Producto de mis decisiones (Parte 2): Cap 39 y 40

Llega la boda y con ella, una nueva oportunidad para pillar a Ricardo.

Capítulo 39

Estaba dándome un disgusto periódico.

Imaginaba que mi hermana habría coincidido con él en alguna fiesta o algún momento del pasado, pero no que se acordaría tan bien y que se interesaría incluso por su estado.

-Bueno… pues como siempre… bien- Le dije.

-Joder hermanito y tan bien. Ahora entiendo tus dudas jaja... no joder perdona, es broma.

Así era mi hermana, supongo que lo de cagarla nos venía de genética. No quise darle importancia y le conté por encima la historia de nuestro reencuentro, lo del trabajo, quedadas, viaje, etc. Todo menos nuestras visitas voyeur, por supuesto.

Tuve que acelerar un poco la explicación porque se acercaba Aina, que hasta ese momento estaba en otro sofá a la otra punta del comedor. Se interesó por nuestra charla:

-Os estáis poniendo bien al día eh.

-Si tía, joder con Mario no sabía que hablaba tanto jaja.

-Jaja que graciosas, en fin Aina tú qué tal…-Le dije a mi chica.

-Nada ahí con el móvil y charlando con tu madre. Aunque es un poco tarde…

-Sí sí, en diez minutos no vamos.

-Guay, voy preparando las cosas- Me dijo Aina, que tenía bastantes más ganas de irse que yo.

Me había cortado un poco el hilo de mi explicación a Marta, pero lo importante ya estaba dicho. Aunque tras toda la historia, ella seguía interesada en lo mismo:

-¿Y a Ricardo entonces cómo le va?

-Pues bien… no sé normal. ¿A qué viene tanto interés?

-No nada… es que… nada. ¿O sea que tienes celos?

-A ver celos tampoco, pero si dices que te acuerdas de él, sabrás que está fuerte y es bastante atractivo. Tiene buena labia y bueno… en la playa…-No sabía como decirle que tenía una tranca monumental.

-¿En la playa qué? Jaja- Preguntaba Marta curiosa.

-Joder pues eso, que fuimos a una playa nudista y calza una de las buenas.

-Ah ya…-Me soltó así, como quien no quiere la cosa.

-¿Cómo que ya?

-No… o sea que ya dicen que cuando un tío es así alto y fuerte… pues tendrá una buena verga jaja pero vamos y con lo mujeriego que es… pues será por algo- Decía mi hermana, sin saber muy bien como salir del jardín en el que ella solita se había metido.

En esos momentos volvió Aina ya arreglada para irnos, fue mi turno y ya nos despedimos hasta la próxima. Me hubiera gustado hablar más con mi hermana… o no. No sabía si era mejor seguir hablando de Ricardo o evitar meter la pata. Porque mi visión de él era clara y me tenía que morder la lengua para no criticarlo.

Una vez en casa, hicimos el amor. Como siempre, un polvo más sin demasiados secretos. Mis gatillazos habían desaparecido, mis necesidades de espiar a Ricardo también. Me di cuenta que no le necesitaba, como no le había necesitado todos estos años. Mi sexo con Aina era el que era, ni mejor ni peor. Ambos estábamos satisfechos, no había necesidad de ningún juego extraño. Recordaba las frases que escuché entre Jairo y Ricardo durante el verano. Que algunas parejas veían incluso con buenos ojos una infidelidad, involucrar a Ricardo en sus vidas. Fuera de forma directa o indirecta, esporádica o prolongada. No entendía eso, no lo podía entender. Como tu pareja hace sexo con otra persona y lo sabes, lo ves bien, lo aceptas… incluso te gusta. Hay fetiches de todo tipo. A mí me flipaba la infidelidad, me daba mucho morbo. Pero cuanto más lejos, mejor.

Iba pasando la semana siguiente sin sobresaltos, estábamos ya a miércoles y la boda era en 4 días. Literal. Yo seguía trabajando bien, Aina igual con Ricardo (que según me contaba, estaba hasta arriba de proyectos y apenas se veían por la oficina). Y en el tiempo libre seguíamos con el gimnasio, también sin la presencia de Ricardo, por suerte. Pero yo seguía esperando la llamada de Lara, la boda estaba ahí y no tenía una mínima idea de como aprovecharla. Era una ocasión única, encima con Lara de aliada. Pero qué hacer… como adivinar las intenciones de Ricardo....

Suerte que la llamada llegó esa misma tarde:

-Ey que tal, en una hora baja al parque.

-Ey Lara, vale vale nos vemos.

Ella era la clave de todo, mi aliada. La que compartía confesiones con Ricardo y la que podía hacer que por primera vez, me avanzara a uno de sus movimientos. Bajé al parque a la hora prevista. Me “confiscó” el móvil de nuevo para no verse envuelta y nos pusimos a hablar del tema.

-A ver Lara… cuéntame.

-Te cuento. El de la despedida era Ricardo.

-El de la máscara que estaba con Rocío…-Le dije.

-Sí. No me lo ha dicho explícitamente, pero algún comentario ha soltado y vamos, insinuaba que Rocío estaba con ansia por comerle…

-La polla- Terminé su frase.

-Exacto. Una despedida da mucho morbo y eso le pone a Ricardo, algo así rápido y discreto- Me dijo Lara.

-Sí…

-Pues no me lo ha dicho tal cual, pero Ricardo insinuaba también que Rocío… pues eso, que le van las emociones fuertes. Y si hay algo más fuerte que la despedida…

-Crees que va a intentar…-Le empecé a preguntar.

-Sí, estoy convencida. Me imaginaba que en una ocasión así como es una boda, probaría algo. Pero tras esa indirecta… creo que puede ser su final si grabamos algo. Tampoco reventar la fiesta a los casados, pero usar eso en un futuro contra Ricardo.

La boda era relativamente sobria. Pocos invitados y en un restaurante apartado de la ciudad y sin demasiado lujo. Mi intención inicial era poder pillar alguna confesión, fuera del propio Ricardo o de otra persona sobre él. Con la ayuda de Lara podíamos sacar algo. Pero esa indirecta dejaba la puerta abierta a una pillada mucho mayor.

Tras esa confesión, le pregunté a Lara un poco por los invitados:

-¿Y quién va? Así que conozcamos…

-Bueno ya sabes, de familia no tiene mucha jajaja pero sus colegas de siempre y tal. No hay demasiada gente. La familia de Rocío tampoco es numerosa y la mayoría han sudado de ella.

Rocío se vino a la capital dejando su vida andaluza ya hacía años. Estaba prácticamente sola aquí, aunque tuvo la “suerte” de encontrarse a Miguel y poder vivir del cuento.  Lara también me comentó que ella iría con su novio Juan Carlos. Un chulo de gimnasio que apenas veíamos. Parecía que hicieran vidas distintas, él nunca se había querido integrar en nuestro grupo, en las amistades de su chica. Y tenía unos cuernos flipantes, aunque yo tenía la hipótesis que ese tío tampoco estaría con su pene muy controlado y los cuernos de Lara serían igual de grandes.

Ricardo por su parte, seguía en teoría con Lucía. Según Lara, esa tía ya lo había dejado definitivamente con su pareja y ahora sí que iba más en serio con Ricardo. Aunque este obviamente, se seguía pinchando a todo lo que se movía. “Vaya farsa” pensé. De esa doble pareja, no había nadie fiel. Ricardo, Lucía, Juan Carlos, Lara, Miguel, Rocío… todos infieles. Sumando por supuesto a Raquel y Carla. La única chica fiel, gran suerte la mía, Aina. Y los únicos fieles, los dos tontos como Mauri y yo. Él ya con cuernos y yo haciendo todo lo posible para evitarlos.

Así era la vida, en los tiempos que me tocaba vivir. La fidelidad no era más que una palabra. Cada cual se buscaba su placer donde pudiera, cada cual seguía con sus vidas como si no pasara nada. Ahí estaba el ejemplo de Miguel y Rocío. Ambos infieles, ambos a horas de casarse. Me fui para casa, con dudas pero con ilusión. Sería una velada intensa y complicada, pero si salía bien… uff si salía bien. Podía apartar para siempre a Ricardo de nuestras vidas. Podía haber daños colaterales en mis amigos, pero mi prioridad seguía siendo la misma, Aina.

Finalmente llegamos al esperado sábado de la boda. Tanto Aina como yo íbamos elegantes, reutilizando vestimentas de eventos pasados. No nos sobraba el dinero y la verdad es que la ropa elegida era muy bonita, sobretodo en ella. Porque yo al fin y al cabo iba con un traje elegante y sobrio, sin más. De color negro, adornando una camisa azul y una corbata de color similar. Unos pantalones negros también, al igual que los zapatos. Algo normal, sin sobresaltos.

Lo espectacular venía en Aina, que no solía arreglarse demasiado. Pero cuando lo hacía, hasta los espejos aguantaban la respiración. Un vestido largo y de color rojo carmesí, con los hombros caídos. Que con su tamaño de pecho, le quedaba espectacular por delante. Suerte que le iba exacto de medida, sino podía tener algún susto con ese escote. Por detrás, no era menos. Le quedaba un culazo increíble, se notaba sin duda el gimnasio respecto a eventos anteriores, ya que lo tenía más firme.

Me puse palote solo de verla, le quería hacer de todo, pero no era el momento. Nos fuimos hacia la iglesia justos de tiempo y empezamos a sentarnos. La gente iba llegando aunque no hubo tiempo de mucho saludo. Mauri iba parecido a mí, mientras que Raquel iba bastante más discreta que Aina. Con su pecho, no le quedaría igual un vestido así ni de lejos. Vi a otros amigos y amigas de la universidad, así como familiares de la pareja. También a Ricardo (vistiendo también sobrio aunque con camisa roja) y Lucía con su vestido amarillo con escote palabra de honor. Quien no vi fue a Marcos y Núria, aunque en teoría deberían venir. También vi a Lara con su llamativo vestido morado, aunque su novio debería estar por fuera.

Llegó el novio, la novia, se casaron… fueron felices y comieron perdices. Ya podía terminar así todo, pero no. Había que cazar a la presa, que no era una perdiz, sino Ricardo. Al salir de la iglesia ya sí que nos saludamos un poco todos. Era la primera vez que tenía a Ricardo frente a mí, tras todo lo ocurrido esas últimas semanas. Entre el lío de gente, se me acercó y me dijo:

-Qué pasa Mario… ¿Qué bonita es una boda eh? Lástima no haber asistido a la de Aina.

Me quería provocar, estaba claro. Y no sabía qué decirle, simplemente le sonreía. Él siguió:

-Ay Mario Mario… estos momentos tan bonitos joder. La boda, el compartir casa… tener las llaves de tu piso en la mano, decidiendo quien entra y quien no…

Yo seguía sin saber qué decir, pasé de su cara (que esbozaba su eterna sonrisa prepotente) y me dispuse a volver con mi mujer cuando escuché una voz:

-Ostia Ricardo, el mítico. El que va de boda en boda cuál rata de cloaca en cloaca, buscando cualquier resto.

-¡Joder! El famoso Marcos… bueno de famoso poco. No sé ni si te conocen en tu casa jajajaja- Le dijo Ricardo a Marcos, que había aparecido por ahí por sorpresa.

-Puede ser, por lo menos me puedo comprar una sin que me regalen nada. ¿Tú sigues en la de tus padres no? Joder le compran un pisito a su hijo y le dan la patada, qué emotivo. Estarán orgullosos de un hijo como tú imagino, cada día una chica nueva.... joder necesitan mucha memoria eh con tanto nombre…

Ricardo, por primera vez desde el reencuentro de meses atrás, borró su sonrisa de golpe. Tampoco supo qué decir, mientras que Marcos siguió:

-En fin, será por nombres… mientras ninguna se llame “Sida” jajajaja.

Capítulo 40

-Veo que estás muy gracioso Marcos. Bueno tíos, os dejo hablar solos que seguro os tenéis que contar cosas muy divertidas de vuestras emocionantes vidas

Y tras decir eso, Ricardo se fue. Nunca había visto a Ricardo con esa cara larga, sin saber qué decir. Sería por su estrés en el trabajo o por la aparición de Marcos, pero por primera vez en mucho tiempo le había visto descolocado. Al igual que yo, también descolocado en esos momentos, aunque Marcos me devolvió a la realidad:

-Un abrazo Mario. ¡Cuánto tiempo!

-¿Cómo estás tío?- Le dije a mi amigo tras el abrazo.

-Pues nada aquí, pasando el trámite como todos. Núria está por ahí con otras chicas y nada… con ganas de irme a casa.

-Joder si esto acaba de empezar jaja- Le dije.

-Ya sabes lo que me gustan a mí las fiestas… en fin. Tu relación con Ricardo veo que es de amor-odio eh…

-Sí tío… ya te conté que entró en nuestras vidas por casualidad y mira- Le dije a Marcos, a lo que él respondió:

-Las casualidades existen, por supuesto. Pero está en nuestra mano usar eso en nuestro favor. Por tu llamada repentina del otro día y lo que estoy viendo… creo que sé por donde van los tiros.

-A ver Marcos… ya te dije que prefería hablarlo en privado. De momento pasemos el día como podamos y ya veremos.

-¿Pero es algo sobre Ricardo verdad?- Acertó mi amigo.

-Sí sí… pasaron algunas cosas, ya te contaré. De momento estoy llevando el tema con Lara, no te preocupes.

-Ostia Lara, buena pieza también- Me soltó.

-¿Te cae bien alguien tío?

-Sí, mi mujer la primera de todas. Mi padre, mi madre, mi familia en general.  Me cae bien Mauri, Raquel, al igual que otros de esa etapa. También amigos del colegio, del trabajo, de mi vida social… Me caéis bien Aina y tú por supuesto. Fidel también aunque le destrozaron la vida. Sí Mario, me cae bien bastante gente. Demasiada. Y entre esa abundante gente sabes que no está Lara y mucho menos Ricardo.

Me había dejado a cuadros, aunque le entendía. Su carácter era totalmente distinto al de Ricardo y Lara, muchos más abiertos ambos. El colmo fue evidentemente el polvo entre Lara y Ricardo durante la graduación. Como bien me acababa de decir Marcos, eso fue el principio del fin para Fidel, el novio de entonces de Lara. Buen chaval, simpático y divertido… que tras sus cuernos intentó de todas formas arreglarlo con Lara. Pero pasó el tiempo y solamente había reproches y más sospechas, por lo que lo terminaron dejando. Fidel se alejó de todo y de todos tras la ruptura. Ya apenas sabíamos de él.

En ese momento llegaron Aina y Núria con nosotros. Nos terminamos de saludar ambas parejas y ya nos fuimos con la multitud, esperando para partir hacia el restaurante. Una Núria que como solía ser habitual, vestía de forma bastante discreta. Un vestido largo y azul marino, sin apenas escote. Apenas explotaba sus atributos y eso que (por lo que había podido ver en ocasiones pasadas en algún escote) tenía una más que digna delantera.

Llegamos al restaurante y tras picar un poco, nos pusimos a comer. La mayoría de amigos de Miguel de la época universitaria estábamos en la misma mesa y mantuvimos grandes conversaciones sobre el pasado. Y suerte que tenía otra gente con quien hablar, con la excusa que hacía tiempo que no les veía. Porque a Mauri le tenía totalmente marginado. Ricardo también estaba ahí, como no, siendo la voz cantante. Suerte que había coincidido con otros amigos con los que también tenía buena relación, así no me tocaba más los cojones. Yo seguía en mi mundo, dándole vueltas a mi cabeza.

Si las indirectas de Ricardo a Lara eran ciertas, esa boda podía ser un antes y un después en toda esa situación. Miguel y Mauri serían los daños colaterales. Y por ambos me sentía fatal. Al primero porque sería bastante traumático pillar a tu recién mujer con otro en tu propia boda. A Mauri, porque era un tipo tan bueno que no se merecía descubrir lo de Raquel. Pero esa verdad saldría, vaya que si saldría. Después de comer, los típicos espectáculos, bailes y música. Aina, Raquel y Núria se lo pasaban en grande, mientras sus maridos estábamos bastante más apagados. Los tres en un sofá hablando, aunque Mauri se fue el baño y me quedé a solas con Marcos.

Él me notaba raro y rápidamente me lo hizo saber:

-Mario… joder estás más callado de lo habitual.

-Le dijo la sartén al cazo… jaja- Le respondí irónicamente.

-Ya… pero yo soy así siempre jajaja tú en cambio tío… parece que vayas de funeral. Y el otro día me dijiste que querías hablar y tal… no sé- Se preocupó Marcos.

La verdad es que tenía razón. Yo estaba más callado de la habitual. Y es que pretendía no cagarla, no levantar ninguna sospecha. Que el tiempo pasara, que la gente bebiera. Que Lara y yo viéramos algún movimiento sospechoso de Ricardo y poder pillar cualquier imagen, cualquier prueba. Dudaba mucho que hicieran algo gordo… aunque nunca se sabe. Pero algún beso, alguna palabra… Debíamos pillar algo de él con Rocío.

-Bueno… ya lo hablaremos otro día da igual. Estoy llevando el tema con Lara, ya te contaré…-Le dije a mi amigo.

-Ya ya… ya me dijiste antes en la Iglesia. Por eso te digo, no sé si es la mejor socia.

-Y dale Marcos jaja. Somos amigos desde hace mil años, confío en ella.

-También Fidel confiaba… -Me soltó.

-Bueno no es lo mismo. Eran pareja y ya cada cual sabe que hizo. Nosotros simplemente somos amigos, con mejores y peores momentos pero ya está- Le dije.

-Porque ella no quiso que si no… jajaja.

Marcos tenía, de nuevo, razón. En mi época universitaria estaba con Marina, pero siempre había visto a Lara de forma especial. Si ambos no hubiéramos tenido pareja, sin duda hubiera intentado algo. Estábamos muy unidos y posiblemente la confianza de saber que ninguno de los dos intentaría nada, nos ayudó a permanecer unidos. Meses después de la graduación, yo le dejé con Marina. Y un tiempo después, fue el turno de Lara. Por aquel entonces yo ya estaba conociendo a Aina, así que no coincidimos ambos estando solteros. Si no, quien sabe…

El caso es que había perdido contacto con ella tras verla tirándose a Ricardo, pero esa ruptura nos volvió a unir. La veía tan sola e indefensa… Tuve la sensación incluso que me tiraba los tejos. Aunque lo vi como simplemente fruto de su frustración tras su ruptura. Aunque de nuevo, sino hubiera estado comprometido (ya con Aina en ese caso) quien sabe si me hubiera lanzado.

Tras esos pensamientos, contesté a Marcos:

-Bueno yo he estado con novia siempre jaja así que nunca ha pasado nada.

-Me imagino, eres buen tío. Por eso digo que gente como Ricardo como más lejos mejor. Y si tu aliada, o quien lleve lo que sea contigo, es Lara… Pues no sé qué quieres que te diga.

-Tú tranquilo Marcos, ya te contaré si todo va bien en unos días…-Le dije.

-¿Si todo va bien? Ay dios mío jajaja espero que sepas lo que haces.

La relación entre Marcos y Lara no es que fuera mala. Él era bastante introvertido y solamente tenía muy buena relación conmigo y con Mauri. Pese a eso, tampoco se llevaba mal con nadie y era el caso de Lara. Aunque tras la graduación evidentemente todo cambió.

Tanto Ricardo como Lara parecían estar en su lista negra y apenas quería contacto alguno con ellos. Para Marcos, la fidelidad era vital. Sobre todo la sinceridad y es que como bien me dijo en más de una ocasión en el pasado, la infidelidad no deja de ser una mentira. Y la clave de cualquier relación es la confianza y sinceridad, por lo que una infidelidad, sea en el grado que sea, echa por tierra esa confianza y sinceridad. Núria y él se conocían del colegio y un tiempo después de la graduación se casaron también. Hacían muy buena pareja, él más frío y ella más alegre. Me recordaban bastante a Aina y a mí, aunque Marcos no había metido a un loco del sexo en sus vidas.

Volvió Mauri del baño y dejamos ahí la conversación, para pasar a hablar los tres de fútbol y otros temas sin importancia. En la pista mientras, la gran mayoría seguía con lo habitual en un boda: Bebiendo, brincando y bailando. Yo no perdía de vista a Ricardo, pero Lara no parecía por la misma labor. Estaba bailando súper arrimada a un colega de la universidad que no conocía. Como le viera Juan Carlos… Aunque giré un poco la vista y en la otra punta de la pista estaba él, haciendo lo propio con otra chica. En fin, estaba claro que ambos tenían una cornamenta de campeonato.

Los cuernos de Lara a su novio los había visto en varias (demasiadas) ocasiones. Pero ese chulo de gimnasio seguramente no se quedaría atrás. De hecho me recordaba bastante a Ricardo, tanto en el físico como en la actitud chulesca. Aunque de cara era bastante menos agraciado, mientras que no sabía articular apenas dos frases seguidas. A diferencia de Ricardo, que si en algo destacaba también era en su labia.

Un Ricardo por cierto, que seguía también en la pista bailando, en su caso sí con su “pareja” Lucía. Pareja o lo que fuera aquella, porque me costaba creer que tuvieran algo demasiado serio. Veía a Lucía algo ingenua. Ricardo se había metido en su vida, rompiendo la relación de ella con su novio. Y ahora ella se comprometía con él. Siempre me había resultado curioso, dejar entrar en tu vida alguien que te hace separar de tu pareja… como si no lo pudiera volver a hacer y dejarte a ti con el culo al aire. No dudaba en que Ricardo seguía con sus aventuras sexuales, pasando Lucía de corneadora a cornuda. Así es el ciclo de la vida.

Las horas pasaban, seguían algunos shows musicales mientras la gente tampoco cesaba en la ingesta de alcohol. Hasta Mauri bebió, quedándose como casi siempre frito. Marcos por su parte se fue con Núria a tomar el aire un poco, así que ahí estaba yo solo con mis pensamientos. Viendo a la gente bailar, viendo varias amigas de la universidad o parejas de amigos… que cortaban la respiración. Esa franja de los 20 y tantos o los 30 y pocos sentaba bastante bien a las mujeres si se cuidaban. Y era el caso sin duda de la mayoría de las ahí presentes. Con sus vestidos, algunos más cortos de lo debido, con alguna transparencia de tanga… me estaba poniendo las botas desde esa posición.

Mi faceta voyeur no cambiaba, aunque tampoco lo veía algo excepcional o extraño. Simplemente me alegraba la vista, de ahí a una infidelidad o desear que Aina hiciera algo, había un mundo de diferencia. Lo malo es que ese morbo me había llevado precisamente hasta ahí, hasta pasarme una boda entera controlando a la novia por si hacía algo. Aunque en ese caso no por morbo, sino para tener una prueba con la que apartar definitivamente de mi vida a Ricardo. Aunque él seguía haciendo el tonto por la pista, ya menos concurrida. Algunas parejas sabían salido al jardín, otras estaban en las terrazas…

Y yo en el sofá con Mauri medio dormido. Me estaba empezando a coger sueño también, cuando Lara se me acercó:

-Qué… ¿Os divertís eh?

-Mucho… encima Ricardo sin hacer nada- Le contesté.

-Ya… se nota que estás empanado jajaja ¿Acaso le ves?

Miré unos segundos en la pista y no, no le veía. Le dije a Lara:

-Bueno, a lo mejor está en el jardín yo que sé…

-Joder si no fuera por mí… anda sígueme.

Hasta ese momento, mis esperanzas de coger alguna prueba casi que se habían esfumado. Ningún gesto extraño de Rocío… ni de Ricardo. Pero Lara me hizo seguirla por unos pasillos, hacia una zona reservada.

-Ricardo se fue en esta dirección y adivina quien también unos minutos después…-Me dijo.

-Rocío- Contesté.

Avanzamos un poco más hasta un cuarto de limpieza donde ponía “prohibido el paso”. Si querían hacer algo, sería ahí sin duda. Entramos son sigilo, abriendo la puerta con cuidado. Estaba todo oscuro y bastante sucio, lleno de trastos de todo tipo. Me asomé un poco a través de una estantería y la vi.

A Rocío, subiendo y bajando su cabeza de forma rítmica, de la misma forma que la había visto en su despedida de soltera.