Producto de mis decisiones: Cap 5 y 6
Tras los nuevos encuentros con su antiguo amigo y con sensaciones extrañas, Mario sigue observando comportamientos que le resultan familiares y muy morbosos.
CAPÍTULO 5
¿En serio otra vez?
Habíamos perdido el contacto, entre otras cosas pero sobretodo, por el calentón de Ricardo con Lara. La misma Lara que había querido evitar ese reencuentro con Ricardo. Una Lara otra vez con novio, otra vez siendo infiel a su pareja, aunque el cornudo fuera otro.
Y por qué en ese momento, justo en el momento que veníamos a verle. Que lo había dejado todo preparado era evidente... pero de verdad se podía follar de nuevo a Lara con todo lo ocurrido, no demasiadas horas después de años sin contacto y justamente en ese maldito momento…
Demasiadas preguntas se me veían a la cabeza mientras Mauri parecía que se desmayaría mientras Miguel seguía disfrutando de la escena. Lara con la cara pegada al cristal, prácticamente babeando sobre él. Soportando como podía las embestidas de Ricardo.
-¡Dame dame dame maaaaaaaas! Sii sii ohh siii fóllameee- Gritaba descontrolada mientras encajaba ese pedazo de polla.
Estuvieron casi una hora así. Yo me hubiera corrido solo al verla desnuda. Mientras que Ricardo seguía penetrándola en varias posturas, aprovechando la camilla, el suelo y cualquier tipo de apoyo que estuviera disponible.
-Toma pedazo de zorra ahh- Se corrió finalmente en la cara de Lara mientras ésta le terminaba de masturbar.
No hubo mucho más diálogo. Lara se limitó a limpiarse, a darle un pico a su amante y eso sí, lanzarle una frase que me quedó grabada:
-Cuando quieras repetimos- Y Lara se fue hacia la puerta, cerrándola.
Nosotros tres seguíamos flipando, cuando entró Ricardo a la sala X donde nos encontrábamos.
-¿Qué tal el show? ¿Cómo en los viejos tiempos eh?
Yo no sabía qué decir, hacía muchos años de esas experiencias, pero el hecho que fuese Lara… otra vez Lara. Miguel rompió el silencio:
-A ver tío, ya sabes que me encantan... bueno me encantaban tus numeritos... pero joder ¿Lara en serio? Pensaba que habrías aprendido.
-No amigo mío, al contrario. Quería que vierais que en un polvo hay dos sujetos. Que por mucho que hablase, ya teníais una idea preconcebida de mí tras ese error. Y qué mejor que demostrar que el error no fue precisamente mío.
En ese instante no sabía si darle una ostia, escupirle o qué. Pero lo peor de todo, es que tenía razón. Lo habíamos orientado todo en su contra, sobre todo por su sexualidad. Pero en un segundo nos había demostrado que Lara ya había sido infiel a dos parejas y no parecía precisamente disgustada.
-Sabéis que follo mucho claro, que un anillo no es barrera para mí. Pero también sabéis que las amistades son sagradas como siempre os dije- Ricardo seguía su discurso:
-Lo de Lara surgió así, está buena pero me puedo follar a media ciudad si quiero. Hubiera preferido que no pasara, pero si no era yo… se la follaba cualquier otro. No es mi culpa que sea una zorra.
-Oye no te pases, vale que sea cosa de dos pero podías pararla en cualquier momento... y hoy igual… no hacía falta todo esto- Se atrevió Mauri a decirle, aunque temblando un poco.
-No Mauricio no, no has entendido nada. Era sumamente necesario para que vierais quien tuvo la iniciativa. Tras el reencuentro del otro día con ella y Mario, la llamé simplemente para charlar y follamos. Si, antes que hoy. ¿Creéis que la forcé? Ya la habéis visto cómo disfrutaba. Y mientras ella siga queriendo, me la seguiré follando, ni más ni menos.
-Pero no es justo tío, Mauri tiene su parte de razón- Intervine yo por primera vez.
-Que sí, que puede que ella disfrute y se hubiera follado a otro también… pero sigues siendo su amigo. Nuestro y de Fidel, es algo que podías parar.
-Cierto Mario, pero Fidel nunca fue mi amigo. Estaba en clase pero apenas teníamos contacto... no lo veía dentro del pacto, como si os veía a vosotros tres. Siento de veras lo que pasó, un error lo tiene cualquiera pero ahora mismo Lara no está con Fidel, no sé ni cómo se llama su novio. Así que podéis entender que podamos follar libremente.
Ricardo nos machacaba con cada argumento. Nunca me cansaré de decirlo, pese a no ser Einstein, para lo que quería era más listo que el hambre. Con ese polvo nos había demostrado tanto que Lara era un poco suelta como que nosotros tres éramos sus amigos realmente.
Tras esa charla intensa, Ricardo nos invitó a sentarnos al comedor y tomar algo, tal como deberíamos haber hecho desde el principio. Una charla bastante larga, fruto de los años sin contacto. Los cuatro habíamos pasado por muchos cambios en esos años. Tanto profesionales como sentimentales. Yo recién casado, unos pocos años atrás fue el turno de Mauri, mientras que Miguel lo tenía pendiente para septiembre de este mismo año.
El único soltero, como no, Ricardo. Nunca le había visto realmente con novia, más allá de alguna chica con la que repitió sus polvos. Pero no podía considerarse pareja, más bien otra follamiga. En cuanto a la vertiente profesional, el único “distinto” volvía a ser Ricardo. Mientras nosotros tres, con más o menos suerte, teníamos ya un trabajo estable fruto de mucho esfuerzo... Ricardo seguía enchufado en la empresa del padre de su amigo.
Nos contó que debido a su título universitario y su dedicación, había ascendido a jefe de un departamento, donde dirigía a tres personas. No era gran cosa, pero para ser Ricardo era toda una sorpresa. Me resultó curioso que las tres personas a su cargo fueran chicas... el perfil era de secretaria/contable con lo que encajaba que fueran chicas... pero mi mente ya pensaba mal.
La charla terminó, no sin antes lanzarnos Ricardo un par de invitaciones. La primera, volver a quedar, esta vez con nuestras respectivas parejas para ir a comer o hacer algo aprovechando la llegada del verano. La otra, sin presiones como bien dijo, la de repetir alguna experiencia en las ya famosas salas. Nos despedimos y de camino a casa, tenía una encrucijada con el tema. Era algo que quería dejar atrás. Aceptaba volver a entablar relación con Ricardo, se había mostrado muy amable y siempre había buen “feeling” con él. Pero el tema voyeur era como una droga. Algo que te gusta, pero que llegas a necesitar hasta puntos que hacen daño. El tema estaba olvidado hasta ese día, había aparecido el mono.
Como leyéndome el pensamiento, Mauri opinó sobre el tema:
-Ha estado bien, estaba algo nervioso pero Ricardo sigue siendo buen tipo y con su humor jejeje volver a las salas dice al cachondo.
Miguel y yo nos miramos, posiblemente ambos teníamos sensaciones parecidas. Y Mauri igual, con la diferencia que era más sensato o más cobarde, según como se mire.
-A ver, no digo que vayamos casi cada día como entonces, pero joder… con moderación no hace daño, como todo- Dijo Miguel, reflejando también mi pensamiento.
-Sí claro con moderación... que ya nos conocemos Miguelito, esta charla ya la tuvimos y no lo supimos parar- Mauri seguía sin tan siquiera contemplar la opción.
-No paramos, pero tampoco hicimos daño a nadie ni lo haríamos. Quiero decir, nunca nos han pillado ni cambia nada si estamos nosotros ahí o no- Dije por fin, aunque a Mauri mi opinión no le sentó demasiado bien, era un dos contra uno.
-Mira haced lo que queráis pero esto no está bien. ¿Llevamos cuánto? Cinco o seis años por lo menos sin tener contacto con él y hemos estado bien. Tantos nosotros tres como con nuestras parejas, amigos y todo- Mauri seguía defendiendo su postura.
-Bueno tío yo que sé, pues podemos quedar sin más, le dejamos claro que no queremos repetir esas experiencias, simplemente quedar como amigos y ya- Di esa idea aunque la respuesta de Miguel ya me la esperaba y tenía toda la razón:
-Sabes tú tanto como yo que eso no es posible Mario. Es su casa, son sus juegos. Es parte de su vida. Y nosotros somos como somos, morbosos por naturaleza.
-Exacto... yo pasaría del tema tíos, nosotros a la nuestra y él a lo suyo. No hemos coincidido en todos estos años, estamos lejos y vamos a sitios distintos. Y si nos encontramos, hola y adiós... pero mejor dejar el tema- Sentenció Mauri.
-Yo le daría una oportunidad, nos ha abierto las puertas de su casa y el tema salas pues no vengáis si no queréis, pero no creo que sea nada malo- La opinión de Miguel era totalmente contraria y parecía que me tocaba decidir, como no, a mí.
Era un dilema, tanto por Ricardo como por el morbo. Ambos tenían sus razones y yo compartía la mayoría de ellas. Teníamos una vida más o menos estable, no necesitábamos jueguecitos. Yo por lo menos, no los necesitaba o eso quería pensar. Ya que durante esa época ese morbo, ese vouyerismo, mejoró mi vida sexual. Con Marina (mi novia de la universidad) me pasaba como con Aina, los polvos eran normales y ella parecía necesitar más. No tan atractiva como Aina, pero era también un bombón.
Esos espectáculos de Ricardo me excitaban, me daban ideas, me ayudaron a ser más activo en la cama y aplicar cosas que veía, aunque sin la potencia física de Ricardo. Era como ver porno en directo, tremendamente excitante. Tenía que tomar una decisión o por lo menos dar mi punto de vista final. Y mi veredicto no dejó a nadie satisfecho posiblemente:
-Le damos una oportunidad, quedamos con nuestras parejas con él un día y a ver que tal. Según la sintonía que haya decidimos y el tema salas… olvidamos el tema.
Se hizo el silencio hasta que dejé primero a Miguel en su casa, que quedaba más cerca que la de Mauri. En ese corto trayecto, me confesó algo que explicaba su razonamiento anterior:
-Mario... tengo esposa, tú también. A lo mejor a Miguel se la suda todo... pero Ricardo es como es… lo hizo una vez, se rumorea que más… ¿Por qué no a nosotros?
Esa confesión me trastocó. Era algo que realmente ni se me pasaba por la cabeza. Una traición de Ricardo hacia nosotros de esa envergadura. A parte de la fidelidad de nuestras esposas, nunca antes cuestionada.
-A ver tío tranquilízate. Ricardo es como es ya lo sabemos. Pasó lo de Lara y según tus rumores con más parejas de amigos... está mal sin duda, pero no somos nosotros. Somos sus tres mejores amigos de la facultad, nos ha confiado muchos secretos que podríamos usar en su contra y sabe que no lo traicionaremos, al igual que nosotros sabemos que él no nos haría nunca daño- Le dije a Mauri, convencido de mis palabras.
-Que no te digo que no… pero el riesgo cero no existe y joder… es que me llegaron rumores muy fuertes- Mauri estaba realmente preocupado.
-Déjate de rumores, pasó y ya está. Ya has visto a Lara. ¿Alguien la ha obligado hoy? ¿Alguien la obligó ese día? Ambos tuvieron la culpa y nuestras esposas nunca nos engañarían. Confío en Aina y estoy seguro que tú confías en Raquel, así que no te ralles anda.
Tras decirle eso, llegamos a la puerta de su casa y antes de bajar, me dijo algo que me dejó más tranquilo:
-Vale, confío en mi esposa y en ti. De Ricardo no, pero te haré caso y le daremos un voto de confianza… pero a la primera cosa rara que observé, se acabó- Sentenció antes de chocarme la mano e irse hacia su piso. Llegué a mi casa y ahí estaba Aina, en el sofá viendo la tele.
-¿Que tal con Ricardo cari?
-Bien bien, hemos charlado los cuatro un buen rato y bueno, seguramente quedamos algún día para comer con Raquel y Rocío.
-¡Oh genial! Por mi encantada ya lo sabes. En fin me iré a dormir pronto que llevo unos días de curro fatales…
-¿Y eso cielo?- Sabía que su empresa pasaba por un mal momento. Llegabas muchas veces desanimada a casa, sobre todo el mes pasado. La mudanza y los correspondientes días de vacaciones la había extraído un poco del tema... pero al volver, todo eran más problemas y trabajo acumulado.
-Nada, ya sabes. Mucho trabajo, muchas mierdas. No damos a basto y encima con tantas amenazas de despido día sí día también, es un puto infierno. Suerte que de tengo a ti- Y se me lanzó encima para morrearme.
En pocos minutos ya la tenía con su boca entre mis piernas, mamando con descaro como ella sabía. Se iba a incorporar encima mío tras ponerme como no el condón, para cabalgarme como de costumbre. Pero se lo impedí. La giré bruscamente agarrándola del pelo y me la llevé hasta el único espejo que teníamos en el comedor, bien grande.
Aplasté su cara contra el frío cristal y la penetré, a la vez que la seguía agarrando del pelo. La imagen era brutal, aún más cuando le estiré la cabeza hacia arriba separándola ligeramente del espejo y pude ver su cara de placer mientras la embestía. Esa imagen era la gota que colmó el vaso (en este caso mis testículos) y me acabé corriendo mientras le sujetaba las caderas y ella seguía con los ojos entreabiertos, viéndose llena de deseo en el espejo.
CAPÍTULO 6
Tras esos días bastante intensos, los siguientes transcurrieron con normalidad.
La rutina volvía a nuestras vidas y el efecto mudanza se esfumaba en todos los sentidos. Despertarse temprano, ir a trabajar. Volver a casa y descansar un rato o quedar para tomar algo. Por la noche, a veces polvo rápido, a veces mamada y a veces ni eso. Aina empezaba a estar cada vez más enfadada con el trabajo.
La veía bastante afectada y eso que tenía una personalidad fuerte. El contacto con Ricardo también se enfrió durante esos pocos días, hasta que recibí un mensaje suyo:
-Ey tio k pasa! Este finde n tengo sesiones ni na. Aprovexando el calor os podeis pasar x casa d mis padres k stan d viaje. Comentaselo a ls otros y os venis con la family. Enga ya me dices algo!
No era mala idea y matábamos dos pájaros de un tiro. Teníamos la tan ansiada reunión y encima podíamos desconectar del trabajo, sobretodo Aina. Los padres de Ricardo vivían en un chalé espectacular. No muy grande de dimensiones, pero de sobras para albergar a la pareja así como las fiestas que organizaba Ricardo durante su juventud. Y sobre todo, la piscina. Era el detalle que hacía de esa estancia un lugar idóneo para desconectar en esas fechas. Aunque no hacía aún mucho calor, apetecía darse un baño. Se lo comenté a Aina y estuvo de acuerdo desde el primer momento.
Lo malo venía después. De hecho posiblemente me precipité al contárselo a Aina... antes que a mis amigos. Sabía que ella estaría encantada, pero no pasaba lo mismo con Miguel y Mauri. Sobre todo con Mauri. Llamé a ambos y sucedió lo que me esperaba. Un sí rotundo de Miguel y un no igual de rotundo de Mauri. Me jodía que no viniera, pero seguía pensando que era buena idea y Aina ya estaba ilusionada, así que seguimos adelante.
Y así llegamos al domingo, el día que pasaríamos en la casa de los padres de Ricardo. Aina y yo terminamos de preparar nuestras cosas y nos dirigimos hacia, pasando a buscar antes a Miguel y su esposa Rocío.
Rocío era espectacular, sobretodo de cuerpo. Con los pechos grandes (operados), la vista se desviaba ahí sin remedio. Y con un cuerpo relleno, sin llegar a estar gorda. Pero con unas grandes caderas y cuerpo fornido, ya que frecuentaba bastante el gimnasio. De estatura media y con unas piernas que parecían jamones. Todo ello coronado por una larga melena morena y una cara de vicio que daba mucho morbo, sin ser una súper belleza.
Miguel había tenido mucha suerte encontrado a ese pedazo de mujer, aunque la verdad que él tenía dotes para enamorar a las chicas y nunca le habían faltado chicas en su vida. Al subirse al coche y ver la figura de Rocío, solo tapada con una pequeña camiseta y unos shorts ajustados, ya empecé a imaginarla en bikini. Mi polla también la empezó a imaginar con menos ropa, pero rápidamente quité esos pensamientos de mi cabeza, no era cuestión de sufrir un accidente de tráfico.
Los cuatro estábamos bastante animados con la velada que nos esperaba. Tenía dudas con Rocío pero se la veía alegre y risueña, al igual que a Aina. Llegamos al chalé y ahí estaba Ricardo, acompañado de una joven chica rubia. A simple vista no la conocía ni sabía qué pintaba ahí.
-¿Pero qué pasa chavales? ¿Todo bien, todo correcto? Mira os presento a Lucía mi novia.
¿Lucía? ¿Novia? Ni la conocía ni la había nombrado en los anteriores encuentros. El caso es que nos presentamos todos, también Rocío con Ricardo que aún no se habían visto y nos dirigimos hacia dentro.
Charlamos de distintos temas, de tiempos pasados (sin entrar en las facetas sexuales de Ricardo) y en cómo nos habíamos conocido con nuestras respectivas parejas. Ricardo nos comentó que conoció a Lucía hace unos meses pero hasta esa semana no habían dado el paso de salir como tal. “No te espera nada Lucía” pensé, sabiendo que Ricardo se follaría a otra a la mínima oportunidad que tuviera.
Seguimos hablando del pasado, comimos los platos cocinados por los anfitriones y descansamos un rato, antes de ir hacia la piscina. Los primeros en entrar fuimos Miguel y yo, mientras nuestras mujeres se preparaban para charlar un rato en el jardín. El espectáculo había comenzado.
Dos pedazo de hembras, con rostros morbosos y cuerpazos, cada una con sus virtudes. Aina algo más estilizada, Rocío más potente. Pero ambas espectaculares, más al quitarse la ropa y quedarse en bikini.
A mi esposa, el bikini negro que había elegido para la ocasión le quedaba de lujo. El de Rocío simplemente no tapaba ni la mitad de sus grandes tetas. Yo ya estaba habituado a verla en alguna escapada que habíamos hecho en la playa con Miguel y Mauri, pero me seguía impresionando cada vez que veía esos dos pechos luchando para salir de su jaula de tela.
El bikini de Rocío a parte de escaso, era blanco, lo que resaltaba más su oscuro color de piel. Con Aina pasaba a la inversa, el negro resaltaba de su piel más blanca. Se pusieron a tomar el sol mientras nosotros dos seguíamos en el agua, jugando con una pelota. Hasta que apareció el anfitrión acompañado de su novia, ambos en bikini.
Ella estaba de muy buen ver, sin ser voluptuosa y bastante delgada, pero luciendo muy sexy con su bikini naranja. Ricardo, como de costumbre. Con un minúsculo bañador que le marcaba lo que Miguel y yo ya sabíamos que tenía entre las piernas. No así Rocío y sobretodo Aina, ya que las pillé con disimulo mirarle el paquete. No las culpaba, no era para menos. Si no fuera por la posición de la polla, parecería que Ricardo llevase un empalme de campeonato.
Pero no, ni mucho menos. Su miembro en reposo era como un plátano enorme. Ahí dentro encorvado, queriendo ser liberado. El bañador apenas podía contener la longitud de tal aparato, pero aún llamaba más la atención el grosor, marcándose ligeramente tras la tela. Así que evidentemente no, no pasó desapercibido para ninguno de los presentes. Así era Ricardo. No tenía culpa de tener ese pene y estaba en su casa, así que tampoco veía raro que llevara ese tipo de bañador ceñido, tan común entre la gente joven.
La pareja se metió en el agua y empezamos a jugar un poco con la pelota, juego al que se añadieron Aina y Rocío a los pocos minutos. Algún que otro roce hubo, pero nada sin importancia. Nos divertimos bastante, pero los líquidos retenidos hacían acto de presencia y Rocío preguntó por el lavabo. Ricardo la acompañó educadamente. Los demás nos salimos del agua también y nos estiramos un rato en las toallas, secándonos y pasando el rato.
-Bueno chicos voy a cambiarme y a buscar a mi novio que se habrá perdido jajaja- Nos dijo Lucía mientras se dirigía hacia dentro de la estancia.
La verdad es que estaban tardando un poco y con la excusa de ir yo al lavabo también, me adentré en la casa. No era muy grande, pero lo suficiente para perderte si no habías estado antes. Yo hacía ya años que no la había pisado, así que me costó un poco encontrar uno de los baños. Estaba meando cuando escuché un ligero ruido. Dejé atrás el baño, cotilleando un poco y oyendo cada vez más ruido. Parecían gemidos. Una mala idea me vino a la mente, así que seguí avanzando con temor a que encontrar… hasta que me crucé con Rocío.
-Pues no es grande ni na’ la casa illo, entre el dolor de barriga y lo perdía que voy llevo un rato aquí encerrá’ jajajaa.
-¿Oye pero estás mejor ya?- Me preocupé por su estado.
-Sí Mario no te preocupes, habrá sido un corte de digestión. ¿En fin la salida está por ahí to’ recto no? ¿Y no vienes?- Me dijo, a lo que se escuchó otro ruido.
-Ehm… sí un segundo ahora vuelvo.
-Jajaja siempre os ha gustado el morbo a ti y a mi marido. ¿Sabes que la curiosidad mató al perro no?- Y se fue hacia la salida, riéndose.
No me dio tiempo ni a corregir su comentario y decir que era gato y no perro, pero de donde no hay… Pero eso era lo de menos y me adentré un poco más, buscando el origen de esos ruidos. Me imaginaba su origen pero como bien sabía Rocío, el morbo era innato en mí.
Los ruidos se hicieron más intensos mientras avanzaba, hasta convertirse en gemidos. Caminé con cuidado hacia la habitación de donde parecían venir, intentando no hacer ruido. Me asomé un poco, la puerta estaba abierta y en efecto. Ahí estaba Ricardo follándose a Lucía en la cama, a cuatro patas y él agarrándola del pelo.
Vaya animal pensé, no podía esperar a que nos marcháramos que se la tenía que follar justo en ese momento. El hambre sexual de Ricardo parecía intacta a la que tenía en nuestra época de universitarios. Me había puesto bastante cachondo, pero tampoco era cuestión de ser pillado espiándoles así que me di media vuelta, justo cuando escuché de la boca de Ricardo algo que me hizo pararme en seco:
-Vaya coñito que tienes zorra, que estrecho uff. Que mierda polla debe tener tu novio.
¿Novio? Era increíble, un paso más en sus engaños. No era raro que se follara a tías con pareja… pero tratarla de novia, llevársela a casa de sus padres y presentarla como novia a sus amigos... cuando era realmente la novia de a saber quién.
Estaba flipando, mi polla creció lo máximo que podía dentro de ese bañador... y no creció más porque era físicamente imposible, pero lo hubiera hecho al escuchar la frase, esta vez de Lucía:
-Uff no lo sabes tú bien, puto cornudo de polla pequeña oh siiii joder como me pone, me follas con tus amigos fuera ahh pensando que somos novios jajaja ohh diosss dame dame joder Riqui ah ah ahhh…
Era un jueguecito para ponerla cachonda, para ponerse cachondo él para ponerme cachondo a mi... no lo sabía. Pero lo último lo había conseguido sin duda. Ahora sí, entre los agudos gemidos de la rubia, me dirigí hacia fuera, mojándome la cara antes para bajar el calentón.
-¿Tú también te has perdido? Que se pierda mi chica vale que nunca ha venido pero tú… tú no tienes perdón amigo jajaja- Me dijo Miguel, sin ser consciente de lo que había visto ahí dentro.
-Nunca ha tenido mucha orientación Mario jajaja un día perderá la cabeza- Añadió mi esposa, dejando el último comentario a Rocío, la única que sabía el motivo del retraso:
-Es una casa de muy buen ver, se habrá parado a contemplar los interiores.
A los pocos minutos apareció Ricardo, acompañado de Lucía. Como si nada, ambos ya vestidos de andar por casa. Nada delataba el polvo que habían tenido instantes antes.
-Bueno pareja, ha sido un placer pasar el día aquí- Empezó a despedirse Miguel.
-Nada tío, ya sabéis que estáis invitados siempre que esté esto libre. Ya os avisaré y repetimos.
Tras decir eso, Ricardo se despidió de todos nosotros al igual que Lucía. No sería su novia, pero daban realmente el pego.
En el coche, todos parecían animados a repetir, sobretodo Rocío, a la que parecía que le había caído genial nuestro antiguo amigo. Miguel estaba de acuerdo con su mujer y Aina igual. Yo seguía con mi cabeza en esa habitación, donde Ricardo no solo se follaba a otra mujer con pareja, sino que encima la exhibía ante nosotros como si fuera suya.
Se la había robado completamente al novio y este, posiblemente, no sabía nada. Así era Ricardo, una bestia en la cama y sin dejar rastro. Como un lobo solitario, estudiando la presa, acechándola para terminar haciéndola suya. Y todo con el mayor sigilo posible.
La mayoría de veces los cornudos ni se percataban del tema. Eran polvos esporádicos, casi nunca repetía con la misma. Y si alguno se enteraba, terminaban resignados ante la situación o ante el poderío físico de Ricardo. Alguna pelea había tenido por ese tema, pero saliendo siempre triunfador y humillando doblemente al cornudo.