Probando, probando... (Capítulo 5)

Por momentos tanto el tío como la sobrina son conscientes de estar sobrepasando los límites y de estar jugando con fuego, pero eso es lo que ninguno de los dos llega a controlar con cierta sensatez.

Probando, probando…

Capítulo 5

̶            Andrea, cariño, está aquí el tío – me dice mamá al ver que sigo con mis pechos al aire.

̶            El tío no va a asustarse por eso, ¿verdad? – añado mirándole fijamente cuando llega a nuestra altura.

Mamá mueve la cabeza, sin entender mi actitud, pero mi tío sí que sabe por qué lo digo. Ella parece confusa, pero sé que en el fondo le gusta que yo me muestre así, con todo el descaro, como si fuera una chiquillada, pero también creo que en el fondo a ella también le gustaría mostrar sus preciosas tetas, aunque fuera a su propio hermano.

̶            No, no me asusto por ver unas tetas. – dice el tío con su voz temblorosa.

̶            ¿Ves? – digo mirando a mamá. – tú deberías hacer lo mismo. El tío nos va  a respetar. – añado mirándole de reojo y una ligera sonrisa.

̶            Claro. Voy a preparar algo de beber, estaréis sedientas. – añade él con evidente nerviosismo pero sin poder mantener la mirada conmigo.

̶            Sí, yo te ayudo. – le digo.

A continuación le doy la mano y me meto con mi tío en la casa. Me encanta ir así, prácticamente desnuda a su lado, aunque ya ha tenido oportunidad de verme despelotada del todo, ahora me gustaría mostrarle todo mi cuerpo de cerca.

̶            ¿Te gustó lo que viste entonces? – le digo de pronto cuando estamos ya en la cocina.

Mi tío tarda en contestar, tan solo se asoma a la ventana que está junto al fregadero y se percata de que mamá sigue allí tumbada.

̶            No sé lo que dices. – añade mostrando el continuo nerviosismo.

̶            No disimules más, tío. Jorge me lo ha contado.

̶            ¿El qué?

̶            Que estabas viéndonos desnudas tras los arbustos y que te has masturbado con mamá y luego conmigo.

Estoy buscando la manera de hacerle entender a mi sobrina que está equivocada, pero claro, ¿cómo voy a hacer tal cosa, si su propio novio me ha visto?

̶ Entonces él… - comienzo a hablar, totalmente vencido ante mi descubrimiento.

̶ Sí, te ha visto, me lo ha contado en un mensaje.

̶ ¡Dios! – alcanzo a decir sin poder mirarle a la cara a Andrea.

̶ No pasa nada. Por Jorge no hay problema, él también se ha pajeado con mamá, así que no se enfada porque tú lo hayas hecho también conmigo.

̶ Yo no…

̶ Que no pasa nada, de verdad, tío, que es un honor haber sido tu inspiración en vivo.

̶ Es que no sé lo que me pasó por la cabeza. – agrego turbado.

Intento no mirar a mi sobrina pero estoy tan confuso como avergonzado por mi actitud y por haber sido descubierto.

̶ Tito, guapo, no te sientas mal – añade ella sosteniendo con sus dedos mi barbilla y haciendo girar mi cabeza para mirar a sus ojos.

̶ Es que fue todo tan raro…

̶ Viste a dos mujeres desnudas, de repente en tu jardín y no te pudiste resistir. Es totalmente comprensible. ¿Qué te parece tan raro?

Andrea acaricia mi espalda y pega su pecho abrazándome como queriendo quitar importancia a ese tremendo lío, pero lejos de apaciguarme los ánimos, me enciende mucho más cuando noto sus pezones duros contra mi pecho y mi erección vuelve al ataque.  Ella lo tiene que notar a todas luces.

̶ Bueno, no pasa nada. Pero tienes que tener tu castigo. – añade mordiéndose los labios.

̶ ¿Castigo? – pregunto confuso

̶ Claro, tendrás que darme una nueva ración de lechita. Ya sabes…

̶ ¡Andrea! – protesto, pero ella pone su índice entre mis labios para que no añada nada más.

En ese instante entra Jorge en la cocina y Andrea se separa de mí.

̶ ¡Vaya par de cerdos! – añade mi sobrina cambiando su actitud en el momento en el que su novio hace acto de presencia.

Naturalmente mi tío debe estar flipando, pero quiero ponerme algo enfadada con mi chico, aunque en el fondo no lo esté realmente, pero quiero darle a entender que lo de espiarnos no estuvo bien y menos que se pajearan con nosotras, aunque a mí francamente me encantó.

̶            Cariño, somos hombres y creo que fue algo espontáneo, ¿verdad? – añade Jorge mirando a mi tío que sigue totalmente conmocionado con tanta impresión.

̶            ¿Y a ti te parece normal pajearte viendo a mi madre? – digo mirando a mi novio, pero de reojo también a mi tío.

̶            Bueno, no fui el único.

̶            Ya, pero mi tío ya se ha llevado su bronca. – digo mirando a mi tío con cara seria haciéndole entender a Jorge que estoy cabreada aunque no sea para nada verdad.

̶            ¿Pues por eso sigues con las tetas al aire? – añade Jorge sonriente.

̶            Bueno, pues una vez que me haya visto desnuda, no creo que pase nada.

̶            Pues eso, lo mismo que yo viendo a tu madre y es que tiene unas tetas… que.

En ese instante entra mamá en la cocina al oírnos hablar.

̶            ¿Qué pasa? Se te oye gritar desde fuera – comenta ella.

̶            No, nada. – respondo, pues mi madre es ajena a todo lo sucedido, naturalmente.

̶            Nada, suegrita, estábamos hablando de tus tetas. – añade Jorge descaradamente ante mi atónita mirada y la de mi tío.

̶            ¿De mis tetas? – responde mi madre igual de sorprendida.

̶            Sí, decíamos que es una pena no poder vértelas como las de tu hija, así, como las tiene ahora, pero dice Andrea que tú no te atreves a enseñarlas.

Abro los ojos como platos al ver que Jorge está más que salido y le da igual lo que yo le diga, está loco, completamente loco y desde que ha visto a mamá desnuda ha debido perder la razón. De todos modos no me extraña, primero porque siempre ha sido un atrevido, pero ahora con mamá, sé que anda todavía más salido.

̶            Claro que me atrevo, pero no sé si vosotros estaréis incómodos. – añade de pronto mamá.

̶            ¿Nosotros? ¡Encantados! – afirma Jorge

̶            Mamá, ¿te atreverías? – intervengo yo sorprendida con la valentía de ella.

̶            Bueno, tú lo has hecho. – añade ella con cierto tono de envidia al ser yo objeto de las miradas de ambos hombres.

Mi tío sonríe forzadamente sin creerse todavía lo que está oyendo, pero menos aun cuando mamá se echa las manos a la espalda y deja sus preciosas tetas a la vista de todos.

Todavía no soy capaz de asimilar nada de lo que está ocurriendo, desde que descubriera a las dos mujeres desnudas a lo lejos y ahora no solo mi sobrina se ha puesto en topless, sino que también, para mi sorpresa, lo ha hecho su madre. Estoy alucinado. Nunca antes le he visto las tetas a Rosa, no al menos desde que sea una mujer y veo ahora teniéndolas tan cerca, que son tan hermosas como las de su hija y perfectamente conservadas, sin nada de caída, con un tamaño ideal y unos pezones duros y marrones que están pidiendo a gritos comérselos. ¡Joder, es mi hermana y ya no sé ni lo que pienso!

̶ Caramba suegra, pues sí que te has atrevido – añade Jorge flipado con las tetas que acaban de salir a escena.

Es inevitable que mis ojos se vayan de unos pechos a los otros y no se pueden comparar, naturalmente, aunque siendo diferentes sí son igual de alucinantes. Mi polla sigue en ristre, pero intento disimular todo lo que puedo.

̶ Tengo sed. – añade mi hermana, mirándome sabiendo que mis ojos están clavados en sus pezones.

̶ Esto… sí, ahora preparo algo de beber. ¿Me ayudas Jorge?

̶ Claro.

En ese instante las chicas salen fuera riendo a carcajadas, sabedoras del poder que ejercen sobre nosotros, teniéndonos a su merced.

̶ Yo, lo siento. – le digo al fin, cuando me quedo a solas con Jorge.

̶ ¿Qué lo sientes? Yo no.

̶ No, lo digo porque me hayas visto así.

̶ ¿Cascándotela?

̶ Sí, pero yo…

̶ No pasa nada, tío, es normal. Estas dos mujeres son dos bellezones, es normal que perdamos la cabeza.

̶ Pero, Jorge… estás hablando de ¡mi hermana… de tu novia!

̶ ¿Bueno y qué?

̶ No te sientes mal, porque haya estado mirando a Andrea desnuda… y me haya masturbado viéndola.

̶ Al contrario, tío, sé que te vuelve loco, es normal. A mí me pasa lo mismo con su madre, es algo que no puedo controlar. ¡Vaya polvazo tiene!

No sé si molestarme por su comentario, si decirle que está hablando de mi hermana, si le está faltando el respeto a su novia o simplemente callar y admitir que soy tan cerdo como él pensando en ambas, primero en mi sobrina y ahora también en mi propia hermana.

̶            ¡Cómo te pasas, mamá! -  le digo a mi madre una vez tumbadas de nuevo en el jardín por su descaro tan directo.

̶            ¿Yo me paso?, pues anda que tú.

̶            Ya, pero yo, es algo que sabes que hago delante del tío pero tú delante de mi novio. - Le recrimino, aunque en el fondo me encanta que lo haga.

̶            Ah, ahora ¿resulta que solo tú puedes enseñar las tetas? Tampoco creo que pase nada, tú misma lo has dicho.

Naturalmente mamá es ajena a todo lo acontecido antes de que los dos hombres aparecieran en la cocina y tampoco le voy a decir que ambos se han masturbado a su salud… o mejor dicho a la de las nosotras dos.

-       ¿Estás segura de que no pasa nada? – le pregunto.

-       ¿A qué te refieres?

-       Pues que tu reacción ¿es natural o más bien que te gusta exhibirte?

-       ¡Andrea!

-       Vamos mamá, a mí me resulta igual de excitante.

-       Oye, que yo no… tu novio… mi hermano.

-       Vamos, aunque tú digas eso, también me has dicho que son hombres y te gusta provocarles, no me digas que no.

-       Hija… yo

-       Mamá no disimules, te gusta mostrarles las tetas y que los dos hombres se queden flipados viéndote. ¿A que si? Lo mismo que cuando le viste la polla a mi novio el otro día.

-       ¡Andrea! – intenta reñirme.

-       Mamita, te conozco bien, has visto esa polla y tu actitud ha cambiado. Creo que te gustaría mostrarte desnuda delante de Jorge y de paso también del tío.

-       ¡Estás loca!

-       Yo estoy loca, pero no equivocada.

-       No creo que me lance tanto, hija.

-       No sé por qué no. Seguro que a los dos les encanta.

-       Bueno a tu novio, seguro, pero a mi hermano no creo que le llame nada verme desnuda.

-       ¿Tú crees?

-       Andrea, por Dios…

-       ¿No eras tú la que me decía antes que es un hombre?

-       Ya, pero…

-       Sin peros, estoy segura que se excitaría viéndote desnuda, otra cosa es que te atrevas.

Mamá no es capaz de responderme y la veo enrojecer por momentos, pero al final entran los chicos en el jardín y se produce un largo silencio.

Jorge y yo seguimos extasiados viendo a las dos mujeres con las tetas al aire y tan solo con sus respectivas braguitas del bikini. Yo me fijo primero en el culito de Andrea que se muestra en su plenitud y su novio me caza en una de esas miradas, pero lejos de enfadarse me sonríe y me guiña un ojo. A continuación desvío la mirada para ver las preciosas tetas de mi hermana Rosa que luce algo cohibida pero orgullosa de tener ese par de melones tan bien puestos.

- ¿Cuáles te gustan más? – me pregunta de pronto Andrea sacándome de mi ensoñación.

- Esto… ¿Cómo?

- Vamos, tío, las tetas de mami o las mías.

- Andrea, no seas bruta – le recrimina su madre al ver mi tensión.

- Es solo una opinión, mamá – aclara la otra.

- Pues me gustan las dos – afirmo nervioso y tremendamente excitado.

- Dímelo tu Jorge, que el tío “no se moja”. – dice esto buscando picarme.

Jorge está ahora ensimismado con las tetas de mi hermana y tras unos segundos añade.

- Las de tu madre, sin duda.

Mi hermana enrojece, parece que se siente más cohibida aunque seguramente orgullosa y excitada también.

- Vaya – protesta Andrea con cierto enfado.

- No te mosquees cariño – añade Jorge – las tuyas son muy lindas, sabes que me encantan, pero tu madre las tiene algo más grandes, tan redonditas, algo caídas, pero con sus pezones perfectos…

Es cierto, puestos a comparar las de mi hermana son más grandes, pero a mí en cambio me siguen pareciendo más atrayentes las de mi sobrina, con su juventud, la finura de su piel, sus pezones puntiagudos…

- Son mejores las tuyas – añado de pronto refiriéndome a Andrea, guiñando un ojo a mi hermana para que no se sienta mal, pero consiguiendo una gran sonrisa en la cara de mi sobrina.

- ¡Gracias tiito! – añade y de pronto se acerca hasta mí y plantando sus tetas contra mi cara me da un beso en la cabeza, aunque parece que su intención es regalarme durante un segundo el placer de saborear la piel de sus finos y juveniles pechos.

Todo parece espontáneo y accidental por parte de ella… pero ¿lo será realmente?

Durante un buen rato estamos hablando medio en bromas y medio en serio del tamaño de las tetas, de cuales son más atrayentes y en el fondo, sé que las de mi madre y las mías se parecen, siendo bien diferentes. Lo que realmente me gusta es ver la cara de mi tío en cada pregunta. Al caer la tarde, tras vestirnos, nos despedimos y yo me quedo a solas un momento con él.

-       ¿Entonces te gustan más las mías? – le digo al oído susurrando.

-       Claro, princesa. – responde él nerviosamente.

-       ¿No lo dices por quedar bien?

-       Por supuesto que no. Eres una diosa – dice y luego parece darse cuenta que lo ha dicho sin querer, como si se hubiera mordido la lengua.

-       Qué bien. ¿Y qué chochito te gusta más? ¿El mío o el de mamá?

Esa pregunta vuelve a dejarle descolocado y yo aprovecho para ponerme frente a él y terminar yo misma con la respuesta.

-       Vale, para eso tendrías que verlos más cerca y solo pudiste contemplarlos desde muy lejos. Me quedaré con la duda.

A continuación le doy un beso en la mejilla mientras él me mira embobado. Estoy convencida de que está en el bote, de que voy a conseguir todo lo que me proponga y lucharé para conseguirlo por muy difícil que se ponga todo.

-     Tío, quiero pedirte otro favor. – le digo poniendo morrito de niña mimada.

-     Claro, nena.

-     Aparte de tu ración de leche… jajaja…

-     ¡Calla! – me dice por miedo a ser escuchados.

-     No, bobo, mañana es la despedida de soltera de Fabiana y había pensado en llevar el aparato ese que compramos en el sex-shop.

Mi tío se me queda mirando sin saber a qué aparato me refiero.

-       Sí, hombre. Ese pequeño dildo que me meto en mi rajita y se puede manejar a distancia, controlando las vibraciones con un Smartphone.

-       Ah,… pero no sé muy bien en qué puedo ayudarte. – responde confuso.

-       Pues todavía no me atrevo a pedírselo a Jorge y creo que tú lo harás mejor, porque no abusarás y será mejor, pues él se puede poner celoso o algo así.

-       Yo… pero Andrea...

-       No acepto un no por respuesta – digo al fin y salgo pitando hacia el coche.

Desde allí miro a mi tío y le lanzo un besito al aire, consiguiendo que él esboce una gran sonrisa.

Todavía no soy consciente de lo que me dijo mi sobrina ayer por la tarde cuando salió de la finca y sigo sin saber muy bien si todo esto es un sueño o fruto de mi imaginación, pero creo que cada vez tengo menos fuerza de voluntad para negarme a lo que me pida por muy fuerte que sea. Llamo al timbre. Aparece Andrea con su rostro perfectamente maquillado, pero lo sorprendente es que ha abierto la puerta con unas braguitas diminutas tipo tanga y tapando sus pechos con una pequeña toalla. En cuanto cierra la puerta, la toalla cae al suelo.

- Hola tiito, qué bien que has venido – me dice saltando a mi cuello para darme un sonoro beso en la mejilla y de nuevo muy cerca de mis labios.

- Pero Andrea, tápate, por Dios. – le digo totalmente nervioso al verla  así.

- ¿Qué pasa? ¿No ve viste suficientemente las tetas ayer durante todo el día?

- No, no es eso, pero… yo… Jorge.

- Huy por Jorge no hay problema, ya le viste que él prefiere las de mamá, jajaja.

Estoy confuso, pero sin embargo no puedo quitar la vista de sus redondos pechos y sus igualmente redondos y perfectos pezones.

- ¿Te gustan mis tetas? – me dice apretando sus pechos y juntándolos.

- Yo…

- Jajaja… Ven vamos al sofá y programamos eso.

- Pero, estoy pensando que yo no podré.

- ¿No me vas a ayudar? Me lo prometiste.

- ¿Lo prometí? Es que no sé si es buena idea que precisamente hoy el día de la despedida de tu amiga, te vayas a poner eso. Y que lo haga yo precisamente.

- Ya lo llevo puesto. ¿Quieres verlo? – me pregunta sorprendiéndome de nuevo con la clara  intención de bajarse la braguita delante de mí.

- ¡No, Andrea, por Dios! – digo como si fuera el mismo diablo quien me lo hubiera propuesto.

- Vale. Pues dame tu móvil y bajamos la aplicación.

Ella manipula mi teléfono y tras varias contraseñas y números consigue configurarlo. Me lo entrega sonriendo.

- Ahora lo probamos. – añade. – pulsa cualquiera de los niveles.

- Pero no sé muy bien cómo. – digo sin dejar de mirar sus flamantes pechos.

Ella se pega a mí en el sofá y de reojo vuelvo a mirar esos pechos que me tienen absolutamente loco sin poder prestar mucha atención a las indicaciones que me está dando con respecto a cómo usar la susodicha aplicación.

Vuelvo a tomar el mando y le explico cómo funciona la cosa que no resulta en absoluto, nada difícil. Consiste en cuatro fases representadas por sendos botones y dentro de cada uno de ellos una barra de volumen que es la intensidad de la vibración. Se lo entrego.

-       ¡Vamos tío! ¡Adelante, prueba! – le ordeno.

Él pulsa el botón 1 y le gira hasta la mitad de intensidad. Entonces siento una vibración suave pero muy placentera en el centro de mi sexo. Es increíble. Cierro los ojos y me agarro fuertemente a su brazo.

-       ¡Guau, tío, que bien!

-       ¿Lo hice bien?

No respondo y espero que vuelva a darle ahora más fuerte. Él lo entiende no sin antes echarme una buena ojeada a mi cuerpo. Aprieta el segundo botón y le da casi a tope.

-       ¡Ahhh! – suelto un gemido intenso, aferrándome a su brazo, al notar la nueva e intensa vibración.

Mi tío se debe quedar alucinado de ver mis movimientos de las piernas al sentir ese latigazo recorriendo lo más íntimo de mi ser.

-       ¿Estás bien? – me pregunta.

-       Nunca estuve mejor. – añado.

Mi tío pulsa el último botón y entonces suelto un gemido más prolongado abriendo mi boca y sintiendo una sacudida y un calor que recorre todo mi cuerpo.

-       Huy tío, ese es muy fuerte. – le digo medio temblando.

-       Vale. Quizá ese debamos dejarle sin uso.

Después de reponerme de ese último latigazo, vuelvo a mirar a mi tío  y le doy un pequeño pico en los labios a modo de agradecimiento.

-       ¿Estás segura de que quieres que maneje esto? – me pregunta.

-       Sí, es importante saber si funciona desde la distancia. Tú estarás en tu casa y yo en la discoteca, ya sabes, pruébalo cuanto quieras.

No le dejo replicar. Me pongo el vestido rojo que llevé a la cena benéfica y tras darle otro pequeño pico en los labios me despido de él abandonando la casa e indicándole que no se olvide de cerrar la puerta con llave.

Han pasado apenas un par de horas desde que Andrea me dejara impactado en su casa. Ahora estoy en la finca intentando por todos los medios poner en orden mis ideas y mis lascivos pensamientos. Vuelvo a mirar la pantalla de mi Smartphone y esa dichosa aplicación que no es otra cosa que una vibración a distancia del coño de mi sobrina. ¿Puede haber algo más surrealista? De pronto veo un mensaje de Andrea.

- Tío, no le has dado al botón…

En ese momento, elijo el primer nivel y le doy a tope. Me estoy imaginando  a mi sobrina teniendo ese gusto invadiéndole el coño a cuenta de esta curiosa y rara app.

Espero unos segundos y no veo su respuesta y le doy al segundo botón con toda la intensidad. Vuelvo a imaginar a Andrea retorciéndose. Me pregunto qué pensarán sus amigas en plena despedida, seguramente todavía en el restaurante viéndola temblar.

Pasados casi dos minutos, veo que ella sigue sin responder y no estoy seguro de si la cosa está funcionando realmente. Entonces le pulso al tercer botón a tope. Espero unos segundos… y es entonces cuando me llega un vip a mi móvil:

- Para, tío por favor o harás que me corra aquí mismo. – dice su texto.

Me asusto un poco por provocarle así ese placer, pero en el fondo a mí me excita enormemente saber que la estoy dando un enorme placer en un juego aparentemente inocente. Al fin dejo el móvil sobre la mesilla y me acuesto pensando en todo lo sucedido y suponiendo que mi sobrina ya ha podido probar el juguete y parece que funciona de maravilla. Cada cierto tiempo pulso alguno de los botones y le doy distintas intensidades, incluso el cuarto botón, aunque no a tope, sobre todo porque no arme un escándalo, pero me divierte tanto este juego…

No me doy cuenta de que me he quedado dormido con el móvil en la mano cuando recibo varios vip, anunciándome varios mensajes de Andrea. En todos ellos me dice que me detenga y es que no me he dado cuenta de que se ha quedado pulsado el botón y la intensidad del último botón. Ella debe estar pasándolo mal, porque ha mandado varios mensajes diciendo que parase, pero yo sin embargo quiero seguir manejándolo y poniéndola en más apuros, hasta que de pronto su último mensaje dice:

- Tío, por favor ven a buscarme o me follo a lo primero que pille.

En ese momento me doy cuenta de que es peligroso el juego ya que no he caído en la cuenta de lo que podría llegar a pasar.

Reconozco que la travesura se me ha ido de las manos y también el alcohol, pues he bebido unas cuantas copas y no soy dueña de mis actos. Para colmo, mi tío ha seguido con el juguetito toda la noche y lejos de apaciguarme, me ha puesto más que cachonda. Resulta que una de las últimas vibraciones, ha sido intensísima, justo en el momento en  el que estaba en la discoteca bailando con un chico y él se creía que estaba excitada por él, sin embargo todo llegaba de la distancia, de los dedos juguetones de mi tío.

Cuando salgo a la puerta de la discoteca, el chico con el que he estado tonteando se pone pesado, queriéndome llevar a su casa y tengo que empujarle varias veces, justo en el momento en el que aparece mi tío y solo con un gesto le deja claro que es mi padre y que se largue de allí de inmediato.

-       ¡Gracias papito! – le digo dándole un beso en los labios cuando entramos en el coche.

-       ¿Has bebido, Andrea?

-       Sí, bastante.

-       Te llevo a casa. – me dice.

-       ¡No! Llévame a la tuya, no quiero que Jorge me vea así de borracha.

Él no lo duda y como siempre atiende mis peticiones. Lo cierto es que aunque estoy haciendo algo de teatro, sí que estoy mareada y excitada a la vez. Al llegar a la casa de la finca, tengo que ser ayudada por mi tío para entrar y subir las escaleras hasta mi habitación, que es la que uso cuando me quedo a dormir allí. Voy avanzando a trompicones, con cierto arte, pero en el fondo estoy algo bebida.

-       Ayúdame a desvestirme – le ruego.

-       Pero…

-       Claro tío, no estoy en condiciones de hacerlo y no voy a dormir con el vestido y los zapatos. – añado.

Él tras cierta reticencia decide hacerlo y tras sentarme en la cama, me quita los zapatos de tacón, lo hace despacio y al verle allí solo siento la imperiosa necesidad de que me folle, es lo que más deseo en ese momento. Le miro a los ojos con un calentón interior como pocas veces y noto en su mirada que también está excitado, pero ninguno avanzamos más, es ese miedo interno el que lo impide pero nuestras ganas son evidentes.

Me pongo en pie para que me saque el vestido. Cuando tira de la prenda hacia arriba para sacarlo por mi cabeza, me vuelve loca esa forma de mirarme, pero lo que es realmente alucinante es cuando descubre que bajo el vestido no llevo absolutamente nada.

- ¡Estás desnuda! – digo contemplando ese cuerpo curvilíneo, que ayer pude ver en la distancia completamente desnudo pero ahora desde tan cerca, me parece increíble. ¡Mi sobrina está en pelotas delante de mí!

- ¿Te gusta, tío? – dice ella totalmente fuera de sí, no sé si tan borracha como parece o porque ha perdido los papeles del todo.

- Pero ¿por qué estás desnuda? – insisto en mi pregunta y mi vista clavada en esa rajita que tengo el placer de vislumbrar por primera vez desde tan cerca.

Antes había imaginado el coño de mi sobrina en mis múltiples lascivos pensamientos y en todas y en cada una de mis innumerables pajas dedicadas a ella, pero ahora al descubrir su cuerpo totalmente desnudo y ese coño rasurado al completo y una rajita húmeda que se ve divina, soy un hombre aturdido que no ve a una sobrina sino a una hembra increíble que podría follarme en ese mismo momento. La deseo más que nunca. Ojalá no fuera mi sobrina…

- No te enfades tío- me dice como si yo la regañara y en el fondo es lo que debo hacer, pero mis ojos no pueden separarse de ese coño que parece estar llamándome.

- No me enfado, pero ¿dónde están tus braguitas? – le pregunto confuso y pensando si algún desaprensivo ha podido abusar de ella con tanto juego y tanto alcohol encima.

- No, tranquilo, me las tuve que quitar yo una de las veces que le diste al botoncillo ese, uff, me puse a mil y conseguiste que me corriera, tío, vaya orgasmo, eres genial. – añade colgándose de mi cuello. Su cuerpo desnudo se queda adherido a mí. ¡Esto es increíble!

La separo con cierta brusquedad, pero al mismo tiempo tengo que sujetarla pues está tambaleante debido al alcohol que ha ingerido.

- También me tuve que quitar el dildo, no sé dónde está. Supongo que en el bolso con las braguitas – me dice mientras yo la acuesto a duras penas en la cama.

Una vez más admiro su cuerpo y verla allí tumbada con sus piernas medio flexionadas y ligeramente abiertas, ofreciéndome lo más íntimo de su cuerpo, es algo que me resulta difícil, muy difícil de controlar. Tengo a una mujer joven bellísima delante de mí, completamente desnuda, tan vulnerable y tan atrayente que mi cuerpo pide a gritos ponerse encima de ella y follársela con ganas.

- Aún estoy cachonda, tío… - añade con unos ojos que denotan una gran excitación.

Cuando veo que se acerca a mí, pensando en que por fin voy a sentirle, me da un beso fraternal en la frente y me tapa con la sábana ocultando mi desnudez. Tengo que hacer acopio de fuerzas para no abalanzarme sobre su cuello y pedirle que me folle de una maldita vez, pero al verle apurado, decido agarrar su cara y besarle suavemente en los labios. Él separa su cara de la mía con cierta brusquedad, sin duda tiene miedo de ese pecado que nos mantiene en tensión  sin poder dejarnos llevar como quisiéramos.

Quizá esté equivocada y él me sigue viendo como a una niña a la que no tiene acceso, a la que no quiere hacer daño, de la que no quiere abusar en estas circunstancias… pero yo ahora mismo sería suya completamente, sin dudarlo y sin condiciones. Sin embargo bajo la tela de su pantalón se descubre la hinchazón de una polla, que estoy segura, estaría deseosa de estar jugando con mi rajita. ¡Uff, estoy cachondísima!

Al cerrarse la puerta comienzo a pasar mis dedos por mi coño que sigue inflamado, caliente y empapado. No tardo en empezar a mover mi mano derecha arriba y abajo, pensando en la cara de mi tío cuando me ha visto desnuda, imaginando que él se está desnudando también y me posee, me folla con todo ese ímpetu que yo quiero, mientras acaricio y pellizco mis pezones con la otra mano.

Vuelvo a recordar cada uno de los momentos vividos esta noche y ha sido increíble, nunca pensé que me iba a excitar tanto, pero no sé si el propio dildo vibrante manejado a distancia por mi tío o el solo hecho de pensar que era él mismo quien lo manejaba han conseguido ponerme como una moto y ahora no solo no ha desaparecido ese deseo intenso hacia mi tío, sino que se ve aumentado y solo sueño con sentir su polla dentro de mí.

En todos esos pensamientos sigo pajeándome con dos de mis dedos, frotando mi vulva, sintiendo ese escalofrío interior que me invade, que consigue hacer convulsionar mi cuerpo, sintiendo mis caricias y soñando que son las manos de mi tío las que acarician mis pechos, mi cintura, que besa mis labios y que intenta adentrarse en mi sexo, clavándome su polla.

En un instante pierdo la noción de todo y creo que estoy muy mareada, pero un orgasmo brutal me invade en los últimos movimientos de mis dedos sobre mi conchita inflamada sedienta de la polla de mi tío.

-       ¡Ahhh! – consigo gemir fuertemente y me quedo rendida tumbada en la cama pero sin que desaparezca ese gusto interno que no cesa.

Aún estoy con la imagen de Andrea desnuda y no acabo de creerlo. ¿Cómo es posible que siga pensando en ese cuerpo, si ella es mi sobrina? Soy un depravado, al pensar en ella de esa manera, incluso pensando que podría haberla follado al verla tan débil, tan predispuesta tras una noche de excitación y alcohol. Afortunadamente mi sensatez pudo con mi delirio y sólo se quedó en un momento que no podré olvidar mientras viva, pero que se debe de quedar ahí manteniendo la distancia que nos corresponde como tío y sobrina.

Cuando llego al salón descubro el bolso de Andrea. No debería hacerlo, pero rebusco dentro y encuentro sus braguitas hechas un gurruño dentro. Es ese pequeño tanga que llevaba puesto hace apenas unas horas y ahora está ahí a la vista. Lo recojo y me sorprende que está en la zona que cubría su sexo, completamente empapado, seguramente ha sido por mi culpa y por cada uno de esos impulsos que le he ido enviando con esa maldita aplicación. Eso hace que mi verga se tense y la saco por mi bragueta comenzando a acariciarme mientras observo el pequeño tanga de Andrea.

Aunque me siento mal por eso, no puedo evitar recoger las braguitas para llevarlas a mi nariz y aspirar profundamente ese aroma que desprende la pequeña prenda. Es indescriptible ese olor, que se impregna en lo más hondo de mi nariz, llegando a mi cerebro para percibir con intensidad ese flujo que ha empapado las braguitas, embriagándome del todo.

Continuo oliendo la pequeña prenda al tiempo que con mi mano derecha me pajeo recordando ese maravilloso cuerpo desnudo, cada una de sus curvas, sus caderas, su cintura, esas perfectas tetas y ahora por fin su coño inflamado en una rajita totalmente desprovista de vello que se veía tan deseable, tan apetecible…

En ese instante recuerdo que también se había desprendido del dildo en esta loca noche. Vuelvo a abrir el bolso con desesperación y rebuscando encuentro al fin ese pequeño juguete que ha estado insertado en el coño de mi sobrina. Aún está húmedo. Lo miro y su forma me recuerda a un pequeño pepino, sin duda ha debido hacer maravillas, lo huelo y vuelvo a sentir ese aroma embriagador… pero al mismo tiempo con mi otra mano sigo pajeándome pensando en ese cuerpo y ese coño que invadió el aparatito. Lo miro, le giro delante de mí y lo llevo a mi boca para sentir otro placer desconocido y que vuelve loco. Todos esos líquidos que han salido del sexo de Andrea están ahora dentro de mi boca mezclándose con mi saliva. ¡Es delicioso! ¡Tengo el sabor del coño de Andrea en mi boca!

- Ahhh… - me corro de pronto soltando chorros por doquier sin poder controlar donde pueden caer, pero el placer que me invade no puede ahora ser controlado por mi parte sensata.

Juliaki

CONTINUARÁ…