Probando, probando... (Capítulo 12)
Aunque Andrea se empeñe en seguir con su plan, hay algo que la frena y eso es su propia madre, aunque a esta también le cuesta guardar la compostura. El tío, definitivamente, ya no puede controlarse nada.
Probando, probando…
Capítulo 12
Me he vestido para la ocasión con un top de tirantes blanco que ensalza mis tetas dejando bien marcados mis pezones y un short de lycra muy ajustado que incluso se me mete ligeramente por la rajita marcando esa inconfundible hucha. Naturalmente, al no llevar bragas, eso se nota bastante más. Me he puesto unas sandalias de tacón que realzan mis piernas. Sé que al tío le encantan los tacones. Me gustan los hombres fetichistas con eso, pero es que de mi tío ¿qué no me gusta de él?
El plan no me está saliendo tal y como yo tenía previsto, pues mamá se ha apuntado al evento y eso que le he dicho un montón de veces que no necesitaba su ayuda, que me las arreglo mejor sola, pero ha insistido una y otra vez y no ha habido manera de que desistiera. Yo no sé si anda algo mosca con esa idea de que yo me quede a solas con el tío pero el caso es que me lleva en su coche hasta la finca.
- De verdad que te vas a aburrir, mamá – la vuelvo a insistir de camino a la finca.
- No pasa nada, cariño, mientras tú trasteas en la cocina yo me doy un baño en la piscina o tomo un poco el sol. Necesito una buena dosis de relax y por cierto, quiero probar también tu nueva repostería.
Nada, no hay manera. Mi estrategia se complica y no quiero resultar pesada, porque lo último es que sospeche con mi insistencia en estar a solas con él.
Observo a mamá y veo que se ha vestido más sexy de lo normal. Sin duda que le gusta deslumbrar, como hace siempre, pero últimamente con el tío se pone aún más atrevida, mostrando un escote bastante pronunciado en una blusa abierta con tres botones y sin sostén, lo que hace que se muevan esas tetas de manera especial y enseñe un jugoso canalillo. Luego lleva una minifalda de cuero negra que también ofrece una buena porción de piernas, que con tacones altos, parecen aún más largas.
Al final nos plantamos ella y yo en la finca del tío, cargadas con los bártulos para preparar dulces, tartas y postres diversos. El tío sale a la puerta ataviado únicamente con su bañador, pues ha debido salir de la piscina. Nada más vernos su erección es más que indiscutible bajo su única prenda y eso me excita un montón.
**
Encontrarme de pronto con la imagen de esas dos mujeres es más que impactante. Yo esperaba que Andrea viniese sola, pero está acompañada de su madre, que como siempre está más que impresionante, pero hoy la noto hasta más sexy incluso, con esa blusa ligeramente abierta donde sus pechos parecen pedir “cómeme” o esa faldita de cuero negra que la rejuvenece todavía más. Luego está mi sobrina, claro, que viene con ese top blanco tan ceñido que marca sus pechos redondos y sus pezones puntiagudos y luego un short tan pegado a su entrepierna que se adivinan los labios de su sexo. Mi polla vuelve a despertarse irremediablemente ante esa impactante visión. Se debe notar mi empalmada, pero es que últimamente es cotidiano.
- ¡Hola tito! – saluda Andrea con su cara risueña de siempre dándome sus dos sonoros besos - ¿no nos dejas entrar?
- Esto… sí… yo… No esperaba que vinierais las dos.
Mi hermana me planta otros dos besos pero lo vuelve a hacer pegada a mí, pudiendo apreciar la blandura de sus pechos sobre mí. Pasa su dedo por mi nariz de forma juguetona y añade:
- No, yo he venido a catar también. De momento no voy a hacer nada en la cocina. Me lo ha prohibido terminantemente Andrea, porque sé que es muy especial para eso. Vengo a tomar el sol y a darme un chapuzón en la piscina, si no te importa.
- Naturalmente que no, hermanita. Mi casa es tu casa, ya lo sabes. Gracias guapo. – añade al tiempo que pasa la punta de sus uñas por el bulto prominente que ofrece mi bañador.
La veo desaparecer con esos andares tan sensuales y no sé si soy un tipo con suerte o esto es demasiada tortura para un mortal como yo.
Ayudo a mi sobrina a meter en la cocina las bolsas cargadas de cosas para la preparación de sus dulces delicias culinarias mientras que su madre desaparece por el jardín en dirección a la piscina. Como ha prometido no va a mover un dedo en la cuestión repostera. Andrea me va pidiendo ayuda para subir una amasadora sobre la encimera, varios recipientes, rodillos, cucharas, cuchillos y material diverso que empieza a manejar con esa soltura de siempre. Mis ojos no pueden evitar dirigirse a esa escultural criatura que me tiene atormentado, no solo con su cuerpazo, sino con su forma de moverse, llena de inocencia y perversidad al mismo tiempo, es algo difícil de definir, pero que la hace tan atractiva, como deseable.
**
Cada vez que le pido al tío ayuda para que me vaya sacando cosas de las bolsas, yo me pongo más cerca de él, ofreciéndole todos mis atributos al máximo. Unas veces dejándole mis tetas en su cara, llegando a rozarle con aparente casualidad y en otras, mientras él está agachado, le pongo la entrepierna a pocos centímetros de sus ojos, donde puede ver mi seductora “huchita”. Su forma de mirarme me acelera las pulsaciones enormemente. ¿Qué pasará por su cabeza? Por la mía, solo sueña con su polla dentro de mí.
La idea de que haya venido mamá me ha trastocado todos mis planes, aun así, espero poder llevar a cabo alguno de mis ataques sin que ella me pille, al menos quiero dejar al tío más caliente que una moto y que sienta ese mismo deseo que siento yo. Una de mis estudiadas estrategias pasa por ponerme de espaldas a él, mientras sigue acercando cosas a la encimera y yo voy preparando la masa. Tal y como tenía pensado doy un paso atrás hasta pisar su pie de manera aparentemente accidental con mi tacón.
- ¡Uy, tíito, perdona! – le digo dejando caer mi espalda sobre su pecho.
Lógicamente él ha soltado lo que tenía en la mano para agarrar fuertemente mi cintura y evitar que me caiga. Esa sensación vuelve a hacerme estremecer. A continuación pego totalmente mi culito contra su paquete, pudiendo percibir esa dureza que me enloquece. Yo estoy que ardo, pero él no me anda a la zaga.
- Tranquila cariño. – responde ante mi supuesta torpeza.
- ¿No te hice daño? Te he pisado, perdona. – le digo girando sobre mí y poniéndome frente a él.
- No pasa nada. – responde y noto sus carrillos ligeramente encarnados.
Mi plan va bien, pues es lo que esperaba y mi tío me tiene sujeta de nuevo por la cintura, esta vez cara a cara. No dice nada, pero en sus ojos parece querer decir ¡Niña, quiero follarte!
Me doy la vuelta nuevamente y empiezo a amasar la harina, los huevos y un poco de aceite, para una de mis delicias que iré poniendo en el horno. Lo hago con movimientos acompasados de mi cuerpo cada vez que el rodillo avanza sobre la masa, pero exagero la pose sacando mi culo en exceso.
Mi tío está a mi espalda, sentado en una silla. No me hace falta mirar para saber que está totalmente embobado, admirando mi culo y mis piernas, pero sobre todo mis sensuales movimientos al amasar. Me encanta sentirme admirada por él y que me mire de esa manera. Saber que está empalmado por mi culpa, me hace sentirme tremendamente sexy y cachonda al mismo tiempo.
**
Mientras Andrea está atareada en preparar una especie de tarta con harina y huevo, yo la observo desde una silla, con una visión de su redondo culo que se mueve al compás de sus meneos con el rodillo de amasar. Sus muslos se tensan cada vez que hace fuerza sobre esa masa ¿Puede haber algo más erótico que ver a una mujercita como esta, moviéndose de esa manera?
- ¿Te vas a quedar ahí mirándome? – me pregunta volviendo su cara.
- No, yo…
- Que no, bobo, que me encanta que me mires así.
- Ah, ¿te gusta que te mire trabajar?
- No, me gusta cómo me miras el culo.
Salgo precipitadamente al jardín totalmente cortado y excitado al mismo tiempo, intentando borrar de mi mente mis libidinosos pensamientos. Mi sobrina es puro pecado a cada cosa que dice. Al llegar allí veo a mi hermana sentada en una de las hamacas hablando por su teléfono móvil. Su risa, sus movimientos y la espectacularidad de su cuerpo no bajan ni un gramo mi excitación, más bien al contrario. La vista de sus piernas cruzadas al estar sentada ofrece una imagen más que sensual, por no hablar de sus pechos que se mueven al reír, mostrando al mismo tiempo esa dentadura blanca y radiante. ¡Joder, que buena está!
- Hola hermanito. – me dice cuando cuelga la conversación.
- Hola Rosa. – digo intentando no dirigir mi mirada a sus pechos.
- Entonces, ¿No te importa que tome el sol? – me pregunta.
En ese momento, sin tiempo a responderla, se levanta, se pone frente a mí, con sus piernas ligeramente abiertas. Vuelvo a admirar esos muslos. Se desabotona la blusa sin dejar de mirarme y al sacársela por completo sus tetas aparecen botando ante mi vista. ¡Dios, no lleva sostén!
- ¿Espero que no te importe que tome el sol desnuda? – vuelve a comentarme desabrochando su falta que cae al suelo rodeando sus tobillos. Bajo la falda no hay nada. ¡Mi hermana está en pelotas!
- No… claro. – respondo titubeante flipando una vez más con ella.
- Gracias, hay que aprovechar que no está tu esposa, porque seguramente se sentiría molesta de verme así, ¿verdad?
- No… esto… sí…
- Anda, échame crema en la espalda. – añade ofreciéndome un bote de protección solar sin que yo pueda coordinar mis movimientos ni evitar dirigir mi mirada a su atrayente coñito.
**
El tío se siente algo cohibido cuando le he dicho que me gusta la manera en cómo me mira mientras trabajo en la cocina y parece mentira después de todo lo que ha sucedido, especialmente ayer después de verme desnuda varias veces y de hacerle una mamada de campeonato entre mamá y yo. En el fondo me encanta ese punto inocente que tiene. Creo que eso me pone también.
Sigo haciendo mis preparaciones, congelando chocolate, decorando láminas para hacer unas galletas y una pequeña tarta con la que pienso presentarme al concurso del centro comercial y a ganarlo, naturalmente. Mientras trabajo en mis postres, me pregunto si me habré pasado insinuándome. Me acerco a la ventana de la cocina cuando observo una imagen que me deja impactada. Mi madre, totalmente desnuda, está de espaldas al tío y él está echándole crema por toda su piel.
- ¡Será puta! – es lo primero que pienso… y luego recuerdo que es mi madre y entiendo ahora a quien salgo yo.
Me quedo mirando cómo el tío sigue dando la crema por la espalda de ella y muestra de nuevo esa erección más que notable bajo su bañador. No les oigo, pero ella parece decirle que también le extienda pomada en el culo. Esa visión me causa cierta rabia, al ver que mamá está haciendo su propia estrategia sin respetar el pacto. Yo que pensaba que solo venía a tomar el sol. ¡A veces soy demasiado ingenua con ella! Sin embargo, a pesar de la rabia, por otro lado la situación me está resultando tremendamente excitante de ver.
Mamá se ha dado la vuelta y ofrece su desnudez al tío, para que este le extienda la crema por delante. ¡No me lo puedo creer! Instintivamente meto mi mano por dentro del short y noto mi rajita inflamada y empapada…. Sin duda que lo que veo me está poniendo más cachonda de lo que ya estaba. Él duda en un principio pero mamá debe insistirle y consigue que avance. Uf, mi madre me ha sacado ventaja y seguramente no sabe que yo lo estoy viendo todo. Tras dudar inicialmente, él comienza a amasar las tetas de su hermana, primero por los costados mientras ella parece estar indicándole que no se deje ni un solo lugar sin proteger. Las manos de mi tío ya no se limitan a untar la crema, sino a amasar sus dos tetas de una forma totalmente entregada y lasciva, mientras yo sigo con mi mano metida en mi short acariciando mi rajita.
Es la mano del tío la que avanza por el cuerpo de mamá, llegando a sus caderas. Mientras la acaricia disfruta de ese cuerpo que tiene delante. Luego ella misma le coge por la muñeca y le lleva a su sexo, aunque él retira su mano de inmediato. Aquello parece obnubilarle demasiado. Salgo al jardín para intentar parar eso, antes de que sea demasiado tarde.
**
Tengo ahí a mi hermana delante y no me creo que esté acariciando ese maravilloso cuerpo con la crema. Lo de acariciar su sexo, algo que ya hice con ella totalmente inconsciente, ahora me resulta muy cortante.
- ¿Qué te pasa hermanito? – me pregunta Rosa tan cerca de mí, que no me siento con fuerzas de rechazar la invitación a ese pecado que es su lindo cuerpo.
- Rosa, no puede ser. – respondo totalmente tembloroso cuando ella me ha indicado a que le extienda descaradamente crema alrededor de su sexo. Permanece sonriente frente a mí, se muerde el labio y justo en el momento en que está dispuesta a decirme algo, aparece su hija en el jardín.
- Hola, ¿qué hacéis? – pregunta Andrea mirando sorprendida el cuerpo desnudo de su madre.
- Nada, tu tío me está echando protección solar para que no me queme. – responde esta con naturalidad.
- Ya veo. Pues mientras se calienta el horno, voy a aprovechar para tomar el sol también. – aporta mi sobrina.
A renglón seguido, se saca el top por la cabeza mostrando sus admirables pechos ante mí. Luego se baja el short moviendo sensualmente sus caderas quedando desnuda, como la madre que la parió. ¡Dios, estas dos acaban conmigo!
- ¿Me echas crema a mí? – me pregunta Andrea, dándose la vuelta y enseñando su espalda y su redondísimo culo.
Miro a mi hermana y aunque se ha borrado su sonrisa no veo objeción por su parte, así que me dispongo a extender crema por la espalda de mi joven sobrina. Su piel es tan suave que me estremece tocarla, pero incluso más, cuando mis dedos llegan a sus posaderas. Esta vez no me he cortado y las he amasado a base de bien. ¡Son tan redonditas y duras! Por un momento la oigo jadear ligeramente y me gusta que mis dedos le proporcionen ese placer. Andrea se da la vuelta y sin decir nada me invita a que siga la tarea por delante. Vuelvo a mirar a su madre que sin duda está excitada por la situación. Mis manos dibujan la cintura de mi bella musa, su vientre liso, sus caderas y por último sus pechos. Dejo la tarea ahí, a pesar de que ella con los ojos cerrados parece estar diciéndome que acaricie su rajita. Francamente lo estoy deseando pero me contengo.
- Bueno, ahora te toca a ti – me dice de pronto Andrea en medio de mis fogosos pensamientos.
**
Miro a mamá que sigue callada. Sin duda no esperaba mi presencia, ni mucho menos mi atrevimiento con el tío. Ella quiere parar esto, pero solo me he limitado a hacer lo que ella misma ha hecho. Sin embargo, yo quiero más…
Me agacho y le bajo de un tirón el bañador al tío. Al hacerlo su polla salta como un resorte ante mi cara. Por un momento me siento con ganas de meterla en mi boca, pero pienso que no puedo tentar tanto a la suerte. Tras morderme el labio con un calentón máximo, le pido que se de la vuelta para empezar a echarle crema por su espalda. Me encanta sentir el tacto de su piel en mis dedos. Voy un poco más allá, cuando acaricio su zona lumbar rozando con mis tetas su espalda. Le ordeno que se de la vuelta de nuevo para empezar a extender la crema por delante. Sus prominentes hombros, sus fuertes brazos y su duro pecho. ¡Dios qué bueno está el tío! ¡Quiero comérmelo!, ¡Mi chochito está empapado, lo noto latir!
Justo cuando mis manos llegan a su tripita y rozo su pubis con la punta de mis dedos, mamá agarra mi muñeca fuertemente para decirme.
- Cariño, creo que ya tiene bastante. – me reprime con cierto mohín.
- Sí, ya estoy listo – responde él con su polla tiesa y balanceante.
- Y tanto que lo estás – añado, señalando esa barra de carne que no para de oscilar. Mi tío se siente contrariado y se mete en la casa. Supongo que nervioso y excitado va aliviar tanta tensión.
- Mira cómo le has puesto. Está muy encendido y ahora tendrá que hacerse una paja- Habíamos quedado en que nada más. – añade mamá cuando él se ha ido.
- ¿Ah sí? ¡Vaya!, ¿He sido yo la única culpable? ¿Le he puesto yo así solamente? ¿No será que tú también has contribuído bastante?
- No sé por qué dices eso, hija.
- Venga, mami, no te hagas la tonta. Si desde que has llegado se le ha puesto dura nada más verte y tú no has dejado de insinuarte.
- ¿En serio?
- Y tanto, pero luego, en lugar de dejarle tranquilo, te has despelotado delante de él y acariciando tu cuerpo ya ha terminado por volverse loco.
- Es verdad, hija, no he podido evitar ser demasiado juguetona con él. Creo que nos hemos vuelto a pasar
- Somos un poco putillas, ¿no, mami?
- Bastante, hija. Debemos seguir con la tregua y dejarle tranquilo
- Eso o nos lo follamos las dos. – añado relamiéndome
- Jajaja, amor, sabes que eso no puede ser… Ya sé que te gustaría.
- Bueno pues voy a pedirle perdón. – respondo y acudo a la casa antes de que mi tío suelte la carga que debe tener almacenada.
**
Me estoy pajeando frente al espejo del baño, recordando cada uno de esos cuerpos que he tenido la gran suerte de acariciar. Me parece mentira estar viviendo todo esto. ¡Es increíble!
Estas dos mujeres me vuelven absolutamente loco. Ya no sé si es la falta de sexo, al estar mi mujer tanto tiempo lejos de casa o es que mi obsesión no me deja cavilar como debiera. Tengo que ser más racional, pero estas bellezas son demasiado para cualquiera. Cada una de ellas es diferente, pero al mismo tiempo tan igualmente deseables. No pienso con claridad, me dejo llevar por mi cuerpo que es el que manda y solo puedo ansiar sus cuerpos e imaginar cómo deber ser estar follándoselas. Está mal, lo sé, pero lejos de parar, mientras lo pienso, sigo masturbándome sin cesar.
- ¿Qué haces tío? – pregunta Andrea de pronto abriendo la puerta del baño sin llamar previamente.
- Yo, nada… - respondo titubeando intentando ocultar mi enhiesta polla.
- Te estás masturbando... ¿no?
- No. – respondo, pero no parezco muy convincente tras lo obvio.
- Si quieres te ayudo – añade y agarra mi falo entre sus finos deditos.
Por un momento estoy quieto, con el cuerpo desnudo de Andrea frente a mí y estoy a punto de decirle “termina el trabajo”, pero vuelve a aparecer el ángel bueno sobre mi hombro, que pone un poco de orden en mi cabeza para hacerme comprender que eso no puede continuar.
- No, princesa. Recuerda que hemos hecho un trato con tu madre. Esto tiene que parar.- digo al tiempo que retiro su mano de mi polla muy a mi pesar.
- Es verdad, tío. Me he dejado llevar. Lo siento.
- No pasa nada. Tranquila.
- ¿Me ayudas a meter unas cosas en el horno y así nos olvidamos un poco de todo? – añade sonriente.
Andrea tira de mi mano y avanza delante de mí. Me alegro de que se tome mi negativa tan bien, aunque en el fondo hubiera deseado que ella se me abalanzara, me besara y me pidiera que se la metiese hasta el fondo y me dejara de pamplinas. La veo caminar delante, meneando ese culito y viendo sus muslos temblar a cada paso y eso no ayuda a bajar mis bajos instintos. Miro a mi polla que no ha podido ser aliviada y pienso que no sé si seré capaz de aguantar mucho más tiempo así.
**
Estoy desnuda en la cocina junto a mi tío, desnudo igual que yo y me cuesta un triunfo mantenerme serena, porque lo único que deseo es apagar mi calentura, abrazar ese cuerpo y decirle cuanto ansío tenerle entre mis piernas, mirarle a los ojos y decirle lo bien que me folla.
A pesar de mi excitación, consigo serenarme un poco. Le pido ayuda para sacar dos bandejas del horno con unas manoplas especiales y voy decorando unas galletitas con diversas cremas.
- Entiendo que te estemos volviendo loco con todo esto.- le digo de pronto, acariciando su pecho notando que su vergota da un respingo.
- Bueno, sí… es todo tan extraño. Ahora mismo estamos aquí desnudos los dos y me sigue pareciendo todo muy raro.
- Bueno, es algo natural estar desnudos y creo que la mejor manera de mostrar realmente cómo somos.
- Bueno, no sé si esto es tan natural como dices…
- Desde que tenemos más confianza, me noto más unida a ti que antes. ¿Tú no? Quiero que sepas que te quiero mucho tío.
El pobre está hecho un lío pero me sonríe agradecido por esas palabras, confusas en principio, pero totalmente sinceras.
- Y yo a ti, cariño. – añade él.
- Lo sé. Y agradezco que me hayas ayudado tanto. Por cierto, me encantó probar tu polla. Es mucho mejor de lo que hubiera soñado. – añado acariciando ese miembro duro, que noto cómo se endurece entre mis dedos.
- Celebro haberte ayudado – responde soltando un gemido.
- Gracias, tío Eres un solete. – respondo y al tiempo pego mi cuerpo al suyo, plantándole un piquito en los labios.
Luego, con cierta naturalidad, cambiando de tercio y ardiendo por dentro le voy pidiendo ayuda con alguna tarea y le doy una primera cata de una cobertura de dulce de leche, crema y cacao. Él la prueba degustándolo en su paladar.
- ¿Y bien? – le pregunto.
- Está deliciosa.
- Lo sé. Pero no la has probado en su plenitud. Verás qué diferencia. – le digo sin que él sepa de que hablo.
- ¿Aún se puede mejorar esto? – pregunta degustando en sus labios y en su lengua una nueva porción de crema de leche mezclada con una fina galleta.
**
De pronto, Andrea extiende la crema sobre su pecho, haciendo que un pequeño río baje por la redondez de su seno.
- Pruébalo aquí – me pide señalando su teta impregnada.
Al principio me siento reticente, pero es tanta la tentación de comerme ese manjar en la piel de mi sobrina que me lanzo y de un bocado lamo y chupo toda la teta. ¡Es flipante!
- ¡Qué gusto tío! ¿A que está más rico así?
- Mucho más. – respondo aturdido y desbocado al mismo tiempo.
- Ahora, prueba aquí. – añade.
Ella echa una nueva dosis de crema sobre sus dos pezones y esta vez no me lo pienso, lanzo mi lengua a catar ese manjar que gotea en sus duros botoncitos. ¡Dios qué delicia!
- ¿No es increíble? – me pregunta y va extiendo la crema por sus brazos, sus hombros y su tripita.
Me aventuro a cada mancha de crema dulce que aborda su piel y permanece apenas unos segundos sobre ella, pues ávidamente los devoro. Andrea me tiene a cien con ese juego y de pronto, de un salto, se sienta sobre la encimera quedando sus piernas colgando.
- Ahora, la prueba definitiva. – dice y entonces se echa una buena porción de crema sobre su rajita que queda oculta.
Me la quedo mirando extasiado con su belleza una vez más, con sus piernas abiertas y su sexo impregnado con el dulce manjar. Sé que es lo más atrayente del mundo pero no debo continuar. Ella lo sabe, pero lejos de acobardarse y de que yo me raje, me incita a pecar.
- Vamos, tíito. Pruébalo una sola vez. Y me cuentas si hay diferencia. Además yo también pruebo por primera vez lo que es una lengua ahí abajo. Necesito saber qué se siente…
Por un instante, miro por la ventana y mi hermana sigue tumbada sobre la hamaca ajena a lo que ocurre en mi cocina. Miro a mi polla que sigue enérgica pidiendo guerra y luego al sexo embadurnado de mi sobrina. Me agacho entre sus muslos, los acaricio suavemente y pongo mi cara a pocos centímetros de su juvenil conchita. ¡Huele de maravilla!
**
Mi tío está ahí a poco de comerme el coño, pero sigue dudando mucho, bastante contrariado con sus prejuicios morales seguramente, pero yo acaricio su pelo mirándole tiernamente a los ojos.
- Vamos, papi, solo una vez. – le invito insinuante agarrando fuertemente un mechón de su pelo y trayéndolo más cerca de mí.
Sé cuánto le gusta que le llame papi y con esa petición insinuante no tiene fuerzas para negarse. Me mira a los ojos, con su boca a pocos centímetros de mi empapado coño, buscando por última vez mi aprobación. No respondo, tan solo sonrío y entonces acerca su lengua y me da la primera lamida, haciendo que mi cuerpo se tambalee, teniendo que agarrarme al borde de la encimera. Él, más lanzado cada vez, continúa dando pequeñas chupadas en mis labios mayores, para luego bordear con su lengua el resto de crema que haya podido quedar y de una lengüetada, acabar con los restos que hay en mi rajita. Para que no se rinda fácilmente, impregno más crema sobre mi sexo y él me mira, sonríe y vuelve a lamerle en ese lugar que hasta ahora ha sido prohibido para ambos. Su lengua ya no se limita a lamer, sino que no para de chupar y succionar toda la zona, como si fuera lo último que tuviera como misión en esta vida. Mis gemidos son cada vez más continuos e intensos. Sigo acariciando su pelo y su boca continúa jugando con mi clítoris hasta que no puedo aguantar más y entro en trance para correrme como loca apagando mis gemidos con mi mano y no ser oída por mamá. ¡Me estoy corriendo con la boca de mi tío pegada a mi coño!
Cuando él se incorpora satisfecho, me mira con esos ojos de deseo y sus labios impregnados con restos de la crema, su saliva y mis propios fluidos. Entonces tiro de su polla con una mano y de su nuca con la otra, acercando su cara a la mía. Nos besamos con todas las ganas. Él ya no es reticente, sino que se limita a atrapar mi lengua con la suya, a morder mis labios, a seguir fundiéndonos en un beso cargado de pasión. Al mismo tiempo, su polla está rozando mi pubis y estoy tan loca que no puedo evitar sostenerla con mis dedos y jugar con mi rajita hasta llegar a orientar su punta a la entrada, soñando en ser taladrada cuanto antes. Acomodo su capullo y logro hacer que esa verga ansiada haya metido por fin el comienzo de su glande en mi coño.
- Métemela, tío. – le digo cuando nuestras bocas se han separado
Mis manos han abordado su culo para animarle a atravesar esa frontera inquebrantable. De pronto, cuando todo parece dispuesto a llegar a su culminación, mamá grita desde la puerta de la cocina.
- ¿Qué está pasando aquí?
**
Me retiro del cuerpo de mi sobrina que sigue temblando sobre la encimera y tengo a mi hermana enfrente con sus brazos en jarras. Mi polla sigue erecta, entusiasmada por ese breve primer beso al coño de mi sobrina, llegando a estar unos milímetros en su interior, lo suficiente para notar ese calor, esa tersura y estrechez de su rajita.
- Yo… - intento buscar una excusa pero creo que va a ser realmente difícil ser convincente. A ver cómo le explico a mí hermana que he estado a punto de penetrar el coño de su hija.
- ¡No os puedo dejar solos! – dice con su vista clavada en mi polla.
- Mama… No es lo que parece – interviene Andrea.
- Vaya, eso suena a excusa barata, hija. Lo que yo he visto es que estabas sentada en la encimera, tu tío te ha hecho una buena comida de coño y cuando se ha levantado parecía estar a punto de follarte. No sé si eso es lo que parece. – añade seria.
Hay un silencio que parece cortarse en el ambiente. Al fin interviene Andrea intentando explicar este desaguisado:
- Verás mamá. La cosa ha sido inocente. Le he propuesto al tío que probara mis postres y lo ha hecho, pero le he dicho la sensación increíble que puede ser probarlo sobre mi piel.
- ¿Sobre tu piel? – pregunta su madre aun con sus brazos en jarras.
- Sí, por eso estoy pringada. Porque el tío empezó probando en mi hombro, en mi tripa, en mis pezones y luego en mi rajita.
- ¡Guau! Y eso os ha llevado a la locura otra vez. – dice mi hermana hablándome directamente. Está excitada, se nota en sus pezones.
- Sí, lo siento Rosa. – respondo avergonzado.
- ¡Pruébame, hermanito! – dice de pronto dejándome estupefacto. Luego se unta una porción de nata en cada uno de sus pezones.
Me quedo inmóvil, cuando veo que Andrea se baja de la encimera, se acerca a su madre y succiona el pezón izquierdo de esta, consiguiendo sacarle un largo suspiro. Cuando su madre abre los ojos, me está esperando cachonda perdida a que yo le chupe el otro.
La imagen no puede ser más impresionante. Dos bellezas desnudas frente a mi ofreciéndome seguir este juego absolutamente loco e impensable. Ambas preciosas, ambas cachondas perdidas. ¿Se puede pedir más?
**
Veo que mamá más que enfadarse está demasiado cachonda para no intervenir y lo he notado en cuanto he chupado su pezón salpicado con la crema. Ahora ambas esperamos la reacción del tío que permanece frente a nosotras con su polla totalmente tiesa.
Tras unos segundos de duda, se acerca al cuerpo de mamá y su boca atrapa el otro pezón, rodeándolo con sus labios. Succiona la nata mientras ella gime intensamente.
- ¡Dios, qué gusto! – repite mamá jadeante agarrando al tío por la cabeza con ambas manos.
A partir de ese instante, me dedico a esparcir más crema pastelera mezclada con nata y dulce de leche sobre el cuerpo de mamá y mi tío como un autómata va succionando, chupando, lamiendo… Luego me pringo a mí misma, por todas mis tetas con esa dulce mezcla y el tío ataca de nuevo cada una de mis porciones: una sobre mi pecho, luego otra en mis muslos y después en mi tripita.
Mamá también le ayuda a devorar cada uno de los restos de crema que voy depositando sobre mi piel y yo hago lo propio con la suya. Vamos girando al tiempo que la lengua y labios del tío chupan nuestras caderas, nuestros pechos, el cuello, el culo, la parte interna de los muslos, hasta que pongo esa porción sobre mi coño de nuevo y el tío tras mirarme a mí primero y a mi madre después se agacha para atrapar su ración degustándola con total entrega haciéndome estremecer. ¡Esa lengua me vuelve loca!
Mamá, me mira excitada y envidiosa. Se esparce su propia porción de crema en su conchita y el tío se agacha frente a ella para devorarla igual que ha hecho conmigo unos segundos antes. El cuerpo de ella se tambalea y él la sostiene por el culo sin dejar de sorber ese coño intensamente consiguiendo hacer gemir a su hermana como una loca. Pongo otra ración de nata sobre mi pubis y el tío tras mirarme a los ojos y sonreír vuelve a arrodillarse entre mis piernas y degusta esa mezcla dulce junto a mis propios flujos que emanan de mi coño palpitante. Me corro al instante pues ya no puedo aguantar más tiempo esa calentura y esa lengua que vuelve a hacerme ver las estrellas. Mi tío consigue sacarme otro orgasmo tan bueno o mejor que el anterior.
Mi madre, como si de una competición se tratase, hace lo propio, untando una nueva tira dulce desde su ombligo hasta su coño y el tío vuelve al ataque frente a ella, aunque esta vez, mamá no aguanta mucho más cuando la lengua del tío se mete en sus labios vaginales, la gira y sigue chupando en su agujero posterior. Ella entra en trance corriéndose, llenando la cocina de gritos, jadeos y gemidos, presa de un intenso orgasmo, mientras el tío soba desesperadamente sus pechos y su culo.
**
Me levanto del suelo, para admirar de nuevo esos cuerpos perfectos que tengo delante: madre e hija, a cada cual más atrayente e increíble.
- Bueno, hermanito, ahora queremos probar nosotras, ¿verdad cariño? – dice Rosa sonriendo a su hija.
Es Andrea la que me echa parte de la mezcla dulce sobre mi tórax y mis abdominales y ambas se afanan en atrapar esa mezcla entre sus labios, llegando incluso a luchar por el último resquicio de nata. A continuación, las manos de Rosa se llenan de crema y me embadurnan completamente todo el pecho bajando por mi tripa e impregnando mi polla por entero.
Las dos chicas se van agachando simultáneamente sobre mi cuerpo desnudo, mientras va desapareciendo el reguero de dulce de mi piel. Sus bocas siguen luchando por acaparar mayor porción, incluso mezclando sus bocas y sus lenguas entre ellas, en un acto lascivo, erótico e inolvidable. Por fin llegan a mi polla y ambas bocas luchan por limpiar al completo todo ese pastel que tiene como guinda, mi propio glande, que desaparece en segundos siguiendo con ese ritual de mezclarlo entre sus propias lenguas. Yo estoy que no me lo creo y excitado cada vez que una de esas bocas o esas lenguas atrapa mi falo y lo succiona con total entrega desapareciendo una y otra vez en cada una de esas cálidas bocas. La situación está al límite para mí y se lo hago saber.
- ¡No aguanto más! – grito.
Mis dos chicas ríen juguetonas y victoriosas por haberme conseguido llevar al clímax y verlas ahí desnudas, triunfantes y felices, consiguen que mi polla empiece a repartir en sus rostros una buena porción de crema, pero esta vez no es otra que mi propio semen saliendo a borbones, llenando sus preciosas caras en incesantes chorros que caen por sus mejillas, por su frente, chocando en sus bocas...
Tras vaciarme al completo, ellas terminan de besarse, chuparse y lamerse hasta dejar ambas caras relucientes y también mi polla que brilla intensamente. Si no fueran mi hermana y mi sobrina, diría que son dos putas de cuidado y me encanta que sean así de zorras conmigo.
- Bueno, ahora un bañito en la piscina. – dice Rosa de pronto invitándonos a seguirla corriendo.
**
Los tres nos zambullimos como críos en el agua y seguimos jugando con nuestros cuerpos, nuestras bocas, en un acto loco, lúdico y excitante a raudales.
Tras esas incesantes caricias, besos y toqueteos, salimos de la piscina, pero yo sigo tan cachonda o más que al principio, aunque es mamá la que vuelve a recordarnos que esto tiene que parar de una vez.
- ¿Ya estáis totalmente saciados?
- Claro – responde el tío secándose y mostrando todavía su polla morcillona.
- Bueno, pues es el momento de poner punto y final. ¿No os parece? – añade.
- ¡Pero, mamá! – protesto yo.
- Andrea, por favor, no lo compliques más. Hemos vuelto a dejarnos llevar por la lujuria del momento, por hacer a tu tío un regalo extra, pero en unos días vuelve a reunirse con su esposa, que será la que tenga que terminar el trabajo como se merece. Nosotras no podemos continuar. Compréndelo, cariño… Debemos parar antes de que nos arrepintamos. ¡Es tu tío… y mi hermano!
Yo no siento arrepentimiento de ningún tipo, es más, creo que siento cierta frustración por no haber podido culminar con esta maravilla de tener a mi tío entregado, aunque sea compartido con mamá. Ahora tengo más ganas incluso de que me folle.
- ¿Cuándo vuelve la tía? – le pregunto.
- Creo que el lunes si todo va bien. – responde él con cara algo triste.
Pienso que me quedan apenas unos días para poder trazar otro plan que me lleve a mi propósito: Follarme al tío de una vez por todas. Sentir esa polla dentro de mi coño es mi obsesión. Tengo que pensar en algo… no me puedo quedar así, sin probar esa verga dura y cabezona dentro de mí. Debo organizar algo en este fin de semana antes de que regrese la tía y se pueda diluir mi última oportunidad.
Juliaki
CONTINUARÁ…