Producto de mis decisiones (Parte 2): Cap 35 y 36

Lara se confiesa con Mario y empiezan a colaborar.

Capítulo 35

-A Miguel supongo…

-En efecto Mario. Yo la llamé para ponerla de puta para arriba y me confesó eso. Que unos días antes se había visto con Miguel y pues eso… que surgió.

-Me empieza a encajar todo- Le dije. Lo único que no me encajaba es que Lara tratase a Carla de puta por dos infidelidades, cuando ella se había tirado a todo el mundo. Pero no era relevante. Lara siguió:

-A partir de eso la intenté ayudar y aconsejar un poco, porque la veía afectada. Ella sabía que yo conocía bien tanto a Miguel como Ricardo así que podíamos ser un poco confidentes.

-Y lo seguís siendo supongo.

-Sí Mario. Pero no solo conmigo, sino que Carla habla mucho con Ricardo también. Y con Miguel... Por eso Riqui sabía que vendrías a espiar la sesión con Rocío- Me dijo.

Ahora sí que me encajaba todo, o casi todo. Miguel se lo contó como confidencia a Carla, sin saber que ella se lo chivaría a Ricardo. Encima era amiga íntima de Aina, así que era muy probable que mi mujer le contara que iría a dormir a casa de Ricardo y a la vez intentar pillar el espejo espía. De hecho, durante esa crisis que pasamos ambos, Aina se fue a dormir a casa de Carla y Javi. No era de extrañar que Carla le hubiera comido el coco a mi mujer, tanto antes como después de todo aquello.

Miguel no se enteraba de nada, simplemente había tenido una aventura con Carla y le había contado los planes de mi visita a la sesión. Por su parte, Carla, era la más hija de puta de todos los presentes. Era quien se chivaba a Ricardo de todo lo que sabía, encima era su aliada para conquistar a Aina, o por lo menos ponerla en mi contra.

Pero seguía quedando Lara y no me podía callar:

-Vale… pero tú no eres una santa tampoco.

-No, claro que no Mario. Por eso te he llamado. Yo nunca he actuado de mala fe, nunca he dicho nada contra ti a Ricardo. Pero tampoco te avisé de todo esto y me siento fatal. Ya digo, porque te considero un gran amigo.

Tras decir aquello, Lara se me acercó un poco más estando ambos sentados en el banco y me abrazó. Había sinceridad y arrepentimiento en ese gesto. Siguió:

-Espero que puedas perdonarme. He estado muy pillada por Ricardo y le he seguido mucho el rollo, pero tampoco veo justo que te joda tanto.

-Ya… bueno ya está hecho- Le dije a mi amiga, intentado consolarla un poco.

Estábamos ambos bastante aturdidos. Pero aunque ella se sentía fatal, yo había visto un rayo de esperanza. Se había revelado a Ricardo. Aunque ella no fuera un topo como tal, hasta ahora le había protegido los secretos. Ya no, ahora la podía tener como aliada. No contaba con eso en mi plan. Sumar a Lara como aliada directa contra Ricardo y encima descubriendo quien era el topo.

Tenía dudas de mis dos amigos. Incluso pensaba que simplemente Ricardo había tenido suerte al avanzarse a mis actos. Pero al final era la puta de Carla quien me estaba jodiendo. Se aprovechaba de su buena relación con Miguel y Aina para ponerle a Ricardo toda la situación de cara. Y ese era el otro tema. Miguel y Carla. Me sentía gilipollas por ambas partes. Tanto por haber sufrido tanto por el sexo entre Rocío y Ricardo, cuando ella también tenía cuernos. Y por el sexo entre Carla y Ricardo. Pensaba que era el único testigo pero no, Lara también lo sabía y no dijo nada. Encima Carla se tiraba a Miguel también, ahí yo no podía hacer nada.

El caso es que ya me veía con total libertad de movimiento en la boda de Miguel y Rocío. Antes aún tenía remordimientos por liarla parda ahí, ya no. Eran cornudos ambos y era boda un puro paripé. Y lo más importante, contaba con Lara.

-¿Estás mejor?- Le pregunté.

-Sí sí tranquilo… joder es que me siento fatal. Si hay algo que pueda hacer…

-Bueno… sí hay algo sí. No sé si será mucho pedir, pero conocer los planes de Ricardo me ayudaría un poco con Aina- Confesé a mi amiga, que me dijo:

-Claro Mario, qué menos. Tampoco quiero ser yo una topo. Pero si me entero de algo que pueda afectar tu relación te lo diré. De hecho sé algo ya.

-Dime Lara…

-Pues Ricardo no irá a la despedida de Miguel… porque se hará pasar por stripper en la de Rocío- Soltó la noticia.

Me imaginaba que el tío no iría a una para poder ir a la otra… ¿Pero de esa forma? Se las sabía todas. Le seguí preguntando a Lara:

-¿Pero cómo lo hará?

-Pues conoce al dueño de esa discoteca, así que simplemente le ha dicho si podía actuar durante las despedidas de esa noche. Ya sabes que está bueno el cabrón, así que no fue complicado.

-Joder… ¿Y sabes con qué intención?- Pregunté.

-Bueno… le pone mucho tirarse a Rocío en su propia despedida. En la boda no sé, pero vamos es capaz también.

Tenía una doble oportunidad, de pillar a Ricardo con Rocío tanto en la despedida como en la propia boda. Me seguía dando igual destrozar nada. Bueno, quería destrozar una cosa: La falsa imagen de un Ricardo perfecto a ojos de mi mujer.

-Vale Lara… Pero yo no puedo colarme ese día. Te voy a proponer algo, aunque si no quieres no pasa nada. Ve tú y vigila un poco. Si intenta algo supongo que será en un baño o algo así… ya sé que es arriesgado pero bueno, si te pilla invéntate algo.

-Bueno… puedo probar. Supongo que si voy controlando a Rocío puedo ver si hacen algo. Y me da igual que Ricardo me vea, confía en mí plenamente- Decía ella.

-Ya Lara… Pero deberías obtener alguna prueba. No me vale con tu testimonio, a parte que tampoco creo que confieses eso a nadie.

-Pues tienes razón… intentaré hacer videollamada contigo en ese momento así verás lo que hay- Me propuso.

-Vale es buena idea, yo grabaré la pantalla así quedará todo guardado. Pero entonces sí que Ricardo no debe pillarte, si no sabrá que la prueba vino de ti- Le dije a Lara, por si la cagaba.

-Es verdad… bueno intentaré ir con máximo sigilo. Pero si me pilla Ricardo no hagas nada eh… porque entonces sabrá que he sido yo- Me dijo.

-No te preocupes, tú intenta ir con cuidado y todo saldrá bien… y una última cosa.

-Dime Mario.

-Sabes que Aina pasó unos días y sobretodo noches en casa de Ricardo… si me avisas ahora supongo que…- Pregunté sutilmente.

-No pasó nada, no te preocupes. No sé si intentó algo, pero realmente tenían mucho trabajo y no creo que nadie pensara en algo raro.

Ya… pero entiende que tenga dudas. Y más si ahora me avisas que es su objetivo- Seguí insistiendo.

-Claro que te entiendo. Sabía que tendrías dudas estando ambos juntos en su casa, por eso grabé esta conver.

Lara sacó su móvil y empezó a reproducirse un audio, con las voces de Lara y Ricardo.

-¿Hoy último día ya no?

-Joder Larita sí, me está tocando los cojones tanto curro.

-Jaja bueno, con Aina todo es más fácil.

-Ya, supongo jajaja aunque a veces se me va un poco la vista con esas curvas de infarto pff.

-Tío ya te vale jajaja ¿Quieres joder a Mario también?

-Joderlo no, pero vaya mujer que tiene vamos. Si no fuera tan fiel ya le hubiera dado polla como a ti.

-No te flipes chaval.

-Jajajaja sabes que tengo razón… espera un segundo. ¿Qué quieres Aina?

-!Qué vengas coño! Nos queda una puta hora para terminar esto y tú con llamaditas- Le escuchaba lejana pero clara, la voz de mi mujer.

-!Joder que ya voy ostia!

-Estáis entretenidos eh jajaja

-No me hagas hablar Lara… preferiría meterle la polla en la boca a ver si se calla. En fin a ver si terminamos y la envío para su casa a que la aguante el tonto de Mario.

-¿Jajaja tú solo sexo no?

-Exacto Larita, seguro que me la follo algún día pero de momento que se pire a su puta casa.

-Bueno os dejo parejita jajaja chaoo Riqui.

-Venga tía adiós, cuídate.

Ahí terminaba la grabación. Lara me enseñó el día y hora que la hizo y encajaba, no había ningún montaje. Ella me dijo entonces:

-Ese fue el detonante… lo estuve meditando varios días y pensé que no sería justo algo así. Pienso que Aina es fuerte y te quiere. No creo que sea algo fácil… pero con Ricardo ya sabes que nunca se sabe. Le grabé para sacarle la confesión de que no había intentado nada ni lo pretendía, para así dejarte más tranquilo. Pero ya has escuchado que dijo después…

Tenía toda la razón. Nos despedimos finalmente y quedamos en lo que habíamos hablado, que ella intentaría pillar a Ricardo con Rocío en su despedida.

De camino a casa, seguía dándole vueltas al asunto. Esa conversación me había salvado en parte. Ya podía descartar la idea de ninguna aventura previa de Aina con Ricardo. También descartaba a Miguel como topo, simplemente era un bocazas infiel. Se tenía merecidos los cuernos de Rocío. Con él simplemente debía aparentar normalidad hasta el día de su boda. Era un gran alivio para mi plan, ya que aunque todo iba más o menos bien, seguían quedando muchos detalles. Sobretodo saber en quien podía y no podía confiar. Esa reunión con Lara me facilitaba mucho las cosas, porque no sería raro pensar en otra cagada por mi parte sin tener esa información.

Pero quedaban dos personas, de las que no sabía qué hacer con ellas: Mauri y Carla. El primero podía ser mi gran aliado, pero a la vez podía resultar mi perdición. Algún día tendría que contarle la infidelidad de Raquel, pero no sabía su reacción. Se lo podía tomar “bien” y ayudarme en mi plan de desenmascarar a Ricardo. O se lo podía tomar tremendamente mal y enviarlo todo a la mierda, incluido a mí y mi plan. Lo más sensato era esperar a ver qué ocurría en la boda sin levantar sospechas hasta entonces.

Y Carla. La puta confidente de los cojones. La que se tiraba a Ricardo y a Miguel y se contaba secretitos con ambos. La que daba una buena imagen de Ricardo hacia Aina y la que le pudo avisar de mis intenciones. Miguel se fue de la boca con Carla sobre mi visita a la sesión. Aina se fue de la boca con Carla sobre nuestro intento de pillar el cristal. No podía controlar que los demás se fueran de la boca, pero siempre el punto de unión era Carla, la chivata.

El problema estaba en como controlarla. O por lo menos, minimizar el daño. Sabía que todo lo que yo pudiera decir de Ricardo a Aina, podía terminar en oídos de Carla y del propio Ricardo en consecuencia. Lo mismo con Miguel. Así que debía evitar hablar de Ricardo con ambos... o por el contrario, usarlo a mi favor. Ya pensaría como, pero podía llegar a manipular las cosas y hacer llegar a Ricardo un falso mensaje o una falsa opinión. Por ejemplo sobre mi plan. Era una opción y de cara a la boda podía resultar clave.

Llegué a mi casa, previo paso por el supermercado para comprar cuatro cosas y me abalancé casi al instante hacia Aina. Estaba feliz, me sentía victorioso. Por primera vez las cosas me salían bien y la suerte me sonreía. Esas confesiones me habían quitado parte de culpa y me habían dado buenas cartas para jugar la siguiente partida. Pero la partida de ese momento era el sexo con Aina.

-Joder como vienes, has comprado viagra en el súper o qué jajaja.

-No dejé terminar a mi chica, la besé con pasión para seguir besando su cuello. Luego sus grandes pechos con esos pezones rosados que me volvían loco. Con tal tamaño era complicado que se vieran duros, pero lo estaban. Vaya que si lo estaban, igual de duros que mi polla.

No hubo tiempo ni de sexo oral, me puse el condón rápidamente y aún besándonos la penetré. Empezaba como siempre con un ritmo pausado, sintiendo como Aina gemía levemente en mi oreja. La iba calentando poco a poco con mis embestidas. La besaba, la agarraba por sus amplias caderas, cuando un móvil sonó.

-Uff un… un segundo Mario.

-Da igual cielo, ya contestas luego- Le dije.

-No… ah para porfa. Que creo que es Ricardo por algo del trabajo.

Capítulo 36

No tuve más remedio que parar.

Aina se levantó como pudo y contestó:

-Ey… No... tranqui Riqui, no pasa nada… mmm vale. Claro que guay. Vale hasta mañana, besos!

Ya tenía una idea suficientemente asquerosa de Ricardo, si le decía a Aina lo que pensaba de esa llamada y esa interrupción… pero mi plan estaba en juego así que esbocé la mejor de mis sonrisas y pregunté:

-¿Pasa algo cielo?

-No nada… es que había una cosa que no encajaba de un Excel por la mañana en el curro y se ve que ha podido arreglarlo ya.

“Ostia qué bien, que mejor momento de comentarte lo del puto Excel en medio polvo”. Pero el Mario más relajado y sensato tenía que seguir, así que me limité a seguirle el rollo. Terminamos el polvo como pudimos, pero estaba claro que había roto la magia del momento. Esos polvos eran los mejores, cuando surgían así esporádicamente. Después de la breve llamada ya no, ya era un polvo casi por obligación.

Al día siguiente antes de ir a trabajar, recibí la llamada de mi hermana:

-¡Hermanito! No miras los mensajes no…

-Ey Marta, pues no sé me acabo de levantar…

-Jaja ya… en fin. Que lo de venir Aina y tú a casa. ¿Qué os parece este finde?

Me había olvidado por completo. Habíamos quedado días atrás en visitarla a ella y mis padres en la casa donde vivían los tres. Le dije improvisadamente:

-Pues… el viernes por la noche tenemos la despedida de Miguel y Rocío, ¿Os va bien que nos pasemos el domingo?

-Claro perfecto. Pues informo a los papis y ya nos vemos el domingo. ¡¡Un besooo!!

-¡Adiós Marta!

No me acordaba, pero ahí podía tener otra aliada. Marta y Aina estaban bastante ligadas. Igual que Carla le podía comer un poco la cabeza en favor de Ricardo, Marta lo podía hacer en el mío. No podía contarle toda la historia, pero una charla sí que era necesaria.

Pero antes de eso, la despedida. Llegó ese viernes y aunque yo no tenía que hacer nada especial, estaba bastante nervioso. Podía obtener una prueba clave de la actitud de Ricardo, era una oportunidad de oro. Yo simplemente tenía que mantener la calma en la otra despedida, esperando que Lara cumpliera su parte. Ricardo no estaría con nosotros evidentemente, lo que me dejaba más tranquilo. Pero tenía que disimular ante Mauri sobretodo. Miguel estaría a su bola pasándoselo pipa en su fiesta, pero Mauri y yo éramos menos fiesteros y solíamos simplemente charlar en ese tipo de eventos. Así que lo mejor era evitar en lo posible a Mauri y aparentar normalidad, para no volverla a cagar.

Nos estábamos ya preparando ambos para las respectivas despedida, cuando me fijé en lo increíble que estaba mi mujer. Sin ir demasiado arreglada, llevaba una camiseta escotada de color morado que le quedaba estupenda. A la vez, unos tejanos que le quedaban perfectos realzando ese culazo. Recordaba una parte del sueño, donde Ricardo le decía que esos meses de gimnasio se notaban en sus glúteos. No le faltaba razón a mi Ricardo imaginario.

Yo me puse una camisa informal y unos tejanos también y me esperé a que vinieran a buscar a Aina. Fue Carla la chófer… mi gran amiga Carla. Mientras que yo pasaría a buscar a Mauri. El futuro matrimonio no había organizado ninguna cena ni nada especial, simplemente ambas despedidas en dos discotecas céntricas y relativamente cercanas. La verdad que toda la boda en sí, sobre todo el proceso, estaba siendo un poco cutre.

Según me contó meses atrás el propio Miguel, apenas se había probado algunos trajes un día ya eligió uno. El vestido de su futura mujer no lo había visto él… pero yo sí. Y estaba bastante mejor elegido. Se notaba quien llevaba las riendas en esa pareja. Tampoco se habían currado demasiado el banquete, Miguel en general pasaba bastante del tema. Sabiendo que ambos ponían los cuernos, se veía que no le daban demasiada importancia a la boda. No sé ni porque se casaban. Miguel siempre había sido un mujeriego. Sin el éxito de Ricardo evidentemente, ni esas aventuras locas. Pero con su atractivo y facilidad de ligar. A Rocío no la conocía tanto, pero entre su carácter y su experiencia con Ricardo… en fin.

Recogí a Mauri en su casa y ahí empezaba mi primera misión de la noche: aparentar total normalidad. Desde el viaje, sobretodo la excursión donde Raquel le fue completamente infiel, me costaba mantener conversaciones con él. Me sentía culpable, sabía que él no se merecía algo así y que yo podía haberlo evitado… o por lo menos no haber metido tanto la pata.

-Jolín Mario… creo que ambos tenemos las mismas ganas de fiesta…

-Pues sí tío jaja no somos precisamente los más dicharacheros- Le respondí a mi amigo.

-Bueno, es nuestro carácter. No creo que sea algo malo. Cada cual es como es, mientras no haga daño a nadie…

-Exacto- Le dije a mi amigo, que tenía toda la razón. Nosotros nunca nos habíamos metido en líos, por lo menos desde la universidad que es de donde partía nuestra amistad.

Siempre habíamos sido ambos bastante reservados y posiblemente juntarnos con Miguel fue un buen contrapunto para formar los tres una buena amistad. Mauri, a diferencia de Miguel que conoció a Rocío hacía pocos años, conocía a Raquel desde antes de la universidad. Fue su primer amor y fueron también los primeros en casarse.

Yo fui el siguiente, al conocer a Aina después de terminar la universidad y de dejarlo con mi ex (Marina), estuvimos unos años saliendo hasta que dimos el paso. De hecho, nos casamos en Octubre del año anterior, por lo que pronto se cumpliría ya el año de matrimonio. En ese mismo mes pero, también cumplíamos años ambos (separados por una semana exacta de diferencia) siendo yo el primero en cumplirlos. En los últimos años habíamos celebrado el cumple juntos, sin demasiada fiesta tampoco. Esta vez añadiríamos el primer aniversario de boda.

Llegamos por fin a la discoteca, aunque Mauri seguía con los mismos “ánimos”:

-Suerte que estás tú conmigo… tanto hoy como en la uni y siempre. A veces me siento como un bicho raro.

-Bueno, somos dos bichos raros jaja- Le dije, aún con remordimientos por todo lo ocurrido en el viaje.

Los que no eran bichos raros eran los demás, que bailaban sin parar en el centro de la disco. Entre ellos Miguel, como no. Siempre fiestero, siempre el centro de atención, aunque esa vez totalmente justificado. Mauri y yo le saludamos, así como a otros amigos que conocíamos de la universidad. Y tras eso, nos fuimos a tomar algo. Ninguno de los dos solíamos tomar alcohol, tampoco nos pusimos a bailar sino que nos sentamos en unos sofás bien cómodos… Dos bichos raros, en un mundo donde solo existe la diversión si bebes y bailas.

Ahí seguíamos ambos sentados, viendo a la gente bailar y charlando del trabajo. Yo además, con un ojo puesto en el móvil. Aún era pronto, pero esperaba en unas horas recibir la llamada de Lara. Una llamada que podía suponer mi as bajo la manga para derrotar a Ricardo. Una carta que venía de la que en teoría era una de sus aliadas. Pero que se había cambiado de bando viendo lo hijo de puta que era.

Pasaban las horas, la gente bebía y bailaba, bailaba y bebía. Mauri se tomó por primera vez en la noche un cubata… y luego otro. Suficiente para quedarse medio frito ahí mismo. Entre una semana dura de trabajo, la hora que era, el aburrimiento y el alcohol...lo veía normal. Ojalá yo pudiera desconectar así, pero tenía que conducir. Y lo más importante, esperar la llamada de Lara.

Pero pasamos la medianoche y nada de nada. Seguían pasando las horas y Mauri, como yo, estaba hasta los cojones:

-Ostia puta que fiestón, desde el examen de fiscalidad que no me lo pasaba tan bien.

-Jajaja joder Mauri, qué tiempos aquellos....

-Ni que lo digas, yo con Raquel… tú con Marina… Joder lo siento- Me dijo.

-Tranqui tío, no funcionó y por suerte pude conocer a Aina- Le respondí.

-Ya ves… pero joder Marina era genial también. No estaba tan buena como Aina eh jaja perdona que te diga… Pero era muy dulce.

-Venga descansa un poco tío jajaja- Le dije para cortar un poco el tema. Mi historia de amor con Marina fue muy especial, éramos como almas gemelas. Pero también teníamos nuestro carácter y al final hay cosas que simplemente no funcionan.

Pero como bien dijo mi amigo, aunque estando un poco pedo, tuve la suerte de conocer a Aina no mucho después. Era igual que Marina pero diferente. Puede parecer raro, pero era así. Muy dulces ambas, introvertidas… pero con un genio oculto que era mejor no desatar. Marina más contenida eso sí, mientras que Aina más explosiva. En todos los sentidos.

Marina era también un poco ingenua, en eso nos parecíamos más. Por eso mi relación con ella tenía todo el sentido del mundo, pero que con Aina… surgió sin más. El roce hace el cariño supongo. Ambos trabajábamos en la misma empresa, codo con codo. Yo era el único chico del departamento, así que tampoco tendría mucho para elegir.

El caso es que nos fuimos conociendo y teníamos muchas cosas en común, tanto en música, aficiones e ideas varias. Sabía que físicamente estaba varios peldaños por encima de mí, pero siempre nos tratamos de iguales desde el principio. Tuvo infinitas ocasiones de irse con otros cuando no teníamos apenas relación. Pero se mantuvo unida mí hasta que a los meses de conocernos empezamos a salir. A las semanas el primer coito y a los años la boda y el hecho de vivir juntos.

No la podía perder, no tras todo lo vivido. Ya no era cuestión de bodas, Miguel y Rocío se iban a casar y se ponían los cuernos. Era cuestión de un amor que había superado baches, que no entendía solamente de físicos o de sexo. Yo no era el mejor amante, pero nos compenetrábamos genial en todos los sentidos. Y tanto en los principios de nuestra relación como en los meses recientes con la aparición de Ricardo, me había sido fiel.

Pero a su vez, había visto otros aspectos en ella. Una Aina más extrovertida, por estar rodeada de amigos y en un contexto relajado como unas vacaciones en la playa. Había visto una Aina un poco exhibicionista, orgullosa de su cuerpo como era lógico. Supongo que todos tenemos muchas personalidades. Con el tiempo unas aparecen y otras desaparecen. Vamos evolucionando. Y de la misma forma que ella parecía ganar confianza en ella misma, yo parecía perderla.

Tras mi enésima rallada de cabeza, por fin recibí la ansiada llamada de Lara. Dejé a mi amigo ahí medio dormido para ir al baño. Llegué en unos segundos, después de tropezarme con media discoteca y contesté:

-Ey Lara, dime.

-Mario, mira te pongo videollamada para que puedas ver.

-Vale vale… ¿Pero ha pasado algo ya?

-No todavía… Pero como te dije Ricardo apareció unos minutos en el escenario como si fuera parte del espectáculo- Me dijo Lara.

-¿Joder y nadie le reconoció?- Pregunté.

-Que va tío, apenas estuvo dos minutos. Encima ni se ha quitado la ropa ni nada, van todos vestidos de atracadores con máscaras de Dalí.

-Vaya, qué originales- Respondí irónicamente.

-Sí… el caso es que los demás se iban turnando y quitando la ropa. Pero él se fue rápidamente a los vestidores. Y adivina quien despareció de la pista también en esos momentos…- Me soltó Lara

-¿Rocío?

-Rocío.

-¿Pero dónde está ahora? Joder te agradezco la información pero quiero ver algo- Le dije a Lara, al borde del ataque de nervios.

-Espera, estoy en la puerta pero no escucha nada aún. La he seguido y ha pasado por aquí, pero intento que no me vea nadie.

-Vale vale…

-Espera que abro. Intento enfocar como puedo- Decía Lara.

-Vale gracias.

-Joder- Dijo ella de repente.

-¿Qué pasa Lara? ¿Qué ves?- Pregunté con ansia.

-Está Rocío… subiendo y bajando la cabeza- Me respondió.

-¿Le está diciendo que sí a alguien?

-Bueno Mario… si no fuera por la polla que tiene en la boca sí, le estaría diciendo que sí a alguien…