Producto de mis decisiones (Parte 2): Cap 43 y 44

Mario está dispuesto a arreglar otra de sus meteduras de pata y quiere contar a Mauri la infidelidad de Raquel con Ricardo.

Capítulo 43

No hubo ni confesión ni nada. Si nadie lo evitaba, lo único que habría sería una lluvia de ostias. Pero pude detener parcialmente a Miguel y decirle:

-Tío escúchame. A ostias no arreglas nada. Ricardo se sale con la suya porque casi nadie sabe su secreto… o por lo menos no es algo público. Rocío sabe que me mandaste a espiarles… eso significa que ya conoce lo de la sala. ¿No dijo nada bueno de eso verdad?

-¿Cómo va a decir algo bueno de que un tarado tenga una sala así? Claro que no, Rocío quiere reventar a Ricardo tanto como yo- Me contestó.

Pues reventarle a él no, pero podemos reventar su reputación si en lugar de partirle la cabeza, le partimos el armario…

-¿Pero qué coño dices?- Dijo sorprendido Miguel.

-Joder Miguel a ver… puso un puto armario delante del cristal. Aina tenía que ir a trabajar a su casa y se olía que yo sospechaba algo, así que hizo eso por si las moscas. Encima cambió la llave, así que no esperes entrar así de buenas- Le dije.

-Ya lo sé lo de la llave. Tranqui que sé que está en casa con Carla, me lo ha dicho ella. Ha dejado abierto Carla así que le partiré las piernas y ya luego si eso rompo el armario.

-Yo también sé lo tuyo con ella- Le solté a Miguel.

-Me la suda, no te voy a ver ni a ti ni a Carla en vuestras mierdas de vida, anda quita- Me dijo mientras me empujaba, a lo que caí al suelo.

No me había hecho demasiado daño, pero la ostia en la pierna era buena. La opción de la grabación se había esfumado. Encima con tanta tensión, no había grabado tan siquiera eso. Pero lo peor de todo, fue mi siguiente pensamiento. Y es que, que Miguel le diera una paliza a Ricardo tampoco era tan malo. Se lo tenía merecido. Pero yo seguía queriendo mi prueba y veía más factible partir el maldito armario. Pero lo malo venía en el último nombre que había dicho Miguel: Carla.

Una Carla confidente de Miguel… pero sobretodo de Ricardo. Dudaba mucho que tracionara a Ricardo de esta forma, dejando abierta la puerta de su casa para que Miguel le diera una paliza. Joder… Miguel no sabía lo de Carla y Ricardo. Podría saber que tenían algo, que follaban alguna vez, pero no que estaban tan unidos. No lo quería creer, pero eso olía a trampa.

Me levanté como pude y le seguí, aunque yo estaba a bastantes metros y él justo en la puerta de Ricardo, que en efecto estaba abierta y es que Miguel entró empujando simplemente.

A los segundos llegué yo, aunque solamente me asomé a la puerta. Entonces escuché un grito:

-¡¡¡AHHHHH!!!

Joder, le habría pegado Miguel a Ricardo… así que no sería una trampa. Entré definitivamente y me acerqué al salón, donde vi la estampa:

Miguel en el suelo, retorciéndose de dolor. Aún con el bate en la mano, pero encogido ahí en el suelo y casi llorando. Por su parte Ricardo, triunfante de pie y con guantes de boxeo. Estaba claro que estaba preparado para esa visita. La que no estaba por ningún lado era Clara, la que sin duda se habría chivado a Ricardo.

No sabía qué hacer. Si grabar eso, que aunque no era prueba de las fechorías de Ricardo, sí que podía servirme para destruir su imagen de buena persona. También estaba la opción de irme, olvidar lo ocurrido y no meterme en más líos por el momento.

Al final saqué el móvil, intenté hacer una combinación de ambas. Hacer algunas fotos rápidas e irme corriendo. Aunque Ricardo se giró levemente, lo suficiente para verme y advertirme:

-Como hagas alguna puta foto te reviento también. Corro más que tú.

No hizo falta ninguna advertencia más, guardé el móvil y me retiré de ahí rápidamente. Aunque antes de abandonar la casa, pude escuchar otro grito tras un nuevo golpe:

-¡¡¡HIJO DE PUTAAAAAAA MI RODILLAAAAA!!

Parecía la voz de Ricardo pero me daba igual ya. Me volví a mi coche y me fui para casa, intentando olvidar aquello. Mi vida era de repente una película de terror, o por lo menos de suspense.

Llegué a casa, dejé las manzanas en la cocina y a diferencia del día anterior, no hubo ni besos ni sexo con Aina. No estaba para eso, solo quería olvidar.

Llegó el día siguiente, de nuevo fui a trabajar con mi mente en otra parte y de nuevo llegué a casa, sin ganas de nada. Lo vivido el día anterior había sido demasiado fuerte. Especulaba muchas cosas que podrían haber hecho ambos. Como estarían de salud… que habría pasado finalmente.

Suerte que Aina me resolvió la duda al cabo de unas horas:

-Me ha enviado un mensaje Ricardo que se ha hecho daño en la rodilla, se ve que un mal gesto.

“Y tan mal gesto, el cabrón de Miguel le debió dar con el bate mientras Ricardo estaba distraído conmigo” pensé, aunque le dije:

-Ostras vaya.... qué pena.

-Si… seguro que sientes mucha pena por Ricardo jajaja en fin. No podrá volver al gimnasio durante una temporada pero bueno, no es nada grave.

Ahí quedó la conversación y la verdad que dentro de lo malo, era una buena noticia. Ricardo había tenido su pequeño merecido y encima no lo debería aguantar durante un tiempo. Lo siguiente que me preocupaba era el estado de Miguel.

Necesitaba llamarle y saber qué había pasado, así que de nuevo me excusé en ir a hacer la compra esa tarde para poder hablar a solas con él, aunque fuera por teléfono.

-Joder Mario, me apetecía ir al gym… pero bueno ve a comprar ve- Me dijo Aina.

-Tranquila cariño, en unos minutos vuelvo y vamos al gimnasio.

Esperaba que la llamada fuera corta, pero Miguel tenía ganas de marcha:

-No quiero hablar más contigo ya te lo dije. Ya vi como me ayudabas ayer… tampoco esperaba mucho de una gallina como tú. Por lo menos me serviste de distracción y le pude dar una buena ostia en la rodilla. Ese subnormal no camina en unos meses jajaja.

-Pero te fuiste o qué hiciste…

-Por desgracia sí. El cabrón sabía que venía e iba preparado con unos guantes de boxeo… hijo de puta. Hablando de putas… Carla se debió ir de la lengua. En fin, que me dio tales ostias que no podía moverme, pero que me quiten lo bailao. Me pude escapar como pude… iba lento pero vamos… él no podía ni andar jajaja- Me confesó Miguel.

-Joder…. vaya panorama, lo siento de verdad… por todo.

-Da igual Mario. La vida es una puta mierda. No es tu culpa, hemos jugado con fuego y nos hemos quemado. Por lo menos yo. Solo te puedo decir que vigiles bien a Aina, porque vamos yo soy Ricardo y la primera que me gustaría follarme es a ella. Joder hermano que se la has puesto en bandeja… suerte que es una santa porque otra ya tendría todos los agujeros con la marca de agua de Ricardo… bueno de leche jajaja- Seguía diciendo él.

-Tío no te pases…- Le dije.

-En serio, no te culpes y vigila a Aina. Siento haber terminado así pero bueno nunca se sabe. De verdad, no me llames ni nada que paso. Invéntate lo que quieras con tu mujer, porque no nos veréis por lo menos en un tiempo.

-Bueno Miguel… espero vernos algún día aunque sea en el futuro, con Mauri y tal- Le dije con pena.

Era mi amigo desde hacía años. No mi mejor amigo, pero un buen amigo. Nuestra relación era un tanto extraña, él con su habitual superioridad moral. Pero aún así nos teníamos aprecio. Durante los últimos años nos habíamos distanciado un poco. Y cosas de la vida, Ricardo nos unió de nuevo… y nos separó. No había perdido un amigo, simplemente me volvía a distanciar de él como tiempo atrás. Cada cual por su camino.

Antes de colgar pero, me dijo:

-Ya… bueno creo que Mauri piensa un poco como yo… adiós Mario.

No entendía esa última frase, pero no me gustaba nada. ¿Sabría algo Mauri de todo aquello? ¿Sabría lo de Raquel con Ricardo? ¿O con Jairo?

Joder. Ese tema estaba ahí apartado, sin tocarlo mucho. Como la mierda, que como más la mueves más peste echa. Y tenía pinta que alguien había tocado esa mierda, hasta tal punto que su peste era inaguantable.

Volví a casa y ya por la hora que era, no pudimos ir al gimnasio. Se notaba la decepción en el rostro de Aina, pero en esos momentos tenía demasiadas cosas yo en la cabeza. No venía de un día menos de gimnasio, necesitaba esa conversación con Miguel. Una conversación que me despejó algunas dudas… pero me generó otras. Mi amistad con Miguel estaba perdida, pero aún quedaba Mauri. Debía hablar con él, avanzarme a que nadie le contara la verdad. Se acabaría enterando igual y si lo hacía por terceros, como Miguel, me odiaría de la misma forma.

Transcurrió la semana con normalidad y al llegar el fin de semana, decidí llamar a Mauri. Ese sábado Aina y yo teníamos que ir a casa de Carla y Javi a pasar el día. Pero entre mi ansiedad por resolver el tema y las pocas ganas de ver a esa traidora de mierda, me decanté por declinar ese plan.

Llamé a Mauri y le dije de quedar con urgencia, aunque sin levantar sospechas:

-Necesito hablar contigo tío… no temas que no es nada grave, pero lo necesito,

-Sí sí… por supuesto. Quería salir por ahí con Raquel pero si es urgente pues vente- Me contestó.

-Bueno… sería hablar contigo a solas. Vamos a comer fuera si quieres o damos una vuelta- Le dije a mi amigo en tono serio.

-Mmm vale vale. Ya veo que es importante. Bueno me ducho, me visto y ya miramos a ver qué hacemos.

-Perfecto Mauri, hasta dentro de un rato- Colgué y llegó el momento de comunicar los nuevos planes a Aina.

Aunque con la pequeña variación que quedaría con otra persona y no con Mauri:

-Lo siento cielo, pero es que un ex compañero de trabajo me dijo que tenía el día libre… y hace mucho tiempo que no nos vemos.

-No te preocupes… hay muchos días por delante y viene el buen tiempo. Le diré a Carla que ya mejor otro día- Me contestó mi chica.

-Ve tú si quieres, tampoco es plan que te quedes aquí sola en casa todo el sábado- Le dije.

-Ah que estarás todo el día fuera…

Realmente no sabía el tiempo que estaría con Mauri. Pero el tema era delicado y prefería aclararlo todo de una vez por todas. Si terminaba pronto con el asunto mejor que mejor, pero con lo dramático que era mi amigo y la gravedad de los hechos…

-Bueno no lo sé, hace tiempo que no hablamos- Le dije como pude.

-Vale vale… cualquier cosa me dices. Voy a llamar a Carla y anulo el tema no importa. Ya cuando vengas vemos una peli o lo que sea.

Me fui a buscar mi móvil para llamar a Mauri, cuando escuché que Aina llamaba a su vez a Carla, para anular la visita:

-Sí… a ver es que Mario ha quedado con un ex colega o algo así del trabajo…. ya es que hace tiempo que no se ven… bueno hay más días jajaja.

Por suerte no parecía demasiado molesta con el tema. Aunque no era caprichosa y tampoco era un asunto de vida o muerte, cancelar algo con tan poco margen es algo que no gusta a nadie. Pero necesitaba aclarar el tema ya. No podía vivir con esa duda, sin saber si Mauri sabía algo. Era mi mejor amigo y no podía perderlo. Ya había perdido uno recientemente.

Capítulo 44

Antes de llamar a mi amigo, busqué en el móvil algunos restaurantes.

Tenía algunos en mente, de los que iba con Aina. Pero no era una cena romántica, así que busqué algo más simple. También algo poco conocido y tranquilo, para poder hablar con calma. No sabía como iniciaría la conversación. Si en el propio restaurante, si después…

Realmente no tenía idea de nada, no había preparado absolutamente nada. Solamente quería abrirme con mi amigo y contarle la verdad. Necesitaba quitarme ese peso que hacía tiempo llevaba en mis espaldas. Y al mismo tiempo, le necesitaba como aliado contra Ricardo.

Con Miguel en fuera de juego, solo tenía a Lara de apoyo. Por su parte, Ricardo tenía a Carla. Así que cualquier ayuda podía ser determinante. Y aunque en mi pesadilla, Mauri se volvía contra mí… yo sabía que él no era así. Aunque yo la hubiera cagado y le hubiera escondido varias cosas, el culpable seguía siendo el mismo: Ricardo. Mauri era un tío racional y estaba convencido que entendería mi postura. De hecho, en una situación inversa, seguro que él hubiera actuado como yo. De forma segura, prudente… y cobarde.

Tras encontrar un restaurante pequeño, tranquilo y apartado de multitudes, llamé a Mauri. Aunque para mi sorpresa, comunicaba. Le llamé varias veces durante casi media hora y nada, comunicaba. Me limité entonces a esperar y que simplemente me devolviera la llamada.

Y ocurrió por suerte a los pocos minutos:

-Hola Mario…

-Hola tío, ya tengo el restaurante mirado, es uno que...

-Escúchame- Me dijo, sin dejarme terminar.

-Eh… sí dime- Le contesté.

-Pff… que Raquel me está poniendo los cuernos.

Me quedé helado, de piedra. No, esta vez no era un sueño. Esas palabras habían salido de la boca de Mauri. Tampoco era una alucinación ni una confusión. Era plenamente consciente de lo que Mauri me acababa de decir. Aunque seguía sin asimilarlo.

No sé cuanto tiempo estuve sin contestar, pero cuando quise hablar ya era tarde. Me había colgado. Estaba harto ya de todo, aunque no fuera una pesadilla, lo parecía. Terminé de arreglarme y me fui directo a casa de Mauri. No tenía ni idea si estaría. En caso de estar, si estaría solo o con Raquel. Me daba igual, necesitaba hablar con él cara a cara y le esperaría ahí todo el día si era necesario. Apenas me despedí de Aina, que vio como salía escopetado, claramente con prisas.

Aceleré con mi coche hasta el máximo, hasta límites que ni sabía que ese aparato cogía. Y llegué, llegué a casa de Mauri. Era un piso bastante humilde, acorde con el nivel de vida de la pareja.

Llamé al timbre de su piso y rápidamente escuché la voz de mi amigo:

-¿Sí?

-Ábreme por favor, soy Mario.

No obtuve respuesta, simplemente escuché como me abría la puerta. Subí hacia su piso, con los mismos planes que minutos antes: ninguno. Con la diferencia de esa revelación que había cambiado por completo esa reunión. Una revelación inexistente en la primera llamada con Mauri… ¿Qué había pasado entre ambas llamadas?

Llegué a su puerta y ahí estaba, con lágrimas en los ojos. Me acerqué lentamente, sin saber qué hacer ni qué haría él. Aunque rápidamente obtuve respuesta y fue su cálido abrazo. Tras unos segundos, nos despegamos y entramos. Él tomó la palabra para aclarar por fin qué narices estaba pasando:

-Joder Mario… no sabía que una simple quedada contigo desataría todo esto.

-Pero Mauri… cuéntame por favor, estoy muy perdido.

-A los pocos minutos de llamarme tú, para quedar y tal… recibí un mensaje de Carla.

Joder claro, Carla. Me lo temía, me olía que era cosa suya. Eso había pasado entre ambas llamadas con mi amigo, que Carla (avisada por mi mujer de que yo tenía otros planes) se me había adelantado. Aún así… ¿Cómo sabía que iba a quedar con Mauri?

Obtuve la respuesta al ver el mensaje de Carla, en el móvil de mi amigo:

"Ya me han dicho que vas a quedar con Mario para algo urgente. Ya sé el porqué, así que te ahorro las molestia".

Tras ese escueto texto, una foto. La vi y no lo podía creer:

En ella salía Raquel. Comiéndole la polla a Juan Carlos. Salía algo lejana, pero se veía claramente que eran ambos. Estaban ambos en una cama, él estirado con ella engullendo su gran aparato. La foto venía de fuera de esa habitación, que parecía de hotel.

Yo seguía sin saber qué decir. Todo se complicaba por momentos, todo me resultaba un caos absoluto. Otra vez Juan Carlos con una pareja de un amigo. Otra vez sin olerlo. Preocupado por Ricardo, veía como había otro hijo de la gran puta que me estaba jodiendo.

Lo ocurrido entre Juan Carlos y Rocío era tremendo. Le tenía un asco increíble, pero no dejaba de ser un asunto entre ellos dos, donde Rocío era bastante suelta. Pero Raquel no, Raquel no era así. En teoría… y es que ya se la había chupado a Jairo en el viaje. Un viaje donde también se tiró a Ricardo. Al final sería cierto que sí, que eran más similares de lo que aparentaban.

Mauri de nuevo rompió el silencio a la vez que guardó el móvil:

-No sé ni qué decir. Es algo que no me puedo callar y se lo hubiera recriminado a Raquel… si no estuviera en casa de ese malnacido follándoselo.

-¿Cómo dices?

-Sí Mario. Las reuniones de Raquel los sábados con sus amigas han resultado ser la excusa perfecta para tirarse a Juan Carlos- Me dijo, visiblemente afectado.

-Joder… no tenía ni idea… lo siento.

-¿Entonces porque querías verme? ¿Y porque Carla sabe todo esto?- Me preguntó enfadado, aunque con la voz entrecortada.

Y eran muy buenas preguntas. En cuanto a la primera, quería verle para contarle la infidelidad de su esposa. Pero no la de Juan Carlos, que desconocía. Sino la de Ricardo. Visto lo visto, no era el momento de decirle nada de eso. Y es que podía terminar de hundirlo en la mierda.

En cuanto a la segunda pregunta, yo tampoco conocía la respuesta. No entendía como Carla sabía que yo iría a ver a Mauri. El único indicio era la llamada de Aina. Pero cancelar esa quedada no significaba que fuera a ver a Mauri y encima a contarle nada.

No sabía qué decir ante sus preguntas, así que seguí callado. Mauri habló:

-Raquel queda con sus amigas bastantes sábados, así que desconozco desde cuando me engaña. Es muy doloroso, más descubrirlo así. No me merezco esto, verla con otro. Preferiría no saberlo, no enterarme. Incluso tener una venda en los ojos y hacerme el tonto. Pero viendo la foto… es como pillarlos en el acto Mario…

-Te entiendo… joder no sé qué decir. Venía a verte para hablar de Aina. De unas sospechas que tenía sobre Ricardo y tal pero joder…

Me inventé eso como pude. Tras las últimas palabras de Mauri, era evidente que prefería el desconocimiento. Por lo menos no lo tenía en mi contra. Contarle la verdad sobre lo ocurrido con Raquel en el viaje, sería cavar tanto su tumba como la mía.

-Ya...al final las apariencias engañan. El quita novias por excelencia por lo menos respeta a sus amigos. Juan Carlos supongo que no nos considera amigos ni nada… no lo sé Mario estoy destrozado.

Quería despotricar de Ricardo, pero no era el momento. De nuevo pensaba que sería cavar nuestras tumbas y empezar una discusión que en nada nos ayudaría. Me limité a decir:

-Una infidelidad es muy difícil de asumir… yo no me considero celoso pero siempre temo por Aina. Sé que eres consciente del pedazo de mujer que es y los deseos que puede despertar en otros tíos… ahí nadie es inmune.

-Pues sí… pero Raquel y Aina son buenas joder… no nos merecemos algo así. Y sigo sin entender qué pinta Carla en todo esto y porqué lo suelta ahora y te quiere culpar a ti- Me dijo Mauri con toda la razón.

Y es que había dos opciones con Carla. Que se oliera mi confesión a Mauri y hubiera usado esa bomba para evitarla y cubrir a Ricardo, aún a riesgo que yo no fuera a por eso… o que supiera con exactitud mis intenciones y de nuevo, quisiera usar esa bomba para pararme. El objetivo era el mismo. Si se lo había olido, simplemente tuvo buen olfato o suerte. Pero lo malo es sí lo sabía con exactitud, ya que entonces habría algún cabo suelto.

Miré a Mauri y ahí estaba, con la mirada perdida. Me fijé por primera vez que en una mesa había una botella de licor abierta. Habría estado bebiendo y es que su estado era bastante desmejorado. Yo seguía callado, pensando en como habíamos llegado a esa situación. En como narices Carla se me había podido avanzar. Pensé que Lara podía tener alguna respuesta. Al fin y al cabo, era su pareja la que se estaba tirando a la mujer de Mauri, al igual que a la de Miguel.

Me fijé en mi amigo y ahí estaba, medio dormido en el sofá. Me acerqué a ver si me veía pero nada, tenía los ojos cerrados. Quería quedar con Lara para tener alguna respuesta, pero no podía dejar a mi amigo en ese estado. Así que usé mi comodín:

-Oye Marcos, ya sé que es algo precipitado pero si pudieras venir a casa de Mauri me harías un gran favor.

-Vale, en un rato estoy- Me dijo.

No vivía demasiado cerca pero no tardó mucho en venir. Le abrí y se encontró con el panorama: Mauri ya dormido del todo y conmigo al lado muerto de los nervios.

-¿Me vas a contar qué ha pasado?- Me dijo Marcos.

-Sí… pero necesito irme ahora, por lo menos a la calle a tomar el aire y hacer una llamada.

-Vale, pero qué coño ha pasado…

-Ya te contaré… Raquel le ha puesto los cuernos con el novio de Lara… tengo que hacer una llamada joder luego vuelvo- Le dije nervioso.

-Vale tío vale… anda ve. Me quedo aquí con él.

Bajé rápidamente a la calle y llamé a Lara, que contestó sin dejarme hablar:

-Ya sé lo de mi chico y Raquel… ostia puta. Me lo ha contado Miguel. O sea, que tu Aina canceló unos planes o algo así con Carla y Javi creo.

-Así es- Le dije.

-Pues Carla se olía que querías quedar con Mauri, así que llamó a su amiguito Miguel. ¿Y sabes qué? Que Miguel estaba convencido que sí, que Carla tenía razón. Y que irías a ver a Mauri para contárselo todo sobre Raquel y el viaje- Me contestó secamente.

-Ostia puta…

-Sí Mario sí, ostia que le daré a la puta de Carla. No contenta con meterse en la vida de los demás, va y nos envía esa foto de mierda. A Mauri y a mí- Me confesó Lara.

-¿A ti también? ¿El sexo oral de Juan Carlos y Raquel?

-¡Que sí joder! La mamada de esa puta a mi novio. Y a Mauri no sé si le escribió algo más, pero a mí me puso “recuerdos de mi mejor trío”.

-Joder…- Solo pude decir eso.

Y es que las cosas me encajaban, las piezas del puzle se unían. Pero seguía siendo algo muy fuerte. Carla tenía contacto con todo el mundo: confidente de Aina, pareja sexual de Ricardo y Miguel. Y según acababa de saber, también de Juan Carlos.

Se había olido mi plan tras la cancelación que le había comunicado mi mujer, así que simplemente tuvo que preguntar a Miguel y descubrir que en efecto (por la última conversación entre nosotros dos días atrás) yo tenía intención que abrirme con Mauri.

Pero aún quedaba el ingrediente estrella: la infidelidad de Raquel con Juan Carlos. Ese tipo parecía el nuevo Ricardo, el nuevo quita novias. Sin alardear tanto, moviéndose en las sombras pero consiguiendo lo mismo. Era curioso porque no era un tipo con muchas luces. Pero parecía que en esa faceta de corneador tenía bastante instinto.

Colgué a Lara, ya habría tiempo de hablar con ella. Y me dispuse, de forma irracional, a cantarle las cuarenta a Clara. Estaba ya harto. Los corneadores eran otros, pero la que parecía controlar toda la situación era esa bruja. Me daba igual si Javi escuchaba algo, Aina estaría en nuestra casa así que se quedaría al margen.

-Qué pasa Carla ¿Maquinando como joderme? Ya me lo ha contado todo Lara. Eres una hija de puta, igual que Ricardo y que Juan Carlos. También Miguel, al que te follas, es un poco cabrón. Pero vamos, la que siempre está envuelta en la mierda eres tú.

-¿Has terminado ya?- Se limitó a contestar.

-No, te quiero decir bastantes más cosas pero mejor cara a cara, no me vayas a grabar como la rata que eres.

-No necesito grabar nada, tengo el altavoz puesto y está aquí tu mujer a mi lado.