Producto de mis decisiones: Cap 11 y 12

El viaje veraniego está en la vuelta de la esquina, mientras Mauri se une a Miguel y Mario en sus experiencias "voyeurs".

CAPÍTULO 11

Y ese aliado resultó ser Mauri.

El único clavo ardiendo al que agarrarme. El tío posiblemente más sensato que conocía, sabedor de primera mano de esas experiencias y del mal que nos podían hacer. Había sabido mantenerse al margen, hasta esa llamada del día siguiente:

-A ver Mario como te lo explico. Ya me conoces, medito mucho las cosas antes de actuar. Miguel me estuvo contando lo de ayer y joder... joder tío no sé. No hacemos daño a nadie… de vez en cuando.

-Quieres ir... ¿No es así?- Le corté, consciente de la dificultad de Mauri para decirme aquello.

-Sí a ver... pero una vez por probar y ya. No creo que repita, pero es que son muchos años... Miguel me contó que ayer por la noche tuvo un polvo brutal con Rocío, que él estaba tremendamente excitado y con energías tras el espectáculo, ya sabes que no soy un experto en la cama, me vendría bien un poco de ánimo para ya sabes…

-Sí sí, te entiendo. Fue muy excitante no te voy a engañar. Bueno que te voy a contar, como todas las veces que íbamos tiempo atrás. Pero no sé… eso ya pasó. Yo con Aina voy tirando, no me quejo de los polvos. ¿Podrían ser mejores? Claro… y no dudo que esa excitación ayude… o no. Puede que hasta haga corrernos antes y eso es malo- Decía eso último sin estar demasiado convencido, más para buscar algún argumento en contra que otra cosa.

Al final, el algodón no engaña. No era casualidad que los días que había visto algo potente en casa de Ricardo, echase un polvazo con Aina. Cada polvo es distinto evidentemente, con unos contextos y siendo cosa de dos. Pero la experiencia me decía que tras tener esos recuerdos recientes, afrontaba el acto sexual con más ganas e ímpetu.

Más de una vez había pensado si eso sería un arma de doble filo, si esa excitación haría correrme antes como le había comentado a Mauri, pero realmente nunca lo había podido comprobar. Duraba casi siempre igual y dependía más de la habilidad de Aina que de la mía.

En definitiva, ayudaba aunque fuese indirectamente a mi vida sexual. Y luego estaba la experiencia en sí, seguramente debía dinero a Ricardo de la cantidad de paquetes de pañuelos que le gasté en esa sala. Y por ahí tiró Mauri:

-Es que vaya morbo tío… joder no puedes haber olvidado esos días y esas paj... esos tocamientos joder. Ya lo sé, puedo sonar un poco hipócrita, hace nada os dije que no… pero las cosas se piensan y se piensan y ninguna opinión es definitiva.

-Claro que lo recuerdo. Pues no sé qué decirte, si quieres la próxima vez que Ricardo nos diga algo te aviso. Pero me fui sin decir nada, tampoco sé si querrá repetir- Aunque dijera aquello, estaba convencido que nos volvería a invitar.

-Pues sí Mario, te lo agradezco. Aunque sea una vez para probar… para decidir si vale la pena o no. Y mejor que me avises porque me da vergüenza hablar de esas cosas cara a cara con Ricardo, a parte que nos pueden pillar las parientas- Ahí Mauri tenía toda la razón, era un tema que siempre habíamos llevado con máxima discreción y eso sí que no cambiaría.

-Venga Mauri, lo vamos hablando. Y habla tú con Raquel para quedar un día de estos.

-Sí... tiene bastante trabajo últimamente pero esta semana quedamos fijo. ¡Venga un abrazo amigo!- Me colgó y me quedé con una sensación extraña.

Un pequeño alivio, al no dejar apartado a Mauri de esos juegos. Al certificarme que no hacíamos nada malo. Pero ya no había ni una mínima esperanza de dejar aquello. Miguel estaba encantado, Mauri querría repetir seguro si volvíamos y yo… yo me dejaba dominar por Ricardo, por mis amigos, por mi demonio…

Terminó el jueves y al llegar al viernes por la noche, lo mismo de las últimas semanas. Quedada en el local para charlar con los amigos y ellos beber para ahogar las penas del trabajo. El sábado fuimos a comer a casa de Carla y Javi, donde les comentamos el tema del viaje.

Ya les habíamos propuesto más de una vez que se vinieran con nosotros y los demás amigos, pero en los últimos años estaban bastante acomodados en casa sin hacer viajes, encima con escasos recursos. Esa vez ni se lo propusimos ya, aunque por la cara de Carla pareció no gustarle mucho el hecho de no invitarles, mientras sí invitábamos a Ricardo por ejemplo.

No hubiera costado nada la verdad, no venía de dos más. Pero tampoco lo planteamos y así salió. Eso sí, Carla pareció picarse:

-Vaya con Ricardo que amiguitos últimamente jajaja bueno ya está bien supongo, al final son muchos años sin contacto por lo que dijisteis.

-Exacto es que es eso. Hemos sido siempre muy amigos con el otro grupito y queríamos aprovechar para recuperar un poco la relación- Mentí, ya que Ricardo venía por una serie de casualidades, no por querer nada.

Lo cierto es que Ricardo apenas había tenido contacto con esta pareja. Más allá de coincidir alguna vez en el local, nunca hubo realmente conversaciones. Tampoco quería acercar mucho Ricardo a Carla. Javi era un celoso de cuidado y aunque no fuera a pasar nada, la actitud abierta y vacilona de Ricardo con las chicas… era mejor evitar malentendidos

Aún así, para quitar un poco de hierro al asunto,  invité a ambos a conocerlo más profundamente, viniendo a alguna quedada en nuestras casas o incluso podían organizar ellos alguna comida e invitarle. Quedó aparcado el tema y durante el día siguiente, como la mayoría de domingos, nos limitamos a descansar en casa viendo la tele y echando un polvo rutinario.

Y efectivamente la nueva invitación de Ricardo llegó, el martes de la siguiente semana. También para un miércoles por la tarde, la única franja horaria que tenía realmente libre, quitando los fines de semana, cosa que levantaría sospechas en caso de ir. O el viernes, aunque al currar por la noche, posiblemente no hiciera demasiado durante esa tarde.

Esta vez avisé a Mauri, tal como le prometí. Al llegar el momento, ahí que nos dirigimos los tres. Miguel se apuntaba a todas claro está. Éramos como niños pequeños antes de recibir un huevo sorpresa. A ver que nos tocaría esta vez.

El procedimiento fue el mismo que la última vez y Ricardo se alegró muchísimo de la incorporación de Mauri:

-Que bueno verte hermano, sabía que volverías. Lo mismo que les dije a ellos el otro día, sin presiones. Aquí no obligo a nadie, ya sabéis donde está la puerta.

-Nada tío gracias a ti por invitarnos ya lo sabes. Me picaba el gusanillo… pero bueno es una vez para probar- Mauri seguía a lo suyo aunque Ricardo, al igual que nosotros, sabía que repetiría:

-Claro claro una jajajaja venga pasad que Macarena no deberá tardar en llegar- Así que hoy se follaría a Macarena… no me sonaba el nombre por desgracia.

-Macarena eh… ¿Andaluza? Jajaja. ¿Qué nos puedes avanzar sobre ella?- Miguel iba al grano.

-Pues paciencia tío, ya la verás jajajaja. Sólo una cosa sobre ella… su hijo ya va al cole jajajajaja- Ricardo se descojonaba.

-Madre mía tío... ¿Algún día nos contarás tu secreto?- Miguel decía eso pese a tener su boda en poco tiempo. Que yo supiera, nunca le había sido infiel a Rocío.

-Jajajaja que cabrón el Miguelín... nah ya sabes lo de siempre. Moverse bien, buscar la presa adecuada... apuntar, prepararla sin prisas… ¡Y disparar!- Ricardo hizo un brusco movimiento con la pelvis mientras decía eso último, simulando una penetración.

Nos partimos el culo los tres y fuimos a la sala, mientras Ricardo preparaba lo suyo en la otra. Empezaba a manejar unos flashes… así que esta vez sería una sesión de fotos. De las experiencias pasadas, no sabía que me daba más morbo.

Si el masaje, lento, tocando cada vez más partes del cuerpo, debilitando a la presa como él mismo decía... para terminar deshaciendo a la chica del placer y follársela sin miramientos. O lo que seguramente veríamos en unos minutos: Una sesión de fotos que empezaba siendo de lencería, boudoir o temáticas similares, que continuaba con desnudo artístico y terminaba como no, en un polvo frenético.

Cabe decir que cada experiencia era distinta. Algunas chicas repetían, otras solo venían una vez (o solo las había visto yo una vez, aunque Ricardo siempre decía que no solía repetir). Incluso masajes y sesiones que no terminaban en sexo (aunque en pocas ocasiones). Otros que pese a ese día no terminar como Ricardo quería, las invitaba de nuevo y culminaba el “trabajo” ahí o en las casas de las víctimas.

Algunas chicas incluso venían directamente a follar, sin excusas ni pretextos. Otras que se resistían un poco, o por lo menos lo simulaban al empezar la sesión de fotos o masaje de forma natural... para terminar folladas. Y las que más morbo me daban sin duda, como la Rosalía del último día. Que era prácticamente inalcanzable, que venía realmente a por el masaje, sin intención alguna de nada más. Pero que finalmente, pese a sus esfuerzos, terminaba empalada como la gran mayoría de chicas que entraban en esa sala.

Apareció Macarena... y tela con la chica. Chica, mujer, madre, milf… lo que fuera aquello. Cuerpazo de gimnasio pese a la edad, que debería rondar los 40. Muy tonificada, fina toda ella y con una cara prácticamente sin arrugas, pese al paso de la edad. Esta vez por cierto, era morena. Y con un pelazo rizado que lucía muy bien.

-Le va a dar alegría a su cuerpo jajajaja- Miguel se reía lo más bajo que podía, mientras a Mauri y a mí se nos escapaba la risa también.

No sabíamos que pasaría. De hecho, Ricardo también hacía algunas sesiones sin necesidad de llegar a más. Pero evidentemente la mayor parte de clientas eran también sus presas y si nos había llamado, es que la tenía entre ceja y ceja.

Ricardo le dio algunas breves instrucciones y rápidamente se desnudó. Sin ropa era aún mejor, se notaban muchísimo las horas de gimnasio así como la dieta que seguro seguía. Sin nada de pelo en el pubis, muy bronceada seguramente de forma artificial. Se puso sobre el sofá, en las distintas posturas que le iba indicando nuestro amigo, mientras él disparaba y disparaba. Por el momento era algo más implícito, tapándose ella el pecho y con posturas donde no dejaba ver su vagina a cámara.

A los pocos minutos eso sí, ya se convirtió en algo más explícito. Casi erótico. Pechos al aire, piernas abiertas y las mil poses que podían imaginar entre ambos para ese sofá. También hicieron algunas sobre la camilla de masajes, incluso cerca del espejo donde se le reflejaba su culo, que veíamos en primera persona.

Faltaba lo bueno. La cosa fue más rápida de lo que me pensaba. Y de lo que quería. La mayoría de sesiones empezaban de forma más pausada, con más ropa. La modelo se la iba quitando con el transcurso de la sesión, hasta quedarse completamente desnuda casi siempre. Prefería aquello, algo más paulatino… me daba más morbo.

Pero llegó el plato fuerte de forma algo brusca, bastó que Ricardo ayudase a la chica a ponerse un poco de aceite por el cuerpo, para que ambos se fundieran en un morreo con sus respectivos magreos. Ese magreo con el aceite fue el detonante, aunque realmente tampoco lo necesitaba. Tenía infinitas formas de llegar a ese punto, de calentar a las chicas. Con palabras, roces, quitándose a veces la ropa para enseñar cuerpazo. Todo calculado, pero haciéndolo espontáneo.

-Joder Maca que boquita- Ricardo disfrutaba de la mamada que la chica le había empezado a hacer, con un ritmo infernal. Yo me hubiera corrido en dos minutos.

Luego la tumbó sobre el sofá como hiciera días atrás con Rosalía... y la penetró sin miramientos. Macarena gemía sin parar con su vocecita aguda. Nosotros tres ya estábamos con las pollas en la mano. Cada uno la suya, sin mariconadas.

Luego el misionero, el perrito, un 69 entre medias, para terminar con ella botando como una loca encima de Ricardo, que la agarraba de las caderas con fuerza metiéndole la polla entera a la pobre muchacha.

-Ah ah ahhh uff Riquiiiii hmm oh siii- Macarena alcanzaba el orgasmos y seguidamente, controlando siempre la situación, Ricardo le inundaba el coño de semen.

Prueba de ello, los goterones que le caían por los muslos a la chica cuando se desincorporó. Ricardo, que se las sabía todas, no desaprovechó la escena:

-A ver si a tu marido, a parte del book de fotos eróticas… le vas a traer otro regalo jajajajaja.

Macarena se partió el culo de risa, el coño ya lo tenía recién partido. Imagino que tomaba alguna pastilla o algo, el tema no era para reírse. Se terminaron de vestir ambos, Macarena se dio una ducha, a lo que Ricardo nos guiñó un ojo a través del espejo, antes de acompañar a la chica para ducharse juntos.

No sabemos qué pasó ahí, pero algunos gemidos escuchamos. No era raro que el cabrón repitiera luego en la ducha, o incluso en el comedor. Pero ahí ya no podíamos disfrutar del espectáculo.  Al rato se oyeron los pasos de ambos, se despidieron y cuando Macarena se fue, Ricardo abrió por fin esa sala secreta para darnos permiso para salir. Y como siempre, aprovechar para darnos su opinión e interesarse por la nuestra:

-Qué tal tíos. ¿Qué os ha parecido la Maca? Está buena eh y eso que ha parido jajajaja le daba polla hasta hacerle gemelos impares jajajajajaja.

CAPÍTULO 12

No había sido el mejor polvo de la historia.

Bastante corto para lo que solía ser habitual en Ricardo, sin demasiados preliminares ni tan siquiera un poquito de resistencia de la chavala. Aún así, seguía siendo un polvazo de Ricardo. Unos polvos que parecían tener denominación de origen como los vinos.

-No está mal Riqui… ¡Pero joder que a saco eh! ¿Te picaba el rabo o algo? Sueles ser más sutil, a este le has dado polla en cero coma- Miguel me había leído el pensamiento y posiblemente el de Mauri. Los 3 éramos parecidos en eso, nos volvía locos el morbo.

-Ya sabes que cada polvo es distinto, no depende solamente de mí. Aún así, estoy seguro que habéis disfrutado como años atrás. ¿Me equivoco?- Ricardo no se equivocaba, no.

-Pues sí, ha estado bien la verdad- Dije mientras los demás asentían con la cabeza. Nos sentamos al comedor todos, a tomar algo para relajarnos un poco, antes de volver a casa. Ricardo nos había dicho lo mismo que en la bienvenida, que nada de presiones. Que él iba invitando pero sin obligaciones a nada.

Pero ese mismo viernes repetimos. Los tres amigos. Aún teniendo curro por la noche, Ricardo tenía una vitalidad y energía espectaculares. Los miércoles ya los tenía guardados para eso mientras que los viernes, siempre que se encontrase con ánimo, también. Ni hablar ya de los findes, donde se seguía poniendo las botas. De dónde coño salía tanta tía.

Pasaron las semanas, llegamos al mes de Junio y todo seguía igual. Era una rutina extraña, algo distinta a la de meses atrás, pero me proporcionaba estabilidad emocional, así que no había ningún motivo para querer romperla. Yo seguía bien en mi trabajo, Aina aún mejor en el suyo. Cada vez más adaptada con sus tareas, así como con sus compañeros y su jefe Ricardo. Con él también teníamos más buen rollo con el paso del tiempo. Más quedadas los viernes, alguna caña esporádica de vez en cuando...

Los findes también quedamos más de una vez, tanto en casa de Ricardo como en la de Miguel, Mauri o la nuestra. Incluso su relación con Carla y Javi también se reforzó, invitándoles también a ellos a esas comidas. Ricardo era un buen tío sin duda, más allá de su faceta sexual… que al final era cosa de dos, no había que tratarlo de “rompe parejas” ni nada por el estilo. No obligaba a nadie a follar con él, no tenía la culpa de los lazos de los demás. Fuera de eso un gran chaval, muy amable y atento, gracioso. A Aina cada vez le caía mejor y a mí me encantaba ese buen rollo entre todos.

En cuanto a lo “extraoficial”, el club de “los tres salidos” seguíamos yendo de vez en cuando a ver los shows que nos preparaba nuestro Ricardo. Los miércoles ya estaban marcados a fuego en nuestro calendario, casi nunca fallábamos. Y algún viernes también caía, si no estábamos muy cansados. Aunque el morbo ganaba también al cansancio casi siempre.

Y con esta rutina pasamos también el mes de Junio entero. Las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina y todos teníamos muchas ganas de ellas. Sobretodo Aina que me hablaba de mil planes… y que hasta me hizo acompañarla a comprar un nuevo (o dos) bikinis para el viaje.

Fuimos un sábado por la tarde, el primero del mes de Julio, para no perder tiempo según ella. En un centro comercial donde posiblemente pasaríamos horas... con lo poco que me gustaba a mi ir de compras.

-Venga cariño y así te pillas uno tú también- Me intentaba animar Aina en el coche, camino a esos grandes almacenes.

-A mí no me líes, yo ya tengo mis bermudas y bien feliz que estoy con ellas.

-Joder que soso, ahora se lleva algo más apretadito jajaja- Me picaba mi mujer mientras me daba pellizcos, siempre juguetona ella.

Llegamos y efectivamente, se cumplieron mis pronósticos. Que si esta marca está de moda, que si bikini o bañador, que si este me hace gorda… Yo solo quería irme de ahí. Hasta me fui a la sección de hombre para dejar de escuchar un rato a mi chica.

Ahí vi un bañador, prácticamente un slip de los que hablaba Aina. Estaba muy bien de precio, el diseño negro, sobrio como me gustaba la ropa… “¿Por qué no probarlo?” pensé. Me probé el de talla M y me quedaba bastante bien. Sin marcar demasiado, que lo veía vulgar. Así que me lo terminé comprando y me lo llevaría por si acaso en el viaje. Igualmente me llevaría mis bermudas favoritas, por si no me atrevía. Volví en busca de Aina y ahí seguía, dubitativa entre varios modelos:

-Mira este bañador blanco que bonito... pff no tengo ninguno pero no sé si pillarme otro bikini o cambiar por una vez… ¿Y el color que te parece? También hay este azul. Y de bikinis, es que no me convence ningún estampado... puede que este amarillo y rojo.

Aina me enseñaba todo su arsenal. La verdad es que me daba igual, seguro que quedaban bien todos. Bueno el amarillo y rojo… no sabía si era la mejor época para algo así y pasar desapercibidos.

-No lo sé cielo, pruébate el bañador este a ver qué tal te queda y si no te convence pues vas a lo seguro y ya. Un bikini sabes que siempre te quedará bien- Yo intentaba desencallar el tema mientras Aina miraba y miraba prendas.

-Venga vale. Y lo de quedar bien claro, ay si fueras chica... ¿Y qué color te mola más? ¿Este blanco o busco alguno más? Había algunos estampados también de otras marcas- Ella seguía indecisa y yo seguía hasta los huevos.

-Sí sí, este blanco va a juego con… el blanco de tus ojos jajaja- Fue lo más “ingenioso” que se me ocurrió en ese momento, sin tan siquiera mirar el bañador ya que estaba con el móvil intentando hacer el rato más llevadero.

-Serás imbécil… mira hay este negro también, a ti que te van más los colores “sosos”- Dijo pronunciando bien lo de sosos. Y se fue a probárselo.

La acompañé dentro, no se fuera a enfadar. Se quitaba su ropa y como si fuera la primera vez que la veía desnuda, me excitaba a mil. Esa piel blanca, que se oscurecía un poco al ir a la playa. Pese a tener esa piel, con buena protección el sol no le dañaba y le dejaba un color estupendo, prácticamente rosado. Muy natural y bonito,

Ese culo redondo, esa bonita espalda… le veía sus grandes pechos de perfil y me entró un hambre increíble. No éramos demasiado atrevidos para hacer sexo en público. Ella era bastante cortada y yo tampoco la presionaba, así que nunca pasó nada tan excitante como follar en un probador o en algún baño… éramos muy tradicionales en eso.

Se terminó de poner el bañador negro y la verdad que le quedaba genial. Demasiado apretado para mi gusto, con un escotazo increíble que dejaba ver la mitad de sus pechos. La tela se le metía por el culo dejando también prácticamente todo al aire… y por delante no se marcaba nada de milagro.

-¿Qué te parece cari?- No sabía qué contestar a aquello. Realmente le quedaba genial, su talla justa (demasiado justa) y que la hacía aún más buenorra de lo que ya estaba. No me consideraba demasiado celoso… ni lo quería parecer. Pero uno es como es.

Y más teniendo a una mujer así de buena en tantos aspectos. Siempre había estado un poco a la defensiva, pero con control. No me gustaban algunas miradas, algunas aproximaciones de tíos hacia ella. Pero siempre me había sabido controlar y aparentar normalidad. Confiaba en ella y nunca me había dado ninguna señal como para desconfiar, tan siquiera vestía extremadamente provocativa, simplemente sexy.

-Pues que quieres que te diga… algo justo lo veo pero no sé… ¿Tú cómo te ves? Eso es lo importante- No sabía si ser sincero, si quedar bien… al final un poco de todo.

-No me jodas Mario. ¿Justo? ¡Yo creo que me va ni que pintado! Vamos se ajusta perfectamente a mi cuerpo, me realza el pecho… no sé. Pero si quieres busco un bikini si no lo ves bien- Se la veía encantada con ese bañador, pero tampoco quería incomodarme.

-Bueno vamos a mirar a ver qué más hay- Había salido airoso de la situación y sin sentirme culpable.

Volvimos donde estaban esos bañadores para dejarlo, mientras Aina buscaba más modelos, pero ninguno le terminaba de convencer. Yo estaba cada vez más cansado, me agotaba eso de esperar de pie sin hacer nada. Con lo rápido que había elegido yo.

-Pff yo que sé. ¿Cuál me recomiendas? ¿Ayúdame un poco no?- Aina se empezaba a impacientar también. Y aunque tenía muy buen carácter… cuando se enfadaba había que ir con cuidado.

-Pues la verdad es que son un poco feos estos estampados- Le dije con toda la sinceridad que tenía, a veces demasiada.

-Joder Mario... ¡Pues no sé qué puto bikini coger ya!- En efecto, la había cagado con mi comentario anterior y ahora Aina estaba un poco irritada...

-A ver Aina, si no te gusta ninguno pues cógete el bañador de antes. ¿Qué quieres que te diga?

-Es que joder tío... No te gusta ese, pero tampoco estos, al final iré en bolas- Aina ya empezaba con sus paranoias.

-Si no te he dicho nada jolín… el que te guste lo coges y ya, seguro que te queda genial cualquiera- Y yo… yo seguía recogiendo cable.

-Pues mira el bañador… y creo que el blanco que he visto antes mejor. Así cambio un poco de colores tan sosos y sin estampados que no te gustan- Cogió el bañador blanco, del mismo modelo del que se había probado negro y se fue a pagarlo.

Ni se lo probó ni nada y aunque era el mismo modelo, el color era el contrario. De un estampado oscuro a ese totalmente blanco sin ninguna decoración más allá de los bordes negros pero muy sutiles. Ella nunca había llevado una prenda de baño blanca que yo recordara, no sabía si quedaría bien con su piel… pero ya lo había comprado. Volvimos a casa sin hablar demasiado y por suerte la semana transcurrió con más normalidad, sin levantar el hacha de guerra y cada cual con sus rutinas diarias. Tenía pensado decirle que se probara en casa ese nuevo bañador, por si había que devolverlo… pero prefería callarme y mantener la situación calmada.

La siguiente semana ya era la última antes del viaje, así que ese viernes nos reunimos todos en el local de siempre para la mini despedida con Javi, Carla y algunos otros amigos que frecuentaban el sitio aunque no tuviéramos una relación tan estrecha.

Al final era una excusa como cualquier otra, tampoco íbamos a la guerra. Pero así animábamos también a salir a Javi y Carla, que no se despegaban de su casa ni con agua caliente. No eran muy activos pero cuando se soltaban se animaban algo más, sobretodo Carla que como mi mujer, no solía beber mucho y cuando lo hacía se desmadraba un poco. La velada transcurría de forma habitual, charlando, bebiendo… haciendo el tonto. También hablamos un poco del viaje, aunque no queríamos pasarnos para no incomodar a Carla y su pareja, que no habían sido invitados.

Ricardo era bastante sobón, tanto yo como mis amigos lo sabíamos desde la facultad. Sobón y ligón, pero de buen rollo. Siempre respetando a las amistades. Pero Javi no sabía eso, apenas había coincidido con él y ese día, desconozco el motivo, nuestro amigo ligón charlaba bastante con Carla. Javi parecía inquieto, mirando siempre hacia esa zona donde estaban ambos. No hacían nada, Ricardo simplemente había ido a buscar unas bolsas de hielo a la nevera y por el camino charlaba con Carla, a la que tiró un pequeño trozo de ese hilo al escote. No acertó, pero cogió otro trozo y otro hasta encestar en esa improvisada canasta.

Eso no pasó inadvertido a ojos de Javi, que avanzó unos metros hasta esa posición para encararse con Ricardo:

-Oye tío ya basta, que mi chica no es una diana.

-¡Tranqui colega! Solo estamos pasándolo bien… anda siéntate con los demás y disfruta- Ricardo no se tomaba en serio la reprimenda de Javi. Realmente no se tomaba en serio casi nada.

Los minutos pasaban volando, había ya menos gente y la única que atendía era Daniela, la novata. Lara iba de aquí para allí mientras que Ricardo no estaba visible.

-Joder me cago en la madre que parió a Ricardo. ¡Faltan hielos!- Gritaba Lara desesperada.

-Voy un momento a la nevera a coger unas bolsas no te preocupes- Me ofrecí, ya que los demás no parecían muy por la labor.

No te preocupes Mario ya voy yo- Me dijo, aunque la terminé convenciendo ya que andaba ocupada atendiendo a los clientes.

Me fui camino a la nevera, que estaba en una sala apartada tras una típica puerta donde ponía que solo podían acceder los empleados. Ahí estaba la nevera, bebidas y demás menesteres necesarios para el local.

Entré y empecé a escuchar unos ruidos… parecían gemidos aunque muy bajos. Entonces entendí porque Ricardo no estaba atendiendo. Aunque era raro que se llevara a alguien ahí, con el riesgo de ser descubiertos y antes de cerrar el local. Semanas atrás le pillé en el baño, pero tras cerrar todo. ¿Y quién sería? ¿La jefa otra vez?

No, no era la jefa. Giré una pequeña esquina y la que estaba sentada encima de Ricardo, ambos en una silla de plástico, ella dándole la espalda y botando como una posesa sobre su polla, con minifalda y camiseta pero con el tanga en el suelo… Era Carla.