Producto de mis decisiones (Parte 3): Cap 74 y 75
Mario intenta seguir con su vida ayudado por Marcos y Núria. Pero la infidelidad de Aina sigue presente.
Capítulo 74
Pero cambiaron.
Al ir pasando el vídeo en cámara rápida, hubo un momento en que Aina se desincorporó de esa postura, encima de Ricardo. Volví a retroceder un poco hasta llegar a un minuto antes de eso, para ver qué había ocasionado aquello. Tampoco sabía si los gritos de Aina (que había escuchado en la tablet antes de pararla ese día) habían ocurrido antes o después de donde estaba ahora reproduciéndose. Aunque por lo que empezó a aparecer en pantalla, podían ser ambas opciones.
Cuando volví a darle al play, se veía a ambos a lo suyo, chupando y chupando. Saboreando cada rincón de los órganos sexuales del otro. Aina moviendo la cabeza de forma bastante frenética, aunque no podía observar hasta donde se la llegaba a meter. Ricardo por su parte seguía también degustando la almeja de mi chica. Una almeja que estaba dejando bien abierta y lubricada. Seguramente para lo que tenía intención de hacer después…
Pasó ese minuto y simplemente Ricardo había apartado ligeramente a un lado el culo de Aina. Así que ella se terminó de desincorporar y el vídeo volvió a donde lo había dejado antes de tirar atrás. Quería ver si había pasado algo especial pero no, con un solo gesto Ricardo llevaba las riendas de la situación. Harían lo que él quisiera. Bueno, ya lo habían hecho.
Ya con ambos de pie, cara a cara y mirándose, se besaron. No fue muy intenso, tampoco Aina parecía poner mucho empeño. Pero Ricardo no paraba de atender los labios de mi mujer, para luego bajar por el cuello, nuca y volver a sus labios. Estuvo así unos segundos, como un lobo saboreando a su presa. Mientras que Aina se dejaba hacer. Sin poner mucho de su parte, pero tampoco impidiéndolo.
Tras eso, Ricardo se sentó de nuevo en la toalla, aunque no llegó a estirarse. Tocó ligeramente su polla con una mano, mientras con la otra acariciaba el maltrecho muslo de Aina. Seguramente tras bastante rato (aunque no reproducí todo el 69) se rompió el silencio:
-¿No que estás mejor?
-Del muslo no sé… pero uff… no sé qué decir- Respondió Aina a la pregunta de su amante.
-Tranquila no necesitas decir nada… usa tu dulce boquita para otras cosas jajaja.
-Creo que hemos tenido suficiente… demasiado- Dijo ella, viéndose dubitativa.
-Me la has comido como hacía años no me la comían. Eres increíble… y eso que no te he visto como lo hacías. Tu estrecho coño me tapaba la visión jajaja- Dijo él.
Ella esbozó una pequeña sonrisa, aunque no parecía demasiado contenta. Entonces dijo:
-Esto no está bien Ricardo…
-Nadie va a saber nada… tan siquiera hemos follado… por ahora- Dijo el tío.
-No no, eso ya te digo yo que no. Es que… no sé ni porque sigo aquí- Respondió ella.
-Porque lo deseas… lo necesitas. Venga dame ese último capricho, enséñame de nuevo como la chupas pero esta vez que pueda ver tus carnosos labios subir y bajar por aquí- Decía Ricardo, acariciándose su enorme pene.
-Ya hemos hecho suficiente en serio- Dijo mi chica.
-Ay… en fin
Tras decir eso, Ricardo se volvió a levantar y se puso justo delante de ella.
Se miraron intensamente a los ojos unos segundos y entonces Ricardo la besó de nuevo. Aunque esta vez, Aina no se dejaba tanto. Por lo menos no parecía colaborar en aquel morreo, aunque de nuevo tampoco lo paraba.
Él también actuó distinto, aunque a la inversa. Compensó esa resistencia de Aina usando sus manos. Empezó a amasar las nalgas de Aina con ambas manos, al mismo tiempo que la besaba. Tras eso, solamente dejó su mano izquierda en la también nalga izquierda de mi mujer. Su mano derecha la dirigió al coño de ella, empezando un ligero tocamiento.
Eso provocó dos cosas, ambas favorables para los intereses de Ricardo. Por una parte Aina comenzó a abrir ligeramente su boca, al igual que emitía ligeros jadeos. Luego, se notaba también que estaba cada vez más excitada, también al aumentar Ricardo el ritmo de su masturbación.
A mi mujer incluso le empezaron a temblar las piernas. Quizás simplemente por la excitación y el esfuerzo… o porque se iba a correr. El caso es que Ricardo lo notó y la hizo sentarse con él encima de la toalla en el banco. Estaban ambos en paralelo de nuevo, como antes del 69 durante su charla. Pero esta vez desnudos y excitados tras todo lo ocurrido durante esos minutos.
Parecía que ambos se tomaban un pequeño respiro, aunque Aina estaba inquieta. Ricardo miraba a la nada, como si no fuera la situación con él. Mientras que ella no paraba de hacer pequeños movimientos con la cabeza, como mirando de un lado para otro. También movía ligeramente sus piernas, hasta que se llevó su pequeña mano derecha a la vagina.
Entonces se empezó a tocar, aunque mirando a Ricardo de vez en cuando, como intentando que no la viera… pese a estar a su lado. Lógicamente que él la vio y dijo:
-Ya sabía que no habías tenido suficiente con uno jajaja.
-Joder… no sé qué me pasa. Siempre me corro solo una vez…
Aina paró en seco tras decir aquello. Se debió dar cuenta de lo que estaba admitiendo, aunque fuera de forma indirecta. Que yo apenas le sacaba un orgamo, mientras que ella era capaz de mucho más. De nuevo, había un pequeño paralelismo con mi sueño, donde Aina disfrutaba de más orgasmos que conmigo. Un sueño que parecía un preludio de todo lo que veía en esta tablet. Mis miedos hechos realidad.
Tras unos segundos en los que Ricardo seguía callado, mirando a la nada, respondió:
-Hasta tu corrida sabe genial… deberías probar el squirt.
-Uff no, ni loca- Contestó Aina, aún masturbándose ligeramente.
-Yo te puedo ayudar. Simplemente tienes que estar hiper cachonda.
-Con eso se nace creo… y me da mucho respeto igualmente- Decía ella.
-Te fliparía… igual que otras cosas- Dijo Ricardo, a lo que Aina respondió:
-Pues ve probando con otra porque esto no se va a repetir.
-Claro claro jajaja en fin… tengo algo pendiente eh- Dijo él.
-Sí, que te calles y dejes que me alivie un poco...
-Bueno, me refería a tu mamada mientras te acaricio el pelo y observo sus labios subir y bajar… pero paso a paso jajaja.
-Es que encimas aguantas eh…
-Claro, aún queda lo mejor jajaja. Me puedo correr varias veces pero bueno, quiero que disfrutes bien mi depósito lleno jajaja.
Tras esas palabras, Ricardo se levantó y se puso delante de Aina aunque un poco hacia un lado para no sacarle un ojo. Ella tenía esa polla justo delante, a escasos centímetros. El tío flexionó ligeramente las rodillas y puso su mano derecha en el coño de Aina. Ella apartó entonces su mano, dejando paso a la de su amante.
Un amante que antes de reanudar la masturbación de minutos antes, dijo:
-También podemos hacer dos cosas a la vez, como en nuestra primera vez jajaja.
Aina dijo rápidamente:
-Primera y últ...ahhh
Pero no pudo terminar, ya que Ricardo empezó a masturbarla con fuerza y a arrancarle unos gritos que hasta el momento no se habían escuchado.
-Te he comido el coño con suavidad para que recuerdes con cariño tu primer orgasmo conmigo. Pero ahora te voy a destrozar el coño con esta mano.
Estuvo así unos minutos, moviendo y moviendo su mano en el coño de mi mujer, que en teoría me pertenecía. No podía ver con claridad cuantos dedos le metía, si frotaba o como lo hacía exactamente… pero fuera cual fuera la técnica, era muy efectiva.
Aina se limitaba a reproducir pequeños gritos cortados. No muchos ni muy prolongados, pero sin duda mayores de los que solía emitir conmigo cuando teníamos relaciones. Con sus manos se agarraba a las tonificadas piernas de Ricardo, mientras que la polla de este seguía casi pegada a su cara, aunque Aina no se la metía en la boca.
Ricardo pareció leerme el pensamiento y dijo:
-Venga, métetela sin miedo.
Aina llegó a pegar su cara contra esa polla. Y la imagen era terrorífica. Ese aparato parecía más grande que la cabeza de mi mujer. Con las comparaciones es cuando se ve la realidad de las cosas. Y ahí se vio que realmente tenía una polla brutal. Tan siquiera entendía como se la había metido en la boca. Aunque en unos segundos podía tener la respuesta y ver de qué forma conseguía tragársela.
Pero por el momento eso no pasaba, Ricardo seguía con la masturbación y Aina entreabría un poco su boca para emitir esos pequeños gemidos, aunque sin llegar a lamer tan siquiera el aparato. Mi enemigo parecía un poco cansado del tema, buscando su ansiada mamada, así que aceleró aún más el ritmo.
Aina abrió casi por completo su boca, emitiendo esta vez más gemidos. No muy largos, pero intensos. Estuvo así un par de minutos, con Aina emitiendo varios gritos cortos:
-AH AH AHH AHHHH SIII UFFF SIII AH AH AH AHHHH…
Entonces se paró la grabación. Fue el momento en el que yo paré, sin querer ese día, la tablet. Ya no había nada más, no había opción de saber qué más había ocurrido. Y lo peor de todo, es que no sabía si eso era bueno o malo.
No me gustaba contemplar aquello, me había costado horrores. Pero los hechos, hechos estaban. Necesitaba saber qué grado de infidelidad y complicidad había habido entre mi mujer y aquel malnacido. No era lo mismo una infidelidad casi forzada, a una entrega y sumisión total por parte de Aina. Por lo que había visto hasta el momento (y ya no podía ver más) había sido algo intermedio.
Aina no fue forzada a nada, todo había ocurrido siendo consciente y aceptando las consecuencias. Pero tampoco se había entregado. Habían hecho un 69, unos besos y una masturbación de él a ella. No sabía si algo más. Sobretodo lo más importante… si había habido penetración. Por las palabras de Ricardo, parecía más obsesionado en la mamada, observando bien a Aina como se la hacía, que el propio sexo vaginal. No sabía si había ocurrido una ni otra… o a saber qué prácticas más. Por mi cabeza pasaban muchas opciones y ninguna buena.
La hipotética mamada de Aina, siendo aún masturbada por Ricardo de forma frenética. Ahogando sus gritos por fin, al meterse esa enorme polla en la boca. Una boca repleta de babas al engullir con ganas ese aparato. Luego el sexo vaginal… a saber en qué posturas. Quien sabe cuando orgasmos le habría sacado ese tío. Yo le sacaba uno o ninguno. Y quien sabe si tras eso, se corrió dentro… o probaron el sexo anal. Lo primero lo tenía prohibido desde hacía mucho tiempo. Lo segundo tan siquiera fue una opción nunca. Y ese tipo podría haber tenido todos esos derechos que a mí se me habían negado.
Todo eso necesitaba saber, aún haciéndome más daño. Pero no había forma alguna. Solo me quedaba algo que sí podía observar. El primer orgasmo de Aina con Ricardo, durante el 69. Según sus palabras, se había corrido en su boca. Pero buena parte del mutuo sexo oral lo omití. Solo me quedaba ese trozo por ver. Necesitaba saber qué había sentido Aina al correrse por primera vez gracias a Ricardo. Pero no tenía fuerzas en esos momentos así que me tumbé un rato, esperando a que el tiempo pasara.
Me fui a duchar cené junto a mis dos anfitriones. Esos momentos eran un poco tensos. No nos reuníamos nunca los tres, siempre estaba Aina o más gente. Tampoco era muy adecuado hablar de temas sin importancia con lo que yo estaba pasando. Aunque tampoco podía ser muy apetecible hablar del tema…
Así que simplemente comíamos en silencio mirando la tele, a la vez que ellos hacían algún pequeño comentario sobre las noticias del telediario. Sobretodo Marcos, que solía criticar algunas informaciones que según él eran falsas para favorecer algunos intereses. Decía que la prensa era manipuladora. Yo deseaba que el vídeo también hubiera sido una manipulación, simplemente un instrumento de Ricardo para hacerme daño o darme una lección. Pero no, esas imágenes eran reales. Tan reales como mi visión de ambos comiéndose en la sauna.
Tras la cena me fui de nuevo a la habitación para intentar dormir. Tenía televisión también así que me puse un concurso de talentos de fondo, aunque no le prestaba demasiada atención. Yo seguía con mis pensamientos, preocupado por mi “talento” en cagarla. Merecía sin duda el pase dorado hacia esa infidelidad. También estaba preocupado por la sensación de poder saber algo, pero no saberlo. Y es que a diferencia de las prácticas sexuales tras parar la tablet, la primera corrida sí que estaría registrada.
Así que no tuve otra que volver a coger la tablet y revisar ese último trozo que me quedaba pendiente.
Capítulo 75
No sería agradable de ver, pero el ansia me podía.
Volví a reproducir el vídeo a cámara rápida, desde el principio. Llegué al momento en el que empezó el 69 pero tampoco tenía la necesidad de torturarme más de la cuenta. Fui avanzando hasta que Aina se desincorporó. La corrida debería estar cerca, así que simplemente tiré el vídeo un poco atrás. Fui calibrando hasta que vi un momento en el que Aina parecía hacer un extraño movimiento. Le di al play unos segundos antes y lo vi.
Ricardo estaba concentrado a tope en el coño de mi mujer, comiendo y comiendo. Se notaba el placer en Aina, pese a no verle el rostro en su totalidad. No hacía tantos movimientos de cabeza sobre la polla de Ricardo, en cambio jadeaba un poco más aunque de forma suave. Situación que cambió a los pocos segundos, fruto ya de la primera y posiblemente no única corrida de ese día.
Aina levantó del todo la cabeza, mirando hacia el techo prácticamente. Entonces emitió uno de los gemidos más sonoros que le recordaba:
-¡¡¡AHHHHHHH!!!
Me fijé en Ricardo y también apartó ligeramente su boca de los labios vaginales de mi mujer. Sin verlo con claridad, se apreciaba la lubricación en ellos. Tras ese fuerte gemido de Aina, volvió a sus actividades succionadoras, mientras Ricardo hacia lo propio. Aina volvía a gemir de forma suave y la escena de la desincorporación estaría cerca.
Paré la tablet, ya sí con intención de no reproducir más ese vídeo. Solamente lo haría en caso de necesitar enseñarle alguna prueba a Aina. Aunque relatándole todo lo que había visto, era prueba suficiente con o sin tablet.
Me dormí y decidí que dejaría pasar esa semana para calmar un poco las cosas. Necesitaba mi tiempo, reflexionar más fríamente sobre la situación. Había momentos que quería mandarlo todo a la mierda, otros en los que me preguntaba porque me pasaba eso a mí. Otros en los que simplemente quería estar con Aina, hacer ver que nada había pasado. Pero había pasado y con o sin Aina, mi vida seguía.
Pero pasaban los días y nada cambiaba. El tiempo todo lo cura, pero en mi caso nada parecía curarse. Seguía con mis mil y una ralladas, tanto fuera como dentro del trabajo. Si lo primero me jodía mi tiempo libre y mi descanso, lo primero directamente me jodía mi empleo. Aunque no fuera una época de mucho estrés laboral, tampoco era un trabajo apto para demasiadas distracciones y mis malas decisiones empezaban a trasladarse a la oficina.
Por las tardes también me calentaba la cabeza, pero por lo menos no tenía presión. Encima tenía a Marcos y Núria como apoyo. Aunque no hablábamos mucho, había muy buen rollo y en ningún momento me sentí un extraño en su casa. Alguna noche incluso escuché algún ligero gemido de Núria. Me daba un poco de morbo imaginarme a esa mujer follando y jadeando, con lo tímida que era. Aina debería despertar un morbo similar en los hombres, estando encima mucho más buena.
Llegó el viernes por la noche y los anfitriones decidieron salir a tomar algo. Me invitaron a venir pero no me apetecía, así que me quedé en su casa jugando a la consola. Tal era su confianza en mí que me dejaron ahí con total libertad por su casa. Eso era amistad, no solamente risas y tonterías en los momentos buenos. Si no un apoyo real en los peores momentos, los que marcan las diferencias.
El sábado ya sí que me animé a salir con ellos, en ese caso a comer fuera. Dimos también un paseo y fuimos de compras hasta la tarde, cuando volvimos a casa. Hacía ya prácticamente una semana de lo sucedido entre Aina y Ricardo. Una semana que se me hizo eterna, con días repetitivos y comidas constantes de cabeza. Una semana sin saber nada de Aina.
Núria ya le comentó que yo necesitaba un tiempo y espacio, así que por suerte ella lo estaba respetando. Aún así, yo no tenía ni idea de como estaría mi mujer pasando ese tiempo y en qué espacio. Ricardo, Carla, sus padres, sola en casa… no tenía ni idea. Aunque esa última opción la descarté al preguntarle a Núria:
-Bueno mañana iré a buscar alguna cosa más a casa…
-Aina me dijo que no estaría, no te preocupes- Me respondió ella.
-Aún así Mario, deberíais hablar del tema algún día… que no molestas en casa eh, pero debéis tomar alguna decisión estos días- Añadió Marcos.
-Ya… no sé si estoy preparado. Soy un puto cobarde.
-Ni tú ni ella lo estáis pasando bien… al final todo se arreglará- Dijo Núria. Entonces le pregunté:
-¿Sabes algo más?
-No. Pero ella te quiere igual que tú a ella. Tendrá que vivir con sus actos… y aceptar las consecuencias. Pero sois víctimas ambos.
-¿Víctimas ambos Núria? ¿En serio? ¿Se folla al chulo pollas ese y es una víctima?- Dije, enfadado.
-Mario tío. Cálmate. Todo lo que hacemos es para ayudarte. Si no estás contento coges tus cosas y te vas a liar la de dios. Pero si no estate tranquilo, hacer las cosas sin pensar no te ha ayudado mucho- Dijo Marcos.
-Es que no sé qué hacer… si no pienso la cago y si pienso demasiado también.
-Pues piensa lo justo y necesario Mario. Somos tíos de negocios, de números. Joder, siempre has sacado buenas notas en la uni. Y no por empollón… bueno un poco- Dijo mi amigo en tono de broma.
-Qué cabrón. Mejor que tú sí que las sacaba eh- Le respondí.
-Por eso, porque estudiabas más jajaja.
-Venga machitos, bajad los humos- Dijo Núria divertida.
-A ver Mario en serio. No te puedo dar la fórmula mágica para resolver todo esto. Pero ya eres mayor y no eres gilipollas. Lo que sea mejor para ti, repito para ti, es lo que debes hacer. Si sois capaces de hablar del tema, llegar a algo en común y poder seguir adelante siendo sinceros ambos genial. Si algo de eso no es posible pues… la vida sigue.
-Ya lo sé Marcos… pero es complicado- Me limité a decirle.
-No te puedes esconder toda la vida… necesitabas unos días para calmarte y desconectar un poco tras lo ocurrido. Ahora a echarle cojones- Dijo él, a lo que Núria añadió:
-Tú lo hablas con ella y seguro que llegáis a buen puerto. De verdad que el culpable es Ricardo. Lo intentó conmigo, hizo todo eso con esas chicas… en fin. No creo que haya mucho debate ahí.
-Si Aina es sensata, se terminará apartando de Ricardo- Dijo finalmente Marcos.
Pero ese era el problema, si Aina sería o no sensata. Por lo general lo era, pero Ricardo tenía el don de anular cualquier sensatez con sus encantos. Por su cara bonita pero a la vez macarra. Por su cuerpazo, aunque sin parecer un chulo de gimnasio. Con precisamente su chulería, aunque sin pasarse de la raya. Ricardo parecía tener todos los atributos para ser con conquistador. Y visto lo visto, lo era.
Seguro que muy pocas mujeres se le habían resistido. Núria una de ellas, aunque quien sabe qué hubiera ocurrido en otras circunstancias. De nuevo se me abría mi eterno debate. Si la culpa era de Ricardo, de Aina o mía. Si como decía Núria, nosotros solamente éramos víctimas de las malas artes de mi enemigo. Si Aina tenía su culpa lógicamente por haber caído a sus tentaciones. O si tenía yo mi parte también, al haber metido la pata tantas veces.
Tenía la sensación que había podido echar mi matrimonio por la borda simplemente por mis decisiones. Tan siquiera por todas ellas en conjunto, sino por alguna. Solo que algo hubiera ido de distinta forma… a lo mejor harían que en esos momentos estuviera en casa con Aina, en lugar de dormir en una habitación de invitados.
Y ya tan siquiera mis decisiones, si no pequeños detalles que en otras líneas temporales hubieran cambiado radicalmente el curso de mi historia. Empezando por ir a ese antro aquel día, pasando por la mala situación laboral de Aina. Pero la decisión de retomar el contacto con Ricardo fue mía, así como la de animar a mi mujer a trabajar con él. Incluso en lo del gimnasio. Habían pasado cosas, detalles… que yo mismo había puesto en mi contra.
Cenamos esa noche y me quedé jugando un rato a la consola con Marcos, mientras Núria miraba una peli. Parecía que cuanta más responsabilidad tenía, cuanto más cerca estaba el momento de la verdad con Aina, menos quería pensar en ello. Mi cabeza era un mundo aparte. A toda máquina cuando debía descansar o estar para otras cosas… pero intentando evadirse en el momento decisivo. Y es que mis amigos me animaron a hablar con Aina ese mismo domingo, para encarar la semana con otra energía.
Pero no me atreví, así que simplemente me encontraba ahí jugando a la consola, sin saber qué le diría a Aina ni cuando. Muchas preguntas, muchos reproches. También algún perdón. Muchas cosas de las de qué hablar y no sabía ni por donde empezar. Dependía también de lo que me dijera ella. Tanto de qué habían hecho (necesitaba preguntárselo, no podía vivir sin la duda de saber hasta donde había llegado), como de donde había pasado esos días. Al mismo tiempo, qué planes tenía para el futuro y si estaba yo en ellos. Quizá estuvo follándose a Ricardo toda la semana y sus planes iban en su dirección. Ahí yo no tendría demasiado que decir.
Llegó el domingo y a primera hora tras desayunar, fui de nuevo a casa para mis cosas poderme llevar. Me acompañó también Marcos, aunque Núria se unió a la “expedición”. Seguía sintiendo ligeros escalofríos al pensar en que Aina podía estar ahí. Pero no, Núria ya me había confirmado que ese domingo ella no tenía previsto ir.
Así que llegamos a mi casa y subí con Marcos, mientras Núria se quedaba en el coche. Empecé a buscar algunas prendas de ropa y utensilios para pasar esos días, aunque Marcos me dijo:
-Piensa que no estarás para siempre eh jajaja.
-Ya sé que molesto tranquilo- Le dije de broma.
-Jajaja sabes que no. Nos caes de puta madre. Pero sabes que tenemos razón. Ya ha pasado una semana para reflexionar, creo que es tiempo de tomar decisiones.
-Las decisiones, mi punto fuerte- Respondí.
-Hay que afrontar las cosas Mario. Yo soy un mierda como tú, en el amor. Luego gano pasta que flipas jajaja no me quejo. Pero en el amor soy un palurdo. No se puede tener todo supongo- Me dijo.
-Pero tienes a Núria- Le dije a Marcos.
-Pero no es todo tan fácil. A ver si te crees que no tiene carácter ella, o que no le miran de más. Estoy seguro que te ves inferior a Aina. No pasa nada, me pasa igual a veces. Pero no podemos vivir así. Ellas nos han elegido… y no nos debemos nada mutuamente. Nos conocimos siendo nada. Y ambas son muy listas, pueden vivir sin nosotros perfectamente. Si están a nuestro lado es por amor…
-¿Pero tú perdonarías una infidelidad?- Pregunté de sopetón.
-No lo sé Mario. Así porque sí no. Pero no sé… depende de la situación. Puede que se acabe la chispa, que necesite ella algo… o que surja sin más. Ya lo hemos hablado alguna vez, cada situación es un mundo.
-Es muy complicado tío… me sobrepasa, no sé qué dirección tomar- Le confesé a Marcos, que me dijo:
-Pues la dirección a tomar es cosa tuya… nadie más te puede ayudar. Y menos yo ya te digo, que no soy un experto en el amor. Doy gracias cada día por haber conocido a una persona tan maravillosa como Núria.
Dejamos de hablar y terminé de recogerlo todo, aunque Marcos me dijo antes de irnos:
-Ostia los cables esos que no necesitabas, están en el coche.
-Bueno ya el próximo día me los llevo.
-No quiero más mierdas tuyas en mi casa jajaja. Voy al coche y te los subo en un momento- Me dijo.
-Venga va- Le dije a mi amigo, antes de que se fuera al coche.
A los pocos minutos escuché la puerta abrirse y una voz… que no era la de Marcos.
-Hola cari…