Producto de mis decisiones: Cap 13 y 14

Empieza por fin el viaje tan deseado, aunque no es precisamente el mejor comienzo para Mario.

CAPÍTULO 13

Eso fue un antes y un después en mi relación con Ricardo.

Se estaba follando a Carla, la pareja de nuestro amigo. Vale que no era realmente su amigo. No era la pareja de Miguel, de Mauri o mía. Nosotros éramos los “intocables”, pero aún así follarse a Carla con Javi a pocos metros… ambos eran muy amigos míos y de Aina.

Aún lo estaba asimilando pero ahí seguían, con Ricardo tapándole la boca a Carla con una mano, mientras con la otra la agarraba de las caderas para seguir penetrándola con violencia. Iban a partir la maldita silla a ese paso.

Eran muchos sentimientos encontrados. A parte de la situación en sí… ¿Carla? ¿Por qué ella? No había más tías a las que follarse, con pareja o sin. Por qué tenía que tirársela y encima pocos días antes del viaje. Aunque era difícil ser pillados ahí, como mucho por una empleada. Lara, claro. Por qué había sido tan estúpido de ofrecerme en ir yo a la nevera. Que hubiera ido Lara y el marrón para ella. Seguramente hubiera hecho la vista gorda. O se hubieran montado un trío yo que sé…

Joder con Carlita, tan tímida ella. Y ahí estaba, ya con la minifalda subida y con Ricardo empezando a manosearle las tetas, aunque sin desvestirla del todo. Estaba claro que tenía en mente un polvo rápido, minimizando el riesgo de ser pillados.

Me fui de ahí aún en shock, intentando asimilar todo eso. Cómo vería ahora a Ricardo, como le miraría a los ojos. Y a Javi… a él si que no podría ni mirarle. Y con el viaje a pocos días… tenía que ser una pesadilla, por qué tenía que pasar todo eso, en ese momento. Se me pasaron las ganas del viaje en seco, tenía que pensar algo para cancelarlo. Pero lo primero era lo primero. No había tenido huevos de interrumpir aquel polvo ni de coger el hielo. “Mierda el puto hielo, que le digo a Lara” pensé. Y justamente venía Lara por ahí, con cara extraña ya que yo no llevaba ninguna bolsa en la mano.

-¿Y el hielo?- Me preguntó.

-Mmm bueno verás… cómo te lo explico- “El cabrón que te follaste hace años, que te follaste hace meses y a saber cuántas veces te has follado, se está follando a otra amiga mía”, ojalá decirle aquello.

-Venga tío. ¡Que las bolsas están en la puta nevera! Bueno quita que ya voy yo- Y la dejé ir hacía ahí, que fuera lo que dios quisiera.

Pero justamente salió Ricardo de la despensa, con varias bolsas de hielo en la mano. Tuvieron él y Lara una pequeña discusión sobre su tardanza, pero todo quedó ahí. ¿Y Carla? ¿Aún seguía dentro? De repente salió, con más bolsas de hielo que dejó en la barra. Que hija de puta, ya tenía coartada.

-Hola chicos, que estaba ayudando a Ricardo con los hielos- Decía ella, disimulando perfectamente lo que acababa de pasar unos minutos antes.

-¿Vaya si que tenéis buen rollo de repente no?- Obviamente Javi con su naturaleza celosa y lo ocurrido del hielo en el escote, no estaba muy contento con ese buen rollo. Suerte que no sabía lo otro, sino se matan ahí mismo él y Ricardo.

Al poco rato ya nos fuimos, sin ningún contratiempo más, aunque yo seguía rallado por lo que había visto. Ricardo podía haber roto la relación de esa pareja que apenas conocía, pero que sabía que eran amigos nuestros. Era un cabrón… ¿Pero tanto?

¿Y hasta donde estaba dispuesto a llegar? No tenía dudas en cuanto a mí, ya que era como su hermano y encima Aina sería incapaz. ¿Pero Ricardo podría llegar a intentar algo? O con Rocío, Raquel… estaba hecho un lío y con el viaje a la vuelta de la esquina.

Nos pasamos casi todo el fin de semana organizando los últimos detalles, así como preparando la maleta, para no dejarlo todo para el lunes. Yo me llevé tanto el bañador nuevo ajustado como mis clásicas bermudas por si acaso. Nos íbamos el martes y volvíamos el jueves siguiente. Diez días enteros para relajarnos en ese paraíso.

Los años anteriores habíamos cogido menos días, alrededor de una semana. Pero al tener el alojamiento gratis nos pudimos permitir coger esos días de más. Habíamos planeado cosas concretas como senderismo, ciclo turismo, algunas visitas. Y sobretodo relajarnos en sus playas y calas que ya teníamos más o menos seleccionadas. No habíamos estado nunca así que nos costaría un poco, pero teníamos tiempo.

Llegamos rápidamente al lunes, día anterior al viaje y por suerte ya estaba todo listo. Nos limitamos a descansar un poco y comentar aún algunas cosas del viaje, ya que Aina seguía súper ilusionada. Yo también, pero no exteriorizaba tanto las cosas:

-Jeje tienes razón cielo, esta playa parece muy bonita y tranquila.

-Siii, algunas de las calas más bonitas y tal están algo más lejos pero bueno el amigo de Ricardo seguro que las conoce y nos guía bien- Aina hablaba y miraba playas con el móvil.

¿Amigo de Ricardo? Era la primera noticia que tenía sobre eso. No sabía que tenía un amigo ahí y menos que nos haría de guía. Preferí no pasarlo por alto:

-¿Amigo? ¿A qué te refieres?

-Si bueno, Ricardo ha pasado algún verano ahí y conoce gente, sin más. Tiene un buen amigo que es guía turístico y nos podrá informar de primera mano.

-¡Ah vale guay!- Dije tranquilizado por la respuesta. No quería más gente acoplada, tenían que ser unos días de relajación y sin ningún tipo de estrés.

Llegó por fin el día del viaje y fuimos hacia el aeropuerto de la capital, en dos coches. Miguel y Mauri con sus respectivas parejas en uno. Ricardo, Lara, Aina y yo en el otro. Todo transcurrió de forma normal, pasamos la espera tanto de la terminal como del vuelo hablando del viaje y las ganas que teníamos de hacer tantas cosas, hasta que finalmente llegamos al destino.

Decidimos alquilar también dos coches para esos días y así poder desplazarnos con comodidad. Tras eso, nos dirigimos hacia la casa de los padres de Ricardo, sin demasiadas expectativas sobre su estado pero contentos porque nos ahorrábamos mucho dinero. Llegamos y la verdad es que era mejor de lo esperado. Ya nos había comentado Ricardo que no era gran cosa, sobretodo en cuanto a mobiliario y espacio. Había lo justo y no, no sobraba el espacio. Pero nos apañaríamos los ocho y tampoco teníamos pensando estar mucho en casa más allá de dormir por las noches.

-Ostras qué chula- Comentó Aina, aunque en ese momento era fácilmente impresionable.

El único problema era la distribución y en ese sentido nos llevamos una sorpresa. Ricardo nos había dicho que la casa tenía cuatro habitaciones, más un sofá-cama del comedor donde podían dormir él y Lara. El problema fue que un tabique estaba tirado y dos de las habitaciones de invitados, que según Ricardo eran algo pequeñas, estaban ahora juntas. Para Ricardo y Lara no era problema, pero las demás tres parejas preferíamos algo de intimidad y en ese momento solo había un par de habitaciones. La de matrimonio con su correspondiente cama y las dos de invitados, también con sus dos camas grandes.

-Joder tíos lo siento, no sabía nada. Lo debieron hacer mis padres hace poco- Dijo Ricardo.

-Qué hacemos… Hay dos parejas que tendrán que dormir pegaditas jajaja. ¿Lo echamos a suertes? ¿O a alguien le importa un carajo?- Rocío intentaba buscar alguna solución.

-Pues no lo sé, a ver no es vital pero imagino que todos queremos un poco de intimidad… pienso que lo de decidirlo a suerte es buena idea- Corroboró Mauri.

Finalmente eso hicimos y el azar quiso que Miguel y Rocío fueran los afortunados en dormir en la habitación de matrimonio. Nos fuimos a acomodar a nuestros sitios, a la vez que visitábamos los baños, que eran dos.

Dentro de tener que compartir la habitación, sin duda había tenido suerte que nos tocara con Mauri y Raquel. Los dos bastante más tranquilos que la otra pareja, también teníamos más confianza con ellos. Y la necesitaríamos, ya que posiblemente nos cambiaríamos los cuatro ahí. Aina era algo pudorosa y yo tampoco estaba muy por la labor que Mauri viera más de lo necesario. Por suerte para ambos, él era muy correcto y gentil y al contrario que Miguel, difícilmente se aprovecharía para mirar lo que no tocaba. A la vez empecé a pensar en Raquel. Nunca había pensando en ella demasiado, en ella como mujer.

No destacaba en exceso. Al contrario que Aina y sobretodo Rocío, Raquel era mucho más delgada, con pocas curvas. Pecho pequeño, aunque bien puesto. Pelo rubio, casi siempre con una coleta. Bastante bajita y sin destacar demasiado, aunque bastante guapa de cara. Nunca vestía con escotes, tampoco le debían favorecer mucho. Por eso nunca pensé morbosamente en ella, al contrario que con Rocío, a la que respetaba pero que me ponía palote su cuerpo. Y eso que el de Aina era parecido, incluso mejor. Pero esas carnes de Rocío…

El caso es que compartiría habitación con Raquel esos días y podría tener la oportunidad de descubrir algo más de su secreta anatomía. Yo siempre había sido fiel a mis parejas y eso nunca cambiaría, pero eso no quita que pudiera alegrarme la vista. El morbo siempre gana.

Ese primer día poco más hicimos. Terminar de acomodarnos, dar una pequeña vuelta por el lugar y terminar cenando por ahí. Volvimos a casa para dormir y descansa de cara al segundo día, donde teníamos previsto hacer un pequeño tour por la isla en bici. Llegaba el momento de cambiarnos la ropa para dormir, el primer momento incómodo para las dos parejas que compartíamos habitación. Por suerte o por desgracia, a Mauri se le iluminó la bombilla ya que debía estar preocupado por el tema como yo y propuso cambiarnos en el baño nosotros dos, mientras las chicas lo hacían en la habitación.

-¡Buena idea Mauri! A ver que no nos vamos a asustar a estas alturas jajaja pero como queráis- Aina quitaba hierro al asunto, pero la conocía y sabía que prefería esa intimidad sin duda.

Nos fuimos ambos al baño, nos cambiamos y volvimos, no sin antes observar cómo Ricardo se cambiaba ahí en el comedor delante de Lara con total normalidad. Ni Mauri ni yo nos extrañamos, sabíamos que habían follado mínimo un par de veces.

El segundo día pasó sin sobresaltos, visitando la preciosa isla con las bicis que habíamos reservado. Dejamos las bicis y comimos un poco, mientras que la tarde la dedicamos a disfrutar de la belleza de Mahón. Cenamos también por la zona y nos dirigimos a un local para pasar el rato antes de volver a la casa. La idea estaba bien, pero Ricardo quería más marcha:

-Oye este sitio no está mal, pero el viernes podríamos ir a una discoteca de por aquí bastante conocida.

Los demás no éramos muy de discotecas, sobretodo Mauri y yo. Pero las chicas estuvieron de acuerdo rápidamente así que tendríamos que aguantarnos la noche del viernes. Fuimos a ese local (bastante tranquilo) y al poco rato ya nos fuimos hacia la casa para descansar del día tan intenso, sobre todo por la ruta en bici. El tercer día teníamos planeado ir por fin a la playa, que también despertaba mucha ilusión entre las chicas. Habíamos estado mirando varias opciones, pero de momento iríamos a una de las más conocidas.

Era el día y como la mañana anterior, Mauri y yo nos fuimos al baño a cambiarnos. En este caso para ponerlos los bañadores. Mi slip no pasó inadvertido en mi amigo:

-Vaya que atrevido Mario. ¿Con la edad has ganado confianza? Yo no me atrevo a algo así.

-Ni que lo digas jaja no sé, Aina me dijo que estaba de moda… así que decidí comprármelo.

Volvíamos del baño y esperamos detrás de la puerta de nuestra habitación a que las chicas se cambiaran. Lara había ido al otro baño a ponerse su prenda también, mientras que Ricardo se quitaba ahí mismo todo para ponerse un slip parecido al mío, aunque con distinto resultado. Ya dicen que la percha es lo importante… y con un bañador aún más. No es que me quedara a mi mal, me iba normal, marcando lo justo. Pero es que Ricardo ya podía estar concentrado en no excitarse porque sino “eso” se saldría de la prenda. Salieron nuestras parejas, aunque cubiertas con unos vestidos. También Miguel y Rocío, él con unas bermudas similares a las de Mauri y ella con un vestido también. Nos dirigimos a la playa.

Llegamos y estaba menos concurrida de lo que pensábamos. Preferíamos tranquilidad, por eso teníamos varias calas miradas para esos días, algo escondidas y sin duda más tranquilas. Nos despojamos de nuestras ropas para quedarnos en traje de baño y me fijé en la elección de Aina, que no pasó desapercibida para Rocío:

-¡Vaya Aina que bañador más rechulo! Que tipazo perra, a mi eso no me entra jajaja.

-Te queda genial tía, que envidia- Comentó también Raquel.

Le quedaba impresionante. Ya la había visto con el otro bañador cuando lo fuimos a comprar, idéntico pero con los estampados oscuros. Esa diferencia de color, hacia este bañador blanco mucho más sexy. Le quedaba estupendo y como una segunda piel. Las otras tres chicas iban con bikinis bastante normales, sin enseñar demasiado excepto Rocío que con sus grandes pechos siempre enseñaba un poco de más.

Las chicas se fueron a refrescar un poco al agua mientras los demás poníamos las toallas. Salieron a los pocos minutos y me quedé de piedra al ver a mi mujer. El bañador ya no era una segunda piel, se había fundido con la piel. Esa tela, ese color… se le marcaba todo.

CAPÍTULO 14

Me quería morir de vergüenza.

Y Aina seguro que también si tuviera un espejo ahí mismo. Pero no lo tenía, así que salió como si nada, siendo observada por los demás con los ojos bien abiertos y alucinando tanto o más que yo.

Aquella tela fina blanca se había vuelto prácticamente transparente con el contacto del agua. Ya sin transparentar, ese bañador marcaba la forma de sus pechos. Pero es que ahora se le veían los pezones casi como si no hubiera tela de por medio. Suerte que eran rosados como su piel y tampoco tenían mucho contraste, pero se marcaban demasiado.

Y lo peor no era eso. El problema real venía un poco más abajo, en el pubis. Tenía un poco de vello, muy poco y recortado… pero lo tenía y se notaba la ligera mancha algo oscura a través del bañador. Encima, se le marcaban igualmente los labios de ahí abajo al tenerlo tan arreglado. Dos en uno. Las demás chicas no comentaron nada, posiblemente les daba igual. Los chicos… no deberían querer parar el espectáculo. Y yo no sabía qué coño decir, nunca mejor dicho.

Por suerte el bañador se secó rápidamente y no se transparentaba ya nada, aunque seguía estando muy sexy y la imagen no se me quitaba de la cabeza. Fue el turno de darnos un baño los chicos, mientras ellas se disponían a tomar el sol. No hicimos mucho más, ya tendríamos más días de playa, así que nos fuimos a comer algo antes de pasar la tarde por el centro de la capital menorquina.

Precisamente en esa tarde, casualmente o no, nos encontramos con Jairo. Era el amigo guía de Ricardo, del que me había hablado Aina unos días atrás. Tomamos unas cañas con él y nos recomendó una discoteca para el viernes por la noche, que era de las más populares de la isla. También nos dio su opinión sobre algunas calas, de las que nos podía hacer de guía sin problema si no tenía tours que hacer.

Finalmente nos despedimos y llegamos a la casa para cenar cuatro cosas precocinadas que habíamos comprado y descansar para el viernes, que se avecinaba intenso. Iríamos finalmente  a una cala guiados por Jairo para pasar todo el día ahí. Por la noche, discoteca.

Pasamos a buscar a Jairo y fuimos a aparcar cerca de la cala. Teníamos que caminar un rato, pero según nuestro guía “improvisado” valdría la pena:

-Quedaréis encantados ya veréis. No la conoce mucha gente y es fácil perderse, así que se está de maravilla y tanto el agua como la arena son una gozada.

-¡Qué bien! Me enamora el agua cristalina- Raquel decía eso mientras Lara le daba la razón.

En cuanto a Jairo, tenía unos 40 y pico años. Se mantenía muy bien, se notaba que iba al gimnasio y que hacía deporte constantemente. Pese a no ser muy alto, estaba realmente fuerte y tenía algunas canas en su oscuro pelo que le hacían especialmente atractivo. Lucía un polo de marca, así como una pulsera con la bandera de España. Nos contó que estaba divorciado y que tenía dos hijos gemelos de 20 años. Uno era dj y aunque no era demasiado conocido, solía actuar por las discotecas de la zona. En cuanto a la madre, se había ido a la península a rehacer su vida.

Terminamos llegando, andando demasiado por esos caminos para mi gusto, pero Jairo tenía razón. Había muy poca gente. Era un sitio apartado (y tan apartado) con unas aguas cristalinas que invitaban a bañarse nada más verlas. Nos despojamos de nuestras prendas y esta vez las chicas parecían ir algo más atrevidas. No sabía si por el conjunto de Aina del día anterior o porque la cala era más íntima, pero vaya modelitos. Eso sí y para mi desgracia, Aina seguía llevando el bañador blanco. No me había atrevido a decirle nada, no se fuera a enfadar.

No era la única que repetía, también Rocío que lucía el mismo bikini verde ajustado del día anterior, con una especie de tanga debajo. Las que cambiaron fueron Lara y Raquel, de cuerpos similares, que esta vez llevaban unos bikinis mucho más pequeños tanto por arriba como por abajo. Les sentaban geniales en sus también pequeños cuerpos. Yo repetía slip al igual que Ricardo y Jairo que llevaba una prenda similar. Mauri y Miguel, con sus respectivas bermudas. Esta vez nos fuimos todo al agua menos Miguel y Rocío que se quedaron charlando en las toallas. Los demás estuvimos tranquilos en el agua, hasta que Jairo lanzó agua a las chicas y la cosa se desmadró un poco.

-¡Serás hijo de!- Aina se la devolvió con más agua, ayudada por las otras chicas.

Eso se convirtió en un chicos contra chicas, la verdad es que lo pasamos muy bien. Al rato se añadió la otra pareja, mientras era Lara la que salía un rato a descansar y vigilar nuestras pertenencias.

Cuando Aina se sumergió hasta la cabeza, volvió a tener el bañador transparente… y a escasos metros que estábamos todos la verdad es que era un poco escandaloso. Encima saltando y botando, jugando también con una pelota. Le botaban las tetas que parecía que se le iban a salir en cualquier momento. Los pezones, se le marcaban en exceso.

Yo lo estaba pasando bastante mal, no sé si las chicas le daban demasiada importancia pero estaba seguro que entre los tíos la situación no pasaba inadvertida. Se clareaban tanto las areolas que no entendía cómo no se daba cuenta ella misma. O no quería darse cuenta. Sensación mía o no, Jairo la miraba con bastante poco disimulo. Si ya me molestaba su acoplamiento, en ese momento aún más. “Que se vaya a su puta casa” pensé. Total ya nos había acompañado. Encima se le veía el típico chulo playa y eso que tenía una edad ya. Con suerte sería el último día que le veríamos.

Nos dirigimos al rato hacia las toallas, aunque Miguel y Mauri se quedaron unos minutos más en el agua. Mi mente enferma pensó que para bajar la erección… no tenía pruebas pero tampoco dudas. Iba detrás de Aina saliendo del agua, viendo como la tela del bañador estaba metida de lleno en su culo y cuando no nos seguía nadie, le dije lo que tenía que haberle dicho el día antes:

-Cielo. ¿La verdad que el bañador te va súper ajustado no?

-Bueno es el que vimos en la tienda. ¿Te molesta?- Aina lo decía en tono jocoso, pero yo sabía que si volvía a hablar del tema, la conversación pasaría a un tono más violento.

-No no, para nada. Es que este color es distinto y no sé…

-Se me marca un poco el pecho ya lo sé. Sabes que soy pudorosa pero estamos en confianza con amigos… tranquilo que soy la primera consciente de todo.

Tan consciente no sé, porque al estar cara a cara, bajé la vista un segundo antes que se volviera a girar…  y quedé tan en shock que ni me dio tiempo a reaccionar ni decirle nada. Si el día anterior tenía la zona del pubis ligeramente oscura por su vello, esta vez la tela se le encajaba perfectamente entre sus labios vaginales. Se había arreglado aún más la zona y parecía que no tenía ni un pelo ya, aunque seguía habiendo una fina línea.

Ella siguió hacia las toallas y estoy seguro que Ricardo y Jairo no perdieron detalle de la marcada anatomía de mi pareja a través de ese bañador semi transparente. Suerte que los otros dos aún seguían en el agua. Ese tenía que ser el último día en llevarlo, era demasiado escandaloso ya por muy amigos que fuéramos.

Estuvimos un rato tomando el sol, hasta que las chicas se volvieron a animar a ir al agua, acompañadas esta vez de Jairo y Ricardo. Nos quedamos los tres amigos en la orilla, charlando de nuestras cosas. Mauri coincidía en mí en cuanto a Jairo:

-Se le ve algo sobradete… pero bueno nos ha acompañado hasta aquí sin necesidad, sin cobrar. Aunque se podría cortar un poco está claro.

-Y seguro que está hasta los huevos ya de estas rutas, le tenemos que estar agradecido encima que no nos cobra nada- Miguel le defendía y no pensaba que fuera un chulo.

-Es que les está pegando un repaso a nuestras parejas que tela- No me lo podía callar más.

-A ver tío no te ofendas… pero es que Aina va pidiendo guerra- Me molestó ese comentario de Miguel, sobre todo por el tono y por las palabras usadas.

-Ya lo he hablado con ella. Era un bañador que nos gustó a ambos pero no sabíamos que con el agua… pues que con el agua pasara eso. Igualmente estamos en confianza, aquí lo que falla es Jairo- Intentaba recular, pero fue tontería con lo que pasó segundos después.

Los demás ya salían del agua, pero el cabrón de Jairo vino corriendo… como si quisiera coger sitio para observar la llegada de Aina. Ricardo le siguió y ahí estábamos los cinco tíos observando básicamente a Aina, las otras chicas no existían en ese momento.

Y en efecto ahí llegaba, dando saltitos para intentar ir más rápido pero consiguiendo únicamente un bamboleo muy sexy de sus pechos. Y lo peor, su vagina apretada contra el bañador, donde parecía transparentarse también esa fila línea de vello. Vaya imagen, estaba seguro de los empalmes de mis amigos, suerte que estábamos sentados.

Me sorprendía mucho esa actitud de Aina. Era bastante pudorosa, sin vestir como una monja pero tampoco flipándose con cosas raras. Sus escotes aprovechando su gran pecho, los shorts que le hacían un culo espectacular… pero sin llegar a esos extremos. En la playa nunca había enseñando apenas medio culo y ahora eso ya era lo de menos.

Comimos ahí mismo, tomamos el sol un rato más y a media parte nos fuimos ya a la casa a descansar un rato antes de la salida nocturna. Estaba feliz de irme ya de ahí y encima quitarme de encima a Jairo, aunque por las palabras de Ricardo, le veríamos más veces:

-Bueno tío gracias por todo de verdad. ¿Nos vemos a la noche no?

-Sii gracias jeje eres un crac- Añadió Raquel.

-A ver si a la noche me paso un rato por ahí a ver a mi hijo jajaja yo que sé ya veremos, en fin un placer chicos- Jairo se despidió de nosotros y por lo que había dicho, iríamos a una discoteca donde pinchaba su hijo. Como fuera como el padre…

Fuimos después de cenar a la discoteca y estaba petadísima. Tras un buen rato de cola pudimos entrar por fin y el ambiente era ensordecedor. El hijo de Jairo estaba “actuando” en ese momento, aunque solamente lo haría hasta las 2, donde vendría otro dj de más categoría. Estábamos todos algo descolocados, poco habituados a esos ambientes. Por el contrario, Ricardo y Lara estaban disfrutando a tope, bailando y restregándose con todo dios.

Yo seguía incómodo, entre otras cosas viendo cómo Jairo se arrimaba también a toda chica que veía… y eso incluía a Aina, Rocío y Raquel. Lara ya ni estaba por ahí, a saber dónde andaría. Fui un momento al baño a refrescarme un poco, aunque vaya desastre de baño, imagino como en la mayoría de discotecas, aunque era algo dantesco.

Gente mareada, restos de coca, condones por los suelos y algún que otro gemido. Vaya panorama. La cosa no mejoró cuando de un habitáculo salió Lara acompañada de un tío que no debería superar los 20. Se fue tan rápidamente que no vio mi cara de sorpresa. No hacía falta pillarlos en el acto para saber qué cosas podían haber estado haciendo. Estaba claro que desde la ruptura con Fidel, había cambiado mucho. O era su naturaleza, el caso es que en esos momentos era una fulana de cuidado. Ya la daba por perdida, siempre la había protegido mucho pero no tenía derecho a engañar a su pareja… otra vez.

Volví a la pista de baile y ahí seguía el desmadre. Hasta Mauri se había animado a bailar un poco, aunque su esposa seguía bastante arrimada a Jairo, al igual que la mía. Rocío por su parte estaba siempre con Miguel, bailando también pero pegados ambos. Mi cabreo iba en aumento al ver que Aina pasaba olímpicamente de mí. Que sí, que yo tampoco era el alma de la fiesta precisamente, pero podía tener algún gesto o algo. Yo me limité a esperar que pasaran las horas, bailando lo justo. De momento las vacaciones no iban demasiado bien, estaba como en fuera de juego. Pero ya nada podía salir peor...

-Bueno creo que es hora de irse ya- Miguel por fin decía algo coherente.

-Sí sí, que cansancio- Aina también apoyaba la idea, aunque Jairo tenía que joder siempre:

-¡Un placer chicos! A ver si nos vemos mañana y os presento a mi hijo que tiene la noche libre. Y si queréis un guía por la mañana ya sabéis… ¡Dadme un toque!

-Claro tío seguro que te decimos algo, venga hasta mañana hermano- Ricardo también se despidió de él, aunque faltaba Lara.

-Voy a buscarla, ahora vengo- Tan siquiera dije a dónde iba, dónde iría a buscar a Lara. Lo sabía bien, a saber cuántas veces había ido al baño… y no a mear.

Esta vez estaba todo más calmado, hecho todo una mierda pero sin apenas gente. Seguían oyéndose gemidos, pero parecían venir solo de un sitio. Estaba ya harto del día, de la noche, de la maldita discoteca y de Lara, así que de una patada (suerte que no habían puesto el pestillo) abrí el habitáculo de donde venían los gritos y evidentemente estaba Lara.

Siendo enculada por un tío (distinto al que había visto con ella antes) que no solamente le abría el culo con su herramienta de carne a toda velocidad, sino que le frotaba el coño con las mismas ganas. Ambos sentados en la taza, ambos frente a mi cara y mirándome, hasta que Lara reaccionó a los pocos segundos:

-Tío que que ahh… ¿¿Qué haces aquí?? Ah ah...

-Nos vamos, me da igual lo que hagas pero termina ya- Le dije sin dejar de ver como la polla de aquel chico seguía taladrando el culo de mi amiga.

Ya yahhh, ya vengooo... ¡¡Un segundooooh!!

No pararon en ningún momento, Lara se debió sentir aliviada al escuchar eso de mí en lugar de lanzar alguna reprimenda. Me fui de ahí hacia la puerta del baño y a los dos minutos salieron ambos. Lara se quedó conmigo y el otro tío se fue.

-Mario…

-Tranquila, me da igual. Ya no estás con Fidel, tu novio actual me da igual, de hecho es gilipollas. Eres mayorcita y puedes hacer lo que quieras- Ya la daba por perdida.

-Bueno... pero no se lo digas a nadie, es que estoy pasando por malos momentos.

-No te preocupes, venga vamos que nos esperan- Y tras decirle aquello, nos reunimos con los demás.

De camino a casa íbamos en silencio, hasta que Ricardo lo rompió para romper a la vez mi paciencia:

-Me ha enviado un mensaje Jairo que mañana va a una playa con unos colegas y que nos gustará seguro, es nudista pero se está muy tranquilo. ¿Vamos no?