Producto de mis decisiones (Parte 2): Cap 41 y 42

Aparecen las primeras consecuencias de lo sucedido en la boda de Miguel y Rocío.

Capítulo 41

Era la misma imagen, calcada.

Y no solo por su mamada, si no por Ricardo. Llevaba el mismo puto uniforme, la misma maldita máscara… Estaba claro, estaba todo planeado. No sabía donde narices había escondido el disfraz, pero estaba claro que no era algo casual. Quería hacer sexo con Rocío (fuera oral o vaginal) y quería hacerlo como en la despedida. ¿Algún fetiche? ¿Una forma de pasar desapercibido? Cualquier opción era válida.

Saqué mi móvil y grabé esa mamada durante unos segundos. Aunque no me valía para incriminar a Ricardo, menos daba una piedra. Y ahí llegó el momento de la verdad. El momento que había estado pensando durante las últimas semanas. Ahí podía terminar todo, pero no podía permitirme el lujo de volver a meter la pata.

Lara seguía a mi lado, mirando la escena, cuando me dijo en voz baja:

-Joder Mario… tenemos que hacer algo. Avisar a alguien.

-No sé… a lo mejor hablan y les pillamos.

-Qué va si están muy lejos, nos pasará como el otro día. Aunque digan algo no lo escucharemos. Tienes que decirle a Aina lo que están haciendo esos dos ahí, a ver si así te cree por fin- Me dijo Lara… y tenía razón.

Apenas se escuchaba nada… y se veía con dificultades. Ricardo no se quitaría la máscara, así que había que pillarle con las manos en la masa. Pero Miguel, Aina… a quien avisar. En mi “plan perfecto”, lo ideal sería avisar a Miguel. Pero viendo la escena, podría resultar demasiado cruel. Aunque él fuera un infiel también, ver esa escena en tu propia boda…

Así que me aparté de repente de Lara para ir a avisar a Aina. La prueba visual la tenía, solo la tenía que traer ahí y que viera que el corneador enmascarado era su tan amigo Ricardo. Estaba a medio camino, recordando la escena. Recordando como se la chupaba con ritmo lento y suave, como en la despedida, como en la sesión… no. Como en la sesión no.

“La polla no me la vas a comer, solo me la chupan las tías a las que deseo. A ti solo te quiero para jugar”.

Eso le había dicho Ricardo a Rocío, semanas antes. Lo recordaba como si fuera ahora… pero ahí estaba Rocío chupándosela… ¿A Ricardo? Me paré en seco. No, no podía ser Ricardo. No tenía ni idea de quien, pero lo descubriría. Di marcha atrás y volví hacia ese cuarto oscuro, cruzándome con Lara.

-¿Pero donde coño vas?- Me preguntó ella.

-¡Apartaaa!- Me limité a gritarle mientras seguía mi camino.

Saqué de nuevo el móvil, si no era Ricardo, me daba igual era infidelidad y esa prueba. Pero si había un 1% que lo fuera, la necesitaba. Me rompería el móvil y la cara seguramente, pero por desgracia sabía que no era él.

Abrí de nuevo la puerta y ahí seguían, aunque esta vez no disimulé en absoluto y en un instante me planté enfrente del tipo enmascarado, que apartó como pudo a Rocío.

-Joder Mario… no es lo que parece…-Tiró de tópico la infiel.

-Ah vale, pensaba que se la estabas chupando a otro en tu propia boda, pero si no se trata de eso genial.

-Que no coño… o sea sí. Pero que Miguel y yo somos muy liberales illo- Seguía diciendo ella, mientras el enmascarado seguía ahí inmóvil sin decir nada.

-Claro, por eso me envía a espiarte en casa de Ricardo mientras te lo tiras vestida como hoy… o mientras le pones los cuernos en vuestra puta boda jajajaja- Yo ya estaba fuera de mí.

-¿Que hizo qué?- Me dijo.

-Anda y que os den por el culo a ambos. ¿Y este gilipollas quién es?

El tío enmascarado por fin se quitó la máscara… y resultó ser Juan Carlos, novio de Lara, que por primera vez habló:

-Cuidado a quien llamas gilipollas, anormal.

-Que te den a ti también musculitos. Y cuidado ambos al salir por esa puerta, que es bastante pequeña y a lo mejor los cuernos no pasan. Venga hasta nunca.

Y me fui, sin decir nada más. En la puerta, escuchando todo desde lejos estaba Lara, a la que ni miré. Volví hacia el salón central donde estaba la mayoría de gente, buscando a mi mujer.

Y en ese instante hice lo mismo que años atrás en mi graduación. Entonces con Marina, ahora con Aina. Entonces tras pillar a Lara, ahora tras pillar a Rocío con el novio de Lara. Le dije que me encontraba algo mal, fruto de la bebida. Y que mejor irnos. No sacaría nada en claro ya de ahí, si tenía que tomar alguna decisión mejor en frío.

-La verdad que sí, que es un poco tarde ya y la gente se está marchando. Pues nos vamos si quieres- Me dijo Aina, que tampoco era la más fiestera del barrio.

Antes de irnos pero, me dijo:

-Espera que me despido de los novios.

-Tranquila cielo, Rocío anda algo liada y Miguel está medio borracho. Ya les daremos las gracias otro día- Le dije y nos fuimos finalmente a casa.

De camino, Aina se durmió, mientras yo empezaba a pensar los escenarios posibles tras lo ocurrido. Y es que esa escena no me la esperaba. Lo más probable es que no hubiera pasado nada. Lo segundo más probable, que Rocío hiciera algo con Ricardo. Incluso que Ricardo hiciera algo con otra chica. Pero no, nada de eso. Tenía que ser Rocío, con un tío enmascarado como en su despedida que al final era el novio de Lara… Y con Ricardo fuera de escena, lanzando indirectas sobre que intentaría algo. No, no podía ser casualidad.

Ricardo se me había avanzando de nuevo, con la diferencia que yo había sabido parar a tiempo. Recordé su frase en la sesión con Rocío y pude evitar otra cagada. Porque ya me veía en esa escena, con Aina, volviendo a culpar a Ricardo mientras el culpable era realmente el tonto de Juan Carlos. Pero entonces, quien habría montado todo aquello… Lara no ganaba nada y no dejaría a su novio hacer aquello. De hecho la debería llamar en unas horas para interesarme por ella tras lo ocurrido. El tema estaba en Miguel y Rocío… ambos infieles, ambos con sus jueguecitos. Me estaban jodiendo pero bien. Él siendo confidente de Carla e indirectamente de Ricardo. Ella, habiéndose tirado a Ricardo y a saber si también pasándole información.

No podía perder el tiempo en adivinar quien me la quería jugar. Si Rocío sabía que yo intentaría pillarles e ideó el plan con Ricardo, para dejarme mal de nuevo ante Aina. Si era Miguel quien lo sabía todo, aunque dejar hacer aquello a su recién esposa… Demasiado lío en mi cabeza y demasiada gente que me quería o podía joder. Les tenía que apartar de mi vida.

Llegó el día siguiente, domingo… y fue el momento de poner todo en su sitio. Para empezar, llamé a Lara para preocuparme por su situación:

-Hola… ¿Cómo va?

-Hola Mario… no tengo muchas ganas de hablar…

-Ya me imagino. Pero con todo lo que pasó creo que deberíamos.

-Bueno… si quieres quedamos la semana que viene en el parque y charlamos un poco- Me dijo finalmente Lara.

Y así quedamos. Estaba claro que quería intimidad, que nada quedara suelto. Que no confiaba plenamente en mí ni en Aina, o por lo menos que no quería que nada extraño saliera a luz. La entendía en parte, sobre todo si tenía que decir algo relacionado con Ricardo. Porque aunque durante la llamada, me aseguré que Aina estaba en la otra punta de la casa y no me escuchaba… no se podía saber al 100% que no oyera nada.

Así que pasó el domingo con normalidad y ya el mismo lunes por la tarde, me reuní con Lara en el parque. Con la excusa de comprar algo de nuevo, ya que no era habitual escaparme esas horas y no podía decirle a Aina que iba con Miguel o Mauri. Un Miguel y Mauri de los que no tenía más noticias desde la boda. Y eso me preocupada, sobre todo de Miguel. ¿Se habría enterado de lo de Rocío y Juan Carlos? ¿Y de lo de Ricardo? A lo mejor hasta lo tenía planeado… pero no. No me entraba en mi cabeza tradicional, que un esposo deje a su esposa hacer sexo en su propia boda. Por muy liberales que fueran, aunque tampoco sabía si lo eran.

Había iniciado mi plan contra Ricardo semanas antes, con la intención de aclarar todo de una maldita vez. Y ahí estaba frente a Lara, con la boda ya pasada y sin obtener respuestas. Al contrario, cada día más dudas.

-A ver Mario, dime.

-¿Cómo que dime? Joder... ¡Que tu novio estaba recibiendo un trabajito de una tía que se había casado hacía horas!- Le dije casi cabreado.

-Ya… bueno lo mío con Juanqui es complicado.

-Ya veo ya. Tú te tiras a todo lo que se mueve y él parece que igual… madre mía.

-¿Eh Mario relájate vale? No te flipes tanto que no soy ninguna fresca- Me dijo.

-No he dicho eso… pero a ver Lara no me jodas.

-A ver…-Balbuceó Lara sin saber muy bien como empezar, hasta que arrancó:

-Todo este tiempo nos hemos sido fieles, que yo sepa. Yo tuve de nuevo un desliz con Ricardo. Empecé a quedar con él con más frecuencia pero solo era sexo. Juanqui ya dudaba un poco, pero yo también dudaba de él aunque sin pruebas.

-¿Te había sido infiel?- Corté a Lara.

-Te digo que no lo sé… yo creo que no porque el pobre no sabe ni disimular, pero a lo que iba. Que llegó el viaje con vosotros en verano y ahí perdí un poco la cabeza. Mucho alcohol, un poquito de polvo de ángel… joder Mario. Lo estaba pasando regular con él, tenemos mucho carácter y esos días me liberé.

-Madre mía Lara…-Le dije.

-Cállate… entonces eso. En el viaje pues pasaron cosas sí… y al volver le conté un poco por encima, o sea que había tenido algo con Pedrito…

-¿Pedrito?- Le pregunté a mi amiga, flipando cada vez más.

-Si o sea un amigo de Juanqui que vive en Menorca. Le hice una visita aprovechando el viaje y me lo tiré- Me dijo tan tranquila.

-Ah, estupendo.

-El caso, que se lo conté a Juanqui y a ver… creo que fue lo mejor. Se enfadó por supuesto, pero llegamos a la conclusión que un descuido lo tiene cualquiera. Y quedamos en que él podría tener un desliz también- Me confesó.

-Joder genial, ojo por ojo diente por diente. Tú te follas a su amigo y él a tu amiga el día de su boda… anda que como tenga que pasar cuentas con todos los que te habrás tirado… se le acumula el trabajo al bueno de Juanqui.

-Estás muy gracioso hoy eh tío… en fin tonto del culo, que no se la tiró. Lo viste con tus ojos ambas veces. Yo estaba convencida que era Ricardo… y mucho menos me imaginaba que fuera Juanqui. La verdad que fue demasiado lejos…

-¡¡JODER LARA Y TAN LEJOS!!- Le dije gritando.

-Mario cálmate por favor... que soy la primera que lo está pasando mal. Tú querías pillar a Ricardo y no pudiste, vale. Pero mi novio hizo eso y ahora estamos hiper mal así que un poco de comprensión joder- Y tras decir aquello, se le cayeron algunas lágrimas.

-Vale lo siento. Pero es que Lara es muy fuerte todo. Aquí nadie se toma las cosas en serio. Todo el mundo poniendo los cuernos. Y de Miguel y Rocío ya pff… no sé qué habrá pasado y no sé si quiero saberlo- Le dije

-Yo tampoco Mario...

-¿Tampoco lo sabes?-Le pregunté a Lara, a lo que me contestó:

-No. Que tampoco sé si quieres saberlo…

Capítulo 42

-No, no quiero saberlo. Pero necesito saberlo. Así que ya estás cantando.

-¿Qué te crees poli ahora Mario? A ver te voy a contar, pero no te enfades- Me dijo Lara.

-Empezamos bien…

-Escucha. Me lo dijo Juanqui y Ricardo también me lo comentó. Rocío y Miguel no son liberales como tal por ahora, pero tienen cierta libertad. Ambos son muy fogosos y estoy segura que son conscientes de las infidelidades el uno del otro. Pero una cosa es pensarlo y otra saberlo.

-Y qué es lo que saben entonces…-Le pregunté.

-A eso iba. En la boda le dijiste a Rocío que la viste con Ricardo. Bueno, que Miguel os envió. Y se ha liado parda- Me dijo Lara.

-A ver cuéntame…

-Pues ayer por la mañana Rocío se lo contó todo a Miguel. Rocío quiere matar a Miguel por mandarte espiarla. Miguel por su parte, quiere matarla a ella y a Ricardo por lo sucedido ya que como digo, una cosa es sospechar cosas y otra saberlas. Encima pasó con Ricardo en quien confiaba. Ah… y Miguel también quiere matarte a ti por supuesto por no decirle nada.

-Genial, todos muertos- Me limité a contestarle.

En ese punto, ya estaba hasta los huevos de todo. Debería estar enfadado, cabreado… incluso asustado. Pero no. Estaba harto ya de toda esa situación y quería que todo llegara a su fin. De una forma u otra. Las cosas no iban como yo querían. Pero iban. Y eso ya era más de lo que tenía hasta ahora. Miguel me odiaba… era una opción. Pero odiaba aún más a Ricardo. Sabía todo lo acontecido y aunque podía perder su amistad, podía sacar tajada de aquello.

No quería dejar de hablarme con él por supuesto, pero una confesión sobre lo de su mujer y Ricardo me iría genial. Tenía que quedar con él y grabar esa confesión. Estaría enfadado, seguramente sin ganas de hablar conmigo. Pero a su vez no sería racional, así que podría soltar un veneno contra Ricardo que me iría de perlas.

Tras unos segundos de silencio incómodo, Lara siguió con su discurso:

-A ver Mario. Nadie va a hacer nada obviamente. Pero los ánimos están algo caldeados como entenderás. Creo que lo mejor es dejar pasar el tiempo y ya veremos.

-Estoy harto. Harto de esperar siempre. Harto de perder el tiempo y de no verlas venir, de nadar contra corriente- Le dije.

-Pero qué hablas… ¡Tú hazme caso coño! Si dejas pasar los días, el tiempo pondrá todo en su sitio. Si Ricardo y Miguel tienen algo que arreglar que lo hagan, no es cosa tuya.

-Que no Lara. Que estoy hasta las pelotas del quita novias este. Siento lo tuyo y espero que lo puedas arreglar de alguna forma con Juan Carlos, pero yo tengo que mirar por lo mío. Si no me quieres ayudar más o te quieres chivar perfecto, pero tengo que hablar con Miguel esta semana.

Nos despedimos y me fui para mi casa, pensando en qué hacer, como hacerlo y cuando. El panorama era muy complicado y en esos momentos no contaba con la ayuda de Lara. Algo debía pensar, para decirle a Miguel. Debía sacarle esa confesión, esa era la parte relativamente fácil. La difícil, como quedar con él…

Llegué a casa y dejé de lado todo aquello. Como un primate, que solamente piensa en sus necesidades básicas, me fui directo hacia Aina. Por suerte estaba receptiva, así que no tardamos en liarnos en el sofá, desnudándonos poco a poco.

Le metí mi mano directamente a su vagina, buscando su clítoris. Ella me soltó:

-Joder hacer las compras por las tardes te pone cachondo o qué jajaja uff sii toca el timbre toca jajaa ahhh…

-Te voy a dejar esto como un bebedero de patos. El aparato ese nuevo clitoriano será una broma a mi lado.

-Joder cari como estás jajaja uff sigue sigue… por cierto a ver si compramos un amiguito de nueva generación ahhhhh dios.

-Ni juguetes ni ostias, aquí manda mi polla- Y tras decir aquella frase tan elegante, me puse el condón y la penetré directamente.

Es verdad que Aina no necesitaba demasiados juguetes, de hecho tenía un pequeño dildo que apenas usábamos en algún polvo. No entendía a qué había venido ese comentario, puede que por los nuevos aparatos que hacen correr a las tías en segundos. Podría ser un buen regalo para su cumpleaños, ya que no quedaba demasiado. La seguí penetrado un par de minutos, yo medio tumbado en la cama y ella encima de cara. La cogía de las caderas y la sacudía con fuerza. El sexo no era mi fuerte, pero tampoco me consideraba un muermo en la cama y había días como eses que por un motivo o por otro, estaba a tope.

-Sigue cari sigue… ufff más más fuerte- Decía sensualmente Aina.

Dejé de agarrarle las caderas para poner ambas manos en sus pechos, apenas pudiendo abarcarlos parcialmente. Eran pura plastilina, jugaba y jugaba con ellos como un niño pequeño intentando hacer figuras. Esa forma que tenían, parecidos a gotas de agua… vaya espectáculo. Dejé de hacer tanta fuerza hacia arriba y abajo con mis manos y Aina hizo algo que me volvía loco. Y que posiblemente me haría correr. Se la metió entera y dejó de subir y bajar. Me miró con su mirada felina, llena de deseo. Sonrió levemente, se mordió el labio… y empezó un movimiento pélvico circular espectacular.

-Ah Aina… ostia puta- Es lo único que podía decir.

No se puede definir con palabras. Me estaba matando del gusto, ese movimiento me hacía correr en segundos siempre. Ella lo sabía, por eso paró al poco rato. Se desincorporó y nos empezamos a besar con pasión. Unos besos que dieron paso a mi cena. Y no, no la cena real. Sino el coño de Aina, ya brillante por todo lo sucedido hasta el momento. Eso no podía quedar así, alguien tenía que limpiar ese estropicio. Así que a eso me dediqué los siguientes minutos, aprovechando para coger fuerzas para la última ronda.

-Sigue cari sigue… así así bien suave….uff suave suave- Gemía Aina.

Nos compenetrábamos genial en el sexo, por lo menos era suficiente para ella. Por mi parte, no me podía quejar. Aina era sin duda la mejor chica con la que podía tener sexo. No tenía yo una gran experiencia con demasiadas chicas, pero Aina estaba muchos escalones por encima de las demás. Cuerpazo, belleza, sensualidad, morbosidad… y esos movimientos… joder. Por la calle la veía la gente como una chica recatada y culta, sin meterse en problemas y muy cordial. En la cama, se destapa la fiera. Señora en la calle y puta en la cama.

Tras un rato con la comida, pasando mi lengua repetidas veces por su vagina y clítoris, le hice darle la vuelta para penetrarla a cuatro patas. Lo hice con la máxima potencia que pude, haciendo gemir definitivamente a mi mujer:

-Dale dale duro joder AH AH AH OSTIA PUTA MARIO AHHHHHHH ¡¡Vamos va va vahhhh!!

Me corrí ahí mismo, al ver que ella hacía lo propio. Aún con mi polla en su interior, giró la cabeza hacia mi posición y la vi extasiada, llena de placer. Otra imagen que nunca se puede borrar, la de Aina justo después de follar. Con el pelo alborotado, sudando y con sus mejillas rojas como un tomate. Esa cara de cansancio, de haberlo dado todo. Respirando de forma intensa, como quien ha terminado una maratón. El sexo con Aina era indescriptible, aunque ese polvo había sido una gran muestra de nuestros mejores polvos.

Pero tras el polvo, no hubo cigarrillo. Hubo una bomba, en boca de Aina:

-¿Al final qué días iremos al gimnasio? Ricardo ya no tiene tanto trabajo. ¿Podemos ir con él igual no?

-Eh… claro cielo, sin problema. Ya lo hablas con él y cuando os vaya bien vamos, a mí me da igual- Le contesté, aunque evidentemente no me daba igual.

Quería coincidir lo menos posible con ese tío, aunque lo pensé fríamente y vi que por el momento, eso no sería posible. Decirle a Aina que no quería ir los mismos días que Ricardo, solo generaría más discusiones y sospechas. La rutina de las quedadas volvería probablemente poco a poco, así que tampoco servía de mucho evitar eso si igualmente le veríamos los fines de semana. Y por si fuera poco, me había apuntado al gimnasio para controlar un poco a Aina. Aunque hubiera cosas que me pudieran joder, así podría ver qué tipo de amistad tenían.

Donde si debía actuar era en el tema de Miguel. El día siguiente podría ser un buen momento para quedar y aclarar algunas cosas. Con suerte, su declaración inculpando a Ricardo de tirarse a su recién mujer, podría hacer que me lo quitara de en medio más pronto que tarde. Así que a la mañana del día siguiente, le envié un mensaje escueto a Miguel, diciéndole que me gustaría verle. Recibí un “Ok, a las 8 en mi casa”. Así que esa tarde sería el momento de la verdad. Me temía un rechazo o alguna especie de insulto, pero por el momento nada de eso.

Apenas pude concentrarme en el trabajo… y eso al final se nota. Eran demasiados los días que acudía a mi puesto pensando en otras cosas, sin concentrarme en el trabajo. No había pasado nada grave, pero mi rendimiento había bajado considerablemente. Llegué a casa tras el trabajo, comí un poco y esperé con ansia la hora señalada. Me moría de los nervios y tampoco sabía qué decirle a Aina. Si le decía que iba con Miguel, a lo mejor querría venir y ahí no tenía ninguna excusa ya. Así que decidí que lo mejor era “ir a comprar algo” como en las quedadas con Lara.

Llegó el momento y para casa de Miguel que me fui, previo paso por una frutería a comprar unas manzanas para disimilar con Aina.  Llegué a casa de Miguel y no hizo falta ni bajar del coche, que ahí estaba plantado en su puerta. Bajé la ventanilla y me dijo:

-Sígueme.

Por un momento pensé que me llevaría a un lugar escondido y me pegaría una paliza, pero no. Iba directo hacia una ruta que conocía, aunque no sabía el motivo de ir ahí en esos momentos.

Llegamos definitivamente donde me había imaginado. Aparcamos ambos juntos y bajamos… y no esperé un segundo para preguntarle:

-Miguel… ¿Qué hacemos en casa de Ricardo?

-Paso a paso cerebrito… a ver. Ya sé lo de Rocío. Todo. Lo de Ricardo, lo de Juan pollas y lo de su puta madre. Yo tampoco soy un santo. Corazón que no siente… pero ostia puta. ¡Que te envié ahí a ti para algo coño!- Me dijo.

-Lo siento tío… ya lo sé. Pero fue tan inesperado e impactante que no sabía qué hacer. La boda estaba a la vuelta de la esquina… joder tío yo que sé. Encima tras lo de Mauri pues se me juntó todo…- Le contesté como pude.

-¿Como que lo de Mauri? Bueno me importa tres pares de cojones. Vamos por partes. A Rocío no le va a pasar nada, es mi mujer y es más tonta que una piedra. Si quiere tirarse a media ciudad que lo haga, mientras me planche, me haga la comida y me la chupe. A ti tampoco, porque simplemente eres un puto cobarde. Pero para tener cobardes en mi vida paso, así que olvídate de verme en tu puta vida- Me dijo mi ya ex amigo.

-Oye Miguel…

-¡Que me dejes terminar ostia! Juan Carlos tendrá su merecido un día, no temas. ¡¡La próxima vez, que le compre un vestido de novia a su puta madre y se la tire coño!! Y ahora… a lo que vamos, a por lo que estamos aquí.

Miguel tampoco me dejó decir nada, aunque esta vez no hizo falta que me hablara. Sacó un maldito bate de béisbol de su coche y se fue directo a casa de Ricardo.

-¿¿Oye oye tío pero qué haces??- Le dije como pude.

-Que te calles pesado de los cojones. ¿Te gusta mirar no? Pues mira bien lo que hago a quien me toca los huevos.