Producto de mis decisiones: Cap 17 y 18

Las consecuencias del juego pueden ser devastadoras. Mario descubre de nuevo a Lara realizando sus fantasías, pero a él le preocupan las demás chicas... especialmente la suya.

CAPÍTULO 17

Dejé a esos tres ahí follando y fui en búsqueda de mi mujer.

Es a lo que había venido y el hecho que Ricardo dejara que se follaran a Lara… me chirriaba un poco. No era su pareja, pero se la había follado varias veces y dejarla ahí a merced de los hermanos… muy raro. Nunca había dudado de Aina, pero mil imágenes me vinieron a la mente. Mil ideas, mil hipótesis. Había bebido mucho alcohol… pero se había resistido a cualquier toque también.

Dejé mis pensamientos para avanzar y tratar de encontrarla. Abrí de golpe un par de puertas, aunque eran la cocina y una especie de trastero, así que seguí avanzando. Escuché de nuevo un grito, aunque venía de la habitación de Lara también. Suerte que tendría la boca ocupada casi todo el rato y la puerta del comedor estaba cerrada, sino vaya escándalo.

Al ir avanzando más, escuché de nuevo una especie de grito o alguien hablando alto… pero no de la habitación anterior, tampoco de chica. No reconocía al 100% la voz pero solo podía ser Ricardo y solo quedaba una puerta por abrir. Volvieron a pasar mil ideas por mi cabeza y esta vez ninguna buena.

Me planté en frente de la puerta, ésta sí que cerrada. Escuchaba con más claridad esos ruidos, así como llantos de mujer… de mi mujer.

No quise escuchar más, mucho menos entrar. Mi matrimonio había concluido, por un estúpido juego, por unas estúpidas vacaciones. “Cómo podía ser tan hijo de puta Ricardo…” pensaba mientras retrocedía un poco para entrar al lavabo y echarme un poco de agua en la cara, lo necesitaba. Suerte que la puerta del lavabo sí que estaba señalizada, como si fuera eso un local. Giré el mango pero no se abría.

-¡Ahora salgo! ¡Un segundo!- Se oyó de dentro.

Claro… que aún quedaba Raquel. Debía estar indispuesta con tanto alcohol.

-No te preocupes Raquel, ya me espero no hay prisa- Le dije, aún en estado de shock.

-¿Raquel? ¿Te has olvidado del nombre de tu mujer o qué? jajajaja.

Si mi cerebro había explotado minutos antes, al igual que mi corazón poco después… en ese momento no podría describir la sensación que tenía en ambos órganos vitales. Tampoco me dio tiempo a pensar demasiado, porque enseguida salió Aina de ese baño:

-Joder estás más blanco que yo jajaja. ¿Qué te pasa cari?

-Eh bueno… o sea nada, es que no te encontraba.

-¡Ah! Es que te quedaste ahí dormido con Mauri y no te quisimos despertar. Al terminar el juego nos vinimos para dentro a dormir un rato y yo me pasé por aquí a potar. Maldito alcohol, ya sabes cómo me afecta- Me dijo, con voz bastante débil y algo borracha.

-No te preocupes cielo, vamos a los sofás a descansar un rato- Me dirigía hacia el comedor con ella pero me detuvo:

-Sabes que aquí al lado está Lara…

-Sí, lo he visto, tienen la puerta medio abierta encima.

-Vaya zorra… eh que sé que es tu amiga lo siento, pero las cosas como son.

-Bueno… pasa por un mal momento- Intenté excusarla.

-Nada, no hay excusa que valga. No hay motivo para poner los cuernos a nadie- Seguía diciendo mi mujer.

No sabía cómo cortar esa rara conversación y metí la pata:

-Sin duda, sabes que pienso como tú. Pero bueno con lo de Ricardo y tal pues…

-¿Lo de Ricardo? ¿Por cierto dónde está?- Me contestó una vez llegamos al comedor y donde evidentemente él no estaba.

Había delatado a mi chica que Ricardo había tenido algo con Lara, cuando en teoría era un secreto. No sabía qué decir ni qué hacer.

-Nada importante cielo, ya te contaré. Debe estar por fuera yo que sé- Mentí como pude, saliendo del paso.

-A mi no me engañas- Aina se dio la vuelta en dirección al pasillo y en consecuente, a la habitación donde estaría Ricardo… con Raquel.

Con el alivio de encontrarme a mi mujer en el baño, había olvidado que Ricardo seguía en esa habitación follándose a una chica. Y no quedaban más chicas que Raquel. Y su marido durmiendo fuera. Seguí los pasos de Aina, para evitar que llegase ahí. No quería más líos en ese viaje. Logré convencerla que Ricardo había ido a comprar unas cosas a una tienda de 24 horas, que ya volvería.

Seguramente por los efectos del alcohol, Aina me creyó y se fue por fin al comedor, a echarse al tercer sofá que estaba totalmente libre. La arropé y no tardó ni cinco minutos en dormirse. Fue entonces cuando volvió el dilema a mi mente. Avisar o no a Mauri. Era mi mejor amigo y su mujer estaba siendo follada a escasos metros. Debía saberlo… pero le destrozaría. Encima Raquel nunca le había dado ningún problema, ese polvo era un desliz sin más. Bajo los efectos del alcohol, con el juego que la habría calentado y con un macho alfa como Ricardo.

No sabía qué hacer y tras unos minutos dudando, me fui hacia el baño a volverme a refrescar un poco. Estando ya dentro, escuché como una puerta se abría. Mire hacia atrás y la del comedor seguía cerrada… así que sería la habitación donde estaba Ricardo.

En efecto lo era, ya que escondido detrás de la puerta del baño pude ver como venia Raquel. Intenté marcharme sin que me viera pero fue tarde: La tenía delante, con el pelo alborotado y cubierta solamente por un albornoz. Ni me miró. Me apartó como pudo del camino y se encerró en el baño, muerta de vergüenza. Al irse con rapidez dejó caer una gota en el suelo. Solo tuve que mirarla un poco de cerca para saber que era semen. Era la gota que colmó el vaso, literal.

Me fui hasta la habitación de donde había salido Raquel, sin pensar en nada. Y en efecto ahí estaba Ricardo, tumbado y totalmente en pelotas, mientras toqueteaba su móvil.

-Qué haces tío. ¿Informando a algún colega de tu última caza?- Me salió del alma.

-¿Mario qué haces aquí? ¿Qué dices de caza?- No podía tener la cara más dura.

-Vamos Ricardo no me toques las pelotas, acabo de ver a Raquel salir de aquí medio en bolas y chorreando.

-A lo mejor se ha tocado- Dijo Ricardo sin tan siquiera mirarme.

-¿Qué? ¡Tío que os he escuchado hace un rato!

-Ajá… ¿O sea que ahora me espías? No tienes suficiente con verme follar en mi casa, incluso en el local… ¿Que también me espías aquí?

Con esa frase, Ricardo me dejó ya definitivamente en shock. Es verdad que le acababa de confesar que les había “espiado” antes… pero igualmente el acto era el que era. Lo de los baños del local. ¿Cómo coño lo sabía? Y en cuanto a su casa, se refería a lo de las salas? O al día que le pillé en casa de sus padres…

-Venga hermano no pasa nada, no te culpo por espiarme. Ambos sabemos que te va el morbo- Ricardo seguía a lo suyo, pero dando la vuelta a la tortilla.

-¿Cómo dices? ¡Pero si te acabas de follar a Raquel!- Grité.

-Vuelve a gritarme así y te corto los huevos- Me dijo Ricardo.

-Pero joder tío… que es la mujer de Mauri… nuestro amigo, tu amigo- Le dije ya susurrando.

-Esa zorra se había dejado tocar el coño por David y hasta se dieron un pico, le había hecho prácticamente un paja ahí fuera a la vista de todos. Gracias a mí que envié a los dos críos con Lara, si no seguro que se la hubieran follado ambos- Ricardo decía eso ya con cara seria, molesto por mi grito.

-Joder… que es Raquel tío… nunca ha hecho nada raro- Ricardo me cortó:

-Lara tampoco y mira, me la follé en ese hotel, me la follé durante meses después. Hasta que decidió dejar de hablarme y apartarse. A saber a cuantos se folló antes de conocer al subnormal de novio que tiene ahora. Y años después, me la vuelvo a follar- Decía burlón.

-Pero Lara es Lara… es algo más suelta- Decía, aunque me seguía interrumpiendo:

-¿La estás llamando puta?

-¡¡Que no joder!!- Volví a gritar.

-Último aviso, o te parto los piños. Vale sí. ¿Quieres escuchar eso no? Pues me he follado a Raquel. ¿Qué quieres ahora? ¿Qué te la chupe? ¿A ti? ¿A Mauri? Anda déjame en paz- Me contestó.

-Eres un hijo de puta. ¿Cómo nos haces esto?- Y por temor a una mayor represalia me fui hacia fuera, aunque Ricardo no había dicho la última palabra:

-Piensa lo que quieras, pero pregúntale a Raquel porque lleva el albornoz de Jairo. Anda vete ya, no sabes nada- Y tras decir eso, Ricardo cerró dando un portazo.

Era verdad… ¿Y ese albornoz? ¿Y dónde estaba Raquel? Volví al baño y ahí ya no estaba, aunque sí estaba el albornoz tirado en la bañera. No entendía nada. Fui al comedor y tampoco estaba, así que me fui fuera y ahí la vi, durmiendo en una hamaca al lado de Mauri.

Demasiadas preguntas en mi cabeza. ¿Qué pintaba Jairo en todo eso? ¿Era su albornoz? Y como es que lo llevaba Raquel y tenía su ropa escondida en el baño… Jairo había estado todo el rato durmiendo en el sofá… ¿No?

No dejaba de darle vueltas al tema, así que volví al baño por enésima vez esa noche. Había una especie de armario, donde Raquel habría guardado su ropa. Miré a ver si quedaba algo y solo había una cosa, aunque suficiente. La inconfundible pulsera española de Jairo. Me quedé de piedra, buscando alguna prueba más, que encontré en una pequeña basura que había: un condón usado. ¿Se la habría follado él también? No podía ser. Me encontraba mareado, así que volví al sofá a dormir por fin con Aina. Mañana sería otro día.

No podía dormir, estaba totalmente en vela aunque acostado al lado de mi mujer. De repente, alguien abrió la puerta del comedor y me hice el dormido, aunque escuchando con atención la voz de Darío:

-Joder con Lara, vaya pedazo de zorra.

-Ni que lo digas jajaja joder. Doble penetración con gemelos… ¡Parece el título de una porno!- Comentó David y ambos se partieron el pecho, dirigiéndose a fuera, aunque despertando a su padre:

-Hijos de puta hablad más bajo. Ya me habéis despertado. Suerte que los demás están durmiendo la mona. Venga vamos fuera.

Se estaban yendo, pero logré escuchar algo que corroboró mis sospechas sobre Jairo:

-¿La Lara esa una putita no? Ay hijos míos… Está buena sí, pero el coño de Raquel es otro nivel jajaja.

CAPÍTULO 18

Quedaba claro que Jairo había tenido algo con Raquel, quería saber qué, cómo y cuándo.

Seguía sin entender como una chica como ella podría caer en algo así. Siendo infiel al bueno de Mauri, con ese chulo prepotente que conocía de pocos días… y con Ricardo. Bueno, la definición podría ser para cualquier de ambos, aunque a Ricardo le conocía de varias semanas más. Quería seguirles, pero sería muy cantoso. Así que lo más sensato era tumbarme con mi mujer y ya vería al día siguiente si me enteraba de algo. Aunque con todo lo vivido, no pude dormir casi nada.

Ese domingo no iba a ser demasiado productivo, entre la playa, fiesta y el juego nocturno. Qué decir de los actos sexuales que también habían acontecido y los cuáles tenía como objetivo descubrir por qué habían ocurrido. Ricardo no me lo contaría, menos tras la última discusión. Apenas conocía a Jairo y a sus hijos… como para preguntarles algo de ese tema. Sólo podía intentar pillarles en alguna conversación privada. Con lo fanfarrón que era Ricardo, estaba seguro que intercambiaría opinión con Jairo, no menos prepotente.

Era ya de día y todos seguían durmiendo menos yo, cuando vi que Jairo volvía a entrar y se dirigía hacia el pasillo, móvil en mano. No era un genio yo, pero era fácil saber que iba a charlar con Ricardo, así que era mi momento.

Esperé un par de minutos para ir hacia allí, me pegué a la puerta y en efecto estaban hablando ambos. No se escuchaba demasiado bien, pero lo suficiente cuando Jairo dijo una frase lapidaria:

-Joder eres idiota. ¿Te has vuelto un pichafloja?

-¡Que me dejes en paz coño! ¿Cómo me voy a follar a esa tía delante de su marido? ¡Que es colega mío!- Contestaba Ricardo, haciendo referencia a Aina seguramente.

-Estás colgao, te follas a media isla. Todas casadas, con novio o con sus vidas estables… ¿Y te da cosa la zorra esa?- Seguía Jairo.

-No es una zorra. Se lo comiste porque bebió demasiado e iba más caliente que el palo de un churrero… Pero Raquel no es así.

¿Raquel? Ricardo se refería a Raquel, otra vez mi egocentrismo me desviaba de la realidad. ¿En serio no se la había follado? Si me había dicho que sí… si les había escuchado.

-Lo que quieras, pero no me costó demasiado pillarla en el baño y comerle el coño, ahí desnuda como iba… vaya cuerpo más bonito la jodía y mira que es enana.

-¿Qué parte no entiendes de: IBA CIEGA Y CACHONDA? La conozco lo suficiente para saber que nunca haría algo así. Fue un desliz, todo el mundo tiene. Yo mismo me he tirado a tías que luego están hiper arrepentidas y no vuelven a ser infieles, hasta refuerzan su matrimonio tras esa experiencia. Pasó y ya está, no tenemos que ir buscándola ahora todo el puto día… y tus hijos bien lejos de ella- Dijo Ricardo, con un tono serio.

-Tranquilo por mi hijos, ya se vaciaron con Lara jajaja hiciste bien en traerla. En fin que puede que tengas razón. La verdad que la comida fue bastante rápida, ni me la chupó.

-Que te va a chupar a ti… si vino después a mi habitación toda muerta de los nervios a contármelo. No sabía si decírselo a Mauri. Suerte que la convencí que eso arruinaría no solo las vacaciones, sino su matrimonio. Que fue un desliz y ya, una vez en la vida… la pura verdad- Ricardo razonaba y me dejaba relativamente tranquilo, aunque esa tranquilidad se esfumó con su siguiente frase:

-Lo malo es que el gilipollas de Mario lo sabe. Bueno… se piensa que me la follé yo. La tía se puso a llorar y convulsionar, pensaba que le daría algo. La pude tranquilizar y la envié a que se duchara. Pues el gilipollas ese a saber que escuchó, que se pensaba que me la tiraba. Es un trozo de pan… pero joder a veces la caga demasiado.

-Joder con el Mario jajaja. ¿Pero te dijo algo?- Preguntaba Jairo.

-Que sí tío, que entró hecho una fiera diciéndome que porqué me la follaba, que éramos sus amigos y más mierdas de esas. Y para cubrirte, hijo de puta, voy y le digo que sí, que me la había tirado.

-Dios eres imbécil jaajaja- Jairo seguía partiéndole el ojete con cada confesión de Ricardo. Yo por el contrario, estaba rojo de vergüenza.

-Encima la tía vino aún cachonda joder. Te engañaría si te dijera que no me daban ganar de reventarla… aunque daba un poco de asquete- Dijo esta vez Ricardo.

-Jajajaja yo también quería saciarme, me hizo una paja en dos minutos y le manché todo el culo jajaja pobrecilla… en fin la dejamos estar pues. Mis hijos ya han ido a currar. Ha molado la visita, cuando quieras repetir ya sabes- Jairo decía eso mientras yo veía que Ricardo no era el único hija de la gran puta de este planeta que solo pensaba en follar, sin pensar en las consecuencias ni en terceras personas.

-Con ellos no creo que vuelva. Raquel no querrá, Aina no parecía demasiado contenta con el juego pese a los roces de Darío… y Mario sabe que Raquel ha sido infiel, no se irá de la lengua pero el marrón me lo como yo- Ricardo tenía razón, aunque por suerte o por desgracia, estaba descubriendo la verdad en ese momento.

Ya sabía todo lo que tenía que saber. Había escuchado esas confesiones de ambos y aunque el hecho de que Raquel se hubiera dejado comer el coño por Jairo era un palo, por lo menos sabía que había sido un desliz, buscado por Jairo y no por nuestro amigo. Y sin penetración.

Pero siempre y repito siempre, la tenía que cagar. En lugar de irme tras eso, aún seguía ahí amorrado a la puerta y pasó lo que tenía que pasar. Jairo la abrió y ambos me vieron ahí plantado, siendo Ricardo el primero en romper el incómodo silencio:

-Joder Mario… hermano. La curiosidad mató al gato. ¿Lo sabías no?

-Ricardo… ent… entiéndeme. Lo de anoche fue una locura… eres mi amigo, igual que Mauri y Raquel. Estaba súper inquieto…

-Te entiendo joder, tranquilo. Pero no puedes ir espiando así a la gente y van muchas ya. Bueno por lo menos ahora sabes que pasó- Ricardo me tranquilizaba y Jairo añadió:

-Por mi parte lo siento tío, fue un desliz pero no busco nada con Raquel. Surgió así y ya. Venía caliente del juego y de mis hijos…- Ricardo le interrumpió:

-Si eso, tú arréglalo… en fin Mario. Pasó y ya está. Lo siento por engañarte anoche pero no podía dejar a Jairo vendido. Como le decía a él, me he tirado a muchas tías y lo sabes… la mayoría no se arrepienten, es una experiencia nueva que a veces rompe sus rutinas e incluso refuerza sus matrimonios- Volver a escuchar esa frase en boca de Ricardo hizo que yo estallara, hizo que la fastidiara definitivamente en lugar de dejar el tema por concluido:

-No tío no, tú no… tú no arreglas nada tampoco… vaya que no. Tú te follas a todo lo que se mueve… por placer, no por arreglar nada. Eres un cabrón, un hijo de puta que rompe relaciones. No te follaste a Raquel pero te hubiera encantado… y con Rocío igual… ¡O hasta con la mía! Suerte que no es una fresca como la mayoría- La réplica de Ricardo no se hizo esperar:

-Y bien que te gustó verme follar con esas “frescas” eh hermano. No, no soy un santo y la he cagado muchas veces. Una de ellas me hizo perder tu amistad. El destino nos volvió a unir y bien que repetiste las visitas en mi casa. Sabes que te respeto, al igual que a Mauri y también a Miguel. No haré nada con vuestras mujeres, aunque podría…

Yo podría dejar ahí la discusión. Al final nadie se había tirado a Raquel, tampoco venía a cuento meter a Rocío o Aina en la conversación… pero la volví a fastidiar, encendido por su coletilla final insinuando que podría liarse con alguna de ellas, volví a mencionar a Raquel:

-¿Poder? Qué cojones vas a poder tú. Raquel tampoco es una zorra, ya le podrías meter la polla en la cara que pasaría de ti.

-Ya… Por eso confundiste un llanto con un gemido, por eso pensabas que me la estaba tirando… ¿Qué te juegas que me la follo?- Me retó el muy hijo de puta, mientras Jairo decía:

-A ver que esto se os está yendo de las manos tíos. Esto es culpa mía, la lié y lo siento joder. Pero Mario, no culpes a Ricardo que no ha hecho nada y mucho menos lo retes… que tienes las de perder.

Lejos de calmar mis ánimos, Jairo terminó por encenderme y lancé la maldita apuesta:

-¿Perder? ¿Con este mierda que trata a las mujeres como trozos de carne? Tú no te follas a Raquel ni en cien vidas.

-No necesito cien vidas, se vuelve a casa follada. ¿Qué nos jugamos?- Respondió Ricardo.

-¿Pero qué coño dices ahora? ¿Te lo vas a tomar al pie de la letra? No me pienso jugar nada, simplemente no te la vas a follar y ya- Contesté, aunque Ricardo seguía a lo suyo:

-¿Te has cagado ya hermano? Mira ya sé, si no me la follo te hago una paja. Si me la follo, me la harás tú a mí.

Jairo estaba flipando, al igual que yo. Fue él el primero en contestar:

-Bueno yo paso tíos, me voy que tengo cosas que hacer. Mis hijos no vuelven hasta la noche, os podéis quedar el rato que queráis. Siento el malentendido Mario- Y el cabrón que definía comerle el coño a una mujer casada como “malentendido” se fue de la habitación.

-Tío… no te la vas a follar. Es una apuesta estúpida pero gozaré mucho mientras me pajeas, así que venga. ¡Intenta lo que quieras gilipollas!- Dije eso sin pensarlo, aún lleno de odio y le dejé ahí solo, observando antes de cerrar la puerta como esbozaba de nuevo su eterna sonrisa.

Dejé atrás el pasillo y los sofás donde los demás aún dormían para irme fuera, en las hamacas con Mauri. Me tumbé a su lado y fue cuando toda la tensión bajó. Suerte que estaba ahí estirado, sino seguramente me desmayaba. Eran demasiadas emociones, demasiada tensión acumulada que había soltado a diestro y siniestro.

Y a mi lado tenía a la verdadera víctima de todo aquello. A mi mejor amigo, un tío sabio y buena persona, que mientras dormía plácidamente la noche anterior, tenía a su mujer liándose con otro a unos pocos metros. Y yo sin contárselo, sin hacer nada. Encima apostando la fidelidad de su mujer contra el mayor macho alfa que conocía.

No tenía dudas sobre Raquel, pero ni que me dieran un millón de euros me hubiera dejado convencer que le hubiera puesto los cuernos al bueno de Mauri… y había ocurrido. Aún sin penetración, se había dejado comer el coño y le había pajeado. Ahí nacían mis otras dudas. Como había terminado ella en brazos de Jairo, que en teoría se había ido a dormir antes. ¿Qué pasó en el juego para que estuviera tan caliente? ¿Y con mi mujer? Algo dijeron de ella y Darío… o no. Mi cabeza no daba para más y terminé por dormirme, agotado.

-Venga Mario. ¡Mira qué hora es! Que nosotros no bebimos y no tenemos excusa para dormir tanto jeje- Me despertó Mauri, mientras yo me intentaba levantar, sin apenas fuerzas y rezando para que todo lo ocurrido hubiera sido un sueño.

-Ya voy ya voy… es que me costó dormirme- Mentí a mi amigo.

-Pues vaya. ¿Entonces debiste ver las evoluciones del estúpido juego ese no?- Mauri me metió en un lío con su pregunta, le tuve que volver a mentir… a medias:

-A ver sólo un poco, luego me fui a dentro al baño que me dolía un poco la tripa, me quedé ahí medio sobado creo… y cuando salí ya estaban todos durmiendo en el sofá.

-Ah vale… lo decía por Raquel más que nada. No está acostumbrada a beber ni a chorradas así, hubiera preferido no dormirme y controlar un poco el tema pero me canso muy rápido ya lo sabes. Pero bueno confiaba en que tú controlarías por mí- Me dijo, a lo que le volví a mentir, por tercera vez consecutiva:

-Eh… sí sí no te preocupes. Cuanto fui al baño ya estaban casi terminando y no hicieron nada raro. Luego al salir estaba Raquel ya dormida en el sofá.

-Vale, me dejas más tranquilo. Me extrañó que no viniera a dormir aquí conmigo… imagino que dentro se está más cómodo- Dijo Mauri ingenuamente.

No le había avisado esa noche de que su mujer estaba algo afectada por el alcohol y que David tuvo que llevársela dentro, por no insistir yo en acompañarla. Tampoco había podido controlar la situación al dormirme y perderme buena parte del juego, donde posiblemente hubieran emborrachado de más a su mujer… y a saber qué cosas más.

Ya no había vuelta atrás en eso, pero podía decirle lo de Jairo para arreglar la situación… ¿Aunque como se lo tomaría? Evidentemente su matrimonio se iría a la mierda. Y me podía echar en cara no avisarle antes de todo lo ocurrido.

Así que siendo fiel a mis principios, seguramente cobardes, me callé también la guinda. El pequeño detalle que su mujer había estado en el baño dejándose comer el coño por Jairo para luego hacerle una paja y terminar con su esperma por todo su culo y piernas.

Nos fuimos hacia dentro y ahí vi a Aina, durmiendo como un angelito, como el ángel que era ella. Volvieron a mi cabeza las dudas sobre qué había pasado en ese juego, qué me había perdido. Habían hablado de tocamientos, pero no recordaba si Jairo y Ricardo dijeron algo de mi mujer…

Mauri empezó a despertar a los allí presentes, empezando por Miguel. Él era la clave. Si alguien había participado en el juego y tenía total confianza para hablar del tema era con él. ¿Por qué no con Aina? ¿Qué mayor confianza que la de una esposa? Pues el hecho de querer saber también que había hecho ella a mis espaldas.