Problemas en el embarazo
Jimena, informada de que el bebé que tiene dentro de ella puede sufrir problemas por culpa de su insatisfacción sexual, decide buscar a una amiga policía para convertir sus fantasías en realidad (contiene bastante dominación)
Jimena salió de su centro de trabajo con la certeza de que no regresaría a él hasta dentro de unos meses. La mujer, que ya estaba cerca de los 40 años sabía que aquella podía ser su última oportunidad de engendrar un hijo sano y desde luego no estaba dispuesta a que su vida laboral pudiese afectar al descendiente que estaba creciendo dentro de ella desde hacía casi 7 meses.
Sus jefes habían manifestado algunas reticencias a concederla la baja, ya que Jimena no ejercía ninguna profesión de riesgo para compatibilizar su estado con la vida laboral, era contable. Pero después de insistir a sus superiores con el argumento de que una mujer de su edad necesitaba reposo para dar a luz a un niño sano, y que los doctores a los que había acudido apoyasen su versión, por fin lo había logrado.
Lo primero que Jimena hizo cuando llegó a su casa fue sentarse en el sofá dejando sus pies sobre la mesa del salón al tiempo que acariciaba su tripa con cariño, estaba deseando que el pequeño que llevaba dentro saliese de ella para hacerla la vida un poco más feliz.
Jimena vivía sola, se había divorciado hacía tres años de su marido porque este se negaba en redondo a tener hijos. La mujer había tratado desde su separación de encontrar algún hombre con el que poder crear una familia, pero su reloj biológico corría en su contra y ninguno de los candidatos que se la presentaron era para tirar cohetes, con lo que Jimena había optado por la solución más segura de tener un niño sano: la inseminación artificial.
Aquella decisión no le había sido sencilla de tomar, no le hacía mucha gracia criar a su hijo sin un padre, ya que sabía que tarde o temprano el niño le preguntaría por él. Pero la necesidad de ser madre era demasiado grande como para resistirse a ella, y finalmente después de unas semanas de intensa duda decidió decantarse por ese proceso.
El teléfono interrumpió el momento de relax de Jimena, haciendo que esta retirase sus manos de su voluminosa tripa para apagar la mini-cadena en la que había puesto música clásica para su bebé.
- Dígame- dijo Jimena.
- Hola Jimena, soy Clara, tu ginecóloga.
- Sí, hola Clara, ¿sucede algo?
- La verdad es que sí, te puedes pasar por mi consulta. Estaré durante toda la tarde. Cuando llegues avísame y entrarás directamente.
- Muy bien.
Jimena, que tenía una buena relación con su doctora sabía perfectamente que lo que le iba a dar no eran buenas noticias, con lo que no dudó en levantarse de su hora de relax para encaminarse hacia la consulta de su médica.
La mujer, que había salido atropelladamente de su casa tuvo que atusarse un poco su larga melena de pelo negro y colocarse correctamente el vestido pre-mamá de color azul que se había comprado el mismo día que se había enterado que se había quedado embarazada.
Pese a que había engordado bastante en los últimos meses, como era natural, Jimena seguía viéndose bonita, era una mujer bastante alta, de curvas más acentuadas de lo normal debido a su estado, de piel morena, como correspondía su Colombia natal, dos filas de dientes blancos y perfectos…
Jimena vio el semblante serio, tirando a triste que llevó desde el quinto piso en el que vivía hasta el primero, momento en que dentro de ella sintió una patada de su niño, y pese a que la dolió la hizo sonreír y acariciar la zona golpeada.
- No será nada grave, y si lo es no te preocupes porque mamá hará lo que sea necesario por solucionarlo- dijo dirigiéndose al pequeño.
La mujer se desplazó hasta el hospital en transporte público, desde que su barriga había comenzando a notarse la mujer había decidido prescindir de su vehículo privado siempre que la fuese posible.
Jimena subió por el ascensor hasta la segunda planta donde se encontraba la consulta de Clara. La mujer se dispuso a llamar en cuanto llegó, pero la puerta se abrió antes de que eso sucediese para dejar paso a una paciente y a su doctora de confianza, que la recibió en cuanto la vio ante las miradas de enfado de las tres mujeres que esperaban en la sala de espera.
- ¿Qué sucede, Clara?- preguntó la mujer antes siquiera de sentarse.
- Hay problemas en el feto- dijo la doctora calmada- no son excesivamente importantes pero si no les ponemos solución podrían serlo.
- ¿Cómo se solucionan esos problemas?- preguntó dispuesta a lo que fuese.
- Normalmente esta clase de problemas que desarrollan en el feto es por estrés de la madre ¿hay algo que te preocupe especialmente? ¿problemas en el trabajo?
- No, todo va bien- dijo la mujer que había tenido unas jornadas de lo más normales en su puesto de trabajo.
- ¿Algún vicio que hayas tenido que dejar por el embarazo y que te esté produciendo ansiedad?
- Ninguno- dijo la mujer.
- ¿Hace mucho que no tienes relaciones sexuales?- preguntó provocando un pequeño sonrojo en la mujer.
- Bastante, no he tenido desde hace casi un año- confesó la mujer.
- ¿Sientes deseos sexual?- preguntó la doctora de nuevo.
- Bastante, pero me alivio en solitario- contestó la mujer.
- ¿Aplaca completamente tus deseos?
- No tanto como me gustaría- dijo la mujer.
- Creo que ese puede ser el problema- dijo la mujer- tanto a los hombres como a las mujeres la ausencia de sexo satisfactorio nos puede producir estrés, a mí me pasó cuando estuve embarazada de mi primer hijo y para ponerle solución traté de cumplir alguna de mis fantasías sexuales, estoy segura de que tienes alguna.
- Como todo el mundo- dijo la mujer- pero no tengo pareja.
- Pues búscala, o pídeselo a algún amigo soltero o acude a algún gigoló, pero como no le pongas fin a ese estrés las consecuencias pueden ser graves para el feto- le dijo seriamente.
- Le pondré solución- dijo la mujer levantándose de la silla y caminando hacia la puerta- muchas gracias Clara.
El saber que su calenturienta cabeza estaba produciendo un daño a su descendiente hizo que Jimena se sintiese profundamente culpable, hasta el punto que lo de necesitar encontrar quien aliviase su deseo sexual comenzó a causarla más estrés.
- Esto no puede seguir así- dijo Jimena con la voz nerviosa cuando llegó a casa, para descolgar el teléfono y llamar a su amiga Arancha, la mujer habló en cuanto escuchó como los tonos eran interrumpido- Arancha, tienes que ayudarme ¿podemos quedar esta noche?
- Claro, ¿qué sucede?- preguntó la mujer un tanto preocupada.
- La médica me ha dicho que hay problemas con el feto y creo que podrías ayudarme.
- Claro, para lo que necesites, Jime.
La mujer colgó el teléfono después de agradecer a su amiga su buena voluntad, sin estar del todo segura de que esta pudiese cumplir la fantasía que desde hacía unos meses se había instalado en su cabeza y no había parado de calentarla, haciendo insuficientes sus intentos de darse placer ella misma.
Jimena, pese a que sabía que su ansiedad dañaba a su feto no logró controlarse y esperó con emoción el momento de salir de casa para presentarse en la casa de su amiga.
Arancha vivía bastante cerca de su casa, de tal forma que la embarazada no tuvo problema en recorrer el camino que separaba sus viviendas a pie, portando una pequeña bolsa que haría, que si su anfitriona aceptaba, la cosa se pusiese mucho más excitante.
Arancha no tardó en recibir a su invitada que llegó unos pocos minutos antes de lo que ella esperaba. La anfitriona era una mujer alta de pelo largo y negro, cuerpo esbelto y bastante atlético y de poco más de 25 años. La amistad de las dos mujeres venía de casi 5 años atrás, cuando la joven entró a trabajar de auxiliar administrativo en la gestoría en la que trabajaba Jimena, encargándose esta de que la muchacha se adaptase lo mejor posible.
- Pasa, estaba haciendo la cena, supongo que te quedarás a cenar- dijo Arancha dejando el camino a su amiga.
- Ahora no tengo mucha hambre.
- ¿Han sido muy malas las noticias de la doctora?- preguntó la chica interesada mientras ayudaba a su invitada a quitarse la chaqueta.
- Bastante malas, hay problemas en el feto la doctora me ha dicho que es posible que se solucionen si tengo alguna relación sexual satisfactorio- Arancha la sonrió al oírlo.
- Ojalá todos los problemas se solucionasen así de fácil- comentó sentándose en uno de los sillones del salón ante su amiga- Y supongo que vienes para que te presente a alguno de mis amigos.
- Me temo que no, estoy segura de que son estupendos, pero no es lo que me llenaría- dijo Jimena tratando de buscar la forma más adecuada de expresarla su deseo a Arancha.
- Te aseguro que algunos de dejarían muy llena- dijo jocosamente.
- Verás es que llevo alguno meses con una fantasía sexual que no hace más que calentarme- Arancha al oírlo clavó sus codos sobre sus muslos y apoyó su cara sobre sus manos expectante- fantaseo con se atrapada por una mujer policía y que me someta a toda clase de registros, humillaciones y sexo- dijo en voz alta, sin poder evitar que un intenso rubor invadiese su rostro- te aseguro que si hubiese otra forma no te lo pediría…
- Lo haré- le interrumpió Arancha- nunca he probado a tener sexo con una mujer, pero si esto hará que tu deseo sea aplacado lo haré.
- Muchas gracias Arancha, no se como te podré pagar este favor- dijo Jimena sin poder contener las lágrimas ante su amiga.
- Para eso estamos las amigas, descríbeme hasta donde quieres que llegue con este juego.
- El trato más duro, tanto físico como psicológico, que seas capaz de darme, siempre con cuidado con mi barriga- dijo la mujer acariciando su tripa.
- Muy bien, ve desnudándote mientras voy a ponerme el uniforme- dijo Arancha levantándose para encaminarse a su habitación- Cuando regrese ya no seré Arancha tu amiga, sino una severa agente de la ley, si algo va mal durante el juego solo tienes que decir “me rindo” y pararé.
- Muy bien- contestó Jimena deseosa de comenzar.
En cuanto Arancha se marchó a su dormitorio para preparase, la embarazada comenzó a desprenderse de todas sus prendas de ropa hasta que estuvo completamente desnuda. Jimena se plantó delante de un espejo que había en una de las esquinas del salón para admirar su cuerpo que estaba dotado de unas largas piernas, un sexo depilado y húmedo en aquel momento, una gran y dura barriga y unos pechos grandes e hinchados coronados por unos pezones de amplias aureolas marrones. Ya antes del embarazo sus senos eran la parte de su cuerpo de la que se sentía más orgullosa, nunca había imaginado que el quedar preñada haría que viese a sus pechos aún más atractivos después de que estos ganasen volumen y dureza.
- ¿Crees que voy a estar persiguiéndote por la sala, perra?- preguntó una voz proveniente de la puerta por la ha había salido Arancha.
Jimena se giró al momento para encontrarse a su amiga vestida con su uniforme de trabajo. Su anfitriona lucía unos pantalones largos y una chaqueta de color azul marino, bajo la que llevaba una camisa blanca. Jimena pudo apreciar que su amiga, pese a que aquello era un juego se había puesto su cinturón, en el que llevaba su porra, sus guantes y su emisora de radio amén una gorra con la que había cubierto su larga melena de pelo negro, dejando una coleta salir por detrás.
- Lo siento agente, es que estoy un poco nerviosa- dijo acercándose a la poderosa policía, para recibir una dura mirada de esta.
- Me importa una mierda que estés nerviosa perra, si no ocultases nada no deberías estarlo- le dijo haciendo que la excitación de Jimena creciese- ahora pon las manos sobre el respaldo del sillón y separa bien las pierna.
- Sí agente- dijo la mujer sumisamente colocando sus sudorosas manos sobre el lugar que su amiga le había ordenado, para a continuación separar las piernas.
- Las quiero más separadas, zorra.- ordenó Arancha inflexible sacando su porra y golpeando con escasa fuerza la cara interior de los muslos de su retenida-Ahora veremos lo que escondes- dijo la policía enfundando su mano derecha en un guante de látex.
Sentir la mano de su mejor amiga explorando su sexo hizo que Jimena comenzase a lubricar de una forma aún más abundante, lo que ayudó a que Arancha pudiese comenzar a meter dedos en el caliente sexo de la colombiana.
- Parece que por aquí está todo en orden- dijo la anfitriona una vez metió su mano entera en el sexo de su amiga- pero parece que te has calentado demasiado ¿es que te gusta que te cacheen, perra?
- No agente- mintió la mujer- es que tengo una vagina muy sensible y reacciona ante cualquier caricia.
- Me gustan las vaginas sensible, pero creo que tú estás tan mojada porque eres una guarra- dijo Arancha acercándose a su retenida hasta poner su boca sobre el oído de la mujer- ¿Quieres que te haga correrte, zorrita?
- Sí, por favor agente- pidió la mujer excitadísima.
- Lo haré, pero tienes que pedírmelo de una forma muy cerda.
- ¡Por favor agente, esta puta preñada le implora que me haga acabar tocando mi coño de perra viciosa, con sus expertas manos!- Suplicó sintiendo como el rubor invadía sus mejillas, muchas veces se había imaginado humillándose a si misma por sexo, pero nunca había dicho aquellas palabras en voz alta.
- Vas a ser una mamá muy pervertida, pero realmente me has puesto caliente- admitió Arancha acariciando el mojado sexo de la mujer, para acabar dándola un par de potentes azotes sobre su moreno trasero-la pena para ti es que nunca pensé en darte ese órganos, solo quería ver lo cerda que eres.
- Pero…- pero antes de que la Jimena continuase hablando recibió un nuevo correctivo traducido en 4 nuevos azotes.
- Solo hablarás cuando se te pregunte, si no quieres que me ponga dura de verdad- dijo Arancha comenzando a desprenderse de su chaqueta y camisa, para quedar tan solo con un sujetador blanco que cubría sus medianos y firmes pechos de piel clara, como el resto de su cuidado abdomen, que pese a no estar musculado se presumía muy duro- Quizás cuando termine mi registro me anime y juegue un rato contigo, pero de momento tengo otra zona que tengo que registrar- comentó separando las grandes nalgas de su amiga para dejar totalmente desprotegido su ano.
Jimena respiró hondo, nunca antes había sido explorada analmente por nadie ni siquiera por ella misma. La embarazada siempre había tenido en su cabeza asociado el sexo anal con el dolor y por aquel motivo le daba bastante miedo aquella práctica.
Pero pese a sus dudas Jimena no dijo nada, estaba muy excitada con la situación que estaba viviendo con Arancha y estaba segura de que si comenzaba a protestar su amiga se descentraría de su labor.
Después de lubricarlo Arancha introdujo sin ningún cuidado su dedo índice, haciendo a su invitada gemir de dolor, pero ese dolor se fue diluyendo a medida que la policía movía su dedo en su interior.
La anfitriona, que notó perfectamente el momento en que su invitada comenzaba a gozar decidió no darla tregua y meterla un nuevo dedo cada vez que la mujer se acostumbraba al número de dedos que llevaba en su interior, así hasta que introdujo todos los de su mano derecha salvo el pulgar.
- Parece que por aquí está todo en orden también- dijo Arancha sacando su mano de golpe para desprenderse del guante de látex y tirarlo al suelo.
- ¿Ya me puedo marchar, agente?- preguntó Jimena deseando una respuesta negativa.
Arancha al oírlo agarró con fuerza la larga melena de pelo negro de su invitada, haciéndala cambiar de posición hasta tenerla cara a cara para pegarla un par de fuertes bofetadas sobre su mejilla izquierda.
- ¿Te hice alguna pregunta, puta?- preguntó la anfitriona autoritaria.
- No, agente- dijo la mujer acariciándose la mejilla golpeada, no había sido abofeteada desde que era niña. Era una sensación humillante- lo siento, no se repetirá agente.
- Así lo espero, cerda ¿Esas tetas son naturales?
- Si, lo son- dijo la mujer.
- Son demasiado grandes incluso para una mujer embarazada, podrías estar pasando cosas de contrabando en tus implantes. Pon tus manos en la nuca y no las quites de ahí hasta que termine de comprobar si son de verdad.
Viendo lo caro que le había costado tan solo decir una frase sin ser preguntada hizo que Jimena colocase sus manos como Arancha le había ordenado, no quería imaginarse el castigo que esta le infligiría si no obedecía una orden directa.
Las manos de Arancha palparon los grandes e hinchados senos de la embarazada, haciéndola gemir de dolor al principio, pero acostumbrándose rápidamente al duro trato de su amiga, el cual después de unos minutos comenzó a proporcionarla placer.
La policía en aquella ocasión no vio con malos ojos que su detenida estuviese disfrutando, y siguió acariciando los grandes y endurecidos pezones marrones de Jimena, gustándola tanto el tacto de estos que términos por probarlos pasando su lengua con rapidez sobre ellos y terminando por succionar de ellos en busca de leche, pero sin conseguir nada.
- Parece que tus tetas son de verdad, ahora solo queda ver tu equipaje para confirmar que todo esta correcto- dijo Arancha dejando a Jimena sobre excitada para agarrar la bolsa que su amiga había llevado.
Arancha, que a juzgar por la dimensión de la bolsa creía que habría más de un artículo, se sorprendió al encontrar tan solo unas correas alrededor de un dildo largo de algo más de dos palmos, con un extremo bastante más ancho que el otro y de un color rosa muy llamativo.
- Parece que a la perrita le gusta jugar, ¿con quien tenías intención de usar esto, putón?
- Con mi novia, agente- inventó la mujer.
- Ahora está muy caliente, ¿verdad?
- Sí agente, estoy ardiendo.
- Muy bien mi putita morbosa, ahora quiero que vengas a mí y que me desnudes para que te folle y te quite todo ese calor- ordenó Arancha dando una alegría a su invitada que avanzó rauda hasta ella.
Jimeno no dudó un momento en acercarse a su amiga para comenzar a quitarla el sujetador y liberar sus redondos y duros senos con unos pequeños pezones marrones que la embarazada no se atrevió a lamer por temor al castigo que esto pudiese suponerla.
La mujer clavó las rodillas en el suelo para comenzar a deprender a la policía de sus botas y pantalones para continuación quitarla sus braguitas blancas, las cuales dejaron libre un pequeño sexo bastante mojado, de labios rosados y un clítoris bastante grande. Jimena lo miró con deseo tratando de contenerse para no lanzarse sobre él para comérselo, pero Arancha al verla tan dubitativa le agarró de la nuca y hundió la cara de su prisionera en su sexo.
La embarazada, que nunca había dado sexo oral a otra mujer, metió su lengua hasta el fondo de la vagina de su amiga sin ningún pudor, logrando sacar de esta exclamaciones de placer.
- Vaya lengua que tienes, puta- dijo Arancha extasiada de placer alejándose de su amiga para comenzar a enfundarse el consolador de correas.
Con ayuda de su invitada, la policía logró introducir en su sexo el extremo más fino del arnés, para a continuación agarrarla de los pelo y mirarla cara a cara.
- Bien, perra. Como tengo muchas ganas de follarte y estás muy mojada creo que nos saltaremos los preliminares. ¿Quieres que te folle de alguna forma especial?- preguntó Arancha que veía a su amiga ultra-excitada.
- Sí agente, me gustaría que me dejase cabalgarla para que tenga que hacer yo todo el trabajo y también me gustaría que me esposase y que se pusiese su camisa y su placa- Arancha sonrió durante una décima de segundo antes de hacer un rápido movimiento en el que se colocó a la espalda de Jimena para retorcerla un brazo.
La embarazada gimió de dolor al sentir la fuerza de su amiga mientras que esta recogía sus esposas del suelo y se las ponía entorno a sus muñecas, para agarrando firmemente su brazo derecha llevarla hasta su habitación.
Jimena quedó esposada en soledad unos minutos en la habitación de Arancha, mientras que la dueña de la casa se ponía en el salón su camisa blanca y su placa.
- Bien perra, ya puedes venir a hacerme gozar- dijo la policía en cuanto entró en la habitación en la que Jimena le esperaba, dando un salto para quedar bocarriba sobre la cama, con el imponente dildo dispuesto a ser tragado por el sexo de la preñada.
Jimena, llena de inseguridad al no poder usar los brazos subió a la cama lentamente apoyando sus rodillas sobre el colchón. Arancha al ver las dificultades de esta le agarró de la cintura para que se sintiese más segura y le ayudó a introducir el arnés en el húmedo sexo de la embarazada.
La policía, al ver que la mujer mostraba cierto reparo a la hora de ser penetrada por el dildo, ejerció más fuerza sobre las caderas de su invitada, para que esta en pocos segundos gimiese de placer, al tenerlo profundamente clavado, y comenzase a botar al ritmo que su anfitriona le indicaba.
Arancha, una vez satisfecha con la velocidad con la que su amiga botaba, le quitó las manos de las caderas para poner ambas sobre los hinchados pechos de Jimena, y centrarse así en pellizcar y acariciar los grandes, marrones y suaves pezones de esta, provocándola sensaciones que se reflejaban en su rostro y que motivaban a Arancha a seguir combinando placer y dolor sobre aquellos sensible senos.
- Estoy a punto de correrme- avisó Jimena cuando notó como el orgasmo estaba apunto de llegar a ella.
- Aún no perra- le dijo Arancha retorciendo los pezones de la mujer, para que esta gimiese de dolor y bajase su calentura- aguanta un poco que yo también estoy apunto- oír aquello fue el detonante para que Jimena volviese a la carga y comenzase mover su cadera con más ímpetu para que su anfitriona llegase con ella al orgasmo.
El placer llegó a las dos mujeres al mismo tiempo, soltando cada una un violento torrente de fluidos que se encontró con la barrera de los extremos del consolador rosa que tanto placer les había dado. Jimena, agotada por el esfuerzo al que se había visto sometida, y aprovechando que sus pechos estaban sujetos por Arancha se dejó caer hacia delante, para que su amiga soportase su peso.
La policía, que estaba en una excelente forma física, colocó a su amante sobre ella con cuidado de no oprimir en exceso su barriga y poder girarla con para ambas quedar de costado, mirándose a la cara la una a la otra.
- Bueno, ¿Cómo lo he hecho?- preguntó Arancha, ya fuera de su papel de cruel guardiana.
- Mucho mejor de lo que esperaba la verdad, ni en mis mejores fantasías esperaba algo así- comentó la mujer.
- Espero que te ayude, y si quieres repetir no tienes más que decírmelo, que seguro que sacaré tiempo para ti- dijo la mujer quitándose su gorra y tirándola para dejar libre su larga melena de pelo negro.
- Muchas gracias, si es por lo que la doctora dice seguro que con esto mi bebé nacerá muy sano- comentó con una sonrisa- si resulta ser una niña la llamaré Arancha- dijo Jimena sonriendo. La embarazada no había querido saber el sexo de su descendiente para llevarse una sorpresa el día del parto.
- Para mi será un honor- dijo la policía sonriendo y besando con pasión los labios de su amiga- pero si algún día quiere saber porque se llama como yo tendrás que inventarte una historia diferente.
Las dos mujeres rieron encantadas, Jimena porque notaba que todo el estrés con el que había entrado en la casa de su amiga había desaparecido, y Arancha porque a parte de haber ayudado a su amiga había tenido una experiencia de lo más agradable.
Agradeceré comentarios y sugerencias, tanto por aquí como por mi correo.