Producción láctea
La vida de una mujer en una granja especial
Producción láctea
Britt ni siquiera podía recordar desde cuando estadba en la granja… Parecía darle lo mismo mientras la máquina de ordeño le succionaba sus pezones… Ella estaba muy feliz de pasar un buen rato.
Hace un año, Britt era como la mayoría de mujeres, viviendo una vida perfectamente normal, pero en su mente había una necesidad de someterse, de dar su cuerpo, su vida incluso, a alguien que la aceptase a dominarla.
Casualmente ella se cruzó en el camino de la que sería su Ama... Britt estaba en el bullicio de una cafetería y no se había fijado, pero su Ama si se había fijado en ella y había notado que tenía una sonrisa preciosa... Por eso, la mujer caminó tranquilamente hacia su mesa y de forma suave y sensual, le entregó un papel y le dijo antes de irse:
- “Llámame esta noche.”
A partir de este momento, Britt cambiaría el sentido de su vida.
Dos semanas después, Britt se había ido fuera de Londres, lugar donde vivía su futura Ama... En los últimos días había escuchado atentamente lo que su ahora Ama le había dicho y ella se había tomado su tiempo para pensarlo y al final decidió aceptar... Ni siquiera sabía qué había elegido su Ama para ella.
Cuando Britt llamó la puerta de su casa y, al abrirse, vio parada frente a ella a su Ama, se le empañaron los ojos de lágrimas.
Al entrar, Britt tuvo que desnudarse ante una sirvienta esclava que cogió su ropa y la puso en una bolsa de plástico para tirarla más tarde... La sirvienta esclava no llevaba nada más que un delantal de criada que estaba empapado debido a la mordaza que mantenía su boca abierta todo el tiempo... Sus movimientos parecían lentos y una corriente eléctrica parecía fluir a través de ella... Su Ama notó que Britt la miraba y se lo explicó.
- “No te preocupes por ella... Nació para servir... Y la cuido, asegurándome de que ella sólo haga eso, servir... Además, está muy feliz de estar aquí... Con cada movimiento ella siente que lo está haciendo... En el mundo exterior podrían llamarlo lavado de cerebro… Yo lo llamo su libertad.”
Acarició suavemente la nalga de la esclava.
- “Nada me hace disfrutar más, que tener una esclava feliz.”
La Ama se alejó y Britt la siguió, entrando en una espaciosa sala de estar y se sentó en un sofá donde yacía una mujer voluptuosa… Britt tardó apenas unos segundos en darse cuenta de que la mujer no tenía ni brazos, ni piernas.
El Ama puso su cabeza en ella cómo si fuese su almohada y acarició suavemente el calvo coño de la mujer... La esclava almohada cerró los ojos y gimió suavemente… Qué vida más dura, pensó Britt para sí misma, siendo un cojín... Pero la expresión feliz de su cara era fácil de entender que estaba muy a gusto así.
Cuando se arrodilló al lado de su Ama, otra esclava salió de la sombra, se apoderó de sus tacones y le chupó los dedos de los pies con avidez… Su Ama se arqueó un poco hacia atrás mientras se tomaba el tiempo para explicar todo.
- “Esta es mi pequeña Xana... Aquí hago yo las reglas y lo bueno es que a todas les encanta seguirlas... Hay todo tipo de esclavas en mi propiedad… Ya has visto a las criadas esclavas cuyo mayor placer en su vida es servirme.”
“También tengo esclavas muebles que pasan sus vidas como mesas, cojines o cualquier otra cosa que desee.”
- “Xana es adicta a mis pies... Ella los cuida de la manera más agradable, para las dos… Ella también cuida mis zapatos y duerme muy feliz entre ellos todas las noches.”
La Ama retiró el pie de la boca de Xana y le dijo:
- “Traeme un nuevo par y luego cuida de estos.”
La esclava se va en busca de un nuevo par de zapatos con tacones altos, mientras ya va lamiendo con su lengua las suelas de los zapatos que se acaba de quitar su Ama.
Britt reflexionó sobre cómo su Ama le enseñó toda la granja y cómo finalmente está de acuerdo con la decisión que ésta toma para ella... De eso ya hace mucho tiempo, pero lo recuerda muy bien... Ella va al granero como animal de ordeño.
Ahora los brazos y las piernas de Britt están amarrados en unas apretadas correas de goma... Le insertaron una pequeña manguera de goma en su uretra y se le drenó… Su orificio anal también ha sido tapado... De esa manera el granero siempre estaba limpio.
Con el tiempo, sus pezones habían sido muy estirados y ahora medirían casi 10 centímetros... A ella le gustaba admirar el crecimiento de sus tetinas a pesar del sufrimiento que le producía.
Más abajo, su clítoris sobresalía... Desde que fue enchufada a la máquina se le masturbaba y estiraba para que se corriese mientras era ordeñada, lo que se decía que mejoraba la calidad de la leche que producía... Por la noche, le ponían un arnés de acero para que no se pudiera tocar a pesar de ponerle manoplas en las manos.
A veces, cuando hacía buen tiempo, se les permitía salir del establo bajo supervisión… Siempre era emocionante estar al sol viendo a las chicas realizar ejercicios de entrenamiento.
Pero al final, Britt estaba más feliz cuando la condujeron de nuevo a su sitio... Y la hacía sentirse muy feliz pensando que probablemente se quedaría en el granero por el resto de su vida.
Al otro lado del granero, los criadores tenían mujeres vacas para ser inseminadas una y otra vez, escuchándose sus bramidos durante la noche.
A diferencia de las vacas lecheras, que se mantenían en su lugar mediante una cadena a través de sus collares de acero, los criadores les proporcionaban hormonas a esas mujeres vacas para garantizar el éxito de su preñado.
Estas mujeres vacas eran analizadas diariamente para conocer su grado de fertilidad e identificadas por el nombre de la marca que cada una llevaba marcado a fuego en su nalga... Para la cópula se las lleva a un artilugio llamado caballo de sierra, que está acolchado.
Un veterinario supervisa el proceso de preñado de las mujeres vacas utilizando sus instrumentos a la vista de todos... Una vez montada repetidas veces por un macho o varios machos según decidía el veterinario, la vaca volvía al rebaño donde se recuperaría de las múltiples folladas que le daban... Si era una vaca buena criadora, podría unirse con las criadoras del año próximo pero en caso contrario su destino era incierto y decisión final de la Ama.
Las vacas criadoras, una vez inseminadas, colgaban boca abajo del techo, completamente cubiertas de un traje de goma sin costuras al presuponer que esto tenía un efecto positivo sobre las hormonas... El traje tenía tan sólo un pequeño orificio por donde salía el clítoris, que era estimulado continuamente provocándoles orgasmos tras orgasmos hasta dejarlas totalmente agotadas... Este procedimiento solía durar 24 horas con perdida de vista, sonido y tacto.
Britt se estremeció aquel día, ante la idea que le propuso su Ama de ser una de las vacas lecheras... Y ella acepto, encantada.
Cuando llegaron por primera vez las sirvientas de leche para recoger el primer ordeño del día, Britt oyó el sonido de los tacones de aguja de su dueña mientras caminaba por el granero para su revisión diaria.
El corazón de Britt daba un vuelco todos los días cuando su Ama se detenía frente a su cara que apenas podía levantarla... Era entonces cuando ésta le levantaba la cabeza a Britt y la miraba sonriendo, acariciando su cabeza suavemente, mientras las criadas lecheras le recogían su leche recién ordeñada y se la ofrecían al Ama para que se la bebiera mientras la miraba.
Mientras esto sucedía Britt sentía que detrás de ella alguna vaca ya improductiva le lamía su coño provocándole orgasmos seguidos para así conseguir una mejor producción y calidad de su leche, siempre con la sonrisa de su Ama, que complacida se deleitaba con todo esto.
Antes de seguir adelante, la Ama estampo un beso en la frente de Britt y se fue paseando tranquilamente por el granero... Cuando se marchaba, aunque no la podía ver, sintió una palmada en su culo en señal de despedida... Mañana volvería a repetirlo hasta que se cansara de ella y su lugar lo ocuparía otra, como así pudo ver.
Britt se balanceó suavemente con el ritmo de la máquina de ordeño extrayéndole toda la leche hasta dejarla seca... Era una vaca lechera feliz.
Con el paso del tiempo dejó de producir leche y se volvió inútil... Cuando esto sucede, algunas de ellas se quedaron y se les permitió correr libremente dentro del granero para lamer el coño a las otras vacas... Otras, al desempeñar mal este trabajo fueron vendidas a burdeles.
Para evitar eso le suceda pronto, Britt se afana el lamer todo lo mejor que puede al mayor numero de vacas y darles el placer necesario para que el supervisor esté contento con ella, a pesar de tener que trabajar más de 18 horas al día, muchas veces ante la presencia de su Ama, que la amenaza por holgazana.
Ella sabe que su triste final será terminar siendo vendida a burdeles cada vez deplorables hasta que llegue el momento de ser trasladada a suburbios negros de África o América.
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