Producto de mis decisiones (Parte 3): Cap 61 y 62

Mario sale del armario... literalmente.

PRODUCTO DE MIS DECISIONES 3 (LAS GUERRAS)

Capítulo 61

-Joder, sigue creciendo…

Escuchar eso saliendo de la boca de Aina fue demasiado. No podía dejar que ocurriera lo que tenía pinta que iba a ocurrir. Aunque no viera nada, las palabras en ese caso valían más que la propia imagen. Unas palabras que también pronunció Roberto:

-Y aún falta… tú tócala un poco con la manita que pronto la verás como en el gimnasio el otro día. Qué diferencia con la de Mario eh jajajaja.

Parecía que todo el mundo lo sabía todo… menos yo. Siempre a contracorriente, siempre intentando anticiparme pero llegando tarde. Muy tarde. Tenía que evitar que Aina siguiera, ya que según esas palabras, estaba a punto de masturbar a Roberto. Tenía que salir, pero quedaría en ridículo de nuevo. Porque les pillaría claro, pero volvería a quedar como un celoso. En ese caso incluso como acosador. Era una mujer libre y si quería eso… lo más fácil era el divorcio.

Así que no sabía si salir y acabar con todo, o esperar al siguiente paso… que podría ser demasiado doloroso de escuchar. Pero como meses atrás, la vida te puede cambiar en cuestión de segundos o menos.

-No joder… no. Basta ya. No me encuentro bien, llévame a casa- Dijo mi mujer.

-Ya estamos en casa…

¡A MI CASA!- Gritó ella.

-Tía no me jodas, llevas meses mirándome en el gimnasio, me has visto en bolas y el otro día hasta empalmado. No retiraste la vista, guarra. Y ahora casi que me la tocas… ¿y me dejarás así?- Dijo Roberto.

-¡Guarra tu puta madre! Que te mire la polla no significa que te quiera follar. Estoy fatal, hacía muchos años que no me metía ninguna raya. No sé en qué pollas estaba pensando…

-Tranquila, seguramente en la mía jajaja… túmbate un poco aquí y descansas…

-¡Que no joder! Llévame a casa ya de ya- Respondió mi mujer.

Parecía que el milagro había ocurrido, que Aina se había podido resistir a ese hijo de puta. No era Ricardo, pero era igual o más sinvergüenza que él. Tenía demasiadas cosas en la cabeza, demasiadas preguntas. Pero por lo menos parecía que a Aina le quedaba sentido común. Ricardo me había ganado de nuevo, siempre me ganaba. Pero no contaba con que Aina no era una fulana más, como las que se solía tirar. Aina me quería de verdad y lo estaba demostrando, pese al pequeño desliz. Se lo quería reprochar, eso junto al hecho de drogarse e ir con Roberto a esa casa. Pero ya habría tiempo de eso.

Lo importante seguía en esa habitación, donde no veía nada pero escuchaba:

-Ostia puta… tienes suerte que Ricardo es mi colega. Ahora llamo un taxi y te vas a tomar por culo- Escuché salir de la boca de Roberto.

No escuché nada más, tampoco ninguna respuesta de Aina. Pasaron los minutos y lo que escuché fue el sonido de un móvil.

-Ya está el taxi en la puerta, venga arreando calientapollas- Dijo esta vez Roberto.

-¡Calientapollas tu puta madre! Tendrás la polla que quieras pero no le llegas a la suela del zapato a Mario.

Esas palabras de Aina me dejaban tranquilo. Me había defendido delante de ese cerdo, aún seguía pensando en mí.

-Que sí que sí… venga vamos- Tras esas palabras de Roberto, escuché la puerta abrirse y cerrarse. La debería estar acompañando hacia el taxi. Era el momento de salir, volver al baño y escapar, pero entonces recibí un audio de Aina en mi móvil:

-Cari… ahora me llevan a casa que no me encontraba bien… ya hablaremos. Besos.

Parecía bastante cuerda, pese a la droga que le habían dado. Aunque se le notaba en la voz que no estaba al 100% de su facultades.

Yo seguía ahí, inmóvil. Era el momento perfecto para irme, pero mi cabeza estaba a punto de estallar. Había vendido a Marcos y a su chica, por un plan de una Lara que me estaba traicionando. No sabía desde cuando… ni el porqué. Nunca le había hecho daño.

Justo iba a salir cuando escuché un ruido, así que esperé unos segundos. Escuché la puerta cerrarse y el crujir de la cama. Después, la voz de Roberto:

-Tío… ¿Qué cojones querías que hiciera?... Ya… ¿Joder en diez minutos? Me cago en mi estampa… Sí claro ahora hablamos.

Suponía que Roberto seguía ahí, en la cama. No sabía con quien querría hablar en diez minutos, pero yo me empezaba a impacientar. Quería que se fuera de una maldita vez, para volver yo a casa con Aina.

Pasaron algo más de quince minutos, cuando la puerta de volvió a abrir. Escuché otra voz:

-Tío… tío tío… ¿TANTOS ANABOLIZANTES TE HAN QUEMADO EL CEREBRO O QUÉ, PEDAZO DE SUBNORMAL?

-Ahí va la ostia… Ricardo lo siento…

-Sabés que me acaba de llamar Aina no?

-Y qué te ha dicho…

-Pues verás amigo Roberto. Tienes suerte que no sospecha nada de mí, que no me ha relacionado con toda la mierda que has dicho y hecho. Porque me ha contado lo que la has llamado. Calientapollas, cerda…

-Oye no, no la llamé cerda. Le dije guarra.

-¡Perfecto entonces¡ Yo no te llamaré Roberto, te llamaré ¡¡PEQUEÑO TROZO DE MIERDA!!

-Joder Riqui…

-Ni joder ni ostias. Solo tenías que traerla, entretenerla un poco mientras yo me encargaba de Núria y ya. Luego venía yo, me la tenías a punto de caramelo y terminaba.

-¿Pero con Núria no ha funcionado no…?

-No pequeño trozo de mierda no. La hija de puta se ha resistido. Se ha ido y la hemos buscado por toda la disco pero nada. Se habrá ido con Marcos.

-Estás en racha… dos de dos.

-Me cago en tu puta madre… ¡Que Núria me la suda! Si me la tiro a ella pues genial, pero eso era para entretener al bobo de Mario. Ya te lo expliqué. Lara convenció a Mario de intentar pillarme con Núria. Y así mientras Mario estaba con sus jueguecitos de detective, tú me ponías a punto a Aina.

-Ha faltado poco tío…

-Eso no me sirve Roberto. Me dijiste que tenías su confianza ganada. Que siempre te miraba en el gimnasio, que te arrimas a ella y no le molesta. Joder, tantos meses en el gym a su lado, os doy hasta coca… y la cagas en el último momento. Ya hay que ser gilipollas para insultarla eh, ya hay que ser gilipollas…

-Eso les pone…

-¡A Aina no! Por eso es especial y por eso me la quiero tirar. No es una furcia, no es un juguete fácil de manipular. Es una diosa fiel, fiel a un marido bobo y estúpido. Voy siempre un paso por delante de él y aún así, su esposa no cae. No sé qué hacer.

Ahora todo encajaba, o casi todo. Era evidente ya que Lara me había estado engañando. El plan lo acababa de revelar Ricardo y si no se completó, fue gracias a la fidelidad de Aina. La fidelidad de Núria también me ayudó, gracias a eso desconfié de toda esa situación y pude venir aquí, en el armario donde me encontraba. Espiando a Ricardo y por primera vez, adelantándome a él.

Tras unos segundos de silencio, Ricardo siguió con su sermón:

-Ahora Aina ya no confiará en ti, Mario no confiará en Lara… ostia puta. Suerte que nos hemos quitado a sus dos amigos de en medio, pero aún así… joder no sé qué hacer tío.

-Pues Riqui, yo tampoco lo sé. A lo mejor deberías olvidarte de ella. Hay más tí..

-¡NO! No hay más tías. Hay Aina. Solo Aina.

-No sé tío. No conseguiste nada en el viaje, tampoco cuando vino a tu casa ni en todo este tiempo… a mí por lo menos casi me hace una paja jajaja ya me ha hecho más que a ti.

-Eres gilipollas chaval, gilipollas de remate. Ya verás como me follo a esa hija de puta y con Mario delante.

-Joder Riqui, tienes una obsesión con Mario eh jajaja. Primero Marina, luego su hermana…

-Lo de Marina fue hace tiempo, con Marta aún no he conseguido nada, aunque caerá seguro también. Encima preñada… joder como me ponen.

Cuando escuché el nombre de mi hermana, mis sentidos más irracionales se volvieron a activar. Cogí el móvil y rápidamente puse la grabadora en marcha. Ya no pensaba en Marina ni en Aina en esos momentos, solo en mi hermana.

Ya con mi grabadora puesta y tras una pequeña pausa, Ricardo siguió:

-Pf… no tiene nada que ver. A la guarra de Marta me la follaré por eso, porque es una guarra. Me da un morbo increíble que sea la hermana de Mario, pero no deja de ser una fulana como tantas otras. Si no me la tiré hace años es porque sentía pena por Mario, por lo de Marina. Pero ahora no. Ahora me follaré a su hermana bien a gusto… y luego pensaré algo para Aina.

-No sé Riqui, vete a dormir y ya otro día lo pensamos con calma.

-No Roberto no. Tú no vas a pensar nada. Confié en ti, en que tenías a Aina medio dominada. Hoy solo tenías que entretenerla unos minutos. Vete olvidando del pago, no has cumplido.

-No Riqui… no puedes hacerme esto. Necesito el dinero, el gimnasio no da para todo.

-Me has fallado… lo siento. Ya te he pagado suficiente estos meses, no te puedes quejar. Pensaba que un veinteañero de gimnasio como tú le podría bajar las defensas pero nada, no tienes neuronas. Tendré que tirar de alguien más veterano, a lo mejor le van los maduritos…

-Joder Riqui, lo siento…

-¡Me vas a gastar el nombre capullo! Tú tranquilo que cuando vuelva por lo menos pagaré mi cuota. Y si Aina cae, tendrás tu parte.

-Vale… Si no a malas, ya sabes que la foto…

-Sí Roberto lo sé, la puta foto. Tengo ese as en la manga por si todo lo demás falla, ya veremos. Venga largo que tengo sueño.

Eso fue lo último que escuché, antes de oír de nuevo la puerta abrirse y cerrarse.

Estaba en shock, demasiada información en muy poco tiempo. Prácticamente la totalidad de su plan pasado había quedado al descubierto, así como alguna cosa que tenía intención de hacer. Debía aprovechar eso, por primera vez tenía yo más información que él.

Pero tampoco me dio tiempo a procesar nada, ya que de nuevo la puerta de abrió. Escuché a Ricardo decir:

-Ey Lara… Sí sí estoy en casa. Abortamos todo… joder.

Tras unos segundos de silencio, Ricardo volvió a hablar:

-Ya lo sé tía. No me lo esperaba yo tampoco, no estoy acostumbrado a que me rechacen… a lo mejor deberíamos haber preparado un plan B, aunque igualmente Mario ha estado un buen rato distraído y Roberto no ha conseguido nada, así que me hubiera tirado a Núria pero lo importante hubiera fallado igual.

Hubo de nuevo una pausa, hasta que Ricardo la rompió:

-No te preocupes Lara, ya pensaremos algo. Poco a poco sus defensas van cayendo… ya, demasiado poco a poco pero caerán del todo… claro tú sigue igual, no creo que confíe más en ti pero con lo tonto que es, quien sabe… a lo mejor aún se cree que le gustas jajaja vaya primo.

Yo seguía alucinando, más aún con la última frase de Ricardo:

-Tú tranquila que te has ganado mi rabo unos días más jajaja… madre mía lo que hay que hacer eh guarrilla… te gusta más mi polla que un chupete a un niño jajaja.

Ricardo se despidió y colgó. Y de nuevo abrió y cerró la puerta. Yo ya lo había escuchado todo, no necesitaba saber más. Lo único que necesitaba era salir de ahí cagando leches. Si Ricardo abría el armario, me pillaba. Si iba al baño, se pondría a buscar por toda la casa como un loco. Tenía que salir.

Abrí la puerta del armario poco a poco, sin hacer ruido. Me la estaba jugando, si me pillaba… no quería ni pensar qué podría pasar. Abrí también la puerta de la habitación cuidadosamente, mirando de lado a lado como si de un paso de cebra se tratara. Aunque ahí, la cebra era yo. Ricardo el león.

Por suerte, escuché un ruido que venía del salón principal. En teoría solo estaba Ricardo en esa casa, así que tenía vía libre hacia el baño. Me fui hacia allí corriendo, ya sin importarme el ruido. Abrí el baño, salté por la ventana y empecé a correr como un desesperado. A la vez que corría, se me saltaban las lágrimas. No sabía si de felicidad, de pena… posiblemente un cóctel de emociones, fruto tanto de todos esos meses como de esos instantes vividos en el armario. Muchas confesiones, muchas traiciones. Lo único positivo es que Aina, mi Aina, me seguía siendo fiel.

Llegué a mi coche y me fui disparado, esta vez a casa. No sabía en qué pensar, demasiadas cosas en mi cabeza, demasiadas revelaciones. Estaba claro que Ricardo tenía un plan para conquistar a mi mujer. Que medio mundo estaba a su favor, fuera por dinero como Roberto… o por sexo como Lara. Una Lara que me había traicionado todo ese tiempo, solo por seguir follándose a ese hijo de puta.

La traición en sí me dolía. Traicionarme tras años de amistad, tras ser prácticamente su único apoyo tras su ruptura con Fidel. Pero lo que más me jodía, era el motivo. Tantos abrazos, incluso ese beso. Todo fingido, todo para que cayera en la trampa de Ricardo. Si por lo menos el motivo hubiera sido otro, si por lo menos yo le gustara a Lara…

Eso podía explicar todo aquello, tras adivinar sus planes en la discoteca, fue mi primer pensamiento. Le gustaba a Lara y hacía todo aquello para separarme de Aina y estar conmigo. Pero no, a Lara yo se la sudaba. Ella seguía siendo una fresca, adicta a la polla de Ricardo. Era muy ruín, más incluso que el propio Ricardo. Y seguía siendo un problema, porque no sabía como distanciarme de ella sin llamar la atención de Aina.

Una Aina que me debería explicar muchas cosas… y ahí encontré la solución. Como solucionar esos dos problemas a la vez, como matar dos pájaros de un tiro. No podía decirle a mi mujer que la había espiado en la casa de los padres de Ricardo. Pero sí que podía inculpar a Lara, que me habría dicho lo que había pasado para joderme y distanciarnos. Eso implicaría a Roberto también por supuesto, aunque él ya no me preocupaba.

Podía implicar a Ricardo y a Carla, pero Aina confiaba en ellos. Era demasiado arriesgado y sonaría de nuevo a ataque de celos. Con Lara no, al contrario. Aina seguía mirándola mal por su acercamiento conmigo, así que todo encajaría perfectamente como su intento para separarnos. También recordé que Ricardo había comentado algo de una foto… tenía que ser eso. Mi beso con Lara. Me había besado para tener una prueba, alguien debió hacernos fotos. Solo era una sospecha, pero me la tenía que jugar.

Llegué a casa y ahí estaba Aina, tumbada en el sofá con la misma ropa que había llevado durante toda la velada. Al abrir la puerta se giró y al verme, me dijo:

-Mario… lo siento.

Se levantó de golpe y me abrazó, yo le dije:

-Tranquila… shh cálmate.

Ella estaba ya con los ojos rojos, llorando. Me dijo:

-Ha pasado algo… por favor no te enfades.

-Ya lo sé cielo, no te preocupes.

-¿Cómo que lo sabes?- Me preguntó aún llorando.

-Era un plan de Lara. Lleva tiempo queriéndome joder. Su ex se tiró a Rocío en su boda… también a Raquel varias veces- Le dije, aunque sin mencionar a Carla.

-No entiendo nada…

-Tranquila cielo, siéntate- Nos sentamos en el sofá y le seguí explicando “mi versión”:

-No lo sé todo con exactitud, ya sabes que pasó eso de la boda de Miguel… ya lo hablamos. Pues resulta que con Raquel tuvo también sus aventuras el ex de Lara, por eso ella y Mauri ya no quedan con nosotros- Le dije.

-Pero qué tiene que ver eso con lo de hoy…

-No lo sé, pero Lara a su tiempo me ha lanzado la caña repetidamente. Me ha hecho quedar con ella varias veces, incluso me besó un día así de repente, pero me aparté claro.

-Joder- Se limitó a decir Aina, mientras yo seguí:

-Le gusto desde hace años, ya lo sabes. Yo la consideraba una gran amiga, pero visto lo visto ella no se conforma. No sé qué pinta Roberto, pero ha sido cosa suya.

-Así que sabes lo de Roberto…

Capítulo 62

-Sí cielo. Sé que te dio cocaína, que te rozó un poco…

Le dije eso, aunque yo no podía seguir hablando, tenía la voz entrecortada. Pero seguí:

-Que te llevó a casa de los padres de Ricardo. Ahí… bueno…

-Lo siento… La coca me hizo ser otra persona. De repente estaba ahí en esa casa, le dijo a Ricardo que me llevaba ahí porque yo no me encontraba bien- Me dijo Aina. Yo la intenté calmar, pero ella siguió hablando de forma nerviosa:

-Fui gilipollas por esnifar… joder no lo entiendo. No me forzó ni nada… simplemente estaba ahí tranquilamente. Tampoco me encontraba muy bien de la barriga, estaba mal y no se me iba… me dijo que con las rayas me relajaría y dejaría de sentir dolor… que todo era psicológico… joder qué estúpida. Y luego eso, que si en casa de Ricardo estaría más tranquila, podría ir al baño bien que en la disco estaban hechos una mierda… y ya pues que tú lo sabías y no pasa nada… joder. Pasó todo muy rápido. Ese cabrón me engañó a mí, a Ricardo… a ti al no contarte nada.

En efecto, Ricardo tenía coartada. Simplemente había ofrecido su casa para que Aina descansara y fuera al baño tranquilamente. Lo que mi mujer desconocía era el siguiente paso en el plan de Ricardo. Pero yo me limité a seguir con esa farsa, no tenía nada en contra de Ricardo, pero me podía deshacer de Lara.

-Tranquila… vamos a tratarlo con naturalidad. Soy consciente que a veces nos dejamos llevar. Nadie es de piedra y joder… a lo mejor necesitas algo más- Le dije.

-No… no tengo excusa… pero créeme que no hicimos nada. Se sacó su pene de repente y bueno… y entonces no era yo. Me acercó mi mano hacia ahí y me dejé llevar. Solo le toqué un pocos los muslos… luego pedí un taxi y me vine a casa. No hicimos nada te lo prometo… lo siento- Me dijo, muy afectada.

-Tranquila… por eso te digo que vamos a hablarlo con naturalidad. No vamos a dejar que esos imbéciles nos jodan.

¿Pero qué te ha contado Lara… y porque meter a Roberto?- Me preguntó mi mujer.

-Lara se me insinuó en la disco descaradamente pero la rechacé. Yo solo quería saber donde estabas. Entonces me enseñó un audio en su móvil, de la conversación entre Roberto y tú. Lo debió grabar él, para mandársela a Lara. Se pensaría que con eso, yo desconfiaría de ti y me podría liar con ella- Inventé.

-Joder así que lo escuchaste todo…

-Sí, hasta que casi se la tocas… y ya se cortó la grabación. Pero no quise creerla, sabía que eras incapaz de hacer nada así que vine hacia aquí. Encima vi tu mensaje así que supe que no había pasado nada. Y aquí estamos- Le dije.

-Qué hijo de puta… no entiendo porque nos quiere joder- Me dijo mi mujer.

-Es cosa de Lara, supongo que sabía que Roberto estaba bastante ligado a ti. Si ella demostraba que entre tú y Roberto había algo, me tenía a mí a tiro. Y Roberto bueno… es un niñato que quiere lo que todos los niñatos, meterla.

-Ya… joder he sido una estúpida. Tantos meses yendo al gimnasio y no había notado nada- Me dijo ella.

-Eso te quería preguntar. Si Lara usó a Roberto, es que se imaginaba que había “feeling” entre vosotros. Confío en ti, te lo estoy demostrando… pero algo habrá- Le solté.

-A ver… Me mira mucho. Si está cerca pues noto que me mira al escote, si me giro noto su mirada en mi culo… pero como con muchos tíos me pasa ya lo sabes. Un baboso más. Nunca se ha sobrepasado ni nada- Dijo Aina.

-Y al revés…

-¿Como que al revés?- Me preguntó.

-Pues no sé, un día me comentaste que le viste desnudo en la ducha. A lo mejor ha pasado más veces y lo ha interpretado de otra forma- Respondí.

-Pues no sé… no te voy a engañar, tiene una buena polla y con la ropa que lleva pues se le marca. Alguna mirada he hecho, de forma involuntaria.

Con Roberto y Lara en fuera de juego, me quedé más tranquilo. Y me liberé de la mejor forma posible, besando con pasión a mi mujer.

Ella recibió el beso de forma receptiva y estuvimos así varios segundos, hasta que nos empezamos a desnudar. Le quité la camiseta y la falda, dejándola en ropa interior. Le empecé a manosear los pechos por encima del sujetador, al mismo tiempo que se lo quitaba. Lo mismo hice con sus coño, quitándole mientras las bragas.

-Uff Mario…

Con su coño en mi cara, no tuve otro remedio que comérselo. Ella seguía con sus ligeros suspiros, mientras yo degustaba ese manjar. Ella tampoco perdió el tiempo, ya que me empezó a pajear. Eso sí que era una paja y no la mierda de tocamiento de segundos a Roberto.

Tras esos preliminares, me puse el condón y follamos con bastante intensidad. Ella a cuatro patas y yo detrás dando lo mejor de mi. Era un polvo muy especial, no por su intensidad o magia, sino por todo lo ocurrido.

En medio de ese mete-saca, pensé algo que podía ser importante para nuestra relación, para evitar malos mayores. Se lo comenté a Aina:

-Cielo… uff tengo una idea.

-Dime… ah ah… ah

-Trae el juguete.

-Uff sí, sabes que me pone mucho chuparlo- Me dijo sensualmente, mientras se desincorporaba e iba a por él.

-Sí sí… tú tráelo- Me limité a decirle.

Vino acompañada de ese enorme dildo, se acostó en el sofá y empezó a lamerlo. Esa visión de Aina comiendo con furia el enorme pollón de plástico, unida a lo que llevábamos de polvo, casi hizo correrme.

Apenas metérsela, duraría unos instantes antes de descargar mi semen en el condón. Pero tenía otros planes:

-Quiero que pruebes de metértelo.

-¿En serio? Es… enorme- Me dijo sorprendida.

Era arriesgado. Sabía que yo no estaba a la altura de ese tamaño y corría el riesgo de que le gustara demasiado esa experiencia. Pero el tiempo me había demostrado que, aunque fuera de forma inconsciente, ella fantaseaba con un pene de enorme tamaño. Quedó sorprendida cuando vio el de Ricardo y lo mismo pasó con el de Roberto.

La había escuchado incluso piropear el rabo de este último. De hecho, la sola visión de esa herramienta había hecho que Aina quisiera tocarla.

Era arriesgado, pero seguía siendo un juguete. Prefería mantener a Aina sexualmente saciada, también su imaginación en caso de fantasear con grandes tamaños. Así que antes de que ella pudiera, hipotéticamente, probarlo en una persona real… era sin duda mejor usar esa cosa.

-Uff cari… estoy a mil- Me dijo, antes de restregarse ese aparato en su vagina

Aina empezó con la punta, aunque apenas entraba. Ese glande era precisamente muy grande. Mi mujer lo rozaba contra su vagina pero nada de nada. Se iba tocando el clítoris, supongo que para ponerse más cachonda y lubricarse un poco… pero tampoco.

-Joder Mario… es muy grande. Mejor lo dejamos estar.

Y así, sin comerlo ni beberlo, maté de nuevo dos pájaros de un tiro. Mi intención era realmente saciar a Aina, tanto físicamente como mentalmente. Lo que no había pensado, es que a lo mejor ese tamaño de pene le iba grande, nunca mejor dicho. Así que de un plumazo, quedé bien con ella al proponerle eso. A la vez que ella veía que ese tamaño era demasiado y con el mío era suficiente.

Dejó el dildo y la seguía penetrado, esta vez yo encima de ella que estaba boca arriba en la cama. En efecto, apenas duré unos segundos, aunque ella estaba tan cachonda que también se corrió al instante. No solíamos estar tan compenetrados, así que el polvo realmente salió a la perfección.

Nos duchamos juntos y nos fuimos a dormir. El día siguiente ya hablaríamos mejor las cosas. En mi caso, no solamente con Aina. Lo que había escuchado en esa casa me había resuelto varias dudas, pero aún me quedaban otras.

Roberto estaba totalmente fuera del tablero. Seguro que Aina se iría del gimnasio, así que encima tendríamos más tiempo para nosotros. Con Lara tenía que hablar, pero evidentemente ni yo ni Aina la querríamos ver más. Ya podía decir lo que quisiera, que yo le había demostrado a Aina que conocía lo ocurrido en la casa con Roberto. Nadie podía demostrar que yo había estado ahí, así que alguien se cargaría el muerto sí o sí.

Lo de Ricardo parecía ir para largo, pero por lo menos sabía algo más de su plan. Esperaba que en cualquier momento saliera a luz mi beso con Lara, esa foto que estaba casi seguro que sería de aquel momento. Pero gracias a lo ocurrido la noche anterior, pude confesarme ante Aina y no causarme ningún daño.

Ricardo dijo también algo de un tío maduro, aunque de eso no tenía ni idea. Ya pensaría algo. Y para frenarlo, ya sí, solo me quedaba Marcos. Le había vendido, había puesto a su mujer en manos de Ricardo solo para pillarlos y hacer quedar mal a ese malnacido. Un precio muy alto, romper su relación de años por una prueba contra mi enemigo. Pero por suerte, Núria era de esas pocas mujeres que no había caído en las manos de Ricardo. Supo rechazarle.

Ante mí pero, aparecía un dilema. Contarle toda la verdad a Marcos y confiar en su perdón. O engañarle, como había engañado a Miguel y Mauri. Esos engaños no me habían traído nada bueno, así que debía contarle la verdad.

A Carla no la podía eliminar de la ecuación. Parecía la más lista de todo el mundo. De hecho, era de la única que desconocía sus intenciones. Para qué querría separarme de Aina… estaba seguro que yo a ella no le gustaba. Tampoco imaginaba que fuera como con Lara, que ayudara a Ricardo a cambio de sexo. Aunque todo era posible.

Por último y no menos importante, mi hermana. Ricardo se la quería tirar… y estando preñada. Contando que en unos meses daría a luz, estaba claro que lo tenía que intentar no demasiado tarde.

Así que eso fue lo primero que hice al día siguiente. Ese sábado, cuando Aina aún dormía, me fui al comedor y llamé a mi hermana.

-Uff hermanito… qué horas son estas.

-Necesito hablar contigo urgentemente- Le dije.

-Joder… estoy muy vaga ya lo sabes.

-En serio, es urgente- Insistí.

-Bueno, venid mañana tú y Aina si queréis y pasamos el domingo todos juntos con los papis- Me dijo.

-Vale, pero te tengo que contar algo y es importante, pero tampoco quiero que Aina se entere. Prométeme que no dirás nada.

-Tranquilo, no diré nada. Le diré que he propuesto yo la visita porque hace tiempo que no nos vemos- Me dijo finalmente Marta.

Quedamos así y volví a la cama, esperando que Aina se despertara. Cuando lo hiciera, sería el turno de terminar de hablar sobre lo ocurrido.

Aina se despertó, desayunamos un poco y fue ella quien inició el tema:

-Lo de ayer…

-Tranquila, ya lo hablamos. Es todo culpa de Lara, la mandaré a tomar por culo, ya encontraremos otro local- Le dije.

Ya… yo también dejaré el gym, cuanto más lejos de ese calvo pervertido mejor.

Pero aún quedaban algunos cabos sueltos que podían surgir, aunque esa vez lo tenía yo pensado:

-Tampoco hace falta involucrar a Marcos, Núria, Ricardo y los demás. Tendremos que buscar una excusa para cambiar de local, Lara no podrá venir los viernes así que un problema menos- Le dije a mi mujer.

-Ya… pero no sé como lo podemos hacer. A lo mejor si les contamos lo ocurrido…

-No Aina, ni de coña. Nos tomarán por locos. El audio de Lara era de su móvil, no tenemos ninguna prueba. Es una persona tóxica y el local sinceramente, una mierda. Así aprovechamos y cambiamos de aires. Lara que piense lo que quiera, solo tiene buena relación con Ricardo- Dije finalmente y Aina me dio la razón.

Y es que la tenía, Lara solamente solía hablar conmigo y con Ricardo. Tras su traición, se quedaría más sola que la una. Solo tenía a Ricardo ya.

Ese mismo sábado recibí varias llamadas de Lara, aunque no cogí ninguna. Bloqueé también sus mensajes, no quería ninguna mentira más de esa rata. Informé a Aina también de que al día siguiente iríamos a casa de mis padres, cosa que le pareció fenomenal. No solo serviría para avisar a mi hermana, también podríamos desconectar tras la noche anterior tan accidentada.

Era lo mejor, olvidar lo ocurrido. Las palabras de Roberto, pidiendo a Aina más atenciones a su polla, aún resonaban en mi cabeza. Había sido duro, durísimo escuchar aquello. Pero me temía lo peor y ver que al final no pasó nada más, fue incluso un alivio. Sumado a que ese pequeño desliz sirvió para tapar mi beso forzado con Lara, lo hacían dentro de lo que cabe algo no tan negativo. También tenía una charla pendiente con Marcos, aunque eso lo dejaría para la semana siguiente.

Llegó el domingo y fuimos a casa de mis padres. Comimos y charlamos como siempre. La noche del viernes parecía olvidada en Aina y en mí. Habíamos podido olvidar aquello muy pronto y era sin duda lo mejor. En un momento en el que casi todos estaban durmiendo, aproveché para ir con Marta su habitación. Había llegado el momento por el que había venido.

-A ver hermanito, cuéntame.

No hizo falta contarle nada, ya que saqué mi móvil y le puse el audio que había grabado dentro del armario:

“A la guarra de Marta me la follaré por eso, porque es una guarra. Me da un morbo increíble que sea la hermana de Mario, pero no deja de ser una fulana como tantas otras. Si no me la tiré hace años es porque sentía pena por Mario, por lo de Marina. Pero ahora no. Ahora me follaré a su hermana bien a gusto.”