Probando, probando... (Capítulo 10)
El tío sigue sin creerse que haya desnudado a su hermana, totalmente borracha y dormida, para sacarle ese pequeño dildo con el que ha jugado durante el día y todo empujado por las ideas traviesas de su sobrina.
Probando, probando…
Capítulo 10
Estoy totalmente aturdido, aquí, en casa de mi hermana a la que acabo de sacar de su coño un dildo completamente empapado con sus flujos y con el que he estado jugando todo el día en la distancia, sin saberlo, tanto ella como yo. A mi mente afloran estos recientes recuerdos imborrables e inolvidables. Su precioso cuerpo desnudo, totalmente expuesto, con su coño abierto como una flor y ajena a mis tocamientos, mientras mis manos hurgaban en su rajita caliente intentando sacar ese artefacto.
Me despojo de la ropa que noto empapada de sudor y me tumbo en la cama de esa pequeña habitación de invitados ataviado solamente con mis calzoncillos. Levanto la tira del elástico y veo que mi polla no ha bajado mucho del enorme tamaño que ha alcanzado hace apenas unos minutos. Instintivamente agarro esa verga que se siente más vigorosa al sentir mis dedos y lentamente empiezo a pajearme recordando el cuerpo desnudo de Rosa intentando buscar una explicación a cómo y de qué manera he llegado a estar metiendo mis dedos en su coño para sacar el juguete que ella portaba dentro. Ha sido todo loco y al mismo tiempo tan excitante…
Tengo ahí al lado a esas dos mujeres y no puedo por menos que sentirme más cercano a ellas, no solo porque estén tras la pared, si no por el hecho de que estén despertando en mi, esos instintos hacia ellas, que antes no se habían despertado en la magnitud de convertirse en prohibidos e inmorales. Ahora, a cada segundo hay más motivos para sentirme condenado, en la misma proporción que cachondo, claro está. Supongo que ellas no son las culpables, ni de ser tan bellas, ni de ofrecer su sensualidad a un depravado hambriento de sexo como yo.
Mientras sigo cascándomela sin piedad y notando cómo esa erección va en aumento, voy recordando esos hechos tan extraordinarios, a los que podría haberme negado, pero animado por mi sobrina y por mi mismo cuando manos metidas en el coño de mi hermana, su propia hija me decía si no estaría dispuesto a follármela. ¡A mi propia hermana!
Al recordar eso el líquido pre seminal hace acto de presencia y pienso en cómo debe sentirse uno con la polla metida en ese coño. ¡Joder, estoy hablando de Rosa! ¿Qué demonios me pasa?
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Mamá sigue completamente dormida, tras su borrachera de alcohol y de sexo, aunque esto último lo haya vivido sólo en sueños. Justo cuando la voy a cubrir con la sábana recuerdo cómo ha llegado a excitarse estando tan fuera de sí. El tío ha logrado sacarle un orgasmo y ella sin enterarse de nada, pobrecilla. Me pregunto qué hubiera sentido, siendo consciente, al ver como él palpaba lo más íntimo de su cuerpo. Lo que está claro es que yo sí que estoy excitada. Me desnudo y me tumbo junto a ella, en su misma posición mirando al techo. Le agarro de la mano y me relajo sin dejar de pensar en esos momentos vividos.
Mi mano va a su pezón y lo pellizco ligeramente. Ella sigue sin enterarse aunque emite un pequeño ronroneo de gusto. Mientras hago esto, mi mano acaricia mi rajita que está empapada y deseosa de recibir un placer como el que ha tenido ella. A continuación abro el cajón de la mesilla pues sé que mamá guarda unos cuantos juguetes eróticos. Veo entre otras cosas, unas bolas chinas, algún dildo pequeño, un par de consoladores bastante gordos y un plug anal. Precisamente fue ella la que me lo prestó en una ocasión cuando le dije que quería saber cómo era tener eso en el culo todo el día y es realmente excitante. Lo cojo en mi mano y pruebo levemente en mi orificio posterior. La punta se abre paso enseguida y luego su forma cónica cuesta ligeramente más, hasta que tras un gimoteo que suelto sin remisión, entra por entero en mi culito, dándome un gusto muy especial. Oigo mi propia respiración agitada con ese juguete metido en mi culito. Luego saco las bolas chinas del cajón. La primera entra en mi coño como un cuchillo caliente en la mantequilla, luego la segunda bola sin problema y la tercera a continuación arrancándome un gemido incontrolable. El solo hecho de sentir ese contacto hace que mi cuerpo vibre de gusto. Alcanzo uno de los consoladores pensando que se puede parecer a la verga del tío. Introduzco la punta en el coño de mamá y pienso cómo debería sentirse con esa polla bien adentro. Meto y saco el consolador venoso, mientras una pequeña vibración de su interior hace las delicias en el clítoris de mi inconsciente progenitora.
Ella, ajena totalmente a mi maniobra con ese enorme consolador, gime al notar la vibración en su inflamado sexo, cuando de pronto oigo que se abre despacio la puerta de su habitación, con el tiempo justo de sacar ese cilindro de su coño y esconderlo bajo la almohada. Ella sigue respirando cachonda y yo estoy con los ojos medio cerrados haciéndome la dormida.
Veo en la penumbra que es el tío quien intenta acceder a nuestra habitación y yo sin tiempo de sacarme ni el plug anal ni las bolas chinas.
El morbo de que pueda entrar mi tío y vernos así, me pone cachondísima.
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Al fin consigo abrir la puerta de la habitación de Rosa sin hacer excesivo ruido. Asomo la cabeza y veo que hay dos cuerpos sobre la cama. Sin duda veo las redondeces de sus dos preciosas figuras. Mis ojos se acostumbran a esa penumbra y compruebo que ambas están sobre las sábanas, totalmente desnudas. Mi polla palpita bajo mi slip al ver esa escena que apenas está iluminada por la luz que llega del pasillo, pero la suficiente para descubrir nuevamente lo lindas que son. No debería entrar, pero es demasiada la suerte que tengo como para no aprovecharla: Dos diosas desnudas, es una visión que uno no puede perderse.
Me acerco sigilosamente hasta los pies de la cama y veo que ambas están dormidas, seguramente gracias a un día muy intenso, con grandes dosis de alcohol y de múltiples sensaciones. Imagino que mañana casi no podrán recordar nada de lo sucedido. Al menos, eso quiero pensar, pero lo que está claro es que yo no lo voy a poder olvidar jamás.
Desde más cerca y con la tenue luz disfruto de esas dos divinidades desprovistas de ropa. Son tan parecidas y tan distintas al mismo tiempo, que no sabría decir cual es más increíble. Guardan grandes similitudes en la forma de su cuerpo, pero cada una en su justa proporción. Una joven y ardiente sobrina que me tiene loco y ahora, su propia madre, provista de esa madurez de cuerpo envidiable, lo que hoy vienen a llamar “MILF”.
Mi hermana Rosa sigue boca arriba, tal y como la dejé y puedo distinguir su respiración con el sube y baja de su pecho, coronado con sus pezones puntiagudos. Junto a ella, Andrea está de lado con la mano bajo su cabeza. Es sin duda un angelito y me asomo a ver su culito de costado, percibiendo una hermosa redondez. No alcanzo a ver su rajita pero la intuyo bajo esa oscuridad que forma la unión de sus muslos.
Me pongo por el lado de la cama donde duerme mi hermana y sin pensarlo con sensatez, me bajo completamente el slip y me quedo desnudo impulsado por esa medio penumbra, que de poco me serviría si alguna se despertase, pero yo solo veo cercana la hermosura de mi hermana y comienzo a masturbarme soñando en cada curva. En sus tetas, sus pezones de punta, la armonía de su cintura y sus caderas, su vientre plano y su sexo que hace apenas unos minutos tuve la gran suerte de acariciar. Mi verga suelta otra gota que esparzo por toda su longitud, lubricando esa herramienta sedienta imaginando que es ese coño quien la tiene atrapada.
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Sigo recostada de lado, con los ojos medio achinados, pero lo suficientemente abiertos para contemplar a mi tío que está al otro lado de la cama ¡desnudo y masturbándose!
Me apetece levantarme y abrazarle con mis piernas para poder tener nuestros cuerpos unidos, pero prefiero esperar a que él se vaya soltando en este alocado ritmo en el que se está desarrollando todo. Me encanta ver ese cuerpo fornido junto al cuerpo dormido de mamá que él observa embobado y siento algo de envidia porque esa paja no sea en exclusiva para mí, aun así no puedo evitar quitar la mirada de esa verga dura que no cesa de ser meneada por su atractivo dueño.
¿Qué estará pensando mi tío? ¿Será solo el calentamiento con el que se ha quedado tras lo sucedido con mamá minutos antes? ¿Deseará desahogarse con dos cuerpos desnudos que yacen en esta cama? ¿O es deseo lo que él siente con la misma intensidad que siento yo y evidentemente también mamá?
Oigo la respiración del tío y la de mamá aunque esta debe estar soñando, pero en el fondo me gustaría que descubriera a su hermano pajeándose a su salud.
De pronto el tío acerca su mano a la teta derecha de mamá y la acaricia con la punta de sus dedos. ¡Dios, estoy que exploto viendo lo cachondo que está él! Mi tío se siente seguro sabiendo que ella duerme plácidamente para seguir masajeando su teta con más fuerza mientras su otra mano sigue pajeándose.
Más envalentonado, su mano llega al otro pecho y pellizca uno de los pezones de mi madre, que imagino duro y luego esos dedos continúan por su ombligo hasta llegar a su sexo, rozando con su mano la rajita húmeda de ella que jadea levemente al sentir esos tocamientos. ¡Si supiera ella quien la está acariciando!
Estoy tan nerviosa y tan excitada que noto las bolas chinas moverse en mi interior con las contracciones de mi vagina, lo que provoca que mueva mis muslos accionando ese mayor rozamiento contra las paredes internas y proporcionándome un placer inusitado. Llevo instintivamente mi mano a mi sexo y rozo mi clítoris pero entonces mi tío se percata de mis movimientos y deja de tocar a mamá. ¿Me habrá visto?
Él está inmóvil, igual que estoy yo, esperando su siguiente reacción. ¿Me habrá pillado? ¡No quiero que se vaya corriendo!, necesito que siga con eso, que me está excitando tanto… De pronto, sorprendiéndome de nuevo, mi tío, sin soltar su polla, gira alrededor de la cama hasta llegar a mi lado.
**
Acerco mi cara a la de Andrea y compruebo que sigue dormida. Por un momento hubiera jurado que me estaba mirando mientras me pajeaba admirando el cuerpo de su madre. Mi cara está junto a la suya y mi boca a pocos centímetros de la de ella. Estoy tan cachondo que me gustaría besarla, pero prefiero no arriesgar más. Viendo sus labios no dejo de machacármela recordando cuando estuvo haciéndome aquella tremenda mamada en el probador. Nunca antes nadie me había hecho nada igual.
Luego sigo con mi vista recorriendo su juvenil cuerpo y veo que tiene su pezón izquierdo puntiagudo. Acerco mi mano y lo rozo con la yema de mis dedos. Andrea se mueve pero sigue dormida. ¡Dios, qué buena está! Mi mano avanza por su vientre plano y llego a su rasurado pubis, me entretengo acariciando sus ingles, mientras que mi otra mano sigue trabajando con mi erección sin dejar de meneármela.
Temo que se despierte, pero es tanto el placer que siento, que se me nubla todo y no pienso con racionalidad. Mis dedos alcanzan su coño y percibo su humedad. Paso mi dedo índice y se queda impregnado de ese líquido viscoso. Vuelvo a tocar esa tierna conchita y de pronto me doy cuenta que un pequeño cordel se enreda entre mis dedos. Tiro suavemente de él y sale una esfera plateada totalmente brillante. ¡Es una bola china! Sigo tirando, observando su cara, por si se despierta, pero sigue aturdida, aunque en sueños debe estar excitada. No sabía que a ella le gustaran esos juguetes, pero me encanta sacar la segunda bola tirando de la cuerda y a continuación la tercera hasta quedarme en la mano con ese juguete impregnado con sus fluidos. Instintivamente me lo llevo a la boca. Al notar ese sabor en mi paladar noto un agrado que me invade y así degusto o más bien chupeteo lascivamente las tres bolas brillantes hasta sacar todo el sabor de la parte más íntima de mi sobrina. Con sumo cuidado las vuelvo a introducir una a una en su estrecha vagina que ahora está totalmente expuesta ante mis ojos.
Acerco mi cara para aspirar ese olor, cuando me quedo alucinado al ver que en su culito hay un brillo rojizo. Me aproximo más y descubro que es un círculo como un diamante de color rojo que tiene alojado en su orificio posterior. ¿Qué demonios es…?
Acelero el ritmo de mi paja y tiro ligeramente de ese diamante rojo, para notar cierta resistencia. Mi sobrina se ha metido algo en su culito que es bastante más ancho de lo que puedo ver. Extraigo con ímpetu ese objeto y al hacerlo mi sobrina abre su boca y suelta un tremendo gemido que inunda la habitación, momento en el que un pequeño cono sale de su orificio, entre los estertores de su intenso orgasmo.
Todavía estoy sintiendo todo mi cuerpo temblar ante esa corrida que inevitablemente me invade gracias a mi tío. Primero viéndole desnudo, pajeándose sin parar con nuestros cuerpos pero luego, cuando ha sacado las bolas chinas de mi chochito, lentamente, disfrutando el momento, las ha lamido y luego ha extraído el plug anal… con todo eso me ha hecho ver las estrellas. ¡No puedo más! Estoy tan cachonda que ya no razono. Me incorporo y enciendo la luz de la mesita, ante su asombro quedándose totalmente paralizado con su tiesa polla en la mano y me mira fijamente.
- ¡Tíito, qué gusto! - le digo relamiéndome pero él sigue bloqueado.
Agarro esa polla y le doy besitos a ese glande para a continuación meterme una buena porción en la boca.
- No, para, Andrea… tu madre. – me dice apartando su polla de mi boca, aunque consigo aferrarla entre mis dedos para seguir masturbándole.
- ¿Qué pasa tío? Mamá está tan borracha que no se entera de nada.
Sigo meneando frenéticamente esa daga y mi tío tensa sus músculos intentando empujar mi cabeza fuera de su alcance pero me arrodillo en la cama para regresar a ese pollón que meto en mi boca hasta que tras un cierto forcejeo, él logra apartarme de nuevo.
- ¡Andrea, no puedo, no puedo aguantar…! - dice fuera de sí
Mi mano, sin embargo no cesa de agitar. Noto latir mi corazón en todos y cada uno de mis puntos sensibles, cuando de pronto, incontrolablemente, mi tío gime fuertemente y empieza a soltar chorros de semen que salen disparados por doquier. El primero cae en mi cara, sobre mis cejas, el segundo va a parar al cuerpo de mamá cayendo sobre su tripita, otro sobre su pecho derecho y los dos siguientes sobre mis muslos. Nos baña a ambas y yo sigo con un gusto tremendo disfrutando de esa fuente que parece no tener fin.
- ¡Dios! – dice él tras soltar los últimos hilos y observar nuestros cuerpos bañados en su semen. Su cara, mezcla de placer y de susto es más que evidente y tras mirarme fugazmente, sale corriendo de la habitación.
Miro a mamá y la veo bañada en grandes chorretones de semen y es una imagen tan excitante, que sin pensarlo comienzo a lamer su cuerpo con mi lengua, sin que ella se percate, limpiando hasta el último resquicio de esa lechita que aun está templada. Después hago lo mismo con los goterones de mi cuerpo que recojo ávidamente para llevarlos a mi boca.
**
No he pegado ojo en toda la noche y es que han sido demasiadas emociones, algunas me parece que no las he vivido realmente, como el hecho de haber sacado las bolas chinas del coño de mi sobrina mientras dormía y haberlas chupado después como un poseso, totalmente desenfrenado. Vuelvo a pensar en ese coño abriéndose y las bolas saliendo una a una, algo que hace que mi polla vuelva a ponerse tiesa al recordarlo, más aun rememorando el otro aparato que saqué de su culo con esa forma cónica. ¿Qué era eso?, ¿Algo con lo que duerme habitualmente?, ¿Quizá para estimular su culo?, ¿Está tan desatendida con su novio que tiene que complacerse ella misma con eso?
Estoy trastornado y me parece que ha sido todo un sueño. Ni siquiera me acabo de creer que Andrea haya comenzado a chupármela vorazmente de nuevo. Y luego para colmo me he corrido sobre esos cuerpos desnudos, ¿Qué demonios estoy haciendo?, ¿Estoy loco?
Me levanto. Me doy una ducha de agua fría que me viene muy bien para limpiar mi parte física, llena de sudor y restos de semen, aunque me gustaría ducharme para limpiar mi alma o mejor dicho: mi vergonzoso comportamiento. No sé si seré capaz de mirar a mi sobrina a la cara y aun menos a mi hermana.
Recuerdo que mis calzoncillos se quedaron en la habitación de Rosa y espero poder darle una explicación de cómo llegaron allí. Me enrollo una toalla en la cintura y me voy a la cocina a preparar café para borrar de mi mente tanto pensamiento atormentado. De pronto, noto a mi espalda una piel suave que se pega a mí cuerpo, en un tierno abrazo, pudiendo percibir unos pezones duros. Cuando giro la cara veo que es Andrea totalmente desnuda, mirándome sonriente.
- ¡Hola tíito! – me dice como siempre con sorprendente naturalidad.
- ¡Andrea! – le digo girándome frente a ella y separándola de mí.
- ¿Qué pasa? ¿No te asustarás por verme desnuda otra vez?
- No… yo… todo esto…
- Tranquilo, no le des más vueltas. Ya sé que ha sido todo una locura, no hace falta que vuelvas con eso. – me dice acariciando con su mano mi pecho y rozando con su teta uno de mis brazos.
- Andrea, anoche… tu madre…
- Mamá está desperezándose, no te apures. A ver, no sé por qué haces de todo un mundo. – añade ella con total naturalidad mientras me arrebata taza de café de la mano.
**
Apoyo mi culo en la mesa frente a mi tío y dejo mis piernas ligeramente abiertas. Sé que no puede resistirse a dirigir su mirada a mi rasurado coño. ¡Me encanta la forma en cómo me mira!
Tras unos segundos en los que nuestras miradas parecen decirlo todo, vuelvo a dar otro sorbo de café y con mi mano acaricio la cara interna de mis muslos hasta llegar a mi rajita que rozo suavemente con la punta de mis dedos.
- Dime tío… ¿A qué sabe mi coño?, ¿Está rico? – le pregunto mordiéndome el labio inferior.
Él se queda calado sin dejar de mirar a mis dedos que juguetean en mi pubis, mis ingles y mi rajita. Sin darle tiempo a respuesta soy yo la que le habla:
- Hubiera preferido que me lo chuparas directamente, pero ha sido tan excitante ver chupar esas bolas que salían de ahí. Me imagino que estarían calientes y con un sabor intenso…
El pobrecillo sólo puede afirmar con la cabeza. Sigo con mi ataque, sabiendo que él está indefenso, en esa jaula de remordimientos y de excitación suprema.
- Aun tienes pendiente eso conmigo. Me prometiste comerme el coño cuando te hice aquella mamada en la tienda… Que no se te olvide.
- Yo no… –intenta apuntar él.
- Bueno, no me lo prometiste, - le interrumpo - pero es la deuda que tienes conmigo.
- Andrea… - trata de intervenir, pero no le dejo seguir. Tiro de la cintura de la toalla quedándome con ella en la mano ante su nueva sorpresa. Se queda despelotado ante mí y su rabo oscila radiante.
Me acerco a él y sostengo esa barra de carne en mi mano acariciándola suavemente subiendo y bajando su piel. Él vuelve a quedarse prendado mirando mi cuerpo desnudo y como actúo con descaro ante su inmovilidad.
- ¿Te gusta verme desnuda?
- Sí – afirma tímidamente.
- A mí también me gusta verte a ti. Especialmente esta verga tan linda. Ojalá tuviera una polla como esta dentro de mí… - le digo susurrándole cerca del oído, acercándome aun más a él.
- ¡Andrea, por Dios! – dice él jadeando, pero sin apartarme.
- ¿Acaso no lo deseamos ambos?
**
La teta de Andrea sigue pegada a mi hombro. Noto su chochito ardiendo en mi muslo y su mano sigue meciendo mi polla con mucha suavidad, jugando con sus dedos en la punta, haciéndome estremecer y temblar con esas caricias. No puedo creer lo que me dice… supongo que está jugando ó poniéndome a prueba, ya no sé ni qué pensar, pero desde luego follar con ella es un sueño que definitivamente se tiene que quedar en eso.
- Bueno, guapetón, tengo que irme. Me llevo la toalla. – dice de pronto soltando mi polla que queda balanceante dejándome en pelotas en medio de la cocina.
Por un momento he llegado a pensar que íbamos a ir más allá de esas caricias, pero luego he pensado que ella ha debido pensarlo mejor o quizás poniendo la sensatez que yo estoy perdiendo. Todavía tengo tiempo de verla desaparecer de la cocina y admirar sus andares con ese perfecto culito que se balancea a cada paso. Antes de salir me sonríe.
A pesar de que mi erección no ha disminuido, recobro la cordura y salgo de la cocina con intención de tapar mi desnudez, pues recuerdo que estoy en casa de mi hermana y lo que menos deseo es que me pille así.
Al llegar al pasillo veo que la puerta del baño está entreabierta y tras asomar mi cabeza observo a Andrea duchándose. Me quedo ahí, desnudo mirando el impresionante cuerpo de mi sobrina. Nota además, que en sus movimientos se está acariciando o mejor dicho. ¡Se está masturbando!
Por mi cabeza pasa la idea de que es por culpa de mi polla que ahora miro y vuelve a estar pletórica. Sin pensármelo comienzo a masturbarme con la imagen de mi sobrina por ese hueco que deja la puerta del baño y que me permite observar cómo se masturba al mismo tiempo. Veo su mano acariciando sus pechos y quisiera ser yo quien lo hiciera, lo mismo que su otra mano que juega en su rajita. Ahora mismo me gustaría estar ahí metido en la ducha con ella y abrazarme a su cuerpo.
- ¡Vaya bombón verdad! – oigo de pronto la voz de mi hermana a mi espalda.
Doy casi un salto del susto y cuando me giro veo a Rosa desnuda tras de mí. Miro instintivamente a sus tetas y después a ese coñito que tuve la oportunidad de tocar esta misma noche. Su sonrisa y su mirada lo dice todo. Me ha pillado masturbándome mientras miro a su hija. Sin poder responder nada salgo corriendo a mi habitación avegonzado.
**
Mis dedos juegan con mi chochito consiguiendo sacar de mi interior unos cuantos gemidos mientras sueño con el cuerpo desnudo del tío, especialmente esa polla que me tiene loca y que acabo de masturbar hace apenas unos minutos. Sigo acariciándome cuando noto la presencia de alguien entrando en la ducha. Por un momento he pensado que era él, pero es mamá.
Ella no dice nada, su cuerpo desnudo se une al mío y como hemos hecho otras muchas veces nos enjabonamos mutuamente mientras nos besamos con toda la pasión. Mordemos nuestros labios, jugamos con nuestras lenguas y acariciamos nuestros respectivos cuerpos, Mi mano va a su coño y juego a acariciar sus labios vaginales. Ella emite un pequeño jadeo y hace lo propio con mi sexo, hurgando con sus gráciles dedos en él, sin dejarnos de besar, de acariciar nuestros culos, nuestros pechos, nuestros ardientes coños. Mamá no tarda en correrse, pero inmediatamente después lo hago yo, viéndola a ella y oyéndola gemir fuertemente. Otras veces nos hemos corrido juntas y hemos disfrutado de nuestros encuentros lésbicos de madre e hija, pero nunca la había visto tan entregada ni tan cachonda como ahora.
- ¡Qué gusto, mami! – la digo acariciando su culo cuando me repongo.
- Ya lo creo, cariño- responde ella dándome pequeños besos.
Admiro una vez más a mamá, no sólo por ver esa mujer tan bella, sino a esa madre que tanto me ha aportado incluso en la ausencia de un padre… pero ahora agradezco, además, que me haya enseñado tanto sobre el sexo.
- Te he visto más cachonda que nunca, mamá. –le digo.
- Sí, últimamente estoy muy caliente y esta mañana, concretamente me he levantado más de lo normal. Y para colmo cuando he visto a tu tío desnudo masturbándose mientras te observaba…
- ¿Cómo? – le digo abriendo mis ojos, totalmente asombrada.
- Pues sí, estabas haciéndote un dedito y tu tío dale que te pego ahí.
Miro hacia la dirección que ella señala y me estremezco al pensar que al otro lado de la puerta del baño ha estado el tío pajeándose conmigo.
- Recuerda, que debes tener cuidado. Tu tío es un hombre y sabes que se descontrolan. No debes dejar que te folle, ¿Vale cariño?, sería un error gravísimo.
- Pero mami…
- Lo sé, ya entiendo que te encantaría, no niego que esa idea te atraiga, incluso a mí, pero… ¡Debes olvidar esa idea! - responde ella, ante mi estupor.
**
Se puede decir que esta mañana he huido de casa de mi hermana casi alocadamente, después de que me hubiera pillado desnudo en mitad del pasillo y masturbándome mientras veía a su hija haciendo lo mismo en la ducha. Eso por no hablar de lo sucedido durante la noche. Espero que no se de cuenta de nada de eso.
No sé ni cómo he llegado al trabajo y he podido disimular mi nerviosismo. Ahora que ya está acabando la tarde, han pasado unas horas y me siento mucho más relajado, pero sin dejar de dar vueltas a la cabeza con esta locura con mis dos chicas que, seguramente, para ellas resulta un juego inocente, pero que provocan algo en mí que ya no puedo dominar en absoluto y además de peligroso es claramente… ¡Inmoral!
- Hola jefe. – me dice mi encargado, asomando la cabeza por la puerta de mi despacho.
- ¿Qué pasa, Rafa?, ¿No te dije que quería estar solo?
- Lo sé jefe, pero tienes visita.
- ¿Visita? – pregunto.
- Sí, tu preciosa sobrinita y su mamá.
- ¿Cómo?, ¿Mi hermana y mi sobrina? – pregunto confundido.
- Sí, no sé por qué te sorprendes tanto últimamente…
- Bueno, diles que pasen, anda.
- Oye y por cierto, vaya dos maravillas de la naturaleza. Estarás orgulloso con ellas.
- Claro, cómo no voy a estarlo. Las quiero mucho, ya lo sabes.
- No me refiero a eso, hombre. Digo que estarás orgulloso de tener a esos dos pibones. ¡Son realmente dos diosas!
- Bueno, Rafa, no te pases. No las puedo mirar como tú.
- Claro, hombre, pero si no fueran quienes son, las mirarías así.
- Anda, calla, obseso. Hazlas pasar. – le reitero, aunque en el fondo acierta en lo que dice pues debería mirarlas como una familia, que son, sin embargo no lo hago en absoluto.
A continuación hacen acto de presencia Rosa y Andrea... dos espectaculares mujeres, que al entrar cambian hasta el ambiente de mi aburrido y pequeño despacho, iluminando la estancia con su esplendor. Ambas van ataviadas con dos ajustados vestidos. Mi hermana porta uno de flores y su hija uno de color azul celeste y las dos rematadas con zapatos de tacón de más de quince centímetros. Rafa se quedó corto, con lo de diosas. Me levanto y doy un par de besos a cada una impregnándome de su olor y disfrutando de sus respectivos canalillos.
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Mi tío está claramente sorprendido con nuestra repentina visita en su despacho. Mamá y yo nos sentamos en dos sillas frente a su mesa y él hace lo mismo alucinando con nuestros vestidos que se suben ligeramente al cruzar las piernas. Nos mira embelesado, aunque lo quiera disimular.
- Tu encargado nos ha desnudado con la mirada – digo yo sonriéndole.
- Ya sabes que es un salido – me responde aunque lo dice mirando mis tetas.
- ¿Te preguntarás qué hacemos aquí? – arranca mi madre, seria.
- Pues sí. ¡Vaya sorpresa!– responde él, algo inquieto.
- Venimos por dos motivos. Uno, porque queremos invitarte a cenar .
- ¿Invitarme a cenar?, ¿Quiénes?, ¿Qué celebramos? – pregunta sorprendido.
- Pues nosotros tres y Jorge, para agradecerte todo lo que has hecho por nosotras en estos días.
Mi tío se sorprende por ese agradecimiento, aunque más cuando mamá añade:
- Pero también el motivo de venir aquí es porque… Tenemos que hablar seriamente. Deseo que esta conversación aclare todas las dudas. Para empezar quiero que sepas que Andrea me lo ha contado todo.
Él no responde, solo traga saliva y debe estar pensando en cómo salir de esta.
- Andrea me ha dicho que eras tú el que manejaba ese aparatito que estaba alojado en mi conchita. – añade mamá haciendo que mi tío enrojezca al saber ese nuevo dato.
- Fue todo un lío… Rosa - responde él, tartamudeando.
- Lo sé, no te preocupes. Ya sé que tu controlabas la aplicación pensando que era el chochito de Andrea y no el mío, lo mismo que yo, que pensaba que era manejado por… otra persona. – comenta ella apurada sin ser capaz de nombrar a Jorge, que sé que eso le excita mucho.
- Sí, espero que no te incomodara, fue un juego. – añade él.
- ¿Incomodarme? – repone ella meneando sus hombros - Me hiciste pasar un gusto bestial, hermanito. Al principio suavemente, pero luego me corrí en el banquete de bodas como una posesa. Luego recuerdo que viniste a recogernos y yo estaba bastante borracha, con flashes que me vienen pero sin recordar cada detalle. Andrea ha sido la que me ha relatado que la ayudaste para traerme a casa y acostarme…
El tío se pone más colorado y me gusta cuando sus carrillos se ponen así, resulta tan atractivo…
**
- Lamento mucho todo, Rosa. – añado avergonzado.
- No tienes que lamentar nada, al contrario, estoy muy orgullosa de ti, como hermana y como madre de una hija a la que has criado como un padre y ahora ayudas en estos momentos tan delicados.
No comprendo muy bien las palabras de mi hermana, pues creo que debería estar regañándome en lugar de adularme. El resumen que hace ella, aunque es cierto en eso de que siempre cuido de Andrea para todo, lo de ahora, más que un cuidado resulta, más bien, “descuidado”.
- Lo importante es tu intención, hermano – sigue ella – y entiendo que nosotras no te lo hemos puesto nada fácil. Entiendo que la situación para cualquiera resulte violento, incluso aún más para un hombre cuando se tiene que enfrentar a eso él solo.
No acabo de entender muy bien a qué se refiere y lo debe notar por mi cara y entonces prosigue:
- Sí, ya sé que me desnudaste, me quitaste el vestido a duras penas que después sacaste mis braguitas hasta dejarme totalmente desnuda para luego ayudar a Andrea a extraer el dildo de la rajita. Supongo que eso fue muy fuerte para ti.
- Esto… Sí. – respondo aturdido.
- Por eso entiendo que luego volvieras y te masturbaras viéndonos, con dos cuerpos desnudos allí tirados y esa calentura que nosotras te provocamos, como algo fortuito y no planificado.
Mi vista se va a mi sobrina y ella sonríe. No sé hasta qué punto sucedió todo tan al azar. Mi hermana prosigue:
- Y entiendo que el hecho de estar quince días sin tu mujer te haya provocado mayor tensión sin otro remedio a dejarte llevar por el instinto más irracional, teniendo que tocarnos, sacar esos juguetes del sexo y del culito de Andrea y luego regarnos con tu semen.
- Estoy avergonzado. – respondo al enterarme de que mi hermana está al tanto de todo. ¿No es flipante?
- Lo comprendo todo. Sé que no ha sido muy normal lo sucedido, pero nuestro comportamiento tampoco te ha ayudado. Aparte de ser nuestro hermano o tío, eres un hombre y nosotras no hemos sido lo suficientemente conscientes de esa situación, dejándote con una calentura que no puedes dominar, por eso esta mañana no me enfadé cuando te vi en el pasillo.
**
Me estremezco pensando en mi tío masturbándose mientras me miraba. Su cara ahora mismo es todo un poema, tras lo que acaba de soltarle mi madre a bocajarro. Ella añade:
- Mira hermanito, hemos venido a aclarar esto de una vez por todas.
- Me parece bien. Estoy de acuerdo con todo. – responde él.
- ¿No estarás enfadado con nosotras? – intervengo yo acariciando mis muslos y sonriéndole de esa forma que sé que le encanta.
- No, princesa, ¿cómo voy a estarlo? También es culpa mía.
- No, insisto – habla mamá – creo que nosotras te hemos provocado desde el otro día, en la finca, quedándonos desnudas, jugando a incitarte, luego lo del probador, después lo de anoche… en fin hay que poner un punto y final a todo esto. ¿No te parece?
Me siento algo vacía al escuchar las palabras de mi madre, porque siento enormemente que ella haya tomado la decisión por todos. Yo no quiero que se acabe. Me parece que todo iba tan bien…
- Claro que sí, Rosa. – responde él.
- Gracias por tu comprensión. Sé qué no es fácil para un hombre alejado de su esposa, que además es muy efusivo, en fin, ponerte en estas situaciones aparentemente infantiles, no son medianamente correctas. Imagino que habrá sido duro controlarte teniendo a dos mujeres desnudas delante con provocaciones continuas.
- Sí, pero mi comportamiento… no ha sido responsable.
- Hiciste lo natural en tu caso. Por eso hablé con Andrea y le dije que no se excediera en el juego porque de seguir así acabarías follándotela y eso no, como comprenderás, sería tremendo.
Noto que mi sexo arde cuando mamá dice lo de follar con el tío… no puedo aceptar que esa opción haya desaparecido. Quizás fue culpa mía incluirla a ella en mis planes, de otro modo, estoy segura de que ahora la cosa sería distinta.
- ¿Follar? ¿Con Andrea? – pregunta sorprendido él.
- Sí, supongo que después de que te hiciera la mamada en el probador y ayer mismo la vieras tan receptiva, en fin, que una cosa podría llevar a la otra y se te pusiera a tiro… en fin, ya sabes cómo es, una chiquilla alocada y que muchas veces no razona del todo.
- ¡Mamá! – protesto yo como si hablara de un animal.
- Hija, no te molestes, pero reconoce que esto se te ha ido de las manos. Si yo no hubiera intervenido, seguramente habrías follado con él. Entiende que eres una chica explosiva y tu tío a pesar de todo es un hombre.
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Mi erección es ya enorme. La suerte es que me tapa la mesa, pero el tener a esas dos bellezas sentadas enfrente con esos vestidos tan ceñidos, sus piernas cruzadas y lo que acaba de decir mi hermana sobre lo de follar con mi sobrina, me ha dejado absolutamente desbocado.
No tengo remedio. Rosa está intentando poner cordura a esta locura y yo sigo pensando en sus cuerpos, en sus tetas, en sus preciosos coños… ¿Follarme a Andrea?, ¿Habría ocurrido?, ¡Ya está mi demonio actuando!
- Te has quedado mudo. – añade mi hermana al verme pensativo…
- No. Quiero que sepas que estoy contigo, Rosa. No sé cómo ha empezado todo y tienes razón en que no se sabe cómo podría haber acabado. Pero, no creo que tanto como dices.
- ¿Acaso no hubieras follado conmigo, tío? – interviene con cara seria Andrea, sorprendiéndome de nuevo.
- Hija, no eches más leña al fuego… - apunta su madre.
- No, eso no creo que hubiera ocurrido y no debe ocurrir, princesa. Eres mi sobrina… ¡Casi una hija para mí! – añado sin creerme mis propias palabras pues mi polla solo imagina estar ahí dentro.
- Pues yo reconozco que hubiera llegado a follar contigo. – añade Andrea, mordiéndose el labio y haciendo que mi corazón se desboque.
Mi verga pide a gritos salir del pantalón porque su dureza es extrema. Es demasiado lo que oigo, lo que veo… ¡lo que estoy imaginando!
- Yo sé que eres una persona seria y responsable. – añade mi hermana.
- Gracias, Rosa.
- Es verdad. Estoy orgullosa y muy feliz de que nos hayas aportado tanto, eres más que un hermano para mí, ya lo sabes. Y para Andrea como ese padre que nunca tuvo. Por eso que todo esto tenía que acabar. Es algo impensable. ¿No crees?
- Por supuesto. – afirmo, aunque mis ojos irremediablemente, vuelven a dirigirse al atrayente escote de mi sobrina.
- No quiero que te sientas mal, hermanito.
- No. Agradezco que seas tan comprensiva y me perdones.
- De ninguna manera. – dice mi hermana levantándose invitando a su hija a hacer lo mismo. - Somos nosotras las que debemos pedir perdón. Por eso precisamente hemos venido, ¿verdad, Andrea?
- Claro. – responde mi sobrina dibujando las curvas de su vestido.
- Entonces acabemos lo que hemos venido a hacer. – añade Rosa.
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Tal y cómo he quedado con mamá, me dirijo a la puerta del despacho y cierro con llave. Es importante que nadie nos moleste en este momento.
- ¿Qué ocurre? ¿Por qué cierras con llave? – pregunta mi tío, levantándose y mostrando una erección evidente bajo su pantalón.
Me acerco a mamá y como lo habíamos planeado tiro de su vestido sacándolo por su cabeza dejándola desnuda ante el estupor del tío que tiene que agarrarse del borde de la mesa sin acabar de creérselo.
Mamá le mira sonriente y poniendo sus brazos en jarras da un giro sobre sí misma. Luego me coge de la parte baja del vestido y tirando de él me lo saca por la cabeza, dejándome desnuda como ella. Naturalmente, no habíamos traído ropa interior. Ahora estamos ambas despelotadas tan solo con nuestros zapatos de tacón, que sé que eso le vuelve absolutamente loco a él.
- No entiendo nada. – dice el pobre, apurado.
- Tranquilo hermanito. Hemos dicho que la mejor manera de acabar con esto es dándote el último regalo. ¡Te lo has ganado!
- ¿Regalo?
- Sí, ya que te has quedado a las puertas de todo, te mereces un premio por tu paciencia y tu entrega. Está claro, que aunque no puedas follar, al menos tengas tu recompensa.
- Sabemos que estás cachondo – intervengo yo.
- Sí, claro pero sigo sin entender. ¿No habíamos quedado…?
- Mira hermanito. Sé lo que debe ser para ti llevar tantos días de abstinencia sexual y encima con nosotras echando gasolina al fuego, por eso queremos hacerte una mamada como Dios manda a modo de regalo de despedida. ¿Qué te parece?
- Pero…
- Sí, ya sé que no será como follar, que para eso tienes a tu esposa cuando regrese, que espero que sea pronto, pobrecito. – añade mamá.
En ese momento, mamá avanza hacia el tío que sigue paralizado junto a su mesa. Ella camina con andares felinos marcando el sonido rítmico en el suelo con sus larguísimos tacones lo que produce un baile sensual de sus caderas.
- Si no estás de acuerdo podemos dejarlo. – añade ella poniendo su cuerpo desnudo a pocos centímetros de su hermano.
Él no responde. Traga saliva y su silencio provoca que ella sonría y después dibuje sus curvas con sus manos regalándole todo el erotismo del mundo.
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Mi hermana está en pelotas delante de mí y sigo sin creérmelo, lo mismo que mi sobrina que mira expectante tras ella, igualmente desnuda.
Rosa desabotona la camisa y logra sacármela al completo, sin que mis ojos dejen de mirar sus vertiginosas curvas. En ese momento se acerca Andrea con esos andares hipnóticos y mi vista clavada en su depilada rajita. Es ella, la que suelta mi cinturón y luego desabrocha mis pantalones que caen al suelo. A continuación, ambas bajan mi slip y dejan mi polla liberada ante dos gatitas espectaculares.
- Esto… yo… - intento hablar, pero mi hermana pega su cuerpo desnudo al mío sellando mi boca con un tierno beso. No excesivamente largo pero lo suficiente para que mi polla de un respingo. ¿Esto está ocurriendo?
Coge mi verga en su mano y mirándome desde muy cerca comienza a menearla, mientras Andrea acaricia mis huevos y mi pecho al mismo tiempo.
- Esto está tenso a tope, ¿eh, hermanito? – me dice apretando la dureza de mi polla. – echarás de menos la conchita de tu esposa.
- Sí. – respondo jadeante, aunque lo que deseo ahora mismo es follarme a cualquiera de estas dos.
- No me extraña. Hemos sido malas. Espero que podamos recompensarte en parte. – apunta mi hermana mientras me empuja hasta que quedo sentado en el sillón de mi despacho.
Las miro embelesado mientras ambas se arrodillan frente a mí. Con sus manos recorren mis muslos, mis pectorales, mi polla… Mi sobrina agarra entonces esa barra de carne y comienza a masturbarme ante la ante mirada de su madre, que observa primero a su hija y luego a mi cara que debe ser todo un poema. Entonces entre ellas hacen un gesto e intercambian la polla para que Andrea le pegue un lametón a toda su largura. ¡Dios no me puedo creer tener a esas dos bellezas ahí arrodilladas y dispuestas a comerme la polla como si nada!
Luego es mi hermana que hace la misma maniobra: Sin dejar de mirarme a los ojos, extiende su lengua desde la base hasta la punta de mi polla que tiembla al sentir su contacto. Nunca hubiera imaginado a mi hermana lamiéndome ahí.
- ¡Mmm, tenías razón, hija, está riquísima! – añade relamiéndose.
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No dejo de mirar a mi tío a los ojos, mientras lamo uno de sus huevos y mamá le pajea suavemente. De pronto sale líquido pre seminal de su punta y ambas lo recogemos con nuestras lenguas, jugando con ese hilo primero sobre su polla y luego enredando nuestras lenguas vorazmente.
Me meto la polla en la boca hasta la mitad y mi tío emite un largo gemido que inunda la habitación. Espero que no le hayan escuchado desde fuera. Luego mamá aparta mi cabeza y ataca ella a ese pollón devorándolo hasta la mitad, sin dejar de mirar a su hermano a la cara. Las tetas de mamá se mueven al tiempo que su boca hace aparecer y desparecer esa verga dura. A continuación empieza lo que viene a ser una batalla entre ambas, mientras una mete el capullo en su boca, la otra juega con su lengua por el resto de su largo miembro. Luego nos intercambiamos, chupamos sus huevos, nos metemos esa polla en la boca, jugando a una mamada a dos bandas como hiciéramos con mi novio en la finca. Esto parece una peli porno en toda regla y yo estoy encantada de comerme esa polla de nuevo y esta vez a medias con mamá. Mi tío está encantado.
- ¡Qué gusto! – es lo único que alcanza a decir él.
Nosotras reímos al tiempo, sabiendo que hacemos perfectamente nuestro trabajo en una mamada más que profesional. Seguimos al ataque moviendo lenguas, labios, jugando en nuestras bocas, intercambiando el glande, luchando por él… y cada vez que suelta líquido lo intercambiamos con nuestras lenguas insaciables.
- ¿Lo hacemos bien? – pregunta Rosa, sacando de su boca esa polla cabezona y pasándola por sus tetas, rozando los pezones.
- ¡Increíble! – responde él temblando.
- Somos dos expertas mamadoras, ¿no? – apunto yo.
- Ya lo creo – responde – Nunca he sentido nada igual.
- Mami, hazle lo de la succión… - digo de pronto.
En ese instante mamá mete la polla entre sus tetas haciendo una cubana a mi tío que sigue alucinado agarrándose al borde de la silla sin creerse lo que está sucediendo. Mamá sostiene sus pechos por los costados y hace aparecer y desparecer la polla. Al mismo tiempo acerca su boca y succiona el glande haciendo un ruido como una especie de descorche cada vez que se aleja de su boca. Mi tío se estremece cada vez más.
- Hija si seguimos con este ímpetu, nos va durar unos segundos… y no queremos eso, ¿no? – añade ella separándose de él.
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Mi hermana me ha hecho una cubana que no voy a olvidar mientras viva y esa succión con su boca que casi me lleva al paroxismo. Ahora simplemente me mira con mi polla en su mano y se la ofrece a su hija para que vuelva a tragarse una buena porción. Tras dos o tres tragadas, es el turno de Rosa que toma el mando de ese misil para tragárselo apretando con fuerza sus labios.
- ¡Ah! – gimo al sentir esas dulces bocas, pues nunca he vivido nada parecido.
Ellas ríen, se besan lascivamente para seguir con el intercambio de bocas sobre mi polla que es incesante, lento pero intenso. Incluso Andrea logra hacerme una garganta profunda como la otra vez, en el probador. Entonces su madre, envidiosa, hace lo mismo y se traga por entero mi polla, llegando a metérsela en su garganta. Noto esos músculos atrapándome y cuando su boca saca mi cilindro, arrastra con ella un gemido intenso y un montón de su saliva mezclada con mis propios fluidos.
Andrea toma el relevo y vuelve a tragarse mi polla al completo pero mi hermana impide que su hija siga con esa intensidad, porque sabe que no aguantaré mucho más. Desde luego la habilidad de la hija, es increíble, haciendo mamadas, pero superada, incluso por su madre, que le ha debido enseñar mil trucos, como ahora, que logran bajar el intenso chupeteo, para convertirlo en pequeños besos, porque saben que estoy muy cerca del orgasmo. Se ha juntado la juventud y el ímpetu de esa chiquilla ardiente y la experiencia de una mujer como mi hermana, sabedora de todos los puntos débiles de un hombre. ¡Qué suerte ese novio suyo que tiene ahora!, ¡Le debe volver loco!
- Aguanta, hermanito – anuncia Rosa cuando Andrea vuelve a tragarse por entero mi duro cilindro ardiente.
- Si seguís así, no voy a poder… - digo entre hipidos fuera de control.
- Vamos, cariño, tienes que aguantar y que nos regales todo lo que tengas ahí dentro, sin dejar nada, - añade acariciando mis huevos.
Nunca he sentido nada parecido y lo cierto es que nunca me habían hecho una mamada a dúo, pero sin duda estas dos preciosas mujeres son las mejores en este trabajo. Quiero aguantar, ver como se juntan sus labios, sus lenguas, como dan besitos, o se meten la mitad de mi polla una, mientras la otra me succiona uno de mis testículos que parecen estar bien cargados. No voy a poder resistir más.
- ¡Ahhh!, - gimo de nuevo ante el preámbulo de lo que se avecina.
**
Mamá me hace una seña y sé que mi tío va a explotar sin remisión. Sus gemidos son continuos, su cuerpo tiembla y noto los músculos de sus brazos tensarse. No hay mucho tiempo. Mamá lo ha notado al instante.
Es entonces cuando ella orienta la punta de ese duro cimbel sobre mi boca y el primer chorro choca fuertemente contra mi paladar. El segundo se deposita en mi lengua, chocando contra mis dientes y ella hábilmente gira esa fuente rebosante, para llevarla a su boca para recibir otros tres disparos en su interior. Mi tío, como siempre, va bien cargado y nos ha llenado bien.
Toda la boca de mama está llena de semen y yo estoy igual. Nos miramos y luego al tío que sigue flipando con nosotras. Abrimos ambas los labios y le mostramos ese néctar que acaba de inundar nuestras bocas. Luego tragamos, sacando la lengua y mostrando que no queda ni una gota dentro. A continuación empezamos a lamer esa polla hasta dejarla completamente reluciente.
- ¡Dios mío! – acaba diciendo él.
- ¿Te gustó? – pregunta mi madre masturbando lentamente esa polla que ha bajado ligeramente su dureza
- Me habéis hecho el hombre más feliz del mundo. – añade él exhausto.
Ambas reímos y damos besitos a esa polla a modo de último regalo. Nos levantamos ante la atenta mirada del tío a nuestros cuerpos desnudos.
- Bueno, hermanito. Esto es el punto final. ¿Te parece bien el acuerdo?
- ¡Claro!, ¡Me parece alucinante! – afirma eufórico.
Soy yo la que no está del todo de acuerdo, pues me hubiera gustado tener esa polla dentro de mi coño, pero ahora mamá ha decidido por todos.
- Yo estoy cachondísima, mami. – protesto yo pues mi coño está ardiendo.
- ¿En qué hemos quedado, hija?
- ¿Y el tío no puede chuparnos un poco? – suplico yo, mirando a sus ojos pidiendo clemencia.
- No. Este era el acuerdo. Si quieres follar, ya tienes a tu novio. Peor lo tiene tu tío que no tiene con quien hacerlo esta noche. – afirma ella rotundamente.
En eso tiene razón, pero mi calentura no sé ni cómo voy a apagarla. Me agacho a recoger el vestido del suelo y lo hago mostrando mi culo a mi tío dejándole ver el brillante rojo del plug que llevo en mi pequeño orificio trasero. Mamá hace lo mismo. Se agacha enseñando otro brillante de color azul. Ambas nos lo hemos puesto antes de salir de casa.
Alucino al ver a ambas mujeres llevando eso metido ahí. Ya me quedé flipado cuando se lo he visto a Andrea, ahora más al ver el de mi hermana. No sabía que ella era aficionada a estimular su esfínter.
Rosa se gira y me sonríe. Separa los cachetes de su culo y me enseña desde más cerca ese brillante que es la tapa del plug alojado en su interior.
- ¿Te gusta, hermanito? – pregunta ella.
- Sí, mucho…
- Pues a mí más llevarlo. – responde entre risas.
Sigo admirando esos cuerpos perfectos mientras se visten y siento mucha pena de que todo se haya acabado tan de repente, pero creo que mi hermana ha puesto la cordura que faltaba, a pesar de que acaba de hacerme la mamada de mi vida junto a su hija.
- Hermanito: Dentro de una hora en el restaurante de la alameda. – añade Rosa, atusándose el vestido y tras agarrarse del brazo de su hija camina hacia la puerta dispuesta a irse.
En ese momento, mi sobrina se suelta del brazo de su madre y corriendo en pequeños pasitos, lo que le permite el vestido ajustado y sus largos tacones, llega hasta donde estoy, para pegarme un morreo de campeonato, enredando mi lengua con la suya.
- ¡Andrea, vamos! – le aclama su madre apurándola desde la puerta, sabiendo que Andrea sigue cachonda.
Tras vestirme y dar dos castos besos a mi hermana, las chicas abandonan mi despacho entre risas y se cruzan con Rafa por la escalera que observa como abandonan del edificio. El hombre babea con esas dos hembras, no es para menos, pero lo que no puede imaginar es lo que acaba de ocurrir dentro de este despacho.
Juliaki
CONTINUARÁ…