Producto de mis decisiones (Parte 3): Cap 76 y 77

Aina sorprende a su marido en casa. Deberán aclarar muchas cosas tras su desliz.

Capítulo 76

Me giré y ahí estaba Aina.

Tardé unos segundos en reaccionar. Y lo único que supe decir fue:

-¿Cosa de Núria no?

-Y de Marcos, sí. Tenemos que hablar…

Ahí ya directamente no pude decir nada. Me dejé caer en el sofá, sin fuerzas. Sin llorar, pero con una lágrima preparada para salir en cualquier momento.

-Lo siento…

Ahí fue cuando esa lágrima se liberó y sus hermanas gemelas la siguieron. Esas dos palabras de Aina, pese a su buena intención, me dolían en el alma. Sabía que me había sido infiel. Lo había visto tanto en directo unos segundos como ampliamente en la tablet. Pero ese “lo siento” era la confirmación de todo aquello. Mi mujer por primera vez, aunque de forma escueta, me confirmaba que era un cornudo.

Aina vino hacia mí y se sentó a mi lado. La observé de reojo y vi como sus ojos lagrimeaban igual que los míos. Aunque ambos en silencio, rompiéndolo solo con pequeños ruidos con la nariz. Posiblemente ninguno de los dos estábamos preparados para ese momento. Nunca habíamos tan siquiera pensando en que algo así podía llegar a ocurrir. Pero había ocurrido y mi mujer me debía bastantes explicaciones.

Tras unos segundos en ese silencio, Aina lo rompió:

-Estás en tu derecho de enviarme a la mierda… no te voy a convencer de nada… no tengo perdón ni lo busco… solo necesito preguntarte algo…

-Dime…

-Cómo… o quién te dijo…- Decía ella tartamudeando.

-De qué sirve ya eso. Eso es lo que más me duele Aina. Que diga lo que diga, te habrán convencido que yo estaba espiando o que fue algo casual. Como hace meses con el armario o con toda la mierda que ha pasado. Eso me jode Aina… NO QUE TE FOLLES A ESE HIJO DE PUTA, SI NO QUE LE CREAS SIEMPRE- Dije esa última parte gritando, fuera de mí. Pero sin violencia, ya que tras ese grito agaché la cabeza y me puse a llorar desconsoladamente.

No tenía respuesta de mi mujer, tampoco podía ya ni mirarla. Pero me imaginaba que estaría en una situación similar a la mía. Tan por dentro con sus pensamientos como fuera con sus llantos.

Pero la respuesta de Aina llegó:

-Nunca hemos follado… no tengo perdón y sea cual sea la forma de enterarte… habrá sido un infierno. Pero te juro que no hemos follado…

Fue un ligero alivio, dentro de en efecto, aquel infierno como bien había dicho Aina. Yo seguía en el sofá derrumbado, sin poder mirarla. Pero por lo menos, aún con la gravedad de todo lo ocurrido, no hubo penetración. Ya la creía, porque ya en ese punto no tenía porque engañarme. Aún así para confirmar todo, le pregunté la mirándola por fin:

-Necesito que me digas que pasó…

-No lo hagamos más duro por favor… prefiero hablar del futuro- Me dijo ella.

-No Aina, lo necesito de verdad. Te creo... pero necesito confirmarlo. Yo sé que pasó, por eso quiero que me lo digas y así saber que no me mientes- Le dije, mintiendo yo en ese caso. Ya que sabía bastantes cosas, pero había parado la tablet cuando aún estaban con las manos en la masa.

-Pero respóndeme entonces… como sabes todo lo que pasó…

-¿Me vas a creer esta vez?- Le dije, secándome las lágrimas con un pañuelo.

-Te prometo que sí. Es tontería ya mentirnos…

-Fui a la sauna con Ricardo y me dijo que te follaría, pero en el viaje. Te lleva deseando todo este tiempo. Lo que pasó en el viaje y las semanas posteriores… en fin está pasado ya, pero no estoy tan loco como crees- Le dije.

-Bueno dejando eso… como supiste todo esto- Insistía ella.

-Lo que te decía, Ricardo me dijo eso así en resumen entre otras cosas para humillarme y se fue. Luego me fui yo para volver al bungalow y un segurata me dijo que fuera a otro vestuario que ese estaba en mantenimiento. Le seguí y me encerró en una especie de trastero.

-No entiendo nada Mario…

-Si me quieres volver a tachar de loco adelante, hazlo. Pero ya lo has dicho, no ganamos nada mintiendo. El caso es que ahí dentro había una tablet… y en ella se veía la sauna privada donde estabais Ricardo y tú. Debería haber un móvil en algún mueble de la sauna junto a las toallas, grabando todo en videollamada. Y no, ni conocía la existencia de esa sauna, ni sabía que irías con Ricardo. Ni mucho menos me llevé ninguna tablet, tú misma viste mi maleta en casa antes de irnos…

-Joder… no sé qué decir. Es muy heavy- Dijo Aina.

-Lo heavy fue estar ahí encerrado sin poder salir, mirando en la pantalla como ese hijo de puta coqueteaba contigo y tú te dejabas. Lo heavy fue ver como le rechazabas y te ibas. Lo heavy fue que logré escapar y fui en tu búsqueda. Lo heavy es que te encontré en la sauna, viendo a través del cristal como estabas encima de Ricardo… haciendo vuestras cosas.

Tras esas palabras mías, Aina se puso a llorar de nuevo. Esta vez sí con un gran llanto. Me acerqué un poco a ella, simplemente para “consolarla”. Estaba muy dolido, pero tampoco la quería ver así. Pero Aina se levantó y se apartó de mí. Me dijo:

-No… no no. Soy un monstruo.

-Aina tranquila…

-No… no no no- Repetía ella, a la vez que parecía hiperventilar.

Yo volvía a tener lágrimas en los ojos, en una sensación indescriptible. Una sensación compuesta por el dolor causado por la infidelidad del amor de tu vida. Añadiendo la sensación de culpabilidad por ver a ese amor destrozado, consciente del daño que ha provocado. Una sensación indescriptible, de las peores posibles.

Aina solo rompió su llanto para decirme:

-¿Aún… aún quieres que te cuente algo?

-No hace falta, te creo… hablemos del futuro mejor sí. Pero cálmate un poco por favor- Le dije a mi mujer.

-Te lo juro Mario… por lo que más quieras. Hubo tocamientos, besos… sex…. sex…

-Sexo oral- Le ayudé a terminar.

  • Sí… pero ya. Te lo juro. Lo siento de verdad… no sé qué me pasó.

Entonces decidí calmar la situación. No ganaba nada poniéndome a la defensiva o tirándose cosas en cara. Estaba hundida, derrotada.

-Shh cálmate… es muy jodido para ambos.

Estuvimos unos dos o tres minutos en silencio. Sentados ambos en el sofá, intentando secarnos las lágrimas. Aunque yo fuera la víctima, me sentía de nuevo culpable tanto por haber permitido esa situación como por ver a mi mujer destrozada.

-Qué hiciste luego…- Soltó Aina.

-¿Después de ver eso?

-Sí…

-Pues cogí la tablet, mis cosas y me fui. No te mentiré, casi me mato en la carretera.

Tras decirle aquello, Aina se volvió a derrumbar. Su llanto era estremecedor. Nunca la había visto tan afectada por algo. Entonces la intenté calmar de nuevo:

-Pero tranquila… aquí estoy. No pasó nada. El destino quiso que Marcos me llamara y me pudo venir a buscar a medio camino. Fue mi ángel de la guarda.

-Y qué más sabes… si te fuiste…

-Bueno, un poco antes de escapar puse la grabación de pantalla. Quería echarte en casa ese tonteo con Ricardo y tener alguna prueba, porque viendo los antecedentes…

-Pfff… lo siento- Decía ella

-Marcos y Núria me ofrecieron quedarme en su casa. Pensé en ir con mis padres o algo pero no, no quería contar nada de esto. Menos con mi hermana a punto de parir. Y nada… ahí quise ver el porqué. Qué había pasado para que tras irte de ahí, el rato estuvieras… pues eso.

-Es que… joder. Es que me resbalé…

-Lo sé. Está grabado en la tablet. Te caíste y se ofreció a curarte… lo vi todo- Dije a mi mujer, mientras que ella respondió:

-Lo siento… joder lo siento no era yo. No sé, no entiendo… lo siento.

-No sé qué decirte Aina… la verdad.

-Fue muy raro… sabía como era. Que ligaba con todas... pero joder. Lo veía como un amigo, había confianza. Es tu amigo... desde hace años, me ha dado trabajo. Nunca se ha pasado de la raya… solo bromas. No me esperaba algo así… me cogió tan de sorpresa que no sé.

-Ya te lo advertí… desde el verano pasado- Le dije.

-Entonces eso del armario…

-Es tal como te dije, lo único que te oculté es que en la época universitaria me invitaba a mí… junto a Miguel y Mauri. Para ver como hacía sus cosas ya sabes. Ya puestos a ser sinceros, vamos a serlo- Le dije, sin miedo ya a ninguna reprimenda, sin querer ocultar el pasado ni tapar nada de lo relacionado con Ricardo.

-Es muy fuerte todo… estoy abrumada- Dijo Aina.

-No te preocupes… es normal. Ya habrá tiempo para hablar de eso. Ahora es lo de menos. El caso es... es que habéis hecho cosas y no hay marcha atrás para eso.

-Lo siento de verdad… no busco tu perdón, ni que me entiendas. Pero nunca te he querido hacer daño. Estaba así relajada entre bromas, me empezó a tocar y me excité… no sé. Está claro que él iba a lo que iba. Tanto por lo que dices como por sus actos en la sauna- Me dijo, a lo que yo respondí:

-No me puedo poner en tu piel Aina… no sé si se podía evitar o si hay cosas que suceden sin más. Yo te perdono. Eres la persona más importante para mí en este mundo. No sé como arreglaremos esto, pero sí de verdad me quieres, estoy dispuesto a seguir adelante.

Entonces Aina, que había parado durante unos minutos de llorar, lo volvió a hacer. Aunque esa vez parecía de alegría. Se me puso al lado de nuevo y me abrazó, sin parar de llorar.

-Gracias… lo siento… lo siento mucho. De verdad que te quiero, te amo- Me decía mi mujer, estando aún abrazados.

Yo estaba en silencio, terminamos el abrazo pero ella siguió sincerándose:

-De verdad que intenté pararle… todas las veces. No solamente antes. Pero no sé… me tocaba y tocaba y me dejé hacer. Ahí bajé la guardia y la cagué…

-Ya está… no te preocupes.

-No supe pararlo pero a la tercera fue a la vencida… menos mal porque sino no sé qué hubiera pasado. Hubo un rato que no era consciente de lo que estaba haciendo, hasta ese momento- Me dijo.

-¿A qué te refieres?- Le pregunté.

-Bueno, ya lo viste en la grabación que dices… cuando se puso pesado en que se la… en que se la chupara… joder me cuesta decirlo. Pero me refiero a que estaba muy pesado, pero al correrme como que volví a ser yo sabes… y le pude pasar.

-Ya…- Dije yo, sin saber realmente qué había pasado en esos momentos. La grabación se había parado cuando Ricardo masturbaba con fuerza a Aina. Coincidía con lo que ella me contaba sobre Ricardo, que quería su mamada. Según esas palabras, no la había conseguido (más allá del 69).

Ante mi escueta respuesta y mi silencio, Aina siguió:

-Pues eso… que me quería ver bien chupándosela y tal pero me masturbó… y en fin como que recuperé mi consciencia tras mi orgasmo y le envié a la mierda.

Capítulo 77

Entonces, solté una pequeña mentira:

-Bueno… ahí no pude mirar más ya. Todo eso me superaba… es que ya te habías corrido antes en su boca y luego eso… pensaba que ya pues pasaría lo inevitable…

-Joder… o sea que no sabías… si había pasado algo más- Me dijo.

-No cielo… no pude mirar más- Mentí a medias. No pude realmente, pero por mi “fallo técnico” de parar la tablet sin querer. No por ganas de saber qué había pasado.

-Te juro que no, lo puedes mirar grabado si aún tienes el aparato ese. De verdad que tras correrme... se puso muy pesado con la mamada y como yo ya estaba satisf...  o sea que estaba más consciente de la situación, pues le insulté, cogí mi toalla y me fui.

-¿Qué le dijiste?

-A ver exacto no sé, pero en plan que era un aprovechado, un mal amigo y un mal jefe. Que no me vería jamás en la vida y que tú… que tú le darías una paliza- Me contaba Aina.

-¿Y él dijo algo?- Pregunté, a lo que mi mujer respondió:

-Sí… que te esperaba en casa. Bueno a ambos. A ti para darte de ostias y a mí…

-¿A ti qué?- Insistí.

-Joder, pues para terminar lo que estaba quedando a medias, para follarme…- Respondió finalmente Aina.

-Bueno nada de eso va a pasar. Nadie pegará a nadie. Ni te volverá a tocar.

-Pues sí… he estado pensando bastante estos días. Sobretodo en como decirte todo esto, también pensando en como te habías enterado… pero bueno en cuando a él, dejaré el trabajo y ya me buscaré algo. Fuera del horario laboral tampoco lo veíamos ya casi, así que mejor cortar eso y así nos olvidamos de ese payaso- Decía Aina.

Yo estaba feliz por esa respuesta. Era prácticamente el primer requisito para poder seguir ambos adelante, que dejara el trabajo. Aún así, yo tenía más preguntas:

-¿Y dónde has estado estos días?

-Llamé a un taxi y me fui a un hotel… al de las otras veces. Es que no... no podía ir a ningún otro sitio- Me respondió.

-Bueno, con Carla...

Bueno… a ver. Es que tras todo lo ocurrido volví al bungalow y vi que no estabas. Fui al parking y no estaba el coche. Estaba claro que lo sabías… no sabía como era posible, pero lo sabías. Y sospeché de Carla, del propio Ricardo… hasta de mi sombra- Me respondió Aina.

-¿Me lo hubieras contado? Si no me llego a enterar…

-No sé si contar tal cual… tan siquiera lo pensé. Pero estaba destrozada, lo hubieras notado. Por lo menos que algo pasaba. Y con Ricardo aún por ahí y tal… no sé qué hubiera pasado pero me hubieras visto rara sino.

Tras decirme aquello, le pregunté más cosas:

-Entonces la encerrona y lo de la tablet… ¿tienes alguna idea de quién fue? ¿Ricardo, Carla… ambos?

-No lo sé Mario… no he hablado más con ellos. Carla me ha llamado varias veces pero no se lo cojo. Y Ricardo directamente no me ha llamado ni nada. En el trabajo no ha aparecido por las oficinas en toda la semana… como últimamente vaya. Si no pues le hubiera evitado.

Entonces me la terminé de jugar. Todo o nada:

-Yo me encontré a Carla por la zona de la sauna… hablando con el segurata que me encerró. Me vas a llamar loco, me vas a decir lo que quieras… pero no te miento. No sé si Ricardo tiene algo que ver, pondría la mano en fuego que sí. Pero Carla seguro, ella lo sabía todo.

-No lo sé Mario… me parece un disparate todo, pero visto lo visto… Aunque canta mucho no sé. O sea, te ibas a chivar lógicamente y ellos serían los sospechosos- Decía Aina.

-O no, tras tantas cagadas me deben ver como un cobarde. O simplemente que no me creerías. No contaban con que escapara, seguramente me hubieran quitado la tablet si no- Respondí.

-Pero igualmente habrías visto todo en “streaming”...

-Ya… yo qué sé. Ricardo se podía inventar mil mierdas. Que yo tenía un ataque de pánico y él me contó lo sucedido en la sauna para joderme… o hasta en broma para tranquilizarme… sería muy propio de él- Dije.

-¿Cómo? O sea contando la verdad…

-Yo creo que algo así cielo. Podía contarme con todo lujo de detalle lo sucedido. Y luego decirme que era broma y así poner la pelota en tu tejado. O no, ya digo… directamente decirme que era verdad y que me jodan. No lo sé… y lo mismo cambiando a Ricardo por Carla- Decía yo, a lo que Aina me comentó:

-Muy rebuscado… joder vaya mierda todo.

-El caso es que uno u otro se la jugó a una carta… y al final con pillada o sin, el objetivo está cumplido.

-Bueno, si realmente Ricardo me quiere follar… la ha cagado pero bien. Que sí, que pasó todo eso y tendré que vivir siempre con ello… pero de ahí a follar… vamos no creo que le haya rentado mucho eso. Y solamente para joderte a ti… no lo veo. Creo que es más algo de Carla- Decía mi mujer.

-Yo creo que son ambos… ella seguro obviamente. Pero es que Ricardo…

-Pues entonces es idiota. ¿Y si le llego a rechazar? O eso que te decía, si realmente quería sexo, tampoco hubo penetración… si tantas ganas me tiene no creo que se la juegue solamente para humillarte, que tampoco tiene sentido.

Ahí no sabía qué decir. Tenía lógica. Podía ser que Ricardo no supiera nada y simplemente fuera cosa de Carla. Pero una parte en mi interior me decía que ambos eran conocedores por igual de esa encerrona. No tenía pruebas contra él, pero por lo menos Aina ya por fin desconfiaba de Carla.

-No sé… pero tenemos que hablar con ella.

-¿Cómo dices cielo?- Pregunté, sin entender nada.

-Que estoy harta. Parece que todo el mundo lo sabe todo y nosotros no sabemos nunca nada. Pasan mil cosas alrededor y nunca nos enteramos. Vamos a ir de frente. A Ricardo que le den por el culo, pero Carla es… o era mi amiga. Y no consiento que haya estado involucrada en algo así- Decía Aina, visiblemente mosqueada.

Tampoco era tan mala idea. Carla no parecía tener escapatoria. Aunque viniendo de ella y de Ricardo en caso de estar en el ajo, a saber qué excusas podrían inventar. Aun así, dejamos momentáneamente ese tema aparcado para centrarnos en nosotros.

-A partir de mañana ya pensaremos en eso… Por cierto el tema trabajo…

-Mañana iré y pensaré a ver como dejarlo. Ya veremos- Me respondió.

Tras unos momentos estando ambos ya más calmados, nos besamos por primera vez tras todo lo sucedido. Era un beso muy especial, no efusivo, pero recomponedor. Habíamos pasado tanto ella como yo por muchas emociones últimamente y necesitábamos esa unión.

La había sabido perdonar. Aina me demostró estar arrepentida. Amándome como siempre y segura de que eso fue solo un error que no se repetiría. Yo seguía con mis dudas, al fin y al cabo Ricardo se había salido en parte con la tuya. Lo único que me reconfortaba es que no hubo penetración y que fue algo aislado. Y no una total entrega de mi chica.

Su postura estaba clara, me quería y deseaba seguir conmigo, intentar pasar página y olvidar aquel maldito capítulo. Así que yo tampoco podía estarme con medias tintas. O la perdonaba e intentábamos seguir adelante, o definitivamente nos separábamos. No era esa mi intención, así que aunque me seguía doliendo en el alma lo sucedido, tenía que perdonarla.

Todo eso pensé durante nuestro beso. Un beso largo y emotivo. Tras ese beso, ambos nos miramos con pasión. Ambos queríamos lo mismo. No sabía si era lo mejor, tener sexo tras todo lo ocurrido. Pero llevábamos varios días en sequía, así que al final me dejé llevar. Nos empezamos a liar en el propio sofá, sin aún quitarnos la ropa. Nos besábamos, nos tocábamos, nos acariciábamos… Hasta que ya sí que nos desnudamos por completo.

En ese momento como no, Aina se fue a la habitación, imaginaba que para coger algún condón. A los pocos segundos volvió y dio validez a mi hipótesis. Me resultó curioso que lo cogiera ya de sopetón sin haber hecho sexo oral ni nada. Parecía que quería ir directa al grano.

Y así fue, me empezó a masturbar mi polla semi-erecta, que cogió volumen casi al instante. Siempre había tenido miedo a no empalmarme con Aina, a raíz de la monotonía de estar con la misma mujer. Había leído casos en que podías aburrirte del sexo con la misma persona. Pero con Aina era imposible aburrirse. Más allá de un par de episodios de bajonazo desafortunados, siempre me ponía a mil con Aina.

Ya con mi pene completamente erecto, Aina me puso ella misma el condón. Acto seguido, estando yo sentado en el sofá, se me sentó encima quedando ambos cara a cara. Fue bajando sus caderas poco a poco para clavarse su vagina en mi pene. Como siempre, ese proceso no costó demasiado. Por suerte o por desgracia, mi pene era muy manejable debido a su tamaño. Así que ya ambos completamente unidos, se puso a cabalgar con fuerza.

No era lo habitual, ya que solíamos empezar de forma más lenta. Pero tras tantos días, debería tener el lívido por las nubes. Pero lo mismo me pasaba a mí, así que a los pocos minutos de estar así me corrí. Intenté apartar a Aina un poco antes, para relajarme un poco y volver a la acción luego… pero no podía. La veía tan enérgica en sus movimientos que no sabía como pararla. Así que me había corrido apenas unos minutos después de empezar el polvo.

Aina se quedó un poco paralizada, pero no dijo nada. Tampoco podía, tras todo lo ocurrido. Con lo que había hecho junto a Ricardo, el único que podía recriminar cosas sería yo, en mucho tiempo. Pero aún así la sensación de disgusto estaba presente. Yo me quité el condón y me limpié un poco, para acto seguido acercarme a ella y terminar con la boca lo que no había podido hacer con mi polla.

Ella estaba estirada boca arriba así que me puse justo encima, tirándome un poco para atrás y poniendo directamente mi boca sobre su pubis. Lo tenía sin arreglar, no demasiado poblado pero con toda la zona con unos milímetros de vello. Empecé a comerle el coño con ansia, con la misma que ella me había cabalgado. Quería darle el máximo placer posible. Sabía que no tenía la mejor polla del mundo, tampoco el mejor físico. Estaba muy lejos de Ricardo. Pero por lo menos en el sexo oral podía competir contra cualquiera. Por lo menos eso parecía, por sus ligeros gemidos de placer:

-Ahh… sí sí ah ah sigue…

Estuve así unos minutos, intercalando mi lengua con algún dedo también. Hasta que finalmente se corrió. Aina nunca soltaba flujo de forma abundante, pero sabía a néctar de los dioses.

Nos fuimos a duchar ambos tras el sexo de reconciliación. Un sexo que parecía el remedio a nuestros males, fuera quien fuera el culpable. Esperaba y deseaba que fuera el último polvo por ese motivo, que esa pequeña infidelidad se Aina por lo menos sirviera para que abriera los ojos y apartara a Ricardo definitivamente. No era lo mejor. Hubiera deseado con todas mis fuerzas que le hubiéramos apartado sin necesidad de que Aina hubiera tenido ese sexo oral con él. Pero dentro de todo eso, si ese desliz había servido para apartarle y evitar algo más grave… había sido un mal "menor".

Al salir de la ducha, pensé por primera vez en nuestros amigos, que en teoría estarían en el coche:

-Ostia Marcos y Núria…

-Tranquilo cari, les he dicho que si en cinco o diez minutos no bajaba nadie, pues que se podían ir. También he dejado mi maleta en su coche, mañana iré a por ella- Me respondió mi chica.

-Vale… bueno mañana ya iré a por mis cosas por la tarde. Para un día ya tengo cosas aquí.

-Pues sí. Mañana dejo el curro este de mierda y por la tarde a ver si podemos hablar con Carla… tengo algo pensado que nos será útil- Me dijo ella, a lo que yo pregunté:

-¿Qué?

-Shh ya te contaré.

Llegó el lunes y fuimos ambos a trabajar. Bueno a trabajar yo. Aina iba a dimitir de su puesto de trabajo. Yo ese día rendí de forma correcta, muy aliviado por la reconciliación con mi chica. Lo sucedido era muy duro, pero no perdonarla sería aceptar la derrota y entregarla quizás a Ricardo. Eso no iba a ocurrir.

Terminó la jornada laboral y al llegar a casa, estaba Aina en el sofá. Le fui a dar un beso cuando me dijo:

-Cari… tenemos que hablar.