Probé de mi propio semen, con una desconocida
Joven conoce a chica joven y ambos se brindan una noche loca en la que el semen corre de una boca a otra.
Aquella noche iba a ser especial, no sabía porqué pero lo intuía.
Resulta que salí de marcha, estaba solo, en pleno verano, mis compañeros de fiestas estaban todos en sus respectivos lugares de vacaciones, y yo salí, solo, dispuesto a comerme el mundo, llevaba varios días sin masturbarme, tenía los testículos cargadísimos, más que una corrida de leche iba a echar una leche condensada a la chica que se me pusiere por delante, con 19 años estaba totalmente fuera de control, era un toro semental..
Después de trajinarme a unas cuantas que me miraban raro, a alguna le pagué un cubata, era sólo eso lo que querían, y tras charlar con ellas y viendo que me daban de lado, volvía a bailar a la pista de la disco, otra vez me fijaba en otra, otra vez la provocaba, otra vez la agarraba por la cintura y le metía mano siempre que ella se dejara y de nuevo me encontraba con otra a mi merced, la llevaba a un rincón, hablaba, le comía la orejita, le besaba el cuello, sentía sus pezones tiesos, esa iba a ser la mía, lo estaba presintiendo, esa no se iba a ir de mi lado sin que la penetrara.
Tras invitarla de nuevo a un cubata, a dos, a tres, era una esponja, una esponja que cada vez estaba más y más ardiente, ya se me acercaba y me “pinchaba” con sus pezones, acariciaba mi cuerpo, en el lugar más oscuro del local metía la mano entre mis pantalones y me acariciaba la polla que estaba a punto de reventar, en más de una ocasión la tuve que detener porque veía que me iba a correr.
Cuando sacaba la mano de mis pantalones la sacaba llena de fluidos lubricantes, ella lo sabía, que estaba loco por correrme, en una ocasión agarró mi mano y la metió en su minifalda, yo todavía no había tenido el valor de meterle mano en su lugar más caliente, y me volvió loco, estaba deseando disfrutarla, estaba caliente como yo, después me confesó que llevaba, aunque no lo pareciera, un mes sin follar, y que estaba como loca porque alguien la llenara de leche calentita, que era capaz de sacarme la leche en más de una ocasión.
Eso me ponía frenético, las palabras suyas me estaban haciendo enloquecer, así que yo continué metiéndole mano, con mi destreza inserté mi dedo en su vagina, que no llevaba bragas, mi polla estaba a punto de ebullición, y conseguí atrapar con mis dedos el punto G, maravilloso punto G, ella se quedó extasiada, y comenzó a menear sus caderas, paralizando mi brazo, sabiendo que de un momento a otro le iba a venir el orgasmo, no quería perder la postura y, meneando sus caderas sin parar, cada vez de manera más ligera y mirándome a los ojos con sus preciosos ojos negros, sentía como mis dedos resbalaban con más velocidad, sentía que se corría, lo sentía, muy bien, lo estaba haciendo muy bien, me decía, y yo quieto, paralizado, deseando sentarla sobre mi polla, pero ella no quería, sólo quería su propio placer, así que siguió, continuó con sus movimientos y en un momento en que se quedó con mis dedos en su vagina, me abrazó, muy fuerte, yo sentía sus labios como si me estuvieran dando besitos, como si se estuvieran comiendo mis dedos, me estaba volviendo cada vez más loco, y de pronto, sentí como un fluido, resbalaban por mis dedos, se estaba corriendo, un orgasmo feroz, jamás había sentido algo así, me volvió a mirar, acercó sus labios a los míos y me besó con fuerza, después me abrazó acercando su boca a mi oído y me pidió que nos fuéramos a su casa, cosa que acepté sin dudar.
No estaba lejos de la discoteca, por suerte, fuimos caminando.
En cuanto llegamos, a eso de las dos de la noche, saludó a su madre y al querido, que se acicalaban en cuanto entramos por la puerta, seguro que estaban metiéndose mano, la madre era una cornuda de mucho cuidado y tenían un convenio de que si ella no decía nada a su padre mientras viajaba, la madre le consentiría que entrase en casa a quien quisiera, para follárselo si quisiera, esa era una de esas noches y el privilegiado era yo.
Me introdujo en su habitación, sin pensárselo dos veces, me apretó contra la pared, y comenzó a desnudarse, estaba loca por follar, y se puso de rodillas, me empezó a hacer una mamada excepcional y yo sin saber que hacer me dejé chupar, lamer, comer la polla.
Pero yo no quería eso, yo quería correrme en su coño, su recién mojado coño, que lo tenía rico como ella era mismamente.
Cuando ya la tenía a tope me empezó a quitar la ropa muy despacio, me dejó totalmente desnudo y me llevó a la cama, quería follar, era tremenda, me tumbó de espaldas y me dijo “déjate hacer y haz todo lo que yo te diga”, yo no podía hacer más que obedecerla.
Una vez que me tumbó en la cama se puso encima de mi, no dijo nada, solo se sentó sobre mi erección, se la metió muy despacio y lo mismo se la sacaba y así continuó una y otra vez, me estaba enloqueciendo, y yo no quería correrme todavía, pero estaba a punto de hacerlo, para evitarlo, me desmontó y acercó sus labios a mi boca, para que le chupara su mojado clítoris, le pasé la lengua al principio despacio, después cada vez más rápido, la sentía que volvía a correrse, de nuevo sentí como los labios vaginales se le abrían y se le cerraban, apretó su cuerpo contra mi boca y volví a sentir sus fluidos pero esta vez en mi lengua.
Por segunda vez se sentó en mi dura polla, quería sentirla dentro otra vez, se meneó despacio, muy despacio, la sacó, se sentó sobre ella sin penetrarse, me rozaba la parte del frenillo, qué cosa más rica, y se rozaba como una verdadera experta que era, y me dijo, “quiero sentir tu semen”, se levantó previendo que me iba a correr, pero así no lo quería, porque me dijo “directamente desde tu boca, primero quiero que pase del envase original a tu boca y de ahí a mi coñito”.
No sabía qué intenciones tenía, yo no podía chuparme la polla, pero era capaz de cualquier cosa por hacerla feliz, estaba loco por correrme, así que me invitó a ponerme con la espalda en la almohada, las piernas sobre la pared, levantándomelas, acercando mis rodillas a mis hombros, y apuntando con mi polla dirección a mi boca, me empezó a masturbar ella con sus manos, yo al final conseguí la postura, estaba con la cabeza en la cama, mi espalda estaba apoyada en la almohada y en la pared, mis piernas flotaban en el aire, y mis pies casi alcanzan mis hombros, una postura de lo más rara, pero no había forma de que mi semen cayera dentro de mi boca si no era de esa manera, y ella no quería intervenir entre medias, nada más que haciéndome una paja para que el semen saltara a mi boca, y empezó a masturbarme, ella sentía como bullía mi semen, lo sentía que se acercaba a la punta de mi polla, y sentía como se llenaba, como palpitaba entera, el grosor que tenía y la dirección que tomaba cuando estaba erecta, a su vez acercaba su vagina a mis ojos, la vista era fabulosa, tenía un coño al alcance pero no podía hacer nada con el, sus manos me masturbaban y yo con la boca abierta, esperando que el maná me regase mi lengua, mis ojos se perdían entre sus labios, y así estuvimos, mientras ella me masturbaba de manera imparable, hasta que por fin, conseguimos el propósito.
Después de unos minutos de masturbación, yo estaba que no podía más, ella agarró mi cabeza, la movió de manera que hacía coincidir la punta de mi polla con la abertura de mi boca, me pidió que no la cerrara, y que no lo tragara y... con unos cuantos movimientos más de su mano, consiguió que me derritiera en mi propia boca, a continuación, me tapó la boca con su coño, y me dijo, “ahora sóplamelo todo para dentro metiendo la lengua”, estaba agotado, no podía hacer más cosas, su coño me estaba asfixiando, mi nariz se introducía en el ojete de su culo, y empecé a soplar semen para dentro, a pesar de que no quería, algo me tragué sin querer, y mi lengua apretaba para los adentros de aquellos labios emputecidos de aquella chica de mi misma edad, estuve soplando semen hasta que ella se cansó se mi lengua y por tercera vez en aquella noche se corrió, pero esta vez llena de mi semen y tras haberle comido el clítoris bien con mi lengua.
Qué noche más interminable, y la madre fuera, cuando descansamos un rato, nos vestimos, salimos tan campantes, y al llegar al salón nos encontramos a la puta de su madre follando como loca y sin pudor con el querido que había tocado disfrutarla aquella loca noche.
Me despidió sin más, se disculpó de que no me acompañara a la calle, estaba agotada, y llena, me dijo.
Después de este día, no la volví a ver, por mucho que pregunté, sólo obtuve una respuesta, aquella casa hacía diez años que no era habitada por nadie, ¿sería una ocupa ocasional? Me quedé con la incógnita de saberlo.