí.

Rubén estaba sentado al lado de su padre pero se pegó a él para ofrecerme las 2 pollas a 2 palmos de distancia entre ellas. Cogí cada una con una mano y empecé a chupar la polla de Rubén mientras pajeaba la de Juan. Su polla no me llenaba tanto la boca pero eso me permitía poder hacerlo con mayor velocidad y jugar más con mi lengua. Así estuve un buen rato, mamando y pajeando las 2 pollas, cambiando una por otra rápidamente y mi rabo goteaba por el morbo de tenerlas a mi disposición para hacer con ellas lo que quisiera.

Volvía a estar como una moto y disfrutaba muchísimo al lamerlas de abajo a arriba, jugar con sus huevos, metérmelas todo lo que podía con fuerza y velocidad... Las succionaba con ganas y cuando me las sacaba tenía que coger aire con fuerza, como si me estuvieran ahogando en el agua y me dejaran salir a la superficie en el último momento.

JUAN: ¿Qué es eso? -dijo deteniendo todo.

Se dirigió al escritorio y sacó un pequeño objeto negro que estaba pegado con cinta aislante en la parte inferior de la tabla.

JUAN: ¿Qué cojones es esto? ¿Una puta cámara? ¿Has hecho lo que yo creo que has hecho y encima me has mentido en mi puta cara? -le dijo a su hijo.

Se dirigió hacia él y le

dio

una nueva colleja.

JUAN: Así que has engatusado a Marco... Esto si que me cuadra. ¿Hay más cámaras escondidas?

RUBÉN: Detrás de la puerta, entre el abrigo y la pared...

Juan encontró una nueva cámara y la quitó. La verdad es que en todo momento dudé de si la cámara existía pero no podía arriesgarme y ahora comprobaba que realmente era cierto, y además habían 2. Me sentí aliviado, aquella locura se había acabado y ese vídeo jamás vería la luz.

RUBÉN: Lo siento pap...

Antes de que acabara la frase Juan le cogió del pelo y le metió su polla en la boca de una embestida. Era increíble lo que estaban presenciando mis ojos. Rubén tuvo una arcada y Juan se la sacó:

RUBÉN: Espera papá yo...

Pollazo de nuevo hasta el fondo de su boca seguido de movimientos firmes de la cabeza de Rubén orquestados por la mano de Juan.

JUAN: ¿Para esto te he educado yo? ¿Para que hagas estas cosas? Te voy a dar una lección que no olvidarás jamás...

Juan se quitó la ropa y se quedó completamente desnudo. Era algo peludo,

sobre todo

su torso, pero nada exagerado. Juan siguió maltratando con fuerza la boca de su hijo, con gesto de rabia, mientras se escuchaba la garganta de Rubén chocar contra la punta de la polla de su padre en cada embestida.

JUAN: Tú, desnúdate y acércate. A este hijo de perra le toca pagar por lo que ha hecho y ahora te va a tener que compensar a ti.

"El karma existe", pensé. Me quité toda la ropa y me acerqué. Juan, sin soltar la cabeza de su hijo, la llevó contra mi polla y la empujaba de la misma manera. Juan se agachó un poco y cogió la mano de Rubén para llevarla hasta su enorme rabo para que el espectáculo no cesara para ninguno de los 2.

Rubén me miraba fijamente a los ojos y no me daba ninguna pena. Si sentía algo por él, era

envidia

por estar arrodillado ante dos buenas y apetitosas pollas (quien me lo iba a decir), pero ahora me tocaba disfrutar a mí y pensaba aprovecharme.

Le aparté la mano a Juan y ahora era yo el que sujetaba el pelo de

Rubén

con una mano. Le aparté la cara y le empecé a dar pollazos fuertes en su rostro. Le ordené sacar la lengua y la golpeé del mismo modo. Le hice comerme los huevos a conciencia y después le follé la boca con todas mis fuerzas.

Era el turno de Juan y a mí me correspondía la otra mano de Rubén. De esa guisa estuvimos largos minutos hasta que Juan ordenó desnudarse a su hijo.

Juan se tumbó a lo largo de la cama, boca arriba, y le dijo a su hijo que se la continuará chupando.

JUAN: Marco, por mucho que te haya liado mi hijo, se nota que te gusta mamar rabos, así que ven y mámamela también, es un regalo.

Me lo tomé como tal y me puse a un lado a chuparle la polla junto con Rubén. Juan estaba en el cielo, estaba recibiendo una mamada de dos bocas y lenguas a la vez. Me puso muy cachondo ver que un hombre estaba disfrutando con algo tan morboso de lo que era partícipe.

Rubén y yo, acostados de forma paralela, lamíamos y nos metíamos en la boca el lateral de su polla, a la vez, cada uno en un lado. Subíamos y bajábamos, nos turnábamos para meternos su capullo en la boca mientras el otro lamía sus huevos... Había polla de sobra para los dos debido a su grosor, aunque a veces las puntas de nuestras lenguas se encontraban.

Sin saber como y cuando empezó, noté que

llevábamos

un rato restregando nuestras pollas, una contra otra.

Estábamos

los dos ardiendo de lujuria restregando

con pasión nuestros paquetes. Pasado un rato, nos empezamos a masturbar mutuamente con gran velocidad.

Nuestras dos bocas coincidieron en el capullo de Juan y empezamos a lamer a la vez la punta de su polla, con la punta de nuestras lenguas. Estas se encontraban como si intentaran expulsar a la otra para hacerse con el centro del rabo de Juan. Este empezó a gemir y se intuía que se avecinaba una gran corrida. El juego con nuestras lenguas le iban a llevar al clímax y yo decidí ayudarle bombeando su tronco con mi mano.

Nuestras lenguas seguían

moviéndose

en su punta, ansiosas por recibir su primera descarga de lefa. A los pocos segundos empezó a soltar potentes ráfagas de leche, no recuerdo cuantas, pero estas impactaron en nuestra lengua, rostro y alguna hizo diana en nuestras bocas.

JUAN: Joder, la mejor de mi vida... Me voy a duchar antes de que llegue mi mujer.

Rubén y yo nos limpiamos con unos pañuelos, en silencio. Yo me quedé sentado y Rubén, sin darse cuenta, mientras se limpiaba de pie acercó su polla a mi boca. Cuando acabó de limpiarse nos miramos y sin decir palabra se sentó sobre mis piernas y nos empezamos a morrear de forma desenfrenada. Nuestras pelvis se movían para restregar nuestros miembros de nuevo. Volvimos al 69 que teníamos pendiente, donde lo dejamos la otra vez, pero esta vez lo hicimos de lado.

Ya no podíamos más, demasiado

estábamos

durando sin descargar. Primero descargó él, sin avisar. Recibí una primera ráfaga dentro de mi boca y me gustó la sensación de estar recibiendo toda esa leche caliente. Con todo lo que sentía mi boca produje una imagen mental de lo que estaba pasando en mi cavidad y hacía que me sintiera sucio, lo cual me encantaba. Recibí una, y otra, y otra... La que le seguía perdía caudal respecto a la anterior y me tragué todas ellas. Me aseguré de limpiarla bien y no dejarme nada, pasando mi lengua sin descuidar ni un centímetro.

Rubén se levantó y creí que no me iba a acabar. Me hizo levantarme y se arrodilló frente a mi polla. Empezó a pajearla mientras me miraba hasta que me corrí por toda su cara.

Restregó

mi polla por sus labios, sus mejillas, su nariz... por todas las zonas dónde tenía semen. Me la dejó bien pringosa y se la metió en la boca para limpiarla. No me lo esperaba y me encantó, fue el mejor desenlace posible.

RUBÉN: Bueno tío, parece que aquí se acaba todo. -dijo mientras nos vestíamos

YO: Sí, eso parece. Que te vaya bien... Y estudia.

Al salir de la habitación me encontré a Juan saliendo de la ducha, con una toalla en la cintura.

YO: Bueno Juan, ha sido un placer, imagino que no nos volveremos a ver. Puedo aconsejaros a algún compañero si queréis, para que dé las clases de refuerzo.

JUAN: Pero que equivocado estás. Vas a seguir viniendo. Esto no ha acabado, sólo acaba de empezar.

¿FIN?