Producto de mis decisiones (Parte 2): Cap 51 y 52

Llegan más celebraciones y más revelaciones.

Capítulo 51

Aina me acababa de decir que le gustaba esa enorme polla.

De juguete claro, pero polla al fin y al cabo. No me sentía celoso, solo faltaba serlo también ante un trozo de plástico. No era ese el motivo de mi molestia. El motivo era lo que me recordaba ese juguete… la polla exacta que me recordaba.

Y era en efecto la de Ricardo. Una imagen tan simple como la de Aina tocando ligeramente ese juguete inanimado, se convertía en mi extraña cabeza en la visión de Aina tocándole la polla a Ricardo. Si eso fuera una peli de Disney y los juguetes tuvieran vida, estaba convencido que esa polla tendría la voz y el alma de Ricardo. “Hay una serpiente en su boca” fue lo siguiente que pensé, al ver a Aina directamente pasarle la lengua a esa polla de plástico. Y aunque mi reacción en condiciones normales hubiera sido la de enfadarme… no fue el caso.

Mis pensamientos sobre Ricardo desaparecieron. La imagen era brutal, superior a todo eso. Aina siendo follada por mí, agarrándola de las caderas. Mientras ella con una mano se tocaba sus enormes pechos… y con la otra agarraba ya por completo esa polla inerte. La gota que colmó de nuevo mi vaso de esperma, fue visión de Aina rozando con su lengua esa polla. Primero levemente y luego ya besando la puntita.

Me corrí directamente y Aina lo notó, a lo que se desincorporó y nos besamos de nuevo. Yo sabía que ella no se había corrido, así comí con ansia su coño, aún con la imagen en mi cabeza de Aina besando esa polla monstruosa. Por suerte, la hice correr a los pocos minutos aunque mis dedos y lengua estaban agotados. Por eso prefería hacerla correrse en pleno polvo, porque a ella le costaba sin duda bastante más que a mí y sin poder usar mi pene, era más complicado.

Aún así, no hubo problemas seuxales graves durante todos esos años. La mayoría de veces aguantaba (con dificultades eso sí) hasta que ella se corría también. Sino, como en esa ocasión, me servía de mi boca y manos para ayudarla a quedar satisfecha. Nunca le había sacado más de un orgasmo seguido, pero viendo su dificultad en correrse tampoco pensaba que fuera algo posible. Con uno quedaba servida, como yo.

Nos aseamos y vestimos de nuevo y le pregunté:

-Te ha gustado al final el juguete eh…

-¿Te ha molestado?...

-Para nada cielo, pero fue algo inesperado. Nunca habíamos hablado de usarlo. Estaba ahí tirado porque yo lo había abierto, pero no me esperaba que lo fueras a tocar…-Le confesé.

-Fue como un acto reflejo… no sé. Me estabas follando y lo vi ahí tan cerca de mí… que me dejé llevar- Me dijo Aina.

-Joder, casi te lo comes jaja.

-Pues mira… Le pasé la lengua también como acto reflejo al verlo al lado de mi cara. Luego pensé en metérmelo en la boca, pero eso no me entra creo jajaja.

Lo que dije luego fue sin pensarlo, posiblemente por error, aunque en el fondo lo deseaba:

-Bueno, podemos probar algún día.

-Jajaja al final te gustará a ti también… ya veremos- Me respondió y dejamos el tema aparcado por el momento.

Definitivamente eso me había dado morbo. Ver a Aina con ese pene gigante, tocándolo un poco y rozándolo con la lengua. La idea de verlo en su boca me ponía a mil. La asociación del pene con el de Ricardo había desaparecido. De hecho, ella tan siquiera había hecho ninguna mención hacia él. Así que no había problema.

Tras el fin de los shows de Ricardo, o por lo menos de mi asistencia a ellos, mi morbo había caído en picado. Tampoco lo veía necesario, no lo encontraba tan el falta. Pero era evidente que esos espectáculos siempre me calentaban y cogía a Aina con más ganas. Ese ligero juego de Aina con el dildo era lo más morboso que me había pasado en meses. Seguía con mis dudas, al existir la posibilidad de asociar tanto ella como yo el juguete con la figura de Ricardo. Pero como casi siempre, el morbo era superior a la razón y no vi ningún peligro, así que si ella quería lo volveríamos a usar en alguna ocasión.

Transcurrieron los días hasta llegar a finales de Diciembre, con todo lo que conllevaba eso. Aina tuvo su cena de empresa, al igual que yo la mía. La cena de Nochebuena fue en casa de Carla y Javi, solamente nosotros ya que los demás tenían sus compromisos. Mientras que la Navidad la pasamos en casa de mis padres, comiendo allí con ellos y mi hermana, por supuesto.

Volvimos al trabajo hasta llegar a Nochevieja. Ese fin de año lo celebraríamos en el local de siempre, como era habitual en los últimos años. Marcos y Núria habían aceptado unirse, mientras que Mauri, Miguel y sus respectivas parejas seguían sin dar señales de vida. Solamente unos mensajes para felicitarles las fiestas, que por suerte ambos me devolvieron.

Empezaba a asumir que era el fin de esas amistades. El tiempo todo lo cura… pero no veía una solución real a aquello. Habíamos separados nuestros caminos los tres y así nos iba bien. Mi vida era más estable e imaginaba que mis dos colegas habrían podido solucionar sus problemas de pareja, aunque no me había atrevido a preguntarles.

Cenamos y nos tomamos las uvas, para descansar un poco y ya empezarnos a arreglar para salir. Ella ya se había duchado antes y fue mi turno. Y ahí bajo el agua, seguí reflexionando como tantas veces hacía. En como estaba cambiando mi vida, sin buscarlo, sin quererlo. En como habían cambiado mis amistades, volviendo y desapareciendo de nuevo. Me terminé de duchar y me fui a vestir en la habitación.

Yo seguía pensando en mis amigos, mientras Aina se terminaba de arreglar para celebrar el fin de año. Yo tardaría bastante menos así que tampoco tenía mucha prisa. Me empecé a poner una camisa azul marino, que iba a juego con mis pantalones. Me fijé en Aina e iba espectacular, como siempre. Llevaba un vestido rojo para la ocasión, sin duda el color que mejor le quedaba. Llamativo pero sin resultar exagerado, con un escote bastante pronunciado pero de nuevo, sin verse soez. Se lo compró tiempo atrás pero apenas se lo había puesto un par de veces.

Era bastante sencillo eso sí, seguramente por eso resultaba elegante pese a enseñar bastante. Por debajo era largo por un costado solamente, enseñando bastante parte de una de sus piernas. Estaba divina y se lo hice saber:

-Joder cielo… estás espectacular.

-Tú que me ves con buenos ojos jajaja. Por lo menos no me has recriminado nada ehh- Me dijo de broma, sacándome la lengua.

Entre el vestido, el maquillaje y sus gestos divertidos, estaba para follársela ahí mismo. Solo había que levantar un poco el vestido, apartar el tanga (también rojo) que llevaba y metérsela. Pero no era el momento, ya al regresar tendríamos nuestro polvo.

Tras darnos un beso cariñoso, le respondí:

-Como te voy a decir nada… mírate brillas con luz propia.

-Sí pero últimamente con el tema de enseñar un poco y eso… jajaja a ver es coña, pero me rallé un poco sobre si ponerme este o el otro azul que es más tapado- Me dijo.

-¿El de hace dos años no?-Le dije, recordando ese vestido que efectivamente era mucho más tapado.

-Sí sí. A ver sé que no te enfadas, pero yo que sé tampoco quiero incomodar.

-Joder cari no te preocupes. Lo que pasó ya está todo hablado y zanjado. Fueron otros contextos y situaciones.

Dejamos ahí el tema y tras terminarnos de preparar, fuimos al local. De camino seguía pensando en esa última conversación con Aina. Aunque el tema de las vacaciones y mi “ataque de celos” nos quedaban ya algo lejos, ella seguía con el tema en la cabeza.

Para mí era agua pasada. Quería borrar ese episodio y centrarme en estar bien con Aina. Queriendo pillar al cerdo de Ricardo por supuesto, pero sin parecer un celoso posesivo ni recriminando nada del pasado. Por eso no quería decir nada a Aina sobre sus vestimentas o conductas, la clave era estar bien con ella. Y todas las chicas vestían así en fin de año, realmente tampoco me sentía mal. Aunque mi mujer visto lo visto, aunque lo dijera en broma, seguía teniendo en mente mis reproches de meses atrás.

Llegamos y el local estaba bastante más lleno de lo habitual. Era fin de año y el precio de la entrada y consumiciones estaba bastante bien, así que era de esperar. Lara estaba hasta arriba de trabajo, incluso habían contratado a otra camarera para esos días festivos. No sabía quien era, pero estaba seguro que si Ricardo hubiera trabajado también ahí como tiempo atrás, se la hubiera cepillado.

Y justo pensando en Ricardo, lo vimos cerca de la entrada junto a Marcos y Núria. Ahí que fuimos a saludarnos todos y Ricardo de marchó a pedir unas copas. Núria y Aina se quedaron a un lado hablando y yo hice lo propio con Marcos:

-A ver qué nos depara la noche- Le dije para romper el hielo.

-Pues una mierda, qué nos va a deparar. Tengo las mismas ganas de fiesta que tú jajaja- Me dijo con su tono habitual, serio pero el toque gracioso.

-Sí… para que nos vamos a engañar. Solo estoy deseando llegar a casa y… ya sabes- Le dije, a lo que Marcos me respondió:

-Sí sí… te entiendo jajaja. Yo igual. Núria no suele ir muy destapada pero en fin de año de desata… joder… ¡¡¡SE ME ESTÁ PONIENDO TIESA!!!

-Tranquilo jajajaja joder Marcos. ¿Y no te da cosa verla así? O sea dices que nunca va tan provocativa pero hoy sí…-Le pregunté.

-Bueno tampoco va provocativa como tal. Va como Aina, con un vestido normal de fin de año. Joder es lo habitual un día como hoy, todo depende del contexto. Si la veo así un día normal pues sí que me extrañaría- Me dijo.

Y tenía razón, al final dependía del contexto. Le di vueltas a mi cabeza, pensando aún en las vacaciones pasadas. Y ahí me valía también la frase de Marcos. Aunque Aina hubiera llevado un bañador semi transparente, incluso haciendo topless… era lo habitual. Eran playas al fin y al cabo, algunas nudistas. Tampoco era tan raro ni debería haberme enfadado. Pero una cosa era la teoría y otra ver a tu esposa enseñando sus atributos a los demás.

No sabía si a Marcos le molestaría una situación como esa, así que aproveché para preguntarle:

-Es que ya te comenté que en verano fuimos a Menorca y tal… fuimos incluso a playas nudistas y ver a Aina en topless fue un poco extraño.

-Ya, te entiendo. Sinceramente no sé como reaccionaría yo. Por suerte o por desgracia no somos mucho de playa, menos de nudistas. Ni estando en Barcelona íbamos apenas. Pero ya dijo que no sé… a ver confío en Núria pero no sé qué pasaría- Me dijo, por primera vez estando realmente serio.

-Yo confío en Aina también, pero más que confianza… no sé como llamarlo.

-Sí, sé a qué te refieres. Sabes que ella no hará nada, pero como que molesta verla en esa actitud- Me cortó Marcos, acertando en sus palabras.

-Exacto. Aunque hay gente a la que incluso le da morbo que su pareja enseñe su cuerpo.

-Locos hay en todas las esquinas jajaja. No creo que sea motivo de enfado, pero tampoco de ponerse cachondo. Si ellas se ven bien y a gusto con esa vestimenta genial, sin más. No debería despertar nada en nosotros- Dijo mi amigo.

Dejamos ahí el tema y volvimos con nuestras parejas, que también estaban hablando. A saber sobre qué. Esa era otra de las inquietudes que tenía, sobretodo de las charlas privadas de Aina con Carla. Sabía que Núria era bastante más cortada y encima se conocían menos. Seguramente hablarían de cualquier chorrada. Pero con Carla teniendo confianza y siendo ella la gran aliada de Ricardo. Me ponía algo tenso el hecho de no saber de qué podrían hablar. Si Carla me echaría mierda, si alabaría a Ricardo… Por suerte la mayoría de veces estaba yo presente y no había ninguna conversación extraña.

Precisamente al cabo de un rato llegaron Carla y Javi, que se unieron a la “fiesta”. Yo bailé un par de tema con mi mujer, mientras que Marcos hizo lo propio con la suya. Luego, nos fuimos como no a un sofá a tranquilizarnos un rato y seguir ahí “de tranquis”. Javi se unió a nosotros, aunque apenas le hacíamos caso. Su carácter chulesco pero sin gracia, estaba bastante lejos de hacernos sentir cómodos a Marcos y a mí. El caso es que hablamos los tres de temas tabús, mientras nuestras parejas seguían bailando ya de forma individual. No les quitábamos el ojo de encima. Posiblemente lo único en lo que coincidíamos los tres era en los celos.

Pasaron las horas y el efecto del alcohol era notable en la sala. Entre ellos Javi, que ya empezaba a delirar y a contarnos paranoias sobre la humanidad. Marcos bebió un poco al igual que yo, pero seguíamos enteros. También vimos como Núria seguía en la pista de baile, con otra chica que debería conocer. A quien no veíamos era a Aina ni a Carla.

Marcos se percató que yo miraba constantemente a la pista, de un lado para otro y me dijo:

-No te preocupes, estará con Carla en el baño y tal.

-No sé… hace rato que no la veo- Contesté preocupado.

Capítulo 52

-Joder Mario jajaja no te va a engañar y menos aquí y ahora- Me dijo Marcos.

-Pfff… creo que iré a buscarla- Le dije antes de levantarme del sofá para irme.

-Vale, ya me quedo yo con Javi. Pero no parezcas un celoso tío en serio, Aina te quiere. con locura.

Marcos tenía razón, no debía parecer un loco, celoso y posesivo. Eso me había llevado a malas experiencias, pero la incertidumbre de no saber donde estaba Aina y qué podía estar haciendo, me mataba. Aún confiando en ella, aún siendo el amor de mi vida y como dijo Marcos, quererme con locura… no dejaba de rallarme la cabeza. De hecho pensaba que precisamente por eso, por ser el amor de mi vida, me jugaba mucho. Podía perder a una novia de meses, pero no a Aina con la que estaba ya casado y con varios años juntos a nuestras espaldas.

No me imaginaba una vida sin ella, ya no. Tras pasar tanto tiempo juntos, era una parte de mí. Por eso, pese al riesgo, necesitaba saber qué estaría haciendo en mi ausencia, en fin de año donde la gente se desmadra y en un local lleno de solteros (y no tan solteros) deseosos de cazar alguna presa. Era un poco contradictorio, pero ese amor con Aina hacía que el miedo a perderla fuera mayor a la confianza que tenía en ella.

Tras revisar un poco todo el local, ni rastro de Carla y Aina. Marcos tendría de nuevo razón y estarían en el baño. Lo malo pero, es que tampoco había visto a Ricardo… No tenía que significar nada, pero mi mente siempre me jugaba malas pasadas. En esos últimos meses ya había pillado varias relaciones sexuales de amigos y conocidos. Algunas morbosas y otras que prefería olvidar. En ese caso, sin duda, prefería no contemplar a nadie follando.

Ricardo se podía haber ido, o incluso podía estar en la pista y simplemente no le había visto con tanta gente. Había más opciones, pero en mi cabeza estaba con Carla… o con Aina. Ya me dijo Marcos que no tendría ningún sentido que me engañara y menos en ese momento y lugar. Pero yo pensaba lo contrario, que justamente en una noche de desfase como esa podía ocurrir de todo. No tenía más remedio que ir a los baños y espiar. Bueno, había la opción de volver con Marcos… pero ni se me pasaba por la cabeza.

Entré al de chicos pero apenas había un par de tíos medio pedo. Tampoco se escuchaba nada en el interior de los compartimentos. Salí y fui disimuladamente al de chicas. Pegué un ojo a ver si veía algo pero sorprendentemente estaba vacío y tampoco se escuchaba nada. En ese momento entraron tres amigas juntas, que me miraron con cara rara. Debería pensar que era un pervertido. El caso es que ahí no había rastro de Aina, Carla ni Ricardo. No entendía nada, hasta que me acordé de meses atrás.

La primera pillada de Carla con Ricardo fue precisamente en el local… en la sala esa que usaban de despensa. Me dirigí hacía y justamente vi a Lara cerca de la zona. Era el momento de preguntarle:

-Lara… me dirás que estoy loco y demás pero necesito que me acompañes al desván ese. No encuentro a Aina… ni a Ricardo. Y no sé qué pensar. Tú conoces la sala mejor y así me ayudas a que no me pillen… o podrías dar un ojo tú plis.

-Te estaba buscando Mario… te tengo que contar algo sobre eso- Me dijo seriamente.

Me temí lo peor, así que pregunté directamente:

-¿Está Aina ahí dentro verdad?

Lara asintió.

-Y Ricardo imagino que también…

Lara asintió de nuevo.

Estaba a punto de llorar, de gritar… de expresar mis sentimientos, pero Lara dijo entonces:

-La he avisado yo.

-¿¿¿CÓMO???

-Qué están ahí Ricardo y Carla follando. Los vi a ambos entrar hace un rato. Lo siento si la he cagado, pero vi que era la oportunidad perfecta para pillarlos, para tener una prueba contra Ricardo. Aina vino a pedir una copa y vi la oportunidad para enviarla ahí- Me dijo.

-Joder Lara…

-Lo siento tío. No me atrevía a ir yo a grabar nada, a parte que sería bastante rastrero y me podían pillar. Así que le dije a Aina que si podía ir un momento a buscarme hielos que andaba liada. Aceptó y bueno… sigo esperando el hielo… creo que la he cagado- Dijo con culpabilidad.

-No joder no… o sea no sé. Pero me pensaba otra cosa. Pensaba que Ricardo y Aina… ya sabes. Por eso me asusté- Le confesé.

-Ah entonces no te has enfadado…

-Claro que no Lara. La idea es buenísima. Seguro que les ha pillado en el acto y les estará echando la bronca- Dije, mientras se me dibujaba una sonrisa en la boca.

-Sí… pensé que sí. Tampoco me dio tiempo a avisarte ni nada. Vino Aina y se lo dije. Ahora estaba por aquí a ver si les veía y sino pues quería avisarte.

-Pues vamos con cuidado a ver, acompáñame que sino igualmente Aina dirá que soy un controlador- Le dije y Lara asintió, guiándome por la zona.

Entramos con disimulo y esquivamos varios trastos, cajas y demás. Giramos una esquina y Lara fue la primera en reaccionar:

-Ostia puta Aina qué susto.

Yo también llegué hasta ahí y pensé lo mismo que Lara, aunque sin decirlo. Y es que Aina se encontraba oculta tras una enorme caja, mirando lo que ocurría delante. Entonces respondió:

-Shhh que nos van a pillar…

-¿Pero qué haces cielo?-Le pregunté a Aina.

-Pues flexiones no te jode... Estoy espiando a la zorra de Carla jajaja.

Lara y yo nos terminamos de ocultar también y miramos hacia donde miraba Aina. Y en efecto, estaba espiando “a la zorra de Carla”. Como era de imaginar, estaba tirándose a Ricardo. Bueno, más bien él se la tiraba a ella.

Porque a diferencia de meses atrás en ese mismo sitio, donde Carla cabalgaba con sensualidad a Ricardo… esa escena era todo lo contrario. Ella estaba de rodillas, con el vestido medio subido, mientras Ricardo la embestía con fuerza en esa posición a cuatro patas. Parecía una peli porno, con sus enormes manos agarraba a Carla de la cintura y menos mal, porque si no podía salir disparada.

Y si no nos habían escuchado llegar, era justamente por los gemidos de ambos, aunque los de Carla se escuchaban mucho más:

-UFF ¡¡¡Va va va va!!! Venga dame hijo putaaa ah ah ah…

Esos gemidos y faltas de respeto se repetían en los pocos segundos que hacía que los espiábamos. Ricardo por su parte, bufaba de forma más leve pero también se quedaba a gusto con sus palabras:

-Venga zorra muévete vamos… pff te reviento.

Yo seguía flipando con la brutalidad de ese polvo. No era ni mucho menos el más bestia que le había visto a Ricardo. Pero hacía tanto tiempo que no le veía follar, que me impactaba bastante. Y sí a mí me sorprendía, qué decir de Aina. Me giré para mirarla y ahí estaba con los ojos como platos. No sabía si sentía asco, sorpresa… admiración. Pero algo sentía seguro.

Carla y su semental cambiaron la posición, empezando ella una mamada. Podía ser el final de ese polvazo, así que Lara nos hizo una señal como de irnos, sino queríamos ser pillados. Yo la seguí al instante, pero tuve que alertar a Aina de que nos íbamos, ya que seguía embobada mirando el polvo. Aina y yo cogimos los hielos y Lara unas bebidas y ya nos fuimos de ahí.

Una vez fuera de la sala, fui yo el primero en tomar palabra:

-Vaya tela… Ya me ha contado Lara que te pidió venir y tal…- Llegaba el momento de poner alguna excusa, por suerte Lara me echó un cable:

-Sí y como veía que Aina no volvía y viniste a pedir una copa, aproveché también para pedirte ayuda con los hielos y más bebida de paso.

Fue entonces cuando Aina también “se confesó”:

-Pff a ver. Lo siento Lara por tardar tanto. Es que no me lo esperaba para nada. Entré normal y empiezo a escuchar unos ruidos… avanzo y veo a Carla comiéndole la polla a Ricardo. No supe qué hacer. Si pararles, si avisaros a vosotros… Me quedé ahí pensando.

-Y mirando- Añadí con un poco de mala intención.

-Bueno sí… Joder ya lo habéis visto. La estaba partiendo.

Me sorprendieron esas palabras de Aina. Aún no había lanzado ningún reproche a Carla, mucho menos a Ricardo. Solo había sacado una conclusión… que era “un polvazo”. No sabía qué contestar pero Lara me sacó de un aprieto nuevamente:

-Bueno yo ya tengo lo mío, gracias por la ayuda. Lo que hagan esos dos me da igual, ya le echaré una bronca a Ricardo porque es una zona de empleados pero bueno, me voy a la barra que las copas no se sirven solas.

Y ahí nos dejó a ambos, aunque también nos apartamos de la zona por si salían Ricardo y Carla. Nos sentamos en un sofá y Aina me dijo:

-Joder… no sé como sentirme.

-¿A qué te refieres?- Le pregunté.

-Pues que Ricardo es mi jefe… y Carla mi mejor amiga…- Me dijo, aunque la interrumpí:

-Y tiene pareja ambos.

-Bueno, Ricardo cortará con Lucía seguro. Me dijo que seguían como folla-amigos pero poco más. No es tío de una sola tía.

Yo en esos momentos flipé en colores. “No es tío de una sola tía” me acababa de decir Aina sobre Ricardo, como si fuera lo más normal del mundo. Y teniendo él novia… que según el propio Ricardo le había confesado a Aina, lo dejarían pronto.

No sabía si me molestaba más el hecho de que Aina supiera tanto de Ricardo… o que le diera tan poca importancia al hecho de calzarse a todo lo que se movía. Entonces le dije:

-Ya, pero Carla sí que tiene pareja estable.

-Bueno… no sé yo cuanto durarán tampoco. La última vez que pasé unos días en su casa vi como discutían a todas horas. Javi es un celoso de mierda.

“Claro, su chica está ahora mismo en el desván de un local follándose a un tío y el culpable es Javi que es un celoso”. Me tuve que morder la lengua para no decir eso, aunque mi cara de enfado era evidente. Y aunque tenía parte de razón, ya que Javi había mostrado sus celos en varias ocasiones, pensaba que la infidelidad de Carla era bastante más grave que eso. De hecho me vi reflejado en él y en sus actitudes, en como me verían desde fuera como un maldito celoso, pese a que en mi caso Aina me era fiel.

Pensé también en qué iba primero. No el huevo o la gallina, sino los celos o la infidelidad. Unos celos injustificados podían a desgastar la confianza hasta el punto de provocar una infidelidad. Por otra parte, esa misma infidelidad provocaba lógicamente una situación de celos. Era muy complicado determinar qué iba primero… dependía de cada caso.

Yo seguía en silencio pensando todo aquello, así que Aina dijo de nuevo:

-A ver que sí. Que tampoco es algo agradable. Pero vamos que ya son mayorcitos ambos y si quieren hacer eso pues mira..

No sabía si Aina pretendía quitarle hierro al asunto para olvidar el tema o realmente le daba igual que su mejor amiga le pusiera los cuernos a su pareja. Esperaba que fuera lo primero, aunque visto lo visto tampoco le tenía mucho aprecio a Javi.

Sobre eso fue mi siguiente pregunta:

-Entonces Javi… o sea están pasando por malos momentos y tal ambos imagino.

-Sí, más o menos. A ver es complicado. Ya digo que Javi es muy celoso y Carla empieza a estar harta. Eso no justifica ninguna infidelidad pero vamos, que Carla se merece algo mejor. Que la traten mejor y que la follen mejor.