Producto de mis decisiones: Cap 21 y 22

Sigue el viaje y siguen las actitudes cuestionables de Mario. A otro día de playa, se le suma una excursión en parejas donde todo puede pasar.

CAPÍTULO 21

-Joder tío vaya susto. ¿Pero qué coño haces aquí?

Ahí estaba Ricardo, tumbado en la cama. Con la mano izquierda sujetando su móvil y con la derecha haciéndose una soberana paja. Ante mi estupefacción, así como la de mi mujer a quien se le escapó un “madre mía” que solo yo escuché, Ricardo siguió:

-No malpienses de mí eh. Joder es que llevo algunas horas sin follar, sin intimidad. Ya sé que no es el mejor momento y no es mi cama. Bueno es mi casa así que en realidad sí jajaja el caso es que no pensaba manchar nada. Pero ya que Miguel y Rocío no dormirán hoy aquí pues quería estar a gusto y con espacio para desahogarme un poco.

Tras decir eso, quitó por fin el vídeo porno de su móvil, origen de los gemidos que habíamos oído Aina y yo segundos antes. Eso sí, se seguía masturbando, más lentamente que en el momento de la pillada. Volvió a hablar, aunque esta vez dirigiéndose a mi mujer:

-Ostia Aina perdona no te había visto, ya paro. Si quieres también me tapo. Aunque ya la viste en la playa.

Ricardo seguía con su sonrisa de siempre, que aumentó con el comentario de Aina, algo ruborizada por la escena:

-No no… o sea no te preocupes estás en tu casa como bien dijiste jaja.

Su risa nerviosa la delataba. Una cosa era verle la polla a ese capullo en la playa, sin empalmar y en un contexto relajado. Otra bien distinta, pillarle mientras se la meneaba. Bajando y subiendo su manaza por ese enorme tronco que empalmado impresionaba a cualquiera.

-Ya jajaja bueno lo que dije antes, no te tomes una mala impresión de mi. Los hombres tenemos nuestras necesidades- Dijo el hijo de puta de Ricardo, a lo que Aina le siguió el rollo, no sé si de forma inconsciente:

-Bueno y las mujeres también jaja yo también me toco si es necesario.

No sabía cómo cojones habíamos llegado a esa estúpida conversación, el caso es que no se estaba follando a Raquel, simplemente se pajeaba con un vídeo porno. Y lo importante del asunto. ¿Dónde narices estaba Raquel? Ricardo se me adelantó:

-Raquel está encerrada en el baño. Al llegar le di la pastilla pero seguía con ganas de potar así que la acompañé ahí. Por cierto Mauri cayó como un tronco en la cama.

-¿Pero está mejor? ¿No te quedaste con ella?- Conseguí articular palabra por fin.

-Sí sí, no os preocupéis. A los pocos minutos se le puso mejor cara, pero tenía alguna arcada así que prefirió quedarse más rato en el baño. Quería terminar… ya sabéis. Y luego ir a ver como estaba.

-Pues vamos a ver cómo está- Dijo Aina, apartándome de la puerta y cerrándola.

Iba directa hacia el baño, pero tenía que decírselo:

-Oye lo siento…

-Da igual Mario, no voy a entrar en tu cabeza y saber qué pasa por ahí. La has cagado pues ya está, ahora por lo menos espero que confíes en Ricardo como antes.

Me dijo eso, haciéndome ver que no se había enfadado. De hecho lo mejor para todos era eso, que realmente no hubiera pasado nada. Ahí terminaba la discusión para cualquier persona normal. Pero en efecto, qué cosas pasaban por mi cabeza...

-Y no te molesta que esté ahí… ¿Tocándose? ¿Y con Raquel mareada en el baño?

-Mario para ya, en serio. Es gilipollas para muchas cosas que sí. Pero deja ya de lanzarle mierda joder. Ya verás como Raquel está bien, tampoco tiene que sujetarle la cabeza dos horas, podrá ella solita. Anda quédate aquí que voy a mirar cómo está- Y tras decir eso, se fue directa al baño.

Me volví a nuestra habitación. Bueno, habitación de Ricardo como todas. Pero no solamente controlaba nuestro alojamiento, también controlaba la situación de cabo a rabo. Preparado por él o no, yo la había vuelto a cagar. No tenía pruebas de que hubiera echado algo en la comida, tampoco se lo podía preguntar.

El caso es que le había acusado por primera vez ante Aina y me había salido el tiro por la culata. Reforzando aún más su imagen… y debilitando la mía. Y la “apuesta” seguía en el aire. Ahora, definitivamente, no podía contarle eso a Aina. Era algo muy gordo, no había ninguna prueba. Encima lo había provocado yo y Aina como es lógico me trataría de loco con lo que acababa de ocurrir.

Volvió Aina del baño a los dos minutos, informándome que Raquel estaba bien. Simplemente, tal como nos había contado Ricardo, prefería quedarse ahí por si vomitaba. Decidimos irnos, entre otras cosas porque ambos coches estaban ahí así que los demás estarían “incomunicados”. Fue un viaje de vuelta peor que el de ida. Mucho peor. Con el mismo silencio sepulcral, pero con mis remordimientos consciente de mis errores. Consciente que Aina estaría pensando que yo tenía un grave ataque de celos.

Llegamos a la otra casa, la de los hijos de Jairo. Ahí seguían Rocío y Miguel charlando, a los que se les había unido Lara, que debió terminar ya de follarse a Jairo. Aina cruzó el jardín, sin mirar a nadie. Se fue dentro, supongo que a dormir. La seguí, aunque con un ritmo mucho más lento. Intenté justificar la salida:

-Hemos ido a ver como estaba Raquel, ya se encuentra mejor.

-Me alegro tío… ¿Pero sabes que existen los teléfonos móviles no? Jajaja bueno en un rato nosotros entramos también- Me contestó Miguel bajo los efectos del alcohol.

Terminé entrando y ahí estaba Aina, ya tumbada en el sofá. Me puse a su lado, sin intención de dormir. Demasiadas emociones, demasiadas cagadas. Como el día anterior, me terminé durmiendo de puro cansancio. Me desperté tumbado en el sofá. Aina ya no estaba, me debió acomodar ella. De la cocina salió Lara, que me informó de la situación:

-Jairo ya se ha ido a currar. Vente a desayunar algo que en un rato nos vamos para casa.

Se refería evidentemente a la casa de Ricardo, ojalá fuera a nuestra casa en Madrid y dejar atrás esa mierda de viaje. Me fui a la cocina, donde estaba Aina. Estaba comiendo unas tostadas y ni se inmutó al verme, siguió comiendo. Había metido la pata hasta el fondo y no sabía cómo solucionarlo. No era yo demasiado detallista, tampoco tenía ninguna idea en esos momentos. Si intentaba hablar del tema, la cagaría aún más. El sexo muchas veces arregla estos problemas… pero tenía miedo a un nuevo gatillazo.

Comí un poco, aunque tenía la barriga revuelta. Ese viaje estaba resultando una pesadilla. Mi vida era bien tranquila, mi relación con Aina prácticamente inmejorable. Me jodía mucho que estuviéramos enfadados por culpa de terceros. En este caso, Ricardo.

Una vez todos listos, nos fuimos dirección a la casa de Ricardo donde ya nos estaban esperando. Raquel estaba estupendamente y Mauri a su lado mimándola. Ricardo como siempre, con actitud pasota pero sin dejar de organizar nuestras vidas:

-Bueno ya estamos todos listos. El miércoles tenemos la mierda esa de andar.  El jueves solo tendremos tiempo de pillar cuatro chorradas. Y mañana nos tocaremos los cojones porqué sino no aguantaremos la puta caminata. Así que si queréis visitar el sitio ese, es el día.

Pese a su vocabulario y su falta de exactitud, en el fondo tenía razón. Lo mejor era dedicar ese lunes a visitar la Ciudadela. Estuvimos todos de acuerdo, así que tras esperar a que Raquel y Mauri se ducharan, fuimos para allá.

El día no tuvo demasiado misterio. Andar por ahí, visitar una catedral, un castillo, hasta un museo. Mauri hinchándose a hacer fotos, parecía el único entusiasmado con esa visita. De hecho la idea fue suya, era una visita “obligada”.

Se me hizo el día muy largo. Entre la falta de motivaciones, al no ser yo un apasionado de la cultura… y la falta de diálogo con Aina. Apenas intercambiábamos palabras esporádicas, sin importancia. Que si quieres esto para comer, que si esa plaza es muy bonita. Estaba claro que hasta llegar a Madrid, no se le quitaría el cabreo. Yo tampoco hacía demasiado por acercar posturas. Por dentro deseaba tener un acercamiento con ella, pero no podía. Y no por orgullo, simplemente por cobardía.

Las demás parejas sí que charlaban animadamente, mientras que Aina hacía lo propio con Ricardo. Lara por su parte, iba bastante a su bola como siempre. Yo seguía pensando en por qué la había cagado tanto y si el reto de Ricardo iba en serio o era una broma más de las suyas. No parecía hacer demasiado caso a Raquel. Y en la noche anterior la tenía en bandeja y no hizo nada, aunque no sabía si había sido una estrategia… demasiados pensamientos en mi cabeza y demasiadas horas por delante para seguir calentándome el coco.

Se hizo por fin de noche, así que cenamos en un restaurante de la zona y nos fuimos directos a casa. No teníamos demasiada voluntad de pasar otra noche de juerga, esta vez iríamos a dormir antes y así tendríamos el martes entero a nuestra disposición. En nuestra habitación compartida, al cambiarnos para dormir, Aina demostró su enfado. Y lo demostró como siempre exteriorizaba las cosas: Con hechos y no con palabras.

En lugar de ir al baño a cambiarse como siempre, se quitó toda la ropa ahí mismo hasta quedarse en sujetador y bragas. Se puso una camiseta para dormir cómoda, se quitó también el sujetador ahí mismo y se acostó. Mauri no miraba directamente, pero le pillé echando un ojo con disimulo. Raquel por su parte, como siempre, se fue ella sí a cambiarse al baño. Ya nos habíamos visto prácticamente todo en la playa nudista, pero ahí Raquel demostraba que cada cosa en su contexto… mientras que Aina me demostraba su cabreo. No podía seguir así, tenía que hablar con ella del tema al día siguiente.

Nos despertamos el martes bastante pronto. Ese día lo dedicaríamos a ir primero a una playa con varias zonas de barro, mientras que por la tarde-noche daríamos un paseo, tomar algo y coger fuerzas para el senderismo del día siguiente.

Era una playa bastante conocida, así que queríamos ir pronto a coger sitio. Tenía el temor de que Aina se volviera a poner el bañador blanco, esta vez como pequeña venganza, así que decidí arreglar las cosas con ella esa misma mañana. Aprovechando que Mauri y Raquel se habían ido a duchar, le dije:

-Oye cielo… no hemos hablado mucho estos días, pero te quería pedir perdón.

-No te preocupes, todos tenemos un mal día- Me contestó mientras rebuscaba en la maleta.

-Ya, pero se te nota el enfado y no me gusta estar así contigo. Menos en vacaciones y por culpa de otros- La cagué al decir eso último, pero así lo pensaba.

-Culpa de otros no, tuviste tus paranoias y ya está. No estoy enfadada contigo, simplemente un poco decepcionada. Nunca te habías comportado así, pero veo que estás arrepentido y eso me tranquiliza- Y sujetó el bañador blanco mientras decía aquello.

-¿No te irás a poner eso de nuevo no?- No podía disimular mis temores.

-No Mario no. Vamos a unos baños de barro. Ni ir en bañador es lo más cómodo ni quiero que el blanco se convierta en marrón. Lo cojo para guardarlo mejor, aunque veo que te da alergia incluso si lo toco- Y terminó efectivamente guardándolo y cogiendo un bikini.

-No es eso… jolín no te enfades es que…

-Ni es que ni nada joder… ¿Me lo pondría de nuevo si quisiera vale? No lo hago porque estaré mejor con el bikini, pero no vuelvas a sacar tus celos por favor- No dejó ni contestarme y se marchó de la habitación pese a que el baño aún estaba ocupado.

Quería arreglar la situación, precisamente por el maldito bañador blanco. Y como siempre, la cagué. Lo único bueno es que no se lo pondría… pero no por mi, ni por ella. Ni por las miradas o comentarios. Simplemente por comodidad.

Cuando ya estábamos todos listos, nos fuimos hacia la playa. Y como era de esperar, estaba bastante llena. Pudimos coger un buen sitio y nos dimos un chapuzón, antes de ir a los barros. Alguien tenía que quedarse en las toallas, los voluntarios fueron Mauri y Miguel. No les importaba demasiado eso del barro… tampoco a mí. Pero me importaba estar cerca de Aina. Esa zona también estaba algo concurrida, el tema del barro parecía estar de moda. Pudimos ponernos en un hueco libre y empezar a ponernos esa cosa por el cuerpo. Me daba más asco que placer, pero lo hacía todo por mi mujer.

-Bueno, con vuestro permiso señoritas- Y tras decir eso, Ricardo de bajó su slip de golpe, quedándose en bolas. Siguió:

-Tradición de cada verano jajaja por una vez que vengo, habrá que aprovechar.

Se extendió el barro también por muslos, caderas, nalgas… rozando su polla cada vez. Las chicas miraban embobadas, hasta que Lara imitó a nuestro amigo y también se quitó el bikini… tanto la parte de arriba como abajo. Rocío fue la siguiente y no pensaba que Raquel se atreviera pero sí, aunque quedándose con la parte de abajo.

Como en la playa nudista días antes, solo quedábamos Aina y yo sin despelotar. Y esta vez, a diferencia de ese día, Aina tan siquiera me preguntó y se quitó el bikini de golpe.

CAPÍTULO 22

Ahí estaba mi mujer de nuevo con las tetas al aire.

Tuvo la decencia de no quitarse la parte de abajo al igual que Raquel, pero igualmente era un golpe muy duro el que me estaba dando. La otra vez por lo menos me consultó y estuvimos de acuerdo, aunque yo le diera permiso para no quedar mal.

Pero esta vez ni eso. Ni me miró, consciente que en mi cara solo encontraría rechazo. Pero ese topless solo era la punta del iceberg. Al igual que estaban haciendo Lara y Rocío con total descaro, Aina también se empezó a masajear los pechos poniéndose abundante cantidad de barro. Raquel la imitó, aunque no necesitaba tanto barro.

-Vamos coño, ponte un poco en el culo que va genial jajajaja- Me gritaba Ricardo mientras seguía a lo suyo, al igual que las chicas.

Yo no me quité nada esta vez. Me daba igual ya ser el único diferente. Me seguí pasando un poco de barro por el cuerpo para disimular, mientras asistía a ese espectáculo. Un espectáculo que impedía también quitarme mi bañador… debido a la erección que llevaba.

No era para menos. Rocío y Lara sin ningún tipo de ropa ni vergüenza. Le veía las enormes tetas a la primera, así como ligeramente su coño aunque ya cubierto de barro. Lara me daba la espalda, se agachaba para coger más barro y la imagen de ese culo bajando y mostrándome su coño por detrás era demasiado.

Pese a ese grotesco espectáculo, lo de Aina también cortaba la respiración. Ver como escampaba el barro por sus pechos, amasándolos poco a poco. Con delicadeza y sin ninguna prisa, tocaba y tocaba. Expandía, cogía un poco más y repetía. Raquel igual, pero sin tener el cuerpo de diosa de mi mujer.

Aina por fin paró y se giró hacia mí. Completamente cubierta de barro, con esos enormes pechos ahora marrones. La parte de abajo de su bikini era también de un tono marrón, lo que podía dejar a la imaginación que no llevaba nada. Vista así, podía estar en cualquiera de los mejores museos del mundo como escultura de barro.

No le dije nada. Mientras que ella simplemente miró un poco hacia abajo, viendo seguramente mi pequeño empalme. Miró ligeramente hacia el cielo como pensando “ay dios mío” y me volvió a dar la espalda.

Vi que todos se sentaban en una zona cercana, pero ya ni me apetecía seguir ahí. Me volví a las toallas, aún con el barro en mi cuerpo. Mauri fue el primero en percatarse de mi repentina vuelta:

-Ey Mario. ¿Cómo ha ido? ¿Y los demás?

-Nada ahí siguen con el asqueroso barro, he preferido venirme ya- Le contesté.

-Ostia, pues ahora lo estábamos hablando y teníamos curiosidad por echarnos un poco a ver qué tal- Añadió Miguel.

No era mala idea. Prefería estar un rato a solas y así encima pillarían a sus mujeres en bolas. Un ataque de celos de alguno de ellos no vendría mal para hacer ver a Aina que no yo el único raro del grupo. Así que animé a ambos a irse y para allá que fueron. Me quedé solo con mis pensamientos. No me llegué a dormir, pero estaba como desconectado del mundo. Simplemente tumbado, tomando el sol y esperando a que el tiempo pasara.

Finalmente llegaron todos y estaban muy dicharacheros. Ellas ya con los bikinis al completo. No había ningún signo de celos ni mucho menos. Seguramente las chicas ya se hubieran tapado antes de la llegada de mis dos amigos… o simplemente el único gilipollas que se preocupaba por que su pareja enseñara las tetas, era yo. Tras pasar otro rato en las toallas tomando el sol, la mayoría se fue de nuevo al agua a refrescarse. Menos Raquel, Ricardo y yo. Ella estaba dormida, mi “amigo” estaba entretenido con el móvil y yo no estaba para nadie en esos momentos, solo quería que el tiempo pasara rápido.

Tampoco intercambié palabra con él, nuestra relación había sufrido un antes y un después tras la agresiva discusión. Aparentaba normalidad, pero yo en el fondo sabía que seguía molesto. Raquel se despertó y se apartó hacia la toalla de Ricardo, donde charlaron animadamente. Ella era muy tímida, más incluso que mi mujer. Pero había hecho muy buenas migas también con Ricardo. Yo no podía dejar de tener malos pensamientos al verlos juntos. Simplemente hablando, pero recordado que Raquel se había dejado comer el coño por Jairo y que encima de la mesa había un reto de Ricardo… que esperaba que fuera humo.

Terminaron de hablar y él se fue también hacia el agua, con lo que me quedé por primera vez tras la pillada, a solas con Raquel. No quería hablar del tema, no debía… pero se lo dije:

-Raquel… lo del otro día…

-No pasa nada Mario. Estaba charlando con Ricardo y me fui al baño… y me pillaste así en pelotitas jajaja- Raquel quitaba hierro al asunto, con su típico vocabulario algo infantil.

Pero yo no me refería a eso claro, me refería a lo que había hecho con Jairo… aunque lo quería disimular a toda cosa. De nuevo, en vez de dejar ahí el tema, seguí:

-No, no es eso. A ver cómo te lo digo- Ni yo sabía cómo introducir aquello, aunque su cara se volvió bastante más seria. Seguramente sabía por dónde iban los tiros.

-No, no sé jajaja dime- Ella seguía disimulando, como si la cosa no fuera con ella.

-Lo de Jairo… sé lo que pasó- Al final se lo dije tal cual, sin vaselina.

Estaba roja como un tomate y no precisamente por el sol que pegaba. Así que seguí:

-Me enteré escuchándole a él y a Ricardo. De hecho con las pintas que llevabas, pensaba que habías tenido algo con Ricardo también.

A parte de empeorar el tema, esa última frase sonaba a “eres un poco golfa”. Así lo debió interpretar, porque hizo un amago de llorar.

-No te preocupes joder… Si lo digo por un bien. O sea no contaré nada a nadie, mucho menos a Mauri- Al decir ese nombre, se puso a llorar definitivamente.

-Cálmate por favor, solo quería saber cómo estabas. No soy quien para juzgar si le pones los cuernos o no- Mis palabras, lejos de aliviarla, eran como puñales. Por fin habló:

-No hay un minuto que no piense en eso… no sabes lo arrepentida que estoy. Ya sabes como me pongo cuando bebo un poco… me pasa como a Aina. David me acompañó dentro muy amablemente y su padre me ofreció ir a darme una ducha. Pero en el baño… pues pasó.

Seguía llorando y la abracé para tranquilizarla un poco. Tenía mucha tensión acumulada de esos días sin duda. No quería cagarla más así que me limite a acariciarle la cabeza, pero ella siguió hablando entre lágrimas:

-Joder llevo semanas sin hacerlo con Mauri. Tiene mucho trabajo, sale por ahí y no sé ni dónde. No tiene ganas de hacerlo… muchas veces he pensado que me engaña.

Esa confesión daba un giro radical a la situación. Mauri era incapaz de serle infiel, pero entre tantas horas trabajando… y las escapadas para ver los shows de Ricardo, era cierto que apenas debería pasar tiempo con Raquel. Y visto lo visto, apenas follaban.

-Qué no Raquel, a veces sale conmigo, a veces con Ricardo también. Nos hemos unido mucho estas últimas semanas, pero él nunca te engañaría- Le dije, mientras ella parecía calmarse.

-No lo sé… son muchas cosas, no me siento deseada. Veo a Aina y a Rocío con sus cuerpazos, también a Lara. Todas mis amigas están más buenas que yo. Mauri es un hombre y tiene deseos… se habrá aburrido de mi- Seguía lamentando la pobre Raquel.

Yo la seguía tranquilizando, diciéndole que eso era imposible. Pero ella seguía con sus paranoias y complejos, metiendo esta vez a Ricardo y Jairo:

-Es que me pilló ahí borracha… con las defensas bajas. Necesitaba un poco de contacto y me lo dio. Y Ricardo es un trozo de pan también, por eso fui a su habitación, para contárselo y que me ayudara.

Eso sí que no pude callármelo. ¿Ricardo un trozo de pan? Mis cojones:

-Bueno… Porque no quiso, sino te follaba ahí mismo. Ese hijo de puta le da a todo lo que se mueve.

No podía haber soltado más mierda en menos palabras. A él lo trataba de copulador compulsivo y a ella, directamente como facilona y presa fácil. No hubo contestación por su parte, se terminó de secar las lágrimas y se apartó de golpe de mí. Sí, la cagué de nuevo.

Los demás no tardaron en volver y por suerte no notaron nada raro en Raquel. Comimos ahí mismo unos bocatas que llevábamos preparados, para echarnos una siesta antes de irnos de vuelta a casa. Al llegar, nos pusimos de nuevo cómodos para descansar antes de salir a cenar. Aunque en lugar de salir, preferimos pedir unas pizzas y quedarnos ahí apalancados como estábamos. Al día siguiente teníamos la ruta de senderismo y queríamos guardar fuerzas.

Llegó el miércoles y al igual que el día anterior, nos despertamos sobre las 8. Nos vestimos con ropa cómoda y un calzado adecuado para andar y nos dirigimos a la zona prevista. No era una ruta demasiado dura, pero no estábamos acostumbrados a andar demasiado ni a hacer excursiones. Haríamos la primera parte todos juntos, con más turistas. Mientras que la segunda parte era una especie de juego, a ver quién llegaba a meta en menos tiempo. Debíamos pasar por unos puntos de control durante el camino, donde había unos sellos que estampar en nuestras libretas.

Era por parejas, así que lo lógico sería hacerlo como no, con nuestras parejas. Pero al parecer Aina tenía otros planes:

-¿Hacemos sorteo no? Así será más divertido.

A los demás no les pareció mala idea, así que pedimos a otros turistas que nos separaran por parejas y el resultado fue: Mauri con Lara, Aina con Miguel, Raquel con Ricardo y Rocío conmigo.

Me había tocado con la menos lista, ya me podía despedir de ganar. Encima Raquel de nuevo a solas con Ricardo. Pero por lo menos no molestaría a mi mujer. Salíamos cada cinco minutos para no molestarnos o ayudarnos y lo hicimos en el orden anterior, por lo que Rocío y yo éramos los últimos.

-Bueno chiquillo, yo te sigo jajaja- El comentario de Rocío confirmaba mis sospechas, me podía despedir de la victoria.

Yo tenía la orientación en el culo y Rocío… Rocío tenía más culo que cerebro. Empezamos el trayecto sin demasiadas dificultades, aunque poco a poco iba costando más avanzar Pese a esas dificultades y contra todo pronóstico, pillamos a Raquel y Ricardo, lo que significaba que íbamos realmente rápidos. Ellos se resignaron a seguirnos, ya que en ese punto estaban completamente perdidos. Tampoco eran los más listos de la clase.

Llegamos por fin al punto de control que tanto nos había costado y le dije a Rocío que iba un par de minutos a mear, aprovechando que había un sitio con muchos árboles al lado. Los otros dos siguieron avanzando, aunque ya llevaban mucho tiempo perdido.

Fui hasta la zona y veían dos personas a lo lejos, en el suelo. Yo quería mear sin más, pero mi vena cotilla volvió a salir. Al acercarme lo suficiente, pude ver que eran Lara y Mauri, besándose. Ella encima de él.

Ya era suficiente. Llevaba días martirizado por lo de Raquel y Jairo, por no haberle contado nada antes ni después a Mauri. Y ahí estaba liándose con nuestra amiga. No podía seguir cargando con esa mochila… y no precisamente la física. Hice una foto de la escena y me fui.

Me fui disparado hacia el camino, dejando a la propia Rocío sola. Intentaba alcanzar a Ricardo y Raquel antes que se fueran demasiado lejos. Corrí tanto que les vi rápidamente y les hice parar a gritos.

-Mira estoy harto ya. Tú, Raquel, haces sexo oral con Jairo. Tu marido está ahí liándose con Lara, a la que tú Ricardo, te llevas años follando. Tenemos una apuesta en la que te quieres follar también a Raquel, pero después la culpa de todo es mía. Anda y que os follen a todos… aunque parece que es lo que buscáis- Decía eso mientras les mostraba la foto que había hecho.

Estaba borrosa por la lejanía, pero se podía ver a dos personas vestidas de los mismos colores que llevaban Mauri y Lara, con las bocas muy cerca. Tras comprobar que habían visto la foto y sin dejarles ni hablar, volví atrás a buscar a Rocío.

-¿Donde andabas niño?- Me preguntó tras verme volver Rocío.

-Nada, Ricardo que se había dejado una cosa. Esperamos cinco minutos que avancen un poco y seguimos que me duele un poco la pierna- Le dije, con intención de no encontrarlos más y sabiendo que a Rocío le daba igual llegar antes que después.

También quería pillar a esos dos volviendo de su escondite, a ver si tenía Mauri huevos de mirarme a la cara. Y en efecto, antes de esos cinco minutos venían ambos desde el sitio donde había ido a mear. No pude reprimirme:

-Qué… ¿Os habéis perdido? Si fuisteis de los primeros en salir.

Mauri efectivamente estaba rojo como un tomate y fue Lara quien tomó la palabra:

-A este, que le ha dado un bajón de tensión. No veas el susto. No está habituado a andar el pobre. Le he tumbado un rato ahí en la sombra y le he echado agua, ya está mejor.

¿La había vuelto a cagar? La había vuelto a cagar. Escuchaba gemidos donde había llantos. Me imaginaba infidelidades donde solo había ayuda, al igual que esa vez. Lara solo trataba de ayudar a Mauri y yo lo confundí con un beso. Cómo podía ser tan torpe. Estaba ciego… ciego de celos, de culpa, de remordimiento.

Y a todo eso, le había enseñado a su mujer esa foto, donde sin saber el contexto, parecía que sí que se estaban liando. Tenía que alcanzarlos lo antes posible.

-Bueno me alegro que estés mejor. ¿Os podéis ocupar de Rocío? Tengo que darle una cosa a Ricardo que ha pasado antes por aquí- Les mentí, mientras Rocío no entendía nada de nada por su cara, aunque tampoco parecía importarle demasiado.

-Claro no te preocupes. Y sí sí, estoy mucho mejor, suerte de Lara. ¿Mi mujer como está Mario?- Me dijo Mauri.

-Bien bien, aguanta como una jabata jeje bueno nos vemos en el siguiente control- Y me fui rápido camino arriba.

Raquel necesitada de mimos y contacto masculino. Con sospechas falsas de que Mauri le ponía los cuernos... e iba yo y se lo “confirmaba” en vivo. Le había puesto a Raquel un lacito y se la había entregado en bandeja de plata a Ricardo.