Probando, probando... (Capítulo 11)

El regalo en forma de mamada que ha recibido tío de parte de su sobrina y de su hermana a la par, parece haber sellado un pacto de punto final a sus respectivos comportamientos impropios... ¿o no?

Probando, probando…

Capítulo 11

Mama y yo llegamos  al restaurante en donde nos está esperando Jorge, tal y como habíamos quedado. La mirada de mi chico hacia mi cuerpo es como siempre, una prueba evidente de deseo, pero más aún cuando lo hace hacia el estilizado cuerpo de mamá con ese vestido ajustado y sus zapatos de tacón.

-       ¡Hola, qué guapas!, ¡Estáis para comeros! – añade mi chico.

Mamá enrojece ligeramente y eso que siempre es tan decidida y tan directa que parece no tener vergüenza por nada, sin embargo la mirada de mi novio la inquieta y su frase de “comernos” lo ha debido llevar a lo literal, imaginando la lengua de él recorriendo todo su cuerpo.

Mientras mi chico pide la reserva de nuestra mesa, yo hablo con mamá.

-       Tienes locos a todos, mami.

-       ¿Cómo?

-       Hija, mamá, pareces boba, pues primero al tío, ahora a Jorge.

-       ¿Tú crees?

-       ¿Acaso no has visto la forma de mirarte y cómo se le ha puesto de dura nada más verte?

Es cierto, desde que mi novio nos ha visto aparecer y especialmente cuando ha admirado el cuerpo de mamá, se ha empalmado irremediablemente. Ambos sienten un deseo mutuo y más después desde que mami le hiciera aquella mamada en la finca. Ahora los dos se atraen, por mucho que lo quieran disimular. En el fondo sigo sintiendo una mezcla de celos y excitación.

-       ¿Te gustaría comerte esa polla otra vez, mami? – le pregunto a ella, sabiendo que Jorge no nos oye.

-       ¡Hija, por Dios!

-       No disimules, mamá. Esa polla te vuelve loca.

-       Aquello fue un juego, cariño.

-       Sigues sin contestarme.

-       Pues, claro. Me encantaría, pero es tu novio. – sentencia ella, aunque los pezones marcados en su vestido, delatan ese deseo.

-       ¿De qué habláis? – pregunta Jorge cuando regresa con nosotras.

-       No, de nada. Cosas de chicas – interviene mamá, bastante colorada.

**

Llego al restaurante y pregunto en la entrada por la mesa reservada. Nada más detallarle las mujeres al hombre, no duda en adivinar de quién se trata pues dos diosas como esas no pasan desapercibidas. Amablemente me acompaña hasta allí donde se encuentran ellas junto a Jorge. Si supiera ese chico que hace un rato ellas me han regalado una mamada a dúo impresionante… ¡Uf, qué locura!

-       ¡Hola! – me saluda efusivamente Andrea dándome dos besos.

-       ¡Hola hermanito! – es ahora mi hermana la que se levanta y me planta dos besos con su pecho pegado a mí.

Si no fuera porque hemos quedado en que hay que parar esto diría que está algo excitada. Yo disimulo, pues noto que algo crece en mi entrepierna. Me doy un abrazo cordial con Jorge y este añade:

-       Aquí estoy con estos dos bombones. Son mucho para mí, menos mal que has llegado.- afirma el chico entre bromas.

Me siento en esa mesa, con Jorge enfrente, mi hermana a mi derecha y Andrea a la izquierda. Mis ojos no pueden evitar dirigirse a sus curvas.

-       Qué tal estás tío, ¿te encuentras mejor? – pregunta Andrea con toda la doble intención.

-       Sí, sí, mucho mejor – respondo disimulando.

-       ¿Qué te ocurre? – pregunta Jorge intrigado.

-       No nada, se ha puesto malito. – añade Andrea sibilinamente.

Intento cambiar de conversación y vamos pidiendo los platos en una comida amena, aunque mis ojos se vayan a los escotes que tengo a ambos lados. Antes de servir los postres mi sobrina se levanta:

-       Voy al baño. Que nadie se coma mi postre. – dice.

-       Voy contigo amor… - añade su chico y desaparecen juntos.

Mi hermana me mira fijamente y tras unos segundos me comenta:

-       Gracias hermanito, ya sé que todo esto no es fácil para ti. La niña encandila y he notado como se te van los ojos a su escote y sus piernas. También se te han ido a mis pechos, por cierto.

-       Perdona, no sabía que se me notaba tanto.

-       Tranquilo. Lo entiendo. Cuando venga tu esposa la vas a partir en dos… jeje. – afirma mi hermana sabiendo que estoy desbocado.

**

Me meto con Jorge en el baño de caballeros y nos colamos en uno de los cubículos para no ser molestados. Con mi espalda apoyada sobre la puerta, Jorge me come la boca en cuanto le insinúo lo cachonda que estoy. Podría entrar alguien y escucharnos, pero ahora mismo, ambos estamos tan calientes que parece no existir otro mundo a nuestro alrededor.

-       ¡Jorge, cómeme el coño! – le ordeno empujando sus hombros.

-       Estás cachonda, ¿eh cariño? – me dice sonriente, dándome una lamida en los labios.

-       Sabes que sí... ¡Mucho! Pero necesito esta lengua en mis otros labios.

Jorge obedece y levanta mi vestido hasta dejarlo enrollado en mi cintura.

-       No llevas bragas, guarrilla – me dice desde allá abajo y me limito a sonreírle.

Una primera lamida a lo largo de mi rajita me hace ver las estrellas, notando cómo toda mi piel se eriza mientras yo acaricio su nuca.

-       ¡Qué gusto, amor! – le digo entre jadeos.

-       ¡Estás empapada!

-       Es que tienes una lengua que me mata.

-       Es tu coño el que me inspira. – añade sonriente.

-       ¿En serio? ¿Te inspira mi chochito? – le pregunto moviendo mi pelvis sobre sobre su cara.

-       Me encanta tu coño, amor. – añade separando su cara de mi sexo y mirándome fijamente degustando el sabor que queda en su boca.

-       ¿Te gusta más que el de mi madre? – le suelto de pronto.

En ese momento Jorge se queda algo cortado y entiendo que la gran comida que me está haciendo no es exactamente una inspiración de mi conejito precisamente, sino más bien del de mi madre. En el fondo, eso me gusta.

-       Ahora te gustaría comerte ese otro coño. No lo niegues.

-       Bueno… Sabes que sí, amor. – responde él y yo sigo restregando mi entrepierna contra su boca.

-       ¿Y follártelo? – pregunto de nuevo.

-       Por supuesto. Debe ser increíble follarse a tu madre.

-       ¡Eres un cabrón! Pues fóllame como si yo fuera ella.

-       Pero cariño… - pregunta dubitativo.

-       No, no me importa, mientras solo lo pienses. Quiero que me folles pensando en mamá, solo con el pensamiento,  ¿de acuerdo?

**

-       ¿Así que estamos impresionantes? – me pregunta mi hermana nada más traernos el camarero los postres.

-       Por supuesto. Esos vestidos impactan, cariño.

-       ¿No será porque te impresionamos en el despacho mucho más?

-       Bueno, claro, eso también, pero ahora os miro y estáis deslumbrantes. Soy afortunado de estar al lado de dos bellezas.

-       Gracias, hermanito, me gusta oírte cuando me echas esos piropos.

-       Por cierto, no soy el único que os mira así. Aparte de otros comensales, Jorge tampoco te quita ojo. Le tienes embobado.

-       ¿En serio? – pregunta ella enrojeciendo ligeramente.

-       Hermana, estás muy buena. Y a Jorge no se le escapó ese escote.

-       Bueno, podría ser la madre de ese chico.

-       Una madre más que deseable – afirmo riendo.

-       ¿Te parezco tan deseable? – me pregunta de nuevo.

-       ¿Bromeas, Rosa? Eres un bombón. Porque soy tu hermano, sino ya estaría comiéndote, je je. – afirmo a modo de broma aunque es verdad. De ser tan explícito, noto mis carrillos arder.

-       No te apures, hombre. Y agradezco mucho tu sinceridad. Me alegra saber que atraigo a hombres como tú o cómo Jorge.

-       Claro mujer y eso que él no sabe cómo la chupas. – afirmo riendo.

Noto a mi hermana nerviosa. Creo que me he pasado con mi comentario sin embargo ella, lejos de acobardarse, se lanza.

-       ¿Te gusta cómo la chupo? – me pregunta jugando con su cucharita entre sus labios.

-       Ya lo creo, Rosa. Sólo de recordarlo me pongo nervioso.

-       Vaya. ¿Se te ha puesto dura recordándolo?

-       Desde luego. Esa sorpresa no la olvidaré nunca.

-       Eso es que lo hemos hecho bien.  ¿Y qué te ha sorprendido más?

-       Uf, todo, hermanita. La manera de hacerlo lenta e intensamente, vuestra capacidad para tragar mi miembro por entero, observar vuestros cuerpos desnudos a mis pies... ver vuestras bocas llenas de mi semen, en fin… ¡Todo!

-       Entonces ambas nos hemos aplicado, ¿no?

-       Por supuesto. Andrea ha aprendido muy rápido. Eres buena maestra. – le digo sabiendo que la experiencia en el sexo oral de mi sobrina, era hasta ahora nula.

-       Bueno, ella es buena alumna. Lo hemos hecho con todo el cariño y por cierto, yo también estoy cachonda recordándolo. – afirma mi hermana mordiéndose el labio – Si no fueras mi hermano te comería de nuevo, jajaja. – añade.

**

Jorge se pone nervioso en cuanto le nombro a mamá, lo mismo que le pasa a ella cuando le nombro a él. Por un momento está dudoso, no sé si por el hecho de que lo hagamos dentro del baño y cualquiera pueda oírnos o simplemente porque le hablo de que me folle con el pensamiento puesto en mamá. En cuanto le suelto el cinturón, dejo caer sus pantalones y sus bóxers al suelo, parece que se va concentrando más. Le empujo sobre el inodoro para sentarme a horcajadas sobre él. Noto su polla pletórica rozándose con mi rajita que restriego en movimientos oscilantes de mi pelvis. Tras besarnos de nuevo, con avidez, mi chico orienta su polla sobre mi sexo y tras un leve movimiento logra meter la punta. Me mira fijamente a los ojos y entonces le digo.

-       ¡Fóllate a mami!

En ese momento sus ojos brillan aún más y tirando de mis caderas hacia abajo me la clava hasta el fondo, consiguiendo sacarme un pequeño gritito. ¡Qué gusto! Está claro que mi chico folla bien, pero si piensa en mamá es todavía más increíble su forma de hacerlo. Si ya de por sí, su polla es enorme y la noto llenándome por completo, ahora me parece aún más grande. Además, su forma de hacerlo es más ruda, más enérgica y por supuesto, más placentera que nunca.

-       ¡Dios! – gimo con los ojos cerrados totalmente entregada a cada una de sus embestidas pero imaginando por mi parte, que es mi tío el que me está follando así.

Mi chico sigue bufando, mientras yo me agarro con ambas manos a su nuca y sigo clavándome esa polla que taladra mi chochito sin parar.

-       ¿Te gusta follarte el coño de mami? – le digo entre susurros.

-       ¡Sí! – afirma él gimiendo.

Aprieto los músculos de mi vagina y noto que él va a durar menos que nunca, pues esa inspiración de mamá le tiene realmente excitado.

De pronto se tensa haciendo más rápidas las penetraciones, algo que consigue llevarme a un nuevo orgasmo. Nos besamos mientras oprimo su cintura con mis muslos y él inmediatamente se derrama en mi interior, entre rugidos y respiraciones entrecortadas. ¡Caramba con nuestras inspiraciones!

-       ¡Qué bueno! – repite él entrecortadamente aun con su polla dentro de mí.

**

Hay un momento de silencio entre mi hermana y yo. De algún modo saber que nos excitamos mutuamente hace aflorar nuestros sentimientos más encontrados. Ambos opinamos lo mismo, que está mal… pero callamos.

-       Vaya lío todo, ¿no? – me dice ella al fin con sus mejillas encarnadas sin que yo sepa qué responder. - ¿Qué sentiste al tocar mi coño para sacar el dildo? – añade de sopetón.

-       Pues yo… muchos nervios, tú estabas dormida.

-       Ya. Me hubiera gustado estar despierta. Me dijo Andrea que yo gemía entre sueños gracias a tus deditos

-       Yo…

-       Tranquilo, es normal, lo mismo que cuando le sacaste las bolas de la conchita a la niña. No pudiste controlarte. Lo entiendo.

-       Sí, bueno, nunca las había visto de cerca y menos así.

-       Normal. No te apures. Lo entiendo. ¿Nunca las habías usado? – me pregunta y evidentemente respondo negando pues mi esposa no es de juguetitos precisamente. No la veo usando unas bolas así.

-       Yo siempre se lo recomiendo a Andrea, aparte de darte gusto, es bueno para mantener los músculos vaginales más fuertes. Yo particularmente las uso a menudo. Ahora mismo llevo unas.

Trago saliva, primero por la manera tan natural en que ella me cuenta todo y también pensando en que lleva metidas unas bolas en su coño, como las de su hija. Ella continúa comentándolo con normalidad:

-       Si, dan mucho gustito, al moverte y al andar, pero además son muy buenas para entrenar la zona, incluso hay unas pesas que nos metemos de vez en cuando para fortalecer el suelo pélvico y así luego las relaciones son muchísimo más placenteras.

Yo me quedo flipado, bolas chinas, pesas dentro del coño, no sé ni de lo que me habla pero ahora mismo tengo una erección de caballo.

-       Y también llevamos el plug anal, como has visto, eso también ayuda a fortalecer el culo para tener relaciones sin problemas.

-       ¿Para tener relaciones… anales? – pregunto absurdamente.

-       Claro… ¿Tú no? – comenta sorprendida.

El sorprendido soy yo. Mi cabeza solo piensa en mi hermana siendo sodomizada por su nuevo novio y Andrea... no, definitivamente ella no ha podido probar eso. Ella es virgen igual que yo en ese terreno.

**

A pesar de que ambos nos hemos corrido como pocas veces, yo sigo botando sobre la polla de mi novio como si ese momento de terminar no quisiera que llegase nunca. De pronto oímos que alguien entra en el baño y nos quedamos quietos. Cuando nos reponemos del susto nos arreglamos la ropa y volvemos a la mesa disimulando. Parece que nadie se ha dado cuenta.

Mamá me sonríe en cuanto aparecemos y el tío vuelve a darme un repaso por toda mi anatomía de esa forma que me parece tan cachonda.

-       Se te ha deshecho el helado – me cuenta mamá guiñándome un ojo.

-       Ya veo – respondo  disimulando – pero está bueno, aunque no tanto como los postres que hago yo, ¿verdad tío?

-       Claro que no, princesa – apunta él, pues siempre me sirve de conejillo de indias para mis preparados dulces. Es muy goloso y yo soy una especialista en eso.

-       Por cierto, tengo un concurso de postres en el kiosko del centro comercial para dentro de unos días. Necesito una opinión objetiva, aunque no sé si tú…

-       Nena, intentaré serlo… ¡Cómo siempre!

-       Gracias tíito. Eres un cielo. Entonces cuento contigo mañana para una cosa nueva que tengo pensada. – añado y mamá me mira con su ceño fruncido.

-       Claro, nena – responde él.

-       Solo postres y tienes que ser imparcial, ¿vale? Es que a Jorge no le gustan los dulces… - añado yo.

Los tres seguimos con los postres en un silencio y es mi madre quien habla:

-       Bueno, después de esta deliciosa cena ¿iremos a bailar?

Mi tío pone cara rara, supongo que no le apetece mucho porque tampoco es muy bailón, pero soy yo la que sentencia:

-       Sí, tío, no pongas esa cara. Tenemos que tomar una copa y mover un poco el cuerpo y bajar la cena.

-       Sí, a mi me apetece mucho – añade Jorge con sus ojos clavados en el escote de mami.

-       Vale, un rato solo. – añade el tío.

Tras pagar la cena salimos hacia los coches pero decidimos que es mejor mover un solo vehículo y al final nos optamos por el de mamá. Le pido a Jorge que vaya de copiloto y que conduzca ella ya que no ha bebido alcohol.

**

Al entrar en el coche, es Andrea la que propone que conduzca mi hermana y que Jorge vaya a su lado indicándole, ya que conoce bien el camino a la discoteca. Mi sobrina y yo nos sentamos detrás.

Durante el trayecto seguimos charlando animadamente, contando chistes y tonterías, hasta que noto que mi sobrina me coge la mano y la pone entre sus muslos acercándola hasta su sexo que palpo enseguida al no ir provista de ropa interior. Yo retiro de inmediato mi mano, pues aparte de recordar el trato, la presencia de su madre y su novio delante no es del todo cómoda, precisamente.

Ella, lejos de amilanarse, me sonríe y acerca esta vez su mano a mi paquete apretando mi miembro sobre mi pantalón. Casi lanzo un grito, pero me contengo para no poner en evidencia la situación. Solo miro a los ojos a mi sobrina que juega con la punta de su lengua entre sus labios. La niña sabe cómo encenderme. Y estoy a tope. Ella está evidentemente, cachonda también.

Aparcamos y entramos en la disco. Yo voy detrás de Andrea pues mi erección no ha bajado nada y no quiero que se me note.

Una vez dentro, las chicas nos dicen qué combinado quieren y van juntas al baño, como suelen hacer siempre, supongo que entre otras cosas, para hablar de sus cosas de mujeres. Jorge y yo nos quedamos en la barra y pedimos las copas al camarero.

-       ¡Vaya dos preciosidades! – me dice él de pronto.

-       Esto… sí, claro.

-       Han venido impresionantes, ¿verdad?

-       Sí.

-       Tu hermana está buenísima,  y Andrea, como siempre, ¿no?

-       Claro, son bellísimas. – añado algo azorado.

-       ¿No te las follarías a dúo?

-       ¿Cómo dices? – pregunto confundido.

-       Sí, hombre, en el supuesto de que no fueran tu hermana y tu sobrina. ¿Te las imaginas a ambas, por ejemplo, haciéndote una mamada?

La pregunta me deja totalmente impactado, pues aparte de que él sepa que yo me siento atraído por ambas, no puede imaginar por lo más remoto que he vivido personalmente eso mismo hace apenas unas horas y no sé ni qué decir… ¡Creo que estoy pálido!


Mientras mamá se perfila la raya del ojo yo me retoco los labios con un color rojo muy intenso. Ambas, frente al espejo, charlamos animadamente.

-       Habéis follado, ¿verdad? – me pregunta ella de pronto.

-       ¿Cómo?

-       Sí, Jorge y tú, en el baño del restaurante… se te vio en la cara.

-       Bueno sí… ¡Cómo me conoces! – respondo riendo.

-       Eres mi hija desde hace veintitrés años. ¡Como para no conocerte!

-       Y tú con el tío, ¿de qué hablabas? Noté que estaba colorado al llegar a la mesa. ¿Le pusiste cachondo?

-       Un poco, sí. Ahora me conoces tú.

-       Eres mi madre desde hace veintitrés años… jajaja.

Ambas reímos por ese chiste y luego le insisto en que me cuente.

-       Le dije que llevaba unas bolas chinas y se puso nervioso. – añade ella.

-       ¡Pobrecito! Se acordaría de cuando me las sacó a mí.

-       Creo que sí. En el fondo me da mucha pena jugar así con él, porque le estamos volviendo totalmente loco. Está con un calentón tremendo y nosotras encendiendo aún más la llama. Nunca le había visto tan desorientado.

-       Es cierto, creo que la mamada le gustó muchísimo, pero le dejó un poco con las ganas de más. Siento lástima de verle así.

-       Sí, hija, pero recuerda que no podemos pasar de ahí. Era un trato.

-       Ya, pero la tía no volverá hasta dentro de una semana, según me ha dicho él. El pobrecito se va a matar a pajas.

-       Es verdad. Igual es mejor dejarle solo estos días y no torturarle más.

-       No, mami, lo mejor sería hacerle otra mamada como la de hoy y así apagar sus calenturas, al menos hasta que regrese su mujer.

-       Mira que eres guarra. Andrea, estás hablando de tu tío. Habíamos quedado que nuestro regalo de la mamada era lo último que hacíamos.

-       ¿No te da pena de él?

-       Claro, pero no creo que debamos seguir, Andrea. Yo también tengo calentón y me aguanto. Prometimos no seguir con esto.

-       No lo digo por mí…

-       Ya, jajaja. Olvídate de ello, ¿vale?

Ella, evidentemente no me cree y es que me conoce muy bien. No es solo por el tío que sienta que está sin follar desde hace mucho tiempo, sino las ganas que tengo yo de hacerlo con él. En el fondo yo sé que mamá también quiere seguir con ese juego y siente la misma excitación y el mismo morbo que yo, aunque no quiera reconocerlo.

**

-       ¡Hola chicos! – Nos saluda Andrea cuando ambas llegan a la barra.

Mis ojos se van a sus curvas irremediablemente. Las dos son  espectaculares y evidentemente todos las admiran, incluido yo, evidentemente.  Luego Jorge agarra por la cintura a Andrea y le pega un besazo de esos que muestran todo el cariño que se tienen. Me cuesta creer que no disfruten del sexo a tope como una pareja joven y fogosa que aparentan. Si no fuera porque la propia Andrea me lo ha relatado, no lo creería. Yo con una mujer tan espectacular y tan caliente, estaría todo el día follando.

-       Hacen buena pareja, ¿verdad? – me dice mi hermana al oído pues casi no podemos oírnos con la música tan alta.

-       Sí, ya lo creo. – respondo.

Ella se pega aun más a mí, hasta que sus tetas se posan literalmente en mi pecho y su boca sigue en mi oreja. Me agarro a su estrecha cintura y vuelvo a notar mi polla crecer bajo el pantalón. ¡Joder, qué buena está!

-       Nosotros también hacemos buena pareja. El camarero nos mira y debe creer que eres mi marido. – dice ella riendo.

-       Sí, estará envidioso de ver que tengo una “esposa” tan bonita.

A mi hermana le gusta el comentario que hago y se pega más a mí, teniendo que notar la dureza de mi miembro contra su pubis.

-       ¿Nos damos un beso y le ponemos nervioso al camarero? – me dice melosa mi hermana sin tiempo a que responda.

Se agarra de mi nuca y me planta un besazo en los labios pudiendo notar  ese calor y suavidad de sus labios en un beso corto pero cachondo a más no poder. No me lo puedo creer.

-       ¡Mamá! – protesta su hija cuando nuestros labios se separan

Creo que mi sobrina se ha molestado al ver a su madre besándome y tira de su novio hacia la pista dejándonos allí a su madre y a mí, abrazados.

-       ¿Qué me harías si fuera tu esposa? – susurra de pronto mi hermana en mi oído completamente pegada a mí.

-       Rosa…

-       Vamos, dime, ¿me follarías? – me pregunta mirándome a los ojos.

**

Me pongo a bailar una bachata con mi novio pero no puedo evitar sentir algo de celos y rabia con el comportamiento incomprensible de mi madre. Por un lado me está prohibiendo continuar mi travesura con el tío, incluso aunque le insista en que todo es por él, pero por otro ella sigue haciendo su propio juego de seducción y creo que mi tío ya no sabe ni qué hacer. No entiendo nada.

Tengo que pensar en algo que me permita jugar con el tío, disfrutar a solas con él, aunque sea ocultándoselo a mamá. La otra vez me sinceré con ella y ahora me he quedado sin poder seguir con mi plan tal y como yo quería.

-       ¿En qué piensas cariño? No estás bailando como tú sabes– me recrimina mi chico mientras me muevo casi sin pensar.

-       No, nada… cosas mías – le contesto.

Nunca le miento a Jorge, en cambio ahora, estamos abrazados danzando ese ritmo que tanto nos gusta pero estoy ocultándole mis sentimientos con respecto a otro hombre que no consigo quitarme de la cabeza y no me concentro en el baile.

-       ¿Has discutido con tu madre? – me pregunta preocupado mi chico.

-       No, no.

-       ¿Es por el beso que se ha dado tu tío con tu madre?

-       Sí, un poco – respondo y sonrío sabiendo que él también me conoce a fondo.

-       Bueno, cariño, son hermanos y se quieren. ¿Acaso te gustaría ser tú la que le besara así? – añade sonriente.

-       ¡Bobo! -  le respondo ruborizada pues a pesar de negarlo, es algo que es totalmente cierto.

Debería contarle a Jorge todo lo que siento, como he hecho otras veces, incluso cuando tuve lío con otro chico, lo mismo que él con otra mujer. Somos una pareja muy abierta. Ahora, en cambio, no soy capaz de decirle la verdad y lo único que pienso es cómo se sentirá la lengua del tío recorriendo todo mi cuerpo. Eso me hace sentirme sucia mientras lo pienso bailando con mi novio, pero al mismo tiempo me provoca una excitación fuera de lo normal.

En ese momento se me enciende la bombilla y recuerdo que con la excusa de los postres, mañana voy a tener al tío para mi sola. Me las ingeniaré para llevarle a mi terreno aplicando una de mis tácticas aparentemente inocentes pero contundentes. Mi sonrisa se debe hacer más que evidente. Jorge lo nota.

-       Así me gusta verte, cariño. – responde más contento.

**

-       ¿Quieres bailar? – me pregunta mi hermana cuando suena un tema sensual de reggaetón.

-       Ya sabes que no es lo mío.

-       Yo te llevo. – añade y ella y no da pie a más réplica llevándome de la mano hasta la pista.

Allí nos cruzamos con mi sobrina y su novio que siguen animados bailando también. Menos mal que Rosa es una experta bailarina y me dejo llevar con sus pasos, pero lo mejor, sin duda alguna es estar abrazado a ese impresionante cuerpo. Soy la envidia del resto de hombres y seguramente ella la envidia de casi todas las mujeres.

-       ¿Te ha molestado mi pregunta? – me dice a su oído cuando en uno de los movimientos nuestros cuerpos están totalmente unidos de nuevo. Ella tiene que notar la evidente erección bajo mi pantalón.

-       ¿Qué pregunta? – le digo, aunque sé a qué se refiere.

-       Pues que si  yo fuera realmente tu esposa… ¿qué me harías luego en la cama? ¿Me follarías?

-       No te quepa duda. – respondo en broma, pero con un calentón tremendo e imaginando que realmente me follo a mi hermana.

Ella se limita a sonreír, pero realmente debe sentirse orgullosa de ser tan atrayente, incluso para mí, que debería verla de otra manera. Lo tremendo es que yo piense precisamente eso: “follarme a mi hermana”. ¿Lo pensará ella o es una pregunta inocente?

-       Cambio de pareja – oigo la voz de Jorge a mi espalda, arrebatándome de los brazos de Rosa y entregándome a su novia.

Mi sobrina se pega a mí, como lo hiciera Rosa segundos antes. Si su madre me parecía sexy, su hija me tiene loco perdido.

-       Vaya, te ha dejado caliente mamá, ¿no? – me dice moviendo su pelvis contra la dureza que percibe oprimiendo mi bragueta.

No puedo responder, tan solo sonreír forzadamente y seguir bailando. Ella sabe muy bien, lo caliente que estoy y que ambas me ponen a mil. Estoy tan cachondo que ahora mismo me comería a este bombón que está pegado a mí, aunque esté hablando de mi propia sobrina. El diablo me vuelve a tentar, a pesar de que tengo que cumplir la promesa de no hacer nada más que no sea una relación fraternal o más bien paternal con ella.

**

Me encanta sentir el cuerpo del tío pegado al mío y esa dureza que se aprisiona entre nosotros. Por el rabillo del ojo veo que Jorge también disfruta de lo suyo con mamá. Sin duda que ambos se atraen mutuamente. Yo sigo pegada a este hombre que ha sido siempre tan especial, pero al que ahora deseo más que nada en el mundo. No puedo parar esto.

-       ¿Mañana entonces pruebas mis experimentos? – le pregunto con mi boca pegada a su oreja rozándole el lóbulo a propósito con mis labios.

-       ¿Experimentos?

-       Sí, mis postres. Lo haré en tu finca, que allí tengo más espacio en la cocina.

Sé que él lo hace encantado, creyendo que se va a limitar como tantas otras veces a hacer la cata de alguna de mis muffins, de alguno de mis helados o pasteles diversos, pero en cambio no se imagina lo que le espera… al menos, no sólo va a probar los pasteles. Ya estoy maquinando una sesión especial.

-       ¡Te va a gustar! – le digo de nuevo susurrante en su oído.

Tras el baile, volvemos a la barra y charlamos los cuatro comentando lo divertida que está resultando la noche. Curiosamente estoy agarrada a la cintura de mi tío y él también a la mía. Enfrente, Jorge y mamá están abrazados igualmente.

-       ¿Hemos hecho intercambio de pareja? – pregunto como quien no quiere la cosa, pero con toda la intención.

Todos ríen por mi pregunta, pero la excitación ronda el ambiente. Yo estoy loca por follar con el tío y creo que él también conmigo, al menos, su cara, no lo puede disimular. Lo único que le frena es nuestro lazo familiar. Por otro lado Jorge se vuelve loco por el cuerpito de mi madre, que le tiene absolutamente loco, por no hablar de ella, que sueña con su polla y debe ponerse cachonda imaginándola dentro de su coño. Por un momento pienso en que eso me pueda molestar pero también pienso que resulta morboso y excitante imaginarlo.

Al final regresamos a casa, aunque me hubiera gustado acabar de otra manera, me hago una paja en honor al tío. Espero que él también lo haga alguna vez pensando en mí. Lo cierto es que hemos pasado una noche muy divertida, o mejor dicho un día muy divertido, incluyendo la mamada a mi tío con mamá y luego el polvazo que me echó Jorge en los baños. Va a ser difícil olvidar un día como el de hoy, pero mi empeño sigue en culminar ese polvazo con el tío, aunque se lo tenga que ocultar a Jorge o a mamá.

**

La imagen de mis dos bellezas ha sido tan impactante durante toda esta velada, que no se puede borrar de mi mente, tanto su indumentaria sexy como su comportamiento sensual durante todo el día o mejor dicho durante todos estos días.

Han pasado un par de horas desde que las he dejado de ver, pero incluso sigo teniendo mi polla a tope.  Intento hacer un balance de lo ocurrido en el día, desde que amanecí con tanta excitación y tanta locura. La mamada a dúo a modo de despedida que me hicieron ambas, será algo que nunca podré olvidar, a pesar de que todo se haya podido acabar y luego el baile con cada una de ellas, ha sido el colofón para volver a pensar en sus cuerpos desnudos e imaginar cómo sería follar con cualquiera de ellas..

Intento poner cordura, algo de raciocinio, una pizca de sensatez, regañándome a mí mismo por mi comportamiento, pero ahora estoy desnudo sobre mi cama pajeandome y soñando cada momento, viviéndolo en mis pensamientos de nuevo.

No duro mucho y me corro manchando las sábanas cuando recuerdo la frase de Andrea al despedirse esta noche.

-       “No te olvides tío, mañana los dos solitos en tu casa”

Juliaki

CONTINUARÁ.