Producto de mis decisiones: Cap 9 y 10

Aina está cada vez más a gusto y empieza a planear el viaje de verano, mientras Mario se debate en nuevos dilemas cruciales para su destino.

CAPÍTULO 9

Terminó la semana y con ella, el mes de Abril

Había sido un mes algo caluroso e intenso y nada presagiaba que Mayo fuera a ser distinto, todo lo contrario. Era un mes especial, ya llegaba el calor de verdad, se aproximaba el verano y teníamos que planificar qué escapada haríamos.

Solíamos coger las vacaciones en Julio. Era difícil coincidir ambos y aún más sin ser veteranos en nuestras empresas, cosa que nos impedía coger las mejores fechas en Agosto. Y no solo coincidir nosotros dos, sino que debíamos coincidir con nuestros acompañantes, que solían ser Miguel, Mauri y sus respectivas parejas.

Algún verano habíamos pasado con Carla y Javi, pero eran bastante menos activos y no les gustaba demasiado la playa. También habíamos ido alguna vez a visitar a las amigas de Aina, que eran de otro pueblo (donde vivían sus padres y ella antes de venirse aquí a trabajar), pero muy de vez en cuando. El caso es que ese verano tenía pinta que volveríamos a ir a la costa con nuestros amigos y sus respectivas parejas, así que queríamos planear el tema lo antes posible.

Llamé a ambos y ya tenían las vacaciones cogidas las dos últimas semanas de Julio, con el resultado que la escapada sería en esa franja. Sus respectivas mujeres no trabajaban en esos momentos, así que dos horarios menos para cuadrar. Faltaba Aina, que no debería tener problemas al ser Ricardo su jefe. Miguel también tenía su boda con Rocío, pero era en septiembre y ya le habían autorizado ambas fechas.

Así que solo quedaba yo. Por suerte al día siguiente, martes, hablé del tema con mis superiores. Como la gente solía marcharse en Agosto, no había problema. Ya estábamos todos listos, faltaba elegir el lugar. Aina vino del trabajo y me confirmó que también tendría vacaciones esas mismas dos semanas, así que nos pusimos a elegir algún destino. Solíamos elegir nosotros, ya que teníamos bastante buen criterio, sobretodo mi mujer.

-Andalucía, Valencia, Cataluña… incluso podríamos ir a Galicia- Aina iba mirando posibles destinos en el típico panfleto de las agencias, mientras yo la dejaba hacer.

No es que no me importara, pero imagino que igual que el resto de la pandilla, confiábamos en el criterio de Aina y al fin y al cabo, lo importante era la compañía. Y pensando en la compañía, me acordé de Lara. Solíamos hacer esas escapadas en parejas y aunque ella tenía, su chico nunca había tenido demasiado buen feeling con nosotros. Ambos iban bastante a su rollo y si coincidíamos era sobretodo en el local donde ella trabajaba.

¿Pero por qué no? ¿Por qué no invitarla? No se la veía muy alegre últimamente. Alguna discusión con su novio, estrés en el trabajo, el tema de Ricardo… Sería una buena excusa para desconectar.

-¿Oye y si le decimos a Lara de venir? La he visto algo hundida estas semanas y nunca viene pero por preguntar- Le sugerí a Aina, que asintió con la cabeza mientras seguía mirando destinos.

-Sí claro por qué no, coméntale también si tiene alguna idea de donde ir, a lo mejor conoce más lugares. En fin me preparo para el gym que no quiero hacer esperar a Riqui.- Aina se fue inmediatamente a cambiar. ¿Le había llamado Riqui? Creo que era la primera vez que se refería así hacia él.

Llamé a Lara para preguntarle sobre el tema, aunque no estaba muy convencida, parecía que el fondo sí que quería. Pero como siempre, su novio era el impedimento.

-Vamos tía que no pasa nada, no son ni dos semanas. Podrá aguantar sin ti jajaja.

-Ya lo sé Mario, si no es por eso. A ver se no lo digas a nadie, pero es que es bastante celoso... ya le cuesta admitir que trabajo de camarera, si me voy por ahí de viaje con más gente... no lo sé. Y él no tiene vacaciones ni tampoco creo que quisiera venir- Lara planteaba un gran problema, pese a que tenía ganas del viaje.

-A ver no le caemos súper bien, pero estamos casados los tres... bueno Miguel casi jeje pero vamos ya me entiendes. A parte que está igualmente en otra liga- Le dije, refiriéndome al potente atractivo que poseía su novio.

-Que sí pero yo que sé, también hay más gente y él es así... lo hablaré con él pero no te prometo nada, mañana te digo algo.

Nos despedimos, con la sensación que la cosa pintaba mal, pero poco más podíamos hacer. “Se debería haber quedado con Fidel” pensé… Maldito el día de la graduación.

Al día siguiente, Aina trasladó nuestras dudas sobre el destino de la escapada a Ricardo, en una charla espontánea según ella. Le había comentado que él había estado en Ibiza y Menorca, que nos recomendaba ambos sitios sin dudarlo.

-Las islas eh... por qué no, nunca hemos ido. Aunque Ibiza es demasiado fiestera... pregúntale mañana que nos recomienda para estar más tranquilos y a nuestro aire.

-¡Claro! Mañana le comento a ver que me cuenta.- Aina estaba ilusionada con el viaje, aunque aún faltaban varias semanas y sobretodo decidir el lugar.

Pasó así otro día, sin pena ni gloria, hasta que Aina llegó del nuevo trabajo, como siempre unos minutos después que yo y me contó la charla con Ricardo:

-Cariii que ya he hablado con Ricardo. A ver, él dice que se lo pasó mejor en Ibiza, pero que por lo que buscamos posiblemente sea mejor Menorca. De hecho sus padres tienen una casita ahí donde pasan algún verano y si ellos no van, nos la podrían prestar.

-Otras... pues sí que es buena idea. ¿No será una molestia pero? O sea aprovecharnos…- No me gustaba demasiado deber favores.

-¡No te preocupes joder! Siempre viendo el lado malo joder. Me ha dicho Riqui que si decidimos ir ahí, no será ningún inconveniente.- ¿Le había vuelto a llamar Riqui?

-Ehm sí ya... vale venga. Les preguntaré a los demás a ver que opinan, pero imagino que preferirán también algo nuevo y entre Menorca e Ibiza... a ver qué dicen- Entonces llamé a Mauri y luego a Miguel... y como me imaginaba les gustó la idea de Menorca.

Le iba a decir a Aina que sí, que ya podía confirmar a Ricardo mañana mismo que elegíamos Menorca, faltaría coger los vuelos y demás pero al tener ya la estancia, era un problema menos (y menos dinero). Pero también me sentía un poco mal de ese aprovechamiento y le propuse a mi chica:

-Pues dicen que sí que genial, pero he pensado que Ricardo podría venir también... quiero decir... al final es su casa y no me sentiría cómodo del todo estando ahí y ni proponérselo.

Diría que no. Aunque fuéramos sus amigos y demás, no veía a Ricardo yéndose con nosotros de viaje tras tantos años sin contacto. Habíamos quedado ya varias veces esas últimas semanas, pero eso era distinto. Y luego el tema de su amante, Lucía. No veía posible que se la llevara, así que yendo solo levantaría muchas sospechas. Era un plan perfecto para quedar bien.

-Pues tienes razón cariño, es lo menos que podemos hacer. Luego se lo comento en el gym- Y Aina se fue a ver la tele, mientras yo estaba orgulloso de mi idea espontánea.

Aina se fue al gimnasio y volvió, durante todo ese rato había estado mirando la tele. “Realmente debería hacer algo de ejercicio” pensé… ya mañana si eso.

-Caaaariii. ¡Todo el puto día en el sofá!- Vaya, me había leído la mente.

-Lo siento, mañana mismo hago algo- Le dije, sin creerme ni yo esas palabras.

-Sí mañana mañana, siempre mañana. Luego en Menorca si estás hecho un escombro y haces el ridículo por las playas… ¡No te me escondas eh!- Hacer el ridículo no, pero la verdad es que prefería bajar un poco la barriga, que sin ser gran cosa, ahí estaba.

-Hablando de Menorca. ¿Le has comentado lo de venirse?- Dije, sabedor de la respuesta.

-¡Sí! ¡Dice que sí que encantado! Qué mañana mismo pide vacaciones esos días y se apunta- Pues no tan sabedor.

-Vaya... jejeje pues qué bien- solté posiblemente la risa más falsa de mi puta vida.

No es que no quisiera que viniera, de hecho últimamente estábamos todos con muy buen rollo y aportaba esa chispa y bromas que a veces nos faltaban en nuestro grupo. Pero esas escapadas siempre eran más íntimas, más tranquilas. Teníamos mucha confianza, sobre todo con Mauri, Miguel y sus parejas. Y encima Menorca, un sitio de relax... con Ricardo no pegaba mucho. Y sin llevarse a Lucía, que “trabajaba” según me comentó Aina.

La semana terminó sin demasiadas novedades, con un par de quedadas más con nuestros amigos, viernes noche en el local de Lara y Ricardo y los dos últimas días descansando en casa. No teníamos mucha imaginación Aina y yo, sobre todo para los findes. Sí que íbamos a ver alguna función de teatro, al cine, centros comerciales... pero de forma esporádica y siempre lo mismo. También íbamos a ver a nuestras respectivas familias.

Ese mismo domingo por la tarde, me acordé de Lara. Habíamos estado con ella el viernes por la noche pero tenía bastante curro y no habíamos hablado de casi nada, menos del viaje. No sabía si era buena idea volverle a preguntar tras saber que iría Ricardo... pero como siempre, quería quedar bien:

-¡Ey Lara que tal! Nada por el tema del viaje si te lo habías pensando. Al final hemos decidido ir a Menorca, a una casa que tienen los padres de Ricardo.

-Ah que guay, buen sitio. Y él… ¿También va entonces?

-Sí sí, bueno es su casa así que sí jajaja- Le dije sin entretenerme en todos los detalles.

-Vale pues... ehm... ¿Lo termino de pensar y mañana te digo algo vale? Venga besos- Me colgó Lara. No sabía qué más tenía que pensar, a lo mejor hablarlo con el novio.

El caso es que empezó una nueva semana y esa misma tarde recibí la llamada de Lara, diciéndome que finalmente sí que podría, faltaba terminar de cuadrar unas cosas en el local pero casi seguro que sí. Se lo comenté a Aina y estuvo contenta también de su presencia. La relación entre ambas era normal, cordial. Y eso ya era más de lo que podía esperar, porque a veces las relaciones entre una pareja y una antigua amiga, no suelen ser las mejores.

Durante ese inicio de semana terminamos de cuadrar todo y cogimos finalmente los billetes, bastante bien de precio con la antelación y encima teniendo más presupuesto, gracias a ahorrarnos la estancia. Seríamos Miguel, Rocío, Mauri, Raquel, Ricardo, Lara, Aina y yo. En cuanto al tiempo, estaríamos ahí diez días, con un finde de por medio y llegando a casa un jueves, para tener otro finde para descansar un poco en casa antes de la vuelta al trabajo.

La semana transcurría normalmente, pero recibí un mensaje de Ricardo, que me temía desde hacía mucho tiempo:

-Mario k tal tio, he hablao con el Migue pa k venga sta tarde a ver 1 mini show en mi casa. Sin presiones si no kieres no pasa na, pero stas invitado. Enga 1 abrazo.

Miguel había caído. Era muy tentador, el morbo de los polvos de Ricardo en la sala S era insuperable. Nos habíamos llegado a masturbar alguna vez ahí cuando íbamos los tres, aunque esta vez Mauri ya dejó claro que nada de nada. Pero visto lo visto, Ricardo le habría comentado a Miguel de volver y ésta había aceptado. ¿Por qué en ese momento? Por qué había aceptado Miguel si ya habíamos hablado del tema y dejado claro que no volveríamos... no tenía ninguna respuesta lógica.

Aunque como casi siempre, el morbo me ganó la batalla y me dirigí esa tarde de miércoles hacia la casa de Ricardo, diciendo a Aina que iba a tomar algo con él, sin más. Le confirmé que iba y una vez ahí, me estaba esperando en la puerta con Miguel:

-Pasad pasad, como en vuestra casa jajajaja. Como ya os he dicho, sin presiones. Entiendo que estas cosas hagan florecer muchos sentimientos y recuerdos, pero ya sabéis que sois mis hermanos y no tengo problema en que disfrutéis de las vistas de vez en cuando.

-¿Y por qué ahora? ¿Por qué hoy?- Lancé la pregunta que tenía metida dentro desde que leí su mensaje.

-Tú siéntate y verás. Y repito, nada de presiones, os podéis ir cuando queráis. Eso sí, sin ruido. Como en los viejos tiempos- Nos acomodó en la sala X y charlamos un poco sobre el viaje, hasta que sonó el timbre.

-¡Empieza el espectáculo!- Venga hablamos en un rato- Y Ricardo se fue abrir a la invitada.

Tras unos segundos, apareció él y su acompañante dentro de la sala S. Entendí inmediatamente el motivo de esa convocatoria.

-Madre mía Rosalía...- Suspiró Miguel.

Sí, así se llamaba la chica y era una maldita diosa, compañera de clase en la universidad, con novio antes de entrar en la facultad y con el que siguió todos esos años... aunque no sabía si en ese momento estaba comprometida aún, pronto lo descubriría.

CAPÍTULO 10

Rosalía era una preciosidad.

Rubia con larga melena, guapísima de cara y con unos ojos verdes increíbles. Un cuerpo de infarto, con altura intermedia y unas pequeñas caderas. Destacaba por tu figura, esculpida por los dioses, más que por su exuberancia.

Aún así, tenía unos pechos considerables que destacaban en esa figura. Aunque para destacar, su personalidad y fidelidad. Muy buena chica, demasiado. Algo pava la recordaba y pija, aunque sin ser repelente. Y súper enamorada del novio, con quien llevaba desde el instituto. La relación con nosotros era algo distante, ya que era un año mayor e iba a otra clase. Aún así Ricardo, como buen perro de presa, controlaba sus movimientos e iba estrechando lazos siempre que podía.

Eso sí y para su desgracia, nunca la había podido convencer para hacer nada. Absolutamente nada. Era una espinita que tenía clavada, ni ir a tomar algo junto a otros amigos le permitía. Eso sí, ella siempre muy cordial.

El caso es que ahí estaba, años después. Entrando en la sala, donde Ricardo le haría una sesión de fotos o un masaje. Cualquiera de ambas, eran inimaginables por aquel entonces. Posiblemente la única presa que se le había escapado, que yo supiera. Rosalía, que iba con un vestido negro que le favorecía bastante, se sentó en un pequeño sofá que ahí había, mientras Ricardo iba preparando unos aceites y toallas. Le iba a dar un masaje.

-Bueno, ya está todo listo, ve ahí detrás a cambiarte si quieres y empezamos- Ricardo se mantenía más educado que de costumbre, seguramente influenciado por la personalidad de la chica, sin querer “ahuyentarla”.

-Vale... aunque pensaba que con el vestido ya valdría. De hecho me lo he puesto por eso, para que puedas llegar a piernas y espaldas con facilidad- No parecía muy por la labor de desnudarse.

-Sí a ver, si tienes razón. Pero prefiero no manchar nada, a parte que ya que estamos, te podría mirar un poco como tienes el tema de la cadera- Ricardo trataba de convencerla, mientras terminaba de preparar las cosas.

-Ya... pero dijimos espalda y piernas. De hecho de las piernas estoy bien ya creo, debieron ser agujetas. Y la espalda sí… vaya dolor con la maldita bici- Suspiraba Rosalía.

-Es que esto es progresivo ya os lo dije a tu chico y a ti. Os recomendé ir en bici por esas cuestas porque se queman muchas calorías en subida, pero siempre controlando.

-Ya tío pero pff. ¿Tú sabes lo empinada que está? Ya podías habernos dicho otra ruta más sencilla para los primeros días jajaja- Empinada empezaba a estar mi polla, pensando en que podía ver carne de esa preciosidad, si Ricardo la terminaba de convencer:

-Nah chorradas. Eso es para principiantes, algún día os acompaño y ya veréis como hay que saber subir y bajar jajaja venga ahí tienes el biombo.

-Joder es que a ver... Como dijimos que sería la espalda y tal... pues no me he traído suje. Así podrías maniobrar mejor sin quitarme el vestido- Esa confesión de la chica me había empinado ya por completo.

-Venga joder que no pasa nada, la bici afecta mucha musculatura en la zona del torso, ya que estás aquí te doy un vistazo y te evitas lesiones futuras- Ricardo parecía que se salía con la suya.

-Vale va, ahora vengo- Rosalía había aceptado finalmente y se dirigía al biombo. Tanto Miguel como yo estábamos expectantes, a ver si podíamos ver algo de ese bombón.

Rosalía salió, pero iba totalmente cubierta por la toalla. Se estiró boca abajo en la camilla, deshaciendo un poco la toalla pero sin mostrar nada. Ricardo se untó las manos en abundante aceite de masaje y empezó por su clavícula.

-Tienes la zona bastante cargada. ¿Haces más ejercicio?- Se interesaba Ricardo.

-Que va, debe ser del trabajo, que paso muchas horas de pie y se nota- Decía Rosalía mientras empezaba a relajar su rostro.

Pasaron así unos minutos, donde Ricardo masajeaba la zona, cada vez más amplia. Mientras que su paciente ese día, iba cerrando los ojos y relajándose cada vez más:

-Joder Ricardo, vaya manos. Tenías razón eh se te da bien. No sé por qué lo dejaste.

-No le veía futuro. He aprendido más practicando por mi cuenta- Y seguía ampliando la zona masajeada con sus manazas, grandes y fuertes.

Miguel y yo seguíamos a la espera. Alguna caída de la toalla, un pequeño descuido que nos permitiera ver más de su cuerpo. Hasta que Ricardo cambió de zona, empezaba el espectáculo:

-Bueno vamos a ver las piernas, a ver si tienes agujetas- Retiró la toalla, pero no dejando sólo sus piernas al aire, sino también su culo. Un culazo cubierto solamente por un tanga de hilo.

Y vaya culo tenía, mucho mejor al natural que tras cualquier tela. Rosalía sorprendentemente no protestó… y Ricardo empezó con su masaje en sus piernas, subiendo cada vez más. Llegaba ya a los muslos y pareció rozar un poco sus nalgas con los nudillos, hecho que confirmó la propia protagonista:

-Oye sin pasarse, que el culo lo tengo bien jajaja.

-Y tan bien, madre mía- Ricardo no desperdiciaba ni media ocasión para lanzar sus indirectas.

Entonces me giré y vi a Miguel, bajándose los pantalones. ¿Se iba a tocar? Si no hacían nada, ni apenas habíamos visto su culo y gracias.

Pero en esos segundos que le miré y le susurré que parase, me volví hacia el cristal... y como si Miguel hubiera predicho los hechos, ahí estaba Ricardo manoseando ya sin pudor las nalgas de la chica. Cada mano ocupada una nalga entera y ahí seguía, cuando paró de golpe para cambiar de planes:

-Bueno, parece que solo eran unas simples agujetas. Vamos a ver el torso que tal, gírate.

-Eh… estoy bien tranquilo. Pensaba que seguirías trabajando las piernas- Las piernas decía... más bien su culo.

-Que va estás bien de piernas, a parte que casi te mueres del gusto y tampoco es plan- Parecía que Ricardo lo tenía todo muy bien calculado.

Finalmente Rosalía se giró, aunque tapándose el pecho con la toalla. Boca arriba como estaba, nuestro amigo empezó a masajearle las caderas y dejando esa zona descubierta, pudiendo observar como se le pegaba la vagina al fino tanga. Con eso pudimos comprobar que iba depilada... y que estaría cachonda. Eso no pasó desapercibido en Ricardo, que intensificó su masaje hasta convertirlo en un magreo de manual.

Y en efecto, lo tenía todo calculado. Y es que justo en ese momento, con su víctima muerta del gusto, apartó una mano y la dirigió a la boca de la chica. Le metió el pulgar dentro y con los demás dedos le acariciaba la mejilla. Fue la gota que colmó el vaso de la excitación. Rosalía se incorporó de golpe, dejando caer la toalla, para comerle la boca a Ricardo. Era tal mi excitación que haberle visto sus blancas tetas era lo de menos en ese momento. Deseaba más, ver hasta donde llegaban.

Ricardo se quitó la camiseta, se la subió a horcajadas y la lanzó bruscamente al sofá, algo que pareció molestar a Rosalía:

-¡Oye cuidado! Joder como me pones pero deberíamos parar.

-Parar sí... estás tú que pararemos ahora. Te voy a follar como nunca lo ha hecho tu novio- Y justo al decir eso, Ricardo le arrancó el tanga casi rompiéndolo y le empezó a comer el coño.

-Oh dioss mío, pero qué lengua, qué manos… pff me corro.

-Y aún no has visto lo mejor jajaaja- Ricardo paró en seco y le enseñó a la chica “lo mejor”.

Su enorme polla, semi erecta en ese momento. La había visto muchas veces pero hacía años que no, no así, sin tela de por medio. En la piscina semanas atrás recordé su grandeza, pero no se podía comparar con esa imagen. No era yo muy buen calculando medidas, pero era la más grande que había visto nunca sin duda.

Su cara, su cuerpo. Esas manazas y esa enorme polla. Con su actitud seductora y a veces arrogante. Se estaba comiendo a una chica inalcanzable, con novio. Simplemente con unas palabras y un masaje. Ricardo estaba creado para follar. Viendo su polla en erección y comparándola con alguna regla que tenía en casa, me pareció que podía sobrepasar sobradamente los 25 cm.

Cuando se cansó de comerle el coño y meterle los dedos, ya con la polla tiesa, se sentó en el sofá y Rosalía pilló la indirecta más directa de su vida. Primero la cogió con la mano y dudó unos segundos. No sé si pensando en lo grande que era o si realmente debía hacer aquella traición a su novio de toda la vida. Debió ser lo primero, porque de repente bajó la cabeza y engulló todo lo que pudo de esa polla, aunque sin conseguir meterse ni una cuarta parte. Empezó entonces una lenta mamada, mientras Ricardo acompañaba el movimiento de la cabeza de la chica con sus manos.

Miguel ya hacía rato que se la pelaba y yo en ese momento caí. No sabía si era algo malo lo que hacía, pero prefería no recaer en ese círculo de morbo y voyerismo. El caso es que ya no había vuelta atrás en ese momento. En casa ya pensaría si repetir o no, pero en ese momento tocaba disfrutar.

Y el que más disfrutaba era Ricardo sin duda, ya en posición de 69 hasta que se cansó y pasó lo inevitable, iba a follarse a esa increíble rubia con novio. Ella estaba boca arriba en el sofá, con la cara casi descolocada del placer. Ricardo de incorporó encima suyo con delicadeza y por el gemido que escuchamos, aunque no lo vimos demasiado bien, Ricardo se la acababa de meter.

-Despacio por favor, es muy grande.

-Tranquila cariño, todos los “pussys” son iguales y se acaban acostumbrando a mi amiguito- Ricardo seguía empujando y había alardeado de su éxito con las mujeres, del tamaño de su miembro... todo en una frase.

Parecía que el coño de Rosalía ya se había hecho a tal monstruosa polla, porque Ricardo empezó a subir el ritmo de la follada mientras ella gemía y gemía cada vez más fuerte. Sus gemidos sonoros y secos eran excitantes a más no poder:

-Oh si si siiii, ahhhhh uff sigue… ¡Ah ah ah ah ah!- Joder con la niña, con lo callada que era en la universidad.

Siguieron así unos minutos hasta que cambiaron de posición, ella se dio la vuelta y él se la clavó desde atrás. A partir de ahí lo mismo, más y más gemidos mientras Ricardo la iba penetrando aumentando el ritmo. Ricardo le cogía de las tetas, la estiraba del pelo. La trataba como a una perra y ella encantada. También la masturbaba con su manaza izquierda aún follándosela, mientras con la derecha la agarraba del cuello.

Fue demasiado y me corrí. Y fue justo en ese momento, al correrme, que me arrepentí como de costumbre. Lancé el pañuelo en el que me había corrido en una papelera de la sala y me fui, dejando ahí a Miguel que seguía dándole al tema mientras veía a Ricardo tirándose a Rosalía.

Salí finalmente de esa casa, sudando y no solo por el calor. Eso no estaba bien, ya había dejado esa vida de lado. No hacíamos ningún daño… Ricardo se la follaría igual a ella y a otras, estando nosotros ahí o no. Pero era una sensación extraña, como de ser cómplice. Sentía empatía y sobretodo lástima por el novio de Rosalía, apenas le habíamos visto pero nadie se merece que se follen a su pareja.

Conducía hacia casa, con mi ángel y mi demonio dándome argumentos para repetir o para dejar el tema de lado. Era difícil no caer en la tentación, la relación con Ricardo era buena y no teníamos porque distanciarnos. Encima ahora integrado de nuevo en la panda y con la buena relación con Aina, a quien había dado incluso un empleo.

Así que debería gestionar eso, intentar no dejarme llevar por el morbo y rechazar las posibles futuras invitaciones de Ricardo, así como presiones de Miguel. Por suerte tenía en Mauri un aliado, él sí que había podido controlarse pese a la excitación.

Aún recordaba las arremetidas de Ricardo a Rosalía. Los polvos de ese tío eran puro morbo. Tanta potencia, el pollón. Encima como aguantaba el cabrón…

Me quité rápido los recuerdos del polvo de la cabeza, tenía que olvidarlo e intentar no recaer. No lo necesitaba, había estado años tranquilo sin esas experiencias. Mi vida sexual con Aina era bastante buena, no necesitaba esos juegos.

Estaba completamente convencido de ello, pero en la constante lucha del demonio y el ángel, parecía que el primero siempre tenía aliados para decantar la balanza a su favor y acabar ganando.