Producto de mis decisiones (Parte 2): Cap 53 y 54

Termina el fin de año, pero el tiempo pasa y de nuevo una celebración puede cambiarlo todo.

Capítulo 53

No sabía si ese “algo mejor” iba por Ricardo, pero le seguí preguntando:

-¿Antes la has llamado zorra no?

-Jajaja sí… me ha salido del alma. Una cosa no quita la otra. Respeto que haga eso, es mi amiga. Me lleva contando tiempo que están fatal y se siente abandonada… y yo lo único que quiero es que sea feliz. Si el camino a eso es dejando a Javi pues mira… pero eso no quita que ponerle los cuernos en fin de año sea de zorrón jajaja- Me dijo, quitando definitivamente hierro al asunto y quitándome a mí las ganas de seguir con esa conversación.

Ella se puso a bailar un poco mientras yo volví con Marcos y el cornudo de Javi. Había barajado la opción de contarle a Aina que esa infidelidad de Carla no era algo nuevo. Que podía ser que últimamente tuvieran alguna crisis, pero que meses atrás ya les pillé en ese mismo sitio follando. Pero viendo la nula importancia que le había dado al tema, prefería pasar y no cagarla.

Llegué y solamente vi a Marcos, que me dijo:

-Javi ha ido a pedir otra copa. No ha tenido suficiente el gilipollas… en fin. Veo que has tardado un poco pero tampoco te veo cabreado, supongo que tenía razón.

-Más o menos- Le dije y le empecé a contar todo el tema, incluida la reacción de Aina.

Marcos coincidió conmigo en que era raro que Aina apena reprochara la actitud de Carla, aunque decía que podía ser por el alcohol y que al día siguiente sería consciente de la infidelidad de su amiga. Yo pensé igual, ya que mi mujer siempre se había mantenido firme en esos temas y las infidelidades le daban asco. No entendía como esa y siendo de su mejor amiga, apenas le importaba.

Me dispuse a volver a la pista con Aina, bailar unos minutos e irnos por fin a casa a follar. Pero antes de eso, me despedí de Marcos y me dijo:

-No sé si ha sido positivo esto. No dudo de las intenciones de Lara, pero no habéis conseguido poner a Aina en contra de Ricardo. En cambio, le ha visto en acción… no sé si me entiendes.

-Sí más o menos. Pero bueno lo hemos hablado antes. Aina me quiere, ver a Ricardo follar no cambia nada- Le dije.

-Ya… una vez no. Pero tampoco hay que asumir riesgos. Mira tú caso, empezaste con alguna visita esporádica a la sala de Ricardo según me contaste y al final era como una droga. Igual que el morbo despertó en ti, puede despertar en ella. Eso no significa que te sea infiel, incluso puede que se ponga más cachonda y echéis un polvazo… pero yo no asumiría esos riesgos.

Nos despedimos definitivamente al igual que de más gente (también de Carla aunque sin mencionar nada de lo ocurrido) y nos fuimos de camino a casa. Un camino que recorrí callado y pensativo. Tanto por lo ocurrido como por las últimas palabras de Marcos. Al fin y al cabo, Aina era una persona de carne y hueso y lógicamente podía sentir la morbosidad en ese tipo de situaciones, al igual que yo.

Eso no tenía nada que ver con la infidelidad, pero podía ser peligroso ya que ella y yo lo veíamos desde perspectivas distintas. Yo veía a un tío normal que se follaba a tías que estaban súper buenas, pero teniendo a Aina a mi lado que era incluso mejor que la mayoría de esas. Aina en cambio, veía en Ricardo algo que yo posiblemente no podría darle nunca. Esa brutalidad follando, esa energía, ese físico… esa polla. Todo dependía de si Aina veía eso como morboso por el polvo en sí, incluso por la infidelidad de su amiga… o que lo viera morboso por la brutalidad del propio polvo. Así que ante cualquier duda, como dijo Marcos, mejor no jugársela.

Llegamos a casa y tal como imaginaba, nos lanzamos ambos en la cama, vestidos, para empezar a tocarnos y acariciarnos. Yo me desvestí con ligereza, mientras que Aina se quitaba el vestido rojo poco a poco, con sensualidad. Una sensualidad que me encantaba, que me la ponía dura al instante. Se quedó solamente con tu tanga rojo y el sostén negro que apenas podía abarcar sus grandes pechos.

Ella no solía usar lencería de encaje o prendas súper sexys, pero en ese caso ambas prendas le daban un morbo increíble, sumado a la sensualidad de su cuerpo. Su ligera borrachera ayudaba también a que estuviera más inhibida y juguetona. No pasaba de hacer gestos con la lengua, morderse el labio, acariciarse los pechos… No pude más y me saqué la polla, a lo que vino ella rápidamente a degustarla como si se la fueran a quitar. Me la estuvo chupando un par de minutos, hasta que estaba yo a punto de reventar y le dije de parar un poco. Ella se terminó de quitar la ropa interior y yo me fui a buscar un condón para penetrarla.

No había ninguna en la mesilla así que fui al comedor a buscar otra caja. Mientras buscaba, pensaba en tiempo atrás, cuando lo hacíamos a pelo. Fueron contadas ocasiones, cuando tomaba la píldora. Pero decidimos de mutuo acuerdo empezar a hacerlo con protección y evitar tanto los efectos de la píldora en ella como tener descendencia no deseada. Si hacerlo con condón con Aina era increíble, hacerlo a pelo era el cielo. Pero en esos momentos es lo que tocaba.

Encontré la caja y me la llevé hacia la habitación donde estaba Aina. Aunque no estaba sola. Estaba totalmente desnuda sobre la cama, tumbada hacia arriba aunque ligeramente de lado. Abarcando la enorme polla de juguete con sus dos manos, haciendo una especie de felación. Vi como pasaba su lengua por ella, incluso como intentaba metérsela en la boca aunque resultaba complicado.

-Cari…

-Joder Mario estaba aburridita jaja…- Me dijo, con voz excitante.

-Ya veo ya… joder si eso no te cabe- Le dije.

-En la boca apenas, en el coño no sé jajaja- Seguía diciendo, entre excitada y pedo.

Yo no sabía qué decir ni qué hacer. En parte me daba morbo verla acariciando y besando tal pollón. Por otra parte, recordando las palabras de Marcos y sabiendo a qué polla real se asemejaba esa de juguete… tampoco me hacía mucha gracia. Pero finalmente decidí hacer como si nada, follar con ella y ya. Si quería usar o no el dildo era cosa suya. La empecé a penetrar suavemente en la postura del misionero, mientras ella seguía con el dildo en una mano aunque sin prestarle ya tanta atención. Solamente lo tocaba un poco, como haciendo una pequeña paja.

Tras unos segundos así, aceleré el ritmo y ella empezó a gemir un poco:

-Uff sí Mario sí… ahhhh…

Aceleré un poco más y ella también intensificó sus gemidos:

-PFF ahhh… vamos joderrr va vaaa ostia putaggggg

Tenía los ojos cerrados, lo hacía muchas veces durante los polvos para evitar correrme pronto. Si sumaba a mi facilidad por eyacular, la visión de Aina llena de placer… explotaría en segundos. Obviamente no siempre, no contemplarla mientras follábamos sería un pecado. Pero de vez en cuando necesitaba un respiro si quería estar a la altura y no dejarla insatisfecha, aunque tuviera que hacer esos pequeños sacrificios.

El caso es que los abrí tras sentir ese extraño grito ahogado. Y el ahogo era causado como no, por el juguete sexual. Aina se lo había metido en la boca (aunque solo el glande) y lo estaba pajeando a mayor velocidad. La imagen era impactante, no es que Aina tuviera una boca enana, pero verla totalmente abierta, con sus labios carnosos envolviendo ese gran glande… fue demasiado.

Me corrí al instante, mientras ella seguía a lo suyo con el pene de goma. Y aunque me pareció una eternidad, fueron solo unos segundos. Se lo quitó de la boca, cayéndole babas por el camino y dejando una cantidad importante de ellas en ese glande. Nunca había visto su boca tan abierta, esa lucha por engullir esa cosa… y solo era la punta. Me desincorporé, con intención de hacerla correr con mi boca y manos. Y lo conseguí a los pocos minutos, mientras ella seguía con el juguete en sus manos, tocándolo ligeramente. Tras el polvo, nos vestimos con el pijama y nos pusimos a dormir. Para el 1 de Enero teníamos que ir a comer en casa de sus padres esta vez y tampoco queríamos levantarnos demasiado tarde.

Nos despertamos casi al medio día y nos pusimos elegantes para la comida. A sus padres apenas les veíamos, Aina tenía una relación simplemente formal con ellos. Se había independizado pronto y el hecho de vivir en una ciudad relativamente lejana, hicieron que el contacto se perdiera. Eran extremadamente religiosos y aunque Aina tampoco fuera una “chica mala”, su actitud libre e independiente se ve que chocó bastante en ese ámbito familiar según ella.

Por suerte el día pasó rápido, cumplimos el trámite y nos fuimos a casa. Los padres de Aina me empezaron a ver mal, como la mayoría de padres a los novios de su hija. Pero ya con el paso del tiempo y sobretodo la boda, me vieron con buenos ojos. Como alguien en quien confiar, alguien que tuviera “controlada” a su hija. Sus pequeñas rebeldías (según me contó ella misma alguna vez) trajeron más de un dolor de cabeza a sus padres. Así que verla sentando la cabeza, con un buen trabajo y marido, era un sueño cumplido para ellos.

Pasaron esos primeros compases del año con normalidad, con el día de Reyes incluido. Ya con las fiestas terminadas, volvió de nuevo la rutina. Aina con bastante trabajo, al igual que yo, aunque sin estresarnos. Ella seguía yendo regularmente al gimnasio, un gimnasio al que Ricardo seguía sin ir. Donde sí se dejaba caer más era en nuestras quedadas, aunque el ambiente era cordial. Yo tenía la suerte de contar con Marcos, me pasaba los ratos hablando con él. Aina hacía lo propio con Núria, entablando los cuatro una buena amistad. Y también contaba con Lara por supuesto, que seguía soltera aunque con sus ligues esporádicos.

Con ella también iba quedando de vez en cuando en el parque cerca de casa. Eran los únicos momentos que teníamos ambos a solas, donde podíamos poner a parir a Ricardo:

-Se cree superior por tener esa polla- Le dije en una de nuestras “reuniones”.

-Totalmente Mario. Que rabia de tíos que creen que por tener eso ya todas van a caer rendidas a sus pies.

-Bueno tú no estás mucho para hablar jejeje- Le dije a Lara con burla, a lo que ella respondió:

-Bueno, está claro que ayuda. Y mentiría si te dijera que sus polvos no son placenteros. Ese pollón se nota, pero vamos que yo soy libre y me follo a quien quiero. No por su polla, hay más tíos en mi lista jajaja.

-¿Pero aún lo hacéis?- Pregunté.

-Muy poco. Nunca le he tenido realmente aprecio, follar estaba guay sin más. Pero últimamente nos hemos distanciado un poco. Sé qué tipo de persona es y para lo que me quiere. Ahora mismo estoy bien servida con otros así que mira… si surge bien pero sin más- Me respondió Lara.

-Bueno… mientras no empiece a desconfiar de ti… ya que el plan sigue en marcha- Le dije.

-Nada, no te preocupes. Él tampoco me ha buscado mucho así que estará con sus chochitos nuevos. Ha surgido menos y ya, pero sigue confiando en mí. Hazlo tú también y tarde o temprano le pillaremos.

Ya a principios de Febrero, Ricardo y Lucía cortaron definitivamente. Por su parte, Javi y Carla estaba algo distantes en los últimos encuentros, con ella hablando bastante con Ricardo. Aina y yo nos temíamos lo inevitable. No me daba pena Javi, pero era una victoria más de Ricardo. Y no por el hecho de follarse a Carla, cosa que hacía desde tiempo atrás, sino por llegar a destruir esa relación consolidada. En otro momento, lo hubiera visto como algo positivo, como una oportunidad para demostrar a Aina que Ricardo era un rompe parejas. Pero ya cuando les pillamos en el local, mi mujer me demostró que no. Que según ella… “Carla merecía algo mejor”.

Así que mi plan para desenmascarar a Ricardo estaba completamente parado. Sin salida, ni para adelante ni para atrás. Yo estaba bien con Aina, Ricardo no tocaba demasiado las narices… así que prefería esa especie de “tregua”. Llegué a pensar incluso que él ya había desistido. Que mi mujer ya no era su objetivo. Hacía ya casi un año desde el reencuentro y pese a todas mis cagadas y todas las situaciones que se dieron, ese hijo de puta no había conseguido nada. Joderme, sí. Pero ningún acercamiento serio con Aina. Ni con su increíble físico, ni con su carácter chulesco. Tampoco sacando a pasear su polla para demostrar qué podría ofrecer. Tan siquiera con la “ayuda” de Carla.

Ni con mis innumerables cagadas, Ricardo no había conseguido nada con Aina. Al final pensé en dejar fluir la situación, dejar correr el tiempo. Estaba a gusto y no veía peligro, tampoco podía estar toda la vida preocupado por unos cuernos inexistentes. Deseaba acabar con Ricardo, apartarlo de nuestras vidas… pero en esos momentos aún estando cerca, no parecía una amenaza.

El sexo con Aina también seguía estable, aunque con el dildo gigante cogiendo cada vez más protagonismo. Ella ya lo lamía y se lo comía de forma habitual en nuestros polvos. Era un complemento más y parecía darle mucho morbo:

-Venga Mario dáme más siiii…. ahhh pfff- Suspiraba Aina, mientras recorría el tronco de ese enorme juguete con sus pequeñas y delicadas manos, a la vez que yo la penetraba.

El contraste era terrible, ese bicho no se dejaba envolver ni por sus dos manos. Tan siquiera por las mías, cuando más de una vez me tocó guardarlo tras una sesión de sexo. Lo cogía por el tronco, sin asco. Al fin y al cabo era un trozo de plástico. Pero la sensación era bastante extraña.

Una de esas veces, mientras Aina se estaba duchando tras el polvo, recorrí yo también mis manos por ese juguete. Haciendo una especie de paja. Simplemente para comparar, ya que instantes antes yo mismo me agarraba mi pene para penetrar a Aina. Y la sensación de agarrar el otro, el de plástico, era totalmente distinta.

-Joder Mario, no te me vuelvas gay jajaja.

Capítulo 54

Eso me dijo Aina, al sorprenderme sobando el dildo. No era una paja como tal, pero tampoco lo estaba agarrando “sin más”.

Pasaba mis manos arriba y abajo. Notando esa textura realista… y sobretodo ese grosor. También esa longitud, ya que ese bicho no era normal. No parecía de este mundo. Pero sí, lo era. Y conocía a un tipo que por desgracia tenía eso… y no de plástico precisamente.

-Joder que corte jaja a ver… me sigue flipando el realismo que tiene, solo eso- Le dije a mi mujer con apuros.

-Ya ya… si es flipante la verdad. Me da mucho morbo, hacía tiempo que no follábamos incluyendo a juguetes- Me dijo Aina, con razón.

Y es que más allá de algún polvo esporádico con su viejo dildo, casi nunca habíamos usado nada más. Ni dildos, ni esposas, ni nada del estilo. Éramos muy tradicionales en ese sentido, aunque tampoco habíamos tenido nunca esa necesidad de ir más allá. Teníamos lo más importante, ella a mí y yo a ella.

Pasaron los días hasta que llegó el Carnaval. No solíamos hacer nada especial Aina y yo, tampoco nuestros amigos. Pero esa vez Carla se empeñó en salir “a liarla un poco” y nos terminamos enganchando. En la capital estaba todo saturado, pero ella tenía un plan. Iríamos a un pueblo cercano, donde vivía su familia. Ahí podríamos quedarnos a dormir todos en un chalé que tenían sus padres, vacío. En cuanto al Carnaval en sí, habría algunas carrozas (algo cutres según ella) pero nos lo pasaríamos en grande (también según ella).

A todos los del grupo les pareció genial la idea. Menos a Marcos y a mí, que no éramos demasiado de disfrazarnos. De hecho Núria y él pudieron librarse, alegando que tenían otros compromisos. Así que no solamente me tocaría tragarme esa fiesta en ese pueblo de mierda, sino que encima lo haría sin la compañía de Marcos. Lo único bueno es que no tendríamos gastos, ya que a parte de la estancia, la familia de Carla también nos proporcionaría comida y bebida. Carla tenía enchufe en la carroza, así que nos coló a todos y nos dijo que los disfraces eran gratis.

Llegamos al pueblo y aunque no estaba yo demasiado animado, sabía que serían solamente unas horas. Pensaba incluso en terminar pronto y esquivar el tener que dormir todos ahí en el chalé. Prefería irme a mi casa y hacer el amor con Aina. Ella sí que estaba más animada, al igual que la propia Carla, Javi, Ricardo y Lara. Una Lara que sería seguramente mi único apoyo esa noche.

-¡Ostia puta! Qué originales jajaja- Dijo Ricardo irónicamente, al ver los disfraces.

Las chicas iban de “cazadoras sexys”. El disfraz era simple, arriba un top verde bastante escotado. Debajo, una minifalda también bastante corta, aunque con el típico color de camuflaje militar. También había unas medias, ya que no hacía precisamente calor en esa época del año. Finalmente un ligero manto que también cubría del frío la parte superior, aunque era súper cutre. Pero el disfraz de chico no se quedaba atrás, ya que constaba únicamente de una especie de pijama de una pieza que simulaba un ciervo. Ya está, solamente eso. La capucha de ese traje sí que estaba algo más elaborado, con la cara del animal. Pero seguía siendo algo muy básico.

Ricardo, por primera vez en mucho tiempo, dijo algo que coincidía con mi pensamiento:

-Joder no sé cual es peor…

-Oye jajaja encima que es gratis…- Dijo Carla, haciéndose la indignada pero en tono de broma.

-Pues tienes razón. Y ya que es gratis, me vestiré de cazadora jajaja. Que para ir en pijama ya tengo mi casa.

Y tras decir aquello, Ricardo cogió todas las partes de un disfraz de chica y se lo empezó a poner ahí mismo. Aunque Lara le recriminó:

-¡Serás gilipollas! Anda tira para allá que por algo hay unos vestuarios.

Los demás chicos no fuimos tan “rebeldes” como Ricardo y nos pusimos lo que nos tocaba… ese disfraz cutre de ciervo. Interiormente pensaba que lo lógico era hacerlo a la inversa. Los chicos de cazadores y ellas de animal… aunque claro lo que más vendía era que fueran las chicas las que enseñaran carne. También había la opción de elegir lo que nos saliera de los huevos como hizo ese imbécil, pero tampoco quise molestar preguntando. Ricardo por cierto, quedaba algo ridículo con esa falda. Para la parte de arriba desistió y se puso una camiseta normal suya, que iba a juego con los demás disfraces femeninos.

Una vez todos vestidos, nos subimos a la carroza junto a más gente y pasamos ahí un buen rato recorriendo las calles. Algunos bajaban y bailaban, otros hacían lo propio en la carroza. Yo me limitaba a estar apoyado en una barandilla aprovechando la barra libre de bebida. Me fijé en las chicas y estaban espectaculares con ese atuendo. Cualquier movimiento en falso y enseñarían medio culo. Y en el caso de las más pechugonas, como mi mujer, ese top apenas cubría sus enormes atributos. Por suerte para mí, ella estaba bastante tranquila. Bailando pero en la carroza y cerca de donde yo estaba. Ahí también se encontraba Javi, que me decía algunas chorradas de vez en cuando. Aunque apenas le prestaba atención.

La carroza pasó entonces por delante de la casa de los padres de Carla, donde en teoría pasaríamos la noche. Ella nos avisó que bajaba un momento a buscar una cosa, que luego se reincorporaría. Así que la carroza siguió su camino mientras yo seguía aburrido con un Javi que ya empezaba a estar pedo.

-Joder este tío está fatal- Le comenté a Aina.

-No si ya… puto borracho.

-¡Aina! A ver está Carla por ahí y pasa de él, algo tendrá que hacer- Le dije.

-Bueno, nadie le impide bailar también, divertirse… Y sino que se quede aquí contigo, que tampoco bailas mucho pero no necesitas emborracharte- Me respondió ella.

-Yo voy a mear que no me aguanto más. Carla seguro que estará en su casa aún, voy un momento mientras te quedas con Javi.

-No creo que sea buena idea cari…- Me dijo Aina, intentando disimular algo pero sin conseguirlo.

-¿Y eso? A ver que si no se puede pues busco un arbusto, pero coño que su casa está aquí a dos minutos andando. Y si es por Javi pues…

-No, no es por eso ni por Javi. Es que Carla está… a ver como te lo cuento. Ricardo también ha ido y entonces…

-No me jodas Aina…-Le dije, entendiendo perfectamente la situación.

-Joder qué quieres que te diga… Lo están pasando fatal y antes o después cortarán- Me dijo.

-Yo eso no lo sé. Lo único que sé es que le está poniendo unos cuernos increíbles. Y no los de la capucha precisamente.

-Ves, hay que tomárselo con humor jajaja no pero joder… es su vida. Déjalos que ya son mayorcitos- Me dijo quitando hierro al asunto, aunque yo seguía con la mosca detrás de la oreja.

-Bueno yo me estoy meando igual, Carla nos ha ofrecido su casa. Pues allá que voy a mear y seguramente me quede ya… Porque vaya mierda de carnaval.

-¡Pero que estarán follando!- Me dijo Aina casi gritando.

-¿Sí? No me jodas… a lo mejor juegan al parchís, pero solo la parte de comerla. Me la sopla, me voy.

Y me bajé de la carroza para ir a mear. No tenía ninguna intención de pillar a esos dos follando, pero quería mear y de paso tumbarme un rato. Según Carla la casa era grande (teníamos que dormir varias personas) así que habría varias habitaciones. Escogería una libre y me quedaría ahí. Ya llamaría a Aina para decirle en cual estaba, aunque vino detrás:

-Venga pues voy también…

-¿Eres una voyeur?- Le dije, sin pensar. Y es que el voyeur era precisamente yo. Aunque en esos momentos no le mentía, solamente quería orinar y descansar, pasando de esos dos.

-¿Y tú? Jajaja… joder me estoy meando también. Si están a lo suyo seguro que ni se enteran de nada. Luego pillamos una habitación libre y nos quedamos ahí… porque tienes razón, qué coñazo de carnaval.

-¿Y Javi qué?- Pregunté. Me había olvidado totalmente de él.

-Tranqui cari, le he dicho a Lara que se esté con él. Hará de niñera un rato.

Eso me dejó más tranquilo… aunque no por mucho tiempo. Y es que Javi estaría vigilado, lo cual era importante con el ciego que llevaba. Pero sentía que le estábamos traicionando. Su chica con Ricardo follando, Aina y yo yendo para allá para descansar… y Lara “distrayéndolo”. Porque eso no tenía otro nombre. Lo fácil hubiera sido ir todos ya hacia la casa. Solo quedaban Javi y Lara, él borracho perdido y ella teniendo que hacer de niñera. Lo normal era volver también ellos a casa, pero claro… el panorama no sería fácil de digerir para Javi.

Así que básicamente eso parecía una encerrona para que Carla pudiera ponerle los cuernos a gusto, con Lara, Aina y yo como cómplices improvisados. No quise pensar demasiado más en el asunto y seguí a Aina hacia la casa. Solamente había que abrir una especie de verja, ir por detrás y entrar directamente al salón por una puerta trasera que se abría empujando.. Ya nos avisó Carla que no necesitábamos llave de esa forma. Eso hicimos y nos plantamos delante del salón, donde se escuchaban unos ligeros ruidos.

-No me jodas Aina…- Le dije a mi mujer.

-Ostia puta… ya podrían estar en alguna habitación… ¿Qué hacemos ahora?

-No tengo ni idea- Le dije, susurrando.

-Te recuerdo que ha sido idea tuya eh…- Me echó en cara Aina y no pude contestar, porque tenía razón.

Ahí estábamos ambos, entre la puerta exterior y la otra que daba al salón. Estaba entre abierta, si nos asomábamos un poco seguro que les veíamos haciendo sus cosas. Aina pareció leerme la mente porque fue precisamente lo que hizo.

-¿Estás loca?- Le dije, susurrando pero en tono enfadado.

-Joder no pasa nada. Total ya que estamos… a ver si no se enteran y podemos colarnos al baño- Me respondió.

-Yo paso, voy a mear fuera- Le dije, sin conseguir ella cambiara su opinión. Hacía unos minutos fui yo el que se empeñaba en entrar a mear… pero se habían girado los papeles. Decidí (como ella hizo antes conmigo) acompañarla también e intentar entrar. Fue Aina la primera en asomarse, haciendo yo lo propio a los pocos segundos.

La intención era examinar el salón para ver donde estaba el baño y si podíamos acceder fácilmente sin ser vistos. Pero vimos lo que ambos nos temíamos: el polvazo que le estaba metiendo Ricardo a Carla. Estaban algo alejados de nuestra posición, no escuchábamos demasiado a parte de leves gemidos. Pero ahí estaban.

Ricardo totalmente recostado en el sofá, con Carla encima botando cara a cara. Lo hacía de forma enérgica, turnando los botes con unos movimientos circulares que harían correr a cualquiera en segundos. A cualquiera menos a Ricardo, que ahí seguía como si nada. La agarraba de las caderas, llegó a coger el móvil incluso y empezó a teclear unos segundos. Todo mientras Carla seguía botando.

Miré un momento y vi como Aina tenía los ojos como platos. Teníamos que buscar el baño, pero ambos seguíamos con la mirada fija en la pareja. Estaba a punto de decirle que dejáramos el tema y nos fuéramos de ahí, pero justo Aina entró en el salón. Me quería morir. Se agachó detrás de un sofá y empezó a andar despacio hacia delante. Las luces estaban apagadas, pero la tele encendida. Eso la estaba ayudando a ocultarse por ahí, a la vez que no escuchaban sus pasos. Yo la seguía rápidamente, recorriendo todo el salón tras ella.

Nos encontrábamos en la otra punta, con el sofá de Ricardo muy cerca. Por suerte, teníamos a Carla de espaldas mientras que su propio cuerpo tapaba cualquier visión de Ricardo. Solo faltaba medio metro cuando un ruido nos detuvo:

-AH AHHHH AHHH AHHHHHHHHH DIOSSSSSS.

Nos giramos ante esos repentinos gemidos de Carla, que hasta el momento no hacía demasiado ruido y tampoco se la escuchaba con la tele. Pero esa vez sí. Y el motivo lo vimos Aina y yo al instante: Ricardo ya no estaba tan relajado con el móvil, sino que usaba sus manos para agarrar con fuerza el culo de Carla. A su vez, esta ya no estaba en forma vertical, sino que se había inclinado hacia delante, hacia Ricardo.

La imagen desde atrás era muy potente, con ese semental agarrando las nalgas de su pareja sexual, subiéndolas y bajándolas de forma frenética. A su vez, las separaba ligeramente, pudiendo observar Aina y yo el coño de Carla desde atrás, tragándose cada vez esa enorme polla. Era brutal, la tenía totalmente sodomizada y sus intensos gemidos seguían. El culo de Carla tenía importantes dimensiones, pero las manazas de ese animal conseguían abarcar sus nalgas casi en su totalidad.

Ricardo por primera vez gimió también, anunciando lo que llegaba:

-Ufff me corro guarra me corrooo.

Entonces Ricardo paró de agitar las nalgas de Carla, clavándole la polla hasta el fondo. Aina y yo sabíamos que estaba ocurriendo, no solamente por el aviso de Ricardo. Sus cuerpos parecían temblar, pese a estar sin moverse. Él reanudó ligeramente sus movimientos, pudiendo observar mi chica y yo como de ese coño manaba un importante río de semen.

Miré a Aina entonces, que seguía como hipnotizada viendo todo eso. Le di un ligero toque y por suerte me entendió, así que aprovechó para avanzar lo poco que quedaba y cruzar la puerta. Hice lo propio y llegamos a otro pasillo, donde estaban varias puertas de las habitaciones y también el baño.

-¿Y ahora qué?- Le susurré a Aina, que seguía como embobada y tardó unos segundos en reaccionar:

-Eh… pues... ¿qué de qué?

-Joder Aina, qué hacemos… aquí está el baño pero esos han terminado ya- Le dije.

-No sé yo- Me respondió ella, aunque yo no entendía nada.

Le hice el gesto de encogerme de hombros y me respondió:

-Pues que Carla me dijo… a ver no te enfades. Me dijo que solían follar dos o tres veces seguidas. No sé cuál habrá sido esta, imagino que la primera con todo lo que ha soltado Riqui… así que meamos y nos vamos mientras le siguen dando.