Probando, probando... (Capítulo 8)

El tío no puede creerse que se haya corrido sobre el cuerpo desnudo de su sobrina y ella tampoco cree como esté saliendo todo mejor de lo esperado.

Probando, probando…

Capítulo 8

Esta mañana, tras un relajante baño desnudo en mi piscina, estoy tumbado en una de las hamacas donde precisamente estuvo ayer tumbada Andrea, junto a su madre. Con solo recordar ese momento una tremenda erección se pone en marcha y miro a mi polla, pletórica.

No puedo dejar pasar la oportunidad y comienzo a masajear ese falo que mira al cielo poniendo en imágenes los recuerdos de esos dos cuerpos desnudos de mis dos bellezas torturantes. Está mal que piense así de mi hermana y de mi sobrina, lo sé y seguramente estoy condenado a morir en la hoguera,  pero mi cuerpo puede con mi mente y con mi racionalidad.

Para colmo, toda esta sed sexual que está tan latente en mí, se va a tener multiplicar, pues el último mensaje de mi esposa dice que su estancia se va a prolongar y tardará más de la cuenta en su regreso, precisamente hoy que tengo ganas de meterla en un chochito caliente de una maldita vez. Estoy ardiendo por meterla, de sentir un coño atrapando mi polla de una vez por todas. Tantas sensaciones excitantes van a acabar conmigo.

De momento me tengo que conformar con masturbarme recordando a mis damas tan especiales. Si antes era solo mi sobrina y sigue siendo mi deseo principal, ahora se ha unido a la fiesta de mis fantasías, su madre y esto es ya el colmo de la depravación. Estoy imaginando a ambas masturbarse tal y como las descubrí espiando tras los arbustos, asegurándome de que no fuera descubierto por ellas, pues andaban más que concentradas en sus respectivos quehaceres, que no era otra cosa que hacerse un dedito la una a la otra. ¡Dios, qué estampa!

Imagino estar desnudo entre ellas y que de vez en cuando son ellas las que me masturban a mí, primero Rosa, que lo hace tímidamente, totalmente entregada a ese acto y como su hija, tan ardiente como atrevida, le retira la mano para acoger mi miembro entre sus dedos.  Esto además, he tenido la oportunidad de vivirlo en primera persona, pudiendo notar sus finos dedos dejando solo a la vista mi capullo brillante. ¡Qué gusto!

De pronto suena un bip en mi Smartphone. Es un mensaje de Andrea:

-       Hola tío, ¿Cómo estás? – dice el texto y mi polla se tensa de inmediato.

**

Estoy desnuda tirada en la cama y mi chico está entre mis piernas, comiéndome el coño como suele hacer muchas mañanas poniéndome las pilas desde primera hora. Es un artista trabajando mi chochito. Hoy, además, estoy más que caliente y acabo de mandar ese mensaje a mi tío. Necesito volver a estar junto a él. Sentirle cerca, imaginar que esa polla está dentro de mí.

-       Hola preciosa – contesta al rato.

No sé si es la lengua de Jorge o la respuesta que me llega en un mensaje de texto, pero el caso es que todo mi cuerpo da una sacudida.

-       ¿Qué tal todo ayer? – me pregunta mi tío en otro mensaje.

-       ¿Ayer? ¿Dónde? – le pregunto ingenuamente.

-       Con Jorge y tu madre, mujer.

-       ¡Ah, eso! Bien, se lo pasaron bien mutuamente.

-       ¿Cómo?

-       No, tío, tranquilo, jajaja, solo se miraron, nada de lo que preocuparse. – evidentemente le miento ante la locura que realmente ocurrió.

-       ¿Y tú como estás, Bebe? – añade un nuevo mensaje del tío.

-       Muy bien. Ahora estoy recordando los momentos que tuvimos en el baño. Me encantó sentir cómo tu polla regó todo mi cuerpo…

Su respuesta tarda en llegar pero al fin escribe.

-       Fue, una auténtica locura cariño. – dice al fin.

-       Y tanto. Estoy cachonda desde entonces.

-       Pero, hija, esas cosas deberías hacerlas con tu chico. No conmigo.

-       ¿El qué? ¿Qué se corra sobre mí? Eso es un sueño, tío – añado.

Jorge mientras tanto sigue chupándome la rajita sin hacer caso a mis dedos que están dale que te pego charlando con mi hombre idolatrado.

-       Tendrás que insistir a que te lo haga. – añade en un nuevo mensaje.

-       No, tío, no creo.

-       Ten paciencia.

-       No puedo y menos ahora que después del gusto que me diste primero al permitirme tocar eso tan duro que tienes ahí haciéndome estremecer y luego limpiándome hasta llevarme al orgasmo. No hago más que recordarlo y me enciendo.

Otro silencio, pero yo tengo que aspirar profundamente cuando la lengua de mi chico atrapa entre sus labios mí inflamado clítoris.

**

Es increíble. Estoy chateando con mi sobrina, totalmente desnudo y ella supongo que no lo debe imaginar, pero yo sigo tecleando con una mano y con cierta dificultad acariciándome con la otra meneando con energía esa tensión de mi verga. No dejo de recordar ese instante en el que me corrí sobre su impresionante cuerpo. Aun me parece mentira.

-       Cariño, seguramente estas cosas las tienes que hablar con Jorge y convencerle. – le explico, soltando por instante mi polla y luego la vuelvo a menear con mayor brío.

-       Tío, eso no puede ser, a Jorge todo esto le da muchísimo asco.

-       No lo entiendo, Bebe. ¿Ni tan siquiera quiere comerte a ti…?

-       ¿El coño? – responde ella, terminando mi frase inconclusa.

-       Sí. – respondo y pienso en ese coñito que me vuelve loco, pensando incomprensiblemente que nadie se lo haya comido antes.

-       Ni lo sueñes. Eso sería lo último para él.

-       Pues no lo entiendo.

-       ¿A ti te gusta hacerlo?, ¿Te gusta comerle el coño a la tía?

-       Andrea, esto vuelve a ser…

-       Vamos, tío. No te vas a cortar ahora. Dime… te gusta, ¿A que sí?

Estoy nervioso, por un lado mi instinto paternal o fraternal o lo que sea, me intenta impedir esta conversación, pero mi sobrina está intrigada y yo demasiado excitado para poner orden en mi cabeza.

-       Sí, me gusta hacerlo. – le miento, pues mi mujer no es propensa a que yo me baje por esas latitudes a chupar su parte más íntima.

-       ¡Vaya, qué envidia! ¿Y no te gustaría comérmelo a mí? – pregunta sin cortarse.

Mi sobrina, con su intriga y su frustración no es consciente de que hace un tipo de preguntas que no son normales, en cambio mi mente solo está centrado en ese coño y no dejo de imaginar lo que debe ser degustarlo.

-       Andrea, creo que eso no va a pasar. – contesto en un nuevo mensaje mientras vuelvo al ataque masajeando mi falo.

-       Solo era una pregunta.

-       Hija, pero a eso no te puedo contestar.

-       Vamos a  ver, tíito guapo, ¿No puedes decirme si te gustaría comerme el coño? A ti no te daría asco, ¿no, verdad?

-       ¿Qué dices? Sería una pasada.

Nada más escribir eso, me doy cuenta de que he sido un estúpido al revelarlo tan claramente.

**

Jorge sigue trabajando por los bajos fondos y me está llevando al cielo con su lengua y sus labios. Es un genial artista del sexo oral.

-       ¡Oh, cariño, qué gusto!  - le digo acariciando su cabeza.

-       ¿Voy bien? – contesta mi novio desde allá abajo sonriéndome.

-       Sí, mi amor, pero sigue. – respondo y aprieto su cabeza para que siga jugando con mi rajita.

Desde que mi tío ha dicho en un mensaje que le encantaría comérmelo, estoy pensando que no es mi novio quién está haciéndomelo ahora mismo, sino otra lengua y otros labios. Eso produce en mi cuerpo un estremecimiento fuera de lo normal. Ojalá fuera cierto eso de tener a mi tío entre mis piernas, ufff…

-       A mí también me parecería una pasada chupártelo. – añado en un nuevo mensaje a mi tío totalmente desbocada.

Tras unos segundos, en los que él debe estar algo cortado, me responde al fin:

-       Cariño, recuerda, eso tiene que ser con tu novio.

-       Pero tío, sabes que eso ahora mismo es imposible. No sé ya ni como planteárselo. Esto me tiene trastornada.

-       Pues no sé, tenéis que hablarlo. ¿Quieres que hable yo con él? – me pregunta en un nuevo texto.

-       No. Ni se te ocurra.

Veo que esta parte me va a costar mucho más de lo que había esperado, de hecho creo que tendré que trabajármelo más. Estoy demasiado lanzada, sin pensar mucho las cosas, pero es que con mi chico tan habilidoso comiéndome el coño, se le nubla la mente y no puedo pensar con criterio.

Ojalá mi tío  perdiera ese miedo, como ha hecho mamá ayer cuando se ha comido la polla de Jorge sin remisión, haciéndole disfrutar como nunca y ella no digamos... Realmente me sorprendió mamá, aunque en el fondo sé que es una mujer ardiente, como yo, que por supuesto disfruté también de todo aquello tan loco, morboso y excitante.

Ahora en cambio, lo que me vuelve loca es comerme otra polla, la de mi tío o que él me chupe a mí. Follar con él sería demasiado. Tengo que pensar en algo… trazar un plan. No puedo más con esta angustia y este deseo que me tiene absolutamente loca.

Vuelvo a acariciar la cabeza de Jorge que sigue afanado allá abajo.

**

Cuando llego a mi despacho, no dejo de pensar en la conversación con mi sobrina y sus ganas de tener sexo oral por primera vez. ¡Pobrecilla! Es algo inaudito pensar que Jorge no quiera que la boquita de su chica le coma su polla. No entiendo cómo ese hombre no pueda querer semejante cosa. Yo solo pienso en esos labios atrapando mi verga y me pongo a mil. Sentirla de verdad debe ser más que alucinante. Además, añadido a todo eso, hay que tener en cuenta las ganas que tiene, la pobrecilla de querer probarlo… tanto ímpetu tiene que incrementar el placer. Si por mí fuera, estaría comiéndomela todo el día y por supuesto dejar que ella me comiera a mí, pero claro, es mi sobrina y eso no es ni medianamente sensato.

-       Tienes visita, jefe. – me avisa Rafa, mi encargado.

-       ¿Quién es?

-       Tu sobrina.

-       ¿Andrea?

-       Sí, está abajo esperando. Qué bonita es esa chica. Cada día está más buena – añade con su sonrisa de cerdo.

Inmediatamente me asomo a la ventana y allí está mi preciosa sobrina con un vestido de tirantes floreado de vuelo bastante corto que es admirado por todos los operarios de la obra que deben estar ahora mismo babeando. Me da rabia que la miren así, aunque en el fondo no se lo puedo reprochar, pues Andrea es un angelito más que deseable.

Bajo a toda prisa las escaleras y al tiempo me doy cuenta de que mi polla vuelve a ponerse dura solo con el hecho de volver a encontrarme con ella. Esa sensación no desaparece con el tiempo, al contrario, aumenta más cada día.

-       Bebe, ¿Qué haces aquí? – le pregunto al acercarme a ella admirando al tiempo esos muslos robustos ensalzados con unos zapatos de altísimo tacón.

-       Necesito tu ayuda. – responde dándome dos besos pegándose a mí – y siempre pienso en mi tío querido.

-       Dime. ¿Qué ocurre? – le pregunto separándome pues no quiero que note de nuevo mi erección.

-       Nada grave. Es que he quedado con mamá en el centro para comprar la ropa y los zapatos de la boda.

-       ¿La boda de Fabiana?

-       Sí, es este sábado. Y tenemos que ir hoy de compras. Necesitaba que me llevaras en tu coche. Si puedes…

-       Pues no puedo, cariño, es imposible. Lo tengo en el taller.

**

Resulta curiosa y excitante la manera en cómo me mira mi tío. Primero a mi escote, que no puede evitar ojear mientras hablamos, lo mismo que a mis piernas. Lo cierto es que no es el único y veo que hay varios hombres por allí espiándome mientras charlamos. Lógicamente no puedo negar que eso me gusta y me excita. Hoy me he puesto este vestido floreado de tirantes sabiendo que me hace muy bonita figura entallándose en mi cintura y con mucho vuelo mostrando gran parte de mis muslos y todas mis piernas. Sin duda que a mi tío también le ha impactado este vestido que es tan fino y vaporoso. Aunque él lo niegue, cuando me he pegado a él, su erección le ha delatado.

-       Vaya. Me hacía ilusión que me llevaras. – respondo sonriente.

-       Ya lo siento, princesa. – responde mirándome de esa forma que me hace mojarme allá abajo.

-       No te preocupes. Iré en el bus.

-       ¿En el autobús?, ¿no es mejor en un taxi?

-       Eso había pensado pero están de huelga.

Hago parecer que todo sea una casualidad y en el fondo la suerte juega a mi favor, teniendo en cuenta de que yo lo exagero todo, dentro de mis planes, pero sabía que su coche estaba en el taller y que los taxistas se han puesto en huelga esta mañana.

-       El bus resulta peligroso… - me avisa.

-       Y tanto. Además irá atestado de gente y hay mucho tocón… - añado poniendo mi morrito.

-       ¿Tocón?

-       Sí, ya sabes, cuando va lleno, los guarros se aprovechan y te meten mano por donde pueden.

La cara del tío es todo un poema, porque debe estar imaginando que miles de manos se meten bajo mi falda en el transporte colectivo repleto de gente.

Sé que hoy, habiendo huelga del sector del taxi, los itinerarios al centro en transporte público van a ser un caos e irán saturados de gente. Momento idóneo para los guarros que se pondrán las botas con todas las tías. Ya me ha pasado más de una vez, que los tipos aprovechan cualquier ocasión para juntarse a una y meterla mano. Lo hacen cuando menos te das cuenta y con cierto disimulo, pero acaban propasándose. Lo cierto es que se lo he exagerado considerablemente a mi tío para redondear mi estrategia.

-       Además de robarte te expones a que te metan sus sucios dedos vete a saber por dónde. – añado poniéndole más dramatismo.

**

La idea de que Andrea vaya en el bus abarrotado de guarros salidos, deseosos de carne joven no me atrae absolutamente nada.

-       ¿Tiene que ser hoy lo de las compras? – le pregunto.

-       Claro, tío, la boda es pasado mañana. No puedo esperar más.

-       Vaya.

-       Déjalo tío. Me voy en el autobús. No te preocupes.

-       Me preocupo.

-       No pasa nada. Ya me las arreglaré. Soy mayorcita.

Aunque Andrea ya es una mujer, eso no lo niego, es bastante inocente y no puedo concebir el hecho de que cualquier desaprensivo se aproveche de ella.

-       Le pido a alguien que te lleve. – le comento.

-       ¿Quién?,  ¿Rafa? No, déjalo.

Luego pienso en mi encargado y es cierto que se come a mi sobrina con la mirada, igual es peor el remedio que la enfermedad. Creo que no es buena idea que la acompañe ese tipo. Me siento algo incómodo y preocupado porque ella vaya sola en el bus.

-       ¿Tan importante es ir al centro ahora? – añado.

-       Sí, tengo que ir. Además mamá estará allí ya esperándome.

-       Bueno, dame dos minutos, que te acompaño.

-       ¿Qué me acompañas? Pero tienes trabajo. No te preocupes, tíito. – me insiste con intención de irse.

-       De eso nada. No voy a dejar que te vayas tú sola. – añado pensando de nuevo en mi inocente sobrina rodeada de cerdos salidos intentando tocarle el culo o las tetas.

Le doy unas instrucciones a Rafa, que sin mirarme a la cara se queda observando las largas piernas de Andrea y después va subiendo para mirarle las tetas con descaro. Le tengo que dar un golpe en el pecho porque no parece enterarse de lo que le digo. Creo que he hecho bien en que él no la lleve al centro de la ciudad en su coche.

-       Vale, jefe, vete tranquilo. – añade Rafa.

He estado a punto de pedirle a mi encargado su propio coche y ser yo quien llevara a Andrea, pero tendría que darle demasiadas explicaciones   y prefiero acompañarla en el bus. Total, me escapo media hora.

**

Estoy eufórica. Mi plan está volviendo a salir a la perfección. Primero por haber acertado con lo de no traer mi propio vehículo, sabiendo además que el coche de mi tío estaba en una reparación larga y lo de la huelga de taxis es algo que no me he inventado, pero que me ha venido a pedir de boca. Lo que si es cierto es que los transportes públicos van abarrotados y hay mucho “mete mano” suelto por ahí, por eso, saber que mi tío va a ser mi protector, me encanta y me vuelve a poner cachonda.

Al llegar a la parada le doy un besito en la mejilla a mi tío. Él enrojece al ver que el resto de la gente que hay allí esperando, nos mira.

-       Gracias, tío. – le digo.

-       Andrea, creo que debemos hablar. – me dice serio, en voz baja.

-       ¿Qué pasa? ¿No puedo darle las gracias a mi tío buenorro?

-       No es eso. Ya sabes a lo que me refiero.

-       No hemos hecho nada malo. – le cuchicheo.

-       Nena, esto ha pasado de ser una curiosidad tuya a algo que no es ni medianamente correcto. – me repite en un nuevo susurro.

-       ¿Tan malo ha sido para ti? – le digo con mis ojos clavados en los suyos.

Mi tío se queda algo parado al escuchar mi pregunta. Pero intenta explicarse.

-       No cariño, me encantó. Pero comprende una cosa. Yo soy tu tío y lo que empezó siendo una duda, se está convirtiendo en un juego muy peligroso. – añade y se le ve apurado sabiendo que alguien podría enterarse de nuestra conversación, a pesar de estar murmurando.

-       ¿A ti te parece un juego? – le digo seria.

-       Bueno…

-       Pues para mí es algo muy serio. Lamento haberte incomodado tanto. – respondo al fin y me doy la vuelta, dándole la espalda a modo de enfado.

En cierto modo tengo ese enojo que finjo, pues quiero ir avanzando y no que él se arrepienta precisamente. Me gustaría que perdiese sus prejuicios y sus miedos. En ese momento llega el autobús a la parada y se interrumpe nuestra conversación.

Al meternos dentro del atestado vehículo, mi cuerpo queda frente al de mi tío, muy cerca del suyo, tanto que a medida que se va subiendo gente en las siguientes paradas, quedamos totalmente pegados. Noto su respiración y evidentemente la dureza de su miembro en mi pubis que está casi a la altura de su miembro debido a mis zapatos de tacón. El contacto es lo suficientemente claro para notarlo.

**

Mis manos sostienen la estrecha cintura de Andrea y la tela de su vestido se percibe tan suave, que puedo notar su propia piel, apreciando el calor que emana su cuerpo. Su pecho está pegado a mí, pudiendo notar esas tetas totalmente apoyadas en mi pecho. La altura de sus tacones hace que estemos casi a la par, cara a cara. Puedo notar el calor de su aliento cada vez que movemos la cabeza. Su boca está tan cerca, que casi con mover ligeramente la mía alcanzaría esos labios y podría besarlos.

Estoy contra una de las ventanas del vehículo así que no puedo echarme para atrás y disimular mi erección que es  más que incuestionable. Ella lo tiene que notar y me lo confirma cada vez que el vehículo avanza y mi polla se clava entre nuestros cuerpos.

-       La vuelves a tener durísima, tío. – me dice entre susurros a mi oído con su cara pegada literalmente a la mía.

-       ¡Calla, por Dios! – le intento regañar, aunque no parece que lo consiga ni después de nuestra charla en la parada.

-       Me gusta ponértela así. – añade ella sacando la punta de su lengua y humedeciendo sus labios a muy pocos centímetros de mi cara.

Andrea se me queda mirando expectante. Se nota que está excitada con todo esto. Yo no digamos.

-       Me encanta tu polla, tío. Nunca había sentido nada igual. – añade de pronto notando como sus labios están tan cerca de los míos que tengo miedo a que en un movimiento brusco del vehículo entren en contacto.

-       ¡Andrea, por favor, no me lo pongas más difícil!

-       ¿Difícil? Te lo estoy poniendo fácil y muy duro. – añade juntando su pelvis contra la mía.

-       Nena, esto no puede pasar, ¿De acuerdo?

-       Tu polla no parece decir lo mismo.

-       Eso es algo irracional y totalmente incontrolable. Lo siento.

-       No lo sientas. Me haces muy feliz. Me gustaría volver a tenerla entre mis dedos y acariciarla, poder sentir esa carne caliente y que me riegues todo el cuerpo. Es lo que siempre había soñado. Una buena polla bañándome y la tuya es como una auténtica manguera.

Mi verga no solo está dura, sino que ahora, tan pegados y nuestras caras prácticamente unidas, acompañado de sus susurros que parecen más eróticos que nunca y diciéndome eso, no si voy a poder resistirme a besarla.

**

Mi tío está tan caliente como yo, no lo puede negar y estoy segura de que me follaría ahora mismo, si no fuera su sobrina o no estuviéramos rodeados de tanta gente.

-       Quiero volver a sentirlo. – le digo poniendo mis labios muy cerca de los suyos.

-       No, cariño, eso no puede volver a pasar.

-       Solo una última vez, tío. – añado y paso mis manos por su pecho juntando mi pelvis contra él que está literalmente pegado al cristal.

-       Pero Andrea. ¿Quieres que me masturbe otra vez delante de ti? – me pregunta con su boca pegada a mi oído y ese cosquilleo consigue mojar mi chochito.

-       No. Quiero hacerlo yo y quiero que me vuelvas a empapar entera con tu lechita.

El autobús se frena y tengo que agarrarme a su cuello haciendo que nuestros cuerpos vuelvan a retozar en ese lugar atestado de gente. Notar su cuerpo pegado al mío es algo que me pone a mil y saber que la tiene así de dura por mi culpa es algo maravilloso.

-       Tío, me están tocando el culo – le digo de pronto mintiendo, pues no es cierto en absoluto.

-       ¿Cómo?

-       Si, digo girándome para quedar de espaldas a él y para que me proteja.

Puedo notar el calor de su polla a través del pantalón y como esa dureza se coloca entre mis glúteos tras la fina tela de mi vestido. Él tiembla y se agarra a mi cintura, pero el bamboleo del bus y el poco espacio hace que nos juntemos aun más. Su dureza está ahora dibujada entre mis dos cachetes, me gustaría tanto sentirla en vivo, que no aguanto más. ¡Necesito su polla dentro de mí!

Para evitar que nadie usurpe mi cuerpo, mi tío me gira colocándome contra el cristal y sigue con su polla entre mis nalgas.

-       ¡Qué gustito, tío! – le digo pegando mi cara a la suya y agradeciendo las caricias que dibujan con su mano, círculos en mi tripita.

-       No nos podemos ni mover. – se queja pero debe estar gozando de nuestros roces, pues no deja de acariciarme y de pegar su bulto atrás.

A continuación pego mi boca a su oído y lanzo un gemido que debe estar poniéndole a cien.

-       ¿Sabes una cosa, tíito? No llevo bragas. – le digo de pronto.

**

Nada más escuchar esa frase, se tensa mi miembro en su culo. Su respiración jadeante en mi oído, su embriagador olor, mis manos agarrando su cintura o rozando su vientre liso y el comienzo de sus caderas, pero sobre todo mi polla totalmente ubicada en sus posaderas sabiendo que no hay nada bajo el vestido, es algo que un mortal normal como yo no puede resistir. No hay nada ni nadie más en este mundo a mi alrededor, tan solo esa mujer deseada a la desearía follarme ahora mismo.

-       Estamos pegados, tío. – dice ella con su respiración agitada.

-       Si, perdona, cariño – le respondo intentando disculparme al estar prácticamente aplastándola contra el cristal de la ventana de ese abarrotado bus.

-       No. Yo estoy muy a gusto. Me quedaría así eternamente. Me gusta sentir tu polla dura allá atrás.

-       Pero esto es algo muy fuerte, cariño.

-       ¿No es más fuerte correrte sobre mi cuerpo desnudo? – me dice de pronto con esa sonrisa que es para comérsela.

No soy capaz de responder y el traqueteo del bus nos obliga a rozarnos todavía más. Me aferro a su cintura estrecha y me encanta sentirla.

-       Confiésame que no quieres. – me reta.

-       Cariño, no podemos hacerlo. Lo sabes.

-       Ya lo hicimos. Quiero repetir. Me gustaría que me volvieras a bañar de toda esa leche caliente. Es una sensación que creo que nunca voy a volver a probar… al menos déjame que sea la última vez. ¿A qué sí, tíito guapo?– añade con su voz suave que acaricia mi oído.

No puedo pensar, vuelvo a recordar cuando me hizo una paja con sus gráciles deditos y después me corrí sobre esa maravilla de cuerpo. Tan solo puedo abrazar a esa chiquilla perfecta a la que tengo pegada mi dura polla por detrás, en sus redondísimas posaderas y me está pidiendo que me vuelva a correr sobre su cuerpo desnudo. Esto es una tortura… deliciosa, eso sí.

-       ¿Lo harás por mí, tíito? – me susurra una vez más y al hacerlo tan cerca de mi boca, nuestros labios se rozan ligeramente.

Tengo que suspirar, no estoy para controlar, ni para poner orden a nada. Tan solo puedo decir:

-       De acuerdo, pero la última vez.

**

El bus sigue moviéndose y a pesar de estar atiborrado, parece que aún quiere entrar más gente, algo que hace que nuestros cuerpos se junten más, aunque parezca mentira, consiguiendo que mi cuerpo quede empotrado contra el cristal del vehículo. Seguramente desde la calle alguno puede ver mis tetas aplastadas, eso debe ser excitante, pero no menos que la verga dura del tío pegada en mi culo y rozándose incesantemente con cada movimiento. ¡Estoy cachondísima!

-       Gracias tío, eres un cielo. – le digo y a continuación le doy un piquito en sus labios.

He pensado por un momento que iba a rechazar ese beso, pero aparte de ser muy breve, él debe estar tan cachondo como yo y no ha rehusado en absoluto. Creo que no está para pensar en el bien o en el mal. ¡Yo tampoco!

-       ¿Te excita esto? – le pregunto al tiempo que muevo mi colita arriba y abajo sintiendo como esa largura dura me acaricia entre mis cachetes.

Mi tío no contesta, solo puedo escuchar su respiración alterada muy cerca de mi cuello, notando también el calor de su boca y por supuesto la dureza de su verga contra mi culito.

-       No hace falta que digas nada. La noto bien dura. Supongo que no te faltará mucho para soltar toda esa leche que llevas dentro y soltarla sobre mí.

No habla. Seguimos frotando nuestros cuerpos y ya no es sólo con el movimiento del vehículo, sino nosotros mismos haciendo que esas fricciones sean incesantes entre nuestros cuerpos.

De pronto el bus llega a nuestro destino y tiro de la mano de mi tío para llegar a la calle después de unos cuantos empujones pues nos cuesta salir de entre tanta gente. Me da pena haber perdido ese contacto tan increíblemente excitante.

Una vez en la calle nos quedamos mirando fijamente. Mi tío está embobado mirando mi escote y mis labios. Estoy segura de que está tan caliente como yo, pero no lo puede reconocer. Todavía tengo un gusto en mi coño que no cesa. Sentir su polla tanto rato ahí, me ha vuelto loca.

-       ¡Tío, vaya mancha! – le digo señalando sus pantalones.

**

Aun no estoy reponiéndome de lo sucedido dentro del autobús y mi sobrina está ahí enfrente de mí con su boca tapada con su mano y señalando la mancha de humedad que ha quedado en mi bragueta y parte de mi pernera

-       Ven tío, vamos – me dice mi grácil sobrina tirando de mi mano, poniéndose delante de mí, para así cubrir la mancha, llevándome a una de las tiendas de ropa que está cercana.

Voy detrás de esa preciosidad como un autómata, observando cómo marcan una melodía los tacones sobre el suelo encerado de la tienda y como sus muslos tiemblan a cada paso. El comercio en cuestión es de ropa interior. Sin decir nada, Andrea recoge unos slips y un conjunto de lencería para disimular y nos metemos en un probador.  La dependienta nos sonríe al vernos entrar juntos. Supongo que imagina que somos padre e hija… aunque pienso que eso tampoco debería ser lo normal.

-       Vamos, quítate los pantalones para que se sequen. – me ordena Andrea, una vez dentro del cubículo.

No sé por qué obedezco, pero lo hago y en un instante me quedo en calzoncillos delante de mi preciosa sobrina. A continuación ella comienza a desabrochar los botones de mi camisa.

-       ¿Qué haces, Bebe? – le pregunto.

-       Quitarte la camisa. ¿Qué voy a hacer?

-       No hace falta para la mancha.

-       A mí si me hace falta.  Me has dejado cachonda. – añade y en un abrir de ojos me despoja de mi prenda dejando mi torso desnudo.

A renglón seguido, se me queda mirando el pecho y el bulto que hay bajo mis calzoncillos. Se agacha y baja mi última prenda hasta el suelo dejándome en pelotas con mi polla palpitante y oscilante.

-       ¡Andrea!

-       Calla y ayúdame a quitarme esto. – dice girando sobre sí misma señalando la cremallera del vestido a su espalda.

No sé por qué obedezco nuevamente, tendría que negarme, pero le ayudo a bajar la cremallera de su vestido, cayendo la prenda  el suelo en un instante. Mi escultural sobrina queda de espaldas a mí totalmente desnuda, tan solo con sus zapatos de tacón. Su preciosa colita queda subida más de la cuenta. Su hermosa espalda, se dibuja en una reducida cintura y anchas caderas con ese culo grandioso y perfecto.

**

Me giro lentamente para ofrecerle a mi tío la desnudez de mi cuerpo y me pego a él, sintiendo su propio cuerpo despelotado contra el mío.

-       Cariño… – interviene él con su voz temblorosa. – Esto no está bien. – me repite por enésima vez, pero lo cierto es que esto está más que bien.

No le dejo seguir hablando y le doy un pequeño beso en los labios aunque él retira la cara como si le hubiera mordido.

-       ¡Andrea, vistámonos! Esto no puede estar pasando. – añade queriendo recoger sus pantalones del suelo.

-       De eso nada, necesito volver a ver como sale tu semen de nuevo. Me lo prometiste. – añade quitando la prenda de mi mano y tirándola al suelo.

Se me queda mirando fijamente queriendo adivinar en qué momento me prometió tal cosa y ya no sé si realmente pasó o era yo la que deseaba que pasase. Le agarro fuertemente esa verga dura y cabezona sin dejar de mirarle a los ojos y poniendo mis tetas rozando su pecho. Noto como su polla impregna mis dedos con el líquido pre seminal. ¡Me muero de gusto!

-       ¡Qué maravilla! – añado y me arrodillo sobre la moqueta del probador para estar más cómoda y ver desde más cerca esa maravillosa polla.

-       Pero, niña mía… - reclama él, acariciando mi pelo.

Mi tío cierra los ojos por un instante y lanza un suspiro prolongado. Luego mira hacia la cortina que nos separa del pasillo y esta temeroso de que alguien pueda entrar, oírnos o asomarse repentinamente. Yo en cambio estoy más que excitada con esa idea y el morbo añadido que produce el hecho de poder ser descubiertos, allí desnudos los dos, en el pequeño probador de esa tienda.

-       Hagámoslo rápido. – añade apurado y yo sigo sonriéndole mientras mi mano sigue meciendo lentamente ese precioso trozo de carne dura.

-       Tu polla es preciosa, tío – le digo. – Esto requiere su tiempo.

-       ¿En serio?, ¿Tanto te gusta? – pregunta sorprendido.

-       ¡Me encanta! Nunca había tocado una en vivo y esta es increíble.

Espero unos instantes, intentando poner algo de juicio en todo esto, pero no hay por donde remendarlo, es una locura y no parece que tenga marcha atrás.

**

-       Andrea, para por favor – le digo sin mucho afán cuando la mano de mi sobrina acelera el ritmo de su paja haciéndome tambalear dentro de ese cuartito.

-       Pero ¿por qué voy a parar, tío? Ahora ya no puedo…

-       Cariño, esto no puede ser, además me voy a correr y vamos a llenar esto…

-       ¿Lo dices por manchar la moqueta con tu leche?

-       Claro. – respondo sin que ella deje de machacármela mientras me mira sonriente desde allá abajo.

-       Bueno, eso tiene solución. Además no quiero desperdiciar ni una gota.

En ese preciso instante los labios de mi sobrina plantan un beso a la punta de mi verga que parece querer explotar, para luego, después de sonreírme, meterse casi la mitad de mi miembro en su boca.

-       ¡Dios! – alcanzo a decir sujetando su cabeza cuando siento sus labios y el calor de su boca atrapando mi polla dura.

Andrea saca mi enhiesto falo hasta dejar solo la punta entre sus labios y luego, tras mirarme un instante, vuelve a avanzar hasta la mitad.

-       ¡Para, nena, por favor! – le digo tirando de su pelo.

-       ¿No lo hago bien? – pregunta ella sacándola un instante y pajeándome lentamente.

-       ¡Sí, por Dios!, ¡Lo haces de maravilla!, ¡Pero no puedes chupármela!, ¡Soy tu tío! – respondo a punto de caerme.

-       Lo siento. Me he dejado llevar. Es que nunca había probado una y está tan deliciosa. Déjame aprender para cuando algún día…

Sin terminar la frase vuelve al ataque y se la vuelve a meter. En ese momento recuerdo que mi pequeña sobrina no ha probado nunca el sexo oral con Jorge y es por eso que se ha obnubilado al tener mi polla delante sin poder resistirse. Entiendo que tenga tantas ganas que no repare en que es la de su tío la que acaba de meter entre sus labios

-       No puedes hacerlo – insisto separando su cabeza para que no continúe en ese trabajo, aunque ha sido demasiado bueno para ser verdad.

La miro a los ojos y sé que no voy a poder disuadirla, está empeñada en seguir y yo he visto el cielo durante su inicio de mamada.

**

-       Solo una vez. Te lo suplico. – añado sin dejar de pajear esa polla dura.

La mano de mi tío sigue sosteniendo mi frente y la empuja para que no vuelva a tragarme su deliciosa polla. Le sonrío desde mi posición arrodillada esperando a que me permita continuar con esa divertida y ansiada mamada, poniendo mi carita de niña buena.

-       Esto está mal… - vuelve a decir con desesperación.

Intenta convencerse a sí mismo, pero al mismo tiempo  su mano se afloja y me permite volver a impactar suavemente mis labios contra su glande. Lo lamo tiernamente y juego con mi lengua en su frenillo.

-       ¡Dios! – vuelve a decir, esta vez, extasiado.

Le sonrío y tras una breve pausa vuelvo a tragarme esa verga que palpita en mis dedos y ahora entre mis labios. La succiono con la lengua y la meto y la saco con un ritmo constante, tal y como hago siempre con Jorge, al que le encanta, por cierto, como se la chupo.

-       ¡Qué rica! – digo sacando ese trozo de carne un instante y admirar como se ha puesto aun más duro dentro de mi boca. – No sabía que fuera tan increíble. – añado.

Vuelvo al ataque después de hacerle entender que me está gustando esa primera experiencia y es cierto que me vuelve loca aunque eso sí, no soy una novata precisamente. Meto aun más adentro esa polla hasta hacerla desaparecer completamente en mi boca. Mis labios están ahora rozando los pelitos de su pubis.

-       ¿Lo hago bien, tíito? – le pregunto una vez que vuelvo a sacarla mirándole desafiante a los ojos.

-       Nena, nunca había sentido nada igual. Eres increíble. – me dice y esta vez empuja mi cabeza para que continúe.

-       Empuja mi cabeza para ayudarme… como cuentan en los relatos…

Eso debe gustarle y noto como le tiemblan las piernas. Mi tío me agarra por la nuca y comienza a mover su pelvis hasta enterrarme por completo su polla. Luego tira de mi pelo y vuelve a empujar mi cabeza para tragármela entera de nuevo. Así una y otra vez…  cada vez más deprisa. Es rudo, salvaje, bestial… pero tremendamente cachondo hacerlo así.

  • ¡Ufff, Andrea, qué gusto! – gime mi tío sin dejar de empujar mi cabeza.

**

Mi sobrina lo está haciendo tan bien, que me parece mentira que no lo haya practicado nunca. En mi vida he recibido una mamada así y más que eso, pues parezco estar follándome esa sensual boca y eso es literal.

Estoy haciendo todo lo posible por no correrme y no es que no quiera, si no que deseo alargarlo al máximo. Observar su carita y sus ojos mirándome al tiempo que mi duro rabo desaparece entre sus labios es algo fantástico. Su lengua acaricia mi tronco por dentro y por fuera y solo se escucha el chapoteo de su saliva mezclado con mis propios fluidos.

-       Andrea, cariño. No voy a poder aguantar. – digo de pronto tirando de su pelo mientras de su boca cuelgan goterones de la enorme cantidad de saliva y flujos que salen de su garganta.

-       Qué penita tío, con lo rica que está. Pero lo entiendo… no te preocupes que no voy a desperdiciar ni una sola gota.

Me la quedo mirando y acaricio su mentón suavemente. Andrea me sonríe y vuelve a tragarse ese cipote brillante. Su succión es enérgica y sonora. Por un momento me parece que nos puedan oír desde fuera, pero me da exactamente igual, solo quiero sentir esa boca comiéndome. Desde luego esta criatura ha debido aprender esto leyendo muchos relatos y se ha documentado realmente bien. ¡Qué manera de chupar!

-       ¿Estás segura de quererlo tragar así? – le pregunto porque sé que mis corridas son muy abundantes.

-       Claro tío, es lo que más deseo. La quiero entera para mí. – dice sacando un momento mi falo de su boca, admirar la dureza que tiene delante, para volver a tragárselo  ¡hasta la campanilla!

-       ¡Uy, Andrea, me corro! – le digo entre espasmos.

Lo siguiente es que noto como se nubla la vista y tengo que agarrarme a las paredes de ese cubículo para percibir la sensación más placentera e increíble de mi vida. Los labios de mi preciosa sobrina se están apretando contra mi dureza, al tiempo que su lengua me acaricia dentro de su boca. Puedo notar también el juego de sus dientes… es algo que nunca antes había vivido y es entonces cuando incontroladamente me corro con más fuerza que nunca. Uno detrás de otro mis disparos entran hasta lo más profundo de su garganta inundando su boca también. Creo que he soltado más semen que en toda mi vida.

  • ¡Guau, Bebe! – digo totalmente alucinado apretando mi pelvis contra ella descargando todo lo que no deja de salir.

**

Tras permanecer un buen rato succionando el resto de semen que sale de ese rabo anhelado, me levanto limpiando algún goterón que se ha escurrido de mis labios y lo chupo como si fuera el elixir más sagrado del mundo. Lo hago frente a su cara de la forma más perversa y juguetona A mi tío le alucina verme tan dispuesta y entregada a ese erótico acto.

Le miro sosteniendo su polla entre mis dedos y a continuación le beso en la boca. Él está tan obnubilado que se deja llevar por el beso y por el juego de mi lengua con la suya. Noto sus manos en mi espalda y el contacto de nuestros cuerpos desnudos en ese pequeño probador.

-       Gracias tíito. Ha sido maravilloso – le digo cuando nuestras bocas se separan un segundo.

-       Para mí también, princesa. Nunca había sentido nada igual.

-       Yo estoy encendida, necesito una buena polla.

Mi tío me separa agarrándome por los brazos y quedamos uno frente al otro.

-       ¿Qué pasa? – le pregunto sorprendida

-       ¡Andrea, basta! – me dice con enfado. - ¡Ya es suficiente!

Me le quedo mirando y entiendo que lo de follar se va a quedar en fantasía, porque no quiero franquear ni una sola.

-       Tío, no es justo. Tú te has corrido, pero yo estoy cachondísima ahora mismo. – le digo.

-       No vamos a follar, Andrea, quítatelo de la cabeza. Este juego ha terminado. ¿Me comprendes?

-       Pero…

-       No hay peros. ¡Se acabó!

Sus manos sostienen mis muñecas y no quiere ningún acercamiento más, pero yo estoy demasiado caliente para no tener mi recompensa.

-       Tío, eres muy egoísta. Al menos chúpame tú. No puedes dejarme así… - le digo poniéndome seria yo esta vez.

Su mirada recorre mi cuerpo y noto como mi coño está palpitando. Tarda en tomar su decisión, pero creo que se da cuenta de que sería injusto por su parte no darme lo que me corresponde.

-       Está bien. Pero es lo último. Tenemos que parar esto.

-       ¿En serio vas a comerme el coño, tío? – le pregunto sin creérmelo.

Se me queda mirando a los ojos y sus manos van soltando mis muñecas.

**

No me puedo creer que haya pasado esto y que todavía sea capaz de continuarlo, pero estoy demasiado excitado y ella, evidentemente también. En cierto modo quiero mostrarle a esta niña lo que es una buena comida de coño y lo que se está perdiendo con el estúpido de su novio. Quiero que sea algo inolvidable para ella, porque la primera experiencia nunca se olvida. ¡Te vas a enterar, nena!

Andrea se sienta en el banco que hay en el probador yo me arrodillo entre sus piernas que acaricio en toda su largura. Aun lleva sus zapatos de tacón y eso es todavía más sensual.

Me quedo mirando ese tierno coño a muy pocos centímetros y paso mi lengua por mis labios humedeciéndolos preparándome para ese dulce manjar para mí y esa experiencia que será única para ella.

-       ¿Estás preparada, cariño? – le pregunto.

-       ¡Ay, sí, tío! – dice ella en un suspiro abriendo más las piernas.

En el preciso instante en el que estoy dispuesto a devorar esa rajita húmeda, suena el móvil de Andrea. Nos sobresaltamos los dos, ante ese inesperado susto que no deja de sonar en una elevada melodía vibrando dentro del bolso de mi sobrina. Ella se incorpora porque el ruido debe escucharse afuera.

-       ¿Mamá? – pregunta Andrea en cuanto descuelga.

Yo observo su cuerpo desnudo y me doy cuenta de la suerte que tengo de tenerla ahí delante. ¡Está preciosa!

-       Pero mamá, sí, estoy con el tío… sí… en la tienda de lencería de la esquina… pero no, no vengas.

En ese instante Andrea se pone en pie y me mira con ojos de susto.

-       Viene mamá, está aquí, en la tienda de al lado. – me anuncia pálida.

-       ¿Cómo? – respondo poniéndome de pie al instante junto a ella.

No puedo creerme que mi hermana venga hacia aquí y nos pueda pillar en pelotas.  Seguramente no sabría cómo explicarle todo esto.

Juliaki

CONTINUARÁ…