Probando, probando... (Capítulo 6)
Todo parece ser algo inconsciente, al menos para el tío, que cree que su sobrina sigue siendo una ingenua, aunque ella lo tiene todo bastante claro.
Probando, probando…
Capítulo 6
Me he despertado con un gusto que no ha desaparecido en toda la noche sin poder evitar excitarme a cada momento recordando la cara de mí tío cuando me despojó del vestido para descubrirme desnuda bajo él. Me ha encantado ver eso y ahora rememorarlo detenidamente. No solamente me he masturbado con ello, sino que creo que he soñado con mi tío porque ahora estoy más cachonda y más mojada.
Oigo ruidos en la cocina y decido bajar a su encuentro, pero después de meditarlo solo unos segundos, decido hacerlo sin ponerme nada encima, así, desnudita como estoy. Es arriesgado, lo sé, por eso me encanta. Me asomo a la puerta y observo a mi tío que ya está en bañador preparando el desayuno. Entro en la cocina y solo digo el habitual:
- ¡Hola tíito!
Cuando gira la cabeza sus ojos se abren como platos quedándose totalmente obnubilado con mi desnudez.
- ¿Qué pasa? ¿Te asusta verme desnuda otra vez a estas alturas?
- Andrea… yo creo que…
- Vamos tío, no seas antiguo, me gusta ir desnuda por la casa– le interrumpo, después de darle un golpecito en el hombro y me tomo un zumo que hay sobre la encimera sin dejar de mirarle a los ojos desafiante y muy provocadora, meneando mis caderas.
- Pero Andrea, estás desnuda y soy tu tío.
- Por eso, no pasa nada. Puedes desnudarte tú, si quieres…
Me encanta estimularle y ver cómo sus ojos siguen dibujando mi desnudez, recorriendo pormenorizadamente cada centímetro de mi piel. Me vuelve loca esa forma de mirar mis tetas o como se detiene para admirar mi rajita que se le ofrece desafiante, como diciendo “aquí estoy yo”.
Por mi mente pasa la idea de cómo sería verle a él desnudo y tenerle ahí enfrente, entero para mí solita. Sonrío ante mis malos pensamientos y noto en su mirada que está además de aturdido completamente extasiado al ver mi cuerpo despelotado.
Andrea abandona la cocina con el vaso de zumo en su mano, dando saltitos y jugando conmigo, con una naturalidad increíble, la de siempre, pero no se da cuenta de que no la miro como a una niña traviesa, sino como a esa mujer tan atrayente y tan sexy que me follaría ahora mismo. Ella sonríe antes de salir al jardín, lanzándome un besito inocente y moviendo las caderas mientras yo admiro su precioso y redondo culo la caminar ¡Dios, qué maravilla!
- ¡Tío, vente a tomar el sol! ¡Hace una mañana preciosa! – me anuncia desde afuera.
- ¿No quieres desayunar? – le pregunto.
- No, luego. Ven y nos damos un baño.
Acudo con una enorme excitación y mi polla está a punto de reventar el bañador. Ella nota esa tienda de campaña que forma el bulto y se ríe de forma traviesa.
- ¿Te excita verme así? – me pregunta cruzando sus pies.
- No…
- Vamos tío. No hace falta que finjas.
- No es eso…
- Yo creo que sí. Te excitas al verme, no hay duda– afirma ella señalando el bulto bajo mi traje de baño.
Lo cierto es que siento muchas cosas: miedo, excitación, vergüenza, deseo… no sé en qué orden ni en qué cantidad, pero mi sobrina está ahí, desnuda ante mí, tan impresionante que no puedo cavilar con acierto, tan solo admirar a ese ángel desnudo.
- Yo también estoy excitada, tío - añade mordiéndose el labio.
- Andrea… esto no puede ser… no me gusta nada - digo poniendo toda la seriedad que debo pero ella no me deja continuar, poniendo su dedo índice sobre mis labios.
- ¿No te gusta mi cuerpo?
- Sabes a lo que me refiero…
- Me voy al agua, que estoy muy caliente. – añade.
Al fin da un salto y de golpe se cuela en el agua, esa sirena convertida en diablo o ¿es al revés?
Es una maravilla observar ese cuerpo desnudo nadando bajo el agua y sus movimientos me hipnotizan. Es una mujer increíblemente bella, pero además arrebatadoramente sexy.
- Anda, tío, lánzate, está buenísima. – le grito desde el agua.
- Creo que no, en un rato vendrá tu madre a tomar el sol contigo y no quiero que…
- ¿Qué me hayas visto desnuda?
- Sí, bueno…
- No creo que le importe.
- ¿Tú crees?
- Estoy segura. Anda, métete – insisto dando golpecitos en el agua invitándole y al mismo tiempo meneando mis tetas en cada uno de mis movimientos.
Tras pensárselo unos segundos y sin poder evitar esa empalmada, se lanza al agua para refrescarse y bajar la calentura. Pobrecito. Yo no lo estoy menos, aunque él no me lo note.
En ese momento me acerco nadando hasta él y me pego a su cuerpo. Tarda un rato en reaccionar, pero al fin, parece ponerse serio y me empuja para que me separe, pero he podido sentir contra mi cuerpo esa dureza que hay bajo su bañador.
Entonces comienzo a hacerle cosquillas jugando bajo el agua y cuando él está intentando esquivarme me sumerjo y le bajo el bañador de golpe quedándome con la prenda en la mano. Mi tío se queda cortado cubriendo a duras penas su polla, que se ve oscilante bajo el agua. ¡Dios qué cachonda estoy con esto!
- ¡Andrea! – me recrimina.
- ¿Qué pasa? ¿No sé por qué te pones así? Ahora estamos en igualdad de condiciones. ¡Los dos desnuditos!
- ¡Vamos, devuélveme el bañador! – insiste, pero yo sigo jugando y salgo de la piscina por el lado opuesto dejándole allí totalmente descolocado.
Sigo dando vueltas correteando alrededor de la piscina jugando a ponerle más nervioso y de paso poder disfrutar de su desnudez, aunque apenas pueda ver nada. Me encanta en ese momento en el que yo tengo el poder sobre él, sabiendo que no puede evitar excitarse viendo mi cuerpo desde todas las posiciones correteando a su alrededor.
- Andrea, por favor…- suplica él desde abajo.
- No, no. Tendrás que salir a buscarlo.
- No puedo.
- ¿Por qué?, ¿Por qué estás desnudo?
- Sí.
- Pues igual que yo. – añado y acaricio mis caderas y mis tetas.
Mi sobrina sigue jugando conmigo y desde luego ha conseguido ponerme nervioso en todos los sentidos. Noto mi cuerpo tembloroso bajo el agua y mi rabo a tope parece querer salirse del agua. Para colmo, ella corretea por allí como una grácil y juguetona ninfa desnuda que me tiene absolutamente loco.
Cuando parece que todo podía ser tremendo, se vuelve horrible en el momento en el que aparece en el jardín mi hermana Rosa. Ha hecho aparición en el peor momento para mí. Se nos queda mirando a ambos con los ojos abiertos como platos.
- Hola mami – saluda su hija riendo correteando desnuda como si nada.
- Pero, Andrea, ¿qué haces así?
- Pues tomar el sol. ¿Qué voy a hacer? – añade la otra
- Pero el tío… - dice mi hermana mirándome allí metido.
- También está desnudo. - Afirma mi sobrina sin dejar de reír-
- Pero… - su madre no da crédito.
- Tu hija me ha engañado y no quiere devolverme el bañador. – digo apurado bajo el agua, intentando tapar la enorme erección.
- Desde luego, vaya dos… - afirma Rosa.
- Mami, no te enfades. – dice su hija.
- No, yo voy a tomar el sol. – Añade y se despoja del pareo con naturalidad y también del sostén de su bikini quedando solamente con su braguita.
A continuación se tumba en una de las hamacas y me saluda como diciendo, “ahí te quedas”.
Yo ya no sé cómo actuar, porque a ver cómo le explico a mi hermana que no solo ha sido un juego, que su hija llevaba anoche un aparatito en su coño y yo estuve jugando con él hasta hacerla correrse como una loca. Eso por no hablar de cuando se ha tragado mi semen con todas las ganas en más de una ocasión. Ni cómo está desarrollándose todo sin que yo haya puesto objeción a cada locura de la niña.
Sin duda Rosa se enfadaría mucho conmigo y no encontraría ninguna explicación lógica a todo esto, por mucho empeño que yo le pusiese. Tampoco podrá entender lo excitado que me tiene la niña toda la mañana apareciendo desnuda y dejándome ahora a mí de igual manera y con una tremenda erección que ya no sé cómo disimular.
Mamá me mira de arriba abajo y luego me recrimina.
- ¿Cómo es que estás desnuda delante del tío, cariño? – me dice en voz baja para que el otro no nos oiga.
- Pues quería tomar el sol y dije, ¿para qué andar tapándome, si voy a desnudarme después? – digo como si nada.
- Pero hija… y cómo es que él está desnudo también.
- Eso fue mi culpa. Jugamos a las cosquillas y acabé sacándole el bañador.
- Vaya. Pobrecito. Eres muy mala. Desde luego…
- Lo sé, mamá, pero ¿No te parece excitante?
- ¡Andrea!
- Es verdad, mami, estar aquí desnuda y tener ahí a un hombre desnudo es tan…
- Loco.
- Sí, loco y excitante.
Miramos al tío que sigue allí con sus manos intentando tapar sus vergüenzas y sin poder salir de la piscina.
- ¿Es que nadie va a echarme un cable y tirarme mi bañador? – protesta el pobre, ya con cierta tiritona.
- ¡No!, ¡estás castigado! – digo yo riendo.
- Andrea, no seas mala – me riñe mamá pero también ríe por la situación.
- No, tendrá que salir a buscarlo. – le aviso y después mamá remata.
- Hermanito, lo tienes mal, como no salgas pronto te vas a arrugar, jajaja.
- Que malas sois. ¿Cómo voy a salir en pelotas?
- Si mamá se desnuda, ¿saldrás? – pregunto de repente viendo los ojos abiertos como platos de mi madre.
En un principio pensé que mamá se lo iba a tomar a broma o ponerse como una furia, por semejante propuesta y ni por lo más remoto imaginé que mamá se iba a poner en pie y de golpe bajarse la braguita del bikini hasta los pies quedándose desnuda también.
- Ahora, lo justo es que salgas tú hermanito. – añade mamá dejándome patidifusa y veo que él también está flipado.
Mi tío está realmente aturdido pero no pierde detalle del cuerpo de mi madre, ahora totalmente desnudo que está allí plantada de pie al borde de la piscina. Sin duda él tiene una vista de nosotras dos que nunca antes había podido imaginar.
No puedo creerme lo que está sucediendo. Pero estoy bajo el agua con mi verga durísima y aquellas dos impresionantes mujeres allá arriba luciendo sus preciosos cuerpos desnudos. A Andrea ya he tenido tiempo de admirarla un buen rato pero ahora al ver a Rosa, mi hermana, allí igualmente despelotada, me doy cuenta de lo hermosísima que es. Sus pechos bien proporcionados y nada caídos se ven preciosos. Su coño, a diferencia del de Andrea que está totalmente rasurado, está rodeado de un fino vello negro que resulta igualmente atrayente. Sin duda estoy flipado y me parece la visión más increíble que pudiera imaginar. Están ahí las dos juntas y me parece estar viviendo un sueño. Desde luego la erección no disminuye, sino todo lo contrario. No creo que pueda salir nunca de aquí.
- ¿Te vas a quedar ahí todo el día? – me dice mi hermana con sus brazos en cruz y sus piernas ligeramente abiertas.
Es una pura provocación aunque ella no lo quiera ver así. No solo estoy impactado por su belleza desnuda, sino que además estoy flipando por su descaro. Nunca había visto así de lanzada a Rosa.
- Déjale ahí, mamá, ya saldrá. – añade Andrea y tira de su madre para tumbarse juntas en sendas hamacas y dejarme de lado.
Y allí permanezco yo, sin saber muy bien qué hacer, pero aturdido por tanto golpe recibido que parece que esté viviendo una historia kafkiana. Por un momento pienso en mi esposa, que ajena a todo, sigue a kilómetros de distancia, pero no quiero ni imaginar la cara que pondría de lo que sucede en nuestra finca. Con cierto disimulo acaricio mi polla bajo el agua y noto que está durísima, sin un ápice de querer reducir ese gran tamaño. Me siento cohibido, pero claro algo tengo que hacer. A duras penas, decido salir del agua con la mayor naturalidad del mundo. Al fin y al cabo ellas también lo están y echo todo el resto. En cuanto subo por la escalerilla, las dos mujeres se incorporan para verme. Ambas están observándome con detenimiento. Me gusta sentirme así de admirado.
- ¡Guau! – acaba diciendo Andrea.
- Vaya hermanito, sí que estás bien armado. – añade la otra para después mirar a su hija y reír ambas a carcajadas.
Lejos de amilanarme me paseo delante de sus dos cuerpos desnudos y veo que ninguna de las dos pierde ojo a mi polla que se balancea a cada paso que doy. Me siento un hombre deseado. Después me meto en casa y voy directo a darme una ducha de agua fría. ¡Esto es demasiado!
- ¿Has visto que pollón? – le digo a mamá que todavía está algo nerviosa y excitada por la situación.
- ¡Andrea! ¡Qué bruta eres!
- ¿Qué pasa? ¿No te parece increíble?
- La verdad es que sí, tiene un miembro muy bonito y estaba a tope.
- ¡Es alucinante!
- Bueno, tu chico no anda mal, no creo que tengas queja. – afirma ella.
- Vaya, es verdad, mamá, no recordaba que te gusta más la de Jorge.
- ¡Pero qué boba eres! – me contesta mamá como si bromease, pero sus piernas se mueven alteradas.
- Vamos, mamá, que nos conocemos. Ya sé que la polla de mi novio es más grande, pero la del tío tiene una forma rara.
- Como la de Jorge, todas son iguales.
- De eso nada. Mira. – le digo.
En ese momento saco mi móvil y le enseño unas cuantas fotos de la polla de Jorge que luce en su plenitud. Mamá las mira totalmente extasiada y aparte de mover sus muslos de forma inquieta llego a notar como se relame al ver la enorme verga de mi chico y lo cierto es que me siento orgullosa por ello.
- Ya ves que no son iguales. – le reafirmo.
- Bueno, no, claro. La de Jorge se ve enorme.
- ¿Te gustaría verla en vivo otra vez?
- ¡Calla! – me recrimina pero sé que lo está deseando.
- Mira como se la chupo aquí. – le enseño descaradamente unas fotos en las que le estoy haciendo a mi novio una de esas mamadas enérgicas
- ¡Es enorme, hija, casi no te cabe en la boca! – responde tragando saliva.
- Ya le diré que te la enseñe un día de cerca. – añado sonriente.
- Que tonta eres… - me riñe pero también ríe.
- Después de haberte atrevido hoy a desnudarte delante del tío ¿te atreverías a hacerlo delante de Jorge?
- No creo, hija. No es lo mismo.
- No sé por qué.
- Pues porque con mi hermano… bueno, la verdad es que no sé ni cómo me he atrevido con él, vi que era todo tan loco que yo hice lo mismo.
- Pues haciéndolo y me encanta que te hayas lanzado. El tío ha alucinado contigo y se ha puesto a tope viéndote desnuda.
- Anda… exagerada.
- ¿Acaso miento? ¿No viste esa erección?
- Bueno sí, supongo que sería por ambas.
- No seas modesta mamá. Se la has puesto bien dura al tío con ese cuerpito. – le digo a mamá que enrojece, pero a pesar de querer negarlo, sabe que no miento.
Bajo la ducha intento serenarme. Todo lo acontecido en el día de hoy es demasiado fuerte como para asimilarlo con cierto criterio lógico… bueno pensándolo bien, ¿qué no ha sido fuerte en las últimas semanas?
Lo cierto es que lo que acaba de sucederme es hasta ahora lo más increíble de todo. Ya no solo el hecho de haber vuelto a ver desnuda a Andrea tanto anoche como esta mañana, algo que todavía me tiene anonado y tremendamente excitado, sino también a su madre, que con todo el descaro, sin que nunca lo hubiera imaginado, se ha despelotado en un abrir y cerrar de ojos. ¡Estas mujeres me matan!
Aun con el agua corriendo por mi espalda empiezo a pajearme suavemente recordando lo vivido. Esos dos hermosísimos cuerpos de dos mujeres que adoro, pero que ahora ya no veo como si fueran de mi familia, sino dos bellezas extraordinarias, de las que uno no puede escapar a su poder de atracción.
Primero pienso en Andrea, en su estilizado cuerpo, esas tetas juveniles, coronadas con dos exquisitos pezones marrones y una combinación de caderas, culito y cintura que la hacen ser una mujer impresionante. Su coño rasurado, es una invitación al pecado y a soñar con devorarlo. Además de todo eso posee una carga erótica que es difícil de describir, pero es que ella es una bomba sexual andante.
Mi paja sigue en auge, pensando en mis dos chicas, que ahora están ahí fuera como si tal cosa, desnudas, sin pensar que soy un hombre muy débil. No son conscientes del morbo y la sensualidad que irradian y yo soy una persona vulnerable… muy vulnerable.
Luego llega a mi mente el cuerpo de mi hermana Rosa, al que habré visto muchas otras veces, ataviado con ropas elegantes y sexys pero nunca antes desnuda. Al menos desde que éramos críos y he quedado prendado de esas tetas perfectas, tan bien puestas, de ese ombligo, de esas caderas y de ese coño rodeado de un vello negro que le hacen tan impactante como codiciado. ¡Está buenísima!
Mi polla está a tope entre mis dedos y se siente pletórica siendo mecida mientras que mi cerebro sigue dibujando la figura de dos cuerpos perfectos. El de una madre, madura, pero que no ha perdido un ápice de su belleza, incluso como el buen vino, ha mejorado con los años y luego el de su joven y preciosa hija, que es como estar viendo una aparición, un ángel, un espejismo… pero sin embargo es tan real, tan deslumbrante.
Miro el cuerpo de mamá y me siento orgullosa como hija de que sea portadora de esa belleza, sin duda mi tío ha quedado impactado con ambas.
- ¿Te excita el hecho de que un hombre se empalme contigo? – le pregunto a ella que sigue nerviosa por la situación.
Mamá tarda en contestar, todavía está colorada y acaba afirmando con su cabeza.
- ¿Y te excita ver esa polla a tope?
- Claro, hija, eso no se puede negar.
- ¿Incluso que sea el tío?
- Hija, es un hombre… pero no sé si está bien excitar a un hermano.
- No te preocupes, que ya le diré a Jorge que venga a tomar el sol con nosotras... y así no será tan cercano.
- ¡Andrea, ni se te ocurra! – me recrimina.
- ¿Pero por qué? ¿No te gustaría mostrarte desnuda como lo has hecho con el tío?
- No hija, con Jorge me da vergüenza.
- ¿Con el tío no?
- También, pero al fin y al cabo es mi hermano.
- ¿En qué quedamos? Lo que está claro es que al tío le has vuelto loco.
- ¡Calla, por Dios, que me vas a hacer sentir culpable! – añade avergonzada.
- Voy a ver qué hace tu hermano, por cierto, jajaja.
Me meto en la casa, en busca de mi tío y oigo que está en la ducha. Me acerco sigilosamente y apoyo mi culo en el frío azulejo de la pared. Descorro lentamente la cortina y descubro la espalda de mi tío y su mano meneando su polla con energía. ¡Se está masturbando!, ¡qué imagen tan increíble!
- Guau tío, ¿necesitas ayuda? - le digo.
En ese instante se vuelve y se queda paralizado tapándose a duras penas esa erección tremenda de una polla más que apetecible.
- No ocultes algo tan bonito. – le digo. – por mí puedes seguir dándole al tema.
- ¿Cómo? – pregunta asustado.
- Déjame ver como lo haces. – añado y le intento retirar las manos para poder observar su preciosa verga.
No puedo creerme que esté desnudo frente a mi sobrina igualmente desnuda. Ella está observando mi polla que momentos antes he pajeado con ganas y evidentemente, ante su aparición y su gesto por querer vérmela, ha crecido incluso más, ahora está a tope, apuntándola directamente.
- ¡Qué bonita, tío!
- Andrea, creo que deberías salir del baño. – digo intentando disuadirla, pero ella sigue fija en mi polla
- ¡Es enorme! – añade sin hacer caso a lo que le estoy diciendo
- Creo que es normal. – añado
- De eso nada. Me parece única. ¿Puedo verla de cerca?
No deja que le conteste, directamente se agacha y se pone enfrente de mi enorme verga que está frente a su cara a pocos centímetros. Desde allá abajo me mira y se relame.
- Qué suerte tiene la tía de comerse esto. – añade y gira su cabeza poniéndose cada vez más cerca.
- ¡Andrea, basta! – le digo con energía.
En ese instante la tomo por los brazos y la obligo a levantarse. La situación no puede ser más increíble. Salgo de la ducha con la intención de cubrir mi desnudez y mi brutal empalmada, pero ella no está por la labor.
- ¿Qué pasa? – pregunta con su inocencia de siempre.
- Andrea, estoy desnudo, tú estás desnuda, estoy con esta erección.
- ¡Y yo disfrutando de verla! – añade sin dejar de mirarla.
- Pero no puede ser.
- Me encanta tu polla, tío.
- No digas eso.
- ¿Por qué?, ¿Acaso no te gusta mi coño? – me pregunta, al tiempo que se acaricia levemente su rajita
- Yo… pero cariño…para… por favor – ruega perturbado.
- Vamos, sé sincero, tío.
- Sabes que sí, pero esto no está nada, pero que nada, bien.
- ¿Tú crees? Ven, ayúdame a subir al lavabo. Quiero que veas mi coño de cerca, a ver si está bien o mal.
Me indica que la agarre por la cintura y que la siente sobre el lavabo, pero sigo parado sin saber reaccionar. Tengo que decirla que no, pero se agarra a mi cuello y entonces nuestros cuerpos desnudos quedan pegados.
Ese momento es increíble. Por primera vez nuestros cuerpos desnudos entran en contacto y su polla queda aprisionada, aunque dura poco, entre nosotros. Es un momento tan intenso como morboso y excitante.
De un golpe consigue subir mi culo hasta el lavabo y allí quedo con mis pies colgando. Su erección indica lo excitado que está y mis pezones hacen lo propio. ¡Qué cachonda estoy! En este momento solo pienso en que me folle de una maldita vez.
- Venga, hombre, acércate a observar este conejito. – le digo al tiempo que separo mis labios mayores ofreciéndole la visión de una rajita húmeda y deseosa de una buena polla.
Su verga da un respingo ante tal visión. Su garganta traga saliva y sus ojos parecen querer salirse de sus órbitas.
- ¿Y bien? – le digo cuando empujo su cabeza para que se acerque más.
- ¡Es precioso, bebe! – afirma totalmente extasiado.
- ¿Es más bonito que el de la tía?
- ¡Mucho más! – contesta eufórico – bueno, parecido. – añade después queriendo no ser tan categórico.
Me encanta esta sensación. Yo allí sentada sobre el lavabo despelotada, con mis piernas completamente abiertas y mi tío tan cerca, desnudo también. ¡Joder, que me la meta ya!
- ¿Te gusta más que el de mamá?
- Andrea…
- Vale, vale, no te pongo en compromiso. Ya sé que el de mamá es un buen chochete. De todos modos supongo que podrás hacerte una paja pensando en este… - añado y vuelvo a separar los labios de mi inflamada vagina.
- No, yo no.
- Vamos tío, ¿se te olvidó que me contaron como te hiciste una viéndonos a mamá y a mí tras los arbustos?
- Bueno sí…
- Pues me haría mucha ilusión que en tu próxima paja pensaras en este coño. ¿Lo harás?
- Yo… no puedo, eres mi sobrina.
- No, soy una mujer, simplemente. Hazlo por mí, anda… – señalo de nuevo mi cachonda huchita.
Me quedo mirando a mi sobrina allí sentada, sobre el lavabo, totalmente abierta de piernas, sus tetas colgando juguetonas, sus caderas bien abiertas, su coño expuesto… totalmente dibujado con sus labios mayores ligeramente abiertos. En ese momento pienso en que debería estar devorándolo, succionándolo, lamiéndolo y atendiendo fervientemente su petición de cascármela ahí mismo delante de esta diosa adorada, pero no puede ser, ella es mi niña, mi sobrinita a la que debo proteger y cuidar.
- ¿Entonces? – pregunta impaciente cortando mis pensamientos.
- ¿Qué? – pregunto.
- ¡Háztela! Y así veo por fin como sale tu lechita. Me encantaría.
- Andrea, tu madre está ahí fuera. – le digo en un último intento
- ¿Otra vez? – me dice poniéndome morrito.
- Es que no puedo. – insisto porque aunque deseo hacerlo algo me lo impide.
- Te lo ruego, tío. Estoy muy cachonda.
Creo que esas palabras, aparte de la visión de esa preciosidad desnuda con su sexo expuesto y sus tetas bailando, no me permiten ser racional. Agarro mi polla con mi mano derecha y comienzo a agitarla suavemente. Es un gusto tremendo el que siento al notar mis dedos acariciándola y teniendo ahí desnuda a la mujer más increíble del mundo y a la que más deseo.
- Qué bien, tío. – añade ella mientras acaricia con sus dedos la largura de su rajita masturbándose a la vez que yo.
Estoy absolutamente flipado. Acaso todo esto… ¿No es increíble? Estamos ahí desnudos masturbándonos uno frente al otro. Yo con mi mano con rapidez sobre mi duro rabo y ella suavemente con dos de sus finos dedos sobres su conchita.
A medida que voy perdiendo los miedos y los prejuicios mi paja va siendo más enérgica, más rápida y continua y ella parece excitarse por momentos.
Sus tetas se mueven incesantemente en un ritmo que va marcado por sus deditos ahí abajo. Yo al mismo tiempo acelero los movimientos, mientras observo su piel húmeda por el sudor, sus pechos oscilantes, su sexo húmedo, sus muslos abiertos. ¡Quiero follármela ahora mismo!, ¡Esto es demasiado!
Es asombroso estar así, ni por lo más remoto lo hubiera soñado días atrás. Allí sentada sobre el lavabo, expuesta frente mi tío, en pelotas ofreciéndole mi sexo ardiente y él masturbándose mientras me admira. No puedo quitar la vista de su preciosa polla. ¡La quiero adentro ya!
- ¿Puedo hacerlo yo? – le pregunto de pronto.
Por un momento se queda paralizado, intentado serenarse y entender lo que acabo de preguntarle. Debe estar pensando si lo que he dicho es cierto. ¿Qué quiero pajearle?
- Sí, tío, quiero hacerlo. - le despejo cualquier duda.
Él se ha quedado parado pero yo estoy totalmente extasiada, sin pensar en nada más, incluso con el riesgo añadido a que mi madre entre en ese momento en el baño y nos pille en plena faena. ¡Más morbo todavía!
- Por favor, tío quiero sentir una polla entre mis dedos, aunque solo sea para saber que se siente. – le insisto.
Él se me queda mirando extrañado y al tiempo mis dedos siguen hurgando la largura de mi sexo.
- Pero ¿Nunca le hiciste una paja a Jorge? – me pregunta sorprendido.
- No. Nunca.
- ¿En serio?
No le dejo pensar más, solo veo su mano parada y su capullo asomando. Estoy loca por seguir yo. Retiro su mano de esa preciosa verga que estoy deseando tener entre mis dedos y ahora se queda balanceante, huérfana y yo me la quedo mirando como una boba.
- ¡Inténtalo, bebe! – me dice él totalmente desbocado.
Por un momento sigo ahí parada viendo a mi tío desnudo, le miro a los ojos y noto como mis carrillos arden. Me llega un momento de duda pensando si estamos llegando demasiado lejos, pero vuelvo a ver esa verga balanceante, carente de unos dedos que la acaricien.
- ¡Hazlo! – me repite el tío, ya fuera de sí.
Me encanta ese ruego por parte de él y tras morderme un labio abarco con mi mano ese tronco hasta apretarlo y veo como él cierra los ojos y suspira.
No puedo creer que la mano de mi sobrina esté aferrada a mi trozo de carne. Es la imagen más soñada de mi vida. Ella tira de mi falo y me encanta sentir esos finos dedos alrededor. Me acerco un poco más, colocándome entre sus piernas y ella suelta un suspiro y a moverse nerviosamente mientras me agarra ese miembro enhiesto que se endurece al sentir sus deditos.
- ¡Qué dura! – alcanza a decirme.
- ¡Andrea…! – suspiro al sentir esa suave paja.
- ¡Es una maravilla! – añade ella nerviosamente.
Es lógico que mi sobrina se sorprenda, pues como ella dice, es la primera polla que sostiene entre sus dedos y es que me parece inaudito que Jorge no le haya ofrecido la suya para ser mecida por esa suave mano. Reconozco que para ser su primera polla tiene arte la niña a la hora de menearla, porque consigue hacerme suspirar y que las primeras gotas de líquido pre seminal aparezcan en el capullo. Ella me mira, me sonríe y después acerca dos de sus dedos y recoge esas primeras gotas para llevárselas a la boca y degustarlas cerrando sus ojos.
- ¿Lo hago bien? – me pregunta ella
- ¡Síii! – respondo entre jadeos.
Su mano sigue moviéndose mientras con la otra acaricia sus tetas. En ese instante tengo ganas de acariciárselas, de chupárselas, pero creo que esta experiencia extrasensorial y del todo inaudita, es más que suficiente. Nuestras respiraciones son cada vez más agitadas y ese momento se vive con tanta intensidad que parece que no hay nada más a nuestro alrededor.
Observo el hermoso cuerpo de mi sobrina y disfruto de cada uno de sus rincones, especialmente ese coñito que está húmedo y brillante, totalmente desprovisto de pelo que es una tentación, una rajita que está pidiendo a gritos ser devorada ser penetrada por mi polla palpitante.
Estoy cercano al orgasmo, lo noto, no voy a poder aguantar mucho más. Esto es increíble pero es imposible controlar mi eyaculación que es más que cercana. Acaricio su brazo y le aviso:
- ¡Me corro, Andrea! – digo entre hipidos
- Hazlo, tío… ¡Hazlo sobre mi cuerpo! – me ruega de forma cachondísima.
Noto la tensión de la polla de mi tío y yo no puedo estar más excitada, expectante ante la venida de esa corrida.
El primer chorro sale disparado como un obús y llega a alcanzar mi cuello, al tiempo que sigo agitando mi mano enérgicamente sobre ese falo duro. El segundo impacto va a parar sobre mis tetas, uno más sobre mi cintura y los siguientes dos o tres sobre mi pubis, dejando un reguero que va bajando hasta alcanzar sutilmente mi rajita. No puedo creerme la cantidad de semen con la que me ha bañado mi tío querido. Nunca antes había visto semejante cantidad sobre mi piel. ¡Dios qué gusto!
- ¡Andrea! – grita mi nombre.
- ¡Qué pasada tío! ¡Me has regado entera!
- Lo siento. – dice apurado.
- ¿Sentirlo?, ¡Me has hecho la mujer más feliz del mundo!
Mi tío sonríe y yo continúo meneando su polla que va perdiendo su rigidez pero aún suelta algún pequeño reguero que cae sobre mis dedos.
- Ahora, a tomar mi leche. – digo llevando la mano que acaba de pajearle para lamer todos mis dedos pringados con el tibio semen.
Veo que su polla da algún espasmo al verme haciendo eso que debe ser para él tan gratificante y por supuesto para mí, aún más.
Recojo con mis dedos el reguero que baja por mi cuello y sin desperdiciar una gota, chupo mi dedo con lascivia sin dejar de mirar a mi tío que sigue con sus piernas temblorosas después de su contundente orgasmo. Luego paso mis dedos por mis pechos y continúo con esa labor de chupar y lamer cada goterón que ha bañado mi cuerpo. Llevándolo a mi boca y tragándolo con total dedicación, poniéndome de lo más sensual en cada chupeteo y lamida.
Por último quedan los dos ríos que han bañado mi pubis y que están cerca de mi rajita. Recojo ese semen y lo llevo lentamente hasta mi rajita introduciendo el líquido dentro de mi coño sin dejar de mirar fijamente a los ojos a mi tío.
- ¡Cuidado, cariño! – me dice enérgicamente mi tío sosteniendo mi muñeca.
- ¿Qué pasa? ¿Crees que podría quedarme embarazada? – pregunto con mi mayor cara de susto y cara de niña buena.
Evidentemente mi tío no sabe que tomo la píldora y cree que con mi novio siempre uso condón. Pobrecito…
En ese momento me doy cuenta de la gravedad de todo. Estoy allï desnudo entre las piernas de mi pequeña sobrina, esa que prácticamente he criado y a la que acabo de bañar con mi corrida después de la maravillosa paja que me acaba de hacer. ¿Pero qué he hecho, Dios mío?
- Tío, ayúdame a sacar por si queda algo. – me pide con los ojos abiertos de par en par, claramente asustada.
Soy consciente de la gravedad de haberme corrido sobre ella pero más aun de que ella se haya introducido inconscientemente parte de mi semen en su conchita. Eso sí que es realmente grave. Rápidamente acerco mis dedos para limpiar esa zona, pero el primer contacto de mis dedos con ese coño es algo increíble, una sensación que me deja paralizado con mis dedos apoyados sobre esa juvenil rajita.. Puedo notar además de la rigidez de mis dedos, la suavidad de ese pubis rasurado y la tersura maravillosa de unos labios que me hacen estremecer. Sin pensar más, meto mi dedo índice en esa gruta y noto como los músculos de la vagina de Andrea me atrapan. ¡Qué estrechura, más adorable!
- ¡Dios, qué gusto! – gime ella.
- Madre mía, Andrea, esto no puede ser. – digo sacando mis dedos.
- Por favor sigue… sácalo todo - me ruega entre lo que me parecen sollozos.
Repìto practicando esos movimientos de intentar sacar el resto de mi leche de su vagina mientras mi sobrina sigue agitándose sobre el lavabo y acaba pegando su boca a mi hombro para lanzar un largo gemido que no es otra cosa que un prolongado orgasmo que la deja llena de pequeñas convulsiones.
- ¡Joder, qué gusto, tío! – me dice ella al oído todavía llena de gemidos y temblorosa.
Me separo de ella como si hubiera cometido el mayor de los pecados y realmente ¿Lo he hecho?
- ¿Qué pasa tío?
- Dúchate, Andrea y lávate bien - digo de forma seca.
- Pero…
- Vamos, no hagas niñerías. Yo me voy a trabajar.
- Pero tío…
Cuando me quiero dar cuenta, mi tío ha abandonado el baño, dejándome con los temblores de uno de los mejores orgasmos de mi vida. Lo cierto es que me he quedado con las ganas de más y me ha sabido realmente a poco, pero estoy orgullosa de este avance y muy contenta de haber conseguido sacar ese orgasmo de mi tío y al tiempo otro mío gracias a sus maravillosos dedos en mi coño.
Paso mis manos por todo mi cuerpo rememorando esos instantes y prefiero no darme esa ducha, sino seguir con ese olor y ese ungüento que ha bañado mi cuerpo de forma tan increíble.
Tras serenarme unos segundos, acudo al encuentro de mamá que sigue tumbada, desnuda, tomando el sol. Al acercarme veo que está con mi móvil y al verme lo suelta de repente. ¿Qué estaría viendo? ¡La polla de Jorge, seguramente!
- ¿Dónde andabas? – me pregunta al verme disimulando claramente.
- Nada, buscando al tío, pero se va ya. - le contesto. ¿Y tú? ¿Qué hacías, mamá?
- Yo, nada… tomar el sol. ¿A dónde fue el tío? – pregunta cambiando de tema.
- A trabajar, parecía tener prisa – añado.
- Pobrecito le hemos puesto en un compromiso. ¿No te parece?
- No. Yo creo que le ha gustado. .- digo, pero sobre todo pensando en lo que acaba de suceder dentro de la casa y que mi madre evidentemente ignora.
- Creo que tu tío se ha quedado impactado con nuestros cuerpos desnudos. Esto no está bien, hija. – añade mamá preocupada.
Si ella supiera que eso es solo un parte de lo que realmente ha pasado… siento unas enormes ganas de contárselo, de decirle como se ha corrido el tío sobre mi cuerpo y cómo me ha hecho una paja maravillosa a mí después, pero prefiero ponerme las gafas de sol y tumbarme junto a mamá a tomar el sol guardando mi secreto.
CONTINUARÁ…
Juliaki