Producto de mis decisiones (Parte 2): Cap 45 y 46

Tanto Marcos como Lara echan, a su manera, una mano a Mario tras su complicada situación.

Capítulo 45

-¿Perdona?

-Sí Mario… aquí estoy. Al final he decidido venir con Carla y Javi para pasar el rato mientras tú estabas con el ex compañero ese. Aunque al final resulta que has quedado con una ex compañera...o a saber ex qué…

Cada palabra de Aina era peor que la anterior y se me clavaba más en mi interior. La vida me daba de nuevo la espalda y ya no sabía como salir de ahí.

-Joder… lo siento. Pero no he quedado con Lara, es que Mauri...

-No quiero escuchar más eso Mario. En serio, basta ya. Carla ya sabe porque vine al final del verano aquí unos días… y ahora vuelvo a escuchar cosas de Ricardo e incluso la metes a ella. No sé qué coño está pasando- Me dijo Aina desde el teléfono de Carla.

-Ya lo hablaremos…

-No, no más. Está claro que algo pasa y no solo contigo. Ahora me escucháis los dos así que no quiero más chorradas ni más mentiras. Me iré a un puto hotel unos días, os aclaráis y cuando esté todo resuelto me decís qué coño ha pasado si queréis. Y si no pues nada, pero dejad de comportaros como críos.

Tras decir eso Aina, escuché claramente la voz de Carla:

-¿Pero yo qué he hecho?

-Me la suda tía, necesito estar calmada así que dejadme unos días.

Tras decir aquello, Aina volvió a dirigirse a mí:

-En fin Mario eso, necesito unos días de calma porque cada vez hay más cosas raras y no entiendo nada. No vengas todavía a casa por favor, que ahora voy yo a coger cuatro cosas. Ya hablaremos.

Y colgó. A la vez que yo dejé caer el móvil a mi bolsillo, sin saber si lo que acababa de pasar era malo o muy malo. Estaba cabreada conmigo… pero también tenía dudas con Carla. No era tonta, sabía que algo debía estar pasando. Y seguramente Carla le estaría comiendo el coco en esos momentos. Pero yo no podía hacer nada. De hecho, no sabía ni por donde empezar.

Lo único que podía hacer era volver a subir al piso de Mauri y ver como estaba la situación. Llegué y todo seguía igual, con él dormido y Marcos viendo la tele. Eran mis dos mejores amigos, aunque tenía la sensación que a Mauri lo pedía perder en cualquier momento.

Al verme, Marcos me preguntó:

-Bueno, cuéntame va.

Viendo que Mauri estaba incluso roncando, le hice un resumen de todo sin preocupación a que nos escuchara. Le conté prácticamente todo, desde el viaje hasta la boda. De las aventuras de Ricardo y Juan Carlos con Raquel y Rocío, de los intentos con Aina así como sus dudas. También del papel de Carla y sus conexiones con toda la historia.

-Joder Mario… parece esto un relato.

-No sé qué hacer en serio… estoy perdido- Le dije.

-Yo tampoco sé qué haría en tu lugar, si te soy sincero. Por lo menos conservas la fidelidad de Aina, que visto lo visto no es poco. Aunque a este paso…

-No me jodas Marcos…

-Es coña pero ostia, no es ninguna tontería. Si todo esto que me dices es cierto, cosa que no dudo más que nada porque no tiene sentido que me mientas, estás quedando como un celoso compulsivo. No hay pruebas de nada contra Ricardo- Me dijo mi amigo.

-Eso es lo peor… no sé como narices demostrarlo- Le dije, abatido.

-A lo mejor ese es el problema. Querer demostrar las cosas deprisa y corriendo. Tú confías en Aina… pues no la cagues. Simplemente eso. Si no te ha puesto los cuernos con todo lo que ha pasado, es que te quiere de verdad. Simplemente cuídala como hasta ahora.

-Pero ahí sigue Ricardo… y ahora Juan Carlos que a saber de qué es capaz- Le contesté

-Yo pienso que si una persona quiere ser fiel, lo será. Si es infiel es por dos motivos: por necesidad o porque no confía en su pareja- Me dijo Marcos, a lo que yo pregunté:

-¿A qué te refieres?

-A ver… tampoco tengo la verdad absoluta ni soy precisamente un experto en el amor. Pero en este caso, Rocío fue infiel porque sí, lo sintió así y lo hizo. En cambio Raquel por ejemplo tuvo dudas con Mauri y eso fue un condicionante… aunque viendo lo de ahora con Juan Carlos, creo que no es tan distinta a Rocío. La distinta es Aina- Me dijo.

-Ya sé por donde vas… al final son condicionantes, pero si una persona no quiere ser infiel, no lo es- Le dije a Marcos.

-Exacto. Raquel podía preguntarle a Mauri si tenía dudas. No dejarse comer el coño por uno y follar con otro. Que sí. Que las dudas influyen, el alcohol, el morbo… tener a tíos buenos alrededor. Pero sí amas y confías en tu pareja, no debería haber excusas.

-¿Tú nunca has dudado de Núria?- Le pregunté.

-Claro que sí. Ya me conoces, soy bastante inseguro y en mi matrimonio igual. ¿Pero al final sabes qué? Ella nunca me ha dado motivos para desconfiar. Habría podido serme infiel muchas veces y sigue conmigo. Nos respetamos ambos. Y creo que tú y Aina igual, aunque vas por un camino peligroso.

-Ya… joder la cagué metiendo a Ricardo en nuestras vidas- Le confesé.

-Sí, ese fue el primer paso. Conocías como era él y de lo que era capaz. Pero como te decía antes, se puede ser infiel por necesidad o porque se ha terminado el amor… hay desconfianza. Llámalo como quieras. Aún con Ricardo en juego y todo lo ocurrido, Aina te es fiel. No creo que tenga la necesidad de ponerte los cuernos. Pero si se termina la confianza, nadie sabe que puede ocurrir- Me dijo él.

Y esa era la clave, Marcos tenía razón. Aunque yo no pensaba que hubiera dos motivos, sino simplemente se acumulaban las cosas. Cualquier persona es potencialmente infiel, igual que cualquier persona es potencialmente asesina. Solamente se tienen que dar unas circunstancias concretas. Para una gente será más fácil, mientras que otras personas deberán estar al límite… pero todo es posible.

Rocío apenas había puesto resistencia, como tantas otras. Raquel por su parte, había necesitado alcohol, un ambiente relajado y las dudas sobre Mauri. En el caso de Aina, pese a todo eso y añadiendo mis celos, se había mantenido fiel. Por necesidad no era, estaba claro. Pero como decía Marcos, si perdía la confianza en mí, su fidelidad no estaba garantizada.

Pedimos comida a domicilio y nos quedamos ahí ambos comiendo, mientras Mauri seguía durmiendo. Seguimos charlando de nosotros, de nuestras vidas. Y es que aunque Marcos no vivía demasiado lejos, en los últimos años se había distanciado bastante de nosotros. Nos estábamos poniendo bastante al día, incluso quedamos en vernos con más frecuencia, cuando Mauri por fin despertó. Marcos me dijo que me fuera a casa, que necesitaba descansar también. Y que ya se quedaba él con Mauri.

Mauri estuvo de acuerdo y ahí los dejé, aunque el anfitrión me dijo unas palabras que sonaban a despedida… y no solamente por irme de su casa:

-Necesito un tiempo para reflexionar. No estoy en condiciones ahora de pensar mucho. No sé qué haré con Raquel ni con mi vida. Solo sé que se acabó la vida como antes. No te sientas culpable, cuida de Aina y disfruta.

Me fui de su casa, con sensaciones encontradas. Aunque no había reproche en sus palabras, sabía que estaba perdiendo un amigo. No sabía si de forma definitiva, pero esa infidelidad podía marcar profundamente su vida. Y aún no sabía lo de Ricardo, al igual que mi ocultación durante todo ese tiempo. No le haría ningún bien, solamente le hundiría más y posiblemente romperíamos definitivamente nuestra amistad. Así que mejor no decirle nada. Marcos estaba avisado de que era todo secreto… y así debía seguir siendo.

Volví a casa y me estiré en el sofá, sin cambiarme ni nada. Aina ya había venido a por sus cosas y de nuevo, como tiempo atrás, me había dejado ahí solo y derrotado. Nunca se había ido de casa en años siendo pareja. Y en apenas unas semanas ya era la segunda vez que lo hacía. Era sin duda nuestra mayor crisis. No tenía ni idea de como terminaría todo aquello. Con Miguel y Mauri en fuera de juego, quedaban aún Ricardo, Juan Carlos, Carla… demasiados enemigos a los que enfrentarme solo. Marcos me podía dar algún consejo pero no tenía demasiada relación con nosotros, así que mi única aliada seguía siendo Lara. No era el momento, pero tenía que llamarla y terminar la conversación telefónica que habíamos dejado a medias. No podía perderla también, sino me quedaba definitivamente solo.

Ese domingo siguiente di el paso y llamé a Lara. Pensaba que debía esperar un poco, ver como evolucionaban las cosas y sobre todo si se calmaban. Pero la paciencia no era mi mayor virtud.

-Tenemos que hablar Lara…

-Ya ya, joder me dejaste con la palabra en la boca.

-Tenía prisa y estaba cabreado por todo eso… llamé a Carla y pfff…- Le dije.

-¿Que hiciste qué?- Me preguntó.

-Pues eso, llamé a Carla hecho una furia… y resulta que estaba Aina a su lado y lo escuchó todo. Y nada, en casa solo que estoy porque se ha ido unos días.

-Ahora entiendo porque me llamas y no me dices de ir al parque… joder Mario. Si quieres me paso y hablamos con calma.

-Venga va, no tengo mucho que hacer aquí solo, vente cuando quieras.

Al rato llamó al timbre y entró en casa, sentándose conmigo en el sofá. Tomé la palabra:

-No sé qué hacer, en serio, no lo sé. Esta situación me supera.

-No te preocupes… me imagino. Tiene que ser duro pasar por tantas emociones- Lara estaba más receptiva de lo habitual, se la notaba afectada por todo aquello también.

Al final Juan Carlos no dejaba de ser su pareja. Y aunque ambos se fueran abiertamente infieles, no creo que gustara esa situación tan cercana con amistades. En este tipo de relaciones más abiertas, suele haber vencedores y vencidos.

Le comenté las últimas novedades, tanto con Miguel y Mauri como mis sensaciones sobre Aina y lo que podría llegar a ocurrir. Lara me dijo:

-A ver… yo dejaría pasar el tiempo. Miguel ha tomado su decisión y es respetable. Y creo que Mauri hará lo mismo. Todo tiene un principio y un final sabes…

-Pero joder Lara… es mi amigo.

-Ya lo sé y el mío… pero es normal que quiera un espacio. Tampoco sabemos qué hará con Raquel. Pero al final tú seguirás con Aina, quedando conmigo, con Ricardo, Juan Carlos, Carla…

Y ese era el problema. Como coño mirar a esa gentuza. Sin Miguel y Mauri, eran nuestras únicas amistades. Más bien amistades de Aina, pero por consecuencia a mí me tocaba aguantarles. La única excepción era Lara, aunque si seguía con Juan Carlos me tocaría aguantarlo también. En cuanto a Carla y Javi, habíamos tenido siempre junto a Aina una buena relación los cuatro. Pero tras todo lo ocurrido, Carla era otra persona cercana a mi chica que me podía joder bastante. El otro por supuesto, Ricardo. Seguía trabajando con Aina y aunque estaba “KO” por la ostia de Miguel, no sería para siempre.

Algún día volvería a nuestras quedadas, volvería al gimnasio. Y tendría que aguantarle también. Demasiados imbéciles a lo que aguantar y muy poco energía tenía para hacerlo.

Capítulo 46

Lara y yo nos quedamos en mi casa el resto del domingo.

Vimos una peli, algo que debería haber hecho con Aina. Pero en esos momentos Lara era mi única compañía. Hacía tiempo que no la veía como mujer, como la chica atractiva que era. En esos momentos y tras estar tan solo en todos los sentidos, sentía la necesidad de ese calor que me podía dar ella, aunque fuera con su simple compañía. Por supuesto no quería nada con ella, pero era inevitable darle repasos de vez en cuando con la mirada.

Lara estaba muy buena, buenísima. El destino no nos había dado la oportunidad de tener nada juntos, pero en otro contexto sin duda que me hubiera gustado estar con ella, sobretodo en el plano sexual. Ya como pareja sería otro historia, ya que su carácter tremendamente fuerte podía dificultar una relación de larga duración.

Fue un domingo bastante placentero, necesario tras la tormenta de emociones tanto del día anterior como en general de los últimos tiempos. Un domingo que hubiera deseado pasar con mi mujer, aunque me sentí muy cómodo y relajada con Lara. Miramos más pelis, hablamos de chorradas. Reímos y rememoramos tiempos pasados. Si no estuviera con Aina, me hubiera lanzado a intentar algo sin duda.

Ya por la noche nos despedimos, ella volvía a casa con Juan Carlos. De él me habló antes de irse:

-Ya veré que hago con él… necesitamos todos hablar las cosas.

-Sí, yo con Aina tengo que hablar también bastante- Le dije.

-No te preocupes que siempre estaré a tu lado, más ahora. Lo que hablamos sobre Ricardo sigue en pie. Él confía en mí, así que a la mínima oportunidad le cazaremos, créeme.

Nos dimos dos besos y se fue. Yo me quedé solo, con mis pensamientos. Aunque esa soledad no duró demasiado y es que llamé a Marcos. Quería hablar con él también, saber como había ido con Mauri el día anterior y qué nos deparaba el futuro.

-Ey Marcos, que tal… ¿Cómo fue ayer al final?

-Ey… bueno, bien dentro de lo que cabe. Vino Raquel por la tarde y ya les dejé solos. Supongo que tanto ayer como hoy habrán hablado del tema. Dales tiempo, ellos decidirán sobre su futuro. No podemos controlar la vida de los demás.

-Ya pero es mi amigo… bueno ambos. Siempre quedamos con ellos y ahora mismo estoy solo- Le confesé.

-Ya… y no quiero joder. Pero por lo que dijo Mauri, no creo que quiera quedar en un buen tiempo- Me dijo Marcos.

-Me imagino. Por eso te digo. Ahora mismo mis únicas amistades para salir con Aina son Ricardo y Lucía, Juan Carlos y Lara, Javi y Carla…

-Y Marcos y Núria.

-¿Cómo?- Le pregunté, extrañado.

-Que nos podemos pasar algún día joder, tampoco estamos tan tan lejos.

-Pero si hace ya tiempo que vais a lo vuestro… y Ricardo te cae como el culo- Le dije.

-Bueno, a Aina y a ti os apreciamos. No lo interpretes como un favor ni nada así, simplemente sois buena gente y por quedar de vez en cuando no pasará nada. Si quieres claro- Me dijo.

-Por supuesto, por mi genial y Aina seguro que piensa igual… cuando vuelva. Aunque repito, Ricardo estará la mayoría de veces. Y a parte de caerte mal, pues Núria…- Le dije sutilmente.

-Confío plenamente en Núria, no te preocupes. Y a Ricardo que le den, si quedamos es para estar con Aina y tú que sois buena gente. A los demás que los den por el culo jajaja.

Con esa conversación terminó el domingo y la semana. El día anterior había medio perdido a un amigo, o por lo menos había perdido un aliado en mi guerra contra Ricardo. Pero en esos momentos, tenía a Lara y a Marcos de mi lado, ya de forma más activa. Solo me quedaba, aunque no fuera sencillo, dejar pasar los días. Que todo volviera más o menos a la normalidad, con Aina en casa. Haciendo vida normal y quedando con nuestros “amigos”. Sintiendo un asco profundo sobre Ricardo, Juan Carlos y Carla, aunque teniendo a Lara y Marcos como importantes aliados.

Pasaron los días hasta llegar a Octubre, un mes muy importante para Aina y para mí. En Octubre del año anterior nos habíamos casado. Y también cumplíamos años ambos. Desde que estábamos juntos, solíamos celebrar el cumple de ambos el mismo día en alguna salida con nuestros amigos. Esa vez podríamos incluir también el primer aniversario de casados. Pero mi vida en esos momentos no estaba precisamente para celebraciones. Sabía que Aina volvería a casa durante esos días. Llevaba ya unos días fuera y dudaba que me dejara solo en esas fechas señaladas. Pero aún así, no sabía ni qué decirle ni como pasaríamos esos días.

Pero la vida es como una caja de bombones. Y aunque mi caja parecía caducada y con el chocolate rancio, es curioso como todo puede cambiar en un instante. De nuevo, para bien y para mal.

En ese caso para mi suerte fue para bien. Y es que Aina volvió a casa sí, pero parecía otra persona. Yo me esperaba crispación, tensión… algún reproche. Y no fue para nada así. Aina se me abalanzó encima y nos comimos la boca en la entrada de casa.

-Lo siento de verdad… No te volveré a dejar solito- Se limitó a decirme.

-Es culpa mía, pronto haremos ya un año de casados y sigo dudando de la mujer más maravillosa del planeta.

-Me ha contado Lara un poco por encima todo…- Me dijo y ahí mi corazón se paró.

Dejamos de besarnos y nos sentamos en el sofá, donde Aina siguió:

-Me ha contado lo de Juan Carlos. No ha entrado en detalles ni he querido saberlos… pero me ha dicho que ha hecho “cosas” con Rocío y Raquel. Que tú y ella os olíais algo, aunque ella te comió la cabeza de que el problema era Ricardo.

Realmente esa no era la historia, pero la dejé seguir:

-Y te entiendo. Bueno, tanto a ti como a Lara. Es lógico que ella quisiera culpar a Ricardo en lugar de desconfiar de su novio. El amor pone una venda muchas veces. También me contó que Miguel desconfiaba de igual forma de Ricardo… dado su pasado y demás. En fin, que te entiendo en parte.

-Ya cielo… es que son muchos sentimientos encontrados, mucha gente…-Le seguí el juego.

-Sí… te entiendo. Hasta yo tengo un lío en la cabeza. No sé qué pasó exactamente en las vacaciones, ni tu ataque de celos posterior. Tampoco lo que pasó el otro día. Pero ya veo que el problema radica en los celos de Miguel. Me ha comentado Lara que prefieren que no nos veamos en un tiempo, creo que será lo mejor.

-Así es. Y con Mauri…-Pero Aina no me dejó terminar:

-Ya, me ha contado un poco Lara también. Que necesita un tiempo. Es que joder… el subnormal de Juan Carlos vaya tela. Apenas queda con nosotros, pero para intentar quitar novias sí que está disponible… como odio este tipo de tíos. Les importa una mierda la vida de los demás, las relaciones. Con tal de meterla.

Mi “yo” más calmado hizo acto de presencia y simplemente me limité a asentir con la cabeza. El razonamiento de Aina era compartido por mí al 100%, pero cambiando Juan Carlos por Ricardo. Y es que aunque el primero hubiera hecho sus cosas, al final todo había empezado por Ricardo.

No la quería cagar de nuevo, pero necesitaba preguntarle algo a mi chica:

-No es a malas… solamente para saber. Juan Carlos contigo ha intentado…

-No no, para nada. Ya sabes que te lo diría. Si apenas nos conocemos, ya lo sabes. Por eso me ha extrañado esto de Rocío… y sobretodo Raquel.

-Sí… es una mierda- Le dije.

-Y ya digo que te entiendo. Con Miguel sospechando, Mauri rallado… sus chicas con comportamientos extraños. Y Ricardo que es un ligón. Entiendo esas dudas y esos celos, aunque al final el hijo de puta estaba en las sombras y era Juan Carlos.

“Sí sí… Juan Carlos”. Pero de nuevo me callé y asentí.

-En fin, dejemos el tema. Ya sé que debe ser duro para ti pero Mauri y Miguel arreglarán sus cosas ya lo verás. Ahora ven aquí que hace tiempo que no jugamos jajaja.

Tras decir aquello, Aina se empezó a desvestir y se fue hacia la ducha. Tenía ganas de jugar y yo muchas más, así que la seguí hasta el baño. Ella ya estaba completamente desnuda y mientras corría, yo la seguía observando su culo tonificado como botaba y botaba. Y es que su culo, con gimnasio o sin, era una escultura digna de observar durante horas y horas. El movimiento de sus nalgas, botando ligeramente mientras Aina corría, era hipnótico.

Y fruto de esas visiones, lo primero que hice al llegar a la ducha fue agarrarle esas firmes pero redondas nalgas. Ella hizo lo propio conmigo, pasando sus manos por todo mi cuerpo. Era en esos momentos cuando deseaba tener un cuerpo mejor, un cuerpo de gimnasio. Todo estaba en la mente, era psicológico. Poder sentir que Aina pudiera tocar mis fuertes pectorales, mi ancha espalda… al igual que sentir mi grande rabo.

Eran sueños, anhelos. En el caso de mi pene, imposible de corregir. Y en cuanto a mi físico, serían demasiadas horas de sacrificio que no estaba dispuesto a gastar. Estando soltero seguramente hubiera hecho algún esfuerzo, pero ya con mi vida sentimental resuelta supongo que me abandoné bastante.

-Venga Mario… cómeme- Me dijo Aina, ofreciéndome sus dos enormes gotas de agua.

Y no precisamente las que caían en la ducha. Las suyas, carnales, eran mi manjar en ese momento. Así que empecé a devorarle el pecho derecho, para alternar mis servicios al izquierdo, no se fuera a poner celoso.

Aina por su parte, empezó a masturbarme de una forma muy excitante. Cogiéndome el pene con su mano derecha y empezando un movimiento suave y lento, que iba cogiendo velocidad. De vez en cuando me acariciaba los testículos… yo estaba en la gloria:

-Uff cielo… no aguanto.

-Tranquilito jajaja que yo también tengo hambre- Dijo mi mujer, antes de dejar de masturbarme de pie como estaba, para agacharse y comerme mi erecto pene.

-Ohh sí… vamos- Yo no solía gemir demasiado ni escenificar mis sensaciones en esos momentos, pero esos susurros eran inevitables. Eso lo compartía con ella y es que no era demasiado gritona. Posiblemente por timidez, porque había veces que se dejaba llevar y suspiraba o gemía de una forma muy sensual.

Ese fue uno de los momentos, ya que tras la mamada, Aina se giró y se quedó a cuatro patas, esperando ser penetrada. Me puse un condón de una cajita que teníamos ahí mismo y eso hice, penetrarla con todas mis fuerzas.

No era yo un as del sexo, pero ver a mi chica gemir de esa forma me ponía a mil. Tanto por el morbo de la situación, lo poco habitual que era y la satisfacción de ver a mi pareja gozar:

-¡Ahhh Mario vamos va va va! Sigue sigue dame más fuerteeee…

No era algo exagerado, gemía de una forma muy sensual y contenida, pero me ponía a mil. Pidiéndome más, demostrando que lo estaba pasando tan bien como yo. Turnaba esa penetración agarrándola de las caderas desde atrás, con ligeros manoseos a sus enormes pechos en que esa posición caían y se balanceaban por efecto de la gravedad.

Terminamos nuestro polvo, así como la ducha. Y nos fuimos a descansar al sofá. Y en efecto, las buenas (y a veces malas) noticias nunca vienen solas. Tras esa vuelta de Aina a casa y celebrar esa pequeña reconciliación con un buen polvo, recibí un mensaje de Lara:

-Hola Mario, lo he dejado con Juanqui. Necesito hablar.

Me fui un momento a la habitación, dejando a Aina tirada en el sofá medio dormida mirando una serie. Era el momento perfecto para llamar a Lara sin necesidad que mi chica escuchara nada. Tampoco hubiera pasado nada, pero prefería no tener que dar explicaciones.

Lara me cogió rápidamente la llamada y me dijo:

-Necesito verte… estoy fatal.

-¿Pero qué ha pasado? ¿Habéis cortado?- Le pregunté.

-Sí… creo que es lo mejor para todos. Pero prefiero hablarlo en privado- Me dijo en tono serio.

-Joder Lara… Aina ha vuelto hoy a casa y estamos aquí genial…

-Tranquilo… no pasa nada…- Me dijo, aunque escuché un ligero llanto.

-Venga va… me visto y voy al parque.